Todas las entradas de: adminJS2021

Comunidades, Comunidades - 2011

Comunidades

Por Julián Schvindlerman

  

Steve Jobs: ¿hijo de Arabia? – 09/11/11

Imprimir

Abdulfattah Jandali nació en 1931 en Homs, Siria, en el seno de una familia acaudalada. Pasó sus tiempos de estudiante en la Universidad Americana de Beirut donde se involucró con las ideas pan-arabistas de la época para luego emigrar a los Estados Unidos, donde obtendría su doctorado en ciencia política de la Universidad de Winsconsin. Al cabo de enseñar un tiempo en Nevada, se orientó hacia la industria del juego. Se juntó con Joanne Schieble, una estadounidense de ascendencia europea, y fruto de esa relación nació un bebé al que dieron en adopción. Años más tarde, la pareja se casaría, nacería una niña del matrimonio, y se divorciaría. Abdulfattah Jandali hoy es parte de los alrededor de diecisiete millones de expatriados sirios que viven en la diáspora, de cuyo seno han surgido figuras destacadas como el cantante canadiense Paul Anka, descendiente de sirios cristianos. En la historia de Jandali no habría nada de extraordinario… de no ser por que el niño que él dio en adopción -luego de recibir el apellido de los nuevos padres- fue Steve Jobs.

La noticia del parentesco sirio-sunita provocó una reacción en la opinión pública árabe. Palash Ghosh, en una columna en The International Business Times, afirmó que el árabe más famoso y poderoso en el mundo… no es Bashar al Assad… [sino] probablemente Steve Jobs». Un lector de Elaph, importante diario online en árabe, lo llamó «el nieto de Homs». Una notita escrita en árabe, dejada a modo de tributo en una tienda Apple de Palo Alto, California, ofreció un comentario memorable: «Tres manzanas cambiaron al mundo, la manzana de Adán, la manzana de Newton, y la manzana de Steve». El célebre académico estadounidense-libanés Fouad Ajami señaló en The Wall Street Journal que era comprensible que «un mundo atorado en batallas tribales y retraso tecnológico se haya entusiasmado con reclamar al… padre de la computadora personal, del iPod, iPhone y iPad».

Pero la excitación por el hecho de que un genio de la estatura del fundador de Apple descendiera de un árabe-sirio rápidamente dio lugar a lamentaciones del estado actual de las cosas en aquél país. «Creo que de haberse quedado en Siria, [Jobs] no hubiera inventado nada» dijo un sirio a Reuters. Lo cual es completamente cierto. Steve Jobs fue el resultado de la cultura americana, no de la genética árabe. Según un estudio del desarrollo árabe realizado por las Naciones Unidas, «prácticamente no hay innovaciones árabes en el mercado». Tal como Lawrence Salomon ha observado en The Financial Post, cuatrocientas patentes originadas en los países árabes fueron registradas en los Estados Unidos entre 1980 y 2000. Steve Jobs por sí sólo presentó trescientas diecisiete patentes en su corta vida; Apple patentó miles. Que la diáspora siria (diecisiete millones) se acerque en número a la propia población de Siria (veintidós millones) sugiere que la cultura local es sofocante y expulsiva. La represión militar de los últimos meses confirma ello dramáticamente. De haber permanecido en Siria, fue notado, Jandali y su hijo probablemente hubieran tenido un destino diferente. Homs, después de todo, fue epicentro de las revueltas anti-Assad. Steve, seguramente llamado de otro modo, hubiera participado en las protestas y su padre lo hubiera tenido que ir a identificar a la morgue estatal. «Si quieren otro Steve Jobs», indicó de modo ominoso un joven árabe, «paren de matar a niños sirios».

