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Varios

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Por Julián Schvindlerman

  

Nisman es una víctima más de la AMIA – 21/03/15

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Diario Uno (Santa Fe)

Schvindlerman: “Nisman es una víctima más de la Amia”. El reconocido ensayista y analista internacional habló con Diario UNO sobre la muerte del Fiscal Nisman, la investigación del atentado a la mutual judía y la relación de la Argentina con Irán.

Por Coqui Toum

__ ¿Qué grado de desarrollo que tiene en la actualidad el programa nuclear iraní?
—El programa nuclear de Irán es histórico y viene de los tiempos del Sháh, y a lo largo de los años siempre hubo un interés. Pasa que no es sencillo para las naciones desarrollar armamento nuclear, porque requiere una inversión muy grande, tener el know how, y un acceso a tecnología que no es simple. El tema es que en los inicios del Siglo XXI, un grupo exiliado iraní denunció que existía un desarrollo nuclear clandestino con finalidades militares. A partir de ahí el mundo empezó a prestar atención, y la Agencia Internacional de Energía Atómica (Aiea), comenzó a pedir la cooperación de Irán. Al principio la dio, porque coincidió con las invasiones norteamericanas a Afganistán e Irak. Por un lado acrecentó la preocupación iraní de ser invadidos, y de pensar que necesitaban más que nunca el armamento nuclear para evitar esto, pero por otro lado este temor, los hizo ser más cooperativos. Desde entonces hay muchas sospechas por parte de la Aiea, y de otras potencias, de que la finalidad del programa no es civil, como Irán declara, sino que puede tener intenciones militares. Siempre doy el mismo ejemplo, Francia tiene armas nucleares, pero nadie pierde el sueño por eso, porque es una democracia y difícilmente vaya a usar ese armamento para expandirse. En el caso de Irán, la naturaleza del régimen es una preocupación, porque promueve el terrorismo, porque reprime domésticamente, porque amenazó con destruir a otro Estado, como es el caso de Israel, y porque ha negado el Holocausto. En esta coyuntura preocupa que un régimen de estas características tenga armamento nuclear.

—¿Cómo ve el panorama en Medio Oriente, teniendo en cuenta que en uno de sus artículos usted desliza la posibilidad de que Israel realice un ataque preventivo a las instalaciones nucleares iraníes?
—No estaba planeándose, pero si considerándose. Es decir, se estudió la posibilidad de que llegado el caso, haya que tomar la decisión. Más que nada han sido académicos los que han tratado de medir hasta qué punto podría Israel, si quisiera, hacerlo. Porque en una de esas no puede. Pero bueno, según conclusiones de expertos y entendidos, podría hacerlo. Los precedentes sugieren que si Israel considerara que está en una situación de absoluta línea roja, lo haría. Esto ya ocurrió en el pasado, en 1967 percibió que iba a ser invadido por tres naciones árabes de manera simultánea, y que su supervivencia estaba en riesgo, y preventivamente las atacó. También lo hizo con Irak, cuando destruyó un reactor atómico que estaba siendo construido, y después con Siria en el 2007. De modo que si Israel concluye que Irán está cerca de cruzar el umbral nuclear, mi impresión es que va a tener una posición similar, aunque no lo veo factible en este momento por la coyuntura internacional, y porque el programa nuclear [si bien] está avanzado, da la impresión de que todavía está un poco lejos.

—Ud. escribió en un artículo que hay una presencia en aumento de Irán en países de América Latina ¿a qué se debe?
—Irán siempre tuvo presencia diplomática en América Latina, no hay nada sospechoso aquí. El tema es que con el ascenso casi simultáneo en la presidencia de Mahmud Ahmadineyad (ex líder iraní) y de Hugo Chávez, se dio un acercamiento a través de Venezuela, y de países aliados como Bolivia, Ecuador, Nicaragua, o la propia Argentina. Cuando hablo de penetración me refiero a dos cuestiones, por un lado algo legal, público y diplomático, donde es una práctica natural entre estados firmar acuerdos comerciales, militares, o lo que fuere; y una un poco más clandestina que es la propagación de la presencia de Hezbolá (Partido de Dios) en toda América Latina. Países como Brasil, Uruguay, México o Perú, empiezan a tener presencia de estos grupos y genera preocupación porque se ve una expansión, y uno se pregunta para que están allí. Una cosa es el intercambio bilateral de Irán como nación, y otra es la presencia de grupos terroristas leales a Irán ampliando su presencia aquí. En este sentido, algunos creen que con el ascenso de Hasán Rouhaní (presidente iraní actual) esto menguó, y puede ser que sea así, pero no se modificó el objetivo esencial de ganar lealtades y aliados en América Latina.

—Ud. escribió también que Argentina ha tenido una posición ambigua con respecto a Irán. ¿En que se basa?
—Porque hubo un cambio. En la Argentina menemista, cuando se dan los atentados contra la embajada de Israel y contra la Amia, al menos en lo declarativo y en lo público tuvo una postura hostil [a Irán], pero en las sombras aparentemente encubrió el atentado. Cuando apareció el kirchnerismo, había una denuncia de todo esto, y la exigencia de que Irán comparezca en la justicia. El propio Nisman fue designado por Néstor Kirchner, y se le dieron los recursos para que se dedicara solo a investigar el atentado, pero en algún momento hubo un cambio, y acá es donde hablo de ambivalencia. Lo que comienza a ocurrir es que Argentina se acerca a Irán, o viceversa porque no queda claro quién inicia la relación, pero lo que fue sorprendente es que el país respondió favorablemente. Porque a diferencia de Brasil, o Uruguay, [aquí] los iraníes asesinaron argentinos y este no es un tema menor. Ellos enviaron a terroristas a violar territorio soberano, y a matar ciudadanos argentinos.

