Tema: Terrorismo en NY, el caso Salman Rushdie
Programa: Poder & Dinero
Conducen: Sergio Berensztein, Fabián Calle y Santiago Montoya
Video (de 9h 40m a 9h 52m):
Tema: Terrorismo en NY, el caso Salman Rushdie
Programa: Poder & Dinero
Conducen: Sergio Berensztein, Fabián Calle y Santiago Montoya
Video (de 9h 40m a 9h 52m):
Por Julián Schvindlerman
  Por Julián Schvindlerman
Infobae – 19/8/2022
https://www.infobae.com/opinion/2022/08/19/salman-rushdie-y-una-fatua-de-larga-duracion/
En enero de 1989, durante la festividad que marca el martirio de la hija del profeta Mahoma, la radio estatal iraní pidió a personas al azar que nombraran el modelo definitivo a seguir para las mujeres iraníes. Todas mencionaron a Fátima, obviamente. Salvo una mujer que señaló como su modelo a Oshin, un personaje de una popular serie japonesa. Así describió lo que ocurrió después Ali Deilami, un periodista iraní que trabajó para la Agencia de Noticias de Estudiantes Iraníes y ahora vive en Milán, en The Times of Israel:
“El ayatolá Khomeini consideró insultante la entrevista y exigió que el jefe de la Radiodifusión de la República Islámica de Irán despidiera y castigara a los responsables de transmitirla. Khomeini escribió que si el insulto había sido intencional, el blasfemo sería sentenciado a muerte. (Cuatro empleados de la radio fueron sentenciados a cuatro años de cárcel y 40 latigazos, luego fueron indultados)”.
Un mes más tarde, Ruhollah Khomeini emitía su fatua contra Salman Rushdie e Irán ofrecía una recompensa de casi 3 millones de dólares por su cabeza. En una reciente nota en Clarín, el español Juan Cruz citó al editor de Los versos satánicos, Peter Mayer, en una anotación reveladora: “… cuando el Ayatolá lanzó la fatua, yo sabía que no había leído el libro, porque no leía inglés y el libro no se había traducido”. El punto lo confirmó Robin Wright en The New Yorker: “El ayatolá Ruhollah Khomeini nunca leyó el libro de Salman Rushdie Los versos satánicos, me dijo su hijo Ahmed en Teherán, a principios de los años noventa”.
Treinta y tres años después, el autor indio subió a un escenario en un evento en el estado de Nueva York para hablar a favor de los escritores que viven bajo la amenaza de persecución en el mundo. Fue arteramente apuñalado múltiples veces ante una audiencia azorada por Hadi Matar, un joven estadounidense de ascendencia libanesa-musulmana y simpatizante del extremismo chiíta, quien llamativamente se declaró inocente de todo cargo. Sobre Los versos satánicos admitió: “He leído un par de páginas. No he leído la cosa entera de punta a punta”.
El analista norteamericano Jonathan Schanzer recordó en una nota en The Hill el pronunciamiento letal del líder supremo iraní en radio Teherán entonces:
“Me gustaría informar a todos los intrépidos musulmanes del mundo que el autor del libro Los versos satánicos, que ha sido compilado, impreso y publicado en oposición al islam, el Profeta y el Corán, y aquellos editores que estaban al tanto de su contenido, están condenados a muerte. Hago un llamamiento a todos los musulmanes devotos para que los ejecuten rápidamente, donde los encuentren”.
Unos días después, Rushdie emitió una declaración:
“Como autor de Los versos satánicos, reconozco que los musulmanes en muchas partes del mundo están genuinamente angustiados por la publicación de mi novela. Lamento profundamente la angustia que esa publicación ha ocasionado a los seguidores sinceros del islam. Viviendo como lo hacemos en un mundo de muchas religiones, esta experiencia ha servido para recordarnos que todos debemos ser conscientes de las sensibilidades de los demás”.
Inmutable, Khomeini repitió su edicto al día siguiente.
Se produjeron manifestaciones violentas, amenazas de bomba y enfrentamientos desde India hasta Alemania. Musulmanes en Bélgica fueron asesinados a tiros después de hablar en contra de la fatua en la televisión. Librerías fueron bombardeadas en Inglaterra, Noruega, Australia y Estados Unidos. En agosto de aquel año, Schanzer recuerda, un seguidor de la ideología de Khomeini se inmoló accidentalmente en su habitación de hotel en Londres. El grupo terrorista chiíta Hezbolá lo consideró “el primer mártir… que murió mientras se preparaba para atacar al apóstata Salman Rushdie”. Posteriormente, el traductor japonés de Los versos satánicos fue asesinado y los traductores noruego e italiano fueron agredidos y resultaron heridos. Alrededor de medio centenar de personas murieron en acontecimientos violentos desde la fatua iraní.
Si bien Khomeini murió el 3 de junio de 1989, a pocos meses de la emisión de su edicto homicida, su fatua obligó a Rushdie a esconderse durante décadas. Este fue un evento serio. Como señaló Schanzer: “una cosa era que este régimen represivo reprimiera la libertad de expresión de sus propios ciudadanos. Otra muy distinta era tratar de restringir la libre expresión de los intelectuales más allá de sus fronteras”. En 1998, el presidente reformista de Irán, Mohammad Khatami, pareció levantar la vendetta y dijo a los periodistas en una reunión de las Naciones Unidas en Nueva York que la amenaza contra Rushdie había “terminado por completo”. Pero el sucesor de Khomeini como líder supremo, el ayatolá Ali Khamenei, dijo en 2005 que la fatua seguía siendo válida y la reafirmó en 2017: “El decreto es como lo emitió el Imán Khomeini”.
El reciente ataque a Rushdie se produjo menos de una semana después de que apareciera un artículo sobre él en el sitio oficial de noticias Iran Online, calificando la fatua en su contra como “un veredicto inolvidable para los musulmanes del mundo” y arengando que “después de 33 años, Salman Rushdie vive con la pesadilla de la muerte que nunca lo abandonará”, según informó The Wall Street Journal. En Irán festejaron el apuñalamiento. El diario ultraconservador Kayhan, cuyos responsables son directamente nombrados por el actual líder supremo del país, ha declarado a Matar como un “hombre valiente y consciente de su deber” y lo aplaudió por atacar “al apóstata y depravado Salman Rushdie”. Agregó el diario: “Besemos las manos de quien desgarró el cuello del enemigo de Alá con un cuchillo”. Khorasan, otro periódico conservador, tituló en primera plana “Satanás en el camino al infierno”, junto a una imagen de Rushdie trasladado en una camilla. El asesor del equipo de negociadores sobre el acuerdo nuclear iraní, Mohamed Marandi dijo: “No voy a llorar por un escritor que escupe un odio y un desprecio interminable por los musulmanes y el islam”. Nasser Kanaani, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Irán, culpó al escritor indio por su suerte: “Al ofender la santidad islámica y cruzar la línea roja para más de 1.500 millones de musulmanes, se expuso a la ira y la furia pública”.
