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La Nación (Argentina)

La Nación (Argentina)

Por Julián Schvindlerman

  

La canonización de dos pontífices que hicieron historia – 25/04/13

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El próximo 27 de abril tendrá lugar una ceremonia extraordinaria en el Vaticano: en presencia de dos papas vivos serán canonizados dos papas fallecidos. Francisco anunció la canonización simultánea de Juan XXIII y de Juan Pablo II, en tanto que el papa emérito Benedicto XVI hizo saber que asistirá. Con la primera canonización doble de dos pontífices, Francisco anhela reunir a reformistas y conservadores dentro de la Iglesia Católica y ungir en figuras modélicas a dos personalidades históricas del papado.

Usualmente, tales asuntos son de preocupación exclusiva de los católicos. A veces, partes interesadas dejan oír sus voces cuando esos acontecimientos lesionan sus sentimientos. Tal el caso de Pío XII, el papa que lideró a la Iglesia durante la Segunda Guerra Mundial, cuya propuesta de beatificación ha sido cuestionada por la comunidad judía internacional al considerar que de esa forma Roma busca legitimar la política de la Santa Sede frente al nazismo. En la instancia actual, sin embargo, es harto probable que los judíos vean con aprobación esta doble canonización al involucrar a dos pontífices muy queridos.

Juan XXIII revolucionó las relaciones religiosas entre católicos y judíos; Juan Pablo II revolucionó las relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y el estado judío. El legado individual de cada uno de ellos en las relaciones interreligiosas es notable. En conjunto, es monumental.

Durante los años de la Shoá, Angelo Roncalli fue nuncio en Estambul, desde donde trabajó denodadamente en favor de salvar a los judíos perseguidos por los nazis. Ya como Sumo Pontífice, compuso una plegaria en la que expresaba remordimiento por las legendarias difamaciones antijudías de la Iglesia y, en una ocasión memorable, saludó espontánea y cálidamente a un grupo de feligreses hebreos al verlos salir de la sinagoga en Roma. Pero su contribución más fundamental en el plano interreligioso fue la convocatoria del Concilio Vaticano II (1962-1965), cuya declaración Nostra Aetate marcó un punto de inflexión en los vínculos entre católicos y judíos, y sus repercusiones positivas se sienten todavía.

Juan Pablo II fue el primer papa en visitar Auschwitz (1979), el primero en ingresar en una sinagoga (1986) y quien entabló relaciones diplomáticas entre Roma y Jerusalén (1993). Al reconocer diplomáticamente al estado judío, Juan Pablo II normalizó las relaciones largamente postergadas entre la Santa Sede y el estado de Israel. Luego se convirtió en el primer pontífice en ir, con el inicio del nuevo milenio, a Yad Vashem (el Museo del Holocausto de Israel) y en rezar en el Muro de los Lamentos. La imagen del papa ante sus imponentes piedras blancas se erigió en la representación visual más destacada de la nueva era en las relaciones entre la grey católica y la judía.

Por supuesto que hubo desencuentros y desavenencias entre las partes. En cuestiones religiosas, la Iglesia Católica y el pueblo judío tienen sus diferencias, y en el plano de las relaciones internacionales, la diplomacia de la Santa Sede y la política de Israel no están en completa sintonía. Pero gracias a estos dos papas extraordinarios algo ha cambiado para siempre en los lazos que unen a ambos pueblos.

Por ello la ceremonia de este domingo en la Ciudad del Vaticano será seguramente observada con entusiasmo no sólo por todos los católicos del mundo, sino también por aquellos a quienes uno de estos pontífices famosamente llamó «nuestros hermanos mayores».

Comunidades, Comunidades - 2013

Comunidades

Por Julián Schvindlerman

  

La doble apostasía de Magdi Allam – 24/04/13

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En coincidencia con las Pascuas últimas, el celebrado comentarista italiano Magdi Cristiano Allam anunció que abandonaba el catolicismo. Cinco años después de dejar el islam para recibir el bautismo -en el Vaticano y por el mismísimo Papa Benedicto XVI- Allam anunció el motivo de la despedida en una nota publicada en Il Giornale que puede resumirse en dos palabras: demasiado relativismo.

La decisión fue extrema y el anuncio, dramático. Su vida como católico se desarrolló por cinco años, entre las Pascuas del 2008 y las Pascuas del 2013, y su final coincidió con la renuncia al cargo papal de Benedicto XVI. “Creo en Jesús que me encantaba cuando era niño, leyendo los Evangelios y traído a la vida por auténticos testigos -religiosos y laicos cristianos- a través de sus buenas obras” escribió, “pero ya no creo en la Iglesia”. Allam se pronunciaba todavía creyente y se comprometía a no cejar en la lucha por la santidad de la vida, la unión familiar, la dignidad de la persona y la libertad religiosa. También reafirmaba su nacionalismo al subrayar su rechazo a la caridad que la Iglesia mostraba hacia los inmigrantes, especialmente a los ilegales, en Italia y proclamaba: “Estoy a favor de la recepción de las normas y la primera regla es que en Italia, primero debemos asegurar el bien de los italianos, la correcta aplicación de la exhortación de Jesús ama a tu prójimo como a ti mismo”.

El autor empleaba la ocasión para cuestionar a la Iglesia en aquellos elementos de disidencia individual que consideraba estar en oposición a la naturaleza humana, como el celibato sacerdotal, la abstención de relaciones sexuales fuera del matrimonio y el rechazo al divorcio. Reflexionaba, a su vez, sobre la misión universal de la Iglesia y concluía que al buscar la comunión de todos los católicos del mundo tomaba una postura contraria a la de la identidad nacional que él veía como necesaria para preservar a la civilización occidental.

Yendo al núcleo de su apostasía, Allam explicaba que lo que más lo alejó de su nueva fe había sido el relativismo y la legitimidad conferida al islam “como una verdadera religión de Allah como el único Dios verdadero, a Mahoma como un profeta verdadero, al Corán como libro sagrado y a las mezquitas como lugares de culto”. Para un hombre que había abandonado el islam en repudio a las violencias e intransigencias que en su visión anidaban en su seno, el respeto pontificio acordado a la religión Mahometana en el marco del diálogo interreligioso le resultó inadmisible. En su artículo, Allam se mostró consternado por la decisión de Juan Pablo II de haber besado el Corán en 1999, porque Benedicto XVI haya orado hacia la Meca desde la Mezquita Azul de Estambul en el 2006 y porque Francisco extendiera su consideración a los musulmanes del mundo, llegando a lavar los pies a dos de ellos en una prisión italiana el pasado mes de abril (esto ocurrió posteriormente). No por casualidad su artículo se titulaba “Por qué me voy de esta Iglesia débil con el islam”.

