Compromiso

Compromiso

Por Julián Schvindlerman

  

Entrevista a el embajador de la República Federal de Alemania en Buenos Aires, Bernhard Graf von Waldersee – 02/15

Imprimir

Año 7. No. 53

Con una vasta trayectoria diplomática en Washington, Atenas, Lusaka, Ginebra, Brasilia y Montevideo, Bernhard Graf von Waldersee se desempeña como embajador de la República Federal de Alemania en Buenos Aires desde septiembre del 2012. Compromiso dialogó con él sobre el 50 aniversario de las relaciones diplomáticas entre Alemania e Israel, sobre la judería alemana y sobre el papel de Berlín en el Medio Oriente, entre otros asuntos.

Este año marca el 50° aniversario del establecimiento de las relaciones diplomáticas entre la República Federal de Alemania y el Estado de Israel. Su reflexión al respecto por favor.

El inicio de las relaciones diplomáticas entre Israel y la República Federal de Alemania 50 años atrás no fue sencillo, pero me alegro mucho que en la actualidad, el vínculo entre ambos países es estrecho y amistoso. Las extraordinarias relaciones entre Alemania e Israel son un pilar fundamental de la política exterior alemana.
El acercamiento entre Israel y Alemania es más que un proyecto elitista: jamás hubiera sido imaginable sin el amplio compromiso de numerosas personas en ambas sociedades, dispuestas a reconciliarse. En el presente año celebramos mucho más que un aniversario del inicio de relaciones diplomáticas. El aniversario es, ante todo, también una conmemoración que recuerda una historia única de reconciliación, amistad y cooperación. Tal como lo expresara nuestro Ministro de Relaciones Exteriores Frank-Walter Steinmeier: “Esta extraordinaria historia de éxito será el aspecto destacado del 2015; un puente que se extiende desde el pasado al futuro.”

Dentro de Israel, hubo sectores que se oponían a los lazos entre Berlín y Jerusalén al considerar que la diplomacia legitimaría una gran sombra histórica que pendía entre alemanes y judíos. ¿Cómo veía Alemania este asunto?

La Shoá dejó heridas profundas. Por eso también en Israel el inicio de las relaciones diplomáticas con Alemania estuvo precedido por una fase de fuertes debates políticos. En la memoria de cientos de miles de personas yacía profundamente el Holocausto y el dolor por los familiares asesinados por los alemanes. Pero David Ben Gurion, el primero en ser Primer Ministro de Israel dijo una vez: „Quien no cree en los milagros, no es realista“. En aquella oportunidad Ben Gurion junto con el primer Canciller Federal alemán Konrad Adenauer sentaron con cautela y previsión las bases para las relaciones, que más tarde fueron continuadas y profundizadas por estadistas como Shimon Peres y Johannes Rau. El compromiso de la actual Canciller Federal Angela Merkel con la existencia y la seguridad del Estado de Israel es bien conocido. El camino fue allanado de ambos lados en forma decisiva por las sociedades civiles: ellas reconstruyeron los puentes importantes entre las personas en ambos países, en particular en el ámbito de la Ciencia, la Cultura, el Deporte y con los Servicios de Voluntariado como, por ejemplo, Acción Servicio de Reconciliación para la Paz (“Aktion Sühnezeichen Friedensdienste“). Al cabo de cinco décadas de los difíciles comienzos, Alemania e Israel hoy son socios y amigos.

A diferencia de la así llamada República Democrática de Alemania, la Alemania Occidental asumió su responsabilidad histórica por los hechos del Nazismo durante la Segunda Guerra Mundial. ¿Cómo fue el proceso nacional que llevó a ello?