Asimismo, la agresión contra Rushdie ocurrió tras la revelación de que un miembro de la Guardia Revolucionaria de Irán llamado Shahram Poursafi complotó para asesinar al ex asesor de Seguridad Nacional John Bolton, en tanto trascendió también que Irán puso en la mira al ex Secretario de Estado Mike Pompeo y al ex Secretario de Defensa Mark Esper. Además, el FBI frustró un atentado contra la disidente iraní residente en Estados Unidos, Masih Alinejad, pocos días antes del apuñalamiento al escritor indio.
En octubre de 1978, el filósofo francés Michel Foucault visitaba a Khomeini en Neauphle-le-Château, cerca de París, donde estaba exiliado en ese momento, para aplaudir su revolución fundamentalista en curso en Irán. Hoy, el presidente estadounidense Joe Biden y sus pares europeos siguen decididos a alcanzar un acuerdo nuclear con el mismo régimen clerical. La teocracia iraní no cambió. La fe idealista (Foucault) y la fe política (Biden et al) que grandes personalidades continúan poniendo en ella, tampoco. El agnosticismo de Salman Rushdie es más necesario que nunca.
Escritor. Profesor titular de la carrera de relaciones internacionales en la Universidad de Palermo.
Por Julián Schvindlerman
  Por Julián Schvindlerman
Comunidades – Agosto 2022
La Meca es la ciudad más sagrada para los musulmanes. Allí nació el profeta musulmán Mahoma y alberga numerosos lugares sagrados, incluida la Kaaba, el lugar al que los musulmanes se orientan para rezar. Es además el lugar del hajj, o peregrinaje, que todos los musulmanes en buen estado de salud deben realizar al menos una vez durante su vida.
Según la ley saudita actual, los no musulmanes tienen prohibido visitar la ciudad santa. En el marco del reciente viaje del presidente Joe Biden a Arabia Saudita, las autoridades permitieron a solamente tres miembros de la prensa israelí ingresar al país árabe para cubrir el viaje el pasado mes de julio. ¿Y qué hizo uno de ellos? Por supuesto, tuvo la jutzpá de entrar a La Meca. El Canal 13 lo presentó como una primicia: su enviado especial fue el primer reportero israelí judío en documentar la peregrinación musulmana anual del hajj. Sus editores han de creer que los israelíes deberían postrarse ante él y sacarse sus sombreros. Pero no escasean las imágenes del lugar: es filmado las 24 horas y puede verse vía google.
En un video de aproximadamente diez minutos, Gil Tamary del Canal 13 de la televisión israelí, se mostró visitando el Monte Arafat, donde los peregrinos musulmanes se reúnen cada año para orar durante el momento más intenso de la peregrinación del hajj. Según informó The Times of Israel, él sabía que lo que estaba haciendo estaba prohibido, pero alegó que quería mostrar “un lugar que es tan importante para nuestros hermanos y hermanas musulmanes”. El informe mostraba a Tamary siendo conducido a la ciudad por un lugareño que accedió a colarlo en La Meca. Se filmó escalando el monte Arafat antes de irse rápidamente al notar que llamó la atención de varios guardias en el lugar sagrado.
Un día después de la emisión del informe, tanto el Canal 13 como Tamary debieron disculparse públicamente por el segmento ofensivo, pero lo defendieron al presentarlo como un logro periodístico relevante. Gil Tamary tuiteó: “Me gustaría enfatizar que la visita a La Meca no tenía la intención de ofender a los musulmanes ni a nadie más. Si alguien resultó perjudicado por la nota, pido disculpas profundamente. El objetivo era mostrar la importancia de La Meca y su belleza”. El Canal 13 agregó: “Desde nuestro punto de vista, conocer y reconocer de primera mano un lugar importante solo contribuye a incrementar la tolerancia religiosa y discursiva a partir del aprendizaje y reconocimiento de las creencias del otro”.
Pero estas disculpas y justificaciones no lograron calmar a usuarios árabes de las redes sociales. “Muchos usuarios criticaron al reportero israelí por ´abusar de la hospitalidad y la apertura saudíes´ y ´avivar las tensiones religiosas´” informó The Arab Weekly. Un medio de prensa turco reportó que el hashtag titulado “Un judío en la mezquita sagrada” fue tendencia en Twitter. Un usuario instó a las autoridades saudíes a no “dañar a la nación islámica… permitiendo que los judíos profanen la ciudad del Mensajero de Dios”. Incluso un bloguero saudí conocido por su afición a Israel, Muhammad Saúd, tuiteó: “Vergüenza y desgracia Canal 13, avergüénzate de herir a la religión islámica, eres grosero”. Al Jazeera informó que “los medios saudíes, estrictamente controlados por el gobierno, no cubrieron la noticia. No estaba claro si las autoridades habían aprobado el viaje a La Meca del periodista”.
Dada la indignación musulmana generalizada, es dable asumir que la visita de Tamary podría haber complicado los esfuerzos de normalización. La comentarista israelí Caroline Glick opinó que “Gil Tamary infligió un daño innecesario pero tremendo a las relaciones de Israel con los saudíes. Una recompensa estúpida que arrojó una piedra a un aljibe”. Yoav Limor, otro periodista israelí que visitó recientemente el reino, declaró: “Hay cosas que deben decirse: lo que hizo Gil Tamary es una vergüenza para el periodismo”. Una de las pocas reacciones oficiales la ofreció el responsable de la cartera de cooperación regional, Esawi Frej, el segundo ministro musulmán en la historia de Israel, quién calificó el informe televisivo de “estúpido” y agregó: “Este es un lugar sagrado para los musulmanes. ¿Cuál era el punto? Si quieres un informe de allí, ¡envía a un periodista musulmán!… El daño de esto será significativo”.
Un ciudadano saudí identificado como quien ayudó al periodista israelí a ingresar a La Meca fue arrestado y será procesado, dijo al poco tiempo la policía de La Meca. Los medios oficiales saudíes también indicaron que se instituirían “procedimientos” contra Tamary.
Claramente, un caso de jutzpá israelí que salió mal.
