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ABC Color (Paraguay)

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Por Julián Schvindlerman

  

La intifada de la mentira – 16/10/15

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Los acontecimientos en Israel y Palestina se suceden con extrema velocidad. Antes de que nos percatemos, nos vemos sobrepasados por una avalancha de información que desorienta. Por varios días ya, jóvenes palestinos, aparentemente desvinculados de agrupaciones terroristas, han estado atacando a israelíes con piedras, puñales, destornilladores, bombas molotov y los han embestido con sus vehículos, en un frenesí de violencia radical que preanuncia una nueva, tercera, intifada. Quizás estemos en ese momento bisagra a partir del cual todo empeora, en el que cada día arroja otra tragedia que se suma a la del día anterior, dando forma a un ciclo de violencia cada vez mayor, difícil de parar y menos aún de comprender. Es este, entonces, el momento justo para preguntarnos cómo ha comenzado este lío. Prestemos atención ahora, antes de que -atrapados en el tsunami de datos, análisis, opiniones- olvidemos la génesis, enteramente evitable, de este festival de odio
insensato.

Todo empezó con una mentira. Una mentira flagrante, malintencionada y peligrosa, lanzada con descaro por líderes palestinos y árabes-israelíes. En las vísperas del Año Nuevo judío, miembros del Movimiento Islámico en Israel se atrincheraron, armados, en la Mezquita Al-Aqsa, a la espera de que religiosos judíos fuesen a rezar a la explanada que las alberga para atacarlos. (Las mezquitas fueron construidas sobre las ruinas del templo hebreo edificado por el Rey Salomón). La policía israelí los dispersó y la patraña surgió: los judíos quieren dañar las mezquitas santas del islam. Arrojar semejante acusación infundada en la región más religiosa y conflictiva del mundo es un acto de irresponsabilidad e incitación extraordinario. Eso sólo bastó para encender la mecha. Luego, el gobierno palestino en Cisjordania, Hamas en Gaza, y parlamentarios árabes y miembros del Movimiento Islámico de Israel echaron más leña al fuego con otras provocaciones.

El jeque Muhamad Sallah instó, cuchillo en mano, desde el atrio de la mezquita Al-Abrar en la Franja de Gaza: “¡Apuñalen! Oh jóvenes de Cisjordania… córtenlos en partes”. El parlamentario de Hamas, Mushir Al-Masri, blandiendo un puñal clamó ante una multitud en Khan Yunis: “El puñal es nuestra elección. El puñal simboliza la batalla de Cisjordania y Jerusalén”. La agrupación Fatah, del presidente palestino Mahmoud Abbas, publicó folletos que celebran como “mártires” a palestinos que han asesinado a israelíes; los folletos llevan las fotos de Abbas y Arafat. Integrantes del Comité Central de Fatah, entre ellos Nabil Shaath, ex negociador principal de la Autoridad Palestina, fueron a dar sus condolencias a la familia de Mohamed Halabi, quien días antes mató a dos israelíes. La Asociación de Abogados Palestinos concedió una membresía honoraria post-mórtem a este joven matador. Los parlamentarios árabe-israelíes Hanin Zohabi, Basel Ghattas y Ayman Odeh participaron en manifestaciones palestinas en las que se coreó «sacrificaremos nuestras vidas por la Mezquita Al-Aqsa».

Y en las vísperas de que todo estallara, el presidente palestino, desde el podio de las Naciones Unidas, anunció dramáticamente al mundo entero que los Acuerdos de Oslo -los que rigieron las relaciones palestino-israelíes por las últimas dos décadas- estaban caducos.

Recordemos este momento. Recordemos este instante en que la hoguera fue encendida. Recordemos quién la prendió y quien alentó su difusión. Antes de que las llamas de la violencia se hayan elevado a proporciones infernales y muchas más familias de palestinos e israelíes queden enlutadas por sus muertos, antes de que la prensa internacional nos inunde con sus reportes y las naciones del mundo envíen a sus diplomáticos con urgencia, recordemos. Recordemos cómo empezó esta nueva, caprichosa, inútil y mentirosa intifada.

Infobae, Infobae - 2015

Infobae

Por Julián Schvindlerman

  

Una intifada caprichosa e inútil – 16/10/15

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Los acontecimientos en Israel y Palestina se suceden con extrema velocidad. Antes de que nos percatemos, nos vemos sobrepasados por una avalancha de información que desorienta. Por varios días ya, jóvenes palestinos, aparentemente desvinculados de agrupaciones terroristas, han estado atacando a israelíes con piedras, puñales, destornilladores, bombas molotov y los han embestido con sus vehículos, en un frenesí de violencia radical que preanuncia una nueva, tercera, intifada. Quizás estemos en ese momento bisagra a partir del cual todo empeora, en el que cada día arroja otra tragedia que se suma a la del día anterior, dando forma a un ciclo de violencia cada vez mayor, difícil de parar y menos aún de comprender. Es este, entonces, el momento justo para preguntarnos cómo ha comenzado este lío. Prestemos atención ahora, antes de que -atrapados en el tsunami de datos, análisis, opiniones- olvidemos la génesis, enteramente evitable, de este festival de odio
insensato.

Todo empezó con una mentira. Una mentira flagrante, malintencionada y peligrosa, lanzada con descaro por líderes palestinos y árabes-israelíes. En las vísperas del Año Nuevo judío, miembros del Movimiento Islámico en Israel se atrincheraron, armados, en la Mezquita Al-Aqsa, a la espera de que religiosos judíos fuesen a rezar a la explanada que las alberga para atacarlos. (Las mezquitas fueron construidas sobre las ruinas del templo hebreo edificado por el Rey Salomón). La policía israelí los dispersó y la patraña surgió: los judíos quieren dañar las mezquitas santas del islam. Arrojar semejante acusación infundada en la región más religiosa y conflictiva del mundo es un acto de irresponsabilidad e incitación extraordinario. Eso sólo bastó para encender la mecha. Luego, el gobierno palestino en Cisjordania, Hamas en Gaza, y parlamentarios árabes y miembros del Movimiento Islámico de Israel echaron más leña al fuego con otras provocaciones.

