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Varios

Varios

Por Julián Schvindlerman

  

El horror, veinte años después – 19/03/12

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Artículo publicado en el diario Hoy (Ecuador)

Dos décadas atrás esta semana última, Buenos Aires fue sacudida por un atentado contra la sede diplomática del Estado de Israel, provocando la muerte a veintinueve personas e hiriendo a decenas. Aquel fue el primer acto de terror perpetrado por el fundamentalismo islámico en el hemisferio occidental. Dos años más tarde, la sede de la comunidad judía de la Argentina, AMIA, sería atacada por Hezbollah, ocasionando la muerte a ochenta y cinco e hiriendo a cientos. Aquél sería el más grande ataque antisemita fuera de Israel desde la Segunda Guerra Mundial. Ambos atentados llevaron el sello de fábrica de la violencia política transnacional patrocinada por Irán.

Recientemente, varios atentados fueron frustrados contra diplomáticos y ciudadanos israelíes en Tailandia, Georgia, India, Turquía, Egipto y Azerbaiján. El gobierno israelí ha acusado a Teherán de planificar tales agresiones. Estos últimos días, tuvo lugar una nueva confrontación entre el ejército israelí y movimientos terroristas en la Franja de Gaza, especialmente con la Jihad Islámica Palestina. Al igual que Hezbollah desde el Líbano, este grupo opera en Gaza bajo los auspicios de Irán. Gaza, cabe recordar, esta siendo gobernada desde hace alrededor de siete años por Hamas, que en árabe quiere decir movimiento de resistencia islámico, y que ha estado bajo la influencia iraní por varios años. Sólo muy recientemente Hamas ha comenzado a distanciarse de su patrón persa.

La actual conmemoración de la voladura de la embajada israelí ocurre en un contexto mundial convulsionado por el avance en el programa nuclear iraní. En los últimos tiempos, la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) ha publicado informes muy comprometedores acerca de la naturaleza no pacífica de ese programa. En noviembre de 2011, este organismo de las Naciones Unidas aseguró que Irán trabajó “en el desarrollo de un diseño local de un arma nuclear”. En febrero del corriente, dijo tener “serias preocupaciones relativas a las posibles dimensiones militares del programa nuclear de Irán”. Al recordar los estragos que la violencia interestatal fomentada por Teherán ha causado en nuestro país, resulta pertinente imaginar la dimensión del daño que un Irán nuclear podría ocasionar, aquí o en cualquier otra parte.

La capacidad para el mal de la que el gobierno Ayatollah es capaz no debe ser subestimada. Es aleccionador el informe de treinta y seis páginas que publicó la semana pasada la Comisión de Derechos Humanos (CDH) de la ONU en el cual documenta las múltiples y graves violaciones a los derechos humanos fundamentales que el régimen iraní comete continuamente contra su propia población. El reporte afirma que “Irán ha aumentado dramáticamente las ejecuciones durante la última década y ha abusado los derechos de los estudiantes, de las mujeres, de los periodistas y de las minorías religiosas”. También indica que al menos seiscientas cincuenta personas fueron ejecutadas en Irán durante el 2011 y que quince hombres y mujeres ya enfrentan condenas a muerte por lapidación bajo acusaciones de adulterio en lo que va del 2012. Además sostiene que cuarenta y dos periodistas están en prisión -lo que sitúa a Irán al tope de encarcelamientos mundiales de periodistas- y que a trescientos sesenta y cuatro estudiantes se les prohibió acceso universitario de por vida debido a sus posturas políticas. A estos datos suministrados por la ONU se puede agregar el arresto, en los últimos meses, de homosexuales, diseñadores de moda, cineastas y disidentes y la condena a muerte de un pastor cristiano por oponerse a que sus hijos recibieran educación islámica.

Así es que mientras la AIEA desde Viena denuncia el peligro del programa atómico de Irán y la CDH desde Ginebra alerta acerca del tamaño de la tiranía que reina en la nación persa, en Buenos Aires recordamos la semana pasada las consecuencias del terrorismo patrocinado por Teherán. Es una combinación de hechos elocuente que, al rendir tributo a la memoria de las víctimas inocentes del extremismo que sacudió a nuestra capital veinte años atrás, no debemos ignorar.

La Razón (España)

La Razón (España)

Por Julián Schvindlerman

  

la crisis en Siria – 19/03/12

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¿Armar a la oposición? (19/03/2012)

LR: ¿La convocatoria de elecciones servirá para aliviar la presión internacional sobre Al Asad?

JS: Lo dudo. Seguramente, Moscú y Pekín la usen de excusa para continuar con sus posturas protectoras del régimen sirio, pero la comunidad internacional parece estar cada vez más impaciente con la represión de Asad, aunque hasta ahora no haya tomado acciones decisivas.

LR: ¿Es posible a medio plazo en Siria una intervención militar internacional, aunque sea una misión humanitaria?

