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Infobae, Infobae - 2013

Infobae

Por Julián Schvindlerman

  

La Unión Europea y Hezbollah – 27/02/13

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Quizás lo que la Argentina no pudo, Bulgaria lo logre.

Como es tristemente sabido, en 1994 Hezbollah perpetró un atentado contra la sede de la AMIA en la Argentina, provocando la muerte a ochenta y cinco personas e hiriendo a alrededor de trescientas. Dieciocho años exactos después -el 18 de julio de 2012, fecha aniversario de la voladura de la AMIA- Hezbollah efectuó un atentado-suicida en la localidad turística de Burgas, Bulgaria, que ocasionó la muerte a cinco israelíes (entre ellos una mujer embarazada), a un ciudadano búlgaro y dejó treinta heridos.

En 1997 Washington designó a Hezbollah como una organización terrorista y pujó, en vano, por que la Unión Europea hiciese otro tanto. Ahora que el gobierno búlgaro identificó al movimiento chiíta libanés como autor del atentado en Burgas, renovadas presiones han caído sobre el bloque europeo para que de una vez incorpore al Hezbollah a sus listados de grupos terroristas; tal como ya han hecho los Estados Unidos, Canadá, Israel, Australia, Holanda y el Reino Unido.

El esfuerzo de Washington por persuadir a la Unión Europea en designar a Hezbollah como una agrupación terrorista sigue el mismo camino del 2003, cuando los Estados Unidos presionaron a las naciones europeas a que incorporaran al Movimiento de Resistencia Islámico palestino (Hamas) a sus listados de grupos terroristas. Entonces, liderados por Francia y Alemania, los países europeos se resistieron inicialmente pero terminaron tildando a Hamas como un grupo de terror. En la actualidad, nuevamente son Francia y Alemania los países más escépticos a listar a Hezbollah de ese modo, alegando que el movimiento libanés tiene un brazo político con representación en el gobierno. Eso es cierto, y también es cierto que Hezbollah tiene aproximadamente cincuenta mil misiles, provistos por su patrón iraní, orientados hacia Israel. El propio Hamas es soberano sobre una porción de tierra, la Franja de Gaza, a pesar de lo cual Europa lo identificó por lo que es: un movimiento terrorista.

La oposición francesa y alemana puede estar basada en el temor a que sus suelos vuelvan a ser teatro de operaciones de Hezbollah, grupo que durante los años ochenta cometió atentados y asesinatos en esas naciones. Pero ellas y Europa por extensión deben reconocer que nunca ha funcionado el apaciguamiento en la lucha antiterrorista. De hecho, en los últimos años Hezbollah, en cooperación con la Fuerza Al-Qodsde Irán, ha estado actuando en suelo europeo y en todo el orbe.

Apenas la semana previa al ataque en Bulgaria, un miembro de esa agrupación chiíta fue apresado en Chipre mientras estudiaba el terreno para llevar a cabo un ataque contra israelíes en una zona playera. El junio previo, fueron arrestados en Kenya dos iraníes cuando intentaban ingresar explosivos clandestinamente al país y estaban aparentemente estudiando los movimientos de israelíes y norteamericanos allí. El anterior febrero, en Tailandia, Georgia y la India, diplomáticos israelíes fueron atacados por agentes iraníes. Turquía y Azerbaiján también fueron zonas de operaciones en las que agentes del Hezbollah planearon atacar a israelíes. En la misma Bulgaria, en enero del 2012, un atentado similar al de julio fue frustrado, en fechas a grandes rasgos coincidentes con el cuarto aniversario del asesinato en Damasco de Imad Mughniyeh, jefe de operaciones terroristas de Hezbollah, por el que su liderazgo culpó a Israel.

Como ha señalado el especialista Mathew Levitt, los alicientes de Teherán y de Hezbollah son coincidentes para efectuar operaciones conjuntas. Hezbollah juró vengar la muerte de Mughniyeh en su funeral e Irán busca dar respuesta a la eliminación de cinco de sus científicos nucleares en los últimos tres años. Algo similar ocurrió en 1994 cuando Hezbollah anhelaba vengar la captura de su aliado Mustafá Dirani en el Líbano por tropas israelíes en tiempos en los que Teherán estaba furioso con la Argentina por la cancelación de la cooperación en el área nuclear.

Desde su establecimiento en el Líbano en 1982, Hezbollah ha ganado una posición de prominencia en el mundillo del terror. Antes del ataque en Buenos Aires en 1994, ya había atacado, y matado, a cientos de marines norteamericanos y soldados franceses en Beirut en 1983, así como a disidentes kurdos en Berlín en 1992, entre muchos otros objetivos. El año pasado, el Tribunal Especial de las Naciones Unidas señaló como responsables del asesinato del ex premier libanés Rafik Hariri, en 2005, a cuatro integrantes de Hezbollah. Células del grupo fueron denunciadas por distintas y confiables fuentes en Cuba, Venezuela, Bolivia, Brasil, la Triple Frontera y otras partes de América Latina.

Para todo observador objetivo, Hezbollah es un movimiento terrorista. La Unión Europea debiera poder ver ello también.

ABC Color (Paraguay)

ABC Color (Paraguay)

Por Julián Schvindlerman

  

El tango diplomático de Argentina e Irán – 09/02/13

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Cristina Fernández ha llevado un poco lejos su vocación tercermundista. Ella siempre se sintió más cómoda entre pares del mundo subdesarrollado que con sus contrapartes del Primer Mundo. Así, las relaciones de Argentina son tensas con Gran Bretaña, España y Estados Unidos, pero diáfanas con Cuba, Angola e Indonesia.

Durante una reciente visita a Vietnam, la Presidenta se vistió como guerrillera del Vietcong, hizo turismo aventura por los túneles de Cu Chi y alabó a Ho Chi Minh: “Es el padre de la patria, el San Martín de Vietnam”. En un viaje de años atrás a Libia, halagó a Muammar Gadafi: “Yo también, al igual que el líder de la nación libia, he sido militante política; desde muy jóvenes hemos abrazado ideas y convicciones muy fuertes”. Ahora ha decidido acercarse al Irán de Mahmud Ahmadinejad.

El domingo pasado, la señora Fernández envió 19 tuits (curioso modo de comunicación presidencial) en los que anunció que un “acuerdo histórico” había sido alcanzado entre Buenos Aires y Teherán en relación a la causa AMIA. La noción de que Buenos Aires dialogue con Irán sobre este tema es problemática en al menos dos aspectos cruciales y para abordarlos es necesario recordar un poco la historia.

