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Comunidades

Por Julián Schvindlerman

  

Aquellos viejos judíos maoístas – 10/20

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Por Julián Schvindlerman
Comunidades – octubre 2020

Poco conocida es la historia del puñado de judíos que acompañaron a la revolución maoísta en China, pero existieron y aportaron un capítulo singular a la historia universal de los judíos y a la historia nacional de China. Ofrezco unos pocos casos.

Sidney Rittenberg nació en el seno de una acomodada familia judía de Charleston, Carolina del Sur. Fue enlistado por el ejército de EE.UU., entrenado en el idioma mandarín y enviado a Shanghai al momento de la rendición de Japón durante la Segunda Guerra Mundial. Allí entabló contacto con los comunistas chinos, quienes lo reclutaron. Es probable que haya sido el primer estadounidense en ser admitido en el Partido Comunista Chino, en 1946, y adoptó el nuevo nombre Li Dunbai. Se unió a la guerrilla que lideraba Mao desde Yenan, a quien le traducía las películas de Laurel & Hardy que Mao adoraba. Fue cercano a Zhou Enlai y a Deng Xiaping, y se transformó en portavoz del gobierno chino ante los norteamericanos, lo que le valió -según el protagonista declara en el documental El revolucionario– un salario más alto que el del propio presidente Mao.

Ganó prominencia en la Oficina de Difusión en Beijing y durante unos meses en 1967 fue el director de Radio Peking. Rittenberg tradujo las obras completas de Mao y el Libro Rojo al inglés, estuvo a cargo de la correspondencia de Mao con Truman y fue uno de los principales arengadores durante la Revolución Cultural. Sus discursos eran escuchados por hasta cien mil personas. Aparentemente tuvo un cruce con Jiang Qing, la esposa de Mao, a quien él ofendió o ella simplemente celó su popularidad. En cualquier caso, terminó en prisión. De sus 35 años en China, pasó casi la mitad de ellos encarcelado en confinamiento solitario, acusado falsamente de ser un espía estadounidense.

Sidney Shapiro fue un abogado, traductor, escritor y ocasional actor estadounidense judío responsable de traducir las principales obras literarias de la China revolucionaria para el público occidental. Aprendió mandarín en el ejército norteamericano y completó sus estudios en Yale y Columbia. Arribó a Shanghai en 1947, jurando que no conocía a ningún Marx más que al comediante de Hollywood, según ha consignado Adriana Martínez González en China Files. Tradujo a famosos narradores chinos del siglo XX, como Ba Jin, Mao Dun y Lao She. Durante la Revolución Cultural su esposa fue purgada y su hija, enviada al campo. También se desempeñó como miembro del Consejo Consultivo Político del Pueblo Chino. En 1984 publicó el libro Los judíos en la China antigua y cinco años después visitó Israel. En 2010, con 95 años de edad, China le otorgó el “Premio a los Logros Conseguidos a lo largo de una Vida en el Ámbito de la Traducción”, la más elevada distinción en el área. Su nombre en mandarín fue Shā Bólǐ.

El médico austríaco Jakob Rosenfeld alcanzó el rango de general en el Ejército Rojo y fue Ministro de Salud en el gobierno provisorio chino pre-estatal. Sus compañeros chinos se referían a él como Luo Shengte, aunque informalmente se lo conocía como “gran médico con nariz grande”. Este sobreviviente marxista del Holocausto hizo tal contribución al comunismo que China lo honró poniendo su foto en una estampilla. Existe un Hospital Rosenfeld en el condado de Junan, en la provincia de Shandong, donde Rosenfeld practicó la medicina durante la guerra. En el 2000 se construyó allí una sala de exposiciones dedicada a los “acciones del luchador internacional Rosenfeld” y cada año la Embajada de China en Israel rinde homenaje a su tumba en el cementerio de Kiryat Shaul, en Tel Aviv.

El polaco Israel Epstein dirigió la Oficina de Relaciones Internacionales Públicas del gobierno chino y el mensuario China Hoy. Llegó a China contando dos años de edad y allí vivió hasta su muerte, en 2005. En ocasión de sus cumpleaños, los presidentes Deng Xiaoping, Jiang Zemin y Hu Jintao se ocuparon de saludarlo. La agencia oficial Xinhua le calificó de “verdadero viejo amigo”. Desde China trabajó para United Press International y para el periódico local Beijing-Tianjin Times. Fue un protegido de la influyente Soong Chingling, aun así, fue encarcelado por un lustro durante la Revolución Cultural. Rehabilitado en 1973, volvió a ponerse al servicio de la propaganda maoísta. José Reinoso relata en El País que cuando cumplió 90 años dijo que tenía 73, porque había comenzado su labor revolucionaria recién a los 17.

Luego está David Crook, a quién The Guardian definió como “un comunista que luchó contra Franco, espió para Stalin y escribió un libro clásico sobre el cambio en China”. Perteneciente a una próspera familia londinense caída en desgracia, se mudó a Nueva York, donde se graduó en la Universidad de Columbia. Viajó a España a combatir en la guerra civil contra el dictador Franco y en 1938 fue reclutado por la Internacional Comunista de Stalin para espiar a trotskistas y anarquistas dentro del movimiento republicano. Un ejemplar de Red Star Over China es Edward Snow que cayó en sus manos mientras convalecía en un hospital madrileño despertó su interés por el maoísmo. De allí se desplazó a Shanghai donde continuó espiando para el Kremlin. En China se dedicó a la enseñanza del inglés en lo que a futuro sería la Universidad de Estudios Extranjeros. Gracias a él y a su esposa canadiense, miles de jóvenes chinos dominaron el inglés, muchos de los cuales ingresarían luego a la diplomacia y la academia. En el contexto de la paranoia de la Revolución Cultural, él también será enviado a prisión, por cinco años, para ser luego rehabilitado. Desafectado, se unió a un equipo editorial que produjo un diccionario chino-inglés que lo sobrevivió.

Escape hacia la Utopía - Artículos, Mundo Israelita

Mundo Israelita

Por Julián Schvindlerman

  

Muhamar Gadafi, ¿judío?

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Por Julián Schvindlerman
Mundo Israelita – 30/10/2020

Uno de los aspectos más curiosos y menos reportados de las revueltas que terminaron con la caída del régimen de Muhamar Gadafi casi diez años atrás fue la asociación de su persona con el judaísmo. En las paredes de Trípoli aparecieron grafitis que mostraban al líder libio travestido, o dibujado como rata, perro o agente de Norteamérica e Israel, y como espantapájaros en cubos de basura. En Bengasi un dibujo retrataba al líder libio con una Estrella de David. Cuando el conocido periodista Jon Lee Anderson preguntó a jóvenes por el sentido de esa caricatura, le explicaron que “todo el mundo creía que Gadafi era judío”.

Andrew Engel en Forward relató que durante un viaje de Túnez a Libia en 2011 el chofer libio le dijo “¿Sabías que Gadafi era judío? Sí, su madre era judía, y del lado de su padre era italiano”. Una vez en Trípoli, el nuevo chofer puso un CD titulado “Rap de la Revolución libia”. La primera canción, Khalas ya Gadafi (Terminado, oh Gadafi), sonó en árabe: “Vete, oh Gadafi… ¡Sal, judío!”. Otro número de rap, HadHihi al-Thawra (Esta revolución), rapeó en árabe: “¡Del norte al sur, del este al oeste, levantémonos, levantémonos! La ira no morirá, el que morirá es Gadafi, sus partidarios y los judíos”. Mientras caminaba por la calle Omar Mukhtar de Trípoli, Engel narra su encuentro con un joven tripolitano de nombre Mohammed. “Él encarnaba gran parte de la Primavera Árabe: joven, inteligente, ambicioso y capaz. Un minuto después de conversar, acotó: «Gadafi era judío, ¿no es una locura?»”. De allí fue a Bengasi donde un taxista puso otro CD cuya música contenía epítetos anti-judíos.