Por Julián Schvindlerman
  Por Julián Schvindlerman
Libertad Digital (España) – 29/7/2022
https://www.libertaddigital.com/opinion/julian-schvindlerman/un-israeli-suelto-en-la-meca-6920151/
La Meca es la ciudad más sagrada para los musulmanes. Allí nació el profeta musulmán Mahoma y alberga numerosos lugares sagrados, incluida la Kaaba, el lugar al que los musulmanes se orientan para rezar. Es además el lugar del hajj, o peregrinaje, que todos los musulmanes en buen estado de salud deben realizar al menos una vez durante su vida.
Según la ley saudita actual, los no musulmanes tienen prohibido visitar la ciudad santa. En el marco del reciente viaje del presidente Joe Biden a Arabia Saudita, las autoridades permitieron a solamente tres miembros de la prensa israelí ingresar al país árabe para cubrir el viaje el pasado mes de julio. ¿Y qué hizo uno de ellos? Por supuesto, tuvo la jutzpá de entrar a La Meca. El Canal 13 lo presentó como una primicia: su enviado especial fue el primer reportero israelí judío en documentar la peregrinación musulmana anual del hajj. Sus editores han de creer que los israelíes deberían postrarse ante él y sacarse sus sombreros. Pero no escasean las imágenes del lugar: es filmado las 24 horas y puede verse vía google.
En un video de aproximadamente diez minutos, Gil Tamary del Canal 13 de la televisión israelí, se mostró visitando el Monte Arafat, donde los peregrinos musulmanes se reúnen cada año para orar durante el momento más intenso de la peregrinación del hajj. Según informó The Times of Israel, él sabía que lo que estaba haciendo estaba prohibido, pero alegó que quería mostrar “un lugar que es tan importante para nuestros hermanos y hermanas musulmanes”. El informe mostraba a Tamary siendo conducido a la ciudad por un lugareño que accedió a colarlo en La Meca. Se filmó escalando el monte Arafat antes de irse rápidamente al notar que llamó la atención de varios guardias en el lugar sagrado.
Un día después de la emisión del informe, tanto el Canal 13 como Tamary debieron disculparse públicamente por el segmento ofensivo, pero lo defendieron al presentarlo como un logro periodístico relevante. Gil Tamary tuiteó: “Me gustaría enfatizar que la visita a La Meca no tenía la intención de ofender a los musulmanes ni a nadie más. Si alguien resultó perjudicado por la nota, pido disculpas profundamente. El objetivo era mostrar la importancia de La Meca y su belleza”. El Canal 13 agregó: “Desde nuestro punto de vista, conocer y reconocer de primera mano un lugar importante solo contribuye a incrementar la tolerancia religiosa y discursiva a partir del aprendizaje y reconocimiento de las creencias del otro”.
Pero estas disculpas y justificaciones no lograron calmar a usuarios árabes de las redes sociales. “Muchos usuarios criticaron al reportero israelí por ´abusar de la hospitalidad y la apertura saudíes´ y ´avivar las tensiones religiosas´” informó The Arab Weekly. Un medio de prensa turco reportó que el hashtag titulado “Un judío en la mezquita sagrada” fue tendencia en Twitter. Un usuario instó a las autoridades saudíes a no “dañar a la nación islámica… permitiendo que los judíos profanen la ciudad del Mensajero de Dios”. Incluso un bloguero saudí conocido por su afición a Israel, Muhammad Saúd, tuiteó: “Vergüenza y desgracia Canal 13, avergüénzate de herir a la religión islámica, eres grosero”. Al Jazeera informó que “los medios saudíes, estrictamente controlados por el gobierno, no cubrieron la noticia. No estaba claro si las autoridades habían aprobado el viaje a La Meca del periodista”.
Dada la indignación musulmana generalizada, es dable asumir que la visita de Tamary podría haber complicado los esfuerzos de normalización. La comentarista israelí Caroline Glick opinó que “Gil Tamary infligió un daño innecesario pero tremendo a las relaciones de Israel con los saudíes. Una recompensa estúpida que arrojó una piedra a un aljibe”. Yoav Limor, otro periodista israelí que visitó recientemente el reino, declaró: “Hay cosas que deben decirse: lo que hizo Gil Tamary es una vergüenza para el periodismo”. Una de las pocas reacciones oficiales la ofreció el responsable de la cartera de cooperación regional, Esawi Frej, el segundo ministro musulmán en la historia de Israel, quién calificó el informe televisivo de “estúpido” y agregó: “Este es un lugar sagrado para los musulmanes. ¿Cuál era el punto? Si quieres un informe de allí, ¡envía a un periodista musulmán!… El daño de esto será significativo”.
Un ciudadano saudí identificado como quien ayudó al periodista israelí a ingresar a La Meca fue arrestado y será procesado, dijo al poco tiempo la policía de La Meca. Los medios oficiales saudíes también indicaron que se instituirían “procedimientos” contra Tamary.
Claramente, un caso de jutzpá israelí que salió mal.
Tema: Qué dejó el viaje de Biden a Medio Oriente
Programa: Poder & Dinero
Conducen: Sergio Berensztein, Fabián Calle y Santiago Montoya
Por Julián Schvindlerman
  Por Julián Schvindlerman
Infobae – 18/7/2022
https://www.infobae.com/opinion/2022/07/18/el-tour-de-joe-biden-por-el-medio-oriente/
En lo que concierne al Medio Oriente al menos, le tomó 18 meses al internacionalismo progresista de la Administración Biden darse de bruces con la realidad de la cruda geopolítica contemporánea. Aunque tarde, este baño de realismo político merece ser bienvenido.
Este viaje del presidente Joe Biden a la región está fuertemente guiado por dos vectores principales: a) recomponer los lazos con los países del Golfo dada su relevancia como exportadores de petróleo en un contexto inflacionario que tiene al precio del combustible en Estados Unidos como referencia insoslayable, y b) mostrar algún logro en materia de política exterior hacia el Medio Oriente (más allá de la lucha efectiva contra ISIS) tras la salida caótica de Afganistán y la no concreción de un nuevo pacto nuclear con Irán. Ambos objetivos -por demás esenciales de cara a las elecciones de medio término el próximo noviembre- encuentran su punto de intersección en Arabia Saudita.