JS: Es posible, pero parece, de momento, lejana. EE UU no parece entusiasmado con la idea, ni siquiera ha comenzado a armar al Ejército Sirio Libre, como ha pedido Arabia Saudí, lo que sería un paso anterior más simple que convocar a una intervención global. Pero si las matanzas persisten y son publicitadas mundialmente, será cada vez más difícil para Washington y Europa postergar indefinidamente algún tipo de intervención, ya sea humanitaria con respaldo militar o directamente armada.

¿Está dividida la oposición? (20/03/2012)

LR: ¿Cuáles son los principales problemas de la oposición?

JS: Como en toda sociedad fracturada étnica, religiosa y nacionalmente, las divisiones son inevitables. Máxime en un contexto de violencia extrema donde cada decisión puede ser letal y donde las pujas de poder son reales. A ello se debe sumar la falta de experiencia con una situación como la actual. Pero daría la impresión de que hay cohesión detrás de la oposición al régimen alauí (especialmente en las capas suníes) y una determinación conjunta de derrocar al Gobierno.

LR: ¿Es posible que Rusia o China cambien en algún momento su postura contraria a condenar la violencia del régimen sirio y a una intervención extranjera?

JS: Sí, en caso de que el clan Asad se debilite mucho o la indignación mundial sea ya incontenible. China y Rusia tienen intereses que cuidar en Siria, pero puede llegar el momento en que consideren que el coste diplomático de esa protección es demasiado elevado. Ya han vetado dos resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas críticas con el Gobierno de Asad, lo que ha fastidiado a Europa, Estados Unidos y al mundo árabe. Quizás no puedan sostener eso durante un largo periodo de tiempo, pero por el momento, no han dado ninguna señal de distensión.

Infobae, Infobae - 2012

Infobae

Por Julián Schvindlerman

  

Iron dome: El nuevo milagro Israelí – 16/03/12

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Durante todo el año 2010, Hamas, la Jihad Islámica Palestina, los Comités de Resistencia Populares y otros grupos terroristas asentados en la Franja de Gaza dispararon 365 cohetes contra Israel. Durante todo el 2011, estos movimientos fundamentalistas lanzaron 680 cohetes desde Gaza contra poblados israelíes. Solamente durante la semana que termina, alrededor de 200 cohetes fueron arrojados contra el Estado hebreo.

Esta nueva confrontación surgió a partir de que la fuerza aérea israelí matara a Zuhair Qaisi, líder de los llamados Comités de Resistencia Populares, mientras se desplazaba en automóvil en Gaza. En el operativo resultó también muerto un terrorista palestino que había sido liberado como parte del acuerdo por el soldado Gilad Shalit. Qaisi, según fuentes israelíes, estaba planeando un atentado inminente similar al ataque múltiple que perpetró en agosto del año pasado con armas y bombas que provocó la muerte a ocho israelíes en los alrededores de la ciudad turística de Eilat. En respuesta a la andanada de proyectiles, la fuerza aérea israelí atacó Gaza, ocasionando la muerte inicialmente a 26 palestinos, de los cuales 22 eran combatientes armados. Con el correr de los días una frágil tregua fue acordada por medio de Egipto y el prospecto no improbable de una conflagración mayor disminuyó, aunque no desapareció.

Una de las razones que explican que la situación bélica no haya -durante estos primeros siete días- precipitado una incursión israelí mayúscula en la franja, como ocurrió entre diciembre de 2008 y enero de 2009 en la denominada Operación Plomo Fundido, yace en el hecho de que no hubo víctimas fatales dentro de Israel. Ciertamente la normalidad fue alterada, pero no hubo grandes daños de infraestructura ni caídos. Ello se debió a la excelente performance de una nueva arma defensiva de diseño y fabricación israelí: el sistema de defensa antimisil Irom Dome.

Este es el primer sistema antimisil capaz de detectar y destruir cohetes de corto alcance en un lapso de pocos segundos. Fue creado con el objeto de dar respuesta a los continuos lanzamientos de cohetes por parte tanto de Hamas desde Gaza como de Hezbollah desde el sur del Líbano. Irom Dome consiste de un radar, un centro de comando y un lanzador de misil que detecta el instante en que el proyectil fue disparado, evalúa su trayectoria y, si el mismo está orientado hacia un centro poblado o una zona de infraestructura crítica, instruye al sistema a lanzar dos misiles antimisiles para interceptarlo en el aire.

Cada batería tiene un costo de unos 50 millones de dólares y cada misil que dispara cuesta unos 50 mil dólares. Por el momento, Israel tiene desplegados tres Iron Dome en la zona sur del país, en Beersheba, Ashdod y Ashkelon, pero el ministro de Defensa sostiene que trece baterías son necesarias para proteger a toda la nación. En el escenario de batalla de esta semana, Iron Dome interceptó más de 40 cohetes palestinos en pleno vuelo (los restantes volaban hacia zonas no habitadas). Tuvo un porcentaje de éxito que rondó el 90%.