—¿Está convencido que el atentando a la Amia fue perpetrado por Irán?
—Estoy completamente convencido, pero de todas maneras la justicia Argentina así lo concluyó, y por eso se pidió a Interpol que dicte los pedidos de captura, y que vengan a comparecer aquí. Incluso esto no es algo que niegue la propia Cristina [Fernández] que hoy está negociando con los iraníes. El punto es que el viraje se da en que el gobierno presenta un memorando diciendo que lo que realmente busca es conocer la verdad. Sin embargo, muchos sospechamos que lo que buscaba era encubrir la participación de Irán en el atentado, por otros intereses. Cuando Nisman hace la denuncia, no hace más que presentar en léxico jurídico y con evidencia judicial, lo que muchos en la comunidad de análisis político ya habíamos declarado. Que este acuerdo se trataba de limpiar la imagen de Irán, que no buscaba la verdad, sino todo lo contrario exculparlo para poder fomentar mayor comercio y mayor cercanía geopolítica e ideológica.

—¿Qué opina que sucedió con Nisman?
—Yo creo que Nisman fue asesinado, y lo digo como analista político porque no tengo evidencia para sustentar esto. Pero si uno ata cabos, ve que un fiscal valiente y comprometido, se juega con una denuncia de este tamaño y se prepara para dar una información al Congreso, no tiene el menor sentido lógico que se suicide sin dejar ni siquiera una nota de despedida para sus hijas. El hecho objetivo de que un Fiscal de la Nación denuncie al Ejecutivo de una manera tan prominente y que a los cuatro días de la denuncia, y a un día de ir al Congreso a presentar sus cargos, sea hallado muerto nos genera un nivel de sospecha muy fuerte. Uno no tiene por qué asumir que el gobierno es responsable de esto, pero el modo en el que reaccionó disipa bastante la duda. El gobierno directamente empezó a sugerir que Nisman era homosexual y a no poder dar el pésame. Ahora le están apareciendo noviecitas por todos lados, una cuenta en el extranjero, y puede que todo esto sea verdad, no lo sé. Igualmente, nada de esto deja de lado la sospecha de que hay una campaña de desacreditación, y aún si todo eso es cierto no mueve un milímetro la severa acusación que se hizo en relación a la denuncia por encubrimiento.

—¿Cómo fue en su opinión el accionar Nisman en relación al esclarecimiento de la causa?
—Es una víctima más de ese atentado, esto está claro. Creo que su accionar fue muy bueno en lo que refiere a investigar la conexión internacional de esta causa, y presentar evidencia tan convincente, que nada menos que un foro de Interpol que reúne a las policías de todas las naciones del mundo, consideró que la evidencia era seria y emitió circulares de captura internacional contra ex funcionarios de altísimo nivel de Irán. Esto no es algo menor. Hubo naciones árabes que votaron a favor de esto. Lo que me dejó cierta duda es porqué si él tenía sospechas sobre el encubrimiento la denuncia no se hizo antes. Este es un elemento que me hace pensar que puede haber habido un juego político detrás que uno no conoce. Hay cosas que no cierran, pero en principio mi sensación es que es una denuncia sólida y que el gobierno debería responder claramente.

Infobae, Infobae - 2015

Infobae

Por Julián Schvindlerman

  

Alta en el cielo: Volar con Aerolíneas Argentinas – 21/03/15

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Para los amantes de lo incierto, no hay nada como volar con Aerolíneas Argentinas. Miles de pasajeros habituales lo saben. Tuve mi propia experiencia singular días atrás en un vuelo de Santa Fe a Buenos Aires. Es un vuelo de una hora nomás, pero déjeselo a la aerolínea de bandera y usted lo padecerá como si estuviera cruzando el globo terráqueo.

Comencemos con los 45 minutos de retraso con los que despegó. El check-in fue veloz y el pre-embarque, aceptable. El avión podía verse desde la sala de espera, lo cual era tranquilizador. Pero alcanzada la hora de partida, nada. No se veían desplazamientos de valijas ni empleados que ordenaran el abordaje. Resta decir, ningún representante de la compañía informó a los pasajeros de las razones de la demora; o de la demora en sí. Simplemente lo advertimos mirando nuestros relojes. Me dirigí a la policía presente y les pregunté si había por allí algún oficial de la aerolínea. Fueron a buscarlo. Al cabo de unos minutos apareció un empleado con un chaleco verde fosforescente encima y dijo que hubo un corte de luz y en consecuencia no podían realizar los check-in pendientes. Le pregunté si no podrían hacerlo manualmente. “No se puede” respondió, estimó que serían unos pocos minutos más y se fue. Al rato otro señor, que parecía ser el piloto, apareció con un empleado y le ordenó que diera lugar al abordaje.

Una vez ubicado en mi asiento, noto que un oficial de abordo les indica a algunos pasajeros donde sentarse, quienes no tenían idea de qué asiento les correspondía y escucho que le explica a alguien que debieron hacer los check-in pendientes manualmente, lo que desmentía al del chaleco fosforescente.

Despegamos. Ya en el aire intento reclinar mi respaldo, pero no puedo. No era culpa de la compañía, simplemente se me asignó un sitial lindante con la salida de emergencia, espacio que no admite reclinación alguna. Volaré a noventa grados, pensé. Nada grave para una hora de viaje. En eso percibo que cae algo de agua del techo. Y un pedacito de hielo. Ignoro el curioso acontecimiento y me apresto a matar el tiempo con la pantalla que tengo enfrente. Está apagada. Todas lo están. Toco los tres botones posibles que, imagino, podrían prenderla, pero no hay caso. Uno era el del brillo, otro el del volumen, y el del medio no tenía modo de saberlo pues el símbolo estaba despintado. Voy al baño -nada malo que reportar- y cuando regreso advierto que un hombre se sentó a mi lado. Le pido permiso para pasar a mi asiento al lado de la ventanilla y de paso le pregunto porque se cambió de lugar. “Me cansé del agua que me caía encima” me dice. Cinco minutos después, escuchó que otro pasajero le señala a otra persona que le pasaba lo mismo.