El jeque Muhamad Sallah instó, cuchillo en mano, desde el atrio de la mezquita Al-Abrar en la Franja de Gaza: “¡Apuñalen! Oh jóvenes de Cisjordania… córtenlos en partes”. El parlamentario de Hamas, Mushir Al-Masri, blandiendo un puñal clamó ante una multitud en Khan Yunis: “El puñal es nuestra elección. El puñal simboliza la batalla de Cisjordania y Jerusalén”. La agrupación Fatah, del presidente palestino Mahmoud Abbas, publicó folletos que celebran como “mártires” a palestinos que han asesinado a israelíes; los folletos llevan las fotos de Abbas y Arafat. Integrantes del Comité Central de Fatah, entre ellos Nabil Shaath, ex negociador principal de la Autoridad Palestina, fueron a dar sus condolencias a la familia de Mohamed Halabi, quien días antes mató a dos israelíes. La Asociación de Abogados Palestinos concedió una membresía honoraria post-mórtem a este joven matador. Los parlamentarios árabe-israelíes Hanin Zohabi, Basel Ghattas y Ayman Odeh participaron en manifestaciones palestinas en las que se coreó «sacrificaremos nuestras vidas por la Mezquita Al-Aqsa».

Y en las vísperas de que todo estallara, el presidente palestino, desde el podio de las Naciones Unidas, anunció dramáticamente al mundo entero que los Acuerdos de Oslo -los que rigieron las relaciones palestino-israelíes por las últimas dos décadas- estaban caducos.

Recordemos este momento. Recordemos este instante en que la hoguera fue encendida. Recordemos quién la prendió y quien alentó su difusión. Antes de que las llamas de la violencia se hayan elevado a proporciones infernales y muchas más familias de palestinos e israelíes queden enlutadas por sus muertos, antes de que la prensa internacional nos inunde con sus reportes y las naciones del mundo envíen a sus diplomáticos con urgencia, recordemos. Recordemos cómo empezó esta nueva, caprichosa, inútil y mentirosa intifada.

Varios

Varios

Por Julián Schvindlerman

  

Entrevista con Vis-a-Vis – 13/10/15

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¿A qué situación geo-política y social atribuís está ola de ataques que se desató en Israel hace dos semanas?

La génesis es un clima caldeado local y regionalmente además de la provocación intencional. El disparador fue el atrincheramiento de miembros del movimiento islámico de Israel en la mezquita Al-Aqsa para atacar a religiosos judíos en Rosh Hashaná y la respuesta de la policía israelí que fue presentada falsamente por los palestinos como un ataque a los lugares santos del islam. Luego está la decisión de la Autoridad Palestina, de Hamas, y de parlamentarios árabe-israelíes de incitar a los palestinos a “defender Al-Aqsa”, de aupar a los asesinos como mártires y de no condenar la violencia.

¿Cuánto tiene que ver la renuncia de Abbas a la dirección de la OLP y su posterior declaración en la Asamblea General de las ONU de que la Autoridad Palestina renunciará a los Acuerdos de Oslo?

Creo que tiene mucho que ver pues al desentenderse de los acuerdos que guiaron las relaciones palestino-israelíes por dos décadas, Abbas ha creado un vacío que se llenó de anarquía. Abbas no canceló la cooperación de seguridad, de la que su supervivencia depende, ni renunció a los montos por impuestos que Israel recolecta y le pasa, que hacen al 70% de su presupuesto, más bien fue un anuncio simbólico que buscó generar presión política sobre Israel. Pero fue también una patada a la mesa de negociaciones y dio lugar a la violencia, que la propia AP y él mismo promovieron.

La embajadora de Israel en Argentina, Dorit Shavit aseguró que Abbas está incitando a la violencia con su silencio y su falta de condena ¿Estás de acuerdo? ¿Por qué?

Coincido. Al no condenar la violencia homicida contra israelíes, Abbas esencialmente le está dando un pase libre. El mensaje que da a su pueblo es que está bien apuñalar a israelíes, que no es algo merecedor de reprobación por parte del gobierno palestino. Pero como indiqué, es peor que eso, pues figuras políticas palestinas han incitado a la violencia. Fatah acaba de publicar un folleto, con las fotos de Abbas y Arafat, en el que aplaude a Mohamed Halabi, un simpatizante de la Jihad Islámica Palestina que mató a israelíes. Y desde Gaza, un jeque ha instado a acuchillar israelíes en Cisjordania, mientras blandía un puñal desde el atril de la mezquita.

¿Cómo crees que está actuando Israel ante estos hechos violentos? ¿Consideras que deben tomar medidas más drásticas para defender a sus ciudadanos?

Creo que ha dado una respuesta correcta en un contexto de sorpresa pero deberá reforzar las medidas. Es difícil responder a casos del tipo lobo-solitario, pues son repentinos y no responden a una organización. Requiere estar alerta y contar con mucha presencia policial en las calles. Seguramente esta situación redundará en mayores controles fronterizos y un aumento de las medidas de seguridad.

En un corto plazo ¿Estos ataques se van a intensificar? la Autoridad Palestina ¿va a poner un freno?

No puedo responder que sucederá a futuro. Sí recordar que las previas intifadas comenzaron con una sucesión de actos de agresión que degeneraron en un levantamiento mayor. Un analista norteamericano tipificaba esta agresión de masas como un brote psicótico colectivo palestino, seducido por la sangre enemiga. Mucho dependerá de la respuesta que den las autoridades palestinas, respuesta que hasta ahora ha sido decepcionante.

La Razón (España)

La Razón (España)

Por Julián Schvindlerman

  

A las puertas de una tercera intifada Palestina – 09/10/15

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Entrevista con Julián Schvindlerman

–¿Cuál es el origen de esta escalada de violencia?

–Principalmente es el resultado de un clima enrarecido por la paralización del proceso de paz, la incitación antiisraelí de la Autoridad Palestina, el contexto de un Oriente Medio muy agitado y la indiferencia mundial al conflicto por otras urgencias globales.

–¿Es posible una tercera Intifada palestina?