Y finalizaba: “voy a seguir adelante con la espalda recta y la cabeza alta para dar mi aporte al renacimiento de los valores e identidades italianos. Voy a ser un hombre íntegro en la totalidad de mi humanidad”.

Esta era una despedida fuerte, en consonancia con una determinación absoluta y forjada en su propia historia personal. Magdi Allam nació en Egipto en 1952 en el seno de una familia musulmana. Su educación estuvo en manos de salesianos en el Cairo y el contacto con sus muchos docentes italianos nutrió su primer vínculo con Italia, país al que emigró en 1972, donde se graduó de sociólogo en la Universidad de La Sapienza y en el cual, catorce años después, obtenía la ciudadanía. Llegó a ser subdirector de Il Corriere della Sera y se hizo famoso por su crítica al islam radical. En el 2008 trocó al islam por el catolicismo, y un lustro después anuló su pertenencia a la Iglesia Católica. Su viaje espiritual e ideológico ha sido ciertamente extraordinario.

Independientemente de lo extraño que pueda lucir el hecho de abandonar una religión por razones de opinión más que de fe, su decisión ha alertado a propósito de un atributo del diálogo interconfesional que promueve el Vaticano con el islam: la mitigación de los temas reales de preocupación en pos de las apariencias políticamente correctas de la coexistencia. Ésta posiblemente haya sido la alarma más clara que ha sonado con su acto insólito el doble apóstata Magdi Allam. Aunque Roma esté comprensiblemente indignada con el mensajero, su mensaje merece ser escuchado.

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La doble apostasía de magdi allam (24/04/2013)

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En coincidencia con las Pascuas últimas, el celebrado comentarista italiano Magdi Cristiano Allam anunció que abandonaba el catolicismo. Cinco años después de dejar el islam para recibir el bautismo -en el Vaticano y por el mismísimo Papa Benedicto XVI- Allam anunció el motivo de la despedida en una nota publicada en Il Giornale que puede resumirse en dos palabras: demasiado relativismo.

La decisión fue extrema y el anuncio, dramático. Su vida como católico se desarrolló por cinco años, entre las Pascuas del 2008 y las Pascuas del 2013, y su final coincidió con la renuncia al cargo papal de Benedicto XVI. Creo en Jesús que me encantaba cuando era niño, leyendo los Evangelios y traído a la vida por auténticos testigos -religiosos y laicos cristianos- a través de sus buenas obras» escribió, «pero ya no creo en la Iglesia». Allam se pronunciaba todavía creyente y se comprometía a no cejar en la lucha por la santidad de la vida, la unión familiar, la dignidad de la persona y la libertad religiosa. También reafirmaba su nacionalismo al subrayar su rechazo a la caridad que la Iglesia mostraba hacia los inmigrantes, especialmente a los ilegales, en Italia y proclamaba: «Estoy a favor de la recepción de las normas y la primera regla es que en Italia, primero debemos asegurar el bien de los italianos, la correcta aplicación de la exhortación de Jesús ama a tu prójimo como a ti mismo».

El autor empleaba la ocasión para cuestionar a la Iglesia en aquellos elementos de disidencia individual que consideraba estar en oposición a la naturaleza humana, como el celibato sacerdotal, la abstención de relaciones sexuales fuera del matrimonio y el rechazo al divorcio. Reflexionaba, a su vez, sobre la misión universal de la Iglesia y concluía que al buscar la comunión de todos los católicos del mundo tomaba una postura contraria a la de la identidad nacional que él veía como necesaria para preservar a la civilización occidental.

Yendo al núcleo de su apostasía, Allam explicaba que lo que más lo alejó de su nueva fe había sido el relativismo y la legitimidad conferida al islam «como una verdadera religión de Allah como el único Dios verdadero, a Mahoma como un profeta verdadero, al Corán como libro sagrado y a las mezquitas como lugares de culto». Para un hombre que había abandonado el islam en repudio a las violencias e intransigencias que en su visión anidaban en su seno, el respeto pontificio acordado a la religión Mahometana en el marco del diálogo interreligioso le resultó inadmisible. En su artículo, Allam se mostró consternado por la decisión de Juan Pablo II de haber besado el Corán en 1999, porque Benedicto XVI haya orado hacia la Meca desde la Mezquita Azul de Estambul en el 2006 y porque Francisco extendiera su consideración a los musulmanes del mundo, llegando a lavar los pies a dos de ellos en una prisión italiana el pasado mes de abril (esto ocurrió posteriormente). No por casualidad su artículo se titulaba «Por qué me voy de esta Iglesia débil con el islam».

Y finalizaba: «voy a seguir adelante con la espalda recta y la cabeza alta para dar mi aporte al renacimiento de los valores e identidades italianos. Voy a ser un hombre íntegro en la totalidad de mi humanidad».

Esta era una despedida fuerte, en consonancia con una determinación absoluta y forjada en su propia historia personal. Magdi Allam nació en Egipto en 1952 en el seno de una familia musulmana. Su educación estuvo en manos de salesianos en el Cairo y el contacto con sus muchos docentes italianos nutrió su primer vínculo con Italia, país al que emigró en 1972, donde se graduó de sociólogo en la Universidad de La Sapienza y en el cual, catorce años después, obtenía la ciudadanía. Llegó a ser subdirector de Il Corriere della Sera y se hizo famoso por su crítica al islam radical. En el 2008 trocó al islam por el catolicismo, y un lustro después anuló su pertenencia a la Iglesia Católica. Su viaje espiritual e ideológico ha sido ciertamente extraordinario.

Independientemente de lo extraño que pueda lucir el hecho de abandonar una religión por razones de opinión más que de fe, su decisión ha alertado a propósito de un atributo del diálogo interconfesional que promueve el Vaticano con el islam: la mitigación de los temas reales de preocupación en pos de las apariencias políticamente correctas de la coexistencia. Ésta posiblemente haya sido la alarma más clara que ha sonado con su acto insólito el doble apóstata Magdi Allam. Aunque Roma esté comprensiblemente indignada con el mensajero, su mensaje merece ser escuchado.

Comunidades, Comunidades - 2013

Comunidades

Por Julián Schvindlerman

  

El Kirchnerismo y el papa Francisco – 10/04/13

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A lo largo y ancho del mundo, la elección de un nuevo Papa fue causa de celebración. La novedad del primer Sumo Pontífice latinoamericano en la historia de la Iglesia Católica provocó entusiasmo en la región. Pero increíblemente, enfrentados al hecho de que el nuevo Papa era un argentino, los estratos K reaccionaron negativamente, e incluso con hostilidad. ¿La razón? Pues que Jorge Mario Bergoglio, en su pasado rol de arzobispo de Buenos Aires, fue crítico del gobierno. Automáticamente, eso lo ubicó en la lista de enemigos del kirchnerismo.