Busco la revista pero no hay. Veo que hay alguna que otra esparcida en el avión y me hago de un ejemplar. En portada se ve a Mariano Recalde ascendiendo una escalinata y oteando el horizonte: “6 años de gestión en Aerolíneas Argentinas” reza el título. La entrevista se extiende a lo largo de siete páginas. Más fotos del presidente de la compañía: disertando ante hombres trajeados, abrazando a una familia, saludando a Susana Trimarco, junto a la Presidenta de la Nación en la cabina de un avión. El preámbulo informa que AA ha sido renovada y que está cumpliendo los objetivos trazados para su recuperación. Él afirma que “Aerolíneas es una empresa que está en consonancia con un proyecto integral de país”. Nadie puede poner eso en duda. La entrevista es relajada y aduladora: versa sobre su trayectoria militante, cuenta del fraude electoral que denunció en el Colegio Nacional Buenos Aires, de la denuncia que hizo junto a su padre contra las empresas distribuidoras de ticket canasta, de su docencia en la Universidad de Buenos Aires, de sus gustos por Boca Juniors, los Redonditos de Ricota, Alejandro Dolina y -por supuesto- de sus políticos preferidos: Juan Domingo Perón, Néstor Kirchner, Cristina Fernández.

Fantaseo imaginando las preguntas alternativas que le hubieran hecho en un medio de prensa objetivo mientras continúo la lectura y me topo con un chiste que Recalde comparte con su entrevistador: “¿Cómo hace alguien para convertirse en millonario? Primero debe ser billonario y después comprar una línea aérea”. Dejo la revista de lado. Mi vuelo ya está irremediablemente estropeado.

Televisivas

Debate en CNN EN ESPAÑOL – 18/03/15

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Canal: CNN en español
Programa: «Realidades en contexto» 18/03/15
Conduce: Mercedes Soler
Tema: La postulación política de Cristina Fernández de Kirchner

Panelistas
Adriana Puiggrós, diputada Frente para la Victoria
Julián Schvindlerman, analista político

El video no está disponible. Disculpe las molestias.

Página Siete (Bolivia)

Página Siete (Bolivia)

Por Julián Schvindlerman

  

El discurso de Netanyahu – 17/03/15

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Enterada de la invitación extendida al Primer Ministro Binyamin Netanyahu a disertar ante el Congreso americano, la Administración Obama respondió con una campaña de descrédito y ataque personal al líder de una nación aliada como nunca había lanzado contra, por caso, el ruso Vladimir Putin o el turco Recep Erdogan. Alegó que el israelí transgredió protocolo al aceptar el convite, que era un oportunista electoral, un saboteador diplomático y un belicista que estaba poniendo en riesgo la mismísima relación bilateral especial. Puras tonterías exageradas.

Fue la Casa Blanca, no Netanyahu, quien politizó lo que debía ser un discurso más del premier en el Congreso norteamericano (este fue su tercero allí). Washington buscó preocupar a la ciudadanía israelí con el horizonte ominoso de un daño al vínculo entre ambas naciones a pocos días de la realización de elecciones nacionales en el estado judío, de modo que ello afectase la decisión de un electorado sensible a la soledad internacional del país. El equipo de Barack Obama está llevando adelante negociaciones secretas con la República Islámica de Irán mientras mantiene en total reserva sobre el contenido de las mismas al propio Congreso y a un aliado histórico híper expuesto a las consecuencias de ese acuerdo potencial. Y pretendió paralizar cualquier oposición a ese camino elevando una falsa dicotomía: pacto con Irán o la guerra total.

Lo que más incomodaba al dúo Kerry-Obama no era la visita del israelí a su capital, sino la preservación del secretismo a propósito del contenido de las negociaciones. Netanyahu planeaba exponer públicamente los errores de ese acuerdo en ciernes. De ahí la reacción histérica oficial que terminó transformando un discurso importante en un evento mediático y político imperdible. Tal la conmoción generada que con seguridad ni el portero del Congreso habrá querido perderse el espectáculo.

Las palabras de Netanyahu fueron contundentes. Ovacionado múltiples veces y tratado con una calidez y deferencia sólo reservadas a grandes personalidades y amigos de la nación, su victoria política (y personal sobre Obama) fue evidente. Lo que dijo merece consideración y, esperemos, una respuesta seria del gobierno estadounidense.

El premier israelí explicó que la alternativa a un mal acuerdo, como el actual, no tiene que ser la guerra. “La alternativa a un mal acuerdo, es un bueno acuerdo” señaló. Él considera que lo que se está negociando es un muy mal acuerdo por una sencilla razón. Inicialmente, Estados Unidos había planteado que Irán no tendría derecho a enriquecer uranio, y seis resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas así lo estipulan. En las conversaciones actuales, trascendió que Washington concedió el derecho persa al enriquecimiento, que tenga miles de centrifugadoras en movimiento, que el reactor de agua pesada en Arak continúe operando, que las sanciones impuestas sean gradualmente levantadas, a futuro las inversiones foráneas permitidas y -el verdadero irritante para el líder israelí- que al cabo de diez años el pacto expire e Irán quede libre de toda atadura para proceder como le plazca. Es lo que se conoce como la “cláusula atardecer”.

Según Netanyahu, es un error cardinal distender las presiones políticas y económicas que llevaron a Irán a la mesa de negociaciones. Él creé que un Irán debilitado económicamente por las sanciones y presionado por un precio del crudo de cincuenta dólares es el escenario ideal para que las naciones occidentales extraigan las mejores concesiones de Teherán. Netanyahu está convencido de que si Irán se recompone económicamente, se le permite reinsertarse diplomáticamente y se le allana el camino por medio de un pacto defectuoso, terminará legitimado como una potencia nuclear. Como los inspectores pueden “detectar violaciones, pero no detenerlas”, como ha sucedido con Corea del Norte, y dada la conducta no-confiable del país persa, Jerusalem subraya que la contención y no el diálogo es el único camino viable.