Si estos cohetes hubiesen caído en las regiones pobladas a las que estaban dirigidos, seguramente hubiesen provocado muertes y daños materiales. La presión popular por una represalia militar hubiera sido enorme. Iron Dome es un arma estratégica, pero le dio al gobierno israelí margen de maniobra política al calibrar una respuesta. Junto con los Patriot, que fueron usados a inicios de los años noventa para repeler los misiles Scud que Saddam Hussein arrojó contra Israel, y el sistema Arrow II, diseñado para contrarrestar los misiles iraníes Shahab-3 de largo alcance, conforman un escudo protector del Estado judío ante amenazas militares importantes.

La tecnología de vanguardia del Estado de Israel por sí sola no podrá frenar las pulsiones violentas de los grupos terroristas que lo rodean. Por ahora, sin embargo, ha demostrado ser una valiosa y efectiva herramienta de contención. Militarmente, ha evitado fatalidades. Políticamente, ha dado al gobierno la opción de ser flexible. Bajo esta mirada, 50 millones de dólares no lucen tan caros.

Comunidades, Comunidades - 2012

Comunidades

Por Julián Schvindlerman

  

Sablanut, Israel – 14/03/12

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En lo que concierne a la nuclearización de Irán, la relación entre el premier Binyamín Netanyahu y el presidente Barack Obama me recuerda la célebre canción de los años cuarenta del cantante cubano Osvaldo Farrés, “Quizás, quizás, quizás”:

Siempre que te pregunto que, cuándo, cómo y dónde, tú siempre me respondes quizás, quizás, quizás. Y así pasan los días y yo, desesperando y tú, tú contestando quizás, quizás, quizás. Estás perdiendo el tiempo pensando, pensando, por lo que tu más quieras, ¿Hasta cuándo? ¿Hasta cuándo?

Que me disculpe Farrés por des-romantizar su precioso bolero, pero realmente señor presidente, ¿hasta cuando? Sí, lo admito: Obama cambió el tono de su discurso, y el de su Administración, en las vísperas del arribo de la comitiva israelí. (¡Comitiva que incluyó al primer ministro, al ministro de defensa y al presidente de la nación! Si de enviar mensajes subliminales dramáticos se trataba, debemos dar el debido crédito a los relacionistas públicos israelíes). Pero ¿son a estas alturas creíbles todas esas declamaciones presidenciales solemnes de que los Estados Unidos protegen la espalda de Israel, de que no aceptará que Irán obtenga la Bomba y de que él personalmente es un líder que no alardea al respecto?

Veamos. Obama comenzó su mandato intercambiando epístolas con Mahmoud Ahmadinejad como un adolescente de los años ochenta entusiasmado con su nuevo compañerito global de intercambio de cartas. ¿Resultados obtenidos? Ninguno. Luego, cuando el régimen Ayatollah fue desafiado por opositores al fraude electoral del año 2009, Obama titubeó y desaprovechó una oportunidad única de respaldar los reclamos de democracia y transparencia de la ciudadanía iraní, permitiendo que el gobierno de Teherán mantuviera su legitimidad. Muy tardíamente, endureció su postura y fomentó la adopción de sanciones robustas contra la república islámica, tanto propias como de sus aliados: el banco central, las exportaciones de petróleo y la permanencia de Irán en el sistema financiero SWIFT quedaron afectadas. Las medidas fueron adecuadas, pero para entonces hasta la propia Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) desde Viena estaba expresando su preocupación con las posibles dimensiones militares del programa nuclear de Irán. El presidente norteamericano aseguró múltiples veces que todas las opciones estaban sobre la mesa, un eufemismo para aludir a la posibilidad de una acción militar, pero la repetición del mantra, lejos de persuadir, terminó por convertirse en un cliché.

Simultáneamente, oficiales de primerísimo rango de su Administración se manifestaron de manera contradictoria y dando la impresión de que más temían un ataque preventivo israelí sobre las instalaciones nucleares de Irán, que el cruce del umbral atómico por parte de Teherán. La Secretaria de Estado Hillary Clinton afirmó el pasado 29 de febrero que era objetivo de su gobierno evitar que Irán adquiriese la capacidad de fabricar bombas atómicas, pero el previo 19 de diciembre el Secretario de Defensa Leon Panetta había asegurado que Irán podría construir una bomba nuclear en el plazo de un año si así lo quisiese. Algo no cierra. Si la evaluación del Pentágono es que Teherán tiene la capacidad de construir una bomba atómica en el corto plazo y el Departamento de Estado ha definido como meta de su política exterior el no permitir a Teherán tener dicha capacidad, ¿entonces por qué no se actúa de manera decisiva? Aquí es donde la intervención del Director de Inteligencia Nacional James Clapper, diciendo que los iraníes aún no han decidido fabricar una bomba atómica, fue ridículamente conveniente.