Y así, una vez conocido el ascenso de Bergoglio al trono de Pedro, la presidenta Cristina Fernández tardó más de una hora en expresarse y cuando lo hizo fue mediante una fría carta de felicitación. Cuando unas horas después ella mencionó al nuevo Papa durante un acto del grupo oficialista La Cámpora, sus militantes lo abuchearon. El mismo día, el bloque oficialista en la Cámara de Diputados negó un pedido de la oposición de interrumpir un acto en homenaje a Chávez para dar lugar a una salutación al pontífice argentino. En tanto, los medios de comunicación oficiales ignoraban la elección de Bergoglio: mientras que los canales independientes pasaban incesantemente la primicia, el canal 7 emitía su ciclo habitual de dibujitos animados y la agencia gubernamental de noticias Télam demoraba informar sobre el tema.

El diario pro-gobierno Página 12 fue más allá y pasó de la indiferencia al ataque, resucitando una añeja acusación de que durante los tiempos de la dictadura Bergoglio había colaborado con la Junta Militar. El Premio Nobel de la Paz argentino Adolfo Pérez Esquivel, la miembro de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) Graciela Fernández Meijide y la ex jueza perseguida por los represores Alicia Oliveira salieron en defensa de Bergoglio. El Vaticano emitió un duro comunicado atribuyéndolo a una campaña difamatoria y calumniosa de una publicación de la izquierda anticlerical». Otras figuras del universo K respaldaron la ofensiva. La presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo Estela de Carlotto aseguró «Bergoglio pertenece a la Iglesia que oscureció al país» y la presidenta de Madres de Plaza de Mayo Hebe de Bonafini dijo que «la Iglesia es opresora».

Asimismo, el titular de la Biblioteca Nacional Horacio González definió la elección de Bergoglio al Papado de «retroceso político» y el activista kirchnerista Luis D´Elía dijo que ella fue resultado de «un nuevo intento del imperio por destruir la unidad sudamericana».

Al cabo de unos días, la presidenta comprendió que su gobierno no podía permanecer enfrentado al Papa como líder espiritual de mil doscientos millones de católicos e ir a contramano del sentimiento popular argentino que mayoritariamente recibió con alegría el acontecimiento. Velozmente solicitó, y consiguió, una audiencia privada con el Sumo pontífice. El mismo hombre que como sacerdote argentino había pedido catorce veces reunirse con la presidenta para ser ignorado una vez tras otra, acababa de conceder a Cristina el honor de la primera audiencia papal. Y ella, que no fue capaz de caminar unos cuantos metros dentro de su despacho para recibirlo, debió volar miles de kilómetros para verlo. La militancia K tomó nota del gesto y con obediencia debida a la líder suprema del movimiento pasó de la condena a la alabanza.

Página 12, que había recibido la elección papal con el título «¡Dios Mío!», tituló «Fructífero e importante» al encuentro de la presidenta con el Papa. Agustín Rossi, jefe de la bancada oficialista en Diputados que rehusó saludar ceremonialmente al Papa, viajó a Roma para presenciar la entronización de Bergoglio y tuiteó «Muy agradecido x haber participado de este acontecimiento histórico». Hebe de Bonafini -quién en el 2007 había calificado al arzobispo de Buenos Aires de fascista y en el 2008 había tomado la Catedral- modificó el tono de su condena en una carta dirigida al Vaticano: «Don Francisco, no sabía de su trabajo pastoral». Estela de Carlotto lo bendijo: «Tenemos confianza en él. Que el espíritu santo lo ilumine». En ocasión del pasado 24 de marzo, fecha aniversario del golpe militar, la Casa Rosada y sus aliados en el ámbito de los derechos humanos optaron por no criticar a Bergoglio. Luis D´Elía resumió: «Evidentemente, hoy es un día distinto».

El cambio abrupto del discurso K se debió al pragmatismo de Cristina. Tal como manifestó con sorprendente candor el filósofo oficialista José Pablo Feinmann: «Para ganar las elecciones [del próximo octubre], el kirchnerismo debe ganarse primero al Papa. Este Papa tiene que ser nuestro». De ahí que el movimiento K pasara de la hostilidad espontánea a la más deshonesta adulación. En su puja por el poder total, el kirchnerismo avanzó sobre las instituciones republicanas, atacó a la prensa independiente y desafió a la corte suprema bajo el lema «vamos por todo». Ahora aspira a apropiarse del Papa también.

Compromiso

Compromiso

Por Julián Schvindlerman

  

Hollywood y el tercer Reich: Cinco minutos por los seis millones – 04/13

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Año 5 – Nro 33

A partir de la década de 1930 los nazis buscaron eliminar toda presencia judía de la industria del cine alemán e impusieron una censura severa a la creatividad. Como resultado de ello, prominentes cineastas abandonaron el país para dirigirse, entre otros destinos, a los Estados Unidos, donde forjaron carreras notables y legaron películas asombrosas: Billy Wilder, Paul Henreid, Fritz Lang, Hedy Lamar, Perer Lorre y Max Ophlüs por nombrar algunos. Así es que indirecta e involuntariamente el Tercer Reich contribuyó al crecimiento de Hollywood.

Últimamente, algunos historiadores se han preguntado si Hollywood también fue útil a los nazis de algún modo. Un par de ellos han respondido afirmativamente en sendos libros que denuncian los vínculos entre los estudios de cine de California y el régimen de Adolf Hitler. En Hollywood y Hitler: 1933-1939, Thomas Doherty mostró que pocos films creados en Hollywood abordaron la temática del fascismo y que mayormente eludieron retratar los acontecimientos de Europa en ese período oscuro. Recién en las vísperas de la Segunda Guerra Mundial Warner Bros. publicó una película que condenaba abiertamente a la dictadura Hitleriana en Confesiones de un espía nazi, de Anatole Litvak (1939), film que antecede a la famosa El gran dictador de Charles Chaplin (1940).

Pero una cosa es ignorar las aberraciones de los nazis y otra cosa es coquetear o incluso hacer negocios con la Alemania de Hitler, tal como Christopher Bray, biógrafo de Michael Caine y Sean Connery, ha observado en The Wall Street Journal. Y aquí es cuando el segundo autor en cuestión -Ben Urwand en La colaboración: el pacto de Hollywood con Hitler- parece haber metido el dedo en la llaga. Ciertamente los ejecutivos de Hollywood, entre quienes se contaban numerosos judíos, eran antinazis. Por caso, en 1938 Leni Riefenstahl arribó a Los Ángeles con la esperanza de lograr un jugoso contrato. Cuando ella negó que los nazis fuesen antisemitas, aún conocidos los hechos de la Kristallnacht ese mismo año, un director de cine le dijo que lo único en lo que en Hollywood podrían interesarse era en “películas sobre una autopsia del cerebro de su novio”, una alusión a Goebbles o Hitler seguramente. Pero el hecho de que la cineasta de Hitler haya sido recibida en primer lugar, da cuenta del nexo que existía entre los productores estadounidenses y la Alemania nazi.