En 1994, agentes al servicio de Irán explotaron la sede de la comunidad judía en Argentina, provocaron la muerte a 85 personas (mayormente argentinos y también bolivianos, polacos y chilenos) e hirieron a otras 300. Luego de años de investigación, la justicia argentina acusó al régimen ayatollah de haber planeado el ataque y solicitó a Interpol la emisión de circulares de captura internacional contra los implicados, entre quienes hay figuras de alto rango del actual Gobierno, así como de previos gobiernos del país persa.

A casi 20 años del hecho y de insistentes reclamos, el Gobierno argentino decidió iniciar contactos con las autoridades iraníes para resolver, como afirmó la Presidenta en uno de esos tuits, “los temas pendientes vinculados al ataque terrorista a la sede de la AMIA”. Se anunció que una “comisión de la verdad” sería establecida, formada por expertos extranjeros propuestos por ambos países, que emitirá una “recomendación” luego de estudiar el caso.

Los dos problemas principales con este anuncio son, en primer lugar, como indicó oportunamente el Centro Simón Wiesenthal, que convocar a Irán a cooperar en la resolución de un caso de terror en el que ese país estuvo involucrado es equivalente a que Estados Unidos hubiera invitado a Al-Qaeda a colaborar en la investigación sobre los atentados del 11 de septiembre de 2001, y, en segundo lugar, que el Poder Ejecutivo nacional no puede ni debe intervenir en una causa judicial abierta. Irán debe acatar, no negociar, los requerimientos de la justicia argentina.

Que este anuncio fue hecho el Día Internacional de Recordación del Holocausto agregó ofensa al daño inicial: el régimen iraní es actualmente el máximo negador del Holocausto.

Para entender el acercamiento entre las partes es importante comprender sus posibles motivaciones.

Para la República Islámica de Irán, dar finalmente por superado el escollo de la causa AMIA en su relación con la República de Argentina es un componente de su plan para profundizar su infiltración política, económica y militar en América Latina. Irán vio correctamente que el Gobierno argentino tenía afinidades ideológicas con los liderazgos del llamado Eje Bolivariano (receptivo a Irán) y reforzó su apuesta en pos del acercamiento bilateral. Ninguna otra nación de la región podía legitimar la presencia de Irán aquí a la luz de haber padecido en suelo soberano dos atentados terroristas planeados por Teherán.

Al consentir el inicio de diálogo, la República de Argentina marca un giro espectacular en su diplomacia. Bajo una mirada hiper-realista dio prioridad a las relaciones comerciales y políticas con Irán frente al reclamo de justicia. Según informó el diario Clarín, las exportaciones al país persa aumentaron un 234% desde que Cristina Fernández asumió la presidencia en 2007, y el 1.000% si se compara con la situación a 2005, cuando su marido gobernaba. En 2010 fue un año récord al alcanzar las exportaciones un total de 1.453 millones de dólares, meses después de la peor crisis económica mundial desde 1930.

Pero el mercado iraní representa menos del 1,5% de las ventas totales del país al resto del mundo, lo que sugiere que la ideología –la visión Sur-Sur del Gobierno– debe ser también un factor de peso. Para que florezca la relación, pasó entonces a ser imperativo correr de lado la traba de la justicia. Y así la causa AMIA fue abandonada.

Para suavizar el hecho, el acuerdo fue anunciado con invocaciones a la memoria y a la verdad. Pero, como un buen tango, tiene el aura de la tragedia a su alrededor.

Televisivas

La Noche – NTN24 (TV de Colombia) – 06/02/13

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Programa: La Noche
Conducción: Jason Calderón
Canal: NTN24 (Colombia)
Fecha: 06/02/2013
Tema: El cheque de Tahmasb Mazaheri

Panelistas:
Desde Caracas: Hojatollah Soltani, embajador de Irán en Venezuela
Desde Caracas: Mercedes de Freitas, directora ejecutiva de Transparencia Venezuela
Desde Caracas: Carlos Berrizbeitia, diputado y secretario general de Proyecto Venezuela
Desde Buenos Aires: Julián Schvindlerman, analista político internacional

El video no esta disponible. Disculpe las molestias.

Compromiso

Compromiso

Por Julián Schvindlerman

  

Los Nazis y la música clásica – 02/13

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Año 5 – Nro 31

El año 1933 dio inicio a una era en Alemania en la que la música clásica sería exaltada, promovida y difundida por los nazis y en la que famosos compositores alemanes serían adicionados al ideario nacional-socialista. Aunque muchos regímenes se han apropiado de grandes figuras artísticas del pasado para galvanizar sus propios propósitos políticos, ninguno lo ha hecho con tal celo como los nazis. El gobierno nazi explotó la ola de euforia popular que siguió a su ascenso al poder tomando a respetadas personalidades musicales de antaño para dar continuidad con el pasado y realzar la rica herencia cultural de la nación alemana. Así Bach, Beethoven, Handel, Haydn, Mozart, Schubert y, por supuesto, Wagner, fueron cooptados por los nazis. Cada caso era singular. Wagner fue celebrado como el compositor cuya ideología prefiguró la del nacional-socialismo. Anton Bruckner fue convertido en ícono nazi. Beethoven fue presentado como un modelo del heroísmo nórdico en la música. Bach fue adoptado pero se debió minimizar el contexto religioso de su obra; tal como en el caso de Handel, cuyas preferencias por textos del Antiguo Testamento y residencia en Inglaterra le jugaban en contra. Schubert y el austríaco Mozart fueron sumados al panteón nazi; el polaco Chopin fue germanizado y Liszt fue elogiado como parte de la tradición alemana y como mentor de Wagner. Incluso Brahms (poco amigo de Wagner) fue aplaudido como un genio artístico.

El Tercer Reich dio ímpetu al ambiente musical, elevó el estatus económico y profesional de sus músicos y patrocinó financieramente a orquestas, salas de ópera y al festival de Bayreuth. Fue establecida la Cámara de la Cultura del Reich (de membresía obligatoria para todos los profesionales de la cultura) y premios fueron creados a la excelencia musical, como el premio nacional de las artes y ciencias (suerte de remplazo del Premio Nobel al que los alemanes no se podían postular por orden de Hitler), el premio Dietrich Eckart de la ciudad de Hamburgo y el premio nacional a la mejor canción folclórica. Ceremonias paramilitares recibieron el sello de aprobación oficial y se estimuló la investigación y educación en diversas áreas de la música alemana. A los musicólogos se les encomendó re-escribir la historia de la música alemana según la visión nazi y así fueron escritos artículos, manifiestos y libros justificadores de la práctica totalitaria nacional-socialista bajo el aura de la “regeneración del pueblo alemán y de la cultura alemana”. Los jornales musicales quedaron bajo las directivas del Ministro de Propaganda Joseph Goebbels, quién seleccionó como órgano mediático oficial de la Cámara de la Cultura del Reich al Völkischer Beobachter. Otros jornales adoptaron la línea del partido nazi y nuevas publicaciones, fieles a la musicología nazi, fueron creadas.

