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Por Julián Schvindlerman

  

El error histórico de Netanyahu – 01/04/23

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Por Julián Schvindlerman
Infobae – 1/4/2023

https://www.infobae.com/opinion/2023/04/01/el-error-historico-de-netanyahu/

El espectáculo es asombroso: la auto-inmolación de la más extraordinaria e influyente figura de la política israelí del último cuarto de siglo. El más astuto y visionario de los políticos israelíes contemporáneos, ha iniciado un inaudito proceso de auto-destrucción política. El hijo del académico respetado Ben-Sión Netanyahu, el hermano del héroe ultimado en la operación Entebbe -Yoni-, el valiente miembro del comando de elite Sayeret Matkal, el persuasivo embajador ante la ONU, el autor de libros renombrados, el hacedor de la paz con cuatro países árabes en un santiamén, el gran denunciante de Irán, el ministro de finanzas que impulsó como ningún otro las ideas capitalistas que han energizado la economía israelí, el primer ministro más perdurable de la historia de Israel; de repente, este Superman sionista voluntariamente abrazó la kryptonita.

Como el ave Fénix, Bibi renació muchas veces ya, de modo que sería prematuro anunciar su defunción política. Pero a esta altura está claro que al haber formado una coalición oficial con varias personalidades políticas indeseables, al haber promovido con obstinación una reforma judicial hecha a medida de sus intereses particulares, al haber creado una dolorosa guerra cultural entre hermanos, al haber priorizado su vendetta personal contra la justicia por sobre los reales intereses del Estado, y al haber dañado los lazos indispensables con Washington tras poner un manto de duda sobre la integridad democrática de Israel; ha herido gravemente a su posición y trayectoria. Netanyahu aun puede sobrevivir a esta fenomenal crisis sociopolítica. No obstante, su legado ya ha quedado manchado. Como también quedó afectada la imagen de la derecha nacional que él representa. El hombre que fomentó el renacimiento de la derecha israelí tras la debacle de la izquierda post-Oslo, bien podría terminar siendo su gran demoledor. Todavía es temprano para vaticinar, pero encuestas de opinión recientes ya han comenzado a sugerir un desplazamiento electoral.

Se necesitaron doce semanas ininterrumpidas de protestas masivas (alcanzaron la cifra de 600.000 manifestantes en todo el país en una fecha reciente), quejas de aliados del gobierno, advertencias de líderes mundiales, la decidida oposición del establishment jurídico, económico, militar e intelectual, y reparos de amigos indiscutidos de la nación tales como el francés Bernard Henri-Levi, el canadiense Irwin Cotler y el estadounidense Alan Dershowitz, para que el “Rey Bibi” reculara.

Estas últimas semanas han dejado imágenes lamentables de paros nacionales, rutas cortadas, refriega policial y agitación social. También las hubo ridículas: como la procesión de cerca de veinte automóviles policiales que escoltaron a Sara Netanyahu a la salida de una peluquería porque un puñado de indignados se había amontado en la puerta. Y otras fueron escandalosas: el ministro de finanzas Betzalel Smotrich disertando en Paris frente a un atrio con un mapa del Reino de Jordania cubierto por la bandera de Israel. Esto, en las vísperas del Ramadán musulmán. Cualquier historiador del Medio Oriente sabe que el territorio de la actual Jordania fue inicialmente prometido por los británicos a los judíos como parte de su futuro estado un siglo atrás, pero… ¿realmente aspira un ministro de gabinete en el siglo XXI a lanzar ese reclamo? Culpa in eligendo: Netanyahu lo designó en su cargo.

Mientras el país estuvo absorto en sus divisiones internas, hubo al menos dos desarrollos dramáticos en la región. Irán alcanzó la capacidad de enriquecer uranio al 84%, cuando el nivel militar es del 90% y el acuerdo conocido por sus siglas en inglés JCPOA le había puesto un límite máximo menor al 4%. Y Arabia Saudita, país con el cual los israelíes ansiaban verse normalizando lazos en un futuro cercano, se acercó a Teherán bajo auspicios de la República Popular China. En simultáneo, pilotos reservistas de la fuerza aérea israelí rehusaron asistir a sus prácticas. Los responsables de esa decisión desafortunada fueron ellos, no Netanyahu. Pero quien creó el marco para que ella aconteciese, fue él. En esta coyuntura, el presidente Biden declaró que no tiene pensado invitar al premier israelí a la Casa Blanca próximamente. El panorama es inquietante.

Netanyahu ganó democráticamente la última elección nacional y durante la campaña anunció su intención de reformar la justicia. No se conocían todos los detalles de su propuesta, pero nadie puede acusarlo de haber incurrido en un engaño político o moral. Fue el candidato mejor posicionado para formar una coalición de gobierno viable, al reunir 64 escaños sobre 120 de la Knesset. A la vez, él debió tener presente que a la actual coalición la votó sólo la mitad del electorado: 48.4% a su favor contra 48.9% de votos que recibió la oposición. Eso requería mesura y la búsqueda de consensos; ni una ni otra caracterizaron su gestión hasta el momento.

El contraste entre este gobierno de ultra-ortodoxos y ultra-nacionalistas comandados por un líder laico, respecto del gobierno políticamente diverso anterior integrado por derechistas, izquierdistas y árabes, era evidente, y la grieta ideológica y cultural en Israel ya existía. Pero la propuesta radical de una reforma judicial empujada a toda velocidad por un premier con asuntos judiciales pendientes y la simultánea adopción de leyes parlamentarias a medida de un ministro imputado por fraude como Aryeh Deri del Shas, estaban destinadas a generar irritación popular. ¿Hasta dónde estaba dispuesto a llegar Netanyahu? ¿Qué hubiera sucedido si la Knesset aprobaba la reforma judicial y luego la Corte Suprema la derribaba? ¿A qué parte iban a obedecer los ciudadanos de Israel? La crisis institucional era inminente.

La Corte Suprema también merece ser señalada en esta situación. La atribución de los jueces de designar parcialmente a sus sucesores, es problemática. Ha creado un ámbito elitista favorable a la perpetuación de colegas afines. En Estados Unidos, por caso, los jueces no participan del proceso de elección de sucesores; ello es prerrogativa del presidente y del congreso. Se ha extralimitado en sus funciones, al inmiscuirse en decisiones ejecutivas de defensa, seguridad nacional y política exterior que varios expertos legales opinan deberían estar fuera de su competencia. Y ha permitido que la ideología (progresista) guíe algunos de sus fallos, ensombreciendo así su invocación de imparcialidad.

Michael B. Mukasey, quien se desempeñó como fiscal general de EE.UU., ilustró este último punto con este recuerdo. En 1999, cuando el primer ministro Netanyahu intentó cerrar la sede de la Organización para la Liberación de Palestina en Jerusalén, el tribunal supremo sostuvo que la medida no era razonable porque faltaban solo unos meses para las elecciones parlamentarias. Pero en 2022, cuando el gobierno interino de Yair Lapid entregó al Líbano partes del mar territorial de Israel y campos gasíferos en alta mar- apenas cinco días antes de las elecciones parlamentarias y en oposición a una ley que requiere una votación en la Knesset y un referéndum nacional para cesiones de este tipo-, la Corte Suprema validó la decisión del gobierno de Lapid.

Así, su vara de “razonabilidad” no siempre se expresó razonablemente. De modo que al menos algunas de las críticas oficiales son válidas y será legítimo que se conversen estos temas más adelante. Al mismo tiempo, al ser Israel una democracia parlamentaria con una legislatura unicameral, la Corte Suprema es el único contrapeso al poder. Si el ejecutivo y el legislativo la domesticaran, entonces efectivamente gobernaría lo que se ha dado en llamar “la tiranía de la mayoría”.

Una lástima que Israel esté llegando a su 75 aniversario tan convulsionada internamente, teniendo tanto para celebrar. Sin embargo, los israelíes han superado tal cantidad de adversidades en el pasado que, con seguridad, sabrán eventualmente dejar atrás este drama nacional.

Journal Nuestra Memoria

Journal Nuestra Memoria

Por Julián Schvindlerman

  

Mila 18 versus Muranowska 7: una grieta en el gueto de Varsovia – 03/23

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Julián Schvindlerman

Introducción

Los guetos fueron creados por la Iglesia Católica para encerrar a los judíos europeos desde el siglo XII en adelante: en Colonia (1150), Londres (1267), Bolonia (1457), Turín (1425), Fráncfort (1460), Cracovia (1496) y Roma (1555). Del barrio judío de Venecia, creado en 1516, deviene el término “gueto”. El origen del término no ha sido establecido definitivamente. Se ha atribuido su etimología a la palabra italiana gietto, por una fábricade acero próxima al barrio judío veneciano; get, que en hebreo significa“divorcio” y simbolizaría la separación de los judíos de la sociedad; o gateque en inglés aludiría a la “puerta” de acceso al barrio hebreo, entre otras atribuciones.

En el siglo XX, los nazis establecieron más de cuatrocientos guetos en el continente con el fin de segregar a los judíos. Eran extremadamente insalubres y superpoblados. Escaseaban los alimentos y los servicios públicos eran mínimos. El frío invernal era inclemente y los brotes epidémicos eran tan regulares como mortales. Con la adopción de la “Solución Final” en 1942, los alemanes comenzaron la destrucción y la deportación de la población judía hacia campos de exterminio. Cuando los judíos comprendieron que serían enviados a una muerte cruel y segura, muchos de ellos se sublevaron. Así, hubo levantamientos en más de cuarenta guetos, entre ellos en Varsovia, Vilna, Bialystok, Czestochowa, Kovno, Minsk, Mir, Bedzin, Sosnowiec, Tuchin y Kremenets. También hubo revueltas en campos de trabajo en Lublin y Janówska, así como en los campos de exterminio de Auschwitz (se explotó uno de los crematorios), Sobibor (11 guardias SS fueron matados) y Treblinka (se provocó un incendio).