–Desafortunadamente, es posible. Estos últimos días hubo un recrudecimiento de los ataques palestinos con cuchillos, destornilladores, piedras y cócteles molotov contra civiles y soldados israelíes que, por su virulencia y repetitividad, recuerda los orígenes de la pasada Intifada. Lamentablemente, la Autoridad Palestina no está haciendo un esfuerzo en contener estos acontecimientos.

–¿Cree que Abas desmantelará la ANP e Israel se tendrá que hacer cargo de Cisjordania?

–Es una amenaza de larga data del presidente palestino. La reiteró sutilmente en su discurso en la ONU cuando afirmó: «No podemos seguir sometidos a esos acuerdos firmados», en referencia a los Acuerdos de Oslo y agregó que Israel «debe asumir plenamente toda su responsabilidad como potencia ocupante». ¿Significa esto que anulará la cooperación de seguridad entre las fuerzas palestinas y las israelíes, de la que su propia supervivencia depende? ¿Renunciará a los impuestos recaudados por Israel, el 70% del presupuesto de la AP? Creo que Abas busca asustar a la comunidad internacional para que presione al Gobierno israelí.

*Analista experto en Oriente Medio.

Infobae, Infobae - 2015

Infobae

Por Julián Schvindlerman

  

El triángulo Rusia-Siria-EE.UU. – 09/10/15

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¿Pueden los hacedores de política de esta Casa Blanca estar tan desoladoramente despistados en su evaluación sobre las intenciones de Rusia en Siria? Dejemos que respondan con su propio eslogan de campaña: “Yes, we can”. Vea las reacciones de Ashton Carter, el secretario de Defensa del país militar, política y económicamente más poderoso de la Tierra, ante las agresiones bélicas inconsultas de Moscú en Siria: “Quiero ser muy cauto en esto. Pero pienso que, con sus acciones, Rusia está echando más leña al fuego”, “Quiero ser cuidadoso, pero parece que [el ataque] sucedió en áreas donde no había fuerzas del Estado Islámico (EI)”.

Esta es una administración que quiere ser cauta y cuidadosa frente a un rival asertivo, ambicioso y violento como Vladimir Putin. Así le va. Incluso un híper obamista como Thomas Friedman del New York Times, en una nota que empieza con un alegato: “Su señoría, salgo nuevamente en defensa de la política del presidente Barack Obama hacia Siria”, debe reconocer que el presidente estadounidense padece ambivalencia. Ante los pronunciamientos adolescentes de Obama en el recinto de la ONU, dichos antaño y la semana pasada —“Ninguna nación puede o debería intentar dominar a otra nación” y “Las naciones del mundo no pueden retornar a los viejos hábitos del conflicto y la coerción”—, el jefe del Kremlin ha de destornillarse de risa. Entre carcajadas, invade Ucrania e interviene en Siria. Ay, sin aprobación de la ONU.

¿Qué busca Putin en Siria? Fundamentalmente, mantener a Bashar al Assad en el poder. Rusia tiene muchos intereses en aquel país: estratégicos, culturales y económicos. El régimen de Assad ha sido el aliado más cercano de Moscú en el mundo árabe por más de 40 años. Durante la Guerra Fría, decenas de miles de rusos se trasladaron a Siria, mientras que las élites sirias estudiaban en las mejores escuelas rusas. Los matrimonios mixtos eran comunes y, al momento del levantamiento sirio, se estima que cien mil ciudadanos rusos vivían allí. Moscú también es un proveedor de armas de Damasco y compañías rusas han invertido aproximadamente 20 mil millones de dólares en esas tierras. Abandonar a Assad supondría renunciar a estas inversiones. Es difícil imaginar un nuevo Gobierno tan amigable a Moscú en una era pos-Assad.

La experta Anna Borshchevskaya indicó en una lúcida nota en Foreign Policy que Siria es el punto de apoyo más importante de Rusia en la región, bordeando el Mediterráneo, Israel, Líbano, Turquía, Jordania e Irak. “Putin ha hecho de la expansión del poderío naval ruso un pilar de su tercer mandato presidencial, y la caída de Assad significaría perder la única base militar de Rusia fuera del espacio postsoviético; un centro de reabastecimiento naval en el puerto de Tartus”, observa. El apoyo a Assad figura además dentro de los planes de Putin de desafiar a Occidente. De hecho, Moscú ha sido un firme partidario de Assad desde el comienzo de la insurrección siria en marzo de 2011. Ha apuntalado al régimen de Damasco con armas, asesores, préstamos económicos y cobertura política en el Consejo de Seguridad de la ONU. Ahora Putin decidió involucrar a su patria en la guerra civil con su aparato militar.

“Debemos reconocer que no puede haber, después de semejante derramamiento de sangre, de semejante carnicería, una vuelta al statu quo previo a la guerra”, dice Obama. “Creemos que es un enorme error rehusarse a cooperar con el Gobierno sirio y sus fuerzas armadas”, asegura Putin. Mientras que el estadounidense vacila y cuando actúa, lo hace sin convicción, el ruso envía aviones de combate, misiles aire-aire y baterías antiaéreas. “¿Contra un Estado Islámico que no tiene fuerza aérea, aviones o helicópteros?”, se preguntaba el analista Charles Krauthammer en el Washington Post. No, Putin no está en Siria para luchar contra estos yihadistas. Él anhela destruir a la oposición moderada a Assad, de modo que sólo permanezca el EI como alternativa al régimen damasceno, para forzar de ese modo a Occidente a una elección clara. Tal es así que durante las primeras 48 horas de bombardeos solamente ha atacado campamentos de rebeldes entrenados por la CIA. Y lo ha hecho inmediatamente después de haberse reunido con Obama, en el primer encuentro formal tras la marginación mundial que siguió a la aventura bélica rusa en Ucrania.