Estos rumores alcanzaron proporciones delirantes cuando dos ancianos israelíes de ascendencia libia, Guita Boaron y Rachel Saada, dieron una entrevista al canal Dos de la televisión de Israel, asegurando tener un pariente en común con la abuela de Gadafi y sugiriendo que el Coronel podía emigrar al estado judío y reclamar la ciudanía israelí como cualquier judío puede hacerlo bajo la Ley del Retorno. The Economist reportó la noticia en septiembre de 2011 agregando que en “Natania, donde varios de los alrededor de cien mil israelíes judíos de ascendencia libia se han asentado, una plaza fue llamada Gadafi Plaza en previsión de su llegada”.

Meses después, Nouri Mismari, quien trabajó para Gadafi de 1997 a 2010, dio una extensa entrevista de cinco partes a Ghassan Cherbel, editor del diario árabe-londinense Al-Hayat. Según la sinopsis de esa entrevista que publicó The Times of Israel, Mismari alegó que Gadafi mandó a matar a un oficial leal a él, Salih Bu Farwa, durante un viaje de caza en Rumania en la década de 1980 y enmascarar la muerte como un accidente de caza. El motivo aparente fue que Bu Farwa había recibido información del embajador de Libia en Italia, Ammar Dhu, que documentaba la judeidad de la madre de Gadafi. El mismo Dhu fue asesinado posteriormente en Italia, junto con el secretario de prensa de la embajada. Mismari dijo que todos los que sabían la ascendencia judía del líder fueron liquidados.

¿Creer o reventar? El Medio Oriente árabe ha estado tradicionalmente plagado de teorías conspirativas antijudías y el propio Gadafi acusó cierta vez a líderes palestinos con los que mantenía relaciones tirantes de ser judíos. Su entierro fue cualquier cosa menos kosher.

Encontrado por un grupo rebelde en una cloaca en Sirte, fue arrojado sobre el capot de una camioneta, golpeado, empalado con una bayoneta y -al grito de Allah uakbar– ejecutado a tiros. Su cuerpo fue arrastrado por las calles de Sirte y subido a una ambulancia con destino a Misarata. Esta ambulancia chocó y el cadáver fue traspasado a otra ambulancia, la que a su vez pinchó una cubierta, entonces Gadafi fue introducido en una camioneta Land Cruiser. Una vez en Misarata, el cuerpo magullado del Coronel fue cubierto con una sábana y colgado a modo de trofeo en el congelador de una carnicería al lado del cadáver de su hijo Moatassim. Tras la sórdida exhibición, fue enterrado en una tumba sin nombre en el desierto. Tres días después, el servicio africano de la BBC publicó su testamento: “Si me matasen, quisiera ser enterrado conforme a los rituales musulmanes, con las ropas que lleve puestas al momento de mi muerte, con mi cuerpo no lavado, en el cementerio de Sirte…”.

Escape hacia la Utopía - Extractos

Muamar Gadafi, novelista

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Por Julián Schvindlerman
Libertad Digital (España) – 3/12/2020

Aunque su obra cumbre ha sido indudablemente El Libro Verde, y legó una autobiografía titulada Mi visión, Gadafi también escribió cuentos. Si El Libro Verde puede verse como un compendio de propuestas y estrategias para forjar una nueva Libia al molde de las ideas del dictador libio, y Mi visión nos invita a ingresar a su vida desde un costado más humano que político, es en sus cuentos donde puede apreciarse su vocación artística. En 1993 apareció en Libia Escape al infierno, que reunía doce cuentos breves, y dos años después vio la luz del día Publicaciones ilegales, compuesto por cuatro ensayos políticos. La edición en francés publicada en Suiza en 1996 –Escape al infierno y otros cuentos- reúne ambas obras. En 1998 se editó en inglés en Estados Unidos. Varias de sus ediciones muestran al autor en primer plano en la portada: a colores, con ropas de beduino y escribiendo sobre un escritorio; o en sepia, vistiendo un piloto de lluvia y en pose pensativa con una biblioteca con libros de lomo de cuero al fondo.

A lo largo de sus aproximadamente 200 páginas de cuentos -supuestamente literarios- y de ensayos -supuestamente realistas-, el narrador libio declara que el continente americano fue descubierto por un príncipe árabe y no por Cristóbal Colón; se mofa de los musulmanes radicales (¿debe una barba ser teñida con alheña o champú?); dice que el comunismo no murió porque aún no nació; critica a los regímenes árabes del Golfo Pérsico por el apoyo dado a Estados Unidos tras la invasión de Kuwait por parte de Irak; condena la vida citadina (los niños son atropellados en las calles o secuestrados por criminales) y enfrenta el dilema de la muerte (¿es la muerte un hombre al que se debe dar batalla o una mujer a cuyas ternuras debemos rendirnos?), entre otros varios temas. El hombre que tras asumir el poder en 1969 había condenado la formación de un partido político como un acto de traición, concluye esta obra con un ensayo titulado “Una vez más, un llamado urgente a formar un Partido”.

Los cuentos están expresados en una primera persona que mezcla la narración anecdótica con la ficcional, la opinión política con la proyección psicológica, y lo coyuntural con lo auto-referencial. Estos relatos ponen de manifiesto conflictos internos, identidades cruzadas, preocupaciones sociales, remembranzas infantiles, valores islámicos y pensamientos mágicos. Permiten conocer la veta literaria del líder libio y adentrarse en su perfil psicológico, pues mucho de lo allí vertido parece ser una válvula de escape emocional. “Los cuentos de Gadafi son una buena fuente de información en varios sentidos y pueden ser abordados desde el espectro de la psicología, psiquiatría, sociología y antropología” observaron Santiago Espinoza García y María Patricia Domínguez Echeverría en una monografía académica sobre el legado intelectual de Gadafi. Estos académicos advierten que adentrarse a la literatura del Hermano Líder “implica necesariamente entrar en una lógica diferente”. Son filosóficamente pueriles, aunque no carentes de trazos biográficos, y en consecuencia interesantes.

En una reseña en Entertainment Weekly, Alan Smithee fue severo con el escritor libio: “¿Podemos sugerir un período en el Taller de Escritura de Trípoli para repasar, por ejemplo, trama, personaje, diálogo, tono y coherencia? Gadafi a menudo ignora estos a favor de la diatriba, recordando a Dennis Miller, aunque un poco más divertido”. Mahmoud Fazal observó en Vice: “Ciertamente no era un protegido de Flaubert, y sus cuentos a menudo se sienten como divagaciones de fogata. Son una mezcla de tonterías literarias y fábulas beduinas, todas terminando con una moralización dura que se percibe más como un regaño que una resolución”. Amazon ofrece su versión de tapa dura a partir de los setenta dólares (puede alcanzar los 107 dólares según el vendedor). Aparentemente el escritor Gadafi cotiza alto, aunque usado su libro se consigue por menos de cuatro dólares.

En el relato anti-científico El suicido del astronauta (“casi un cuento” en la sarcástica observación del periodista inglés Daniel Kalder), Gadafi imagina a un astronauta que regresa de la luna, no logra emplearse y termina quitándose la vida. El escritor libio al-Saddiq al-Naihum había previamente escrito un relato acerca de un ingeniero que retornaba a un lugar donde no podía aplicar su conocimiento. Gadafi publicó su cuento sobre el astronauta sólo tras la muerte de al-Naihum. Aun incursionando en la ficción, el líder libio no puede evitar criticar a “las grandes potencias insolentes” que buscan “dividirse los recursos naturales de la luna”.

En La aldea, Gadafi exalta la vida rural y critica a las ciudades. “Huye, sal de la ciudad rápidamente”, “Aléjate del humo”, “del sofocante dióxido de carbono” y “de la humedad pegajosa” incita el autor. En contraste, Gadafi presenta a la aldea como un lugar pacífico, limpio y ameno, “donde puedes ver la luna por primera vez en tu vida”. Un lugar donde la gente se conoce “y está aliada en tiempos de prosperidad y adversidad”, donde no hay delitos y en el que la reputación de la familia, la tribu y el buen nombre importan. Todo el texto es una exaltación idílica de la vida rural y un repudio visceral a las metrópolis modernas. Realmente no hay mucho más que eso en esta narración breve.