El primer levantamiento urbano en la Europa ocupada por los nazis ocurrió en el gueto de Varsovia entre abril y mayo de 1943. El año anterior, 270.000 judíos habían sido enviados a Treblinka. Solo cuando comenzaron a advertir la dimensión de la tragedia en ciernes y el destino fatal que les esperaba a los restantes 130.000, la revuelta nació. Para enero de 1943, había poco más de 60.000 judíos en el gueto. Un puñado de ellos se sublevó militarmente.

Fue una contienda librada en la más absoluta soledad. Los judíos estaban marginados del mundo y su gesta apenas fue notada en el resto de Polonia o en el extranjero. Mientras enfrentaban a los nazis en las calles del gueto en condiciones desventajosas, nunca recibieron palabras de estímulo u ofrecimientos de ayuda de parte de ningún líder aliado.

Durante alrededor de treinta días, la resistencia judía desafió al ejército alemán desde una situación de clara inferioridad. Los nazis habían estimado que en apenas tres días aplastarían esa rebelión. Al final, los soldados alemanes redujeron el gueto a escombros con artillería pesada. En un ataque dirigido al búnker de la resistencia, sito en el número 18 de la calle Mila, los nazis asesinaron al comandante de la revuelta, Mordejai Anielewicz, y a la mayoría de sus combatientes. El oficial responsable de liquidar el gueto ordenó destruir la Gran Sinagoga de la calle Tlomacki, como símbolo de la victoria nazi. En sus reportes a Berlín, informó haber matado alrededor de 7.000 judíos, capturado a otros 56.065 y destruido 631 búnkeres. Los judíos fueron deportados a campos de concentración y de exterminio. Aunque los rebeldes sabían que tenían cero chances de supervivencia, se sublevaron en señal de desafío al nazismo y de resistencia a la pasividad.

Los resistentes del gueto ocasionaron muy pocas bajas entre las filas nazis (16 muertos y 85 heridos), aun así, simbólicamente el Levantamiento del Gueto de Varsovia fue la más importante de todas las rebeliones urbanas ocurridas durante la guerra. La Ceremonia de Recordación del Holocausto, Iom HaShoá, fue señalada en el calendario hebreo en coincidencia con este levantamiento. Su historia quedó retratada en una gran cantidad de libros, artículos y películas. El heroísmo de sus combatientes fue honrado en museos, conmemoraciones anuales, calles y estatuas. Su épica, inmortalizada en bestsellers como Mila 18 de Leon Uris y The Wall de John Hersey.

El otro lado de la historia

Sin embargo, y a pesar de la enorme atención mundial dedicada, solo una parte de esta historia fue contada. Bajo el último ladrillo bombardeado por los nazis quedó sepultada otra parte de la verdad. La historia completa del Levantamiento del Gueto de Varsovia exige reconocer la existencia no de una, sino de dos organizaciones armadas judías en su seno: la Organización Judía de Combate (Zydowska Organizacja Bojowa; ZOB) y la Unión Militar Judía (Zydowski Zwiazek Wojskowy; ZZW). Al momento de la sublevación, la primera contaba con alrededor de 500 miembros, la segunda con la mitad. La ZOB fue liderada por Mordejai Anielewicz y era de extracción socialista. La ZZW fue establecida por Pawel Frenkel, del movimiento revisionista (en términos actuales, derechista) Betar. Originalmente Anielewicz se había unido a Betar, a los doce años de edad, pero unos años más tarde abandonó el movimiento para sumarse al marxista Hashomer Hatzair. Estas disparidades en cosmovisión política personales y grupales impidieron que estas dos agrupaciones armadas unieran fuerzas contra los nazis, aún durante el levantamiento en medio de la Segunda Guerra Mundial, con el trasfondo -en 1942/3- de cientos de miles de judíos maltratados, marginados y deportados a cámaras de gas.

En los años de la preguerra, los socialistas judíos predicaban sobre la lucha de clases y promovían la consigna de la solidaridad con el proletariado universal. En Palestina y en Polonia, los judíos de izquierda detestaban a los judíos derechistas que defendían la economía capitalista y el libre mercado. Los primeros veían a los segundos como enemigos de las clases trabajadoras, en el mejor de los casos, y como fascistas, en el peor. La enciclopédica Crónica del Holocausto describe al Hashomer Hatzair como “un movimiento socialista sionista que consideraba el socialismo nacional [sic] como un desarrollo natural del capitalismo”. Marek Edelman, el representante del Bund en la ZOB, caracterizó a los combatientes de la ZZW como “una banda de porteros, contrabandistas y ladrones”, en tanto que Yitzhak Zuckerman, el subcomandante de la ZOB, descalificó a la resistencia revisionista como permeable a la infiltración nazi: “Estábamos preocupados respecto de la posibilidad de que la ZZW fuese infiltrada por agentes de la Gestapo”.

Varios de los comunicados emitidos por los resistentes socialistas durante el levantamiento contenían típica retórica izquierdista. Así, un cable enviado desde Varsovia a Londres el 26 de abril de 1946, redactado por activistas de Poalei Zion (Obreros de Sión) mandaba “saludos de los luchadores a los trabajadores judíos de Eretz Israel y del mundo entero”. En marzo de 1944, la Federación de Trabajadores Judíos en Palestina (Histadrut) publicó en su revista Davar una carta del previo noviembre proveniente de militantes judíos en Polonia que refería a “los valores que fueron imbuidos en nosotros… Es de estos valores que nace la iniciativa para la resistencia y la re-
vuelta, como parte del Movimiento de los Trabajadores de Eretz Israel”. El siguiente mes de mayo, el Comité Nacional Judío en Varsovia despachó un cable a Londres que concluía con estas palabras: “Que todos los movimientos obreros del mundo sepan que los organizadores y líderes de la revuelta del gueto de Varsovia fue el Movimiento de los Obreros para el Trabajo en Eretz Israel, y que cientos de luchadores combatieron y se inspiraron por el ideal de que su muerte será una de las bases para un futuro socialista para las masas judías en Eretz Israel”.

La adhesión a estas consignas socialistas fue intensa al punto que, durante el levantamiento, la ZOB permitió que se sumaran a sus filas movimientos proletarios anti sionistas, como los bundistas y los comunistas, pero rechazó aliarse con los revisionistas.

Rivalidad en Palestina, desunión en Polonia

La segunda mitad de los años cuarenta fue un período marcado por acentuadas confrontaciones entre el liderazgo socialista en Palestina/Israel y los grupos disidentes de derecha que se habían pronunciado en rebeldía contra los británicos y desafiaban las directivas de la Agencia Judía cuyo titular era David Ben Gurión. Uno de ellos era el Irgún, establecido en 1931 debido a disputas relativas a tácticas con el Haganáh y sus respuestas al pogromo árabe de 1929. El Irgún entonces criticó la pasividad del oficialismo y respondió a las agresiones árabes con sus propios ataques contra autobuses, mercados e individuos árabes. A partir de 1939, luego de la publicación del Libro Blanco que restringía la inmigración judía a Palestina, sus miembros efectuaron operaciones contra instalaciones e instituciones británicas y mataron a oficiales ingleses que habían torturado a sus integrantes.

Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, esta agrupación cesó sus ataques contra los ingleses y muchos de sus combatientes se alistaron en el ejército británico, entre ellos su líder, quién fue abatido durante una operación comando en Irak. Su sucesor, Menajem Begin, retomó la política contra los ingleses a partir de 1944 con gran intensidad, atacando campamentos del ejército, estaciones policiales, oficinas del gobierno, y vías ferrocarriles. A ellos se les sumó la Banda Stern (también conocida como “Lehi”), grupo escindido del Irgún cuando éste decidió detener sus operaciones anti inglesas en 1939 y que tenía en sus filas a Itzhak Shamir. Luego de que la Banda Stern asesinara al ministro británico para asuntos de Medio Oriente, en 1944, el Haganáh irritado intentó frenar sus acciones, persiguiendo a los miembros de una y otra agrupación, encarcelándolos e incluso delatándolos ante las autoridades británicas en lo que se llamó la “estación”, en alusión a una estación de caza. Trescientos de ellos fueron apresados y doscientos cincuenta y uno deportados a campamentos de detención británicos en Eritrea y Sudán como resultado de esta decisión del oficialismo sionista durante los ocho meses que duró esta campaña.

Un breve momento de unión tuvo la comunidad judía en Palestina cuando se formó el Movimiento Unido de Resistencia Judía que comprendía el Haganáh, el Irgún y la Banda Stern. Ello ocurrió en octubre de 1945 luego de que la Oficina Colonial británica había informado a Jaim Weizmann unos meses antes que no cambiaría su política hacia Palestina. Ben-Gurión orde-
nó al Haganáh unir fuerzas con los grupos repudiados hasta hacía muy poco tiempo atrás. Así fueron atacados por toda Palestina intereses ingleses y las instalaciones que necesitaban para controlar el país, tales como centrales telefónicas, refinerías de petróleo, puentes, bases militares, clubs de oficiales, y otros. A mediados de 1946, el Irgún -sin autorización del Haganáh- voló un ala del Hotel King David que por entonces albergaba a los cuarteles militares británicos. Los trescientos kilos de explosivos provocaron la muerte a veintiocho ingleses, cuarenta y un árabes y diecisiete judíos. Ese hecho marcó el fin del Movimiento Unido de Resistencia Judía.

Según estadísticas de la Oficina Colonial, entre junio de 1946 y marzo de 1947, la resistencia sionista había matado a 45 soldados, 29 policías, y 14 civiles británicos en Palestina. En 1947, el Irgún adoptó medidas cada vez más audaces. Sus miembros atacaron la prisión-fortaleza de Akko y liberaron a 251 prisioneros suyos. Cuando los ingleses ahorcaron a tres integrantes capturados, el Irgún respondió ahorcando a dos sargentos británicos. En junio de 1948, Ben Gurión ordenó al ejército que hundiese el buque Altalena que transportaba armamento francés para el Irgún y alrededor de 900 pasajeros, la mayoría sobrevivientes del Holocausto. Aunque Begin había informado del arribo del buque a las autoridades oficiales, una disputa había emergido en torno al destino final de esas armas.