Putin sabe que Obama es un líder fláccido. Un estadista que advierte: “Assad debe irse” y que indica que el uso de armas químicas es una “línea roja”, pero hace muy poco por una u otra cosa. Putin sabe que Obama es un hombre fácil de embaucar, de hacerle creer que recompensar el mal comportamiento de Irán, por ejemplo, hará, contra todo pronóstico, que Teherán mejore su inconducta. Putin sabe que Obama quiere irse de Medio Oriente y pretende aprovechar cada centímetro de espacio cedido gratuitamente por Washington en la región más estratégica del globo. Putin sabe que cuenta aun hasta entrado el 2017 para pasar por arriba a los Estados Unidos hasta que este presidente parta. La anexión de Ucrania, la intervención en Siria y la negociación con Irán pueden haber sido sólo las entradas de la cena que Vladimir está preparando. Mientras, Obama ni siquiera es un comensal invitado.

Compromiso

Compromiso

Por Julián Schvindlerman

  

Entrevista a Hanna Węgrzynek – 10/15

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Especialista principal del Departamento de Investigación y Publicaciones
Museo de la Historia de los Judíos Polacos

Entrevistó Julián Schvindlerman

Año 7. No. 61Por favor cuéntenos sobre usted y su rol en el Museo.

Hago investigaciones sobre la historia judía en Polonia en el Departamento de Historia de la Universidad de Varsovia. Dediqué este tema a mi doctorado. De 1996 a 2013 fui miembro del equipo de investigación en el Instituto Histórico Judío en Varsovia haciendo investigaciones sobre la historia judía en Polonia y en la realización de actividades educativas sobre el mismo tema. Desde 2013 trabajo en el Museo de la Historia de los Judíos Polacos. Soy responsable de proyectos de investigación llevados a cabo en el Museo.

Estuve también entre los historiadores que prepararon la primera concepción de la línea narrativa para el Museo en 1996. A partir de 2011 pasé a ser uno de los vicepresidentes de la comisión auditora de la Asociación de Instituto Histórico Judío responsable de la preparación de la exposición central del Museo.

¿Cómo fue la génesis de este museo?

El Museo de la Historia de los Judíos de Polonia abrió sus puertas al público en abril de 2013. En la actualidad funciona como un centro cultural y educativo con un rico programa cultural, que incluye exposiciones temporales, películas, debates, talleres, representaciones, conciertos, conferencias y mucho más.

Formalmente fundado en 2005 por la Asociación del Instituto Histórico Judío de Polonia, la Ciudad de Varsovia y el Ministerio de Cultura y el Patrimonio Nacional, el museo es una iniciativa única y sin precedentes, que abarca muchos campos de la investigación y el aprovechamiento de los conocimientos de los expertos y profesionales de museos de todo el mundo. También trabajamos con la comunidad en general para crear un lugar vibrante de intercambio y diálogo, donde todos tengan la oportunidad de expresar sus opiniones, hacer  preguntas y crecer.

¿Alguna concepción simbólica en su Arquitectura?

El museo se encuentra en lo que fue el corazón de los judíos de Varsovia; una zona que los nazis convirtieron en el gueto de Varsovia durante la Segunda Guerra Mundial. Esta ubicación significativa, junto con la proximidad del museo al Monumento a los Héroes del Gueto, exigió seriedad extrema por parte de los diseñadores de la construcción, que cuidadosamente crearon una estructura que se ha convertido en un símbolo de la nueva cara
de Varsovia. El diseño por el estudio finlandés Lahdelma & Mahlamäki fue seleccionado en un concurso internacional. En 2008, con el edificio aún en construcción, recibió el prestigioso Premio Ateneo Internacional de Arquitectura de Chicago.

Hace poco abrieron la Exhibición Central ¿Cierto?

La Exposición Central, inaugurada el mes de octubre de 2014, es un viaje a través de mil años de la historia de los judíos polacos, desde la Edad Media hasta la actualidad. Los visitantes encontrarán respuestas a preguntas del tipo: ¿cómo llegaron los judíos a Polonia? ¿Cómo Polonia se convirtió en el centro de la diáspora judía y el hogar de la mayor comunidad judía en el mundo? ¿Cómo está la vida judía siendo revivida?

La exposición se compone de ocho galerías, repartidas en una superficie de 4.000 metros cuadrados, sobre la presentación del patrimonio y la cultura de los judíos polacos, que sigue siendo una fuente de inspiración para Polonia y para el mundo. Las galerías retratan las fases sucesivas de la historia, a partir de las leyendas de la llegada, los inicios de la colonización judía en Polonia y en el desarrollo de la cultura judía. Mostramos la diversidad social, religiosa y política de los judíos polacos, destacando dramáticos acontecimientos del pasado, el Holocausto y concluyendo con la época contemporánea.

Presentamos mil años de convivencia judeo-polaca, hablamos de la cooperación, la rivalidad y los conflictos, de la autonomía, la integración y la asimilación. Si bien se busca hacer frente a cuestiones espinosas, también se pretende llamar la atención a los capítulos brillantes de nuestra historia común.

¿Cómo está organizada esta exhibición?

La Exposición Central es una narración: los visitantes son arrastrados a una historia contada por los artefactos, las pinturas, las instalaciones interactivas, las reconstrucciones y las maquetas, las proyecciones de vídeo, los sonidos y las palabras. Nuestra atención se centra en la vida, por lo tanto, en cada etapa del viaje nos esforzamos por permanecer cerca de la vida al permitir que la gente hable: comerciantes judíos, académicos o artistas de una determinada época, rabinos, amas de casa, políticos, cronistas y revolucionarios. Les damos la palabra a los que perecieron ya los que sobrevivieron.

¿Qué temas de investigación encara su departamento?

El Departamento de Publicaciones, investiga y difunde el conocimiento sobre la historia de los judíos polacos. Aplicamos la investigación, tanto especializada y general. Organizamos debates y conferencias de paneles abiertos por autoridades reconocidas en el campo de los estudios judíos de todo el mundo. El departamento colabora con las instituciones de investigación y museos de todo el mundo. Nuestra tarea asegura que la información proporcionada a nuestros visitantes cumpla con los más altos estándares, creemos que es una contribución sólida ala historiografía judía. También ofrecemos acceso a ricas colecciones de la biblioteca del museo, incluyendo las obras más importantes referidas a estudios judaicos, y estamos a cargo de programa de publicaciones del museo.