En Tierra, el Hermano Líder expone su veta ambientalista. Asegura que el hombre puede destruirlo todo menos una cosa: el planeta Tierra. Como contenedora de todos nuestros alimentos en todas sus formas -sólida, líquida, gaseosa, la Tierra es vital. “Por lo tanto, no tritures el único contenedor que hay de su tipo. Si, por ejemplo, arruinaste la tierra cultivable, sería lo mismo que si quisieras cocinar después de haber destrozado todas tus ollas y sartenes”. Gadafi compara a la Tierra con “tu verdadera Madre, de cuya materia has sido creado”. Ella “te abraza, te nutre y te proporciona agua, así que no abuses de tu madre” alecciona el ecologista libio.

En Muerte, el autor rememora el combate de su padre enfermo contra la muerte. “¿Fue la muerte la víbora venenosa que lo acosó en el desierto vacío y en otras ocasiones? ¿Fue la muerte su enemigo amargo, recalcitrante, cuya arrogancia hizo más imprudente a su oponente?” se interpela el escriba. Gadafi busca determinar el género de la muerte. “¿Es la muerte masculino o femenino?” se pregunta y proclama que “es nuestro deber especificar su sexo” para concluir que si es masculino debe ser combatido, pero si es femenina debe ser aceptada. Un estudioso de la obra literaria de Gadafi percibió a este relato como el más bello, el más conmovedor y el más claro lingüísticamente de la colección.

En La hierba bendita y el árbol maldito, Gadafi presenta ésto: “Buenas noticias para las personas con trastornos mentales, ya sean hombres o mujeres. Se descubrió una hierba en las llanuras de Benghazi, y ahora se vende en la tienda de Hajj Hasan. En una entrevista televisiva que realicé personalmente con él, y que fue vista por más de tres millones de personas, Hajj Hasan dijo que la hierba era una cura para los trastornos mentales. En cuanto a aquellos que aún no se han perturbado mentalmente, Hajj Hasan no dijo nada sobre ellos…”. Es imposible saber si esta entrevista fue alguna vez emitida en la televisión libia como el autor dice. En cualquier caso, una duda queda pululando en el aire: ¿fue acaso Gadafi un apologista de la marihuana libre -su hierba bendita de aplicaciones medicinales- en el Medio Oriente?

Escape al infierno, relato que da título a la obra, es el más rico existencialmente. Ofrece un viaje a la intimidad de Gadafi, hacia sus miedos, sus frustraciones, sus sueños y sus ansiedades. Este texto es una ventana a su psicología como líder transcurridas dos décadas y media en el poder.

Aquí el autor se imagina perseguido por el pueblo, se muestra como un incomprendido y lamenta que las masas libias no aprecien su gestión. Dice que el pueblo puede ser amoroso cuando está positivamente emocionado y cargar a sus líderes en sus hombros, como ha hecho con Hannibal Barca, Girolamo Savonarola, Georges Danton o Benito Mussolini. Pero que puede ser igualmente cruel cuando está negativamente emocionado y quemar, guillotinar y aplastar a sus propios dirigentes. “¡Qué terror! ¿Quién puede convencer a la entidad insensible de la conciencia? ¿Quién puede discutir con una mente masiva no encarnada en un individuo? ¿Quién puede tomar la mano de millones?”. Gadafi cuestiona a una “sociedad que te ama pero que no tiene piedad de ti” y a ciudadanos que “afirman sus derechos pero ignoran sus deberes hacia ti”.

De manera interesante, se ve a sí mismo como “un pobre beduino perdido en una loca ciudad moderna” que es incesantemente acosado por las demandas de un pueblo insatisfecho que a cada paso le pide servicios que el Coronel ridiculiza, y realiza una comparación osada: “Cometí un gran error cuando robé el bastón de Moisés con el que golpeé el desierto donde brotó un manantial”. Una cosa lleva a la otra y en cierto punto Gadafi sorprende con esta afirmación: “América, que yo sepa, fue descubierta por un príncipe árabe y no por Colón”. Tras esta letanía de quejas, finalmente el autor relata su experiencia en el infierno: “El camino al infierno no es lo que puedes esperar, o como te describe la imaginación enferma de algunos que se distraen. Yo, habiéndolo atravesado dos veces, te lo describiré. Dormí tranquilo y descansé en el corazón del infierno”.

El periodista alemán Arno Widmann dijo de este cuento: “No hay un texto similar de un autócrata en los últimos 3000 años, probablemente ni remotamente. Al-Gaddafi es el único que contempla fríamente al amor de las masas […] La atracción y el poder de este texto yace en la manera en que él las considera consistentemente desde el lado del gobernador, y ni por un segundo -que sería lo políticamente correcto- desde el lugar de los gobernados”. Aquí los déspotas son los perseguidos y los amenazados. Como ha señalado Heiner Lohmann en un profundo análisis de los escritos del líder libio, “Los tiranos no son para nada tiranos allí: ellos son inocentes, y no oprimen a otros; ellos son los oprimidos”.

Asimismo, la paranoia y la soledad del líder libio están claramente exhibidas en este cuento, al igual que las ya transitadas tensiones entre el campo y la ciudad, la tradición y la modernidad, lo beduino y lo citadino. Gadafi se auto-percibe como un nómada vulnerable a merced de multitudes represoras. “Aquí, entonces, la confusión hermenéutica de este texto ha alcanzado niveles de ininteligibilidad”, acota Lohmann, “Las estructuras de la historia se han desmoronado; pierde su sentido interno, funciona de tal manera que es confusa e incoherente”.

Narcisista, básica, autobiográfica, enredada y petulante, la literatura del tirano de Trípoli no deja de ser de todos modos intrigante y ofrece un exquisito material para el psicoanálisis.

Extracto del más reciente libro del autor, Escape hacia la utopía: el Libro Rojo de Mao y el Libro Verde de Gadafi (Biblos).

Libros

Escape hacia la utopía. El libro rojo de Mao y el libro verde de Gadafi

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Editorial Biblos – 2020.

271 Paginas.

Los famosos textos de dos ideólogos catastróficos –El Libro Rojo de Mao Tse-Tung y El libro Verde de Muamar el-Gadafi— son escrutados sin piedad en este libro singular. El autor nos enfrenta a dos profetas de la perdición y a las consecuencias políticas y humanitarias resultantes de sus visiones grandiosamente fallidas y extremadamente peligrosas. Nos sumerge con precisión dolorosa en los mundos oscuros de estos proyectos tiránicos, legándonos un aprendizaje histórico de dimensiones morales ineludibles. Leer estas páginas es una inmersión a las aguas profundas de lo calamitoso, para reemerger a la superficie con renovada convicción en la inutilidad abyecta de todo emprendimiento totalitario. Un veredicto categórico contra los iluminados de la historia.

Valiente y creativo, audaz y sólido, Julián Schvindlerman hace en este libro lo que pocos -prisioneros de la «especialización»- se atreven a hacer: rompe fronteras, une mundos que nadie suele asociar. Y rotas las fronteras, lo particular se vuelve universal. Gadafi y Mao expresan el eterno impulso redentor que animó a los Hitler y a los Stalin, el impulso que, invocando la tierra prometida y la felicidad eterna, transforma a los gobernantes en tiranos y a los ciudadanos en súbditos. Se creyeron artistas, los creyeron Dioses. La materia de sus experimentos fue la vida de los demás: su “modernidad”, fue lo más primitivo que existió.

Dr. Loris Zanatta, Profesor en el Departamento de Ciencia Política de la Universidad de Bolonia.

Impresiona el conocimiento detallado del autor, quien sabe adaptar muy bien la información histórica a un marco analítico lógico y persuasivo.

Dr. Yoav Tenembaum, Profesor en la Escuela de Diplomacia de la Universidad de Tel Aviv.