Esto da cuenta de hasta que niveles llegaban los choques entre la derecha y la izquierda sionista en aquellos tiempos. Esta rivalidad, que ya existía en la preguerra, se manifestó también en la judería polaca y no pudo ser contenida ni siquiera en el contexto del Holocausto. Cabe notar que la resistencia judía que se sublevó en el gueto de Vilna incluía a miembros de Betar y Hashomer Hatzair así como a comunistas. Abba Kovner y Yosef Glazman decidieron armar un frente común ante los nazis. En Varsovia, los resistentes judíos no pudieron hacerlo.

El socialismo judío al poder

La narrativa que emergió durante el levantamiento y que se consolidó con los años como la única versión válida de los hechos fue aquella promovida por los supervivientes de la resistencia de la ZOB. En la visión de sus combatientes, los luchadores socialistas fueron quienes tuvieron un rol central en la revuelta, y relegaron a los revisionistas a los márgenes de la lucha, y, si es que los mencionaron, lo hicieron despectivamente. Los principales creadores de esta versión de los hechos fueron Yitzhak Zuckerman y, su mujer y camarada de armas, Tzivya Lubetkin; los más destacados sobrevivientes de la milicia liderada por Mordejai Anielewicz. Al finalizar la guerra, emigraron a Israel, dieron entrevistas a la prensa, dictaron conferencias por el país y ayudaron a fundar el Museo de los Combatientes del Gueto en el kibutz Lojamei-ha-guetaot (establecido aun antes que Yad Vashem). Zuckerman redactó una autobiografía -Un exceso de memoria-, Lubetkin otra -En los días de destrucción y revuelta- y, llegó incluso a testificar en el Juicio a Eichmann en Jerusalem. La historia que narraron dio muy poco espacio a la gesta de la ZZW durante el levantamiento en Varsovia. Su relato fue acríticamente adoptado por el Mapai y el Laborismo, fuerza política que gobernó el estado judío durante los primeros 29 años de su existencia, y así quedó rubricada oficialmente una narrativa sesgada.

Unos días antes del levantamiento, Zuckerman fue enviado a hacer contacto con la resistencia polaca fuera del gueto y no pudo regresar tras el inicio de la represión nazi. Se convirtió en el más prominente testigo de los hechos, aun cuando no participó de la rebelión en las calles del gueto. Junto con Adolf Berman de Poalei Zion y Leon Feiner del Bund, redactaron los comunicados que se enviaron afuera al Yshuv a través de la radio de la resistencia polaca, con la que tenían nexos. El primer boletín decía: “Hoy, lunes 19 de abril, los alemanes empezaron una nueva acción mortífera en el gueto de Varsovia. A las 4 am, se escuchó fuego intenso de rifles y ametralladoras, así como explosión de bombas en las vecindades de las paredes del gueto. Carros blindados y tanques entraron al gueto. La acción es llevada a cabo por la policía militar bajo el comando de las SS… La Organización Judía de Combate [ZOB], que abarca a todos los elementos activos de la comunidad judía, está poniendo fuerte resistencia en varios edificios. Batallas violentas están ocurriendo entre los luchadores judíos y los alemanes” (énfasis agregado).

El segundo boletín reportaba el 20 de abril: “La lucha entre la Organización Judía de Combate [ZOB] y los alemanes en el gueto de Varsovia continúa en plena fuerza”. El tercer boletín, emitido el mismo día, decía: “La Organización Judía de Combate [ZOB], que lidera el combate en el gueto de Varsovia, ha rechazado un ultimátum de los alemanes que exigía la deposición de las armas para las 10am del martes” (énfasis agregado). Continuaba este comunicado: “Los luchadores judíos han izado dos banderas sobre el techo de un edificio en la calle Muranowska: una roja y blanca, la otra azul y blanca”. El 28 de abril, otro boletín informaba: “En el área de la estación de acarreo en Muranowska una unidad de luchadores llevó adelante un ataque contra los alemanes”.

Estos comunicados, los primeros y únicos que dieron a conocer al mundo lo que estaba ocurriendo dentro de las paredes del gueto, proclamaron que solo una facción judía estaba dando combate a los nazis y que esta facción era la ZOB. Eso constituía una versión parcial de los hechos, y Zuckerman, Berman y Feiner lo sabían. Conocían la existencia de la ZZW, sabían quiénes eran Pawel Frenkel y su subalterno Leon Rodal y estaban al tanto de que la ZZW, según diría años más tarde un combatiente superviviente del revisionismo judío del gueto, fue “la primera en organizarse, la primera en advertir, la primera en entrenarse y armarse, y la primera en tomar acciones”. Para peor, estos comunicados atribuyeron a la ZOB la que es considerada la hazaña más extraordinaria del levantamiento: haber izado las banderas polaca y sionista sobre el techo de uno de los edificios del gueto.

El testigo nazi

Jürgen Stroop fue el oficial de las SS responsable de liquidar los remanentes del gueto tras las deportaciones en 1942. Respondía a Heinrich Himmler, a cuyo escritorio llegaban los informes que éste le enviaba a través de su superior, el SS asentado en Cracovia Friedrich-Wilhelm Krueger. Anotados con la frialdad y el rigor de los nazis, estos informes constituyen las más fidedignas descripciones de los hechos durante la sublevación judía y la consecuente represión alemana. En uno de sus reportes, Stroop escribió: “Estas banderas inspiraron a cientos de miles de personas, las despertaron. Tuvieron una gran importancia política y moral, ellas unieron a los judíos y a los polacos. Estas banderas eran poderosas como fuego de cañón. ¡Eran como mil cañones!”. En otro reporte, Stroop mencionó a los combatientes revisionistas: “Ya en la noche del primer día nos topamos con una resistencia bastante feroz. Aquellas personas estaban organizadas en un movimiento llamado a-Jalutz, que creo yo se llamaba también Betar”. Testigos de la contienda han corroborado la descripción de este oficial nazi, quién, paradójicamente, se convirtió en una fuente más objetiva que los escribas de la ZOB, los que minimizaron o directamente escondieron el papel crucial jugado por la ZZW durante la revuelta.

Tras liquidar el gueto de Varsovia, Stroop fue galardonado con la Cruz de Hierro. Él reunió todos sus reportes diarios del período 19 de abril -16 de mayo de 1943, junto con su informe del 16 de mayo, en un álbum adornado con fotografías de los combates que él mismo había tomado. Titulado El rincón judío en Varsovia ya no existe, también contenía un listado de los nombres de los alemanes caídos. Una copia del álbum fue entregada a Krueger, otra Himmler y otra quedó en manos de Stroop. Este ejemplar fue admitido como evidencia en los Juicios de Núremberg. Ha sido traducido y publicado en muchos idiomas. Es considerada una fuente primaria valiosa sobre el levantamiento.

Tomado prisionero al finalizar la guerra, se le ordenó que escribiera un reporte sobre su accionar en el gueto. Escrito en mayo de 1946, es conocido como el por la cárcel homónima. En él, Stroop menciona el izado de las banderas polaca y sionista por los combatientes judíos en la plaza Muranowski. Fue condenado a muerte, pero extraditado antes a Polonia para ser juzgado por sus crímenes en el gueto. Mientras aguardaba el inicio del juicio en la prisión Mokotow en Varsovia, se le ordenó responder por escrito 42 preguntas sobre los hechos en el gueto. Sobre la batalla en la plaza Muranowski, respondió: “La plaza Muranowski (ya no recuerdo el nombre) fue el lugar que los luchadores del gueto defendieron con la mayor terquedad”. Stroop repitió esto mismo ante tres sobrevivientes a los que se les permitió interrogarlo. Ellos eran Marek Edelman, miembro bundista de la ZOB, Rahel Auerbach, colaboradora de Emmanuel Ringelblum, el famoso cronista del gueto, y Stefan Grayek, integrante de Poalei Zion. “La más fuerte defensa fue en la plaza Muranowski”, admitió.

Sus declaraciones durante el juicio en Varsovia, así como los diálogos que mantuvo con un prisionero polaco con quien compartió celda, Kazimierz Moczarski, quien posteriormente los volcó en un libro titulado Conversaciones con el ejecutor, agregan evidencia sobre la existencia y las acciones de la ZZW según Stroop lo vio.

El relato se consolida

La muerte en combate de la plana mayor de la ZZW y de muchos de sus luchadores durante el levantamiento, la carencia de conexiones con el mundo exterior por parte de aquellos que sí sobrevivieron, así como el rol marginal de Betar en la política en Palestina, atentó contra la edificación de una narrativa equilibrada a propósito de la participación de esta fuerza en el combate en el gueto. Ni siquiera sobrevivió una fotografía del líder de la ZZW, Pawel Frenkel. Los más importantes líderes de la ZOB, por el contrario, sobrevivieron (salvo Anielewicz), tenían estrechos contactos con las fuerzas clandestinas polacas y con el gobierno polaco en el exilio. Esto les permitió transmitir cables al extranjero. Sus vínculos con la Agencia Judía en Palestina y otros organismos judíos oficiales socialistas potenció la divulgación de su relato.