Durante su campaña, y luego durante su presidencia, Joe Biden hizo lo posible por degradar el vínculo histórico entre Washington y Ryhad. Tachó a aquella nación de ser un “paria global”. Condenó públicamente la conducta bélica de Arabia Saudita en Yemen y frenó el envió de cierto tipo de armamento. Removió a la milicia Houti, proxy de Irán, del listado de agrupaciones terroristas de EE.UU. Publicó un informe de la inteligencia nacional que atribuía responsabilidad directa al príncipe Mohammad bin Salman en la ejecución del periodista disidente Jamal Khashoggi en Turquía, y emitió restricción de visas a 76 oficiales saudíes. Intentó negociar con Teherán la reactivación del JCPOA, visto con mucho escepticismo por la Casa de Saúd. Y repudió a los combustibles fósiles a favor de energías renovables, lo que ubicó a Arabia Saudita del lado equivocado de su agenda de cambio climático. Indudablemente, esta Casa Blanca buscó resetear negativamente sus lazos con Ryhad.
Luego intervino la realidad. La intransigencia de Irán en la mesa de negociaciones por el tema nuclear y la persistente aceleración de su programa nuclear en su posible dimensión militar, forzaron a la Administración Biden a recalcular. La creciente inflación pospandemia se disparó tras la invasión rusa de Ucrania, lo cual presionó la agenda doméstica de la Administración Demócrata. Un intento patético de seducir a Venezuela para obtener su petróleo no llegó a ningún lado. El acercamiento ostensible de Arabia Saudita a China y Rusia -y la presunta negativa de la monarquía a atender los llamados telefónicos del presiente Biden en los primeros momentos de la guerra- hicieron sonar las alarmas en todos los tableros de la Casa Blanca. En una reciente nota de opinión publicada en The Washington Post, en vísperas de su viaje, el presidente norteamericano trató de decorar su política anti-Ryad: “Desde un principio, mi objetivo fue reorientar -pero no romper- las relaciones con un país que ha sido un socio estratégico durante 80 años”.
Tanto en Oriente como en Occidente, observadores advirtieron que la política de Washington estaba errada. El autor emiratí Abdul Jaleq Abdulá dijo que los estadounidenses “aún no se han reconciliado con el hecho de que este Golfo Árabe es diferente del Golfo del siglo XX”, en tanto que el experto estadounidense en asuntos del Medio Oriente Robert satloff instaba al presidente Biden a que felicitara a Mohammad bin Salman “por los pasos vitales pero aún incompletos que ha dado para arrastrar al reino del siglo VII al XXI”. Efectivamente, el nuevo príncipe impulsó cambios importantes relativos a la no promoción global del fundamentalismo, en contraste a una política dañina de antaño; propició un viraje de su país hacia la independencia en una futura era pospetrolera; flexibilizó algunas leyes restrictivas que pesaban sobre las mujeres; y fomentó un impresionante acercamiento (mayormente encubierto y gradual) con el estado de Israel.
La ejecución en masa de 81 personas el último mes de marzo, las cuales habían sido condenadas según Amnistía Internacional por delitos que iban del terrorismo al asesinato, del robo a mano armada al contrabando de armas, e incluso por cargos tales como “perturbar el tejido social y la cohesión nacional” y “participar e incitar a sentadas y protestas”, dan cuenta de lo mucho que todavía falta por hacer en materia de derechos humanos en el reino. Si algo, ello acentúa la necesidad de estimular a la monarquía a adoptar mayores reformas, lo cual requiere una relación cercana entre Washington y Ryhad.
Para EE.UU., este es un tour de control de daños. Para la monarquía saudita, marca una oportunidad de reconectar positivamente con su principal socio mundial. En pocos días sabremos si ambas partes han logrado sacar el mejor provecho a este delicado rendez-vous.
Por Julián Schvindlerman
  Por Julián Schvindlerman
Perfil (sección El Observador) – 10/7/2022
En junio de 2010, la académica Karina Korostelina publicó un ensayo profético en el journal Communist and Post-Communist Studies, titulado “La guerra de los textos escolares: educación histórica en Rusia y Ucrania”. La autora notó que los gobiernos de Kiev y Moscú empleaban la educación escolar pública para definir sus identidades nacionales y presentar a la otra nación como su enemigo. “La educación de la historia en Ucrania muestra a Rusia como un enemigo agresivo y opresor y enfatiza la idea de la propia victimización como un centro de su identidad nacional. La educación de la historia en la Federación Rusa condena el nacionalismo ucraniano y proclama la comunalidad y unidad de la historia y la cultura con el dominio ruso sobre ´la hermana joven, Ucrania´”. Su estudio de los textos escolares en la enseñanza pública de ambos países la llevó a concluir que tal exploración “puede brindar una advertencia temprana de problemas potenciales en creación entre ambos estados”.
Estos “problemas potenciales” se cristalizarían doce años después con la furiosa invasión rusa de Ucrania, y las narrativas de opresión y victimización que se venían gestando por largo tiempo en uno y otro campo, explotaron en un hervidero de apropiaciones, recriminaciones y equiparaciones históricas infundadas. Prontamente, los términos “genocidio” y “Holocausto” se instalaron de manera central en una guerra retórica impiadosa que se desarrolló en paralelo a la guerra brutal en el terreno. No habían pasado tres días desde el inicio de las confrontaciones que el Museo del Holocausto de Israel (Yad Vashem) debió emitir un comunicado de protesta por el uso y abuso del Holocausto en las narrativas competidoras: “El discurso propagandístico que acompaña a las hostilidades actuales está saturado de declaraciones irresponsables y comparaciones completamente inexactas con la ideología y las acciones nazis antes y durante el Holocausto. Yad Vashem condena esta banalización y distorsión de los hechos históricos del Holocausto”.
Holocausto. Esto comenzó con el propio presidente ruso Vladimir Putin, quién alegó que por medio de su “operación especial” él buscaba “desnazificar” a la sociedad ucraniana. Esta afirmación fue vista como descabellada a la luz de la identidad judía del presidente ucraniano Volodimir Zelenesky, quien además perdió parientes a manos de los nazis. El ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergey Lavrov, intentó derribar ese argumento defensivo por medio de una aseveración más exótica todavía: “Hitler tenía sangre judía” dijo a la televisión italiana. “¿Y qué si Zelenskyy es judío? El hecho no niega los elementos nazis en Ucrania. Creo que Hitler también tenía sangre judía”, acotó. Por supuesto que no ofreció ninguna evidencia respaldatoria. El entonces ministro de Relaciones Exteriores, hoy primer ministro, de Israel, Yair Lapid, calificó su declaración como “imperdonable y escandalosa”.