Asimismo, Leon Panetta, James Clapper y el Jefe del Estado Mayor Conjunto Martin Dempsey expresaron públicamente sus dudas acerca del éxito, y sus preocupaciones respecto de las consecuencias, de una operación militar contra Irán. Tales dudas y preocupaciones son legítimas. Ponderar las posibilidades y las repercusiones de una guerra es una tarea necesaria para estrategos y diplomáticos. Es sólo que la exteriorización de tales consideraciones -especialmente cuando este tema estaba en la cima de la conversación política mundial- pareció tener el propósito de inhibir la acción israelí y dio una inquietante imagen de debilidad en la relación Washington-Jerusalem. A su vez, reflotaron últimamente en algunos lugares de la opinión pública las menciones a un Estimado de Inteligencia Nacional -confeccionado por toda la comunidad de inteligencia de los Estados Unidos- que concluyó, en el 2007, que Irán había detenido los aspectos militares de su programa nuclear en el 2003. Sin embargo, un informe de la AIEA sobre el programa nuclear iraní emitido en noviembre de 2011 afirmó haber notado “indicaciones de que algunas actividades relevantes al desarrollo de un mecanismo explosivo nuclear continuaron después del 2003”.

¿Alguien puede culpar a los israelíes por estar impacientes?

Compromiso

Compromiso

Por Julián Schvindlerman

  

Un papa en Cuba – 03/12

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Año 4 – Nro 20

La relación del Vaticano con el comunismo nunca fue armoniosa, razón por la cual una visita papal a la Cuba de los hermanos Castro era vista como un acontecimiento singular. Dos hechos ilustraron la tensión reinante al comienzo mismo del peregrinaje pontificio. En el avión que lo llevaba rumbo a México, destino inicial de la gira latinoamericana, Benedicto XVI aseguró que “el marxismo, tal como fue concebido, no responde ya a la realidad”. Al aterrizar en la isla, el presidente Raúl Castro le dio la bienvenida con un cálido apretón de manos, pero sin besar el anillo papal.

El viaje pontificio a Cuba tenía dos objetivos contrapuestos. El propósito diplomático de la visita era estimular mayor cordialidad en la relación bilateral con vistas a mejorar el status de la Iglesia allí. El propósito pastoral era reforzar a la feligresía católica local, la cual representa el 5% de una población de alrededor de once millones. Para cumplir con la primera meta, el Papa debía complacer a los gobernantes; para cumplir con la segunda, el Papa debía brindar apoyo moral a una comunidad reprimida. Aquél era un equilibrio difícil de sostener y por eso hallaremos en las palabras y las omisiones de Benedicto XVI elementos que inclinan la balanza tanto para uno como para otro lado.

Como la sola presencia papal en suelo cubano era el mayor gesto político hacia el régimen, y Benedicto XVI rehusó reunirse con la oposición, a modo de compensación hacia ésta, o de mensaje hacia todas las partes, lo que también abarca a la comunidad internacional como testigo, incorporó en sus discursos críticas hacia el sistema castrista. Ni bien aterrizó, el Papa aseguró llevar en su corazón “las justas aspiraciones y legítimos deseos de todos los cubanos” y entre los grupos que mencionó -jóvenes y ancianos, enfermos y trabajadores- incluyó a “los presos y sus familiares”. Al reflexionar sobre las relaciones entre Cuba y la Santa Sede, el Papa recalcó que “aún quedan muchos aspectos en los que se puede y debe avanzar”. Al referirse a la Virgen de la Caridad del Cobre, habló de “los derechos fundamentales” de los hombres, y en una homilía posterior dijo que “resulta conmovedor ver como Dios no sólo respeta la libertad humana, sino que parece necesitarla”. Luego de visitar un santuario venerado, rezó por “las necesidades de aquellos que sufren, de quienes están privados de la libertad, de aquellos que están separados de sus seres queridos o quienes están atravesando tiempos de dificultad”. Su mejor momento fue cuando pidió, en su último discurso, que “Cuba sea la casa de todos los cubanos”. Hablar públicamente en la isla de libertad, presos, derechos fundamentales y justas aspiraciones fue un mérito de Benedicto XVI.

Por su lado, el gobierno cubano no pudo con su genio. El sumo pontífice fue recibido por el presidente, niños que le entregaron un arreglo floral y una alfombra roja, pero también con veintiún disparos de salva de cañón. Recibir a un Papa a los cañonazos como muestra de cortesía fue toda una ocurrencia. Será fruto de su mentalidad militarista. Como también lo habrá sido su decisión de arrestar a alrededor de doscientos disidentes en las vísperas del arribo del Papa, impedir a otros muchos que asistieran a su misa y bloquear sus comunicaciones móviles. Un infiltrado que gritó entre la muchedumbre “¡abajo el comunismo!” fue sumariamente detenido. Raúl, a su vez, dedicó su discurso a protestar contra el bloqueo económico norteamericano, a recitar eslóganes patrióticos del tipo “con todos y para el bien de todos” y a sermonear acerca de que “la corrupción política y la falta de verdadera democracia son males de nuestro tiempo”. Para un Papa que en su vida como Joseph Ratzinger presidió por casi un cuarto de siglo la Congregación para la Doctrina de la Fe -la cuál combatió duramente a la teología de la liberación- haber tenido que escuchar al presidente caribeño predicar sobre las virtudes del socialismo castrista debe haber sido todo un ejercicio de paciencia pontificia.