El desaprovechamiento del talento local es una seña distintiva de múltiples naciones, árabes y no árabes. Muchos artistas, intelectuales e innovadores regularmente se ven obligados a partir hacia tierras lejanas en busca de un aire más puro que oxigene y estimule su creatividad innata. La distancia del terruño, el alejamiento de una cultura contaminante, han resultado muchas veces ser decisivos para el florecimiento de un talento preexistente pero asfixiado. «Las mentes, tal como los corazones, van a donde son apreciados» sentenció tiempo atrás quien fuera Secretario de Defensa estadounidense, Robert Mcnamara. Pero una cosa es que una cultura expulse talentos y otra muy distinta es que los extermine. Con más de tres mil muertos, y contando, en las calles de Damasco, Hama, Latakia, Deraa, Qamishli, Abu Kamal, Daty al-Zawr y Homs, la Siria del clan Assad indudablemente no parece ser el lugar adecuado para la inventiva. Permanecerá como uno de esos pequeños misterios de la vida, dejado al campo de la imaginación, especular a propósito de cual hubiera sido el destino de la criatura nacida de la unión de Abdulfattah Jandali y Joanne Schieble si sus padres biológicos hubieran elegido vivir su vida de familia en Siria. Pero no se requiere demasiada imaginación para afirmar sin margen apreciable de duda que, en tal caso, ni Apple ni Pixar hubieran existido.

«Recordar que vas a morir es la mejor forma que conozco de evitar la trampa de pensar que tienes algo que perder» dijo Steve Jobs a jóvenes estudiantes en su famoso discurso en la Universidad de Stanford. Palabras sabias que, al contemplarlas bajo la luz de la crisis humanitaria en Siria, adquieren el relieve de la tragedia.

Compromiso

Compromiso

Por Julián Schvindlerman

  

La A.I.E.A. e Irán: Trasfondo de una relación conflictiva – 11/11

Imprimir

El pasado mes de noviembre, la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) hizo público un escalofriante informe referido al estado del programa nuclear iraní. Titulado Implementation of the NPT Safeguards Agreement and relevant provisions of Security Council resolutions in the Islamic Republic of Iran, denunció que Teherán trabajó “en el desarrollo de un diseño local de un arma nuclear”. El gobierno iraní respondió a la publicación del reporte de modo desafiante, rechazando sus conclusiones y acusando al director-general del organismo, Yukiya Amano, de ser un lacayo del imperialismo norteamericano. El embajador iraní ante la AIEA, Alí Asghar Soltanieh, afirmó que “este reporte no es balanceado, ni profesional, y preparado con motivación política”. En realidad, todo lo contrario. El informe es altamente profesional, equilibrado, preciso y ampliamente documentado. Si algo, ha sido justamente un déficit de determinación política global lo que ha permitido que Irán avanzara hasta este punto en su proyecto nuclear.

Desde que, a fines del 2002, fue denunciada la existencia de un programa nuclear iraní clandestino, la AIEA ha sido el órgano del sistema de las Naciones Unidas encargado de monitorear las actividades -lícitas e ilícitas- de las autoridades iraníes en este campo. Según su Director General ha relatado, el seguimiento ha sido problemático desde el primer día.

Entre 2003 y 2004, la AIEA detectó que Irán no estaba cumpliendo sus obligaciones como estado-miembro. Las revelaciones de que estaba construyendo una gran planta nuclear subterránea en Natanz y una planta procesadora de agua pesada en Arak, ninguna declarada ante la AIEA, disparó la alarma entre los oficiales e inspectores del organismo. Se determinó que había inconsistencias e incumplimientos por parte de Teherán en reportar la adquisición y procesamiento de material nuclear y en declarar la existencia de plantas en las que tal material había sido almacenado. La AIEA descubrió que desde los años setenta, atravesando los ochenta, y extendiéndose en los noventa y la primera década del nuevo milenio, Irán había usado material no declarado para testear y experimentar con la fabricación, conversión y enriquecimiento de uranio, así como en actividades relacionadas con la irradiación y la separación de plutonio, en varias ubicaciones no declaradas.