Las advertencias del premier israelí sin dudas recibieron un eco favorable en rincones impensados. Arabia Saudita, Egipto, Jordania y otros países árabes sunitas moderados de la zona ven con preocupación extrema el ascenso de una potencia hegemónica chiíta en el Medio Oriente. Irán ya está ejerciendo notable influencia -política y militar- en Gaza, Líbano, Siria, Irak e incluso Yemen, mientras ha agitado a la población chiíta de Bahrein. Obama cree que la cooperación iraní en contener el avance del ISIS amerita el acercamiento. Netanyahu opina que, en este caso, el enemigo de tu enemigo sigue siendo tu enemigo. Y que derrotar al ISIS pero dejar impune a Teherán equivale a ganar la batalla y perder la guerra.

La semana previa al discurso de Netanyahu en Washington, la Agencia Internacional de Energía Atómica protestó la actitud opaca del régimen iraní y su pobre cooperación en suavizar las preocupaciones mundiales sobre la naturaleza militar de su programa nuclear. El Consejo de Derechos Humanos de la ONU informó acerca de severas violaciones humanitarias en el país persa. Un grupo iraní opositor en el exilio -el mismo que expuso el programa nuclear clandestino de los ayatolás en el 2003- esos mismos días denunció que Irán construyó otro sitio de enriquecimiento de uranio cerca de Teherán. Expertos militares notaron que Irán sigue dedicado a la construcción de misiles balísticos intercontinentales -cuyo único propósito es transportar ojivas nucleares a largas distancias-, tema que no figura en el marco de los asuntos que están siendo abordados por los negociadores.

Medio mundo está expectante, al borde de sus sillas ante el advenimiento de un Irán nuclear. Salvo Barack Obama y John Kerry, que avanzan envueltos en optimismo, convencidos de que ellos lograrán domesticar al régimen ayatolá.

Esta nota fue originalmente publicada en Infobae

Varios

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Por Julián Schvindlerman

  

Barack Obama quiere ganarse a votantes Judíos anti Netanyahu – 12/03/15

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La Razon (México)

Primer ministro estrena spot en el que señala riesgo de votar por la izquierda “antisionista”; 14 por ciento de electores se declara indeciso; encuestas dan 3 escaños de ventaja al partido opositor de Isaac Herzog

Por Verónica Mondragón

Al marcar divisiones con el gobierno israelí de Benjamin Netanyahu, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, quiso acercarse a la comunidad judía anti Netanyahu, afirman analistas.

“El Congreso americano recibió muy bien el mensaje de Netanyahu contra el pacto con Irán y eso complicará la gestión de Barack Obama, quien, a su vez, buscó crear la impresión de un gran daño en la relación con Israel para atemorizar a los israelíes sensibles a su soledad internacional en vísperas electorales”, dijo a La Razón Julián Schvindlerman, escritor y analista político.

Las diferencias siguen en el Congreso de EU mientras se acercan las elecciones legislativas del próximo 17 de marzo.

En este escenario 47 senadores republicanos enviaron una carta al gobierno de Irán para comunicar que, si hay un acuerdo sin aval del Congreso, caducará cuando el mandatario deje su cargo, en el año 2016.

Los legisladores, quienes acusaron a los iraníes de ignorar el sistema constitucional estadunidense, advirtieron que cualquier acuerdo que no sea aprobado por el Congreso será “un mero acuerdo ejecutivo”.

Como respuesta, la Casa Blanca señaló que la misiva es un “descarado” intento de socavar el poder presidencial en negociaciones con otros gobiernos.

“Nosotros sentimos que esto fue un descarado, flagrante y partidista intento para interferir en las negociaciones. Los republicanos parecieron ignorar que hay un presidente que conduce nuestra política exterior”, dijo el vocero presidencial Eric Schultz.

Para el experto en temas de Medio Oriente, Julián Schvindlerman, a pesar de estos desencuentros, la relación está basada en valores compartidos e intereses comunes, con momentos de altibajos, con una crisis “de alto voltaje pero pasajera”.
“En este caso hemos visto un choque entre dos visiones muy diferentes de ver la amenaza nuclear de Irán. Para Israel este es un tema existencial que desafía los cimientos de su seguridad nacional; para Estados Unidos es un problema que —con la dosis adecuada de diplomacia— cree que puede ser resuelto”, sostuvo.


A cinco días de las elecciones a las que están convocados 5.9 millones de ciudadanos israelíes los sondeos perfilan a una votación más cerrada.

Un sondeo divulgado el lunes por la televisión del Parlamento, Arutz Knesset, reportó que existen tres escaños de diferencia a favor del bloque de centro izquierda Campo Sionista, de Isaac Herzog y Tzipi Livni. En ese escenario, ayer Benjamin Netanyahu emitió un video publicitario ayer para decir que existe una campaña en su contra.

“La carrera está muy apretada porque somos testigos de una campaña sin precedentes para acabar con el gobierno de Likud”, dijo El candidato oficialista sostuvo que sus rivales buscan insertar elementos sionistas en sus políticas para gobernar el país. No queremos un gobierno de unidad porque estará paralizado, y en la lista de los partidos hay elementos antisionistas”, dijo.

De acuerdo con el periódico The New York Times, hace dos semanas Isaac Herzog fue considerado por muchos israelíes como un “líder político astuto y capaz”, sin embargo, los electores admitieron que carece de la personalidad adecuada para lograr el cargo de premier.
Sin embargo, la opinión se transformó. “Herzog es un hombre positivo con una imagen positiva. Debe estar haciendo algo bien, incluso eso podría llevarlo a convertirse en primer ministro”.

Sectores pobres perfilan “castigar” a primer ministro

Rumbo a las elecciones del próximo martes, las clases bajas y medias de Israel dejaron de estar en el grupo de electores seguros del primer ministro Benjamin Netanyahu, afirman analistas.

Gedeón Rahat, un politólogo de la Universidad Hebrea de Jerusalén, explicó que los sectores marginados se han alejado de la política, un suceso nunca visto en las elecciones de las últimas décadas.

“El voto étnico no ayuda necesariamente a Likud (el partido oficialista), pero tampoco significa que vaya a favorecer a los rivales”, dijo el académico a la agencia Reuters.