El 22 de junio de 1943, Zuckerman y Lubetkin enviaron un cable a Palestina por medio de la resistencia polaca. “Las batallas en el gueto han acabado. Cientos de nuestros camaradas han caído. Decenas decidieron suicidarse. Hejalutz – Hashomer Hatzair fueron la columna vertebral de la Organización Judía de Combate [ZOB]”. Dos meses después, Davar reprodujo este cable. En mayo de 1944, Unzer Tsait, el mensuario del movimiento bundista en Estados Unidos, publicó: “La resistencia fue organizada y liderada por la Organización Judía de Combate [ZOB], la que jugó el papel central. Esta organización de combate fue el brazo operativo del Comité de Coordinación, que estaba integrado por representantes del Bund y el Comité Nacional Judío. Los Revisionistas establecieron una pequeña organización propia, Nejama, la que cesó sus operaciones tras dos días de lucha. Los miembros de la ZOB eran principalmente jóvenes trabajadores…” Dentro de las filas izquierdistas, existió además una competencia entre los socialistas y los bundistas de la ZOB por la supremacía en el combate, tal como atestigua este cable del 24 de mayo de 1944 enviado a Londres por Zuckerman y Berman: “Por el bien de la verdad queremos mencionar unos cuantos puntos. Basándonos en reportes del extranjero, nos parece que el Bund afuera está tratando de darse crédito por las batallas en el gueto de Varsovia, y sino en todas, entonces por la mayoría. Les dejamos saber inequívocamente que esto no es consistente con la verdad”.

En enero de 1945, el Ejército Rojo liberó Varsovia y prontamente la Radio Lublin comenzó a emitir en y ídish. En febrero, Berman habló sobre el levantamiento y no hizo mención del rol de la ZZW. En abril, Zuckerman elogió a los mártires socialistas del gueto. Unos días después, la Radio Lublin anunció que se había honrado con honores militares a 67 judíos por su heroísmo durante la revuelta en el gueto. Mordejai Anielewicz estaba al tope. Ningún combatiente de la ZZW fue incluido.

En agosto de 1945 el primer Congreso Sionista de la posguerra tuvo lugar en Londres. Asistieron personalidades del sionismo y del judaísmo como David Ben Gurión, Haim Weizmann, Moshe Sahrett, Nahum Goldmann, Stephen Wise y Abba Hillel Silver. Estuvieron presentes Zuckerman y Berman, quienes presentaron su narración del levantamiento. En junio de 1946, Tzivya Lubetkin emigró a Palestina y su marido lo hizo un año más tarde. Allí contaron reiteradamente la historia del levantamiento según ellos la veían. En mayo de 1947, Zuckerman dio un discurso en el que afirmó que jóvenes de Betar fueron invitados a unirse a la ZOB, pero “como es habitual en ellos, desafiaron la disciplina… Sus pretensiones les hicieron querer gobernar también el gueto “. Estas palabras exponen la percepción de los revisionistas como competidores por el liderazgo de la revuelta. La mirada socialista de los hechos fue respaldada por Yisrael Gutman, profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalem que era miembro de Hashomer Hatzair y había sido combatiente de la ZOB en el gueto. El Dr. Gutman publicó varios libros sobre el levantamiento, en particular uno en hebreo en 1977 (Los judíos de Varsovia 1939-1943: Gueto, clandestinidad, revuelta) que reivindicó el rol de la ZOB y consignó a los márgenes la participación de la ZZW. Este libro fue traducido al inglés en 1989.

El disidente

Emmanuel Ringelblum, el gran cronista de la vida en el gueto de Varsovia militaba en Poalei Zion y era miembro de la ZOB. Pero a diferencia de sus colegas, él buscó dejar constancia de la existencia de los combatientes de la ZZW. En noviembre de 1943, el Comité Nacional Judío en Varsovia envió a Londres un listado con los nombres de 224 luchadores de la ZOB que habían muerto, indicando la respectiva afiliación partidaria de cada uno. Ni un solo integrante de Betar figuraba. Al notar eso, Ringelblum -que había visto a los luchadores de Betar izar las banderas polaca y sionista en la plaza Muranowski, ahora estaba escondido fuera del gueto- preguntó por su ausencia en una nota enviada a Berman unas semanas después: “¿Y por qué no hay datos respecto de la ZZW? Debemos dejar sus marcas en la historia, aun cuando no simpatizamos con ellos”. Unos días después, reiteró su preocupación en otra nota para Berman: “En cuanto a los Revisionistas, no tengo datos sobre ellos… un esfuerzo debe ser hecho para completar la lista. Ten-
go solo dos nombres: Rodalski [Rodal] y Frenkelowski [Frenkel]… Uno de ellos debería ser hallado o uno de sus comandantes”. Berman y Zuckerman no compartían esa inquietud y nada fue hecho para incorporar a los caídos de la ZZW en esa lista. Berman guardó esas notas de Ringelblum y no reveló su existencia al emigrar a Israel. Fueron descubiertas posteriormente. Ringelblum fue ejecutado por los nazis en marzo de 1944.

En búsqueda de la verdad perdida

Sobrevivientes del Holocausto que habían combatido en las filas de la ZZW, una vez emigrados a Israel, contemplaron con dolor la evolución de esta narrativa y cómo ellos habían sido borrados de la historia. Fella Finkelstein trató de reunirse con Lubetkin, pero según la primera ha relatado, la segunda se rehusó. Ziuta Hartman, quien fue condecorada como “ciudadana honoraria” en Varsovia, fue recibida por Simja Rotem, ex alta figura de la ZOB, delante de otras personas, pero rechazó categóricamente la versión de esta excombatiente. El museo del Holocausto en Lojamei ha-guetaot, mientras tanto, listaba a Hartman como fallecida en un campo de concentración y recién en el 2011 se avino a reconocerla oficialmente, al invitarla a encender una vela en una ceremonia de recordación (ese mismo año, Ziuta Hartman murió). “Hacer el mal es fácil”, se oye decir a Emilka Kodorev, ex luchadora de la ZZW, en un documental titulado El levantamiento del gueto de Varsovia: La historia no contada, “pero enmendar es imposible”.

La primera publicación que buscó reivindicar el papel de la ZZW en la revuelta estuvo a cargo de David Wdowinski, uno de los líderes de Betar en Polonia en la preguerra. Era un psiquiatra formado en las universidades de Viena y Varsovia que no participó de los combates, pero tuvo un papel en las negociaciones entre la ZZW y la ZOB para unir ambas resistencias. En abril de 1946 publicó un artículo en el diario derechista palestino Hamashkif titulado “La revuelta del gueto de Varsovia” en el cual mencionaba el rol de la ZZW. En 1985 fue publicado su libro Y no estamos salvados, sobre la participación revisionista en la revuelta. Ese mismo año, otro sobreviviente revisionista, no combatiente pero relacionado a la ZZW, Adam Halperín escribió un capítulo titulado “La parte de Betar en la revuelta del Gueto” dentro de un libro pequeño titulado La verdad sobre el levantamiento del gueto de Varsovia, editado por el Ejecutivo Mundial de Betar en Tel-Aviv. Posteriormente, Ber Mark, director del Instituto de Historia Judía en Varsovia, investigó el período del levantamiento y escribió varios libros en yídish y en polaco al respecto. Como sus libros fueron publicados en la Polonia comunista, a partir de 1947, subrayó el rol de los luchadores comunistas, no obstante, citó tanto a la ZOB como a la ZZW y nombró a los comandantes de ambas organizaciones.

En 1963, Haim Lazar publicó en Israel el que fue entonces el más rotundo trabajo sobre la participación de Betar en el levantamiento. Lazar emigró a Israel en la posguerra tras haber dejado el gueto de Vilna para unirse a los partisanos en Rusia. Originalmente escrito en hebreo con el título La Masada de Varsovia: La Organización Militar Judía en el levantamiento del gueto de Varsovia, fue traducido al inglés en 1966 como Muranowska 7: El Gueto de Varsovia se levanta. En la introducción, escribió Lazar: “Hubiera sido preferible que este libro, que relata las acciones del movimiento nacional fundado por Jabotinsky, no hubiese aparecido; en otras palabras, que no hubiera habido necesidad suya. ¿Pero qué opción había, cuando debía ser probado por testimonios y documentos, que casi todo lo que se ha escrito hasta el momento -y mucho fue escrito en cientos y miles de libros y artículos- sobre la resistencia de los judíos de Varsovia, es una falsificación deliberada por parte de aquellos que tratan de vanagloriarse mientras ignoran a otros…? sobre todo, ignorando con intención y terquedad a las otras fuerzas clandestinas, la ZZW -Irgún Zvai Yehudi- fundado por Betar y otras organizaciones del movimiento de Jabotinsky”.

También en 1963, quien fuera colaboradora de Ringelblum y sobrevivióal Holocausto, Rahel Auerbach, publicó en hebreo La Revuelta del Gueto de Varsovia. Allí escribió: “Un capítulo separado, que desafortunadamente todavía no ha sido investigado para nada, es la existencia de una organización de combate paralela, la que en algunas fuentes es denominada ZZW (Irgún Zvai Yehudi) … A diferencia de la ZOB, la ZZW tenía entre sus miembros a expertos militares, ex oficiales del ejército polaco. La ZZW también tenía armas. Incluso tenía una metralleta, y eso evidentemente explica la efectividad de sus acciones de combate durante los primeros días de la revuelta”. En 1965, el titular de los archivos de Yad Vashem, Yosef Kermish, escribió en el prefacio de un libro que era un compilado de documentos sobre el levantamiento, titulado en hebreo El Rebelde y la revuelta en el gueto de Varsovia: “En cuanto al levantamiento en sí mismo, las fuentes judías y polacas son lamentablemente insuficientemente adecuadas. No cubren todos los aspectos del levantamiento. Varios puntos, que si fuesen aclarados agregarían mucho a la investigación de la revuelta, han sido tratados solo de manera general”. Prosiguió Kermish: “También la batalla de cuatro días de duración en la Plaza Muranowski (una batalla pesada tuvo lugar allí al cuarto día de la revuelta, el 22 de abril, cuando los alemanes capturaron las banderas judía y polaca) fue descripto en las fuentes judías de manera muy poco importante…”.