En octubre del 2003, el gobierno iraní informó al organismo de la ONU que había decidido cooperar y blanquear todas sus actividades relacionadas al ámbito nuclear. Permitió acceso a los inspectores de la AIEA a los sitios requeridos de evaluación, dio información, ofreció aclaraciones respecto del origen del equipamiento y consintió a que sus funcionarios fuesen entrevistados. Por los siguientes tres años, Teherán presentó informes de inventarios y alteraciones habidas, diseños de las plantas donde actividades no declaradas habían acontecido y puso a disposición de la AIEA material nuclear para que éste fuese verificado. Irán reconoció haber tenido contactos con una red de provisión nuclear clandestina desde 1987 y haber recibido información relativa al proceso de enriquecimiento de uranio. Dada la admisión iraní de haberse relacionado con el mercado negro nuclear, la agencia de la ONU solicitó información a otros estados miembros, se contactó con integrantes de la red clandestina señalada por las autoridades iraníes y pidió más explicaciones a propósito del estado y orientación del desarrollo nuclear de la república islámica. Para el año 2005, la AIEA sabía que Irán había realizado estudios para probar explosivos de altura y de reingeniería de un misil capaz de transportar ojivas nuevas. Esa información despertó la preocupación acerca de lo que la AIEA denominó las “posibles dimensiones militares del programa nuclear de Irán”.

Con el correr de los años, la agencia de la ONU continuaba recibiendo información de inteligencia, además de la que por sus propios medios obtenía, y pedía aclaraciones a Irán. En mayo de 2008, las autoridades iraníes confirmaron parte de las aseveraciones de la AIEA pero mayormente desecharon los hallazgos y acusaron al organismo de inventar o trucar datos. La agencia intentó, sin éxito, seguir conversando con Irán a propósito de sus actividades no declaradas. “Entre 2007-2010”, informó la AIEA, “Irán siguió ocultando actividades nucleares”. Específicamente omitió reportar en tiempo su decisión de construir una nueva planta nuclear en Darkhovin y una tercera planta de enriquecimiento cerca de Qom. Entre 2009 y 2010 Irán anunció su decisión de construir diez nuevas plantas y que poseía tecnología de enriquecimiento de láser. “La agencia todavía está esperando respuestas sustantivas de Irán a las solicitudes de la agencia de mayor información sobre sus anuncios”, informó su director general. Durante un largo tiempo, la AIEA intentó entrevistar a Mohsen Fakhrizadeh, el coordinador general de la investigación nuclear-militar iraní, sin poder lograrlo.

Para el año 2011, explicó la AIEA, “varias de las respuestas dadas por Irán a preguntas presentadas por la agencia en relación a los esfuerzos para resolver las preocupaciones de la agencia han sido imprecisas y/o incompletas, y la información ha tardado en llegar y ha sido por momentos contradictoria”. Eso, “y un patrón de reconocimiento tardío o posterior al hecho de la existencia de partes del programa nuclear de Irán previamente no declarados, han llevado a aumentar las preocupaciones de la agencia, en lugar de disiparlas”. La AIEA se abocó a reunir información sensible que el gobierno iraní le negaba, basándose en imágenes satelitales, verificaciones limitadas a las plantas nucleares, entrevistas a integrantes de redes clandestinas de provisión nuclear y en documentación presentada por más de diez países miembro del organismo de la ONU. Así reunió datos -apoyados en más de mil páginas de material- acerca de viajes internacionales de individuos relacionados al programa nuclear, transacciones financieras, documentaciones sobre técnicas de fabricación de ciertos componentes, etcétera, y -finalmente y armada con ello- la AIEA publicó el último noviembre su reporte revelador.

Libertad Digital, Libertad Digital - 2011

Libertad Digital

Por Julián Schvindlerman

  

¿Admitirá la UNESCO a Palestina – 25/10/11

Imprimir

Del 25 de octubre al 10 de noviembre, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) celebrará su conferencia general en París. En el programa figura una votación para la incorporación de Palestina al referido organismo.

Hace unas semanas, el Consejo Ejecutivo de la Unesco votó a favor de recomendar la admisión de Palestina, para lo cual será necesaria una mayoría de dos tercios en la conferencia general.

