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Por Julián Schvindlerman

  

Aquellos viejos judíos maoístas – 10/20

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Por Julián Schvindlerman
Comunidades – octubre 2020

Poco conocida es la historia del puñado de judíos que acompañaron a la revolución maoísta en China, pero existieron y aportaron un capítulo singular a la historia universal de los judíos y a la historia nacional de China. Ofrezco unos pocos casos.

Sidney Rittenberg nació en el seno de una acomodada familia judía de Charleston, Carolina del Sur. Fue enlistado por el ejército de EE.UU., entrenado en el idioma mandarín y enviado a Shanghai al momento de la rendición de Japón durante la Segunda Guerra Mundial. Allí entabló contacto con los comunistas chinos, quienes lo reclutaron. Es probable que haya sido el primer estadounidense en ser admitido en el Partido Comunista Chino, en 1946, y adoptó el nuevo nombre Li Dunbai. Se unió a la guerrilla que lideraba Mao desde Yenan, a quien le traducía las películas de Laurel & Hardy que Mao adoraba. Fue cercano a Zhou Enlai y a Deng Xiaping, y se transformó en portavoz del gobierno chino ante los norteamericanos, lo que le valió -según el protagonista declara en el documental El revolucionario– un salario más alto que el del propio presidente Mao.

Ganó prominencia en la Oficina de Difusión en Beijing y durante unos meses en 1967 fue el director de Radio Peking. Rittenberg tradujo las obras completas de Mao y el Libro Rojo al inglés, estuvo a cargo de la correspondencia de Mao con Truman y fue uno de los principales arengadores durante la Revolución Cultural. Sus discursos eran escuchados por hasta cien mil personas. Aparentemente tuvo un cruce con Jiang Qing, la esposa de Mao, a quien él ofendió o ella simplemente celó su popularidad. En cualquier caso, terminó en prisión. De sus 35 años en China, pasó casi la mitad de ellos encarcelado en confinamiento solitario, acusado falsamente de ser un espía estadounidense.

Sidney Shapiro fue un abogado, traductor, escritor y ocasional actor estadounidense judío responsable de traducir las principales obras literarias de la China revolucionaria para el público occidental. Aprendió mandarín en el ejército norteamericano y completó sus estudios en Yale y Columbia. Arribó a Shanghai en 1947, jurando que no conocía a ningún Marx más que al comediante de Hollywood, según ha consignado Adriana Martínez González en China Files. Tradujo a famosos narradores chinos del siglo XX, como Ba Jin, Mao Dun y Lao She. Durante la Revolución Cultural su esposa fue purgada y su hija, enviada al campo. También se desempeñó como miembro del Consejo Consultivo Político del Pueblo Chino. En 1984 publicó el libro Los judíos en la China antigua y cinco años después visitó Israel. En 2010, con 95 años de edad, China le otorgó el “Premio a los Logros Conseguidos a lo largo de una Vida en el Ámbito de la Traducción”, la más elevada distinción en el área. Su nombre en mandarín fue Shā Bólǐ.

El médico austríaco Jakob Rosenfeld alcanzó el rango de general en el Ejército Rojo y fue Ministro de Salud en el gobierno provisorio chino pre-estatal. Sus compañeros chinos se referían a él como Luo Shengte, aunque informalmente se lo conocía como “gran médico con nariz grande”. Este sobreviviente marxista del Holocausto hizo tal contribución al comunismo que China lo honró poniendo su foto en una estampilla. Existe un Hospital Rosenfeld en el condado de Junan, en la provincia de Shandong, donde Rosenfeld practicó la medicina durante la guerra. En el 2000 se construyó allí una sala de exposiciones dedicada a los “acciones del luchador internacional Rosenfeld” y cada año la Embajada de China en Israel rinde homenaje a su tumba en el cementerio de Kiryat Shaul, en Tel Aviv.

El polaco Israel Epstein dirigió la Oficina de Relaciones Internacionales Públicas del gobierno chino y el mensuario China Hoy. Llegó a China contando dos años de edad y allí vivió hasta su muerte, en 2005. En ocasión de sus cumpleaños, los presidentes Deng Xiaoping, Jiang Zemin y Hu Jintao se ocuparon de saludarlo. La agencia oficial Xinhua le calificó de “verdadero viejo amigo”. Desde China trabajó para United Press International y para el periódico local Beijing-Tianjin Times. Fue un protegido de la influyente Soong Chingling, aun así, fue encarcelado por un lustro durante la Revolución Cultural. Rehabilitado en 1973, volvió a ponerse al servicio de la propaganda maoísta. José Reinoso relata en El País que cuando cumplió 90 años dijo que tenía 73, porque había comenzado su labor revolucionaria recién a los 17.

Luego está David Crook, a quién The Guardian definió como “un comunista que luchó contra Franco, espió para Stalin y escribió un libro clásico sobre el cambio en China”. Perteneciente a una próspera familia londinense caída en desgracia, se mudó a Nueva York, donde se graduó en la Universidad de Columbia. Viajó a España a combatir en la guerra civil contra el dictador Franco y en 1938 fue reclutado por la Internacional Comunista de Stalin para espiar a trotskistas y anarquistas dentro del movimiento republicano. Un ejemplar de Red Star Over China es Edward Snow que cayó en sus manos mientras convalecía en un hospital madrileño despertó su interés por el maoísmo. De allí se desplazó a Shanghai donde continuó espiando para el Kremlin. En China se dedicó a la enseñanza del inglés en lo que a futuro sería la Universidad de Estudios Extranjeros. Gracias a él y a su esposa canadiense, miles de jóvenes chinos dominaron el inglés, muchos de los cuales ingresarían luego a la diplomacia y la academia. En el contexto de la paranoia de la Revolución Cultural, él también será enviado a prisión, por cinco años, para ser luego rehabilitado. Desafectado, se unió a un equipo editorial que produjo un diccionario chino-inglés que lo sobrevivió.