En 1986, Pawel Besztimt, miembro de la ZZW, escribió un racconto de la resistencia revisionista en la revista Dapim. Otros dos luchadores sobrevivientes de la ZZW que participaron en la batalla de la Plaza Muranowski escribieron libros al respecto. Los sobrevivientes de Jack Eisner y Enjaulado: El manuscrito Landau de David Landau (publicado póstumamente por su familia en 1999). Finalmente, en 2009 apareció en hebreo Banderas sobre el gueto de Varsovia: La historia no contada del levantamiento del gueto de Varsovia de Moshe Arens, ex Ministro de Defensa de Israel por el Likud, posiblemente el esfuerzo académico más significativo en corregir esta distorsión histórica (ha sido la fuente excluyente para la elaboración de este trabajo). Fue traducido al inglés y al polaco en 2011. El eminente historiador Saul Friedländer en su libro Los años del exterminio (en inglés) cita sintéticamente a la ZZW del libro de Arens.

Llamativamente, en la información online que ofrecen los Museos delHolocausto en Israel y en Estados Unidos se reconoce la militancia de los revisionistas en la revuelta, pero se afirma que la ZOB y la ZZW alcanzaron la unión y lucharon conjuntamente. La excepcional obra de documentación Crónica del Holocausto (traducida el español en 2001) tiene más de 765
páginas, una sección bibliográfica de 10 páginas y más de 2000 fotografías. Solo su índice se extiende por 45 páginas, y allí no son referenciados ni una sola vez la ZZW, Frenkel o Rodal. Por el contrario, la ZOB es citada en 28 páginas, mientras que Anielewicz, Zuckerman y Lubetkin son mencionados en 15 páginas en conjunto.

Conclusión

Los combatientes socialistas, comunistas y bundistas de la sublevación del gueto de Varsovia liderados por Mordejai Anielewicz en la ZOB fueron héroes. Contra todo pronóstico y enfrentados al ejército más poderoso de Europa en aquél entonces, dieron una lección excepcional de coraje cívico y moral. Su gesta es con justicia recordada cada año en ceremonias alusivas. Merecen un rincón de gloria en la memoria del pueblo judío y de la historia universal. Además de ser héroes, empero, fueron seres humanos aquejados por las debilidades personales de nuestra raza. Experimentaron sentimientos bajos y se dejaron sobrepasar por un sentido de la competencia ideológica que, aunque habitual, no deja de ser deplorable. Su decisión de expulsar de la historia del levantamiento a su contraparte de la ZZW por el solo hecho de que eran revisionistas ensombrece lo que de otra manera sería una épica intachable.

“¿Cómo puede ser que estudié historia, me convertí en maestra de historia, enseñé muchas veces, a miles de alumnos, y me enfoqué en el área de investigación de la Segunda Guerra Mundial -se preguntó ante los documentalistas Simon Schechter y Yuval Haimovich Zuser, la doctora israelí Tamar Ketko- y ni una sola vez, ni una sola vez, me topé con la historia de Pawel Frenkel?”. El autor de este ensayo debe sumar su propia confesión de incredulidad, también. Aún sin ser un experto en asuntos del Holocausto, como lector ávido de la historia judía, jamás había dado con este acontecimiento asombroso sino hasta hace poco tiempo atrás.

“¿Cómo puede ser que estudié historia, me convertí en maestra de historia, enseñé muchas veces, a miles de alumnos, y me enfoqué en el área de investigación de la Segunda Guerra Mundial -se preguntó ante los documentalistas Simon Schechter y Yuval Haimovich Zuser, la doctora israelí Tamar Ketko- y ni una sola vez, ni una sola vez, me topé con la historia de Pawel Frenkel?”. El autor de este ensayo debe sumar su propia confesión de incredulidad, también. Aún sin ser un experto en asuntos del Holocausto, como lector ávido de la historia judía, jamás había dado con este acontecimiento asombroso sino hasta hace poco tiempo atrás.

Poco antes de que estallara la revuelta, Pawel Frenkel dio un discurso ante sus seguidores: “Por supuesto que lucharemos con armas en nuestras manos, y la mayoría de nosotros caeremos. Pero viviremos en las vidas y en los corazones de generaciones futuras y en las páginas de su historia… Moriremos antes de tiempo, pero no estamos condenados. ¡Permaneceremos vivos mientras la historia judía viva!”. Esas palabras resultaron proféticas… por puro azar. Era esperable que Frenkel dijera ello. Es una convicción típica de quienes se paran estoicamente ante el abismo. Él jamás podía haber imaginado que un esfuerzo sería montado -por sus propios hermanos- para suprimir su existencia y la de sus colegas. Gracias al aporte de sobrevivientes imparciales e historiadores objetivos, la historia de Frenkel, Rodal y los luchadores de la Zydowski Zwiazek Wojskowy es hoy conocida. Ellos también merecen un aplauso ético por su compromiso con la integridad.

Fuentes consultadas

Arens, Moshe. Banderas sobre el gueto de Varsovia: La historia no contada del levantamiento del gueto de Varsovia (Jerusalem: Gefen Publishing House, 2011)

Hazony, Yoram. El estado judío: La lucha por el alma de Israel (Nueva York: Basic Books, 2000)

Johnson, Paul. La historia de los judíos (Buenos Aires: Javier Vergara Editores, 1991)

Weber, Louis. Crónica del Holocausto: Las palabras e imágenes que hicieron historia (Madrid: LIBSA, 2002)

Schechter Simon & Yuval Haimovich Zuser, El levantamiento del gueto de Varsovia: la historia no contada (documental)

Sitio official Yad Vashem: www.yadvashem.org

Sitio official United States Holocaust Memorial Museum: www.ushmm.org

The Times of Israel, The Times of Israel - 2023

The Times of Israel

Por Julián Schvindlerman

  

Francis, Under the Shadow of Papal Resignations – 13/03/23

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By Julian Schvindlerman
The Times of Israel – 13/03/2023

https://blogs.timesofisrael.com/francis-under-the-shadow-of-papal-resignations/

To understand the climate of intrigue surrounding the Tenth anniversary of Francis’ pontificate, it is necessary to go back a few centuries in the history of the Catholic Church. Specifically, to a 13th century dramatic papal resignation.

Pietro Angeleri di Murrone was born in Isernia in 1215. His biography, taken from Catholic portals, recounts that he was possessed by a strong ascetic impulse. At the age of 24 he isolated himself in a cave located on Mount Murrone, where he lived for five years. He left that extreme isolation only to join two companions in another voluntary seclusion in a new cave on the Maiella mountain in the Abruzzo region of central Italy. There he founded the order of the Celestines. In July 1294, three eminent dignitaries, accompanied by a host of monks and laymen, went to the mountains to find him and informed him that he had been proclaimed Pope by unanimous vote. It was a troubled context: the Throne of Peter had been vacant for 27 months, due to the political confrontation between the Colonna and Orsini families, with implications within the college of cardinals. The new Pope adopted the name of Celestine V.

Barely five months later, he resigned from the Petrine ministry to return to his life as a hermit. He mentioned “the malice of people” among the causes that pushed him to make that decision. According to Vatican News, Celestine V “matures the decision to resign from the Pontificate, also supported by the opinion of Cardinal Benedicto Caetani, an expert in canon law.” Adds James F. Loughlin, in an article in the Online Catholic Encyclopedia, that the idea of the abdication was originated by Caetani himself, although he would later deny it. As a jurist respected for his knowledge of canon law, he “seeks the legal arguments for the resignation.” In Liber Sextus I, VII, 1 Caetani decrees (fragment): “It is up to the Roman Pontiff to renounce the papacy with honor, especially when he acknowledges himself incapable of governing the Universal Catholic Church and considering the burden that this entails for the Supreme Pontiff.”

In a column published in National Geographic, Abel G.M., a journalist specializing in history and paleontology, specifies the role played by the unscrupulous Cardinal Caetani: “Rumors spread in the Vatican that, at night, Pope Celestine heard the voice of an angel asking him to abdicate, whereas in reality, it was Caetani himself speaking through a hole in the wall.” (In an academic paper published in Kyklos, professors Fabio Padovano and Ronald Wintrobe present the same version, with the difference that Caetani was hiding behind the curtains of the papal room.) Persistence paid off; the horrified pontiff finally abdicated. Ten days later, in just 24 hours, Cardinal Caetani was elected as the new Pope and called himself Boniface VIII. Soon enough, he had Celestine V imprisoned in the tower of the Fumone castle, in Ferentino. There he died after ten months of confinement, this time a forced one, on May 19, 1296.

Seven centuries and two more Papal resignations later, Benedict XVI´s turn will arrive. He abdicated in February 2013. Four years earlier, in 2009, he had visited the tomb of Celestine V, in the Basilica of Collemaggio, where he prostrated himself and prayed, a gesture that was interpreted by many vaticanists as a prelude to a possible future departure. Therefore, when the successor of the German pontiff, the Argentinean Francis, traveled to L’Aquila in August 2022 to pray in private at the tomb of Celestine V, whom he also publicly praised for his humility and for his “courageous testimony of the Gospel,” all the alarms went off in the Vatican environment.

Francis, who is 86 years old and uses a wheelchair, had been giving signs of a possible abdication for some time. In 2014, he told journalists that if his state of health limited his pontifical functions, he would not hesitate to leave the throne. In addition, he described Benedict XVI as “an institution that opened a door, the door of emeritus popes.” But it was last year when a succession of statements and deeds increased speculation. In May 2022, the Italian press reported that during a closed-door meeting with bishops, Francis joked: “Before having a surgery, I´d rather resign.” After a trip to Canada in July, the Pope stated: “I think that at my age and with this limitation, I must save myself a little to be able to serve the Church. Or, alternatively, think about the possibility of stepping back.” He also declared: “Honesty, it is not a catastrophe, it is possible to change popes.”