Es sabido que Hitler era un fanático de Laurel & Hardy y de Mickey Mouse, aunque despreciaba a Tarzán. Su afecto por personajes de Hollywood facilitó el ingreso de las películas norteamericanas a Alemania. Pero con ciertas restricciones ajustadas al gusto ideológico del mandamás nazi. Aquí es donde la colaboración de Hollywood se hizo palpable. Con tal de no perder el lucrativo mercado alemán, algunos estudios acomodaron sus productos a las reglas nazis. El cónsul alemán en Los Ángeles, Georg Gyssling, era frecuentemente invitado a ver las películas de los estudios antes de que éstas fueran publicadas y sus objeciones eran tenidas en cuenta. Así, tal como David Mikics, profesor de la Universidad de Houston, ha señalado en Tablet, “los nazis tuvieron un poder de veto total sobre las películas de Hollywood” que serían distribuidas en Alemania y otros países.

El comienzo de esta cooperación con los nazis data de 1930 cuando Universal Studios accedió a recortar apreciablemente la película Sin novedad en el frente de Lewis Milestone, luego de que durante su exhibición en Alemania patoteros nazis sabotearan su presentación. En 1934 Warner Bros. fue expulsada de Alemania por negarse a incorporar todos los recortes exigidos por Gyssling en la película ¡Capturado!. En 1936 Metro Goldwyn Mayer planeaba producir una película que exaltaba a la democracia sobre el fascismo pero anuló el proyecto para no ofender a los nazis. Se trataba de una adaptación de la novela de Sinclair Lewis No puede pasar aquí. Ese mismo año todos los judíos empleados en la industria del cine estadounidense en Alemania debieron dejar el país. Hitler así lo había exigido y los grandes estudios habían accedido para preservar sus sedes en la nación germana.

Como Jennifer Schuessler ha indicado en el New York Times, en 1937 Warner Bros. removió la palabra “judío” de los diálogos del film La vida de Emile Zola, que describía el caso Dreyfus. En 1938, la filial alemana de 20th Century Fox firmó “¡Heil Hitler!” en cartas enviadas al régimen. Este mismo estudio produjo unos años antes el film La casa de los Rothschild que mostraba la supuesta influencia judía en las finanzas internacionales; una de sus escenas fue incorporada al film antisemita Der Ewige Jude. La Anti Defamation League (ADL) quedó tan consternada al ver la película que solicitó a todos los estudios que dejasen de lado a personajes judíos en sus producciones. En 1939 MGM recibió en sus oficinas a diez editores de diarios nazis, entre ellos al editor del Völkischer Beobachter, órgano del Partido Nazi. Urwand denunció que esta colaboración incluyó la producción de material que sería empleado con fines propagandísticos e incluso dio apoyo financiero a la industria militar alemana como parte de un esquema para repatriar las ganancias de sus películas.

Los censores nazis tuvieron influencia sobre todas las películas que Hollywood divulgaría en el mundo entero, no solamente en Alemania. Ello era fruto de una reglamentación de 1932 que estipulaba que los estudios de cine extranjeros podrían ver sus permisos revocados si proyectaran, en cualquier país del planeta, películas perjudiciales para la imagen de Alemania. El objeto era frenar un género creciente: películas ambientadas en la Primera Guerra Mundial que retrataban a los solados alemanes negativamente. Al llegar al poder en 1933, Hitler buscó censurar el modo en que los estudios norteamericanos mostrarían de allí en más a los alemanes y a los judíos en todas sus películas. Todos los estudios terminaron fuera de Alemania con el inicio de la guerra, pero aún así fracasaron en reflejar la situación de sus hermanos bajo amenaza de extinción.

Este escándalo moral no es atenuado por los esfuerzos que algunos de ellos hicieron por asistir a los judíos europeos detrás de las bambalinas, en algunos casos llegando a salvar muchas vidas judías. Un ejemplo de cuanto estaba dispuesta a hacer Hollywood en celuloide por los judíos europeos quedó reflejado en la película Nadie escapará (1944) que tenía una escena de cinco minutos sobre el Holocausto. Cinco minutos por los Seis Millones: esa fue la medida del compromiso Hollywoodense en sus películas durante la era nazi.

La Razón (España)

La Razón (España)

Por Julián Schvindlerman

  

Recomponer el tablero – 24/03/13

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En el primer viaje internacional de su segundo mandato, el presidente Barack Obama buscó alcanzar tres objetivos distintivos: resetear la relación de Washington con Jerusalem, respaldar al Rey de Jordania y reasegurar a la Autoridad Palestina que el proceso de paz sigue siendo una prioridad para su Administración.

Especialmente en la escala israelí, el tour estuvo repleto de símbolos y amenas palabras. El énfasis fue puesto en recomponer un vínculo afectado y subrayar ante la audiencia árabe y musulmana más amplia que Estados Unidos aún ve a Israel como un fortísimo aliado regional. De ahí la calidez en la oratoria -tanto a nivel personal hacia el premier Benjamín Netanyahu como protocolar hacia la nación hebrea- y la elocuencia presencial con visitas a las tumbas del fundador del sionismo político Theodor Herzl, del difunto premier Ytzjak Rabín y el Museo del Holocausto entre otras.

En Ramallah intentó mostrar a los palestinos que él no había olvidado sus aspiraciones estatales y proclamó su apoyo al proceso de paz entre las partes. Causó cierto desencanto allí el hecho de que el presidente Obama no convalidó la postura del presidente Mahmoud Abbas de condicionar la reanudación de las tratativas a un freno a la construcción de asentamientos. Si bien no ofreció propuestas puntuales o novedosas para relanzar el diálogo, enfatizó que el proyecto de la paz es parte del interés diplomático norteamericano. Con todo, resultó claro que en este momento Irán y Siria son asuntos prioritarios para la Casa Blanca.

En Jordania, Obama prometió asistencia humanitaria a una monarquía aquejada por problemas económicos agravados por el influjo de refugiados sirios. Ammán es un aliado importante de Washington, un socio de la paz de Israel y un actor a favor de la estabilidad regional. La presencia del presidente de los Estados Unidos allí fue crítica en un momento en que la casa real está siendo desafiada políticamente por la Hermandad Musulmana local y enfrentada a una población frustrada por las penurias económicas.