El presidente Zelensky también se apropió de la historia de la Segunda Guerra Mundial para repudiar a Rusia. Ello se vio con claridad durante su discurso ante el parlamento israelí a mediados de marzo. Recordó que un 24 de febrero de 1920 se fundó el Partido Nacional Socialista de los Trabajadores de Alemania (NSDAP) y que “102 años después, el 24 de febrero, se emitió una orden criminal para lanzar una invasión rusa a gran escala de Ucrania”. Asimismo, aseguró que Putin quería aplicar una “Solución Final” a la “cuestión de Ucrania” y que así se expresaba la propaganda rusa. Y remarcó la analogía con estas palabras:
“No necesito convencerlos de lo entrelazadas que están nuestras historias. Historias de ucranianos y judíos. En el pasado, y ahora, en este tiempo terrible. Estamos en diferentes países y en condiciones completamente diferentes. Pero la amenaza es la misma, tanto para nosotros como para ustedes: la destrucción total del pueblo, el estado, la cultura. E incluso de los nombres: Ucrania, Israel. Por eso tengo derecho a este paralelo y a esta comparación. Nuestra historia y vuestra historia. Nuestra guerra por nuestra supervivencia y la Segunda Guerra Mundial”.
Su mensaje no fue del todo persuasivo. “Debería haber reescrito su discurso, en lugar de intentar reescribir la historia” lamentó la columnista Liat Collins del Jerusalem Post.
Genocidio. No menos controversia causó la aplicación del concepto de genocidio a la contienda. Zelensky lo planteó de esta forma: “Esta invasión rusa de Ucrania no es solo una operación militar, como afirma Moscú. Esta es una guerra a gran escala y traicionera cuyo objetivo es destruir a nuestro pueblo. Destruyendo a nuestros hijos, a nuestras familias. Nuestro estado. Nuestras ciudades. Nuestras comunidades. Nuestra cultura. Y todo lo que hace a los ucranianos, ucranianos”.
La invocación implícita al genocidio dividió aguas entre los especialistas. Jeffrey Veidlinger, investigador de la historia del Holocausto en Ucrania en la Universidad de Michigan, observó en un ensayo para Jewish Telegraphic Agency:
“La guerra es horrible, y el aparente ataque deliberado de Rusia a los civiles es abominable. Pero como la mayoría de las guerras, esta guerra se libra por el control político de un territorio y la soberanía de un pueblo; a diferencia del Holocausto, no es un intento de asesinar a todos los miembros de un grupo étnico, racial o nacional […] Zelensky podría, en teoría, entregar el poder del gobierno a un títere designado por Rusia y permitir que su pueblo viva como una minoría ucraniana dentro de un estado ruso opresivo. No es una buena elección, pero es una elección. Los nazis no ofrecieron tal opción a los judíos de Europa. No había elección que condujera a la supervivencia física, ninguna oferta de rendición”.
En contraste, Alexander Motyl, profesor de ciencia política de la Universidad Rutgers, opinó que las acciones rusas en Ucrania efectivamente constituyen un genocidio. En un artículo publicado en Tablet, señaló:
“¿El régimen ruso tiene la intención de destruir a los ucranianos como ucranianos? […] La respuesta es sí: la intención está ahí y la política existe. Para empezar, los bombardeos rusos y la matanza de civiles ucranianos son claramente intencionales y no el mero subproducto de maniobras militares. También lo es la limpieza étnica: las deportaciones forzadas de 1.3 millones de ucranianos, incluidos 223.000 niños, al interior de Rusia. Tampoco existe una justificación militar para la devastación total de Mariupol y Kharkiv. Ambas ciudades y muchos otros asentamientos han sido destruidos porque estaban habitados por ucranianos”.
El artículo II de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de 1948 sostiene:
“En la presente Convención, se entiende por genocidio cualquiera de los siguientes actos cometidos con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal:
a. Matar a miembros del grupo;
b. Causar daño físico o mental grave a los miembros del grupo;
c. Someter deliberadamente al grupo a condiciones de vida calculadas para provocar su destrucción física total o parcial;
d. Imponer medidas destinadas a impedir nacimientos dentro del grupo;
e. Transferir por la fuerza a niños del grupo a otro grupo”.
Motyl considera que el régimen ruso está intentando destruir al pueblo ucraniano por medio de las acciones identificadas en a, b, c y e. Dejaremos la adjudicación de este contencioso a los expertos.
Conclusión. Resulta claro que la devastación de Ucrania ha sido enorme. Rusia ya controla la quinta parte de su territorio. La invasión ocasionó casi siete millones de refugiados y ocho millones de desplazados internos. Hubo reportes de prensa sobre torturas, violaciones, ejecuciones sumarias y deportaciones de civiles y combatientes ucranianos a manos de los rusos. La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos verificó un total de 4169 muertes de civiles (268 niños) al 1 de junio de 2022. Michael Walzer, profesor emérito en la Universidad de Princeton y autor del célebre libro Guerras justas e injustas, dijo que “la invasión de Ucrania por parte de Rusia es ilegal según el derecho internacional. Y es injusta según todas las versiones de la teoría de la guerra justa”.
La dimensión catastrófica de esta guerra electiva de Rusia contra Ucrania es clara, como lo es la naturaleza ilegal e injustificada de la misma. No necesita adquirir mayor dramatismo mediante equiparaciones históricas inadecuadas.
Profesor titular en la carrera de relaciones internacionales de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Palermo.
Por Julián Schvindlerman
  By Julian Schvindlerman
The Times of Israel – 17/6/2022
https://blogs.timesofisrael.com/an-irgc-plane-lands-in-buenos-aires/
On June 6, a plane with 19 crew members (14 Venezuelans and 5 Iranians) landed at Buenos Aires international airport with an alleged load of Mexican auto parts for Volkswagen. The plane had been operated by Mahan Air -an Iranian company sanctioned by the US Treasury Department- until last February, when it was sold to the Venezuelan company Emtrasur, part of the Conviasa conglomerate, also under US sanctions. According to press reports, the aircraft is insured by the Iranian company Razi Insurance Co.
Mahan Air’s reputation is well known in the aviation market. Recently, Fred Shaheen, Boeing’s former senior global trade adviser, wrote in The Wall Street Journal that “some major Iranian airlines like Mahan… directly supported IRGC activities.” As reconstructed by the Argentine daily Infobae from data taken from FlightRadar24, from February 11 to June 6, this plane landed in Venezuela, Paraguay, Mexico, Myanmar, Pakistan, Iran, Nigeria and Russia (even after the invasion of Ukraine), among other countries. The passing of hands between two anti-American allied nations is likely a ploy to circumvent sanctions. However, international spy agencies alerted Argentine authorities about this observed aircraft.
