Compromiso

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Por Julián Schvindlerman

  

Reportaje sobre Rusia con Alberto Hutschenreuter – 07/15

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Doctor en Relaciones Internacionales. Profesor de Geopolítica en la Escuela Superior de Guerra Aérea

Entrevistó Julián Schvindlerman

Año 7. No. 58

Georgia en el 2008, Ucrania en el 2014, ¿qué busca Vladimir Putin al arrebatar por la fuerza territorios soberanos de otras naciones?

Considero que una respuesta objetiva a su pregunta necesariamente debe fundarse en lógicas de poder. Es importante aclararlo, pues es habitual que no se aborden cuestiones que son centrales para comprender los movimientos de Rusia y de otros actores. Tanto en Georgia como en Ucrania, Rusia consideró que las políticas de Occidente dirigidas a debilitar a Rusia desde el mismo final de la Unión Soviética habían alcanzado un límite: una nueva ampliación de la OTAN al “Este del Este” de Europa sencillamente hubiera significado una catástrofe geopolítica para Rusia, pues se habría perdido un activo geopolítico protohistórico, la profundidad estratégica, un concepto y una realidad que puede estar en retirada en otros espacios del globo pero no en Rusia. Para Rusia el mundo siempre ha sido un lugar peligroso, y ello se entiende en función de su posición eminentemente terrestre, que siempre suscitó interés por parte de otros poderes extranjeros (particularmente navales, agregaría Alfred Mahan).

Los críticos de esta conducta de Rusia sostienen que Moscú está vulnerando el orden político mundial post-Guerra Fría. ¿Qué responde el gobierno ruso a ello?

Seguramente respondería que dicho orden fue vulnerado antes, desde que Occidente estimó que la victoria sobre la Unión Soviética no implicó dejar de considerar al “Estado continuador”, la Federación Rusa, como un eventual nuevo reto. Con el fin de mantenerla débil, Occidente “rentabilizó” dicha victoria y continuó practicando una “geopolítica de uno”: ampliando la OTAN, por caso, una decisión que, según expertos rusos, vulneró acuerdos sobre los que se habría pactado el final de la contienda.

Rusia se opuso a la intervención norteamericana y de la OTAN en Libia, Siria y Serbia, alegando que la integridad territorial de las naciones debe ser respetada. ¿Cómo justifica Moscú este doble estándar?

Rusia no se opuso a la intervención en Libia.

Me refiero a que su postura inicial fue renuente y debió ser persuadida diplomáticamente. El Ministro de Exteriores ruso Sergéi Lavrov dijo en su momento: «No vemos una intervención extranjera, más aún una militar, como un medio de resolver la crisis en Libia».

Sucede que la resolución que habilitó la intervención internacional, la 1973, planteaba un propósito que en los hechos fue suplido por otro basado en los intereses de Occidente. Ello hizo que en Siria Rusia no se mostrara dispuesto a autorizar una nueva intervención. Pero en intervenciones recientes, por caso, de Francia en África, Moscú no se opuso. En cuanto a los Balcanes, allí hubo intervención sin autorización de la ONU. En materia de doble estándar, diría que hay varios cuestiones del globo donde se puede apreciar esta política: recientemente, en ocasión de Crimea, Reino Unido ofreció una muestra concluyente de doble rasero: no al referéndum en Crimea, sí al de Malvinas. Ello deja en claro que las relaciones internacionales son relaciones de poder, no de derecho.

Putin ha declarado que la caída de la Unión Soviética fue la peor catástrofe geopolítica del siglo XX. Considerando que el siglo XX presenció dos guerras mundiales, ¿hay una desproporción en la afirmación del presidente ruso? ¿Qué revela esa frase acerca de su pensamiento?