Antes de partir de la zona, Obama dejó el éxito más significativo de su gira: el acercamiento entre Ankara y Jerusalem. Considerando que apenas unas pocas semanas atrás el Primer Ministro turco Recep Tayyip Erdogan clamó ante una audiencia global que el sionismo es un “crimen contra la humanidad”, el logro de Obama fue poco menos que una proeza. Para Washington, preservar cierta armonía entre estos dos aliados cruciales es particularmente relevante a la luz del deterioro de la crisis en Siria, el avance del programa nuclear en Irán y la realidad de un Medio Oriente todavía convulsionado por las múltiples revueltas populares de la llamada “primavera árabe”.

Infobae, Infobae - 2013

Infobae

Por Julián Schvindlerman

  

La diplomacia del emoticón – 23/03/13

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De esto se trató principalmente el tour de Barack Obama por Israel, Jordania y Palestina: poner un smile político sobre la relación con Israel, reasegurar a la monarquía Hashemita y decirles a los palestinos que no están olvidados.

Esta ha sido su primera visita al estado judío como presidente. Obama tomó nota de las críticas efectuadas sobre el hecho de que en su previo mandato había viajado a varias naciones árabes y musulmanas pero nunca a Israel, un aliado histórico, lo que, sumado a la frialdad exhibida hacia el premier Benjamín Netanyahu, resultó en que el mensaje equivocado estaba siendo enviado a un Medio Oriente transformado por las revueltas árabes y otros desarrollos. De ahí que sus discursos y gestos personales hayan estado cargados de simbolismo y cordialidad.

Ni bien aterrizó en Tel-Aviv, el presidente reafirmó solemnemente “los lazos indisolubles entre nuestras naciones” y “el compromiso inquebrantable de Estados Unidos con la seguridad de Israel”. En una cita dedicada a corregir una pasada afirmación suya, hecha en El Cairo en el 2009, en la cuál sugirió que el estado de Israel fue creado en respuesta al Holocausto de la Segunda Guerra Mundial, recalcó que “hace más de tres mil años, el pueblo judío vivió aquí, tendió la tierra aquí, oró a su Dios aquí”, palabras que subrayan el vínculo milenario del pueblo judío con la Tierra de Israel y refutan la narrativa extremista que niega esa realidad.

Al visitar la tumba de Theodor Herzl, el padre del sionismo político, Obama pareció repudiar sutilmente al Primer Ministro turco Recep Tayyip Erdogan, quién a fines de febrero dijo a una audiencia en Viena que “al igual que el sionismo, el antisemitismo y el fascismo, la islamofobia debe ser considerada como un crimen contra la humanidad”. Erdogan fue condenado por el gobierno de los Estados Unidos por ello, sin embargo, unas semanas más tarde elevó la apuesta: “yo mantengo mis comentarios hechos en Viena”. Hoy él fue recompensado: a instancias de Obama, Netanyahu telefoneó a su par turco y se disculpó por la actuación israelí durante el incidente del buque turco Mavi Marmara; una disculpa que absurdamente Ankara venía reclamando luego de haber creado ese problema en primer lugar. La recompostura de las relaciones entre dos aliados cruciales de Washington será celebrada como uno de los logros más importantes del viaje de Obama.

Algo sumamente saludable de esta gira ha sido la impresión dejada por Obama de que el conflicto palestino-israelí, con todo lo importante que es, no constituye el máximo problema regional, como durante décadas la diplomacia palestina exitosamente ha postulado. La masacre de setenta mil ciudadanos en Siria, el ascenso de la Hermandad Musulmana al poder en Egipto, el progreso en la senda nuclear del régimen teocrático de Irán, la inestabilidad política en el Líbano y la caída de gobernantes en Túnez, Argelia y Libia son acontecimientos políticos enormes completamente desvinculados de las vicisitudes del proceso de paz entre Ramallah y Jerusalem.

Obama no pronunció esta verdad abiertamente pues la corrección política todavía es Reina en la diplomacia. Y de hecho aseguró que “la paz es posible”. Pero sus expresiones a favor de un renovado proceso de paz no fueron el centro de su gestión y estuvieron, en cualquier caso, acompañadas por otras manifestaciones relativas al comportamiento de Irán y preocupaciones sobre Siria, Hezbollah y otras cuestiones. Las andanadas usuales de Mahmoud Abbas contra “la violencia, la ocupación, los asentamientos, los arrestos, el asedio y la negación de los derechos de los refugiados” mostraron a un liderazgo palestino anclado en la queja y el reclamo y muy, muy alejado del espíritu de componenda necesario para que las negociaciones sean reanudadas. Las protestas callejeras en contra de Obama en Cisjordania y los cohetes lanzados desde Gaza en vísperas de su visita agregaron lo suyo al clima de enemistad imperante.

Pero las palabras son una cosa y los hechos son otra. El esfuerzo de Obama en resetear las relaciones con Israel es encomiable y a la vez es testimonio de cuan deteriorado estaba el vínculo Washington-Jerusalem. Obama ha designado como Secretario de Defensa a Chuck Hagel, un hombre con un historial de hostilidad hacia Israel y apaciguamiento hacia sus enemigos, y como Secretario de Estado a John Kerry, no cortado precisamente del palo de una Condoleezza Rice. Las diferencias entre las partes en torno a como evitar que Irán sea una potencia nuclear permanecen, así como también las diferentes lecturas acerca de la situación en Siria y el riesgo cierto de que armas químicas caigan en poder de Hezbollah.

La dinámica de la relación y las acciones futuras de Washington probarán si este tour de la armonía sentó las bases de una nueva gestión mesooriental, o si fue un maravilloso preludio hacia la más inconsecuente normalidad.

Comunidades, Comunidades - 2013

Comunidades

Por Julián Schvindlerman

  

El beso del Persa – 19/03/13

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Arribado a Caracas para despedir a su amigo y aliado venezolano, el presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad desplegó una exhibición: besó el féretro, se llevó la mano al corazón, se sentó en su silla, sacó un pañuelo y se lo llevó a sus ojos. No cabe duda de que Chávez resucitará junto con Jesús y el Impecable» había afirmado antes, aludiendo al Imán Mahdi del chiísmo. Entonces él «ayudará a establecer la paz, la justicia y la bondad». Su gobierno decretó un día de duelo nacional en Irán por su fallecimiento.