¿Cómo describiría la relación de Polonia con los judíos luego del Holocausto?

De los 3.3 millones de judíos que vivían en Polonia antes de la guerra, sólo el diez por ciento sobrevivió. Algunos de ellos sobrevivieron en la clandestinidad y otros en los campos de concentración, pero la mayoría lo hizo a través de la guerra en la Unión Soviética. A pesar de las dificultades, las posibilidades de supervivencia eran incomparablemente mayores que bajo la ocupación alemana. La mayoría de los 250.000-300.000 judíos que se encontraban en Polonia después de la guerra se fue. Alrededor de 150.000 emigraron en 1945 y 1946, yen 1947 sólo una minoría permaneció.
Salvo en raras ocasiones podían los judíos volver a sus antiguos hogares, ya que los que ahora residían allí consideraban la ausencia de sus propietarios luego de la guerra un hecho consumado y consecuencia de la ocupación alemana. Por lo tanto, los vecinos polacos trataron el retorno de los judíos como una «invasión», y los que trataron de regresar pusieron en riesgo sus vidas.

Un hecho trágico fue el pogromo que estalló en Kielce el 4 de julio de 1946. Más de cuarenta personas fueron brutalmente asesinadas por una turba. Cuando las noticias del pogromo se esparcieron, el gobierno y la Iglesia Católica culparon diversamente a los anti-comunistas, a los comunistas, o incluso a los propios judíos, citando su prominencia en el aparato de poder comunista. La emigración judía aumentó. Muchos de los que se quedaron en Polonia albergaban la esperanza de que el comunismo produjera una sociedad más justa y pusiera fin al antisemitismo. Los judíos intentaron reconstruir la vida judía en Polonia. Establecieron orfanatos y escuelas y organizaron cursos de formación profesional y de comercio. Comunistas judíos con entusiasmo  suscribieron a la ideología oficial de «productivization»-hacer de los judíos, trabajadores-mientras que los sionistas también organizaron la capacitación agrícola y otros cursos para preparar a los futuros pioneros dela Tierra de Israel, tal como lo habían hecho antes de la guerra.

Activistas judíos querían recrearlos partidos y las instituciones judías anteriores a la guerra. Hasta 1948, un período relativamente liberal, la vida judía fue asombrosamente diversa, a pesar de la negativa de las autoridades en legalizar el ala derecha sionista y el Agudas Yisrael, el partido religioso.

La institución judía más importante durante los años de la posguerra fue el Comité Central de los Judíos en Polonia (CKŻP), que abordó prácticamente todos los aspectos de la vida judía -escuelas, vivienda, empleo, orfanatos, salud, bienestar social, cultura y emigración.

Dos Naye lebn (Nueva Vida en yiddish), el título de su periódico, capta la misión de la organización: reconstruir la vida judía de nuevo.
Varios

Varios

Por Julián Schvindlerman

  

El universo extraño de las Selfies – 24/09/15

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Semanario Búsqueda – Uruguay – 24/09/15

Las selfies-el auto-retrato tech del siglo XXI- dan para todo. Las hay pintorescas, como la del macaco que sorprendió a los turistas Lizzy Ware y Ben Holmes en Bali al robarles la cámara para tomarse algunas propias; o como la de las gaviotas que se hicieron sus selfies con el IPhone que dejó olvidado Rebecca Mills en una playa de Inglaterra. Las hay desubicadas, como las que se sacaron sonrientes Barack Obama, David Cameron y Helle Thorning-Schmidt en el funeral de Nelson Mandela en Sudáfrica. Las hay ridículas, como las que alegremente se hicieron Shannon Neuman y su esposo, tomadas a la salida de la corte australiana que efectivizó su divorcio. Las hay peligrosas, como la del veinteañero que cayó al vacío desde lo alto de un puente moscovita tras sacarse una, o como las de los visitantes al Parque Nacional de Yellowstone que se llevaron de recuerdo las cornadas de los bisontes con los que quisieron sacarse las suyas. Y las hay suicidas, como las que detalló Matt Siegel de Reuters: el pasado junio, en los montes Urales dos hombres removieron la horquilla de una granada y eternizaron su selfie en ese instante, el mes previo una mujer se sacó una al momento en que se disparaba un tiro a la cabeza (presumiblemente por accidente), y recientemente un joven padre texano se sacó una selfie disparándose en su cuello.

Los artistas fueron precursores de excentricidades y flagelaciones que parecen haber permeado a la gente común. Un individuo con un smartphone puede ser un artista en potencia. En 1978, Robert Mapplethorpe hizo su selfie exhibiéndose con un látigo de cuero incrustado en su ano; la foto se vendió veintinueve años más tarde en una subasta de Christie´s en 26.400 dólares. Unos años antes, en 1971, Chris Burden se paró contra la pared de una galería de arte californiana y se hizo disparar por un amigo al hombro. La fotografía-performance se tituló Shoot. Karen Finley mostraba su cuerpo desnudo cubierto de chocolate, Vito Acconi dialogaba con los visitadores de su performance mientras se masturbaba oculto bajo una plataforma en una galería de arte, y el acto artístico de una estudiante de la Universidad de Yale consistía en inseminarse con semen de donantes para provocarse luego abortos inducidos. Célebremente, en 1961 Piero Manzoni puso en venta a un valor de cien mil dólares noventa latas que presumiblemente contenían su Merda d´artista. Los críticos y curadores festejaron este tipo de osadías y provocaciones, pero el público general fue perdiendo paciencia -y más gravemente aún para el futuro de los artistas, interés- con este arte abyecto. Tal como ha señalado el experto en arte Michael Lewis, los museos dejaron de ser principalmente lugares que exhiben obras para convertirse en espacios que prometen experiencias y sensaciones. Como los circos de siglos pasados, el espectáculo pasó a ser su seña distintiva. El museo es donde el artista exhibe y se exhibe. Para el resto de los mortales está Facebook.