De acuerdo con los últimos sondeos difundidos el martes pasado, 14 por ciento de los votantes están indecisos en sus preferencias presidenciales.

Sin embargo, el partido oficialista es capaz de compensar sus pérdidas si se alía con partidos de centro y asociaciones religiosas que se han centrado en el electorado.

En el pasado, Netanyahu podría contar con los israelíes como el comerciante de 50 años de edad, Yossi Levy cuando llegó el día de las elecciones. Sin embargo, el hombre se declaró inconforme con las políticas del actual presidente.

Infobae, Infobae - 2015

Infobae

Por Julián Schvindlerman

  

El discurso de Netanyahu – 10/03/15

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Enterada de la invitación extendida al Primer Ministro Binyamin Netanyahu a disertar ante el Congreso americano, la Administración Obama respondió con una campaña de descrédito y ataque personal al líder de una nación aliada como nunca había lanzado contra, por caso, el ruso Vladimir Putin o el turco Recep Erdogan. Alegó que el israelí transgredió protocolo al aceptar el convite, que era un oportunista electoral, un saboteador diplomático y un belicista que estaba poniendo en riesgo la mismísima relación bilateral especial. Puras tonterías exageradas.

Fue la Casa Blanca, no Netanyahu, quien politizó lo que debía ser un discurso más del premier en el Congreso norteamericano (este fue su tercero allí). Washington buscó preocupar a la ciudadanía israelí con el horizonte ominoso de un daño al vínculo entre ambas naciones a pocos días de la realización de elecciones nacionales en el estado judío, de modo que ello afectase la decisión de un electorado sensible a la soledad internacional del país. El equipo de Barack Obama está llevando adelante negociaciones secretas con la República Islámica de Irán mientras mantiene en total reserva sobre el contenido de las mismas al propio Congreso y a un aliado histórico híper expuesto a las consecuencias de ese acuerdo potencial. Y pretendió paralizar cualquier oposición a ese camino elevando una falsa dicotomía: pacto con Irán o la guerra total.

Lo que más incomodaba al dúo Kerry-Obama no era la visita del israelí a su capital, sino la preservación del secretismo a propósito del contenido de las negociaciones. Netanyahu planeaba exponer públicamente los errores de ese acuerdo en ciernes. De ahí la reacción histérica oficial que terminó transformando un discurso importante en un evento mediático y político imperdible. Tal la conmoción generada que con seguridad ni el portero del Congreso habrá querido perderse el espectáculo.

Las palabras de Netanyahu fueron contundentes. Ovacionado múltiples veces y tratado con una calidez y deferencia sólo reservadas a grandes personalidades y amigos de la nación, su victoria política (y personal sobre Obama) fue evidente. Lo que dijo merece consideración y, esperemos, una respuesta seria del gobierno estadounidense.

El premier israelí explicó que la alternativa a un mal acuerdo, como el actual, no tiene que ser la guerra. “La alternativa a un mal acuerdo, es un bueno acuerdo” señaló. Él considera que lo que se está negociando es un muy mal acuerdo por una sencilla razón. Inicialmente, Estados Unidos había planteado que Irán no tendría derecho a enriquecer uranio, y seis resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas así lo estipulan. En las conversaciones actuales, trascendió que Washington concedió el derecho persa al enriquecimiento, que tenga miles de centrifugadoras en movimiento, que el reactor de agua pesada en Arak continúe operando, que las sanciones impuestas sean gradualmente levantadas, a futuro las inversiones foráneas permitidas y -el verdadero irritante para el líder israelí- que al cabo de diez años el pacto expire e Irán quede libre de toda atadura para proceder como le plazca. Es lo que se conoce como la “cláusula atardecer”.

Según Netanyahu, es un error cardinal distender las presiones políticas y económicas que llevaron a Irán a la mesa de negociaciones. Él creé que un Irán debilitado económicamente por las sanciones y presionado por un precio del crudo de cincuenta dólares es el escenario ideal para que las naciones occidentales extraigan las mejores concesiones de Teherán. Netanyahu está convencido de que si Irán se recompone económicamente, se le permite reinsertarse diplomáticamente y se le allana el camino por medio de un pacto defectuoso, terminará legitimado como una potencia nuclear. Como los inspectores pueden “detectar violaciones, pero no detenerlas”, como ha sucedido con Corea del Norte, y dada la conducta no-confiable del país persa, Jerusalem subraya que la contención y no el diálogo es el único camino viable.

Las advertencias del premier israelí sin dudas recibieron un eco favorable en rincones impensados. Arabia Saudita, Egipto, Jordania y otros países árabes sunitas moderados de la zona ven con preocupación extrema el ascenso de una potencia hegemónica chiíta en el Medio Oriente. Irán ya está ejerciendo notable influencia -política y militar- en Gaza, Líbano, Siria, Irak e incluso Yemen, mientras ha agitado a la población chiíta de Bahrein. Obama cree que la cooperación iraní en contener el avance del ISIS amerita el acercamiento. Netanyahu opina que, en este caso, el enemigo de tu enemigo sigue siendo tu enemigo. Y que derrotar al ISIS pero dejar impune a Teherán equivale a ganar la batalla y perder la guerra.

La semana previa al discurso de Netanyahu en Washington, la Agencia Internacional de Energía Atómica protestó la actitud opaca del régimen iraní y su pobre cooperación en suavizar las preocupaciones mundiales sobre la naturaleza militar de su programa nuclear. El Consejo de Derechos Humanos de la ONU informó acerca de severas violaciones humanitarias en el país persa. Un grupo iraní opositor en el exilio -el mismo que expuso el programa nuclear clandestino de los ayatolás en el 2003- esos mismos días denunció que Irán construyó otro sitio de enriquecimiento de uranio cerca de Teherán. Expertos militares notaron que Irán sigue dedicado a la construcción de misiles balísticos intercontinentales -cuyo único propósito es transportar ojivas nucleares a largas distancias-, tema que no figura en el marco de los asuntos que están siendo abordados por los negociadores.