La visita estuvo rodeada de especulaciones acerca de una reunión entre el Papa y el presidente venezolano Hugo Chávez, quién coincidentemente se desplazó a la isla para someterse a tratamiento médico. Mayor expectativa todavía despertó la idea de un posible encuentro entre el Papa y Fidel Castro. Éste, se recordará, había sido excomulgado en 1962 por Juan XXIII luego de declararse marxista-leninista, anunciar que Cuba sería atea y lanzar una campaña de hostigamiento contra la Iglesia Católica que comprendió la deportación de cientos de monjas y sacerdotes, el cierre de todos los colegios católicos y la nacionalización de los terrenos de la Iglesia. Con el correr del tiempo, El Comandante pudo reunirse con pontífices. Fue recibido por Juan Pablo II en el Vaticano en 1996 y dos años después se reencontró con Karol Wojtyla en La Habana.

Finalmente, se hizo recibir también por Benedicto XVI. Ofender a Fidel en su propia casa no era una opción para el Vaticano. La nota más ocurrente de la visita la dio Fidel cuando, fiel a su peculiar estilo, preguntó a Benedicto XVI “¿Qué hace un Papa?”. Quizás al Santo Padre se le haya cruzado por la mente una pregunta que no podía formular: ¿que hacen los hermanos Castro, al cabo de más de medio siglo, todavía gobernando -y sofocando- a Cuba?

Infobae, Infobae - 2012

Infobae

Por Julián Schvindlerman

  

La carrera atómica de Irán – 29/02/12

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En algún momento anterior a febrero de 2008, agentes alemanes y estadounidenses capturaron la laptop de un ingeniero iraní vinculado al programa nuclear de su país. Entre los documentos que hallaron, uno sobresalía de manera alarmante: mostraba el arco de la trayectoria de un misil de fabricación iraní, el Shahab-3, que puede recorrer mil trescientos kilómetros, con una indicación de detonación a los seiscientos metros de altura. Mostrando esa documentación ante alrededor de cien delegados internacionales en una conferencia altamente clasificada, el entonces vice-director general de la Agencia Internacional de Energía Atómica, Olli Heinonen, explicó que la explosión de una bomba convencional a esa altura no tendría el menor efecto sobre la tierra, pero que una detonación nuclear a esa altitud era la ideal para lograr un efecto devastador sobre una ciudad. De hecho, esa fue la altura aproximada a la que fue detonada la bomba atómica sobre Hiroshima en 1945.

En noviembre de 2011, la AIEA publicó un informe sobre el estado de desarrollo del programa nuclear iraní del cual cabe citar tres graves afirmaciones: 1) “La información indica que Irán ha llevado a cabo actividades relevantes al desarrollo de un mecanismo de explosión nuclear”, 2) Irán adquirió “información y documentación acerca del desarrollo de armas nucleares por parte de una red clandestina de provisión nuclear”, 3) Irán trabajó “en el desarrollo de un diseño local de un arma nuclear incluyendo el testeo de componentes”. El viernes pasado, la AIEA informó que el gobierno iraní aumentó la producción de uranio enriquecido al 20%, que lo hizo en cantidades que exceden ampliamente un posible uso civil, señaló que más de un tercio del proceso de enriquecimiento ocurre en la planta de Fordo -la cual está enterrada a unos ochenta metros bajo la superficie y rodeada de sistemas de defensa antiaérea- y notó con preocupación que Irán haya prohibido el acceso de sus inspectores a algunas de sus plantas nucleares. Por ello, concluyó, “la agencia sigue teniendo serias preocupaciones relativas a las posibles dimensiones militares del programa nuclear de Irán”.

La integridad de este organismo de las Naciones Unidas difícilmente pueda ser cuestionada. Fue esta misma institución la que aseguró, en pleno debate sobre la inminente guerra en Irak en el 2003, que para ese entonces Saddam Hussein ya no tenía armas de destrucción masiva. Si algo, la conducta del propio régimen iraní ha hecho poco por reasegurar la confianza mundial respecto de su fiabilidad. Aún debe explicar convincentemente por qué necesita invertir grandes cantidades de recursos en la construcción de reactores nucleares para generar electricidad si posee importantes reservas de gas y petróleo, o por qué rechazó en el 2010 una oferta rusa de importar uranio enriquecido a la gradación de uso civil solamente y se abocó en vez de ello a la costosa tarea de enriquecer uranio por sí misma, o por qué ocultó algunas de sus instalaciones nucleares bajo tierra, o por qué permitió sólo limitada e intermitentemente el acceso a la inspección internacional. No es menos fácil entender su decisión de avanzar con su ambición nuclear a prácticamente cualquier costo político y económico, exponerse a sanciones internacionales, ostracismo diplomático e incluso al prospecto no remoto de una guerra total, si tal programa respondiese a una necesidad exclusivamente pacífica.