At least some of the Iranians on board appear to be related to the Al-Quds Force, the global arm of the Iranian Revolutionary Guard Corps (IRGC). In all likelihood, all of them are soldiers or agents of the ayatollah regime. Special attention was paid to the pilot, Gholamreza Ghasemi Abbas, whose name coincides with that of a former member of the IRGC and is a member of the board of directors of Qeshm Fars Air, an airline used in the past by Iran to transport weapons to Syria. Also striking was the presence on the plane of Venezuelan military officer Cornelio Trujillo Candor, a historical loyalist of the late former president Hugo Chávez, a key sponsor of the strategic ties between Caracas and the Islamic Republic of Iran. Top articles on The Times of IsraelRead More
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On June 8, the Argentine authorities granted permission for the flight to take off to Venezuela, with a technical stopover in neighboring Uruguay, but this country denied it entry due to global alerts, so the plane returned to Buenos Aires to refuel. But neither Britain’s Shell nor Argentina’s YPF agreed to a fuel supply given the global sanctions on Iran. Based on legal presentations and requests made by the opposition and the entity that represents the country’s Jewish community, the Argentine justice system prohibited the departure of the flight and withheld the passports of the entire crew. That was on June 10. By this time, the status of the mystery plane had taken on great public interest.
Argentine government officials sought to downplay the incident. The newly-appointed head of the espionage agency and former defense minister Agustín Rossi told the pro-government channel C5N that the Iranians were flight instructors. When asked by the interviewer if that was based on information, Rossi replied “No, it’s my deduction.” Security Minister Aníbal Fernández assured that the Iranian pilot of the plane had no relationship with the IRGC: “There is a particular indication about Gholamreza Ghasemi, one of the crew members, who has a namesake with participation in the Quds, in the condition of a namesake, not of something else.” Rafael Resnick Brenner, who quickly emerged as the lawyer for the crew of the Venezuelan-Iranian plane, was a state official during a previous Kirchner government. Ten days after the landing, government spokeswoman Gabriela Cerruti tried to close the matter, saying that the government had taken the correct measures. “The rest is part of a novel that each journalist or each media wishes to make,” she stated.
This episode took place simultaneously with the Summit of the Americas, held in Los Angeles from June 6-10. In said meeting, Argentine President Alberto Fernández publicly protested the exclusion of Cuba, Nicaragua and Venezuela promoted by the Biden Administration. His harangue was applauded by Venezuelan President Nicolás Maduro from Tehran, where he was to sign a twenty-year strategic cooperation agreement. “Alberto Fernández has made a firm, clear, brave speech and put everything in his place,” he said during an interview with Hispan TV. He “he put the icing on the cake.” Interestingly, who was holding the presidency in Alberto Fernández’s absence was his hostile vice president Cristina Fernández de Kirchner, who in 2013 negotiated a controversial memorandum of understanding with Iran. For this, she was accused of “treason against the country” by prosecutor Alberto Nisman, who shortly after died of a shot to his head in circumstances that have not yet been fully clarified, but it is widely suspected that it was a murder case.
May be all of this is just a mere coincidence and the national government is not involved in anything shady related to this sanctioned plane manned by Iranians that landed in Buenos Aires days ago. But given that Iran struck twice in Argentina -against the Israeli embassy in 1992 and against the AMIA Jewish headquarters in 1994-, given the strong presence of Hezbollah in the region, and given the ideological proximity of the various Kirchnerist governments to the Ayatollah regime in Tehran, one is left wondering.
Version en Español:
Un avión de las Guardias Revolucionarias Iraníes aterriza en Buenos Aires:
El 6 de junio pasado, un avión con 19 tripulantes (14 venezolanos y 5 iraníes) aterrizó en el aeropuerto internacional de Buenos Aires con una carga presunta de autopartes mexicanas para la empresa Volkswagen Argentina. El avión había sido operado por Mahan Air -una empresa iraní sancionada por el Departamento del Tesoro de EE.UU.- hasta febrero último, cuando fue vendido a la empresa venezolana Emtrasur, parte del conglomerado Conviasa, también bajo sanciones estadounidenses. Según reportes de prensa, la aeronave está asegurada por la empresa iraní Razi Insurance Co.
La reputación de Mahan Air es conocida en el mercado aeronáutico. Recientemente, Fred Shaheen, ex asesor principal de comercio global de Boeing, escribió en The Wall Street Journal que “algunas de las principales aerolíneas iraníes como Mahan… apoyaron directamente las actividades de las GRI”, acrónimo de Guardias Revolucionarias de Irán. Conforme reconstruyó el medio argentino Infobae a partir de datos tomados de FlightRadar24, desde el 11 de febrero hasta el 6 de junio, este avión aterrizó en Venezuela, Paraguay, México, Myanmar, Paquistán, Irán, Nigeria y Rusia (aún luego de la invasión a Ucrania), entre otros países. El pase de manos entre dos naciones aliadas antinorteamericanas probablemente responda a un ardid en eludir las sanciones. No obstante, agencias internacionales de espionaje no especificadas alertaron a las autoridades argentinas sobre este avión observado.
Al menos algunos de los iraníes abordo estarían relacionados a la Fuerza Al-Quds, brazo global de las Guardias Revolucionarias de Irán (GRI). Con toda probabilidad, todos ellos sean soldados o agentes del régimen ayatolá. Al momento se señaló especialmente al piloto Gholamreza Ghasemi Abbas, cuyo nombre coincide con el de un ex integrante de las GRI y es miembro de la junta directiva de la aerolínea Qeshm Fars Air, utilizada en el pasado por Irán para transportar armas a Siria. También llamó la atención la presencia en el avión del militar venezolano Cornelio Trujillo Candor, un leal histórico del ya fallecido ex presidente Hugo Chávez, impulsor de los lazos estratégicos de Caracas con la República Islámica de Irán.
El 8 de junio, las autoridades argentinas otorgaron permiso para el despegue del vuelo hacia Venezuela, con escala técnica en la vecina Uruguay, pero este país negó el ingreso dadas las alertas mundiales, por lo cual el avión regresó a Buenos Aires a reabastecerse. Pero ni la británica Shell ni la argentina YPF accedieron a suministrarle combustible dadas las sanciones globales que pesan sobre Irán. A partir de presentaciones judiciales y pedidos de informes realizados por la oposición y la entidad que representa a la comunidad judía del país, la justicia argentina prohibió la salida del vuelo y retuvo los pasaportes de toda la tripulación. Eso fue a partir del 10 de junio. Para entonces, el estatus del avión misterioso había adquirido gran interés público.