Medio mundo está expectante, al borde de sus sillas ante el advenimiento de un Irán nuclear. Salvo Barack Obama y John Kerry, que avanzan envueltos en optimismo, convencidos de que ellos lograrán domesticar al régimen ayatolá.

Libertad Digital, Libertad Digital - 2015

Libertad Digital

Por Julián Schvindlerman

  

Islam, guerra y paz – 09/03/15

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Por un largo tiempo ya, cada vez que fundamentalistas islámicos perpetran un atentado en Occidente, la respuesta de rigor de líderes mundiales cristianos es afirmar que el “islam es una religión de paz”. Lo dijo el presidente George Bush (“El rostro del terror no es el verdadero rostro del islam. Eso no es de lo que se trata el islam. El islam es paz”); el presidente Barack Obama (“El islam no es parte del problema al combatir al extremismo violento, es una parte importante de promover paz”); el secretario de estado John Kerry (“[El islam] es una religión pacífica basada en la dignidad de todos los seres humanos”); el Primer Ministro David Cameron (“El islam es una religión de paz”) y el Papa Francisco (“El Corán es un libro profético de paz”) entre otros.

Esta insistencia occidental y cristiana en asegurar el pacifismo de la religión mahometana a la luz de atrocidades cometidas por musulmanes en nombre de Allah, ha terminado por irritar a los propios fanáticos del islam. La edición de febrero de la revista online del grupo Estado Islámico, Dabiq, responde a estas aseveraciones con una nota de cinco páginas que lleva por título “El islam es la religión de la espada. No pacifismo”. En el artículo, los editores de Abu Bakr al-Bagdadi lamentan que “Ellos han repetido este eslogan tanto que algunos afirman que el islam llama a la paz permanente con kufr y los kafirin [incrédulos]. Qué lejos está ese alegato de la verdad, pues Allah ha revelado al islam como la religión de la espada, y la evidencia para esto es tan profusa que solo un zindiq (herético) argumentaría lo contrario”. Los islamistas pasan a explicar que “El Mensajero de Allah (sallallahu ´alayhi wa sallam) fue enviado con cuatro espadas: una espada para los mushrikin [infieles]… una espada para Ahlul-kitab [los no creyentes]… una espada para los munafiqin [los hipócritas] y una espada para los bughat [los agresores rebeldes]… también reveló la espada contra los apóstatas”. Luego presentan una cita adjudicada a Allah: “Impondré el terror en los corazones de aquellos que no creen, golpéenles en los cuellos y arránquenles cada dedo”.

Los editores de Dabiq atribuyen la actitud occidental apologética de su fe no a la corrección política contemporánea sino a una confusión lingüística derivada de la raíz de la palabra islam: “Ellos alegan que ella proviene de la palabra salam (paz), cuando en realidad proviene de palabras que significan sumisión y sinceridad”. Concluyen con el pronóstico de que “siempre habrá un partido de musulmanes luchando contra partidos de kafirin hasta que no habrá más fitna [sedición] y la religión será para Allah solamente”. Toda su argumentación exegética que verifica los trazos violen tos de la teología islámica los lleva a una simple pregunta: “¿Cómo pueden entonces los zanadiqah (heréticos) o si quiera aquellos que ciegamente los siguen -Bush, Obama, y Kerry- decir obstinadamente que ´el islam es una religión de paz´, significando pacifismo?”.

La postura de estos fundamentalistas marca un desafío a los apologistas. Sí, son unos fanáticos desquiciados. Y unos bárbaros sanguinarios. Y unos asesinos despiadados. Pero su conocimiento del islam, del Corán y de los dichos y hechos de Mahoma con seguridad supera al de los líderes occidentales que declaran que el islam es paz. En rigor, los líderes del mundo libre están asegurando algo de lo que posiblemente sepan poco. Lo hacen porque creen que eso evitará estigmatizar a todos los musulmanes. Un fin noble. Ello, no obstante, es funcional a una finalidad, no necesariamente a la verdad. Lo interesante es que algunos auténticos moderados del islam también han objetado la noción de la exculpación completa de su fe -y de su cultura- en los actos de terror de los jihadistas. No llegan a afirmar que el islam es una religión de guerra, como ha hecho el grupo Estado Islámico, pero admiten -con una candidez que muchos occidentales no pueden ni comenzar a considerar- que la actitud de negación es incorrecta.

“[A]firmar que los actos terroristas cometidos en nombre del islam no tienen nada que ver con la religión es como decir que las cruzadas no tuvieron nada que ver con el cristianismo” escriben en el diario español El País Anuar Ibrahim (ex vicepresidente de Malasia), Ghaleb Bensheij (presidente de la Conferencia Mundial de Religiones por la Paz), Tariq Ramadan (catedrático de estudios islámicos en la universidad de Oxford) y Felix Marquardt (fundador de la organización Abd al Rahman al Kawakibi). “Ha llegado el momento de volver las tornas contra los terroristas y fijar un nuevo rumbo para el islam en el siglo XXI”, concluyen. Sajid Javid, el único miembro musulmán del gabinete británico, dijo a la BBC tras los ataques en Francia: «La respuesta perezosa sería decir que esto no tiene nada que ver con el Islam o con los musulmanes y que debe ser el final [del asunto]. Eso sería flojo y errado». “Es cierto que el Islam no tiene nada que ver con el terrorismo”, sostiene el intelectual egipcio Mamoun Fandy en una de sus columnas en el diario británico Al-Sharq Al-Awsat, “pero hay un vínculo visible entre el terror y la cultura que prevalece entre los musulmanes de hoy”.