Video de introducción breve:

www.editorialbiblos.com.ar

The Times of Israel, The Times of Israel - 2020

The Times of Israel

Por Julián Schvindlerman

  

Nobody is Charlie anymore – 22/09/20

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The French satirical magazine continues to defend freedom of expression with courage, irreverence and little support from progressives

By Julián Schvindlerman
The Times of Israel – 22/9/2020

https://blogs.timesofisrael.com/nobody-is-charlie-anymore/

Should a bearded jihadist, armed with a dagger, hiding in a remote cave in Asia or in a tent in some desert in the Middle East, have editorial authority over what is published in a European magazine? Many think so, particularly in Western progressive quarters and especially when it comes to cartoons of the prophet of Islam. The editors of the French satirical magazine Charlie Hebdo think otherwise, and that is why they have republished the Muhammad cartoons that led to a brutal terrorist attack on their offices more than five years ago.

They have not taken the decision lightly: 17 colleagues lost their lives in that attack. Precisely in their honor, Charlie Hebdo republished the cartoons, on cue with the beginning of the trial of the perpetrators’ accomplices at the beginning of this month. Al-Qaeda was quick to threaten them. “If your freedom of expression does not respect limits, prepare to face the freedom of our actions” it declared in a statement issued on September 11, an easily recognizable anniversary date.

The leftist Charlie Hebdo journalists paid the highest possible price for their indirect solidarity with the right-wing journalists of the Danish daily Jyllands-Posten. To recall: in 2005 this newspaper published cartoons that ridiculed the prophet of Islam. At the time global jihadism was at its prime. The previous year, Dutch filmmaker Theo Van Gogh had been stabbed on the streets for making a film about misogyny in Islam. Islamists tried to kill the Jyllands Posten cartoonists, the Danish embassy in Lebanon was burned down and the one in Islamabad was bombed. The following year, Pope Benedict XVI gave a speech in the German town of Regensburg in which he associated Islam with violence. As a result, a fatwa was issued against him and Christians were killed in the Middle East. Meanwhile in France, Jacques Lefranc, from the daily France Soir, decided to reproduce the Danish cartoons. When he was fired for it, Charlie Hebdo director Philippe Val chose to publish those cartoons. On its cover, Muhammad was shown saying: “It is difficult to be loved by idiots,” in reference to the jihadists.

A decade later, two armed Islamists gunned down much of the French magazine’s staff. A week later, Charlie Hebdo republished a cartoon of Muhammad on its cover, in a million-copy edition. And it did so again, in 2020. A magazine editorial vowed “We will never lie down. We will never give up,” warned that “it is not just a trial about our past, but about our future” and affirmed:

“So, we do not need one trial, but ten, twenty, a hundred. Against the perpetrators, but they are dead. Against their accomplices: they will be present. But also against cowardice, cynicism, conceit, ignorance, betrayal, laziness, opportunism, blindness, self-righteousness, superficiality, political calculation, forgetfulness, casualness, defeatism, indecisiveness, lack of foresight and a thousand other shortcomings which seem banal when taken individually, but taken together led to the extermination of a newspaper.”

Brendan O’Neill, editor of the British website Spiked, agreed:

“Indeed, as the trial of the alleged accomplices begins this week, it is worth asking whether there were other accomplices to the Charlie Hebdo massacre, too. Not violent accomplices; not people who provided logistics and weaponry, as these 14 are accused of doing. No, intellectual accomplices, moral accomplices, a cultural worldview that had already demonised and even criminalised ‘offensive’ speech and ‘hate speech’ long before the two gunmen stormed the Charlie Hebdo offices. This massacre didn’t happen in a vacuum. It happened at a time when PC censorship was growing, censorious wokeness was emerging, and the bizarre idea that people have the right not to be offended was being institutionalised in universities and in political circles […]

“This machinery of political correctness was also an accomplice to the events in Paris in 2015. That massacre can be seen as the armed wing of political correctness, the nadir of the reactionary, regressive idea that people and ideologies have the right never to be questioned or ridiculed, and that anyone who does question or ridicule them deserves to be punished –whether that is by being hounded, sacked, arrested or, in the one-step-further outlook of the Islamist killers of January 2015, murdered.”

Historically, Charlie Hebdo was criticized from right and left. Conservatives accused it of being disrespectful of emblems and traditions, progressives accused it of offending religious and cultural minorities. In fact, it is a satirical magazine and as such it has also mocked — with drawings in very bad taste — the French political class, the Catholic Church, the Jews, the United States and even the corpse of Michael Jackson. Exposing Muhammad or Islam to their singular esprit satirique should not have ended with the death of 17 of their journalists.

Flemming Rose, the editor of Jyllands-Posten, opined during an interview with the American Daily Beast in 2017:

“What’s interesting is that Jyllands-Posten is a conservative newspaper whereas Charlie Hebdo is oriented to the left. Some would call them socialist. But this is all about a liberal democracy’s right to freedom of the press and freedom of speech. And it doesn’t matter if you’re liberal or conservative. In this case, Jyllands-Posten and Charlie Hebdo stood for the same principles and have for many years.”

It should be noted that many newspapers around the world reproduced some of the original Jyllands-Posten cartoons, albeit when reporting the news more than as a gesture of collegial solidarity or in defense of freedom. Since then, Charlie Hebdo has become a disobedient minority, simultaneously fighting the bigots of radical Islam and the politically correct cultural elites of the West, both of whom see it as a heretic. Its editors understood more than others that behind the physical attack on their magazine in 2015, there was a symbolic blow against the principles of liberal democracies. It is good, then, to see that they are not giving up and continue to defend freedom of expression with typical irreverence. Although it is quite sad to see that Charlie Hebdo continues to do so in disturbing solitude. “Je suis Charlie” — that famous and moving slogan so in vogue that dark January 2015 — lasted less than a sigh.

Version en Español:

Ya nadie es Charlie:

¿Debería un jihadista barbudo, armado con una daga, escondido en una cueva remota de Asia o en una carpa en algún desierto del Medio Oriente, tener potestad editorial sobre lo que se publica en una revista europea? Muchos creen que sí, particularmente en los espacios progresistas occidentales y especialmente si la publicación concierne al profeta del islam. Los editores de la revista satírica francesa Charlie Hebdo creen que no, y por eso han republicado las caricaturas de Mahoma que les acarreó un brutal atentado terrorista en sus oficinas más de cinco años atrás. La decisión no la han tomado a la ligera: en aquél ataque perdieron sus vidas diecisiete periodistas del medio. En honor a ellos, justamente, Charlie Hebdo volvió a publicarlas, en coincidencia con el inicio del juicio a los cómplices de los perpetradores a inicios del corriente mes. Al-Qaeda no tardó en amenazarlos. “Si tu libertad de expresión no respeta límites, prepárate para afrontar la libertad de nuestras acciones”, declaró en un comunicado emitido el 11 de septiembre, fecha-aniversario de fácil reconocimiento.

Los periodistas izquierdistas de Charlie Hebdo pagaron el más alto precio posible por haber sido indirectamente solidarios con los periodistas derechistas del diario danés Jyllands-Posten. Se recordará: en 2005 este diario publicó caricaturas que ridiculizaban al profeta del Islam. Era una época de pleno auge global del jihadismo. El año previo, el cineasta holandés Theo Van Gogh había sido apuñalado en la vía pública por haber hecho una película sobre la misoginia en el islam. Islamistas intentaron matar a los dibujantes del Jyllands Posten, la embajada danesa en el Líbano fue incendiada y la de Islamabad, bombardeada. Al año siguiente, el Papa Benedicto XVI pronunció un discurso en la localidad alemana de Ratisbona en el que asoció al islam con la violencia, por lo cual se emitió una fatua en su contra y cristianos fueron asesinados en el Medio Oriente. Mientras tanto en Francia, Jacques Lefranc, del diario France Soir, decidió reproducir las caricaturas danesas. Cuando fue despedido por ello, el director de Charlie Hebdo, Philippe Val, publicó también esos dibujos. En su portada se mostraba a Mahoma diciendo: “Es difícil ser amado por idiotas”, en referencia a los jihadistas.