He even imagined his retirement, saying during an interview with the Mexican television channel Televisa Univisión last July that if he resigned, he would not remain in Vatican City or return to his native Argentina, but would move to the Lateran palace and continue to confess and visit the sick. In an interview that same month with Reuters he was ambivalent when asked about it -“God will tell”- but he welcomed his predecessor’s decision: “He told the popes to stop in time. Benedict is a great man.” Last December, he announced that he had already written a letter of resignation in case of physical disability. “I have already signed my resignation,” he said during an interview with the Spanish newspaper ABC and recalled that other 20th-century pontiffs had also done so. When, in August, he summoned all the cardinals of the world to Rome to increase the number of voters for the next conclave, the specialists saw a new warning.

The abdication of Benedict XVI legitimized papal resignations in the 21st century. But it was his death on the last day of 2022 that paved the way for Francis to eventually depart as well. A new papal resignation with Ratzinger alive would have been strange. For as The Economist observed, “if having two living popes was considered unfortunate, three would have been unthinkable.” Thus, the rumors of a new papal resignation were strengthened. Francis sought to put a stop to these chatter last month during conversations with Congolese Jesuits in Sudan: “I believe that the ministry of the Pope is ad vitam […] Think that the ministry of the great patriarchs is always for life. And historical tradition is important,” he said. His words were published in the semi-official Vatican newspaper La Civilta Cattolica.

Thus, Francis arrives at his Tenth anniversary as Pope surrounded by rumors and much speculation about his potential resignation; a conjecture largely encouraged by himself. “The door is open,” he once said, “but so far I have not knocked on this door.” Will he do it in the future? Time will tell.

Version en Español:

Décimo aniversario. Francisco, bajo la sombra de las renuncias papales

Para comprender el clima de intriga que rodea el décimo aniversario del pontificado de Francisco, es menester regresar unos siglos atrás en la historia de la iglesia católica. Puntualmente hasta el siglo XIII, ocasión de una dramática renuncia papal.

Pietro Angeleri di Murrone nació en Isernia en 1215. Cuenta su biografía, tomada de portales católicos, que estaba poseído por una fuerte pulsión ascética. A los 24 años de edad se aisló en una cueva ubicada en el monte Murrone, donde vivó durante cinco años. Abandonó ese aislamiento extremo sólo para unirse a dos compañeros en otra reclusión voluntaria en una nueva cueva en la montaña de Maiella, en la región de los Abruzos, en el centro de Italia. Allí fundó la orden de los Celestinos. En julio de 1294, tres eminentes dignatarios, acompañados de una multitud de monjes y laicos, fueron a buscarlo a las montañas y le informaron que había sido proclamado Papa por votación unánime. Era un contexto convulsionado: hacía 27 meses que el Trono de Pedro estaba vacante, debido a la confrontación política de las familias Colonna y Orsini, con implicancias dentro del colegio cardenalicio. El nuevo Papa adoptó el nombre de Celestino V.

Apenas cinco meses después, renunció al ministerio petrino para retornar a su vida de ermitaño. Mencionó “la malicia de las personas” entre las causas que lo empujaron a tomar esa decisión. Según Vatican News, Celestino V “madura la decisión de renunciar al Pontificado, respaldado también por la opinión del cardenal Benedicto Caetani, experto en derecho canónico”. Agrega James F. Loughlin, en un artículo en la Enciclopedia Católica Online, que la idea de la abdicación fue originada por el propio Caetani, aunque luego lo negará. Como jurista respetado por su conocimiento del derecho canónico es “quién busca los argumentos legales para la renuncia”. En el Liber Sextus I, VII, 1 Caetani decreta (fragmento): “Depende del Romano Pontífice, renunciar al papado con honor, especialmente cuando se reconoce él mismo incapaz de regir la Iglesia Católica Universal y considerando la carga que esto supone para el Sumo Pontífice”.

En una columna publicada en National Geographic, Abel G.M., periodista especializada en historia y paleontología, especifica el papel jugado por el inescrupuloso cardenal Caetani: “En el Vaticano corrían rumores de que, por la noche, el papa Celestino oía la voz de un ángel que le pedía que abdicara de su cargo y que, en realidad, era Caetani quien le hablaba a través de un agujero en la pared”. (En una monografía académica publicada en Kyklos, los profesores Fabio Padovano y Ronald Wintrobe presentan la misma versión, con la diferencia de que Caetani se escondía detrás de las cortinas de la habitación papal). La persistencia dio frutos; el horrorizado pontífice finalmente abdicó. Diez días más tarde, en apenas 24 horas, el cardenal Caetani fue elegido como el nuevo Papa y se hizo llamar Bonifacio VIII. Sin vacilar, hizo encarcelar a Celestino V en la torre del castillo Fumone, en Ferentino. Allí murió tras diez meses de confinamiento, esta vez forzado, el 19 de mayo de 1296.

Pasarán siete siglos y dos renuncias papales adicionales, cuando llegará el turno a Benedicto XVI. Dimitió en febrero de 2013. Cuatro años antes, en 2009, había visitado la tumba de Celestino V, en la Basílica de Collemaggio, donde se postró y rezó, lo cual fue interpretado por muchos vaticanistas como un preludio a una posible partida futura. Por lo tanto, cuando el sucesor del pontífice alemán, el argentino Francisco, viajó a L´Aquila en agosto de 2022 a rezar en privado ante la tumba de Celestino V, a quien además alabó públicamente por su humildad y por su “valiente testimonio del Evangelio”, todas las alarmas se dispararon en el entorno vaticano.

Francisco, que tiene 86 años y se desplaza en una silla de ruedas, llevaba un tiempo ya dando señales de una posible abdicación. En 2014 dijo ante periodistas que si su estado de salud limitase sus funciones pontificias no dudaría en dejar el trono. Además, calificó a Benedicto XVI como “una institución que abrió una puerta, la puerta de los papas eméritos”. Pero fue el año pasado cuando una sucesión de frases y gestos aumentaron las especulaciones. En mayo de 2022 la prensa italiana reportó que durante una reunión a puertas cerradas con obispos, Francisco bromeó: “Antes que operarme, renuncio”. Tras un viaje a Canadá en julio, el Papa afirmó: “Creo que a mi edad y con esta limitación, debo salvarme un poco para poder servir a la iglesia. O, alternativamente, pensar en la posibilidad de dar un paso al costado”. También declaró: “Con toda honestidad, no es una catástrofe, es posible cambiar de Papa”.

Llegó incluso a imaginar su retiro, al decir durante una entrevista con el canal televisivo mexicano Televisa Univisión, el pasado julio, que en caso de renunciar no permanecería en la Ciudad del Vaticano ni regresaría a su Argentina natal, sino que se mudaría a Letrán y seguiría confesándose y visitando enfermos. En una entrevista ese mismo mes con Reuters fue ambivalente cuando se le preguntó al respecto -“Dios lo dirá”- pero celebró la decisión de su predecesor: “él les dijo a los papas de detenerse a tiempo. Es un grande Benedicto”. El último diciembre, anunció que ya había escrito una carta de renuncia en caso de impedimento físico. “Ya he firmado mi renuncia” dijo durante una entrevista con el diario español ABC y recordó que otros pontífices del siglo XX también lo habían hecho. Cuando, en agosto, convocó a todos los cardenales del mundo a Roma para acrecentar el número de votantes del próximo cónclave, los especialistas vieron una nueva advertencia.

La dimisión de Benedicto XVI legitimó las renuncias papales en el siglo XXI. Pero fue su muerte el último día del 2022 lo que allanó el camino para que Francisco pudiera también eventualmente abdicar. Una nueva renuncia papal con Ratzinger en vida hubiera sido extraño. Pues como observó The Economist, “si tener a dos papas vivientes era considerado desafortunado, tres hubiera sido inconcebible”. Así, los rumores de una nueva dimisión papal se potenciaron. Francisco buscó poner freno a esas suposiciones el mes pasado en ocasión de unas conversaciones con jesuitas congoleños en Sudán: “Creo que el ministerio del Papa es ad vitam […] Piensen que el ministerio de los grandes patriarcas es siempre de por vida. Y la tradición histórica es importante” aseguró. Sus palabras fueron publicadas en el diario semioficial vaticano La Civilta Cattolica.

Así es que Francisco arriba a su décimo aniversario como Papa rodeado de rumores y especulaciones sobre su potencial renuncia; conjeturas en buena media alentadas por él mismo. “La puerta está abierta”, cierta vez dijo, “pero hasta ahora no he golpeado en esta puerta”. ¿Lo hará a futuro? El tiempo dirá.

Profesores Republicanos

Profesores Republicanos

Por Julián Schvindlerman

  

NUEVO AGRAVIO A LAS INSTITUCIONES REPUBLICANAS – 02/03/23

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Profesores Republicanos

La apertura del año legislativo es un acto institucional en el que debe hablar el presidente de la Nación. Debe hacerlo para rendir cuentas de lo realizado y presentar una propuesta sobre los proyectos en los que solicitará la intervención del Poder Legislativo para el año que comienza.
En su último discurso, lejos estuvo el presidente de cumplir con cualquiera de estos dos objetivos. No solo fue mendaz en una gran parte de sus afirmaciones, sino que les faltó el respeto a las instituciones de la República. En presencia de dos de los miembros de la Corte Suprema de Justicia -que es la cabeza de otro de los poderes que sostienen la estructura de la República- no vaciló en mentir y agraviarlos, con profunda cobardía, ya que ambos magistrados (que sí estuvieron a la altura de la ocasión) debieron permanecer en silencio sin poder contestar sus falsedades. Para colmo, armada la escenografía, se pretendió “escracharlos” mostrando sus rostros en cada agresión que el presidente les dirigía.
Es inadmisible que quien ocupa la máxima investidura de la Nación desvirtúe de este modo un acto de la trascendencia que reviste la apertura de sesiones ordinarias del Congreso. Debemos advertirle que lea la Constitución Nacional, donde están claramente establecidas las obligaciones que ha de cumplir, entre ellas: no intervenir, no opinar, no intentar influir en causas en trámite -como, una vez más, lo hizo en ese discurso- y, mucho menos, agredir a uno de los poderes del Estado.
Por todo ello, Profesores Republicanos expresa su enérgica condena a la agresión que representa el discurso del presidente de la Nación, plagado de afirmaciones falaces y ofensas destinadas a desestabilizar las instituciones republicanas, con el propósito de lograr la hegemonía del Poder Ejecutivo, en detrimento de los demás poderes de la Nación.