Zainab al-Suwaij, cofundador del Congreso Islámico Americano dijo: “La búsqueda de un islam moderado es muy importante en el mundo de hoy. Aunque esta necesidad se ha sentido durante mucho tiempo, las manifestaciones violentas del Islam radical la han hecho más evidente que nunca… En un momento en que las ideas radicales se están extendiendo, la comunidad musulmana tiene que preguntarse cómo puede utilizar el Islam para fines pacíficos”. “La historia del extremismo comienza en las sociedades musulmanas, y es con su apoyo y el silencio que el extremismo se ha convertido en el terrorismo que está dañando a la gente en todo el mundo” asegura por su parte el saudita Abd Al-Rahman Al-Rashed, ex director de la televisión Al-Arabiya. El Columnista iraquí ‘Aziz Al-Hajj reconoce: “La situación es preocupante, la reputación de los musulmanes en el mundo sufre, y el propio Islam casi se ha colocado en el banquillo. Los gritos de la plebe sobre la guerra contra el Islam en occidente no nos ayudan, porque son una gran mentira”.

Y en un gesto impresionante, el presidente egipcio Abd al-Fattah al-Sisi aleccionó a clérigos de Al-Azhar, centro sunita por excelencia, en estos términos: “Ustedes no pueden ver las cosas con claridad cuando se está encerrado [en esta ideología extrema]. Ustedes deben salir de ella y mirar desde afuera, con el fin de estar más cerca de una ideología verdaderamente ilustrada… Permítanme decirlo una vez más: tenemos que revolucionar nuestra religión”.

Cuando musulmanes moderados están admitiendo la existencia de un problema dentro de su religión y de sus sociedades, uno debe preguntarse qué creen los apologistas estar consiguiendo al refutarlos. El punto aquí no es fijar si el islam es una religión de paz o de guerra, sino reconocer que la violencia promovida por los jihadistas tiene sólo que ver con el islam. Los fundamentalistas adhieren a una versión extrema del islam, nos dicen. Cierto. Pero del islam al fin de cuentas. Sus masacres no están siendo perpetradas en nombre del confusionismo o del ateísmo, y el legado que proclaman custodiar es el de Mahoma, no el de Buda o el de Jesús. Distinguir entre el islam y los islamistas puede ser justo. Erradicar de cuajo toda asociación entre ambos, no lo es.

Comunidades, Comunidades - 2015

Comunidades

Por Julián Schvindlerman

  

Islam, guerra y paz – 09/03/15

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Por un largo tiempo ya, cada vez que fundamentalistas islámicos perpetran un atentado en Occidente, la respuesta de rigor de líderes mundiales cristianos es afirmar que el islam es una religión de paz». Lo dijo el presidente George Bush («El rostro del terror no es el verdadero rostro del islam. Eso no es de lo que se trata el islam. El islam es paz»); el presidente Barack Obama («El islam no es parte del problema al combatir al extremismo violento, es una parte importante de promover paz»); el secretario de estado John Kerry («[El islam] es una religión pacífica basada en la dignidad de todos los seres humanos»); el Primer Ministro David Cameron («El islam es una religión de paz») y el Papa Francisco («El Corán es un libro profético de paz») entre otros.

Esta insistencia occidental y cristiana en asegurar el pacifismo de la religión mahometana a la luz de atrocidades cometidas por musulmanes en nombre de Allah, ha terminado por irritar a los propios fanáticos del islam. La edición de febrero de la revista online del grupo Estado Islámico, Dabiq, responde a estas aseveraciones con una nota de cinco páginas que lleva por título «El islam es la religión de la espada. No pacifismo». En el artículo, los editores de Abu Bakr al-Bagdadi lamentan que «Ellos han repetido este eslogan tanto que algunos afirman que el islam llama a la paz permanente con kufr y los kafirin [incrédulos]. Qué lejos está ese alegato de la verdad, pues Allah ha revelado al islam como la religión de la espada, y la evidencia para esto es tan profusa que solo un zindiq (herético) argumentaría lo contrario». Los islamistas pasan a explicar que «El Mensajero de Allah (sallallahu ´alayhi wa sallam) fue enviado con cuatro espadas: una espada para los mushrikin [infieles] una espada para Ahlul-kitab [los no creyentes] una espada para los munafiqin [los hipócritas] y una espada para los bughat [los agresores rebeldes] también reveló la espada contra los apóstatas». Luego presentan una cita adjudicada a Allah: «Impondré el terror en los corazones de aquellos que no creen, golpéenles en los cuellos y arránquenles cada dedo».

Los editores de Dabiq atribuyen la actitud occidental apologética de su fe no a la corrección política contemporánea sino a una confusión lingüística derivada de la raíz de la palabra islam: «Ellos alegan que ella proviene de la palabra salam (paz), cuando en realidad proviene de palabras que significan sumisión y sinceridad». Concluyen con el pronóstico de que «siempre habrá un partido de musulmanes luchando contra partidos de kafirin hasta que no habrá más fitna [sedición] y la religión será para Allah solamente». Toda su argumentación exegética que verifica los trazos violen tos de la teología islámica los lleva a una simple pregunta: «¿Cómo pueden entonces los zanadiqah (heréticos) o si quiera aquellos que ciegamente los siguen -Bush, Obama, y Kerry- decir obstinadamente que ´el islam es una religión de paz´, significando pacifismo?».

La postura de estos fundamentalistas marca un desafío a los apologistas. Sí, son unos fanáticos desquiciados. Y unos bárbaros sanguinarios. Y unos asesinos despiadados. Pero su conocimiento del islam, del Corán y de los dichos y hechos de Mahoma con seguridad supera al de los líderes occidentales que declaran que el islam es paz. En rigor, los líderes del mundo libre están asegurando algo de lo que posiblemente sepan poco. Lo hacen porque creen que eso evitará estigmatizar a todos los musulmanes. Un fin noble. Ello, no obstante, es funcional a una finalidad, no necesariamente a la verdad. Lo interesante es que algunos auténticos moderados del islam también han objetado la noción de la exculpación completa de su fe -y de su cultura- en los actos de terror de los jihadistas. No llegan a afirmar que el islam es una religión de guerra, como ha hecho el grupo Estado Islámico, pero admiten -con una candidez que muchos occidentales no pueden ni comenzar a considerar- que la actitud de negación es incorrecta.