Delegaciones de cincuenta y cuatro países y treinta y tres mandatarios asistieron al funeral de Hugo Chávez. A medida que se acercaban a dar el saludo final, todos fueron aplaudidos. «Pero Ahmadinejad fue el más ovacionado, con casi todos los asistentes de pie» reportó el diario La Nación. En Teherán, mientras tanto, Ahmadinejad estaba siendo cuestionado. Varios clérigos acusaron al presidente de sacrilegio, pues el asunto del retorno de las almas y el imán Mahdi rara vez es discutido en público, aún entre las autoridades sacerdotales chiítas más autorizadas. «¿Quién eres tú para decir esas cosas?» le espetó el conocido clérigo Hojatoleslam Gharaati Mohsen en un discurso reproducido en medios locales. «Esto demuestra hasta qué punto una persona puede ir cuando ha abandonado la religión y el libro de Dios.»

De todos los líderes latinoamericanos, Hugo Chávez ha sido el mejor anfitrión de Irán. Fue él quién abrió las puertas de América Latina al régimen Ayatollah y a Hezbollah, dando una pátina de legitimidad política a una tiranía atroz y a un grupo terrorista peligroso. Chávez viajó trece veces a Teherán y su contraparte le correspondió con media docena de visitas a Caracas. Su colegialidad era mística. En el 2009, Ahmadinejad llevó a Chávez a la ciudad santa de Mashhad y lo hizo ingresar al santuario del Imán Reza, normalmente vedado a los no musulmanes.

Salvo por su membresía en la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), Irán y Venezuela no tienen mucho en común; ni geográficamente, ni religiosamente, ni culturalmente. Pero desde el ascenso de Chávez y Ahmadinejad al poder, políticamente forjaron una alianza fortísima que relacionó a ambas naciones en un comercio bilateral multimillonario. En 2004 el volumen de negocios entre ambos países apenas rozó el millón de dólares; cinco años después solamente el valor de los emprendimientos y proyectos de firmas iraníes en el país caribeño rondaba los cuatro mil millones de dólares.

Comparten unos setenta acuerdos de joint-venture valuados en alrededor de diecisiete mil millones de dólares. Sumado a los acuerdos económicos firmados a lo largo de los años, tienen muchas otras áreas de cooperación. Existe un vuelo transoceánico entre Teherán y Caracas que no es comercialmente rentable, no admite pasajeros comunes y no está sujeto a control aduanero regular. Algunas universidades venezolanas enseñan farsi. Fábricas iraníes fueron montadas en zonas rurales remotas y son custodiadas exclusivamente por iraníes. Ostensiblemente dedicadas a la fabricación de bicicletas o tractores, fueron ubicadas en regiones ricas en uranio o minerales determinados. Chávez, debe recordarse, fue premiado por Ahmadinejad por apoyar su programa nuclear.

En mayo del 2011, el diario alemán Die Welt informó que Irán estaba construyendo bases lanzadoras de cohetes en la Península de Paraguaya; ese mismo el The Arab Times reportó que ciudadanos de Kuwait, Bahrein y Arabia Saudita estaban siendo entrenados en Venezuela en el armado de bombas, comisión de asesinatos, secuestros y transporte de rehenes por integrantes de las Guardias Revolucionarias iraníes. En el 2010, líderes de Hamas, Hezbollah y la Jihad Islámica Palestina se reunieron con Hugo Chávez en los cuarteles de la Inteligencia Militar venezolana en Caracas. La isla Margarita, otrora paraíso turístico, se ha convertido en zona de entrenamiento de operativos islamistas.

En 2008, Washington definió al diplomático venezolano apostado en Damasco y Beirut, Ghazi Nasr al-Din, como agente de Hezbollah, en tanto que Nawaf Musawi, director de relaciones internacionales del Hezbollah, participó ese mismo año en al menos un evento en la embajada venezolana en Beirut en conmemoración del fracaso de un golpe de estado contra Chávez, quién, a su vez, fue el primer líder mundial en felicitar a Ahmadinejad por su victoria electoral en el 2009, la cual fue considerada fraudulenta por gran parte de la población iraní y familia de las naciones. Un simpatizante de Hezbollah de ascendencia siria, Tarek el-Aissami, fue el responsable de la agencia de pasaportes venezolana, ministro de justicia e interior y vice-canciller; su padre ha alabado públicamente a Sadam Hussein y a Osama Ben-Laden y su hermano ha estado asociado en el negocio de la droga a Walid Makled, un traficante sirio-venezolano.

El pasado enero Tahmasb Mazaheri, ex presidente del Banco Central de Irán, fue detenido en el aeropuerto de Dusseldorf en Alemania, procedente de Turquía, portando un cheque de un banco estatal venezolano por un monto de setenta millones de dólares (trescientos millones de bolívares) sin haberlo declarado. El señor Mazaheri es además uno de los directores del Banco Internacional de Desarrollo (BID), institución financiera iraní asentada en Caracas, que es a su vez una filial del Export Development Bank of Iran (EDBI). Ambas entidades están sancionadas por el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos por su rol en el apoyo financiero al Ministerio de Defensa de Irán.

Estos son apenas unos pocos ejemplos de la interrelación poco santa entre Venezuela e Irán. Pero son suficientes para ofrecer una idea de la magnitud que ha alcanzado este vínculo cimentado durante años de cooperación económica, camaradería política y fraternidad ideológica. Es natural que el líder persa haya llorado ante el cuerpo de Hugo Chávez.

Varios

Varios

Por Julián Schvindlerman

  

Previsibles acciones Argentinas sobre Malvinas – 11/03/13

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Artículo publicado en Semanario Sin Límites (México)
Por Verónica Valenzuela

Mil 672 votantes estuvieron convocados, en una iniciativa promovida por los residentes del archipiélago.

En un día frío y nuboso, pero sin lluvia, los malvinenses continuaron hoy votando en los cuatro centros electorales fijos instalados en las dos islas principales, Soledad y Gran Malvina. La primera jornada registró una participación masiva.

«Lo que estamos intentando hacer es enviar un mensaje (y obtener el reconocimiento internacional)», explicó Barry Elsby, miembro de la Asamblea Legislativa del archipiélago.

«Argentina nos está ignorando completamente. Pero el resto del mundo verá esto como lo que es, la visión democrática del pueblo. No importa lo que diga Argentina, el resto del mundo no lo ignorará»

Las casas y las tiendas de la capital, Stanley, estaban decoradas con carteles y banderas de la British Union Jack y de las Islas Malvinas (Falkland Islands).

Uno de los votantes, Anthony Tuson, británico procedente de Devon, suroeste de Inglaterra, pero que lleva viviendo en las islas desde 1987, dijo que espera hoy el triunfo del «sí» porque esta comunidad quiere mantener la soberanía británica.

Piloto de helicóptero de una compañía civil, Tuson afirmó que le gusta este archipiélago del Atlántico Sur porque es un «lugar seguro y hermoso» y no entiende «por qué Argentina quiere las islas».