Lo de la Unesco forma parte de la estrategia palestina para acelerar su admisión como Estado en la propia ONU, cuyo Consejo de Seguridad está tratando la solicitud palestina luego de haberla recibido de manos del secretario general. Eso fue en septiembre, y, según las últimas noticias, recién en noviembre se debatiría el tema. Lograr la aprobación del Consejo de Seguridad requerirá nueve sobre quince votos y ningún veto. Washington ya ha anticipado que no permitirá que la acción unilateral palestina prospere, en tanto que media docena de miembros no permanentes no parecen dispuestos a apoyar la iniciativa del presidente de la Autoridad Palestina y de la Organización para la Liberación de Palestina; Bosnia-Herzegovina todavía no definió su posición.

Una vez más, la Unesco podría acudir al rescate de los palestinos.

La Unesco concedió a la OLP el rango de observador en 1974, cuando ésta promovía el terrorismo a escala internacional. En 1988, luego de que Yaser Arafat proclamara el Estado palestino desde su refugio argelino, la OLP se postuló como miembro de la propia Unesco, de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de la Organización Mundial del Turismo (OMT). Esos empeños fracasaron cuando el entonces secretario de Estado norteamericano, James Baker, anunció que recomendaría al presidente, George H. W. Bush, la congelación de los aportes monetarios de los Estados Unidos a toda agencia de la ONU que admitiera en su seno a la OLP. No por casualidad, en reacción a este nuevo movimiento, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, advirtió hace poco de que su Gobierno podría verse forzado a suspender los aportes materiales a la Unesco, que representan el 22% del presupuesto de la misma (Washington es su mayor financiador).

Mahmud Abbás está desesperado por lograr un triunfo político importante. Si ya lo estaba en septiembre, cuando acudió a la ONU a solicitar la admisión de Palestina, mucho más lo está ahora que Hamás ha visto dispararse su popularidad debido a su acuerdo con Jerusalem que resultó en la liberación de 1.027 detenidos palestinos a cambio de un soldado israelí. A la ceremonia de recepción de los presos liberados celebrada en Cisjordania, organizada por Fatah, asistieron alrededor de 3.000 palestinos; a la de Gaza, organizada por Hamás, unos 200.000. Confiado, el dirigente de Hamás Mahmud Zahar desafió a Abbás –a quien se dirigió por su nombre de guerra: Abu Mazen– a medir su popularidad en las urnas, por lo que le instó a convocar elecciones de inmediato. «Invitamos a Abu Mazen a competir en unas elecciones para ver el alcance de su popularidad en la calle palestina», declaró Zahar al canal de televisión satelital Al Resalah.

La aceptación de Palestina como miembro de la Unesco daría al rais el tipo de victoria simbólica que tanto él como la OLP necesitan.

Así las cosas, la Unesco afronta un dilema, pues su apoyo a la propuesta palestina podría repercutir negativamente en sus finanzas. Por ley, los Estados Unidos tienen prohibido contribuir monetariamente a toda agencia de la ONU que trate a la OLP como si fuera un Estado miembro, por lo que si la Unesco desea respaldar a Abbás frente a Hamás y a la vez canalizar su inclinación tradicional por la causa palestina, podría verse en un problema mayúsculo. La experiencia política dice que la conveniencia suele ganar la partida en este tipo de situaciones.

También podría dejar que el asunto se perdiera en los laberintos burocráticos de la inmensa ONU. Son tan legendarios, que incluso el genial Julio Cortázar, en su peculiar libro Último Round, aludió a ellos mediante un recurso simple y elegante: titular un fragmento de un documento onusino:

La prosa con la que se engrupe a más de cuatro

Dado que probablemente no habrá tiempo suficiente para el Comité para considerar todos los borradores de las resoluciones presentadas, el [relator] tiene la intención de presentar otro borrador de resolución al Comité con la recomendación de que debiera invitar al Secretario Ejecutivo de la Conferencia a transmitir esos borradores de resolución y borradores de enmiendas a los órganos competentes de las Naciones Unidas para mayor consideración.

[A/CONF. 32/C.2/SR.11]. Conferencia Internacional sobre Derechos Humanos, Teherán, 1968.

Varios

Varios

Por Julián Schvindlerman

  

Entrevista: «Cinco motivos por los que Cristina Fernández tiene tanto poder en la Argentina» – 24/10/11

Imprimir

Bonanza económica, programas populistas y una mediocre oposición han reafirmado al kirchnerismo en el Gobierno, coinciden analistas.