Efectivamente, Facebook es hoy en día el museo de las personas comunes. Es el espacio para la exhibición de sus alienaciones, exotismos y extravagancias. Quienes se toman esas selfies insólitas -colgados de un puente, al lado de un león, descerrándose un tiro en la cara- anhelan ser vistos por multitudes en ese acto final de autodestrucción. La Selfie no permanece resguardada en la privacidad del smartphone sino que va automáticamente a la Nube o a Facebook o a Instagram. Paradójicamente, el auto-retrato es para consumo masivo, no personal. La tecnología ha facilitado esta promoción pública del sujeto de manera extrema. Alarmados, algunos gobiernos han lanzado campañas de concientización: “Una selfie canchera puede costarte la vida” dice un póster alusivo de Rusia. Apelando a los signos de tránsito, la campaña indica que está prohibido sacarse selfies, por ejemplo, frente a un tren veloz que avanza en dirección a uno, colgado de la antena de un techo o en la empinada ladera de una montaña.

A esto hemos llegado: a deber velar por la supervivencia del Homo-Selfie, el más novedoso eslabón en la evolución de la especie humana.

Varios

Varios

Por Julián Schvindlerman

  

La elocuencia del vacio: El museo judío de Berlín -09/15

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Artículo publicado en Revista Amijai

Si algo me ha sorprendido en Berlín, entre las tantísimas cosas que no dejan a uno de sorprenderlo en esa magnífica ciudad -su sofisticación, su cosmopolitismo, su vitalidad cultural, la intensidad de su pasado que se cristaliza constantemente en el presente, su belleza y su interacción entre el clasicismo y el modernismo- fue, curiosamente, su arquitectura. Sea el Bundestag, el viejo parlamento reconstruido en la posguerra, con una impresionante y singular cúpula de cristal; o la Philarmonie, vanguardista sala de conciertos que oficia de corazón musical de la capital alemana; o la biblioteca principal de la Universidad Humboldt, esplendoroso y raro espacio de lectura; sus monumentos, como el dedicado a la memoria de los judíos masacrados durante la Shoá, cuyo diseño minimalista y contundente es particularmente conmovedor; o sean apenas sus nuevos edificios futuristas; no hay modo de caminar por Berlín y no sentirse cautivado por su desarrollo urbanístico excepcional.

Entre tantas obras geniales, a mi juicio personal hay una que se destaca de manera especial: el Museo Judío de Berlín. Inaugurado en el 2001, tras doce años de desarrollo y con un presupuesto de sesenta millones de dólares, es tanto una gema arquitectónica como un tributo a la creatividad humana y al simbolismo histórico. Fue concebido y diseñado por el arquitecto Daniel Libeskind, nacido en 1946 en Lodz (Polonia) y naturalizado norteamericano, quien perdió a gran parte de su familia durante la Segunda Guerra Mundial. Ganó, en 1988, un concurso internacional sin haber construido edificio alguno con anterioridad. Desde entonces se le encargó el diseño del WorldTrade Center tras los atentados del 9/11, el Museo Judío en Copenhague, el Museo Judío Contemporáneo de San Francisco, el Museo Real de Ontario, el Museo de Arte de Denver y el Museo Imperial de la Guerra de Manchester, entre muchos otros proyectos.

Estilísticamente, el museo refleja una Estrella de David deconstruida, cuyo recorrido zigzagueante y excéntrico se intuye desde su interior, pero sólo puede realmente ser apreciado desde una vista panorámica externa. El concepto arquitectónico fue inspirado por cuatro elementos: una colección de textos filosóficos de Walter Benjamin (Einbahnstrasse, 1928); un fragmento de la ópera Mosesund Aron, que el compositor ArnoldSchoenberg comenzó en 1928 también, pero abandonó al emigrar de Alemania; dos volúmenes estatales que listan los nombres, fechas de nacimiento y deportación de todos los judíos alemanes asesinados en el Holocausto; y la historia de la relación entre los judíos y Alemania.Filosóficamente, el museo está asentado en tres ideas expuestas por Libeskind: la imposibilidad de comprender la historia de Berlín sin considerar el aporte intelectual, económico y cultural de los judíos berlineses; la integración física y espiritual del significado de la Shoá en la conciencia y la memoria de la capital alemana; y la noción de que sólo mediante el reconocimiento al vacío de la vida judía en Berlín puede la historia de Alemania y de Europa tener un futuro humano.

Ubicado en Lindenstrasse, al lado de una antigua y distinguida corte de justicia prusiana, contrasta el diseño modernista de la Estrella de David distorsionada con el neoclasicismo del Kollegienhaus.A la entrada misma ocurre el primer engaño visual, pues se ingresa por esta construcción neoclásica y se pasa a un recorrido semi-laberíntico y vanguardista donde la desorientación impera, aunque no confunde. Programáticamente, tres ejes distintos conviven en el recinto y queda a elección del visitante priorizar su recorrido. El primero es un sendero que lleva por la historia de los judíos de Berlín, con salas en las que se exhiben de manera tradicional información sobre la misma. El segundo es un camino que va hacia los “Jardines del Exilio”, espacio al aire libre que representa la emigración de los judíos alemanes y que está levemente inclinado, lo que crea una sensación de inestabilidad física, de cierto mareo. El tercer eje es el más dramático: concluyeen un cuarto sin salida denominado “La Torre del Holocausto”.

Este es un espacio que conmueve profundamente. Es una sala de paredes grises y altas, irregulares y estrechas, iluminadas solamente por la luz natural que, dependiendo del momento del día, ingresa con mayor o menor intensidad por una ventana superior. Uno está rodeado -amenazado- por la negrura. Una escalera de acero incrustada en una de las paredes es visible pero inalcanzable, su primer escalón está demasiado elevado. La sensación de claustrofobia se instala y la certeza de que de ese cuarto no hay escapatoria posible comienza a envolverlo a uno. Es caer en el abismo. Esta fue para mí la experiencia más cercana, en el plano sensorial, a lo que, imagino, pudo haber sentido un judío en Alemania en los años treinta y cuarenta del siglo pasado. Ningún otro museo sobre el Holocausto que he visitado -en Jerusalem, Washington, Buenos Aires, Curitiba- jamás me trasladó de este modo intenso a la experimentación del peligro inminente, del cerrojo cada vez más estrecho, de la imposibilidad de la fuga. Es el asomarse a la angustia de la muerte.

