Por Julián Schvindlerman
Mundo Israelita – 30/10/2020
Uno de los aspectos más curiosos y menos reportados de las revueltas que terminaron con la caída del régimen de Muhamar Gadafi casi diez años atrás fue la asociación de su persona con el judaísmo. En las paredes de Trípoli aparecieron grafitis que mostraban al líder libio travestido, o dibujado como rata, perro o agente de Norteamérica e Israel, y como espantapájaros en cubos de basura. En Bengasi un dibujo retrataba al líder libio con una Estrella de David. Cuando el conocido periodista Jon Lee Anderson preguntó a jóvenes por el sentido de esa caricatura, le explicaron que “todo el mundo creía que Gadafi era judío”.
Andrew Engel en Forward relató que durante un viaje de Túnez a Libia en 2011 el chofer libio le dijo “¿Sabías que Gadafi era judío? Sí, su madre era judía, y del lado de su padre era italiano”. Una vez en Trípoli, el nuevo chofer puso un CD titulado “Rap de la Revolución libia”. La primera canción, Khalas ya Gadafi (Terminado, oh Gadafi), sonó en árabe: “Vete, oh Gadafi… ¡Sal, judío!”. Otro número de rap, HadHihi al-Thawra (Esta revolución), rapeó en árabe: “¡Del norte al sur, del este al oeste, levantémonos, levantémonos! La ira no morirá, el que morirá es Gadafi, sus partidarios y los judíos”. Mientras caminaba por la calle Omar Mukhtar de Trípoli, Engel narra su encuentro con un joven tripolitano de nombre Mohammed. “Él encarnaba gran parte de la Primavera Árabe: joven, inteligente, ambicioso y capaz. Un minuto después de conversar, acotó: «Gadafi era judío, ¿no es una locura?»”. De allí fue a Bengasi donde un taxista puso otro CD cuya música contenía epítetos anti-judíos.
Estos rumores alcanzaron proporciones delirantes cuando dos ancianos israelíes de ascendencia libia, Guita Boaron y Rachel Saada, dieron una entrevista al canal Dos de la televisión de Israel, asegurando tener un pariente en común con la abuela de Gadafi y sugiriendo que el Coronel podía emigrar al estado judío y reclamar la ciudanía israelí como cualquier judío puede hacerlo bajo la Ley del Retorno. The Economist reportó la noticia en septiembre de 2011 agregando que en “Natania, donde varios de los alrededor de cien mil israelíes judíos de ascendencia libia se han asentado, una plaza fue llamada Gadafi Plaza en previsión de su llegada”.
Meses después, Nouri Mismari, quien trabajó para Gadafi de 1997 a 2010, dio una extensa entrevista de cinco partes a Ghassan Cherbel, editor del diario árabe-londinense Al-Hayat. Según la sinopsis de esa entrevista que publicó The Times of Israel, Mismari alegó que Gadafi mandó a matar a un oficial leal a él, Salih Bu Farwa, durante un viaje de caza en Rumania en la década de 1980 y enmascarar la muerte como un accidente de caza. El motivo aparente fue que Bu Farwa había recibido información del embajador de Libia en Italia, Ammar Dhu, que documentaba la judeidad de la madre de Gadafi. El mismo Dhu fue asesinado posteriormente en Italia, junto con el secretario de prensa de la embajada. Mismari dijo que todos los que sabían la ascendencia judía del líder fueron liquidados.
¿Creer o reventar? El Medio Oriente árabe ha estado tradicionalmente plagado de teorías conspirativas antijudías y el propio Gadafi acusó cierta vez a líderes palestinos con los que mantenía relaciones tirantes de ser judíos. Su entierro fue cualquier cosa menos kosher.
Encontrado por un grupo rebelde en una cloaca en Sirte, fue arrojado sobre el capot de una camioneta, golpeado, empalado con una bayoneta y -al grito de Allah uakbar– ejecutado a tiros. Su cuerpo fue arrastrado por las calles de Sirte y subido a una ambulancia con destino a Misarata. Esta ambulancia chocó y el cadáver fue traspasado a otra ambulancia, la que a su vez pinchó una cubierta, entonces Gadafi fue introducido en una camioneta Land Cruiser. Una vez en Misarata, el cuerpo magullado del Coronel fue cubierto con una sábana y colgado a modo de trofeo en el congelador de una carnicería al lado del cadáver de su hijo Moatassim. Tras la sórdida exhibición, fue enterrado en una tumba sin nombre en el desierto. Tres días después, el servicio africano de la BBC publicó su testamento: “Si me matasen, quisiera ser enterrado conforme a los rituales musulmanes, con las ropas que lleve puestas al momento de mi muerte, con mi cuerpo no lavado, en el cementerio de Sirte…”.