En su búsqueda de la pureza musical aria, los nazis atacaron toda expresión artística diferente, a lo que denominaron “arte degenerado”. En el ámbito musical ello incluyó purgar de judaísmo y de judíos a la música germana. Ya los primeros tres meses de gobierno nazi dejaron en claro que la puja del nacional-socialismo por purificar la música alemana era real. En poco tiempo, músicos considerados racial o políticamente inadecuados, por más prominentes que éstos fuesen, fueron despedidos de sus trabajos y forzados a emigrar. Inicialmente, el régimen nazi simplemente enviaba a sus matones a sabotear sus performances como, por ejemplo, le ocurrió al conductor Fritz Busch en la Ópera Estatal de Dresde: cuando comenzó la performance de Rigoletto, activistas nazis sentados en las primeras filas gritaron “Afuera Busch” y él fue reemplazado por otro conductor in situ. Poco tiempo después dejó el país (él no era judío pero fue repudiado por sus ideas, por su amistad con judíos y porque un hermano suyo estaba casado con una judía). Gran presión fue ejercida sobre el compositor judío Kurt Weill a través de la prensa y de intervenciones de burócratas del partido para que su última ópera Der Silbersee fuese cancelada en Leipzig, Magdeburgo y Erfurt. Al poco tiempo él dejó Alemania. Similar destino corrió el reconocido conductor hebreo Bruno Walter cuando las autoridades se negaron a garantizar la seguridad pública en conciertos planeados con la Orquesta de Leipzig y la Filarmónica de Berlín. El director canceló todos sus conciertos en Alemania y partió rumbo a Austria. Posteriormente, el nazismo legalizó estas intimidaciones en la Ley para la Restauración del Servicio Civil profesional que puso término a los contratos de muchos músicos en orquestas, óperas y conservatorios.

El prominente musicólogo nazi Walter Abendroth escribió en 1934 sobre “un bacilo que ha producido modorra, implantado en el cuerpo cultural [alemán] por agentes hostiles”. En 1935, el Instituto para el Estudio de la Cuestión Judía publicó Die Juden in Deutschland en cuyas páginas se alegaba que “los estudiosos camaradas raciales” de Meyerbeer y Offenbach habían convertido a la música en un asunto de especulación financiera. El mismo año Christa Maria Rock y Hans Brückner postularon lo mismo en su obra Ein musicalisches Jundetrum-ABC. Otro musicólogo halló intolerable, en 1936, que los compositores judíos “obedecen una ley de su raza, por lo cual deben intentar destruir una armonía generalmente extraña”. En 1940 Alfred Rosenberg se mostró preocupado por la influencia musical exógena ejercida sobre “la sangre y alma del pueblo alemán”. En 1941 fue publicado el libro de referencia antijudío más importante sobre la música y los judíos durante el Tercer Reich: el Lexicon der Juden in der Musik. Editado por Theo Stengel y Herbert Gerigk, atribuía a los hebreos apenas una “capacidad parasitaria para entender las obras de otros”, denunciaba el “vacío, en tanto sentido oriental judío” y los difamaba extensamente. Los autores declaraban haber producido el primer análisis científico sobre nombres judíos y la relación entre la raza y la música y daban crédito por el trabajo pionero a Richard Wagner, Richard Eichenauer y a Karl Blessinger. Ensayos, artículos y libros que denunciaban la presunta influencia perniciosa de los judíos en la música proliferaron.

Uno dato extraño. Adolf Hitler admiraba a Gustav Mahler por sus interpretaciones de Wagner a pesar de que éste era judío (converso al catolicismo, pero según el dogma nazi seguía siendo un judío). El Führer era un amante de la opereta, género que había denostado en los años veinte pero que posteriormente apreciaría. Aparentemente gustó de La viuda alegre de Franz Lehár y de El muerciélago de Johann Strauss. Esos eran gustos curiosos dado que Lehár estaba casado con una judía y cooperaba regularmente con judíos en tanto que Strauss tenía sangre judía en sus venas.

Página Siete (Bolivia)

Página Siete (Bolivia)

Por Julián Schvindlerman

  

El tango diplomático de la Argentina e Irán – 01/02/13

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Cristina Fernández ha llevado un poco lejos su vocación tercermundista. Ella siempre se ha sentido más cómoda entre pares del mundo subdesarrollado que con sus contrapartes del primer mundo. Así, las relaciones de la Argentina son tensas con Gran Bretaña, España y Estados Unidos, pero diáfanas con Cuba, Angola e Indonesia.

Durante una reciente visita a Vietnam, la Presidenta se vistió como guerrillera del Vietcong, hizo turismo aventura por los túneles de Cu Chi y alabó a Ho Chi Minh: “Es el padre de la patria, el San Martín de Vietnam”. En un viaje de años atrás a Libia, halagó a Muamar Gadafi: “Yo también, al igual que el líder de la Nación Libia, he sido militante política; desde muy jóvenes hemos abrazado ideas y convicciones muy fuertes”. Ahora ha decidido acercarse al Irán de Mahmud Ahmadineyad.

El domingo pasado, la señora Fernández envió 19 tuits (curioso modo de comunicación presidencial) en los que anunció que un “acuerdo histórico” había sido alcanzado entre Buenos Aires y Teherán en relación a la causa AMIA. La noción de que Buenos Aires dialogue con Irán sobre este tema es problemática en al menos dos aspectos cruciales y para abordarlos es necesario recordar un poco la historia.

En 1994, agentes al servicio de Irán explotaron la sede de la comunidad judía de la Argentina, provocaron la muerte a 85 personas (mayormente argentinos y también bolivianos, polacos y chilenos) e hirieron a otras 300. Luego de años de investigación, la justicia argentina acusó al régimen ayatollah de haber planeado el ataque y solicitó a Interpol la emisión de circulares de captura internacional contra los implicados, entre quienes hay figuras de alto rango del actual Gobierno, así como de previos gobiernos del país persa.

A casi 20 años del hecho y de insistentes reclamos, el Gobierno argentino decidió iniciar contactos con las autoridades iraníes para resolver, como afirmó la Presidenta en uno de esos tuits, “los temas pendientes vinculados al ataque terrorista a la sede de la AMIA”. Se anunció que una “comisión de la verdad” sería establecida, formada por expertos extranjeros propuestos por ambos países, que emitirá una “recomendación” luego de estudiar el caso.