La frase fue pronunciada en ocasión de la celebración del fin de la Segunda Guerra Mundial (Gran Guerra Patriótica en Rusia), en 2005. Según el historiador Roi Medvedev, los cuatro grandes hechos que explican el siglo XX son las dos guerras mundiales, el proceso de descolonización y el desplome de la URSS. Comparto esta visión. Pero también creo que la frase de Putin se inscribe en una necesidad de recuperar reconocimiento y deferencia internacional, que es lo que logró la URSS después de 1945.

¿A qué remite el concepto de “Nueva Rusia” que ha comenzado a ser mencionado con mayor frecuencia?

Considero que remite a una idea de reparación interestatal, y a la necesidad de alcanzar un desempeño más completo en cuanto gran poder: algo que vaya más allá de la acumulación militar. Otros agregarían el concepto de modernización, la asignatura pendiente en Rusia.

Standart & Poor degradó la nota de la deuda soberana rusa, en el primer trimestre se fugaron más de USD 60.000 millones (cifra igual al monto total de 2013), el rublo lleva perdiendo 10% de su valor respecto del dólar y la tasa del crecimiento del PBI ha caído apreciablemente. ¿Podemos afirmar que económicamente la intervención militar en Ucrania le está costando caro a Rusia? ¿Cómo repercutiría ello en la actitud de la masa popular, por un lado, y de los oligarcas pro-establishment, por el otro?

Las reservas de Rusia casi llegan a los 500.000 millones de dólares. Un número sin duda importante para afrontar situaciones serias. Hasta el momento, las sanciones económicas no han ido más allá de congelamiento de activos y cancelación de visados, algo que no hace mella en la economía rusa. Lo que sí afectaría a Rusia son los intercambios comerciales. Pero no veo voluntad, sobre todo de Europa y muy particularmente de Alemania, para avanzar en esta fase. El pueblo no siente las sanciones, pues están dirigidas a hombres del poder, que por ahora no se ven mayormente afectados. Ambos lo estarían si se pasara a la “fase 3” de las sanciones.

¿Cómo se conforma el mapa político europeo ante Rusia? ¿Está unida la postura de los veintiocho frente al Kremlin?

Considero que hay primacía de intereses nacionales por sobre unidad. El mayor poder económico europeo, Alemania, mantiene una excelente relación con Rusia y no está dispuesto a que se sacrifique esa relación. Los más preocupados son los más cercanos a Rusia, claro, Polonia, los países del Báltico, etc., que desean una posición de firmeza. Reino Unido es un apéndice estratégico no europeo sino euroatlántico, de modo que su postura también es de presión.

¿Ve usted un nexo entre la tibia respuesta de Washington a la crisis en Siria y la determinación rusa de invadir Crimea?

Bueno, Rusia no invadió Crimea, sino que allí por medio de un referéndum la población solicitó ser parte de la Federación Rusa. El nexo que observo se denomina política de poder, tanto en uno como en otro caso. En Siria no considero que existan muchas divergencias, pues observo que hay una aceptación en cuanto a preservar el factor “El Asad”, es decir, lo “menos peligroso” para la estabilidad regional.

En el pasado, Moscú ha defendido diplomáticamente a Siria y a Irán en la ONU, dos Estados parias a nivel global. ¿A qué se debe esta postura?

En el pasado y también en la actualidad. Considero que existieron razones de cuño básicamente geopolítico y de contrabalanceo, una técnica de poder ampliamente utilizada por poderes mayores.

¿Se atreve a un pronóstico sobre cómo continuará la política rusa frente a las naciones fronterizas aliadas a Occidente?

Entiendo usted se refiere a ex repúblicas soviéticas que desean ser parte de las estructuras económicas-estratégicas de Occidente. Pienso que Rusia no es un actor revolucionario como lo era la URSS. Pero sí considero que mantiene reflejos geopolíticos zaro-soviéticos. Desde estos términos, no permitirá que se ejerzan políticas de poder en su detrimento. Solamente esto puedo decir, pues Rusia, como decía Gógol, no ofrece respuestas sobre su futuro.