Artículo publicado en El Comercio (Perú)

Por Daniel Meza

La presidenta argentina Cristina Kirchner comenzará el próximo 10 de diciembre su segundo mandato con una concentración de poder sin precedentes, al menos desde el restablecimiento de la democracia en 1983 (tras la dictadura de Videla). Medios de prensa de aquel país apuntan que la mandataria “arrasó” en las elecciones generales, con un 53, 75% de los votos, obtuvo la mayoría en ambas cámaras del Congreso y triunfó en ocho de las nueve provincias que eligieron gobernador.

Un columnista de “La Nación” apunta: “De los tres presidentes argentinos que obtuvieron la reelección, es la única mujer; su fuerza política es la primera en ser elegida para gobernar el país en tres períodos consecutivos, y es la presidenta electa que más diferencia le sacó al segundo candidato más votado desde 1983”. ¿A qué se debe su ostentosa victoria?

1. Programas sociales. Indiscutiblemente, se trata de un gobierno que hizo alcanzar al bolsillo del argentino el dinero proveniente de la bonanza económica. “Casi la mitad de los electores, unos 13,5 millones de personas, reciben dinero del Estado argentino, ya sea como empleados públicos, jubilados o beneficiarios de programas sociales”, indicó un estudio de políticos opositores de aquel país. “El gobierno se apropió del 35% de la renta agropecuaria y lo redistribuyó en la sociedad en forma de subsidios. Argentina tiene precios de servicios (agua, luz y combustibles) muy bajos que alcanzan a ricos y pobres. La clase media se ha pegado al voto de los sectores de menos ingresos”, indica el analista político y ex embajador de Argentina ante la ONU Emilio Cárdenas. La victoria de Cristina Fernández es *la consecuencia del populismo*”, sostiene.

2. Oposición débil. Es fácil tener una imagen clara del panorama electoral argentino indicando que el más cercano perseguidor de Kircher, Hermes Binner, obtuvo tan solo un 17%. Casi invisibles quedaron Ricardo Alfonsín, Alberto Rodríguez Saá y Eduardo Duhalde. “Fueron una oposición muy fragmentada y desde las elecciones primarias de agosto quedaron desparramados y divididos en varios candidatos”, resumió el analista internacional Julian Schvindlerman. “Han hecho todo lo posible para generar un resultado adverso. No ha dejado de cometer ningún error. No se ha consolidado, sino dispersado. Son los responsables de su propio fracaso y mediocridad como pocas veces en la historia”, coincide Cárdenas.

3. Crecimiento económico. Lejos de lo que ocurría en anteriores años en las fechas de elecciones donde había cautela en las decisiones de consumo, en esta ocasión se proyectó un cierre de alto crecimiento, consumo e inversión. En medio de una crisis sin resolución clara en los países centrales, Argentina se ubicó como el segundo país del mundo de mayor crecimiento, detrás de China. “No tuvo mayor cuestionamientos al modelo, indicó el economista Matías Kulfas, en una columna de “La Nación”. “Uno va a un shopping center y lo ve repleto. Lo mismo con el cine. Fueron años de ‘boom’ y el país vota, más que con la ideología, con el bolsillo”, señala Schvindlerman. No obstante, Cárdenas atribuye esta bonanza a un contexto que involucra al continente asiático. “Estamos en un huracán en el que los asiáticos (chinos, indonesios, tailandeses) reclaman de nuestro país la leche de soya, la carne, un esquema alimenticio distinto que ellos tenían cuando eran pobres”.

4. Prensa: Pese a tener en contra a los conglomerados de prensa Clarín y La Nación, el gobierno fue capaz de resistir a los embates y acusaciones de “censura a la libertad de expresión”, surgidos de distintas discusiones en cuanto al modelo económico del kirchnerismo. Lo combatieron, dice Cárdenas, gracias a “haber creado un multimedio oficial. Utilizaron todos los medios públicos, sin ningún problema, para inflar el globo del gobierno y ostensiblemente para atacar a la oposición”. Hicieron caso omiso de los fallos de la Corte Suprema de distribuir de modo proporcional la publicidad oficial, pero los argentinos no creen que esto sea algo dramático”, sostiene. No obstante, “el común de argentinos no aprueba las campañas de hostigamiento desde el gobierno hacia la prensa”, añade Schvindlerman.