Buenos Aires, 2 de marzo de 2023
​​​
Prof. Guillermo Mizraji presiente
Prof. Alfredo Vitolo
Secretario

Infobae, Infobae - 2023

Infobae

Por Julián Schvindlerman

  

Benedicto XVI: el intelectual que llegó a ser Papa – 04/01/23

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Por Julián Schvindlerman
Infobae – 4/1/2023

https://www.infobae.com/opinion/2023/01/04/benedicto-xvi-el-intelectual-que-llego-a-ser-papa/

El 19 de abril de 2005, el cardenal Joseph Ratzinger, que acababa de presidir el funeral de Juan Pablo II, fue elegido como el 265 sucesor de San Pedro. Consagrado el segundo día del cónclave, tras apenas 24 horas de sesión, su elección desafió una conocida máxima vaticana -“aquél que ingresa como Papa sale como cardenal”- en el sentido de que los candidatos más obvios no suelen triunfar. Pero dado su respetado perfil como teólogo y clérigo, descontada su cercanía con Juan Pablo II y la certeza de que él continuaría el sendero tradicional del previo pontífice, surgió como una opción natural. Fue el primer papa alemán en cinco siglos y el más viejo (a la edad de 78 años) desde Clemente XII, 1730-40. Su hermano, Georg, narró en su obra del 2011 Mi hermano, el Papa, que Joseph era muy escéptico en torno a la misión que se le había encomendado:

“Cuando, poco a poco, la tendencia de la votación me llevó al entendimiento de que, para decirlo con simpleza, el hacha iba a caer sobre mí, mi cabeza comenzó a girar. Estaba convencido de que ya había llevado a cabo el trabajo de mi vida y podía esperar con ansías finalizar mis días pacíficamente. Con profunda convicción dije al Señor: ¡No me hagas esto!”.

No obstante, debió asumir las riendas de una institución antigua, global y seguida por 1.200 millones de fieles.

Joseph Aloisius Ratzinger nació el 16 de abril de 1927 en un pueblo rural, Marktl am Inn, en Alemania. Fue el tercero y último hijo del matrimonio compuesto por Joseph Ratzinger, comisario de gendarmería, y María Peintner. Vivió sus primeros años en Traunstein, localidad cercana a la frontera con Austria, a treinta kilómetros de Salzburgo.

Durante los meses finales de la Segunda Guerra Mundial, a sus dieciséis años, fue reclutado por el ejército alemán como auxiliar de artillería antiaérea y soldado de infantería. Previamente había integrado las Juventudes Hitlerianas. Tras la muerte de Adolf Hitler, desertó y regresó a su casa. Fue capturado por las tropas norteamericanas y enviado al campo de prisioneros de Bad Aibling; el mismo al que fue trasladado otro soldado alemán, el futuro Premio Nobel Gunter Grass, al día siguiente. Décadas más tarde, cuando sea consagrado Papa, el hecho de haber vestido el uniforme de la Wehrmacht ocasionará un gran debate. “Humo blanco, pasado negro», anotó críticamente el diario israelí Yediot Ahronot.

Entre 1946-1951 estudió filosofía en la Universidad de Frisinga y teología en la Universidad de Múnich. Recibió la ordenación sacerdotal en 1951 y dos años después se doctoró en teología con una tesis sobre San Agustín. Fue docente en las universidades de Frisinga, Múnich, Bonn, Munster, Tubinga y Ratisbona, donde también fue vicepresidente. A lo largo de su carrera académica, Ratzinger escribió numerosas obras teológicas que le valieron el respeto de sus colegas. Su sapiencia motivó al arzobispo de Colonia, cardenal Joseph Frings, a designar a Ratzinger como asesor experto (perito) durante las sesiones del Concilio Vaticano II. Integró además la Conferencia Episcopal alemana y la Comisión Teológica internacional y, en 1972, junto a otros teólogos prominentes, fundó la revista Communio.

En 1977, el papa Pablo VI lo nombró arzobispo de Múnich y Frisinga, y poco después fue creado cardenal. En 1978 – recordado en la iglesia como “el año de los tres papas” – tras la muerte de Pablo VI, Ratzinger formó parte del cónclave que eligió a su sucesor, Albino Luciani (Juan Pablo I), quién murió 33 días después, y del cónclave que eligió entonces a Karol Wojtyla (Juan Pablo II) como nuevo pontífice. En 1981, el nuevo papa nombró a Ratzinger prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (nuevo nombre del Santo Oficio de la Inquisición), cargo que ocupó por dos décadas; y ofició también de asesor de Juan Pablo II, con quien compartía la experiencia de haber vivido bajo un régimen totalitario: comunista en un caso, fascista en el otro.

Ratzinger detentó varios cargos durante su derrotero clerical e intelectual. Hasta el año 2000 había recibido doctorados honoris causa de universidades de Estados Unidos, Perú, Alemania, Polonia, España e Italia. También fue comandante de la Legión de Honor de Francia.

Al momento de ascender al trono de Pedro, Ratzinger tenía ya treinta obras publicadas, y muchas más se sucederían durante su pontificado, en particular tres volúmenes celebrados sobre Jesús de Nazaret. Publicó tres encíclicas, las que son consideradas elevadas expresiones del magisterio pontificio. Ellas fueron Deus caritas est (2005), Spe salvi (2007) y Caritas in veritate (2009); para el 2013 había elaborado una cuarta que no alcanzó a publicarse antes del fin de su pontificado. Sus exhortaciones apostólicas post-sinodales Sacramentum caritatis (2007) y Verbum Domini (2010) son considerados documentos muy importantes. Pronunció a su vez una gran cantidad de mensajes, bulas y discursos durante los casi ocho años de su pontificado, entre los que merecen subrayarse, en la opinión del periodista y sacerdote español Antonio Pelayo, su Lectio magistralis en la Universidad de Ratisbona (2006) y ponencias ante Westminster Hall (Londres, 2010) y el Reichstag (Berlín, 2011). Según la Agencia Católica de Noticias, la cantidad aproximada de libros que había en su biblioteca personal llegaba a los veinte mil ejemplares, lo que da crédito a un perfil de lector erudito.

Ratzinger fue apodado “el Rottweiler de Dios” por sus posiciones conservadoras, y su gestión le valió el aplauso de los sectores tradicionalistas y la crítica de los espacios progresistas. Su hostilidad al relativismo moral sea posiblemente la insignia de su pontificado. Se le atribuyó promover cierto supremacismo católico por sobre otras denominaciones cristianas, especialmente tras la publicación de Spe salvi, “al subrayar la prerrogativa del Vaticano de representar a la única Iglesia derivada del mandato de Jesús a sus apóstoles de propagar por el mundo su mensaje” conforme describió Deutsche Welle. Su devoción por su iglesia lo expuso a roces con otras religiones. El bautismo público en 2008 del famoso apóstata egipcio-italiano islámico Magdi Alam ofendió a la grey musulmana, en tanto que el levantamiento de la excomunión que pesaba sobre el obispo británico lefrevista, antisemita y negacionista Richard Williamson, en 2009, causó estupor entre los judíos. Sus años papales estuvieron sacudidos por numerosos escándalos, externos e internos. De manera destacada, la filtración de documentos vaticanos secretos que expuso hechos de corrupción en 2012, conocida como Vatileaks, y el destape, dos años antes, de múltiples y graves casos de abusos sexuales sacerdotales de vieja data.

Ratzinger, como cardenal o pontífice, dio la impresión de alguien inclinado hacia la provocación. Entre sus pronunciamientos más polémicos se recuerdan hacer propia, en 1990, la afirmación del filósofo Paul Feyerabend, quien sostuvo que “en la época de Galileo la iglesia fue mucho más fiel a la razón que Galileo, y el juicio que la iglesia le hizo a Galileo fue razonable y justo”; su declaración durante un viaje a Brasil en 2007 para inaugurar la V Asamblea de la Conferencia Episcopal Latinoamericana que “el anuncio de Jesús y de su evangelio no supuso, en ningún momento, una alienación de las culturas precolombinas ni fue una imposición de una cultura extraña […] Cristo era el salvador que anhelaban silenciosamente [los indígenas de América]”; y asegurar en 2009 durante su primera visita pontificia a África -donde veintidós millones de personas estaban entonces contagiadas de HIV y reunía al 90% de los niños infectados a nivel mundial- que “no se puede solucionar el problema del SIDA con la distribución de preservativos”.

“Joseph Ratzinger puede ser un gran teólogo, pero Benedicto XVI resulta ser un político mediocre” señaló el sociólogo francés Éric Fassin. “O por lo menos, esta fue la convención social…”. La difunta escritora italiana Oriana Fallaci, famosa por su ateísmo y denuncia del islam radical, afirmó: “Me siento menos sola cuando leo los libros de Ratzinger”. Su biógrafo preeminente Peter Seewald, observó: “El mundo está profundamente dividido sobre como entender a Benedicto XVI. Él es considerado uno de los pensadores más inteligentes de nuestra era. Al mismo tiempo ha sido una figura controvertida”.

Pero incluso sus detractores podían reconocer su agudeza mental, su erudición teológica, su excelencia académica y su lealtad a sus principios. También se le reconocieron sus varios talentos, como políglota o pianista con afición por Mozart (“la música de Mozart encierra toda la tragedia de ser hombre” afirmó en La sal de la Tierra), y su fidelidad al legado de la Iglesia católica. Su pasión religiosa se expresó en formas inesperadas cuando firmó un contrato con Geffen Records -el mismo sello de Nirvana- para grabar sus oraciones a la Virgen María, las que se editaron en el álbum navideño “Alma Mater” en noviembre de 2009

El 11 de febrero de 2013, Benedicto XVI sorprendió al mundo al anunciar su renuncia al papado. Dirigiéndose en latín a los cardenales en la Sala del Consistorio del Palacio Apostólico, afirmó:

“… para gobernar la barca de San Pedro y anunciar el Evangelio es necesario también el vigor, tanto del cuerpo como del espíritu; vigor que en los últimos meses ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado”.

