Varios

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Por Julián Schvindlerman

  

Premio Scopus 2007 a Pilar Rahola: Una muy merecida distinción – 12/07

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Revista de la Fundación de Amigos Argentinos de la Universidad Hebrea de Jerusalem

La conocí en Estados Unidos cinco años atrás. Había viajado a Washington para participar de un congreso en el que, dada la lengua madre compartida, me pidieron que la recibiera. De lejos, ya se percibía su porte y su elegancia. De cerca, su afectuosa personalidad. Y después de haberla oído disertar, quedaba asentada su brillantez intelectual. Ella ya era famosa en su España natal. Desde entonces, su nombre comenzó a ser oído con creciente regularidad de este lado del Océano Atlántico. Razones no faltaban.

Pilar Rahola es una rara avis que descolla -precisamente- por su atipicidad: es intelectualmente sagaz, personalmente cálida, y moralmente valiente; atributos no siempre presentes en una sola persona. Madre, esposa, periodista, política, activista, diputada, filóloga, escritora, disertante, y tanto más, ha sabido expresar su capacidad en tantas y tan diversas áreas, y lo ha hecho de una manera tan singular, que uno no puede menos que experimentar una sensación de empequeñecimiento personal ante su obra profusa, plasmada en varios libros y numerosos artículos, conferencias y entrevistas en diversos países. Cualquiera que haya estado en contacto con ella -sea a través de la pantalla de un televisor, en una atestada sala de conferencias, o en un afable almuerzo personal- no puede permanecer indiferente ante su magnética personalidad, su elocuente forma de hablar, su solidez ideológica, su solvencia intelectual, su integridad moral, y la unión siempre presente en su discurso entre el sentido común y la coherencia racional.

Apenas sorprende, entonces, que tan destacada mujer haya sido premiada, reconocida y honrada copiosamente en campos tan variados como el del comercio, la imagen, el periodismo, el activismo humanitario, por su defensa de los derechos de los animales, por su lucha en pos de la igualdad de la mujer, por sus esfuerzos de conscientización pública relativos a la adopción, y por su campaña intelectual contra el antisemitismo y la difamación del Estado de Israel. El Premio Scoups, recientemente otorgado en Buenos Aires a Pilar Rahola por la Universidad Hebrea de Jerusalem, ha agregado un merecido laurel más a la trayectoria de esta catalana infatigable. Y vaya laurel, proviniéndo, como ha sido el caso, de una universidad de excelencia que en los últimos seis años ha legado al mundo nada menos que seis premios Nobel.

De interés particular para las comunidades judías ha sido su epopeya personal en contra de lo que Pilar Rahola denomina la “criminalización de Israel”. Algunas de sus exposiciones y escritos ya se han convertido en clásicos en el género de la denuncia política. Sus locuaces ponencias y sus persuasivos artículos han estado respaldados por la idiosincracia de la interlocutora y la oportunidad de la reacción: una mujer surgida de los cuadros de la izquierda española -de esa España católica que supo estimular el florecer de la cultura judía ibérica para luego expulsar a todos sus judíos y readmitirlos recién cinco siglos después- en un momento en que casi toda la Europa “progresista” había hecho de la demonización de Israel su canon más sacrosanto y de la exaltación de la falsedad su fetiche más adorado. Cuanto más masivo el oscurantismo colectivo, más visible el destello de la valía individual. Y así, Pilar Rahola en España (tal como Oriana Fallaci autoexiliada de su Italia, en Nueva York), tomó partido por la verdad y en contra de la distorsión en momentos en los que, tal como ella misma ha escrito, lo más cómodo para un intelectual era condenar al estado judío. Que no lo hace solamente por los judíos ni por Israel, dice. Sino por Europa misma, por el futuro de sus hijos, y por el bien de la humanidad. Sus detractores marginales jamás lo entenderán. Quienes la conocemos, sabemos que dice la verdad.

Esta nota, lo reconozco, puede adolecer de cierta subjetividad. Además de nuestro vínculo profesional, me une a Pilar Rahola una bella amistad. Pero escribo estas líneas con la firme convicción y la plena certeza de que son muchos los hombres y las mujeres de nuestro tiempo que sabrán reconocer en lo aquí descrito la fidelidad a la verdad y a los hechos que han hecho de esta pujante española una mujer, una intelectual y una luchadora ejemplar.