Una década más tarde, dos islamistas armados acribillaron a buena parte del staff de la revista francesa. Una semana después, Charlie Hebdo volvió a publicar una caricatura de Mahoma, en la portada, en una edición de un millón de ejemplares. Y lo ha hecho aún otra vez más ahora, en 2020. Un editorial de la revista juró “nunca nos agacharemos. Nunca nos rendiremos”, advirtió que “no se trata solo de un juicio acerca de nuestro pasado, sino de nuestro futuro” y afirmó:

“[…] no necesitamos un juicio, sino diez, veinte, cien. Contra los perpetradores, pero están muertos. Contra sus cómplices: estarán presentes. Pero también contra la cobardía, el cinismo, la vanidad, la ignorancia, la traición, la pereza, el oportunismo, la ceguera, el fariseísmo, la superficialidad, el cálculo político, el olvido, la ligereza, el derrotismo, la indecisión, la falta de previsión y mil otras deficiencias que parecen banales cuando se toman individualmente, pero que en conjunto llevaron al exterminio de un periódico”.

Brendan O´Neill, editor del sitio digital británico Spiked, coincidió:

“[V]ale la pena preguntarse si también hubo otros cómplices en la masacre de Charlie Hebdo. No cómplices violentos; no personas que proporcionaron logística y armamento, como se les acusa de hacer a estos 14. No, cómplices intelectuales, cómplices morales, una cosmovisión cultural que ya había demonizado e incluso criminalizado el discurso ´ofensivo´ y el ´discurso de odio´ mucho antes de que los dos hombres armados irrumpieran en las oficinas de Charlie Hebdo […] Esa masacre puede verse como el brazo armado de la corrección política, el nadir de la idea reaccionaria y regresiva de que las personas y las ideologías tienen derecho a no ser nunca cuestionadas ni ridiculizadas, y que cualquiera que lo haga, los cuestione o los ridiculice, merece ser castigado, ya sea mediante acoso, despido, arresto o, en la perspectiva de un paso más allá de los asesinos islamistas de enero de 2015, asesinado”.

Históricamente, Charlie Hebdo fue criticada por derecha y por izquierda. Los conservadores la acusaron de ser irrespetuosa de emblemas y tradiciones, los progresistas la acusaron de ofender a minorías religiosas y culturales. Lo cierto es que es una revista satírica y como tal también se ha burlado -con dibujos de muy mal gusto- de la clase política francesa, de la Iglesia Católica, de los judíos, de Estados Unidos y hasta del cadáver de Michael Jackson. Exponer a Mahoma o al Islam a su singular esprit satirique no debió haber terminado con la muerte de 17 de sus periodistas. 

Flemming Rose, el editor de Jyllands-Posten, opinó durante una entrevista con el portal estadounidense Daily Beast en 2017:

“Lo interesante es que Jyllands-Posten es un periódico conservador mientras que Charlie Hebdo está orientado a la izquierda. Algunos los llamarían socialistas. Pero se trata del derecho de una democracia liberal a la libertad de prensa y de expresión. Y no importa si eres progresista o conservador. En este caso, Jyllands-Posten y Charlie Hebdo defendieron los mismos principios y durante muchos años”.

Cabe observar que muchos diarios del mundo reprodujeron algunas de las caricaturas originales del Jyllands-Posten, si bien al reportar la noticia más que como un gesto de solidaridad gremial o en defensa de la libertad. Desde entonces, Charlie Hebdo se ha constituido en una minoría díscola, dando combate simultáneo a los intolerantes del islam radical y a las elites culturales políticamente correctas de Occidente que la ven como una hereje. Sus editores entendieron como pocos que detrás del ataque físico contra su revista en 2015, hubo un golpe simbólico contra los principios de las democracias liberales. Es bueno, entonces, ver que no claudican y siguen defendiendo la libertad de expresión con típica irreverencia. Aunque es bastante triste comprobar que Charlie Hebdo lo sigue haciendo en perturbadora soledad. “Je suis Charlie” -ese famoso y conmovedor lema tan en boga aquél oscuro enero de 2015- duró menos que un suspiro.

Televisivas

Debate Julián Schvindlerman en RT en Español (TV Rusia) – 09/09/20

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Pacto Israel-EAU: ¿camino a la paz o alta traición? (9/9/2020)

Programa: El Zoom
Conduce: Javier Rodríguez Carrasco 

Panelistas:
Rafael Araya Masry, miembro del Consejo Nacional Palestino y presidente de la Confederación Palestina Latinoamericana y del Caribe
Julián Schvindlerman, profesor universitario, escritor y analista político internacional

Video (26m): https://actualidad.rt.com/programas/zoom

Libertad Digital, Libertad Digital - 2020

Libertad Digital

Por Julián Schvindlerman

  

La sobrerreacción palestina al acuerdo Emiratos-Israel – 04/09/20

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Por Julián Schvindlerman
Libertad Digital (España) – 4/9/2020

El liderazgo palestino respondió con mucho enojo al sorprendente acuerdo diplomático entre los Emiratos Árabes Unidos (EAU) e Israel.

La Autoridad Palestina (AP) emitió un comunicado en el cual lo caracterizó como «una traición a Jerusalem, la mezquita Al Aqsa y la causa palestina». El presidente Mahmud Abás exigió una «retractación inmediata»; el ministro de Relaciones Exteriores, Riad al Maliki, anunció el retiro del embajador palestino de EAU y el primer ministro, Mohamad Shtayeh, informó de que Palestina boicoteará la Expo Dubai 2021. El vocero Nabil Abu Rudeineh aseguró en un texto leído en la televisión: «El liderazgo palestino rechaza las acciones del Gobierno emiratí y las considera una traición». El oficial de alto rango Saeb Erakat dijo: «Nunca esperé que esta daga venenosa viniese de un país árabe». La miembro del Comité Ejecutivo de la OLP Hanan Ashrawi declaró: «Israel fue recompensado por no declarar abiertamente lo que ha estado haciendo a Palestina ilegal y persistentemente desde el comienzo de la ocupación». El secretario general de Fatah, Yibril Rayub, insinuó que los lazos entre Israel y los países del Golfo eran conocidos: «Ahora el pantano se ha secado y todos están desnudos». El gran muftí de la AP, Mahmud Al Habash, escaló la retórica al calificarlo como un acto de «prostitución política» y emitió una fetua que prohíbe a los musulmanes de Emiratos rezar en la mezquita de Al Aqsa. En la Explanada de las Mezquitas de Jerusalem, feligreses palestinos pisaron e incendiaron un póster con el rostro del líder emiratí Mohamed ben Zayed al Nahyán, en tanto que la televisión oficial palestina tachó a EAU de ser «un tumor en el cuerpo árabe». En Gaza, por su puesto, Hamas y la Yihad Islámica dieron eco a estas protestas.

Una vez más, Ramala no está captando correctamente el movimiento de la Historia. En los últimos años hubo un acercamiento real, si bien en gran medida encubierto, entre las naciones árabes y el Estado de Israel, a la luz de una preocupación compartida por el expansionismo político, militar y sectario de Irán en la región, una ponderación objetiva del potencial de intercambio en las áreas del comercio, la tecnología, la medicina y la seguridad, el debilitamiento de las creencias panarabistas de antaño y un hartazgo con la intractabilidad del conflicto palestino. Si en el pasado la causa palestina era usada como excusa para el rechazo político a Israel, hoy es mayormente vista como un obstáculo hacia la reconciliación. Como atinadamente ha observado Haviv Rettig Gur en The Times of Israel, «el mundo árabe ha cambiado, la narrativa palestina no (…) [Los palestinos] no fueron ‘traicionados’ (…) sino simplemente dejados de lado».