La evidencia y el sentido común sugieren que el programa nuclear de la República Islámica de Irán tiene una finalidad militar. En algunos rincones, hay quienes insisten en negar esto por temor a que la admisión de esta realidad derive en una situación bélica. Pero cerrar lo ojos no hará que la amenaza desaparezca. En tiempos recientes, el gobierno ayatollah robó una elección nacional, arrestó a cineastas, estudiantes, diseñadores de moda y políticos disidentes, prohibió la venta de la muñeca Barbie, las películas occidentales y los juegos con agua en las plazas públicas, condenó a muerte a una mujer adúltera y a un pastor cristiano mientras siguió ejecutando a homosexuales, amenazó con cerrar el estrecho de Ormuz, atentó contra diplomáticos israelíes en Tailandia, Georgia y la India, planeó el asesinato del embajador saudita en la capital de los Estados Unidos, y continuó armando a la agrupación fundamentalista Hezbollah y respaldando al represor de Damasco. Todo esto lo hizo sin tener la bomba nuclear en sus manos. Imagínese de lo que sería capaz Irán si estuviese armado atómicamente.

Comunidades, Comunidades - 2012

Comunidades

Por Julián Schvindlerman

  

George Méliès y los Judíos – 29/02/12

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La invención de Hugo Cabret, última y bella película de Martin Scorsese, homenajea los orígenes del cine y rinde tributo al más destacado pionero después de los hermanos Lumière, el genial Georges Méliès. Basta con ver algunos de sus films online -El hombre de la cara de caucho (1901), El demonio negro (1905), Las alucinaciones del baron de Münchhausen (1911)- para apreciar la creatividad escénica, talento fílmico e inventiva visual de este director original. Aunque mayormente los cortos que pueden verse pertenecen al género de la comedia -verlos en una retrospectiva de más de cien años, con su exagerada gestualidad actoral, simpleza argumental y trucos cinematográficos rudimentarios, acrecienta el sentido de la comicidad- Méliès filmó también dramas políticos y relatos bíblicos, dos de ellos directamente relacionados con la historia judía. Abordaremos ello en un instante.

Georges Méliès nació en París en 1861 y a pesar de su vocación artística fue obligado por sus padres a ingresar al negocio familiar del calzado. Una vez que su padre se retiró, Méliès rehusó continuarlo y compró, en 1888, un teatro donde montaría espectáculos de magia e ilusionismo. Luego de ver, en 1895, la primera película de los hermanos Lumière, se orientó al cine, para lo cual debió construir su propia cámara de filmación ante la renuencia de los Lumière a venderle una. En 1902 escribió, dirigió, produjo y actuó en su obra cumbre: El viaje a la luna. La escena en la que un cohete se incrusta en la cara de la luna es una de las imágenes más entrañables y reconocidas en la historia del celuloide. Inspirada en las obras de Julio Verne De la tierra a la luna (1865) y de H.G. Wells Los primeros hombres en la luna (1901), con un presupuesto millonario para la época, catorce minutos de duración, actores, acróbatas de circo y bailarinas de ballet en escena, y efectos especiales de vanguardia, se convirtió en una película exitosa al punto que técnicos que trabajaban para Thomas Alva Edison la piratearon y comercializaron en los Estados Unidos sin abonar un centavo al director francés. Es un film icónico y el primero del género de ciencia ficción. Fue el corto número cuatrocientos de una filmografía de alrededor de quinientas que legó Méliès. Lamentablemente, tal como Scorsese relata, sólo unas pocas sobrevivieron. La Primera Guerra Mundial lo cambió todo. En su penuria económica y abatimiento existencial, Méliès destruyó algunas y se vio forzado a vender otras para ser usadas como materia prima en la fabricación de tacos para zapatos de mujer (¿irónica revancha póstuma paterna?). En 1913 abandonó la cinematografía.

Como tantos otros cineastas, Méliès fue testigo de su época. El juicio al capitán Alfred Dreyfus sacudió a la sociedad francesa del siglo XIX de la cual él era parte. Francia quedó partida en dos bandos, editoriales encendidos fueron publicados en la prensa, hubo duelos públicos en las calles, grescas en la cámara de diputados, disturbios antisemitas en varias ciudades. Un año y medio después de la publicación del J´accuse! De Émile Zola, Méliès comenzó a rodar once cortos que retrataron el arresto, la degradación, el juicio y el encarcelamiento en la Isla del Diablo del capitán judío. Méliès era católico y su postura favorable a Dreyfus causó una gran conmoción. La exhibición de esta miniserie de trece minutos usualmente concluía con la audiencia a puñetazos y paraguazos. En la que es considerada la primera instancia de censura política sobre un film, el gobierno francés prohibió nuevas exhibiciones de la película por incitar al desorden público y posteriormente prohibió cualquier película que abordara el tema, disposición que se extendió hasta 1950.