5. La figura de Nestor Kirchner. Schvindlerman y Cárdenas coinciden en que Cristina ha tenido un gran asesoramiento en imagen en cuanto a capitalizar la figura del fallecido ex presidente Nestor Kirchner. “Se la ve junto a una fotografía enorme. Se la ve abrazando a su marido en una escena mítica de unión con papelitos cayendo”, dice el primero. “Hay toda una mística que se ha creado alrededor de él, al igual que la de Evita. Argentina está acostumbrada a los mitos e ídolos políticos. Se ha creado la imagen de un Kirchner carismático que no era, porque a él lo eligieron un 22% de argentinos”, dice el segundo.

No obstante, el extender la presencia del kirnchnerismo hacia un tercer mandato “no es saludable para la democracia”, indican ambos. Cárdenas ha expresado su preocupación de cómo el Poder Ejecutivo ha manejado las designaciones y promociones en el Poder Judicial para tener jueces sumisos y desacelerar la revisión de casos de corrupción de funcionarios públicos. “Cuando los poderes del Estado se alteran así, la democracia sufre. Lamentablemente, esto no le interesa a la gente mientras haya dinero”, concluye.

Comunidades, Comunidades - 2011

Comunidades

Por Julián Schvindlerman

  

Mario Vargas Llosa: el amigo prescindible de Israel – 12/10/11

Imprimir

La caricatura que adorna la nota de Mario Vargas Llosa, titulada El Estado palestino, plasmada centralmente en la página de opinión de La Nación el sábado 1 de octubre, es impactante y preciosa. Presuntamente refleja a Palestina corporizada en una odalisca occidentalizada por la visión del ilustrador, el genial Nuno: ella es pelirroja, de ojos claros, piel blanca, delgada y cautivante, y se exhibe en sonriente esplendor. De su nuca vuelan al viento flores y la bandera palestina. Tal como pintores renacentistas retrataron a Jesús de Nazarteh como si hubiera sido Jesús de París -un apuesto hombre blanco de ojos azules- Nuno nos entrega una Palestina idealizada y romantizada al límite máximo de la imaginación y del sesgo occidental. La caricatura es una perfecta caricatura de la parcialidad periodística contemporánea.

Nuno ha hecho un excelente trabajo, como siempre. Ha captado la esencia del mensaje del autor y lo ha transformado en una ilustración extraordinariamente elocuente. La Palestina presentada en toda su hermosura y candor es exactamente como ella es vista por el Premio Nobel de Literatura peruano. Aunque, en rigor, Vargas Llosa se vale de la causa palestina para criticar a Israel más que para efectuar una defensa de esa causa. Tal como el difunto José Saramago y otros tantos anteriormente, los palestinos le son funcionales al escritor como vehículo de denostación de los israelíes. A diferencia de Saramago y otros, Vargas Llosa hace ello mientras apela al viejo truco del antisemita infantilmente convencional, sólo que con un leve twist: del «yo tengo un amigo judío» como preludio al ataque judeófobo, él pasa al «yo tengo un amigo israelí» como antelasa para su diatriba antiisraelí. Eso no hace de Vargas Llosa un antisemita, simplemente un copión: se vale de un recurso tan poco original como carente de credibilidad.