Esta es la característica distintiva de este museo asombroso: no tanto la educación como la experimentación. Para aprender sobre la Shoá están los libros, los testimonios, las conmemoraciones. Para sentir -aunque más no sea en una ínfima fracción, en una incomparablemente diminuta dimensión, de una manera milimétrica y epidérmica- lo que el infierno de la Shoá fue, está este museo. Por supuesto, no hay comparación ni experimentación posible para quien no atravesó el Holocausto, o, como en mi caso, ni siquiera había nacido entonces. Pero no creo exagerar al decir que posiblemente el simulacro sensorial y emocional más cercanoy perturbador a esa noche oscura lo ofrece ese espacio inefable del Museo Judío de Berlín.

Este es un museoicónico, único en su tipo, que brinda -sabiamente-más preguntas que respuestas. Donde al recórrelo, a pesar de estar acompañado por una multitud, uno padece la más oprimente soledad.Es un museo sobre el vacío, pero también sobre la continuidad. Liberskind expresó el objetivo que animó su proyecto con estas palabras: “He buscado crear una nueva arquitectura para un tiempo que reflejara un entendimiento de la historia, un nuevo entendimiento de los museos y una nueva comprensión de la relación entre programa y espacio arquitectónico. Por lo tanto este museo no es sólo una respuesta a un programa en particular, sino un emblema de esperanza”.

Este no es un museo sobre la Shoá, sino sobre la historia de la judería alemana. Inevitablemente, la tragedia judía está inscripta en esa historia. Yo no hallé esperanza en su interior, sino al salir de él. Al ver una nueva Alemania que recuerda y que conmemora en casi cada centímetro de su capital reunificada la barbarie que alguna vez de ella brotó.Como lo hace, en suma, con este museo indispensable.

Julián Schvindlerman es escritor. Visitó Berlín el año pasado por invitación del Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Federal de Alemania.

Libertad Digital, Libertad Digital - 2015

Libertad Digital

Por Julián Schvindlerman

  

La cuasivisita de Barenboim a Irán – 06/09/15

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Una polémica de cierta magnitud emergió hace dos semanas al trascender que la Staatskapelle Berlín, bajo la batuta del Maestro Daniel Barenboim, daría un concierto en Teherán en los meses próximos con auspicio de Alemania. Ostensiblemente, el evento buscaría celebrar el reciente pacto nuclear alcanzado entre las potencias e Irán y allanar el camino hacia la más completa integración persa-occidental. El gobierno israelí respondió furiosamente, Berlín reafirmó su postura en tanto que Barenboim y Baharan Jamal, jefe de la división de actividades musicales del Ministerio de Cultura iraní, confirmaron las negociaciones para llevar a la orquesta a Teherán para su primera actuación desde el inicio de la Revolución Khomeinista, más de tres décadas atrás. La emoción cortaba el aire.

Hasta que habló el portavoz del Ministerio de Cultura iraní y aguó la fiesta. Hussein Nuschabadi declaró que en cuanto el organismo se enteró que Barenboim era ciudadano israelí, el propio Ministro de Cultura decidió denegar la autorización para el concierto. “Irán no reconoce al régimen sionista y no va a colaborar con ningún artista de este régimen” aseguró el vocero. Nada nuevo bajo el sol de Persia. Apenas la semana previa, el asesor parlamentario para política exterior y ex embajador en Siria, Hussein Sheikholeslam, afirmó que “Irán continuará rechazando la existencia de cualquier israelí en la tierra… Israel debe ser aniquilado y este es nuestro máximo lema”. Anteriormente, con las negociaciones nucleares en marcha, el Líder Supremo Ayatolá Alí Khameini ya había pronunciado: “La seguridad de Israel no estará garantizada, haya un acuerdo nuclear o no”.

Una pena, realmente. Hubiera sido un gran concierto. En el año del septuagésimo aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial poder ver a una orquesta estatal alemana tocar melodiosamente para un régimen que aspira a imponer un Holocausto sobre el estado judío que nació, en parte, en respuesta al genocidio de la Alemania Nazi, hubiera sido un acontecimiento singular. Para el recuerdo. Sino para la memoria alemana, ciertamente para la judía.

La elección de Barenboim como conductor fue, asimismo, apta. A todas luces, el director de la Orquesta Estatal de Berlín es un enemigo ideológico de Israel. Contará con pasaporte israelí, hablará hebreo muy bien y realizará mil proclamaciones a favor de la paz, pero, más usualmente que no, él suele ubicarse del lado contrario a los intereses de Israel. Actualmente, la República Islámica de Irán representa la máxima amenaza existencial para la nación hebrea. Los israelíes tienen legítimas preocupaciones a propósito del pacto nuclear y del comportamiento terrorista de Teherán. Imperturbable, el Maestro estaba dispuesto a viajar a Irán a entretener a los ayatolás con su diplomacia cultural. Es sabido que fundó la West-Eastern Diwan Orchestra junto al difunto Edward Said, un intelectual palestino (en realidad, egipcio) que se opuso al proceso de paz entre israelíes y palestinos inaugurado en 1993. Bochornosamente, en el año 2000 fue fotografiado arrojando piedras desde el Líbano contra suelo israelí. Said era hostil a Israel. Eso -y no el sueño de la paz- es lo que tenía en común con el Maestro.