«¿Por qué quieren vivir aquí? No tienen derecho y la cercanía con Argentina es un argumento ridículo para reclamarlas», señaló.

Otro malvinense, Hamish Wylie, dedicado a la actividad pesquera, señaló que confía en que el resultado del plebiscito, en el que se espera un amplio apoyo al «si», ayude a enviar «un mensaje a Argentina» sobre lo que quieren los habitantes de estas islas.

Hay que destacar el reto logístico implicado y, sobre todo, las implicaciones internacionales de este referéndum, que se celebró a través de un inhóspito territorio de 12,000 kilómetros cuadrados.

80% de los 2,563 residentes del archipiélago vive en la capital Stanley, pero muchos cientos habitan en zonas alejadas, donde hay granjas de cría de ovejas y pequeños pueblos remotos.

Para que todos voten, hubo cuatro colegios electorales fijos (uno en Stanley y otros tres en pueblos) y urnas móviles que se desplazaron por las islas en avión y en vehículos todoterreno.

TENSIÓN DIPLOMÁTICA ANUNCIADA

La realización de la consulta generó polémica en el ámbito internacional. Desde el sábado, la embajadora argentina en Londres, Alicia Castro, afirmó que el referéndum «no tiene efecto alguno desde el punto de vista del derecho internacional».

«Su previsible resultado no pone fin a la disputa ni a los incuestionables derechos argentinos», declaró Castro.

«Es el derecho internacional el que rige la relación entre los Estados, no es la voluntad caprichosa de una pequeña comunidad la que puede dirimir una disputa territorial», enfatizó la diplomática.

La embajadora dijo que esta consulta «está organizada por británicos, para británicos y con el fin de que digan que el territorio tiene que ser británico. Sabemos que a diferencia de otros casos de descolonización el referéndum no es convocado por la ONU ni cuenta con su aprobación o supervisión».

El internacionalista Julián Schvindlerman hizo, en entrevista con El Semanario Sin Límites, una previsión sobre lo que se espera: “Los isleños hacen un referéndum y seguramente decidirán permanecer bajo el gobierno británico. A la Argentina eso no le gustará ni lo reconocerá, pero no podrá hacer demasiado al respecto. A Londres le servirá para frenar los reclamos de soberanía de Buenos Aires ante la audiencia mundial”.

Por su parte, el senador Aníbal Fernández dijo: «El plebiscito kelper (llaman kelpers a los habitantes de las islas) no sólo no cuenta con observadores de la ONU sino, que hasta Estados Unidos (tradicional aliado del Reino Unido) ha mantenido una posición neutral».

El gobierno argentino ha advertido que no reconocerá este referéndum, porque se trata de una población implantada para argumentar la «ocupación» de las islas, cuando es un hecho reconocido por la Organización de Naciones Unidas (ONU), como una ocupación colonial.

Una voz disidente apareció también en los medios británicos. Es la del editor en temas de Defensa y Seguridad del matutino The Guardian, Richard Norton-Taylor, quien definió al referéndum como «provocativo» y «sin sentido».

El periodista aseguró que la consulta «va a exacerbar argumentos anacrónicos sobre soberanía» y remarcó el doble discurso de Londres con el pueblo expulsado de la isla Diego García por el imperio británico para que Estados Unidos pueda construir allí una base militar.

En ese sentido, recordó que ninguna de las 40 resoluciones de la ONU sobre la Cuestión Malvinas menciona el derecho de autodeterminación y que fracasaron todos los intentos británicos de incluir ese principio.

En un extenso editorial en The Guardian, repasó afirmaciones históricas como las del Duque de Wellington, uno de los héroes más reconocidos en Reino Unido, hasta las de Lord Carrington, canciller de Margaret Thatcher, donde se ponen en duda los títulos de soberanía británicos sobre las islas.

«Los habitantes de las islas son británicos, pero el territorio no», sostuvo Norton-Taylor y concluyó: «Un visitante de Marte se quedaría asombrado si alguien argumenta lo contrario».

Las Malvinas están ocupadas colonialmente por Gran Bretaña desde 1833. En la consulta se pretende que, de este modo, se ejerce «el derecho a la autodeterminación».

Algunos analistas han calificado como «ridículo» este proceso insólito.

Acciones

Por otra parte, el Senado argentino citó a una reunión extraordinaria el miércoles para rechazar el referéndum, después de que se presentó el proyecto con la firma de Daniel Filmus, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de esa Cámara, Rubén Giustiniani socialista de Santa Fe.

Filmus sostiene que «en las Malvinas lo que se va a hacer es una maniobra publicitaria, porque no tiene ninguna validez para la legislación del derecho internacional, con la apariencia de una participación popular».

En tanto, el premier británico David Cameron, ya hizo su propia advertencia de que «mientras los isleños quieran seguir siendo británicos, siempre vamos a estar ahí para protegerlos. Tienen mi palabra». Y sostuvo que «los isleños están haciendo oír su voz en un referéndum», como si este no hubiera sido preparado e impulsado por su gobierno.

Filmus recordó asimismo que «en 1833 Gran Bretaña usurpó las islas y expulsó a sus habitantes, por lo tanto la población actual no es nativa: es británica», y señaló que «la presidenta Cristina Fernández de Kirchner ha expuesto ante diferentes foros internacionales que la única vía que acepta Argentina para la resolución del conflicto es el diálogo bilateral».

Cita las numerosas resoluciones de la ONU donde advierte que «las partes que deben intervenir son dos, y no tres. Por lo tanto, los habitantes de las islas no conforman una voluntad diferente a la del Reino Unido».

Hay que especificar también que hay un contingente de tropas británicas que han instalado una base militar en la Isla Soledad del archipiélago de Las Malvinas, lo que también es ilegal, y desconoce las resoluciones de la ONU, sobre una descolonización negociada.

Gabriel Puricelli, coordinador de Política Internacional del Laboratorio de Políticas Públicas, advierte que dada las circunstancias y la realidad de la procedencia de los kelpers, esto no modifica mucho la situación, «en tanto que la población de Malvinas está definida claramente desde la Resolución de Naciones Unidas en 1965» como «implantada».

China apoya a Argentina

China reiteró hoy su respaldo a Argentina en el tema de la soberanía de Islas Malvinas y llamó a ese país sudamericano y al Reino Unido a solucionar el estatus político del archipiélago de acuerdo con las resoluciones de las Naciones Unidas.

En su contacto diario con la prensa, la vocera Hua Chunying dijo que Malvinas es uno de los casos pendientes de colonización en el mundo.

La portavoz se refirió a la situación en ese archipiélago situado en el Atlántico Sur luego del referéndum acerca de su futuro iniciado ayer, en contravención con las resoluciones de la ONU.