Oficiales del gobierno argentino buscaron minimizar el incidente. El flamante titular de la agencia de espionaje y ex ministro de defensa Agustín Rossi dijo en el canal pro-gobierno C5N que los iraníes eran instructores de vuelo. Cuando el periodista le preguntó si eso se basaba en información, Rossi respondió “No, es una deducción mía”. El ministro de seguridad Aníbal Fernández aseguró que el piloto iraní del avión no tenía relación alguna con las GRI: “Hay una particular indicación sobre Gholamreza Ghasemi, uno de los tripulantes, que tiene un homónimo con participación en los Quds, en la condición de homónimo, no de otra cosa”. Rafael Resnick Brenner, quien emergió velozmente como el abogado de la tripulación del avión venezolano-iraní, fue funcionario estatal durante un previo gobierno kirchnerista. A 10 días del aterrizaje, la portavoz del Gobierno Gabriela Cerruti intentó cerrar el asunto, al decir que el gobierno había tomado las medidas correctas. “El resto forma parte de la novela que cada periodista o cada medio quiere hacer”, remató.
Este episodio aconteció en simultáneo con la Cumbre de las Américas, realizada en Los Ángeles entre 6-10 de junio. En dicho encuentro, el presidente argentino Alberto Fernández protestó públicamente por la exclusión de Cuba, Nicaragua y Venezuela promovida por la Administración Biden. Su arenga fue aplaudida por el presidente venezolano Nicolás Maduro desde Teherán, donde se hallaba para firmar un acuerdo de veinte años de cooperación estratégica. “Alberto Fernández ha hecho un discurso firme, claro, valiente y puso todo en su lugar” dijo durante una entrevista con Hispan TV. “Le puso la guinda a la torta”. Interesantemente, quien ejercía la presidencia en ausencia de Alberto Fernández era su vicepresidente hostil Cristina Fernández de Kirchner, quien en el año 2013 negoció un polémico memorando de entendimiento con Irán. Por esto, ella fue acusada de “traición a la patria” por el fiscal Alberto Nisman, quien al poco tiempo murió de un tiro en la sien en circunstancias aun no esclarecidas, pero que se sospecha se trató de un asesinato.
Puede que todo esto sea tan solo una mera coincidencia y que el gobierno nacional no esté implicado en nada turbio relacionado a este avión sancionado tripulado por iraníes que aterrizó en Buenos Aires días atrás. Pero dado que Irán golpeó en la Argentina dos veces -contra la embajada de Israel en 1992 y contra la sede judía AMIA en 1994-, dada la fuerte presencia de Hezbolá en la región, y dada la proximidad ideológica de los distintos gobiernos kirchneristas con el régimen ayatolá de Teherán, uno se queda con la duda.
Por Julián Schvindlerman
  Por Julián Schvindlerman
Comunidades – junio 2022
El “sionismo fue la progenie de Herzl” escribió Paul Johnson en su obra voluminosa La historia de los judíos. La aseveración encierra una advertencia, puesto qué si el legado histórico del fundador del sionismo político ha sido legendario, su legado familiar fue trágico.
Herzl se avocó con tal pasión a la causa sionista que su cuerpo terminó enfermo, su matrimonio estropeado y la economía familiar, arruinada. Comenzó su campaña política a favor del establecimiento de un estado judío a los treinta y seis años de edad y ocho años después moría, a los cuarenta y cuatro. Su esposa Julia lo sobrevivió solamente tres años, tenía 37 años al día de su fallecimiento y dejaba atrás una vida de padecimientos mentales y adicciones. Su hija Paulina se hizo adicta a la heroína de joven, tuvo un matrimonio breve que terminó en una separación y murió en 1930 producto de una sobredosis. La vida de su hijo Hans, tratado por Sigmund Freud, terminó en suicidio. No quedaron descendientes de los Herzl puesto que su otra hija, Trude, murió de inanición en un campo de concentración nazi en 1943 y el hijo de ella, Stephan, suicidado en Estados Unidos en 1946.
Incorporé este triste desenlace familiar de los Herzl a mi libro Roma y Jerusalem: la política vaticana hacia el estado judío (Debate, 2010) y no profundicé en el tema desde entonces. Unas pocas semanas atrás me topé con una nota en la revista Tablet de Shalom Goldman, profesor de religión en el Middlebury College, que amplía esta información. Todavía encuentro a esta historia conmovedora y sospecho que pocos saben de ella.
Según Goldman detalla, Hans tuvo la vida más traumática. Sus padres decidieron no circuncidarlo al nacer, a contramano del mandato de la tradición judía. Su madre Julia se opuso al procedimiento y su padre Theodor lo consintió. Dos años después de la muerte de sus padres, líderes del movimiento sionista lo presionaron para que se circuncidara, a los 15 años de edad. De adulto y mientras residía en Inglaterra, Hans se convirtió al cristianismo. Primero a la denominación bautista y luego al catolicismo romano. Al cabo abandonó la iglesia y regresó al judaísmo liberal hasta su muerte en 1930, a los 40 años. Se mató de un tiro el día del funeral de su hermana Paulina. Dejó una nota, que es citada por Esor Ben-Sorek en The times of Israel: “Esta noche he dicho kaddish por mis padres y por mí mismo, el último descendiente de mi familia. No hay nadie que diga Kadish por mí, quien salió a buscar la paz, y que puede encontrar la paz pronto…”.
Su otra hermana, Trude, padeció enfermedades mentales y estuvo internada en un psiquiátrico en Austria, del cual fue arrebatada por los nazis para ser deportada al campo de Terezienstadt, donde murió. Su hijo Stephan Norman, nieto y último descendiente de Theodor y Julia Herzl, se quitó la vida al arrojarse desde un puente en Washington, DC, a los veintiocho años de edad, tras saber de la muerte de sus padres con la conclusión de la guerra. Previamente había visitado Palestina y anotó en su diario personal: “He venido a ver lo que mi abuelo había comenzado. Te asombrarás de la juventud judía en Palestina…. No parecen los pálidos jóvenes judíos de los guetos, sino que son muy hermosos y tienen aire de libertad”.