Los gobernantes en la República Democrática Alemana no asumieron la responsabilidad alemana por los crímenes de la Shoá, sino que consideraban que el nacionalsocialismo y la revisión del mismo era un tema exclusivamente para la Alemania Occidental. El régimen no reconoció al Estado de Israel y ejerció como política una especie de antisionismo estatal. En cambio, en la República Federal de Alemania hubo un proceso de análisis del terror del nacionalsocialismo, que no fue sencillo y además muy prolongado. En la década de 1950 fue grande la tentación de reprimir en primera instancia los horrores de la guerra y de la Shoá; la reconstrucción del país era para muchos lo prioritario. Sin embargo, el juicio contra Eichmann en 1961 fue un importante punto de inflexión: se despertaba en Alemania la conciencia pública del aniquilamiento organizado de los judíos europeos y se iniciaba un amplio debate sobre la responsabilidad personal y nacional. Hoy en día Alemania asume su responsabilidad histórica por los crímenes contra la humanidad en las horas más oscuras de su historia. La cultura de la memoria pasó a ser un elemento importante de nuestra identidad nacional. Nuestro Presidente Federal Joachim Gauck lo ha expresado este año en forma concisa y clara: “No existe identidad alemana sin Auschwitz”. En numerosos sitios de Alemania existen monumentos conmemorativos del asesinato de los judíos en Europa. Entre ellos, el Monumento a los judíos de Europa asesinados en el centro de Berlín, o bien, las placas conmemorativas (“Stolpersteine“) colocadas sobre el cordón de las veredas y que advierten sobre las deportaciones de conciudadanos judíos.

Cuéntenos un poco por favor acerca de las medidas que tomó el estado alemán para reparar su relación con el pueblo judío a partir de 1945 en adelante.

Un primer paso importante para el acercamiento entre Alemania y el Estado de Israel fue el Acuerdo de Luxemburgo de 1952 con Israel y la Jewish Claims Conference. La República Federal de Alemania asumió la culpa alemana y la responsabilidad por las consecuencias del genocidio y apoyó la inserción de refugiados judíos en Israel con 3000 millones de Marcos. Otros hitos en este proceso fueron el encuentro entre el Canciller Federal Adenauer y el Primer Ministro Ben Gurion en 1960, el cual allanó el camino para el inicio de las relaciones bilaterales en 1965 con la gestión del Canciller Federal Ludwig Erhard. Desde entonces, la República Federal de Alemania ha apoyado a Israel como un país amigo fiel. Alemania defiende el derecho a la existencia del Estado de Israel. Como miembro activo promueve en la UE los esfuerzos por la paz en el Cercano Oriente. En el marco de la ONU Alemania aboga por un tratamiento equitativo de las partes en conflicto en el Cercano Oriente. En la UE Alemania apoya la inclusión de Israel en el marco de la política de asociación. En foros internacionales Alemania combate todas las formas de antisemitismo, de racismo y de xenofobia. Al establecerse en 2008 las consultas intergubernamentales anuales entre ambos países, se inició un nuevo capítulo de las relaciones bilaterales. En febrero de 2014 los gabinetes de ambas naciones se reunieron ya por quinta vez. Las visitas recíprocas, que en los primeros años implicaban un gran simbolismo, devinieron en intercambios regulares entre socios de confianza.

Hoy Alemania tiene una comunidad judía vibrante, e incluso la capital se ha transformado en un imán para miles de artistas israelíes. ¿Es esto un símbolo de la nueva época?

Me complace y estoy muy agradecido porque después de la guerra muchos judíos han confiado nuevamente en la Alemania democrática y han revivido la vida judaica en Alemania. Ante todo, después de la reunificación de Alemania, la cifra de miembros de las comunidades judías en Alemania se ha incrementado en varios múltiplos: en 1990 el número ascendía a 29.000, mientras que desde el año 2003 hasta hoy, si no me equivoco, son más de 100.000, los que continúan la larga tradición de la vida judaica en Alemania. A ellos se suman numerosas personas, que se establecieron en Alemania como miembros de la religión judía, pero que no se han adherido a ninguna comunidad, procedentes, entre otros, de la ex-Unión Soviética.
En Berlín, la nueva antigua capital, se han hecho evidentes las grandes tradiciones del judaísmo alemán. Pero también en muchas otras partes del país, hemos tenido la fortuna de que haya resurgido una comunidad judía.
Además, hay una nueva tendencia en la capital: Berlín se ha convertido en una metrópolis atractiva para artistas y creativos de todo el mundo, entre ellos también miles de israelíes jóvenes que arribaron en los últimos años y ahora enriquecen la vida cultural de la ciudad. Por ejemplo, recientemente se inició en Berlín la publicación de una nueva revista de actualidad en hebreo.