La tendencia hacia la normalización de las relaciones diplomáticas entre árabes e israelíes es un hecho. Los distantes, pioneros tratados de paz con Egipto y Jordania han recibido un ímpetu impresionante con el pacto EAU-Israel. Se espera que otros países árabes sigan la estela emiratí. ¿Podrá una AP carente de estadidad obstruir o detener este movimiento? Es muy poco probable. ¿Le convendrá quedar relegada a los márgenes del sistema regional como un paria político quejoso junto a Hamás, Hezbolá, Irán, Turquía y Qatar, los otros opositores al acuerdo diplomático? ¿Qué réditos políticos le dará aferrarse a la protesta eterna? ¿Está apostando por la posibilidad de que una Administración Biden vaya a su rescate? Si así fuera, ¿no correría el riesgo de alienar a las naciones árabes mientras tanto? Alternativamente, ¿no tendría más sentido para Ramala aprovechar la aproximación árabe a Israel para aumentar sus chances en una negociación futura? ¿No resultaría más sabio capitalizar la suspensión de la anexión para retornar a la mesa de negociaciones? La Casa Blanca ha dejado en claro que los parámetros de su propuesta de paz no estaban «escritos en piedra». El presidente Donald Trump y el Secretario de Estado Mike Pompeo han instado a los palestinos a regresar a las tratativas de paz. Ídem el premier israelí, Binyamín Netanyahu:

Este cambio histórico también promoverá la paz con el mundo árabe y, al final, la paz, la paz verdadera, monitoreada, segura, con los palestinos.

El liderazgo palestino se ha ganado la mala fama de nunca perder la oportunidad de perder una oportunidad. Aunque sus primeras reacciones al acuerdo EAU-Israel fueron exageradas y equivocadas, aún está a tiempo de cambiar de rumbo. Esperemos que esta vez pueda romper el hechizo dañino de su intransigencia política legendaria.

Comunidades, Comunidades - 2020

Comunidades

Por Julián Schvindlerman

  

Las revelaciones recientes del Archivo Secreto vaticano – 09/20

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Por Julián Schvindlerman
Comunidades – septiembre 2020

Los Archivos Secretos vaticanos, desde el año pasado renombrados Archivos Apostólicos, equivalen a 85 kilómetros lineales de estanterías que contienen documentos de más de 12 siglos de antigüedad. No toda la longitud tiene acceso irrestricto. Según informa The Atlantic, “solo unos pocos milímetros de páginas se han escaneado y están disponibles online”. Su acceso es restringido, sólo aquellos oficialmente autorizados pueden revisar sus páginas, y deben hacerlo presencialmente, en Roma. Según el New York Times, apenas se permite leer tres documentos a la mañana y dos a la tarde. De modo que el proceso para cualquier investigador puede ser frustrante. El 2 de marzo pasado, el Vaticano abrió los archivos relativos al pontificado de Pío XII, sólo para cerrarlos tres días después debido a la pandemia del Covid-19. Reabrieron luego por un mes, en junio, para cerrar otra vez por el verano europeo hasta fines de agosto y dar lugar a una nueva apertura en septiembre.  

David Kertzer, un notable vaticanista de la Universidad Brown, sacó buen provecho a ese lapso, y, asistido por un académico residente en Roma,  a fines de agosto compartió con el público general algunos de sus hallazgos. En una extensa nota en The Atlantic, narró los debates internos que rodearon la decisión del Papa de permanecer en silencio cuando los nazis deportaron a los judíos romanos en 1943, y dedicó buena parte de su artículo a comentar el caso del secuestro de dos hermanos judíos cuyos padres habían perecido en la Europa nazi. Es el caso de Robert y Gérald Finaly, dos huérfanos judíos que fueron secretamente bautizados por sus custodios católicos, pasaron a ser considerados miembros de la iglesia, y en consecuencia se obstruyó lo más que se pudo su retorno al judaísmo en el cual habían nacido. Su historia se inscribió en una larga tradición vaticana de no renunciar a judíos bautizados (de forma voluntaria o no), que a lo largo de los siglos arrojó varios casos muy polémicos.

Ciertamente, en su tiempo varios papas anunciaron con claridad que los cristianos no debían recurrir a la violencia o a la intimidación para lograr conversiones de judíos. Sin embargo, fueron no menos categóricos en un asunto clave: forzada o voluntaria, una vez acontecida, la conversión ya no podía ser desandada. En el siglo XIII, el Papa Inocencio III declaró a los bautismos irrenunciables y desde entonces incontables familias judías perdieron a sus hijos que habían sido bautizados a sus espaldas. En muchos casos, los bautismos fueron llevados a cabo por sirvientas impresionables que buscaron salvar las almas de niños judíos enfermos. Una de ellas, velando por la salud de Isacco Finzi en 1725, mojó sus manos, hizo el signo de la cruz sobre el cuerpo de la criatura y lo pronunció bautizado. Isacco pasó a manos de la iglesia. En 1746, Antonia Viviani ingresó a un hogar judío en el gueto romano y arrojó gotas de agua sobre las cabezas de las tres niñas de la familia Misani. Sus padres nunca más las volvieron a ver. En 1809, Magdalena Pacifici escuchó de una judía llamada Raquel decir que su pequeña hija, Rosa, estaba habitualmente enferma. En un momento de descuido de la madre, arrojó agua de lluvia sobre la niña y declaró: “Rosa, yo te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. Una vez que esta viuda católica de Tívoli relató su gesta durante su confesión en la parroquia, la información llegó a Roma y al poco tiempo la policía papal fue al gueto por la niña judía. La más famosa de estas conversiones secretas ocurrió en Bolonia, en 1852, cuando Ana Morisi, la niñera de la familia hebrea Mortara, bautizó al pequeño Edgardo sin conocimiento de sus padres. Seis años más tarde, el Vaticano se enteró de ello y secuestró al niño. Este caso específico ocasionó una reacción internacional muy fuerte, signada por la intervención de los emperadores de Francia y Austria, una cobertura mediática sostenida y una opinión pública indignada. Pero el Papa Pío IX permaneció impasible. Eventualmente, Edgardo Mortara se hizo sacerdote y murió en su ancianidad como Pío María. David Kertzer dedicó un libro entero a este incidente –El secuestro de Edgardo Mortara– y documentó otros tantos casos en Los papas contra los judíos: el papel del Vaticano en el auge del antisemitismo moderno.

De modo que cuando en la segunda mitad de la década de 1940 ocurrió el caso de los hermanos franceses judíos Finaly, no había mucha esperanza de un desenlace feliz para el nuevo episodio bautismal. Los niños habían sido dados por sus padres a una amiga gentil para resguardarlos de las redadas nazis en la Francia ocupada. Temerosa ella misma de ser arrestada, entregó a los hermanos al convento de Notre-Dame de Sión, en Grenoble. Las monjas, a su vez, dieron los niños a la guardería municipal. Con la finalización de la Segunda Guerra Mundial, parientes de la familia Finaly que residían en el exterior buscaron, y hallaron, a Robert y Gérald, pero para su sorpresa, sus custodios católicos rehusaron devolverlos a su familia biológica. En 1948 fueron bautizados y, como establecía la doctrina eclesiástica, a los ojos de Roma, los niños eran ahora cristianos. Nació así una saga retorcida, con el traslado clandestino de los niños hacia la región vasca de España, una búsqueda internacional complicada, acusaciones encendidas y apologías encarnizadas. Sólo tras la judicialización del caso, el arresto de varios sacerdotes y monjas en 1953 bajo cargos de secuestro, y la notoriedad pública del hecho, pudieron los hermanos judíos bautizados lograr, esta vez, regresar a su pueblo. Hoy viven en Israel, donde se dedicaron a la ingeniería y a la medicina.      

Estos hechos ya eran conocidos por los historiadores. El aporte singular de Kertzer radica en el descubrimiento del rol de Pío XII y otros altos oficiales de la curia romana en este affair. Tristemente, el Vaticano hizo lo posible por frustrar el retorno de los hermanos Finaly a su familia legítima. Lo cual fue de una gravedad especial a la luz de que esto ocurrió luego del Holocausto, tras el genocidio de casi las dos terceras partes de la judería europea, incluyendo a 1.5 millón de niños. En la posguerra, miles de chicos judíos estaban desparramados en el continente europeo, muchos de los cuales habían sido escondidos en instituciones religiosas católicas. En junio de 1945 se estimaba que solamente en Francia 1.200 niños judíos permanecían en hogares o instituciones cristianas. Kertzer muestra que durante los años que duró el episodio, oficiales vaticanos expresaron que “la iglesia tiene el deber inalienable de defender el libre albedrío de estos chicos quienes, por medio del bautismo, pertenecen a ella”, o protestaron contra “las dificultades indisputadas causadas por el judaísmo”, o se quejaron de que “los judíos, atados con los masones y los socialistas, han organizado una campaña de prensa internacional”, e incluso recomendaron “resistir” a los custodios católicos involucrados en ocultar a los niños, aun ante un posible dictamen desfavorable a la iglesia. La gestión de la Santa Sede, se indicó en un telegrama oficial, debía permanecer bajo el radar. “E´bene che S.O. non apparisca” (“Es bueno que la Santa Oficina no sea visible”) instruyó entonces el cardenal Giovanni Battista Montini, el futuro Papa Paulo VI.