Los dos problemas principales con este anuncio son, en primer lugar, que, como indicó oportunamente el Centro Simón Wiesenthal, convocar a Irán a cooperar en la resolución de un caso de terror en el que ese país estuvo involucrado es equivalente a que los Estados Unidos hubieran invitado a Al-Qaeda a colaborar en la investigación sobre los atentados del 11 de septiembre de 2001, y, en segundo lugar, que el Poder Ejecutivo nacional no puede ni debe intervenir en una causa judicial abierta. Irán debe acatar, no negociar, los requerimientos de la justicia argentina.

Que este anuncio fue hecho el Día Internacional de Recordación del Holocausto agregó ofensa al daño inicial: el régimen iraní es el máximo negador del Holocausto en la actualidad.

Para entender el acercamiento entre las partes es importante comprender sus posibles motivaciones.

Para la República Islámica de Irán, dar finalmente por superado el escollo de la causa AMIA en su relación con la República de Argentina es un componente de su plan para profundizar su infiltración política, económica y militar en América Latina. Irán vio correctamente que el Gobierno argentino tenía afinidades ideológicas con los liderazgos del llamado Eje Bolivariano (receptivo a Irán) y reforzó su apuesta en pos del acercamiento bilateral. Ninguna otra nación de la región podía legitimar la presencia de Irán aquí a la luz de haber padecido en suelo soberano dos atentados terroristas planeados por Teherán.

Al consentir el inicio de diálogo, la República de Argentina ha marcado un giro espectacular en su diplomacia. Bajo una mirada hiper-realista dio prioridad a las relaciones comerciales y políticas con Irán frente al reclamo de justicia. Según informó el diario Clarín, las exportaciones argentinas al país persa aumentaron un 234% desde que Cristina Fernández asumió la presidencia en 2007, y el 1000% si se compara con la situación a 2005, cuando su marido gobernaba. En 2010 fue un año récord al alcanzar las exportaciones un total de 1.453 millones de dólares, meses después de la peor crisis económica mundial desde 1930.

Pero el mercado iraní representa menos del 1,5% de las ventas totales del país al resto del mundo, lo que sugiere que la ideología -la visión Sur-Sur del Gobierno- debe ser también un factor de peso. Para que florezca la relación, pasó entonces a ser imperativo correr de lado la traba de la justicia. Y así la causa AMIA fue abandonada.

Para suavizar el hecho, el acuerdo fue anunciado con invocaciones a la memoria y a la verdad. Pero, como un buen tango, tiene el aura de la tragedia a su alrededor.

Infobae, Infobae - 2013

Infobae

Por Julián Schvindlerman

  

Glamour y Antisemitismo – 21/01/13

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La vocación autodestructiva de muchos ricos y famosos es legendaria. Desde Marylin Monroe a Linsday Lohan, desde Kurt Cobain a Amy Winehouse y desde Charlie Sheen a Lance Armstrong, los casos se suceden con la misma vorágine con la que éstos pasan del set del estudio a la discoteca, de la portada en Vogue a la fiesta regada de drogas, de la cima al lodo. Casi todos hacen el recorrido. Algunos lo sobreviven. Muchos no.

Un par de años atrás, el modisto británico y estrella de la casa Christian Dior, John Galliano, tropezó y cayó. Y cayó hondo. En dos ocasiones diferentes se enredó en grotescas peleas públicas en bares, repletas de insultos antisemitas y racistas. A una mujer le dijo “sucia judía” y a su acompañante “bastardo asiático de mierda”, en otra oportunidad espetó a una mujer “puta y fea judía”. En una de estas instancias, mala suerte para él, fue filmado. El video, accesible en youtube, muestra a un Galliano sentado, bebiendo y fumando, y afirmando cosas tales como “amo a Hitler”, “la gente como usted tendría que estar muerta, su madre, su padre, todos en la cámara de gas” y diciéndole “fea” a una camarera que le dijo que él tenía un problema.

Su conducta patotera y xenófoba apenas encajaba con la imagen de elegancia, sofisticación y glamour tan típicas del mundo fashion. Él fue universalmente condenado, Dior lo despidió, una corte francesa lo halló culpable de crímenes de odio y lo sentenció a pagar una multa de aproximadamente seis mil euros. Galliano intentó explicar sus actos oprobiosos alegando que estaba con estrés y bajo el efecto del Valium y el alcohol; una imagen poco profesional que tampoco agregaba demasiado a su currículm vitae. Luego se disculpó públicamente: “No adhiero a esas opiniones, nunca han sido mis convicciones… El hombre del video no es Johan Galliano, es el envoltorio de John Galliano”. Pero ya nada era suficiente. Habiendo manifestado su amor por Hitler en un café de Paris era realmente muy poco lo que él podía hacer. El presidente de Francia Francois Hollande le quitó la más alta distinción que la nación le había conferido, la Legión de Honor. Marginado del mundo de la moda y convertido en un paria entre celebrities, Galliano se sumió aún más en el alcoholismo. Había emprendido, así parecía, un viaje sin retorno hacia la total autoinmolación.

Pero la resurrección no tardaría en llegar. Recientemente, Oscar de la Renta anunció que ha invitado a Galliano a trabajar en su estudio en Nueva York durante unas semanas. “Todo el mundo tiene derecho a una segunda oportunidad, sobre todo alguien tan talentoso como John” acotó el diseñador dominicano. El mundo de la moda pronto lo perdonará. Él ya atravesó su período de penitencia y sus diseños son demasiado codiciados como para privar a las estrellas de vestirlos. Galliano estuvo mal, se admitirá, pero se le debe permitir dar vuelta la página. Después de todo, el tribunal no lo condenó a cadena perpetua.

Supongo que eso es justo. Aunque el alcoholismo o la adicción a los somníferos no son excusas para el antisemitismo o el racismo -dudo que la mayoría de los bebedores de un buen Malbec o los consumidores de Valium, aún en sus momentos de alegría o sueño, adoren a Hitler o despotriquen contra los asiáticos, las mujeres y los judíos (con la notoria excepción de Mel Gibson)- si el hombre se ha arrepentido genuinamente y ha expresado su mea culpa, tiene derecho a poder ver la luz al final del túnel. ¿Acaso no se le ha perdonado a Coco Chanel su colaboración con los nazis durante la ocupación alemana de Francia? Al excéntrico diseñador británico se le puede dar un pase por algunas frases desafortunadas. No es que a un mal precedente se le deba agregar otro encima. Es tan sólo que la moraleja de esta historia ya quedó plasmada.