Fue un acontecimiento histórico, con antecedente semejante seis siglos atrás. Por fortuna para Ratzinger, su salida fue menos dramática que la primera renuncia papal, la de San Clemente I, quien abdicó en el año 96 y al año siguiente fue arrojado al Mar Negro encadenado a un ancla. A lo largo de la historia ocho pontífices renunciaron al ejercicio papal, indica la Enciclopedia Católica online. Su estatus de Papa emérito se terminó extendiendo más que la duración de su pontificado.

“Sabéis que para mí este es un día distinto de otros anteriores. Ya no soy Sumo Pontífice de la Iglesia Católica. Todavía lo seré hasta las ocho de esta tarde, después ya no”, dirá poco más de dos semanas después, desde el balcón de la residencia pontificia de Castel Gandolfo, en su última alocución como Papa. “Soy simplemente un peregrino que empieza la última etapa de su peregrinación en esta tierra”.

Ese peregrinaje llegó a su destino final. Perdurarán sus enseñanzas, sus reflexiones y su legado; tan criticado como celebrado.

Profesor titular de la carrera de relaciones internacionales en la Universidad de Palermo.

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Por Julián Schvindlerman

  

El staging de los compungidos morales – 03/12/22

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Por Julián Schvindlerman
Perfil – 3/12/2022

https://www.perfil.com/noticias/opinion/el-staging-de-los-compungidos-morales-por-julian-schvindlerman.phtml

Todo el mundo sabía de antemano que darle a Catar -una monarquía musulmana bastante conservadora- la oportunidad de organizar una copa mundial de fútbol -seguida por miles de millones de personas de diverso gusto ético y moral- daría lugar a una situación que no iba a estar exenta de polémicas. Un país autocrático sunita, aliado de una teocracia chiíta alborotadora, anfitrión de grupos y personalidades terroristas como Khalil Sheik Mohammed de Al-Qaeda y Yusuf al-Qaradawi de la Hermandad Musulmana, que nunca había siquiera clasificado a un mundial de fútbol, amén de padecer temperaturas muy elevadas y nula experiencia en exponerse ante la mirada crítica del planeta entero, sin embargo, fue elegido para ser anfitrión del evento más importante del calendario deportivo global. Las controversias estallaron instantáneamente.

Agrupaciones de derechos humanos protestaron por la situación deplorable de los trabajadores extranjeros (cientos de ellos murieron construyendo la infraestructura para el campeonato), plantearon el estatus precario de la mujer en esa cultura misógina (imposición del velo entre otras restricciones a la libertad de elección), y denunciaron la persecución a miembros de la comunidad homosexual (repudiada por el islam tradicionalista). Cuando, a dos días del inicio del mundial, el gobierno catarí anunció que no permitiría la venta de bebidas alcohólicas en las inmediaciones de los estadios, incluso los fanáticos del fútbol más desinteresados en la cultura y la política de aquella nación árabe se vieron forzados a prestar atención.

Las preocupaciones internacionales respecto del estatus de las mujeres, los gays y los trabajadores extranjeros en Catar, son legítimas. Y está claro que Doha busca tapar estas cuestiones y lavar su imagen global por medio del deporte. Varios déspotas han empleado grandes eventos deportivos para mejorar su imagen internacional anteriormente. Benito Mussolini lo intentó con la copa mundial de fútbol en 1934, Adolf Hitler con las olimpíadas de Múnich en 1936 y la Junta Militar argentina con la copa de fútbol en 1978. Más recientemente, Vladimir Putin fue anfitrión del mundial de fútbol en 2018 y Xi Jinping de los juegos olímpicos este mismo año. Pero entonces: ¿En qué sentido es Catar 2022 diferente? Así, la aseveración del titular de la FIFA Gianni Infantino de que “esta lección moral unilateral es solo hipocresía” en referencia a las críticas a la celebración de este campeonato mundial en esta nación árabe, aunque imprecisa, no es infundada. Algo incomoda en toda la moralina occidental que está rodeando este mundial.

Resulta raro ver a los jugadores de varios seleccionados armar un pequeño escándalo al anunciar su decisión de vestir alguna insignia colorida en muestra de solidaridad con los homosexuales perseguidos de Catar u otros gestos virtuosos que parecen estar orientados a suavizar a la opinión pública en sus países de origen más que dirigidos al gobierno árabe. Si tanto ofende a sus conciencias la situación doméstica catarí, estos jugadores podían haber elegido simplemente no viajar allí. Todos los seleccionados que hoy se muestran moralmente compungidos podían haber boicoteado esta copa de fútbol, y elevar sus principios éticos por sobre sus gustos deportivos, sus metas profesionales o sus intereses económicos. No obstante, no lo hicieron. Si uno desaprueba al dueño de la casa, puede elegir no ir a la fiesta que él organiza. Pero si uno decide ir, no puede hacerlo con una pancarta de protesta.

Es válido objetar la política proiraní y proislamista de Catar, así como su déficit en materia de derechos humanos, o criticar la decisión de la FIFA de otorgarle el rango de anfitrión de la copa mundial de fútbol en primer lugar. De entrada, fue evidente que esa era una determinación cuestionable. A la vez, es razonable pedir coherencia a quienes eligieron libremente ir a patear la pelota en los estadios de Catar y en simultáneo escenifican la presunta herida moral que eso les produce. El aeropuerto internacional de Doha opera con normalidad: hoy mismo podrían volar de regreso a sus casas, si así quisieran.

Profesor titular en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Palermo.

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Por Julián Schvindlerman

  

La diatriba antieuropea de Gianni Infantino – 11/22

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Por Julián Schvindlerman
Comunidades – noviembre 2022

Desde que se dio a Catar en un lejano 2010 la oportunidad de organizar la Copa Mundial de Fútbol 2022, emergieron cuestionamientos relevantes a tal decisión de la FIFA. Con la inauguración del campeonato, las críticas recrudecieron, abordando el estatus de la mujer, del colectivo gay, de los trabajadores foráneos y muchos otros asuntos típicos del déficit humanitario en esta nación árabe.

Ante la avalancha de cuestionamientos desde todos los rincones, el presidente de la FIFA, el suizo Gianni Infantino, salió en defensa del país organizador del primer mundial en el Medio Oriente. Convocó a una conferencia de prensa y abrió así: “Hoy me siento qatarí. Hoy me siento árabe. Hoy me siento africano. Hoy me siento gay. Hoy me siento discapacitado. Hoy me siento un trabajador migrante” y cuando un periodista le preguntó porqué no había mencionado a las mujeres, agregó: “Perdón, me olvidé, me siento mujer hoy”. Exageradamente, dijo que si él podría organizar un próximo mundial de fútbol en Corea del Norte o en Irán, lo haría, justificando semejante afirmación sobre la base de que el deporte debe unir a las personas en lugar de enfrentarlas. (Los hinchas de México y Argentina que se agarraron a trompadas la semana pasada en un bar de Doha no lo han de haber escuchado).

Aunque sus palabras pueden sonar huecas -pues todos sabemos que detrás de la copa del mundo hay un gran negocio material más que una misión idealista de promover la hermandad universal- aun así, Infantino tuvo razón en un punto. Irrita un poco tanta angustia moral teatralizada. Las posturas, las cintas de colores, las remeras negras, las manos cubriendo las bocas de los jugadores que eligieron por voluntad propia participar del Mundial son ejemplo de ello. Claramente, esta copa de fútbol está híper politizada. “No somos la ONU, no somos la policía mundial, no somos, no sé, los cascos azules”, se defendió Infantino. “Estamos organizando una Copa del Mundo. No estamos organizando una guerra”. Buen punto.

Hasta acá venía medianamente okay. Luego le pifió, para usar terminología mundialista: “Creo que por lo que hemos estado haciendo los europeos durante los últimos 3.000 años, deberíamos disculparnos por los próximos 3.000 años antes de comenzar a dar lecciones morales a las personas”. Uff. Ya hemos estado en este punto miles de veces. La autoflagelación occidental no parece ser el camino para elevar la imagen de un país musulmán homofóbico, misógino, explotador laboral, patrocinador de terroristas, intolerante con el extranjero y sensible a los cuestionamientos. Basta observar la campaña agresiva contra la comunidad gay que Catar promovió aun en vísperas del inicio del Mundial para advertir cuan fuera de foco estuvo el discurso del titular de la FIFA.

El año pasado, la Unión Internacional de Eruditos Musulmanes, asentada en Doha, emitió una fatua contraria a la homosexualidad, a la que tipificaba con las palabras “desviación y degeneración”. Según constataba un informe del Instituto de Investigación de Medios de Medio Oriente (MEMRI): “El discurso homofóbico que aparece en los medios qataríes de forma habitual ha aumentado aún más en las últimas semanas. Muchos artículos de prensa describieron a los homosexuales como ´pervertidos´ y expresaron su preocupación de que las campañas occidentales para promover los derechos de los homosexuales ´infectarían´ las sociedades árabes e islámicas y causarían una degeneración moral.” Como es habitual en la prensa árabe, las caricaturas fueron especialmente brutales. Por traer sólo una de ellas: llevaba el epígrafe “Qatar y la bandera del arcoíris”, publicada en Al-Sharq, mostraba a un árabe vomitando los colores del movimiento LGBTQ.

Sí, Europa en el medioevo masacró a judíos, expulsó a moros y quemó a brujas. Pero ¿de qué modo recordar el pasado fanatismo europeo es útil para detener la inconducta presente de Catar? Infantino aun debe explicar ello.