Con alarmante deshonestidad, él se presenta como un «amigo de Israel» para proceder a cuestionar -con la prosa punzante tan típicamente suya- prácticamente todas las políticas del gobierno actual, hallando en el premier Benjamín Netanyahu y en el movimiento de los colonos a los principales responsables por la ausencia de la paz. En su nota encontraremos referencias -infaltables en un texto de este tenor- a «las corrientes más extremistas del lobby judío norteamericano», a una sociedad israelí en pleno «proceso de radicalización derechista» y a una dirigencia israelí cautiva de un «encasillamiento prepotente». Una vez sentada la noción de la culpabilidad oficial israelí por la ausencia de la paz, el escritor expande su condena del gobierno de Israel hacia la nación de Israel, la que «ha perdido aquella superioridad moral que la opinión pública del mundo entero le reconocía» y cuyo sistema democrático «ha perdido su carácter modélico» para transformarse en un estado opresor que tiene al pueblo palestino «cautivo en su propio país», sometido a «una servidumbre colonial intolerable en el siglo XXI». El autor se ocupa en dejar saber que su crítica (feroz) se nutre de una genuina preocupación por el destino del estado judío: «la sistemática destrucción de la sociedad palestina» que Jerusalem lleva adelante es fruto de sus «políticas suicidas» que ponen en peligro «la supervivencia de Israel». Según parece, Vargas Llosa tan sólo quiere salvar a Israel de sí misma y ve en los minoritarios israelíes de ultraizquierda -que en su visión peculiar sólo ellos luchan por la paz- al bastión moral del país. «Los verdaderos amigos de Israel», dice solemnemente, «debemos aliarnos con ellos».

¿Pero quién es un verdadero amigo de Israel? Afortunadamente, Vargas Llosa enfrenta el asunto y ofrece la siguiente definición: «A mi juicio, es amigo de Israel quien, reconociendo el derecho a la existencia de ese país -admirable por tantas razones-, obra, en la medida de sus posibilidades, para que ese derecho sea reconocido por sus vecinos árabes e Israel, garantizado su presente y su futuro, pueda vivir en paz y armonía dentro de fronteras seguras e internacionalmente reconocidas». Esta definición es aceptable, lo que resta por determinar es en que medida los textos de Vargas Llosa encajan con la misma. Uno puede citar múltiples artículos de Carlos Alberto Montaner o de Pilar Rahola, por dar dos ejemplos, y apreciar que encuadran cómodamente con la definición. ¿Pero puede uno con objetividad identificar algún artículo de años recientes de Mario Vargas Llosa y ver en él los elementos de su propia definición? ¿Es criticar artículo tras artículo las políticas de Israel asistir al esfuerzo de que ella sea reconocida por sus vecinos? ¿Es ignorar los dilemas reales de la seguridad israelí ayudar a que algún día goce de fronteras seguras? ¿Es cuestionarla continuamente contribuir a que Israel pueda vivir en paz y armonía a futuro?

Seamos claros: Vargas Llosa tiene el perfecto derecho a abrazar la posición ideológica e intelectual que él desee concerniente a Israel y a ser todo lo parcial, tendencioso -e incluso malicioso- que le venga la gana. Él tiene el derecho a seguir publicando notas espantosamente críticas de Israel en todos los diarios del mundo que él quiera y en todos los idiomas que guste. Incluso tiene el derecho a continuar con su prédica inverosímil de que su motivación es puritana y su intención, noble. Pero él debe tener algo igualmente en claro. Ello podrá seguir seduciendo a los editores de El País en España y al Comité Nobel en Suecia. A muchos judíos, sin embargo, sus proclamas de amistad nos suenan huecas.

Publicada originalmente en Libertad Digital (España)

Libertad Digital, Libertad Digital - 2011

Libertad Digital

Por Julián Schvindlerman

  

Mario Vargas Llosa: el amigo imprescindible de Israel – 10/10/11

Imprimir

La caricatura que adorna la nota de Mario Vargas Llosa, titulada “El Estado palestino”, plasmada centralmente en la página de opinión de La Nación el sábado 1 de octubre, es impactante y preciosa. Presuntamente refleja a Palestina corporizada en una odalisca occidentalizada por la visión del ilustrador, el genial Nuno: ella es pelirroja, de ojos claros, piel blanca, delgada y cautivante, y se exhibe en sonriente esplendor. De su nuca vuelan al viento flores y la bandera palestina. Tal como pintores renacentistas retrataron a Jesús de Nazarteh como si hubiera sido Jesús de París -un apuesto hombre blanco de ojos azules- Nuno nos entrega una Palestina idealizada y romantizada al límite máximo de la imaginación y del sesgo occidental. La caricatura es una perfecta caricatura de la parcialidad periodística contemporánea.