Los países de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América rechazaron el referéndum y expresaron que esas pretensiones desconocen el derecho histórico que asiste a Argentina sobre dichos territorios y constituye una continuación de la política colonial imperial.

En el año 1982, Argentina ocupó las islas pero fue expulsada del archipiélago después de una guerra de 74 días que dejó 649 argentinos y 255 británicos muertos.

Gran Bretaña administra Las Malvinas, que los británicos llaman «Falklands», desde 1833, pero Buenos Aires reclama este archipiélago al que considera parte del territorio argentino.

Las tensiones diplomáticas se incrementaron en los últimos años, especialmente tras el descubrimiento de petróleo cerca del archipiélago, y la presidenta de Argentina, Cristina Kirchner, fue aumentando sus reivindicaciones progresivamente.

Argentina se encuentra a 400 kilómetros de distancia del archipiélago.

Compromiso

Compromiso

Por Julián Schvindlerman

  

Günter Hessner y Leon Brendt: Espías Vaticanos en la Alemania Nazi – 03/13

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Año 5 – Nro 32

Durante la segunda mitad de la década de 1930, la Santa Alianza -el servicio secreto del Vaticano- advirtió que algo extraño estaba ocurriendo en una instalación nazi denominada Rasse-Heirat Institut (Instituto de Matrimonio Racial) y despachó clandestinamente a dos sacerdotes-agentes hacia allí: Günter Hessner y Leon Brendt, quienes lograron ingresar como mayordomo y cocinero respectivamente. En su libro Los espías del Papa, el vaticanista Eric Frattini detalla su historia apasionante y trágica.

Leon Brendt se formó en el seno de una familia de intelectuales. Su padre era escritor y editor de periódicos liberales en Alemania, su madre era una poetisa francesa. Ambos eran fervientes antinazis. Günter Hessner, por el contrario, vivió en un marco familiar pronazi. Su padre había sido un funcionario del estado que apoyó la llegada de Adolf Hitler al poder: “Él representa la nueva Alemania renacida de las cenizas” pronunciaba solemnemente ante sus hijos. Dos hermanos suyos se unirían a la Wehrmacht y darían sus vidas por la nación alemana, uno en Stalingrado y el otro en los bosques de las Ardenas. A pesar de provenir de familias muy distintas, Leon y Günter compartieron su desprecio por el nazismo y ambos se unieron a la Iglesia Católica como sacerdotes.

Poco antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial, Hessner dejó Berlín y se dirigió a Roma a trabajar a la Secretaría de Estado. Llegó allí por recomendación del monseñor Clemens August von Galen, obispo de Münster. Von Galen era un militante antinazi y colaborador del Papa Pío XI en la redacción de su notable encíclica crítica del nazismo Mit brenender Sorge. En 1936, Von Galen envió a Hessner y a Brendt a Berlín con la misión de recabar información sobre los acontecimientos dentro de las paredes del Rasse-Heirat Institut.

Al año siguiente los sacerdotes-espías enviaron su primer informe a Roma. A lo largo de ocho páginas describieron que hombres y mujeres clasificados como arios mantenían relaciones sexuales bajo la supervisión de una enfermera: “Las jóvenes, de entre dieciséis y veintidós años, reciben los máximos cuidados: alimentación, horas de sueño, doctores, medicamentos. Todo les es controlado. Los lunes llegan en vehículos del partido jóvenes atléticos, rubios, altos, de ojos azules y de raza aria. Descansan durante dos días, en los que son sometidos a todo tipo de pruebas médicas, para detectar si sufren alguna enfermedad hereditaria, en cuyo caso son rechazados. Los aceptados son enviados a un ala especial del Rasse-Heirat Institut, en donde son instalados en habitaciones especiales. Estas habitaciones tienen como único mobiliario una cama y una silla. Todo de color blanco. El ´elegido´ es desnudado con ayuda de una enfermera del partido. Una de las jóvenes ´arias´ elegidas es también desnudada. Los dos jóvenes mantienen relaciones sexuales, bajo la atenta mirada de la enfermera”. El Vaticano envió notas de protesta a la cancillería alemana cuidándose de exponer a sus informantes.

El segundo reporte fue redactado por el sacerdote Hessner. Citando a una confidente, relataba que los deficientes mentales, enfermos terminales y muy ancianos -éstos eran denominados por los nazis como Unnutze Esser (“bocas inútiles”)- estaban siendo esterilizados y/o asesinados en varias clínicas y hospitales del país. Decía que la primera eutanasia se había aplicado en octubre de 1938. También afirmaba que en el castillo Hartheim se experimentaba médicamente con personas con síndrome de Down. En 1939, Hessner se dirigió a Alkoven, pueblo próximo a la edificación. “El castillo es un edificio imponente y amenazador. Construido en el siglo XVI, cuenta con cuatro torres y varias hileras de ventanas. Un mayordomo del castillo me ha revelado que tras la verja protegida por guardias de las SS se pasa a un gran patio decorado con columnas. Los habitantes de Alkoven me han dicho que allí hay una especia de sanatorio, pero que les extraña no ver nunca a ningún paciente” escribió el espía. El obispo Von Galen le instruyó a que siguiera investigando.

En una taberna local, Hessner se relacionó con quién era fotógrafo en Hartheim, un sujeto llamado Bruno Bruckner. Éste le contó que al ser reclutado fue obligado a firmar un compromiso de silencio. Dijo que el responsable del castillo era el capitán de las SS Christian Wirth y que cuando quiso renunciar a su trabajo éste amenazó con enviarlo a Mauthaussen. Posteriormente, Wirth sería comandante en Sobibor, Belzec y Treblinka. Hessner solicitó fotografías pero Bruckner le dijo que no le permitían sacar nada de allí. Hessner envió su reporte al cardenal Konrad von Preysing, al monseñor Michael von Faulhaber y al propio Von Galen, tres clérigos fuertemente antinazis. Este último hizo llegar el reporte al Vaticano y el papado protestó formalmente ante las autoridades nazis.

Günter Hessner continuó realizando tareas de espionaje para el Vaticano e informó a Roma del genocidio judío hasta que fue apresado por la Gestapo en 1941 y enviado a Mauthaussen, donde fue ahorcado. Leon Brendt fue arrestado en 1940 mientras asistía a judíos a huir hacia Suiza en un operativo personal que no contaba con el apoyo de la Santa Sede ni de la Santa Alianza. Murió ahorcado en Dachau en 1943. El reclutador de estos espías, Cardenal Clemenes August von Galen murió después de la guerra y fue beatificado en el año 2005 por el Papa Benedicto XVI.