En 1904, a cinco años del estreno de El caso Dreyfus, Méliès realizó otro film relacionado a la temática judía. Bizarro y en un sentido ininteligible, El judío errante puede dejar perplejo a más de uno. El corto muestra a un judío de barba larga y vestido de túnicas, deambulando sobre rocas valiéndose de un largo palo, agobiado por visiones de Jesús cargando una gran cruz en lo que ha de ser la vía dolorosa, acosado por el diablo primero y echado del lugar por la Virgen María después. En la escena final, con el trasfondo de un cielo colmado de relámpagos, el judío se golpea el pecho e implora el perdón divino. Si Méliès tan solo reflejó la posición del judío en el dogma católico de su tiempo, si pretendió validar esa concepción o contrariarla, es difícil de determinar. Al espectador judío, este corto de tres minutos seguramente lo incomodará.

Muchas de sus películas fueron entretenidas. Pero ello no debe distraernos del muy real compromiso político de este cineasta francés. En El viaje a la luna puede resultar divertido ver hombres vestidos formalmente, con grandes galeras, largos bastones y prominentes mostachos, caminado en la superficie lunar, pero puede también advertirse una crítica ideológica al colonialismo europeo de la época cuyos emisarios aterrizan en un nuevo mundo, luchan contra los nativos y terminan escapándose apresuradamente. Su decisión de realizar un documental de denuncia acerca del acontecimiento político máximo de la Francia del fin de siècle y tomar partido por el capitán judío injustamente humillado, jugándose todo su prestigio y medio de vida, de modo similar da testimonio a su humanismo y nobleza. Quizás por ello terminó sus días vendiendo juguetes en la estación de trenes de Montparnasse… hasta que fue rescatado del olvido por el director de una revista de cine que lo reconoció al pasar.

Comunidades, Comunidades - 2012

Comunidades

Por Julián Schvindlerman

  

Décimo aniversario de Guantánamo Bay -18/01/12

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Cuando era candidato presidencial, Barack Obama edificó gran parte de su perfil como un opositor firme a la arquitectura de defensa del presidente George W. Bush diseñada luego de los atentados del 9/11. Ni bien se ubicó en la Casa Blanca como el nuevo presidente de los Estados Unidos de América, Obama ordenó el cierre de la cárcel norteamericana de Guantánamo, ubicada en Cuba, en un plazo de un año, y anunció que los juicios a los allí detenidos pasarían de la jurisdicción militar a la civil. Dos años más tarde, firmó una orden ejecutiva que permitió la detención indefinida de los sospechosos encarcelados en Guantánamo; luego validó la vigencia de los tribunales militares.

Obama y el Partido Demócrata creyeron ser capaces de poder resolver la tensión permanente entre justicia y seguridad nacional que afrontan las democracias en tiempos de guerra. Su noción de que los combatientes enemigos sospechosos de terrorismo debían recibir la misma protección jurídica que los ciudadanos norteamericanos bajo la constitución nacional terminó chocando con las limitaciones que, tarde o temprano, la realidad política impone a los más nobles ideales. En enero de 2010, fue procesado en los Estados Unidos bajo cargos de intento de homicidio el nigeriano Umar Farouk Abdulmutallab, quién había fracasado en hacer estallar explosivos a bordo de un vuelo de Northwest Airlaines en la Navidad del 2009. La Administración Demócrata decidió juzgarlo en una corte civil, lo que significó darle el derecho a permanecer en silencio durante el interrogatorio y el beneficio de un abogado. De allí en más, el estado se vio forzado a negociar información sensible a cambio de concesiones en la penalidad eventual.

Un año después, la Casa Blanca cambió radicalmente de actitud. En septiembre de 2011, un avión militar no tripulado sobrevoló Yemen y disparó un misil contra un automóvil que transportaba a jihadistas, entre ellos a Anwar al-Awlaki, uno de los más altos líderes de Al-Qaeda. Awlaki había sido uno de los entrenadores de Abdulmutallab. A diferencia de éste, era ciudadano americano. Eso significó que Barack Obama autorizó la eliminación violenta de un compatriota sin detención ni juicio previo, ni siquiera en un tribunal militar en Guantánamo. Para entonces resultaba evidente que el presidente Obama miraba al mundo de modo diferente que el candidato Obama. De hecho, el actual presidente amplió el uso de aviones militares no tripulados contra terroristas islamistas en Pakistán, Afganistán, Somalia y Yemen. Según un estudio de la New America Foundation, desde que Obama asumió el poder, hubo doscientos cuarenta ataques de este tipo que mataron a mil trescientas personas sospechosas de terrorismo solamente en Pakistán. Durante todo el mandato del presidente Bush hubo cuarenta y cuatro ataques de este tipo en Pakistán que mataron a unos cuatrocientos presuntos islamistas.

Esto no fue fruto de un abandono de principios, sino de un reconocimiento de que preservar ciertos valores en tiempos de guerra suele ser desafiante para las democracias. Guantánamo no es un ideal de la democracia, es apenas una herramienta necesaria en la lucha contra el terror. Su permanencia es testimonio de que en las guerras, las elecciones suelen ser entre lo malo y lo peor. 