Desafortunadamente, el antisemitismo aún pervive en el país. Se cristaliza cada tanto en grupos neonazis, en sectores de la comunidad islámica y en cierta izquierda antisionista. ¿Cómo lidia el gobierno con ello?

Lamentablemente también en Alemania a veces se amenaza o se agravia a las personas, cuando se dan a conocer como judías, o bien, cuando toman partido por el Estado de Israel. Esto es inadmisible y me apena mucho. A la gran manifestación en Berlín contra el antisemitismo, convocada por la máxima organización judía en Alemania (Consejo Central de los Judíos en Alemania) el 14 de septiembre de 2014 asistió la Canciller Federal y dijo claramente: “La vida judaica es parte de Alemania, es parte de nuestra identidad y de nuestra cultura. Entre nosotros no debe existir espacio para la discriminación y la exclusión. Quien discrimina y excluye tiene en su contra a la mayoría de las personas en Alemania. La lucha contra el antisemitismo es nuestra obligación estatal y cívica”.
Este pensamiento está ampliamente difundido en la población alemana. Una gran mayoría de los alemanes combate la discriminación y el antisemitismo y defiende la tolerancia y la apertura al mundo. El Gobierno Federal la apoya con todos los recursos a su alcance. Deseamos que los judíos en Alemania se sientan seguros y que perciban que este país también es su hogar, en el cual, al igual que todas las personas que viven allí, tienen un buen futuro.

Pégida ha captado la atención del mundo entero. Su mirada al respecto por favor.

Pegida no es representativa de Alemania.

En la actualidad, Alemania e Israel tienen plenas y fructíferas relaciones diplomáticas, económicas, militares y culturales. ¿Cómo ve el futuro de la relación bilateral?

Las relaciones políticas han alcanzado una calidad muy especial: desde el año 2008 se llevan a cabo una vez por año consultas intergubernamentales con Israel, en las cuales ambos gabinetes se reúnen y analizan en profundidad la cooperación bilateral. Pero además de las relaciones políticas existen diversos vínculos económicos, culturales y de la sociedad civil de ambos países. Por ejemplo, existe un intensivo intercambio juvenil y a la fecha se registran más de cien hermanamientos entre ciudades alemanas e israelíes. Recientemente se ha sumado una cooperación consular: en aquellos Estados, en los cuales Israel no cuenta con una representación diplomática o consular, los ciudadanos israelíes en situación de emergencia pueden recurrir a la representación alemana, la cual les brindará asistencia consular. Estos ejemplos demuestran la diversa y estrecha cooperación actual; estoy convencido de que aún existe gran potencial para continuar desarrollando y construir juntos el futuro.

Más abarcadoramente. ¿Qué nos puede decir del papel de Alemania en el más grande Medio Oriente?

Alemania impulsa una política exterior activa. Los esfuerzos por la paz en el Cercano Oriente son desde hace décadas un tema central de la política exterior alemana asumiendo la responsabilidad por la seguridad de Israel. Al conflicto palestino-israelí se sumaron en los últimos años nuevos desafíos, entre otros el programa nuclear iraní, la guerra civil en Siria y las bruscas transformaciones en África del Norte.
Estos acontecimientos dramáticos en la región demuestran que la seguridad duradera y permanente de Israel sólo podrá lograrse en el marco de una paz estable con los vecinos árabes. El camino hacia la paz sólo podrá construirse a través de negociaciones, al final de las cuales deberán existir dos Estados para dos pueblos. El camino hacia allí es escabroso y complicado, pero Alemania acompañará a ambas partes como un socio confiable.
También en sus esfuerzos por resolver el conflicto relacionado con el programa nuclear iraní, Alemania ha asumido la responsabilidad por la seguridad del Estado de Israel. Junto con nuestros socios hemos negociado durante mucho tiempo con Irán, y espero que el preacuerdo que se logró en abril en Lausanne sea la base para un pacto durable que excluya en forma clara y permanente la vía de Irán para acceder a la bomba atómica.