La caída y resurrección de John Galliano prueban que el combate cívico contra el antisemitismo y otras formas de racismo ha sido exitoso. Su descenso al ostracismo y posterior ascenso demuestran que en la actualidad no es gratis ser un xenófobo. Su caso da cuenta de que uno hoy no puede jugar al neonazi y porfiar contra las minorías sin ser socialmente castigado. Eso es un triunfo de la civilidad. Esto no significa que la lucha universal contra el antisemitismo y el racismo esté terminada. Ni por lejos. La lección que nos deja el caso Galliano es otra: tenemos derecho a ser prejuicios, pero tenemos también la obligación de pagar un precio por ello. Galliano pagó el suyo. Ya puede volver al ruedo.

Comunidades, Comunidades - 2013

Comunidades

Por Julián Schvindlerman

  

Human rights watch e Israel – 09/01/13

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¿Puede una ONG de derechos humanos tener entre sus miembros a un relator antisemita, a un analista militar colector de souvenirs nazis, a un juez antisionista, organizar una cena de recaudación en Arabia Saudita, halagar al clan Gaddafi, opinar que llamados a la destrucción de Israel no constituyen una forma de incitación al genocidio, emitir más reportes sobre la conducta humanitaria del estado judío -única democracia del Medio Oriente- que de cualquier otra tiranía en la región, y aun así preservar su reputación como una organización imparcial? Aparentemente sí, esa es la proeza de Human Rights Watch. Para el observador desprevenido, HRW es un parangón de combate objetivo contra las violaciones a los derechos humanos en el mundo. Para quienes siguen las actividades y reportes de esta ONG más de cerca, su colapso moral interior es evidente.

Dime con quien andas y te diré quien eres, ¿no? Comencemos por el perfil de algunos de sus integrantes. Primeramente está el patrón financiero de la organización, el magnate George Soros, quién respalda materialmente a HWR y a otros grupos de extrema izquierda en los Estados Unidos como J Street y MoveOn.org.

Hasta hace unas pocas semanas atrás, Richard Falk integraba el Comité Santa Bárbara que es parte de esta ONG y la asiste en sus actividades globales. El señor Falk trabajó como experto en Palestina en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, posición que usó para difamar a Israel y defender a los tiranos múltiples veces. Al puesto fue postulado por Bashar Assad, Muhamar Gaddafi y otros dictadores. Su posturas fueron tan saturadas de antisemitismo y tan extremas (él cree que el 9/11 fue una patraña norteamericana) que fue repudiado por el Primer Ministro británico David Cameron, la embajadora estadounidense ante la ONU Susan Rice, la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU Navi Pillay y el Secretario-General del organismo Ban Ki-Moon. El radicalismo de Falk es tal que la propia Autoridad Palestina pidió que fuese removido del cargo sobre la base de que él es un partisano de Hamas». HRW no halló objetable sus posiciones y lo acogió con gusto. Debió desasociarse de él luego de una exitosa campaña de denuncia internacional llevada adelante por la ONG suiza United Nations Watch.

En su plantel estuvo también Marc Garlasco, quien trabajó en la organización como un analista militar senior. HRW lo presentó como parte de su División de Emergencias dedicado a la «evaluación de daños en la batalla, operaciones militares e interrogatorios «. Fue enviado varias veces a zonas de conflicto, especialmente a Israel, país al que dedicó atención desproporcionada y muy crítica. HRW debió suspenderlo cuando trascendió su obsesión por la colección de fetiches nazis, la publicación de un libro de más de cuatrocientas páginas sobre insignias militares y sus visitas a portales firmando como «Flak 88», nombre de una conocida pieza de artillería alemana de la Segunda Guerra Mundial. HRW lo defendió alegando que su inclinación por la parafernalia nazi era parte de su historia familiar y acusó al gobierno israelí de instigar una campaña de desprestigio: «Esta acusación es demostrablemente falsa y encaja en una campaña para distraer atención de los reportes rigurosos y detallados de Human Rights Watch sobre las violaciones de los derechos humanos y la ley humanitaria internacional por parte del gobierno israelí». Finalmente lo removió del cargo y prometió una investigación, de la cual públicamente nunca se supo nada.

Otro de sus oficiales estrella que terminó fuera de la organización fue Richard Goldstone. Este juez judío sudafricano era miembro de su junta de directores cuando fue designado titular de una comisión de investigación de la ONU sobre los presuntos crímenes de guerra y de lesa humanidad cometidos por Israel durante la guerra con Hamas del 2008/09. Cuando NGO Monitor, una organización israelí dedicada a observar la conducta de las agencias de derechos humanos, denunció el conflicto de intereses del juez al ejercer ambas posiciones, éste renunció a HRW. En su informe, Goldstone citó unas treinta afirmaciones de HRW sobre Israel y HRW promovió con entusiasmo tanto su designación como su reporte. Desde que Goldstone fue designado en abril del 2009 hasta que emitió su informe en septiembre del mismo año, HRW emitió más de quince declaraciones a favor del establecimiento de la comisión de investigación, elogiando la idoneidad del juez y exigiendo que Israel cooperase. Dentro del primer mes de publicado el informe, HRW había publicado veintisiete comunicados alabándolo. Sarah Leah Withson, directora del programa de Medio Oriente y Norte de África de HRW insistió que Washington debía respaldar las conclusiones del reporte y para ello comparó la defensa israelí contra cohetes de Hamas con las matanzas masivas, violaciones y otras aberraciones perpetradas en África: «La Administración Obama no puede exigir el rendir cuentas por serias violaciones [a los derechos humanos] en lugares como Sudán y el Congo pero permitir a aliados como Israel un pase libre». Un año y medio después de haber redactado su polémico informe, el propio juez Goldstone tomó distancia del mismo en artículos de opinión publicados en la prensa norteamericana.

En cuanto a la propia señora Withson, cabe señalar que antes de unirse a HRW activó en la oficina en New York del Comité Árabe-Americano contra la Discriminación (ente fuertemente antiisraelí) y una de sus primeras tareas en HRW consistió en involucrar a la organización en presionar a Caterpillar a que desistiese de vender tractores al ejército israelí. Conforme Jennifer Rubin ha escrito en su blog de la revista Commentary, Withson tiene o ha tenido en su oficina un póster de una película que celebra el terrorismo-suicida.

Con estos personajes a bordo, apenas sorprende que desde que Hamas lanzó su primer cohete contra población civil en Israel (eso es un crimen de guerra) le haya tomado años a HRW emitir su primer informe al respecto, o que, como observó el comentarista David Feith en el Wall Street Journal, durante la primera década de este milenio HRW haya publicado aproximadamente la misma cantidad de reportes críticos de Israel que sobre Irán, Siria y Libia combinados.