Originalmente publicada en El Telégrafo (Ecuador)

Página Siete (Bolivia)

Página Siete (Bolivia)

Por Julián Schvindlerman

  

El rompecabezas Palestino – 19/02/12

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El Movimiento de Resistencia Islámico, comúnmente conocido como Hamas, y Fatah, órgano central de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), han estado peleando por la conducción del nacionalismo palestino por un cuarto de siglo. La OLP fue establecida en 1964 pero fue especialmente a partir de 1968, cuando Fatah ganó el control decisivo sobre la misma, que se erigió como el representante y vocero de la causa palestina. A lo largo de su historia, Fatah debió lidiar con desafíos a su autoridad por parte de otras agrupaciones, pero fue con el surgimiento de Hamas en 1987 que se topó con un adversario de envergadura. Los Acuerdos de Oslo entre Israel y la OLP inclinaron la balanza histórica hacia Fatah, quien bajo las formas de la Autoridad Palestina pasó a gobernar a la población cisjordana y gazatí a partir de 1994. Hamas hizo sus mejores esfuerzos para sabotear el proceso de paz inaugurado, recurriendo al terrorismo y manchando de sangre las calles de Jerusalem, Tel-Aviv y Haifa entre otras ciudades.

En el año 2005, los israelíes se retiraron unilateralmente de la Franja de Gaza. Al año siguiente se llevaron a cabo elecciones legislativas, en las que Fatah encogió abismalmente ante la victoria estelar de Hamas. En 2007, una cruenta lucha interna se sucedería entre los dos colosos del nacionalismo palestino. Al cabo de un tiempo violento, el movimiento integrista Hamas quedaría con el control total de Gaza. El presidente Mahmoud Abbas proclamó un gobierno de emergencia. Fue un acto de subsistencia inconstitucional que removía al ejecutivo de la injerencia del parlamento, en manos de Hamas, cuyo líder Ismael Hanyeh se consideraba el primer ministro legítimo. Palestina quedaría partida geográficamente en dos sub-entidades gobernadas separadamente por dos enemigos políticos históricos.

En este escenario, la comunidad internacional apostó por Cisjordania. Ansiosa ante el posible descenso de Gaza al islamismo, decidió reforzar su apoyo material y político a la facción palestina más moderada. La Gaza de Hamas quedó bajo el paraguas de la protección iraní, creció militarmente y se empobreció económicamente. Bajo la capitanía del primer ministro palestino Salam Fayyad- un tecnócrata con una conexión apenas remota con las pasiones de la ideología- la economía cisjordana floreció: carreteras, escuelas y hospitales fueron construidos, árboles fueron plantados, la transparencia administrativa emergió y la asistencia mundial continuó fluyendo hacia Ramallah. El milagro palestino parecía, finalmente, haber advenido.

Pero cuando el primer ministro Fayyad parecía haber asegurado la estabilidad en Cisjordania, el presidente Abbas repudió el diálogo con Israel y adoptó una política -tanto interna como externa- agresiva. En el 2011, Abbas tomó tres decisiones que resultaron ser perniciosas para los intereses palestinos. En primer lugar, llevó adelante una purga de oficiales leales a Fayyad, efectivamente limitando el poder de su hábil premier. En segundo lugar, promovió el reconocimiento de Palestina como estado independiente en el sistema de las Naciones Unidas, lo cual le valió el enojo de buena parte de Europa y los Estados Unidos. Finalmente, Abbas inició un diálogo con Hamas que concluyó recientemente, bajo los auspicios de Qatar, en un acuerdo de reconciliación con su Némesis política. La noción de que él podía incorporar a su gobierno a un movimiento terrorista que se opone a la existencia de Israel y aún así mantener una negociación con esta nación fue rápidamente objetada por el gobierno de Jerusalem.

La movida de Hamas obedece a un pragmatismo inducido por la coyuntura regional. A partir del estallido de las revueltas en el mundo árabe y de la elevación de los partidos islamistas a nuevas esferas de poder político, su liderazgo eligió reposicionarse hacia esa corriente de éxito sunita. La imposición de renovadas sanciones financieras internacionales sobre el régimen iraní aparentemente ha resultado en un restricción del apoyo económico y militar dado por Irán a Hamas, mientras que la represión feroz que el gobierno alawita/chiíta sirio ha hecho contra la población mayormente sunita han llevado a Hamas, de extracción sunita, a abandonar Damasco, lo que simbólicamente significó también un distanciamiento de su gran aliado, Teherán. En esta coyuntura, Hamas accedió a la unión nacional con Fatah.

Para dos movimientos que -en la simpática caracterización de Jonathan Schanzer- les resulta difícil ponerse de acuerdo hasta en cual es el color del humus, el pacto fue una proeza. Quedará por ver cuanto durará. Mientras tanto, el prospecto de la paz languidecerá todavía más.