Y está ese incómodo asunto de Richard Wagner, también. Nadie como Barenboim ha pujado en años recientes por imponer la obra del compositor alemán en el estado judío. Los hechos básicos son conocidos. Wagner fue un antisemita feroz. Ya en 1850 redactó un tracto antijudío que concluía con estas palabras, dirigidas al pueblo hebreo como Ashaverus, el mítico Judío Errante: “Pero tengan en cuenta que existe sólo un medio de conjurar la maldición que pesa sobre ustedes: la redención de Ashaverus es su aniquilamiento”. No fue sin motivo que Adolf Hitler lo erigió en su modelo ideológico-cultural supremo. Israel se resiste a Wagner. Indiferente, Barenboim insiste.
Israel debe permanecer como el único rincón en el mundo donde Wagner no es bienvenido. Por el contrario, la República Islámica de Irán puede ser, tras Bayreuth, el segundo mejor lugar en el globo para Wagner. Es difícil pensar en otro país más adecuado para la obra wagneriana que la tierra de los ayatolás. Además del desprecio compartido hacia el pueblo judío, el músico alemán y los ayatolás tienen en común un par de cosas. Wagner fue un supremacista alemán, los Khomeinistas son supremacistas islámicos. En ambos se puede ver una pulsión destructiva: el primero fue un anarquista, los segundos son mesiánicos apocalípticos. No hay que forzar demasiado las comparaciones, desde ya. Apenas podemos distinguir algunos trazos comunes. Sin exagerar las similitudes, tampoco debemos negar las válidas asociaciones.

Todo indica que Barenboim no podrá visitar Irán. Quizás la Staatskapelle Berlín sí pueda, como lo hizo la Orquesta Sinfónica de Osnabrück años atrás. Bien podría interpretar Die Götterdämmerung, última parte de Der Ring des Nibelungen; ópera que Wagner alguna vez imaginó poner en escena durante cuatro noches seguidas en un teatro a la orilla del Rin y luego incendiarlo (la obra culmina con la quema del mundo). Así describe aquél épico final el musicólogo español Nicolás Barquet:

«En la lejanía se ve el resplandor de una inmensa hoguera: es el Walhalla, que, presa de voraces llamas que lo destruyen, ilumina por última vez el firmamento con los destellos del incendio que ha de reducirlo a cenizas, lo mismo que a sus divinos moradores, que soportan con estoicismo, sin hacer el más mínimo esfuerzo para ponerse a salvo, el horrible fin que la fatalidad les ha destinado».

Los ayatolás aplaudirán de pie.

Página Siete (Bolivia)

Página Siete (Bolivia)

Por Julián Schvindlerman

  

Demasiado jóvenes para casarse – 04/09/15

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La niña tiene cinco años y es despertada por su tío en una madrugada en la India. Alcanza a agarrar un juguete mientras es alzada, rodea el cuello del hombre con sus brazitos y arroja una mirada ojerosa y desoladora hacia la nada mientras es llevada hacia su casamiento clandestino con un adulto desconocido. Posiblemente no comprenda nada de lo que está sucediendo. Pero Stephanie Sinclair, fotógrafa estadounidense de National Geographic, sí comprende. Apunta su cámara y capta el momento, eternizando así una de las imágenes más tristes de nuestra era, la que testimonia el atroz fenómeno de los casamientos infantiles en el mundo.

“Demasiado jóvenes para casarse” es la exposición fotográfica itinerante que ella y el Fondo de Población de las Naciones Unidas han estado ofreciendo a quien quiera verla. Recorrer la muestra es adentrarse en el oscurantismo. Las fotos son fuertes y su impacto, duradero. Sea en Afganistán, Nepal, Yemen, Guatemala o México, los trazos de esta malaria social son idénticos en todas partes: niñas o adolescentes vestidas para la boda con hombres mayores, o posando junto a sus maridos adultos viéndose ellas tan pequeñas, o cargando a sus hijos en su sufriente soledad. Una década de trabajo documental conforman una exhibición que denuncia lo inconcebible. Como el caso de Aisha Bibi, adolescente afgana entregada por su familia a un hombre en compensación por un delito que alguien de su clan cometió. Ultrajada cotidianamente, se fugó, fue devuelta por la policía a su esposo y él y otros hombres le cortaron la nariz y las orejas en castigo. O el caso de Nujood Ali, casada a los nueve años en Yemen con un hombre de treinta, se escapó y tuvo la buena suerte de que un juzgado la escuchó y la liberó. A los diez años de edad era una divorciada.

Las estadísticas que ofrece la muestra son escalofriantes. Cada día más de cuarenta mil niñas se unen en matrimonio forzoso a hombres adultos en docenas de países diferentes. Quince millones al año. Es decir, cada dos segundos una niña de entre 5 y 16 años es forzada a casarse con un mayor. Durante la primera década de este milenio, datos recogidos en 78 naciones revelan que las niñas más pobres, con menor educación y habitantes de las zonas rurales son las más expuestas a los matrimonios precoces. El 44% de las menores de 18 años de las que provienen de zonas rurales, contra un 22% de las que residen en áreas urbanas, contraerán matrimonio con adultos. Aquellas que sólo poseen educación primaria corren más riesgo de padecer este fenómeno que aquellas que acceden a niveles superiores de educación formal. Las más pobres tienen cuatro veces más probabilidades de ser casadas prematuramente que aquellas provenientes de hogares de mejores recursos. La mayoría de las niñas afectadas por este fenómeno viven en el sur de Asia, África subsahariana y América Latina.

El matrimonio infantil acontece en muchas regiones del mundo pero es en los países en vías de desarrollo donde el fenómeno es más acuciante: salvo en China, una de cada tres niñas estaba casada al cumplir los 18 años para el año 2010. Usualmente quedan embarazadas de manera prematura, lo que las expone al riesgo de morir durante el parto o de sufrir algún tipo de discapacidad. Muchas de ellas padecen abusos, violaciones y maltrato. Incluso si no los padecen, estar atrapadas en un matrimonio que no eligieron, con un hombre mucho mayor y sin oportunidad de expresar su individualidad libremente, y a una tierna edad, las hace correr serio riesgo de quedar emocionalmente deprimidas. De hecho, varias de estas niñas-esclavas deciden inmolarse para fugarse de su horrible destino.

El matrimonio infantil supone una violación a los derechos humanos de las niñas al ser obligadas a casarse contra su voluntad, con un hombre mayor al que no aman, anulando así sus proyectos personales, exponiéndolas a vejaciones y condenándolas a la tristeza perpetua. El aporte del Fondo de Población de la ONU y de Stephanie Sinclair a la concientización pública por medio de este material de denuncia es de importancia suprema. Semejante primitivismo social debiera ser inadmisible en todas partes.