En abril del 2009, miembros de HRW visitaron Libia y felicitaron al hijo del coronel libio Seif al-Islam por ser una «fuerza de la reforma». En breve, el hijo dilecto de Gaddafi estaría amenazando a la población civil libia sublevada, advirtiendo que el régimen estaba dispuesto a pelear «hasta el último hombre, la última mujer, la última bala». Al mes siguiente HRW organizó una cena de recaudación de fondos en Arabia Saudita, país donde la discriminación contra las mujeres, la persecución a homosexuales y la intolerancia religiosa son moneda corriente. HRW justificó la necesidad de fondos mostrando que, efectivamente, dedica una atención desproporcionada a Israel: «La agrupación enfrenta una merma de fondos por la crisis financiera global y por el trabajo respecto de Israel y Gaza, que agota el presupuesto de HRW para la región». Cuando un editorial del New York Times se manifestó contrariamente a la postulación palestina como estado independiente ante la ONU, el director de HRW Kenneth Roth envió un tweet objetando esa postura. A los pocos minutos de que la Asamblea General de la ONU recibiera favorablemente a Palestina como estado no-miembro en su seno el pasado 29 de noviembre, HRW instó a los palestinos a que usaran su nuevo estatus para perseguir a Israel en la Corte Criminal Internacional.

La obsesión antisraelí de HRW la ha llevado a lugares curiosos. Para el sentido común, clamar pública y repetidamente por la destrucción de una nación constituye incitación al genocidio; no así para el director de esta institución. Cuando se le preguntó en el 2010 acerca de las expresiones infamantes del presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad («hay que borrar a Israel del mapa»), Roth puso en duda esas palabras: «Hubo una pregunta real acerca de si él verdaderamente dijo eso». Cuando esa frase ya no pudo ser negada y el vicepresidente del organismo Shid Seinberg dijo que HRW no debía permanecer callada ante las diatribas antisraelíes de Irán, Roth escribió que «la teoría» que reina en su organización es que en el caso de la defensa de una causa, por más odiosa que sea, hay tiempo para disuadir mientras que en la incitación, no. «Muchas de las afirmaciones [de Irán] son ciertamente reprochables, pero no son incitación al genocidio. Nadie ha actuado sobre ellas», señaló. Se podría postular que Hamas, Hezbollah y las Guardias Revolucionarias iraníes ya han actuado sobre esas palabras, pero alegar razón ante el dogma es una empresa inútil. Según el criterio del director de HRW, habrá que esperar a que Teherán lance la bomba atómica sobre Tel-Aviv para concluir que «hay que borrar a Israel del mapa» era, después de todo, una incitación al genocidio. ¿Será muy descabellado pensar que quizás ese escenario no le disguste demasiado al señor Roth?

Un crítico de la conducta escandalosa de esta agrupación de derechos humanos escribió un artículo en el New York Times en el cual lamentaba que «Human Rights Watch ha perdido perspectiva crítica sobre un conflicto en el que Israel ha sido repetidamente atacada» y que ella «con creciente frecuencia, deja de lado la distinción importante entre sociedades abiertas y cerradas» y concluyó así: «Sólo por medio del retorno a su misión fundacional y al espíritu de humildad que la animó podrá Human Rights Watch resucitarse a sí misma como una fuerza moral en el Medio Oriente y por todo el mundo. Si fracasa en hacer eso, su credibilidad será seriamente minada y su rol importante en el mundo significativamente disminuido». Esto fue publicado en el 2009 y su autor fue Richard L. Bernstein, el fundador eminente de Human Rights Watch.

Compromiso

Compromiso

Por Julián Schvindlerman

  

La revolución del graffiti en Egipto – 01/13

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Año 5 – Nro 30

Esta nota fue escrita antes de la caída de Morsi

Para conmemorar el primer aniversario de la rebelión popular que precipitó la caída del régimen de Hosni Mubarak, fue organizado un festival de expresión artística en Egipto. Jóvenes fueron convocados a manifestar su sentir ante la nueva realidad política y social de la nación árabe bajo la consigna de pintar graffitis en las paredes del país. Llamada “La semana loca del graffiti” instaba: “Sal a las calles y pinta a lo largo de tu país. Piensa, renueva, lucha y pinta”. Además del Cairo, Alejandría y Suéz -urbes habituadas a este arte callejero- se sumaron otras más alejadas tales como Port Said, Isamilia, Zagazig, Mansoura, Mahalla, Banha, Tanta y Assiut entre otras. Como el llamado fue subido a Facebook y anunciado por Twitter alcanzó fama mundial y se incorporaron artistas en Alemania, el Reino Unido, Polonia, Austria y Canadá.

“Si no tienes otro canal, el graffiti es el medio más directo para expresarte públicamente” dijo uno de los organizadores, “lo más importante es que la gente se está expresando, sacando afuera sus mensajes”. El problema es que el entonces gobierno de transición también decidió enviar un mensaje y mandó a sus policías a reprimir: tres jóvenes fueron arrestados y al rato liberados. Un mural fue pintarrajeado y algunos graffitis tachados con pintura. Una serie de afiches en blanco y negro que mostraban a una niña sin ojos y con la boca desfigurada con el texto “abre tus ojos y habla antes de que sea demasiado tarde” del mismo modo fueron arrancados. Lo que recordó que el Egipto post-revolucionario no había transitado todavía el camino hacia la libertad total y -cabe notar- se ha estado alejando de ella más aún desde que los Hermanos Musulmanes tomaron, elecciones mediante, el poder tiempo atrás. En comparación a los tiempos de Mubarak, no obstante, cuando tales expresiones eran cercenadas, ahora pueden verse estos graffitis rebeldes en las casas, calles e incluso en algunos edificios oficiales. En ciertos casos, los propios vecinos han solicitado a los artistas que pinten sus dibujos de colores sobre las fachadas de sus grisáceos hogares.

Al cabo de una era en que la tiranía reinaba, el disenso no era permitido y la manifestación artística era censurada, ni bien afloró un atisbo de libertad, o su esperanza al menos, muchos jóvenes egipcios eligieron dar rienda libre a su pensamiento y sentimiento y lo plasmaron en las calles del país. Después de todo, del graffiti se ha dicho que es un arte de masas, por las masas, para las masas. Durante los últimos dos años muchos y diversos graffitis aparecieron con mensajes de denuncia, protesta o sufrimiento. La fotógrafa sueca residente en Egipto Mia Gröndahl recopiló en un libro titulado La revolución del graffiti: arte callejero del nuevo Egipto este testimonio artístico y político.