«[A]firmar que los actos terroristas cometidos en nombre del islam no tienen nada que ver con la religión es como decir que las cruzadas no tuvieron nada que ver con el cristianismo» escriben en el diario español El País Anuar Ibrahim (ex vicepresidente de Malasia), Ghaleb Bensheij (presidente de la Conferencia Mundial de Religiones por la Paz), Tariq Ramadan (catedrático de estudios islámicos en la universidad de Oxford) y Felix Marquardt (fundador de la organización Abd al Rahman al Kawakibi). «Ha llegado el momento de volver las tornas contra los terroristas y fijar un nuevo rumbo para el islam en el siglo XXI», concluyen. Sajid Javid, el único miembro musulmán del gabinete británico, dijo a la BBC tras los ataques en Francia: «La respuesta perezosa sería decir que esto no tiene nada que ver con el Islam o con los musulmanes y que debe ser el final [del asunto]. Eso sería flojo y errado». «Es cierto que el Islam no tiene nada que ver con el terrorismo», sostiene el intelectual egipcio Mamoun Fandy en una de sus columnas en el diario británico Al-Sharq Al-Awsat, «pero hay un vínculo visible entre el terror y la cultura que prevalece entre los musulmanes de hoy».

Zainab al-Suwaij, cofundador del Congreso Islámico Americano dijo: «La búsqueda de un islam moderado es muy importante en el mundo de hoy. Aunque esta necesidad se ha sentido durante mucho tiempo, las manifestaciones violentas del Islam radical la han hecho más evidente que nunca En un momento en que las ideas radicales se están extendiendo, la comunidad musulmana tiene que preguntarse cómo puede utilizar el Islam para fines pacíficos». «La historia del extremismo comienza en las sociedades musulmanas, y es con su apoyo y el silencio que el extremismo se ha convertido en el terrorismo que está dañando a la gente en todo el mundo» asegura por su parte el saudita Abd Al-Rahman Al-Rashed, ex director de la televisión Al-Arabiya. El Columnista iraquí ‘Aziz Al-Hajj reconoce: «La situación es preocupante, la reputación de los musulmanes en el mundo sufre, y el propio Islam casi se ha colocado en el banquillo. Los gritos de la plebe sobre la guerra contra el Islam en occidente no nos ayudan, porque son una gran mentira».

Y en un gesto impresionante, el presidente egipcio Abd al-Fattah al-Sisi aleccionó a clérigos de Al-Azhar, centro sunita por excelencia, en estos términos: «Ustedes no pueden ver las cosas con claridad cuando se está encerrado [en esta ideología extrema]. Ustedes deben salir de ella y mirar desde afuera, con el fin de estar más cerca de una ideología verdaderamente ilustrada Permítanme decirlo una vez más: tenemos que revolucionar nuestra religión».

Cuando musulmanes moderados están admitiendo la existencia de un problema dentro de su religión y de sus sociedades, uno debe preguntarse qué creen los apologistas estar consiguiendo al refutarlos. El punto aquí no es fijar si el islam es una religión de paz o de guerra, sino reconocer que la violencia promovida por los jihadistas tiene sólo que ver con el islam. Los fundamentalistas adhieren a una versión extrema del islam, nos dicen. Cierto. Pero del islam al fin de cuentas. Sus masacres no están siendo perpetradas en nombre del confusionismo o del ateísmo, y el legado que proclaman custodiar es el de Mahoma, no el de Buda o el de Jesús. Distinguir entre el islam y los islamistas puede ser justo. Erradicar de cuajo toda asociación entre ambos, no lo es.

Esta nota fue originalmente publicada en Libertad Digital

Página Siete (Bolivia)

Página Siete (Bolivia)

Por Julián Schvindlerman

  

Los traspiés lingüísticos de Francisco – 07/03/15

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Si algún funcionario vaticano alguna vez se ha ganado cada céntimo de su sueldo, sin dudas ese ha de ser Federico Lombardi, el Jefe de Prensa de la Santa Sede. Comunicar con elegancia las posturas vaticanas es parte esencial de su trabajo; aclarar algún dicho pontificio, también. Incluso remediar algún traspié del Sumo Pontífice apelando a piruetas oratorias figura en el listado de sus tareas. Pero con el actual Papa Francisco-undíscolo jesuita latinoamericano- el Padre Lombardi ha estado sudando la gota gorda.

La humildad de Francisco le ha ganado adeptos por doquier, su estilo llano ha despertado simpatías universales y varios de sus gestos fueron respondidos con aplausos: calzar zapatos gastados, hacerse conducir en un automóvil de clase media, ordenar un entierro de lujo para un linyera en el exclusivo cementerio vaticano, por ejemplo. Pero su espontaneidad, más seguidamente que no, lo ha puesto en aprietos y ha forzado a su fiel vocero a oficiar de bombero involuntario.

La más reciente de tales situaciones ocurrió cuando el Papa advirtió contra la “mexicanización” de la Argentina. Su portavoz debió aclarar que Francisco de modo alguno buscó herir los sentimientos de México con esa frase informal. Previamente había sorprendido al decir, tras los atentados en Paris, que él daría “un puñetazo” a quien insultase a su madre, que sintió ganas de “dar una patada donde no pega el sol” a un par de punteros que quisieron sobornarlo cuando era arzobispo en Buenos Aires,y que “tiene algo de dignidad” pegarles en las nalgas a los niños desobedientes.Todas ellas exclamaciones inusitadas para un Sumo Pontífice. En materia doctrinal no fue menos polémico al sermonear que los cristianos no debían “reproducirse como conejos”, al pronunciar que “el cortejo es la lepra del papado” o que “el proselitismo es una tontera solemne”. Y ni que hablar de su manifestación a favor de los homosexuales, tema tabú histórico para la Iglesia Católica, cuando dijo “¿quién soy yo para juzgar a una persona gay?”.

Algunos han comenzado a protestar en voz baja la “argentinización” del Vaticano tras la llegada de Francisco al Trono de Pedro. Su estilo poco diplomático suscita aprobaciones populares y nerviosismo cardenalicio en dosis iguales.

Esta nota fue originalmente publicada en «El País (Colombia)»