Goldman agrega algunos datos post-mortem a la saga. En 1949 el gobierno israelí trasladó los restos de Theodor Herlz y de sus padres, de Viena y Budapest, respectivamente, a Jerusalem. Julia había sido cremada y las cenizas de Trude se perdieron durante la guerra. Los cuerpos de Paulina y Hans, permanecían enterrados en el cementerio de Burdeos, Francia. En su testamento, Herzl manifestó su deseo de tener a sus hijos cerca suyo, tras sus muertes. El gobierno israelí honró ello en 2007, al cabo de un debate acalorado con la ortodoxia rabínica que se opuso inicialmente a la luz de la conversión de Hans y el suicidio de él y su hermana. Finalmente, los restos de Stephan también fueron llevados a Israel. Y en 2013 se erigió una placa conmemorativa para Julia Herzl.
Hoy Theodor, dos de sus hijos, y su único nieto, descansan en el estado judío que él luchó por crear. Solo Dios sabe si hallaron la paz que los eludió en sus vidas atormentadas.
Por Julián Schvindlerman
  Por Julián Schvindlerman
Comunidades – Mayo 2022
Tras la invasión rusa de Ucrania, al menos tres prominentes ex políticos europeos renunciaron a sus puestos ejecutivos en empresas rusas. El ex premier italiano, Matteo Renzi, dejó su asiento en la junta directiva de Delimobil, un servicio ruso de autos compartidos. El ex canciller austriaco, Christian Kern, renunció a la junta directiva de la compañía ferroviaria estatal rusa, RZD. El ex primer ministro de Finlandia, Esko Aho, se fue del directorio de Sberbank, el banco más grande de Rusia. A más de dos meses de iniciada la guerra -atroces crímenes de guerra incluidos- un importante ex político europeo no lo ha hecho todavía: Gerhard Schröder, quien fuera Canciller alemán entre 1998-2005 (“Canciller” aquí entendido como líder del gobierno).
En un impactante exposé para The New York Times, Karin Bennhold indicó que cuando Schröder cumplió 60 años, su biógrafo Reinhard Urschel, le preguntó que quería hacer tras abandonar la política. “Ganar dinero”, respondió. Desde entonces, lo ha hecho muy bien: recibe cerca de un millón de dólares anuales de empresas de gas y petróleo rusas y cobra mensualmente 9000 dólares del estado alemán por haber sido Canciller. Sus servicios de cabildeo pro-ruso en Alemania le han hecho inmensamente rico y han dejado a su país expuesto al chantaje político de Putin. “No hago mea culpa” aseguró Schröder a la periodista del New York Times. Él condenó la invasión, pero no a Putin, y ha minimizado la dimensión espantosa de esta guerra. Postales emblemáticas revelaron su cercanía con el tirano de Moscú y con Rusia: las pláticas con cerveza en el sauna de la residencia privada de Putin, la fiesta de cumpleaños 70 de Schröder en el Palacio Yusupov en San Petersburgo, sus hijos adoptivos rusos. Alexei Navalny, el principal opositor a Putin, antes de ser arrestado tachó a Schröder de ser “el cadete de Putin que protege asesinos”.
The New York Times indica que varios políticos alemanes le han pedido que deje sus cargos en las compañías rusas, entre ellos el actual Canciller Olaf Scholz, de su mismo partido político, pero él ha resistido las presiones. El staff entero de su oficina parlamentaria dimitió, entre ellos su redactor de discursos por veinte años. Debió renunciar a la ciudadanía honoraria que le fuera conferida por Hanover, su ciudad natal, antes de que Hanover lo hiciera por él, como hizo póstumamente con Adolf Hitler. Asimismo, canceló su membresía en su club de futbol favorito, Borussia Dortmund, luego de que sus directivos exigieran un pronunciamiento suyo contra la guerra. Miembros del partido Social Demócrata han pedido su expulsión. Karin Bennhold afirma que él se ha convertido en un paria dentro de Alemania. Policías deben custodiar su hogar diariamente.
Gerhard Schröder no es el único responsable de la dependencia energética, y consecuentemente política, alemana de Rusia. No casualmente el gobierno de Kiev rehusó recibir pocas semanas atrás al ex Ministro de Relaciones Exteriores Frank-Walter Steinmeier, y el presiente Volodimir Zelensky ha criticado duramente a Angela Merkel por rechazar la incorporación de Ucrania a la OTAN en 2008. Asimismo, como recuerda el New York Times, fue durante el gobierno de Merkel que las importaciones de gas ruso pasaron del 39% del total de gas importado en 2011 al 55% hasta poco antes de la guerra -lo que le ha dado a Moscú 200 millones de euros por día en pagos por energía- en tanto que mantuvo al mínimo su gasto en defensa nacional, ignorando los reclamos de Washington.
Pero la orientación estratégica de Berlín hacia Moscú los precede a todos ellos; se remonta a 1968 cuando el Canciller socialdemócrata Willy Brandt ideó la Ostopolitik basada en el lema de ocasionar “cambio a través del comercio”. Los gasoductos conjuntos comenzaron a ser construidos bajo su liderazgo ya en 1970 y fueron ampliados por sus sucesores con gran respaldo industrial, diplomático, periodístico y popular. Ilustrativamente, el CEO de Nord Stream 2, Matthias Warnig, fue espía de la Staasi; la policía secreta de la Alemania comunista.
Berlín empezó a cambiar su visión desde el feroz ataque de Rusia a Ucrania. En su discurso ante el Parlamento el pasado febrero, Olaf Scholz se comprometió a aumentar el gasto en defensa al 2% del PBI, como se espera de todos los miembros de la OTAN. Redujo las importaciones de gas ruso al 35% del total importado. También ató la política energética a la de seguridad, al notar que Alemania ya no podía continuar viéndola solo como una cuestión de economía o cambio climático, como observó el Wall Street Journal. Sumó a su país a varias de las sanciones contra Rusia y envió armas al gobierno de Kiev. Acaba de ser anfitriona de un impresionante encuentro mundial para coordinar acciones de apoyo a Ucrania. El gobierno de Scholz se tomó su tiempo para decidir enviar tanques y otras armas pesadas y lo terminó de definir bajo presión pública y de otros integrantes de su coalición de gobierno. Se puede conceder que un cambio de política exterior de esta magnitud difícilmente sea suave. Lo crucial aquí es que Berlín haya inciado una transición conceptual tan importante, al modificar su auto-percepción de socio afable de Rusia hacia una auto-imagen más realista acerca de su papel como líder europeo frente a una potencia hostil y amenazante.
Gerhard Schröder representa el filorusismo alemán en su máxima -y más mercantilista- expresión. Olaf Scholz y sus aliados políticos verdes y libres tienen la oportunidad de mostrar -a su pueblo, a Moscú y al mundo entero- qué para esta Alemania, la Ostopolitik es cosa del pasado.