Todo esto ocurrió antes del Concilio Vaticano II, a partir del cual Roma reformuló radical y positivamente su relación con el pueblo judío. Aunque causa sorpresa, conforme señala Kertzer, que “la posición de la iglesia sobre el bautismo permanece inalterada incluso ahora: «Una criatura de padres católicos o aún de padres no católicos es lícitamente bautizada ante el peligro de la muerte incluso contra la voluntad de sus padres»” (Código de Ley Canónica, Libro IV, Parte I, Título I, Capítulo III). La decisión de Francisco -un pontífice incuestionablemente filojudío- de abrir los archivos concernientes al pontificado de Pío XII merece ser reconocida. Al ordenar la apertura anticipada en 2019, dijo que “La iglesia no le teme a la historia”. Bien por él, pero a la luz de lo que hemos conocido de esa historia gracias al profesor Kertzer, quizás debiera.

Autor de Roma y Jerusalem: la política vaticana hacia el estado judío(Debate)

The Times of Israel, The Times of Israel - 2020

The Times of Israel

Por Julián Schvindlerman

  

Palestinians Overreact to the UAE-Israel Accord – 29/08/20

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By Julian Schvindlerman
The Times of Israel – 29/8/2020

https://blogs.timesofisrael.com/palestinians-overreact-to-the-uae-israel-accord/

Not surprisingly, the Palestinian leadership went crazy after the surprising diplomatic agreement between the United Arab Emirates and Israel was announced.

As reported in this newspaper, the Palestinian Authority issued a statement characterizing it as a “betrayal of Jerusalem, Al-Aqsa mosque and the Palestinian cause.” Palestinian President Mahmoud Abbas demanded an “immediate retraction”, Foreign Minister Riad al-Maliki announced the recalling of the Palestinian ambassador to the UAE, and Prime Minister Mohammad Shtayyeh informed that Palestine will boycott Expo Dubai 2021. Spokesman Nabil Abu Rudeineh assured in a text read on television that “the Palestinian leadership rejects the actions of the Emirati government and regards it treason.” High ranking official Saeb Erakat said “I never expected this poison dagger to come from an Arab country.” PLO Executive Committee member Hanan Ashrawi stated: “Israel got rewarded for not declaring openly what it has been doing to Palestine illegally & persistently since the beginning of the occupation.” Fatah Secretary General Jibril Rajoub hinted that ties between Israel and the Gulf countries were known, “now the swamp has dried up and everyone is naked.” The Grand Mufti of the Palestinian Authority Mahmoud Al-Habbash escalated the rhetoric by calling it an act of “political prostitution” and issued a fatwa that prohibits

Muslims from the United Arab Emirates from praying in the Al-Aqsa Mosque. Palestinians on the esplanade of the mosques in Jerusalem stepped on and set fire to a poster with the face of Emirati leader Mohammed bin Zayed Al-Nahyan, while official Palestinian television called the UAE “a tumor in the Arab body.” Even Yasser Arafat´s widow, Suha, was viciously criticized for favoring the deal. In Gaza, of course, Hamas and Islamic Jihad echoed these protestations.

Ramallah, once again, is not correctly sensing the movement of history. In recent years there has been a real, albeit mostly covert, rapprochement between the Arab nations and the state of Israel in light of a shared concern about Iran’s political, military and sectarian expansionism in the region; an objective assessment of the potential exchange in the areas of commerce, technology, medicine and security; a weakening of yesteryear´s pan-Arab beliefs; and a fatigue with the intractability of the Palestinian conflict. If in the past the Palestinian cause was used as an excuse for political rejection of Israel, today it is mostly seen as an obstacle to reconciliation. As Haviv Rettig Gur has rightly observed in The Times of Israel, “the Arab world has changed, the Palestinian narrative has not … [the Palestinians] were not ‘betrayed’ … but simply left behind.”

The distant, pioneering peace treaties with Egypt and Jordan have received impressive impetus with the UAE-Israel deal. Other Arab countries are expected to follow the UAE´s steps; if not immediately, then eventually. Will a stateless Palestinian Authority be able to obstruct or stop this movement? Will it be convenient for it to be relegated to the margins of the regional system as a complaining political pariah alongside Hamas, Hezbollah, Iran, Turkey and Qatar, the other opponents of the diplomatic agreement? What political benefits will it accrue by clinging to eternal protestation? Is it betting on the chance that a Biden Administration will come to its rescue? Alternatively, wouldn’t it make more sense for Ramallah to take advantage of the Arab-Israel rapprochement to augment its chances in a future negotiation? Wouldn’t it be wiser to capitalize on the suspension of annexation to go back to the negotiating table? The White House has made it clear that the parameters of its peace proposal were not “set in stone.” President Donald Trump and Secretary of State Mike Pompeo have both urged the Palestinians to return to the peace talks. Ditto for Israeli Prime Minister Binyamin Netanyahu: “This historic change will also advance peace with the Arab world and, in the end, peace, true peace, monitored, secure, with the Palestinians as well.”

As the saying goes, the Palestinian leadership is known for never missing an opportunity to miss an opportunity. Although its early reactions to the UAE-Israel accord were exaggerated and wrong, it is not too late to change course. Hopefully, at some point it will shake off its legendary political intransigence´s damaging spell.

Version en Español:

La sobrerreacción Palestina al acuerdo EAU-Israel:

Como es sabido, el liderazgo palestino enloqueció tras el anuncio del sorprendente acuerdo diplomático entre los Emiratos Árabes Unidos e Israel.

Tal como informó este diario, la Autoridad Palestina emitió un comunicado en el cual lo caracterizó como “una traición a Jerusalem, la mezquita Al-Aqsa y la causa palestina”. El Presidente palestino Mahmoud Abbas exigió una “retracción inmediata”, el Ministro de Relaciones Exteriores Riad al-Maliki anunció el retiro del embajador palestino de EAU, y el Primer Ministro Mohammad Shtayyeh informó que Palestina boicoteará la Expo Dubai 2021. El vocero Nabil Abu Rudeineh aseguró en un texto leído en la televisión que “el liderazgo palestino rechaza las acciones del gobierno emiratí y las considera una traición”. El oficial de alto rango Saeb Erakat dijo “nunca esperé que esta daga venenosa viniese de un país árabe”. La miembro del Comité Ejecutivo de la OLP Hanan Ashrawi declaró: “Israel fue recompensado por no declarar abiertamente lo que ha estado haciendo a Palestina ilegalmente & persistentemente desde el comienzo de la ocupación”. El Secretario General de Fatah Jibril Rajoub insinuó que los lazos entre Israel y los países del Golfo eran conocidos, “ahora el pantano se ha secado y todos están desnudos”. El Gran Mufti de la Autoridad Palestina Mahmoud Al-Habbash escaló la retórica al calificarlo como un acto de “prostitución política” y emitió una fatwa que prohíbe a los musulmanes de los Emiratos Árabes Unidos rezar en la mezquita de Al-Aqsa. Feligreses palestinos en la explanada de las mezquitas en Jerusalem pisaron e incendiaron un poster con el rostro del líder emiratí Mohammed bin Zayed Al-Nahyan, en tanto que la televisión oficial palestina tachó a EAU de ser “un tumor en el cuerpo árabe”. Incluso la viuda de Yasser Arafat, Suha, fue viciosamente criticada por respaldar el pacto. En Gaza, por su puesto, Hamas y la Jihad Islámica dieron eco a estas protestas.