En sus más de doscientas páginas quedaron plasmadas más de cuatrocientas de tales imágenes que retratan varias escenas revolucionarias: un manifestante herido y colegas que lo asisten, un tanque enfrentado a disidentes, rostros cortados y vendados. Otras reflejan el rencor de un pueblo oprimido: niños haciendo gestos obscenos, una serpiente con la cabeza de la ex primera dama Suzanne Mubarak, el logo de McDonald´s con el lema “Gobierno de Transición cómete esto”, o un agente de seguridad consumiendo a un “mártir” como en el impactante cuadro de Goya “Saturno devorando a su hijo”. Otras son menos bruscas pero igualmente directas: un tablero de ajedrez con la pieza del rey volteada. Algunas abordan temas sociales: dos hombres besándose y sobre ellos la frase “la homofobia no es revolucionaria” o una mujer sensual que usa un repelente contra hombrecitos que se le acercan. Y las hay también épicas: opositores en plena protesta con alas dibujadas en sus espaldas o una súper-heroína egipcia similar a la mujer maravilla con cara de pocos amigos que arriba supuestamente a enfrentar a los represores.

Se necesitará algo más que graffitis para incentivar y consolidar la democracia en Egipto. Pero como expresión social colectiva en tiempos de crisis y como manifestación artística popular, el movimiento del graffiti egipcio es en sí mismo un fenómeno singular que da cuenta del sentir de una generación oprimida y pujante por respirar alguna brisa de libertad.

Comunidades, Comunidades - 2012

Comunidades

Por Julián Schvindlerman

  

El ejemplo de Canadá – 28/12/12

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El pasado mes de septiembre, inesperadamente Canadá rompió relaciones diplomáticas con la República Islámica de Irán. Ottawa retiró a sus diplomáticos en Teherán y dio cinco días a sus contrapartes iraníes para que abandonasen el país. El Ministro de Relaciones Exteriores, John Baird, justificó las razones de la decisión en un comunicado: El régimen iraní proporciona una ayuda militar creciente al régimen [sirio del presidente] Asad; rehúsa apegarse a las resoluciones de las Naciones Unidas concernientes a su programa nuclear; amenaza regularmente la existencia de Israel y tiene propósitos antisemitas racistas además de incitar al genocidio». El comunicado agregó que «Canadá considera al gobierno de Irán como la principal amenaza para la paz y la seguridad mundiales en este momento», indicó que Irán «está entre los peores violadores de derechos de las personas en el mundo» y destacó que Teherán «alberga a grupos terroristas a los que entrega ayuda material», todo lo cual obligaba a su gobierno «a inscribir oficialmente a Irán como Estado que respalda al terrorismo». En diciembre, el gobierno canadiense expandió las sanciones económicas contra empresas e individuos iraníes asociados al programa nuclear persa.

Además de estas consideraciones por demás meritorias, Canadá mantenía un viejo rencor con el régimen ayatollah desde el año 2003, cuando éste encarceló, torturó, violó y asesinó a la periodista canadiense-iraní Zahra Kazemi. Un médico exiliado que previamente había trabajado en el Ministerio de Defensa de Irán y tuvo acceso al cadáver de la víctima, dijo haber hallado evidencia de una violación brutal, quemaduras en el abdomen, marcas de latigazos en las piernas, heridas en el cuello, fractura de cráneo, dos dedos rotos, uñas arrancadas, un dedo del pie apastado y la nariz quebrada. El gobierno iraní inicialmente informó que Zahra Kazemi había fallecido por un paro cardíaco durante el interrogatorio.

Pero la impaciencia con la conducta incivilizada de Irán parece haberse agotado en Ottawa el último mes de julio, ocasión en que el agregado cultural iraní allí anunció un plan de infiltración chiíta en el país anfitrión. El attaché Hamid Mohammadi no lo publicitó abiertamente, pero en la era de la Internet aún una entrevista dada en farsi a un oscuro portal iraní puede hallar su camino hacia la esfera pública global. En una entrevista con el portal de los expatriados iraníes en Canadá, Mohammadi se mostró feliz con el creciente número de iraníes que viven allí, que estimó era de medio millón, expresó la intención del gobierno de reclutarlos al servicio de Irán bajo la fachada de un programa cultural y los instó a «ocupar posiciones de alto nivel» y a «resistirse a integrase a la cultura canadiense dominante».

La cancillería canadiense protestó por estas declaraciones incendiarias, recordó a Irán que los exiliados iraníes residentes en Canadá objetaban al régimen ayatollah, lo urgió que no intentara influir en ellos y le advirtió que no debía usar su embajada en Ottawa con fines de reclutamiento ideológico. El Ministerio de Ciudadanía, Inmigración y Multiculturalismo notificó a las autoridades iraníes que su nación no permitiría que agentes o aliados del régimen se asentaran en Canadá y puso en marcha un proceso de revisión de todas las solicitudes de visado pendientes con el objeto de garantizar que sólo iraníes bienintencionados fuesen bienvenidos.

Irán ya había iniciado su misión. Algunos ejemplos del año corriente solamente parecen sugerir que Irán ha estado activamente haciendo propaganda en Canadá a través de su delegación diplomática, del Centro Cultural de Irán en Canadá, de la Asamblea Islámica de Canadá Ahlul Bayt y del Centro para la Guía Islámica en Toronto. Un informe reciente del Middle East Media Research Institute detalla las siguientes actividades iraníes en suelo canadiense este año.

En mayo, el Centro Cultural de Irán en Canadá anunció la creación del «primer festival internacional de cineastas independientes» que se enfocaría entre otros temas en «el rol del lobby sionista en las crisis norteamericanas y europeas presentes», «resistencia islámica contra el régimen sionista», «Iránfobia e islamofobia» y «un mundo sin sionismo». En junio, el centro iraní junto con la Asociación de Cultura Iraní de la Universidad Carleton en Ottawa, cuyo titular es el hijo del attaché Mohammadi, organizó una conferencia titulada «El despertar contemporáneo y el pensamiento del Imán Khomeini». En julio, el mismo instituto convocó a la postulación de artículos para un seminario a realizar en agosto en Teherán bajo la consigna «El despertar islámico y liberar la ciudad santa de Jerusalem». Entre los tópicos sobre los que se invitaba a escribir figuraban «Una nueva intifada en las tierras ocupadas y los obstáculos que enfrenta» y «el papel de la prensa en realizar la liberación de Jerusalem». En agosto, la embajada iraní en Ottawa marcó el «Día Al-Quds» (Día de Jerusalem) exhibiendo una película sobre la resistencia palestina. En Toronto tuvo lugar una manifestación con cánticos del tipo «sionismo es racismo» y «del río al mar Palestina será libre». La lista sigue.

Al cortar lazos diplomáticos, Canadá puso término o acotó estas operaciones de adoctrinamiento extremista disfrazadas de eventos culturales. Además de ser una postura de principios, tendrá el beneficio adicional de contribuir a la seguridad de sus ciudadanos. Es reconfortante ver esta toma de conciencia frente al peligro que encarna Irán en el Hemisferio Occidental. Es preocupante advertir que ella parece estar concentrada sólo en su parte norte.