Ramallah, una vez más, no está captando correctamente el movimiento de la historia. En los últimos años hubo un acercamiento real, si bien en gran medida encubierto, entre las naciones árabes y el estado de Israel a la luz de una preocupación compartida por el expansionismo político, militar y sectario de Irán en la región; una ponderación objetiva del potencial de intercambio en las áreas del comercio, la tecnología, la medicina y la seguridad; el debilitamiento de las creencias panarabistas de antaño; y un hartazgo con la intractabilidad del conflicto palestino. Si en el pasado la causa palestina era usada como una excusa para el rechazo político a Israel, hoy es mayormente vista como un obstáculo hacia la reconciliación. Tal como atinadamente ha observado Haviv Rettig Gur en The Times of Israel, “el mundo árabe ha cambiado, la narrativa palestina no lo ha hecho… [los palestinos] no fueron «traicionados»… sino simplemente dejados de lado”.

Los distantes, pioneros tratados de paz con Egipto y Jordania han recibido un ímpetu impresionante con el reciente pacto EAU-Israel. Se espera que otros países árabes sigan la estela de los EAU; sino inmediatamente, entonces eventualmente. ¿Podrá una Autoridad Palestina carente de estatidad obstruir o detener este movimiento? ¿Le convendrá quedar relegada a los márgenes del sistema regional como un paria político quejoso junto a Hamas, Hezbola, Irán, Turquía y Qatar, los otros opositores al acuerdo diplomático? ¿Qué réditos políticos le dará aferrarse a la protesta eterna? ¿Está apostando por la posibilidad de que una Administración Biden vaya a su rescate? Alternativamente, ¿No tendría más sentido para Ramallah aprovechar la aproximación árabe a Israel para aumentar sus chances en una negociación futura? ¿No resultaría más sabio capitalizar la suspensión de la anexión para retornar a la mesa de negociaciones? La Casa Blanca ha dejado en claro que los parámetros de su propuesta de paz no estaban “escritos en piedra”. El Presidente Donald Trump y el Secretario de Estado Mike Pompeo han instado a los palestinos a regresar a las tratativas de paz. Ídem el premier israelí Binyamin Netanyahu: “Este cambio histórico también promoverá la paz con el mundo árabe y, al final, la paz, la paz verdadera, monitoreada, segura, también con los palestinos”.

El liderazgo palestino se ha ganado la mala fama de nunca perder la oportunidad de perder la oportunidad. Aunque sus primeras reacciones al acuerdo EAU-Israel fueron exageradas y equivocadas, aún está a tiempo de cambiar de rumbo. Esperemos que en algún punto pueda romper el hechizo dañino de su intransigencia política legendaria.

Infobae, Infobae - 2020

Infobae

Por Julián Schvindlerman

  

Pierre Salinger: De asesor de JFK a abogado de Gatúbela – 13/08/20

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Por Julián Schvindlerman
Infobae – 13/8/2020

https://www.infobae.com/america/opinion/2020/08/13/pierre-salinger-de-asesor-de-jfk-a-abogado-de-gatubela/

El 1 de marzo de 1961, el presidente John F. Kennedy llamó a su asesor de prensa Pierre Salinger y le encargó una misión peculiar: conseguir la mayor cantidad de puros cubanos posibles de su marca favorita, Petite Upmann, para el día siguiente. Era un fin de semana y las tabaquerías estaban cerradas, pero él era un hombre relacionado. Tras muchos llamados logró hacerse de 1200 puritos. Al otro día informó al presidente, quién se alegró y, según informó The Independent, le respondió: “Ahora sal y organiza una conferencia de prensa, vamos a anunciar un embargo comercial contra Cuba”.

Este 2020 marca los 95 años del nacimiento de Salinger. Hijo de matrimonio mixto, tuvo una vida -por momentos literalmente- de película. Su abuelo materno fue Pierre Biétry, miembro de la Asamblea Nacional Francesa, conocido por su defensa del Capitán Alfred Dreyfus. Aprendió a tocar el piano antes que a leer, y a los seis años dio su primer recital, en el Conservatorio de Música de Toronto. Preocupados por la nocividad potencial de una carrera artística temprana, sus padres interrumpieron sus recitales públicos pero le proveyeron lecciones privadas. (Tiempo después, su nuevo jefe, el presidente Lyndon B. Johnson, le hará tocar el piano ante 600 invitados). Durante la Segunda Guerra Mundial, contando apenas 17 años de edad, se alistó en la Marina y quedó al mando de un cazador de submarinos en el océano Pacífico. Posteriormente, trabajó como periodista y varias veces se hizo arrestar por vagabundeo para escribir una serie de notas sobre el abuso penitenciario. Fue periodista para The San Francisco ChronicleABC y L´Express, senador y escritor, asesor de los presidentes Kennedy y Johnson, vicepresidente de Continental Airlines e incluso apareció en un episodio de la serie de televisión Batman. «Cualquier catálogo de bucaneros del siglo XX debe incluir al periodista Pierre Salinger», dijo un obituario en The Guardian a su muerte, en 2004.

Gustaba del alcohol, de los cigarros, de las cartas de póker y de las mujeres, reportó el Washington Post. Durante sus años parisinos entrevistó a figuras mundiales como Fidel Castro y Grace Kelly, se codeó con el presidente Francois Mitterrand y el empresario Mohamed Al Fayed, navegó con Jackie y Aristóteles Onassis, e integró el jurado del Festival de Cannes. Dos veces intentó hacerse designar embajador ante Francia, probando suerte con Jimmy Carter primero y Bill Clinton después, sin éxito. Escribió varios libros: un tributo a Kennedy, una autobiografía, tres novelas y uno titulado Dossier secreto: la agenda oculta detrás de la crisis del Golfo.
Su reputación periodística colapsó en los años noventa cuando esbozó teorías conspirativas en torno a la caída de dos aviones en vuelo. En diciembre de 1988, el líder libio Muhamar Qaddafi hizo explotar el vuelo 103 de Pan Am cuando surcaba Escocia, matando a 259 pasajeros y tripulantes, más once personas en tierra. Salinger insistió en que se había tratado de una operación de la DEA que se salió de control. En julio de 1996, el vuelo 800 de TWA estalló sobre Nueva York por una explosión de su tanque de combustible, ocasionando la muerte a las 230 personas a bordo, pero Salinger aseguró que había sido derribado por un misil perdido de la Marina. Su nadir, sin embargo, ocurrió en 1998 cuando se avino a prologar un libro de cuentos de Muhamar Qaddafi, a quien presentó como un “analista de fines del siglo XX”. A sus relatos los halló “casi por completo políticos, con el ocasional desvío hacia la polémica y el surrealismo”.

Surrealista, de por cierto, fue la vida del propio Salinger. El espectáculo de ver a un ex asesor de dos presidentes norteamericanos prologando la obra literaria de uno de los gobernantes más locos del ámbito ya de por si extremo de los revolucionarios, y a la sazón enemigo declarado de Estados Unidos, debe haber sido alucinante para sus contemporáneos. Hábil como pocos para la reinvención, se hizo contratar para promover a la ciudad francesa de Lille para las Olimpíadas del 2004, pero Atenas la desplazó. Su vida no estuvo exenta de tragedias: un hermano y uno de sus hijos varones se suicidaron, su única hija murió de cáncer, y su primera esposa fue alcohólica.

En el episodio del 4 de enero de 1968 de la serie para la televisión de Batman, The joke´s on Catwoman, Pierre Salinger interpretó a un abogado defensor de Gatúbela y del Guasón. En YouTube pueden verse los pocos minutos de la escena del juicio, en la que Batman, Robin y Batichica intercambian puñetazos y patadas con sus enemigos de DC Comics mientras la pantalla se llena de carteles Clunck! Boff! Whapp! Y Splatt! En medio de la trifulca, el personaje de Salinger permanece calmo, sentado en su silla o agazapado bajo una mesa. Cómodo en su papel de espectador cool, sortea sin mayor esfuerzo el caos a su alrededor. Una apta metáfora, quizás, acerca de la vida de este aventurero empedernido que se llevó la vida por delante y salió indemne de la osadía.