Originalmente publicada en Infobae

Mundo Israelita

Mundo Israelita

Por Julián Schvindlerman

  

El backstage de la cúpula de hierro – 21/12/12

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El 7 de abril del 2011 por primera vez un cohete palestino fue explotado en pleno vuelo por el sistema antimisiles Cúpula de Hierro. Desde entonces ha detenido la caída de grandes cantidades de cohetes lanzados desde Gaza contra Israel. Durante la última confrontación con Hamas, alcanzó un éxito operativo del 84%, habiendo derribado a 421 cohetes que se dirigían a centros poblados en el país. A lo largo de una semana de una intensa lluvia de cohetes, sólo seis israelíes perdieron la vida (aunque una vida perdida es siempre demasiado).

Hoy Cúpula de Hierro es universalmente celebrado como la máxima defensa militar tierra-aire, pero el proyecto estuvo en más de una oportunidad a punto de ser descartado. Como muchas de las grandes ideas de la historia, debió sortear múltiples obstáculos antes de alcanzar la consagración. En su caso, eso significó saltear a la burocracia estatal israelí, prevalecer ante la competencia de la industria, eludir al lobby militar norteamericano y trascender el escepticismo de políticos locales. La visión de un hombre y la ardua labor de un equipo de ingenieros fueron cruciales para que la iniciativa despegara.

Charles Levinson y Adam Entous han detallado la génesis, derrotero y apogeo de Cúpula de Hierro en un reciente artículo en el Wall Street Journal. Según han informado, en el año 2004 el brigadier-general Daniel Gold, doctorado en matemáticas, fue nombrado director del Departamento de Investigación y Desarrollo del Ministerio de Defensa de Israel. Él estaría a cargo de desarrollar nuevos sistemas armamentísticos. Desde hacía ya tres años que Hamas disparaba cohetes desde Gaza y el Dr. Gold quería encontrar el modo de detener ello. Pensó en un sistema antimisil. Inicialmente, casi nadie en el ejército le dio demasiado crédito a la idea. Los cohetes de Hamas son pequeños, vuelan de manera errática y caen en el terreno en cuestión de segundos. No obstante, Gold convocó a la empresa israelí Sistemas de Defensa Avanzados Rafael y pusieron manos a la obra.

Lo que pretendían lograr era poco menos que una proeza científico-militar. Debían diseñar un sistema que escaneara continuamente a la franja de Gaza, detectara el instante en que un cohete era disparado, determinase su trayectoria y si volase hacia un centro poblado lanzara un misil que lo interceptase exitosamente en el aire. Todo eso debía poder hacerlo dentro de los quince segundos. También debía costar aproximadamente una décima parte de lo que regularmente cuesta un sofisticado sistema antimisiles, pues miles de cohetes estaban siendo disparados desde Gaza. Más todavía, el proyecto debía estar operativo en cinco años, la mitad del tiempo usual para el desarrollo de este tipo de defensas.

Era la pesadilla perfecta para un diseñador industrial y sin embargo Cúpula de Hierro comenzó a ser desarrollado. Gold y sus colegas debieron esquivar varias comisiones de investigación generadas por oficiales consternados por la poca consideración que mostraron los ingenieros hacia los canales burocráticos normales. Gold redujo la burocracia al mínimo indispensable evitando así aquellos trámites interminables que terminan disuadiendo al común de los mortales. Debió lidiar con el Pentágono, cuyos expertos militares habían desdeñado el plan y habían presionado al gobierno israelí a que optara por una batería antiaérea de cuño americano.

Después de la guerra del Líbano -en la cual Hezbollah lanzó más de 4.200 misiles contra el norte de Israel durante 33 días y mató a 44 israelíes- el gobierno prestó mayor atención a la idea del Dr. Gold. Aún así, cuando la iniciativa fue presentada al entonces premier Ehud Olmert, casi todos sus asesores militares repudiaron Cúpula de Hierro. Desoyendo al propio gobierno, a fines del 2006 Gold instruyó a Rafael que comenzara a desarrollar a gran escala el proyecto. “La directiva no estaba bajo su autoridad” señalaría un reporte de la auditoría israelí posteriormente.

A inicios del 2007, el Dr. Gold y su equipo recibieron el apoyo crucial del entonces Ministro de Defensa Amir Peretz. Lo que éste carecía en experiencia militar (fue sindicalista gran parte de su vida) lo tenía de sobra en vivencia emocional: había nacido en Sderot, el pueblo israelí más expuesto al fuego de Hamas. Peretz asignó fondos al proyecto violando unas cuantas reglas pues Cúpula de Hierro no tenía entonces aprobación oficial. Para fin de año, el gobierno estaba a bordo y contribuyendo generosamente a la financiación.

Fue entonces cuando el resto de la industria despertó. Enterados de la voluntad oficial de financiar un proyecto militar millonario, los competidores presionaron para que sus propios planes fuesen considerados. A su vez, los auditores del estado pusieron mayor empeño en sus monitoreos y emitieron un informe que castigaba al Dr. Gold por liderar un proyecto enorme sin contar con la aprobación necesaria. “El brigadier-general Gold decidió desarrollar Cúpula de Hierro, determinó el esquema de avance y ordenó predesarrollo y desarrollo total antes de que las autoridades relevantes hubieran aprobado el proyecto” dijeron, indignados.

El programa continuó y en el 2009 fue testeado por primera vez. El resultado fue exitoso. Ese año coincidió con el ingreso de Barack Obama a la Casa Blanca. El flamante presidente envió una delegación de expertos militares a evaluar Cúpula de Hierro, quienes confirmaron que era exitoso y superior al sistema Phalanx norteamericano. Desde el 2010, Washington colaboró con $275 millones de dólares. Obama advirtió correctamente que Cúpula de Hierro daría espacio político a los líderes israelíes al minimizar las víctimas de los ataques de Hamas. En su visión de las cosas, ello haría sentir más segura a Israel y en consecuencia más dispuesta a efectuar concesiones territoriales. Cualquiera haya sido la motivación, esa resultó ser una decisión correcta.

Así fue como el improbable entendimiento entre un matemático obstinadamente visionario y un sindicalista convertido en ministro de defensa, sumado a la creatividad y trabajo duro de un equipo de ingenieros, dio por resultado un muy sofisticado y efectivo sistema antimisiles que resguarda en la actualidad a millones de israelíes. Cúpula de Hierro demostró eficacia para derribar cohetes enemigos y, no menos importante, reveló tener una habilidad especial para frenar los embistes de burócratas y políticos. Confirmó a su vez que la jutzpá israelí tiene sus virtudes.