Nuno ha hecho un excelente trabajo, como siempre. Ha captado la esencia del mensaje del autor y lo ha transformado en una ilustración extraordinariamente elocuente. La Palestina presentada en toda su hermosura y candor es exactamente como ella es vista por el Premio Nobel de Literatura peruano. Aunque, en rigor, Vargas Llosa se vale de la causa palestina para criticar a Israel más que para efectuar una defensa de esa causa. Tal como el difunto José Saramago y otros tantos anteriormente, los palestinos le son funcionales al escritor como vehículo de denostación de los israelíes. A diferencia de Saramago y otros, Vargas Llosa hace ello mientras apela al viejo truco del antisemita infantilmente convencional, sólo que con un leve twist: del “yo tengo un amigo judío” como preludio al ataque judeófobo, él pasa al “yo tengo un amigo israelí” como antelasa para su diatriba antiisraelí. Eso no hace de Vargas Llosa un antisemita, simplemente un copión: se vale de un recurso tan poco original como carente de credibilidad.

Con alarmante deshonestidad, él se presenta como un “amigo de Israel” para proceder a cuestionar -con la prosa punzante tan típicamente suya- prácticamente todas las políticas del gobierno actual, hallando en el premier Benjamín Netanyahu y en el movimiento de los colonos a los principales responsables por la ausencia de la paz. En su nota encontraremos referencias -infaltables en un texto de este tenor- a “las corrientes más extremistas del lobby judío norteamericano”, a una sociedad israelí en pleno “proceso de radicalización derechista” y a una dirigencia israelí cautiva de un “encasillamiento prepotente”. Una vez sentada la noción de la culpabilidad oficial israelí por la ausencia de la paz, el escritor expande su condena del gobierno de Israel hacia la nación de Israel, la que “ha perdido aquella superioridad moral que la opinión pública del mundo entero le reconocía” y cuyo sistema democrático “ha perdido su carácter modélico” para transformarse en un estado opresor que tiene al pueblo palestino “cautivo en su propio país”, sometido a “una servidumbre colonial intolerable en el siglo XXI”. El autor se ocupa en dejar saber que su crítica (feroz) se nutre de una genuina preocupación por el destino del estado judío: “la sistemática destrucción de la sociedad palestina” que Jerusalem lleva adelante es fruto de sus “políticas suicidas” que ponen en peligro “la supervivencia de Israel”. Según parece, Vargas Llosa tan sólo quiere salvar a Israel de sí misma y ve en los minoritarios israelíes de ultraizquierda -que en su visión peculiar sólo ellos luchan por la paz- al bastión moral del país. “Los verdaderos amigos de Israel”, dice solemnemente, “debemos aliarnos con ellos”.

¿Pero quién es un verdadero amigo de Israel? Afortunadamente, Vargas Llosa enfrenta el asunto y ofrece la siguiente definición: “A mi juicio, es amigo de Israel quien, reconociendo el derecho a la existencia de ese país -admirable por tantas razones-, obra, en la medida de sus posibilidades, para que ese derecho sea reconocido por sus vecinos árabes e Israel, garantizado su presente y su futuro, pueda vivir en paz y armonía dentro de fronteras seguras e internacionalmente reconocidas”. Esta definición es aceptable, lo que resta por determinar es en que medida los textos de Vargas Llosa encajan con la misma. Uno puede citar múltiples artículos de Carlos Alberto Montaner o de Pilar Rahola, por dar dos ejemplos, y apreciar que encuadran cómodamente con la definición. ¿Pero puede uno con objetividad identificar algún artículo de años recientes de Mario Vargas Llosa y ver en él los elementos de su propia definición? ¿Es criticar artículo tras artículo las políticas de Israel asistir al esfuerzo de que ella sea reconocida por sus vecinos? ¿Es ignorar los dilemas reales de la seguridad israelí ayudar a que algún día goce de fronteras seguras? ¿Es cuestionarla continuamente contribuir a que Israel pueda vivir en paz y armonía a futuro? 

Seamos claros: Vargas Llosa tiene el perfecto derecho a abrazar la posición ideológica e intelectual que él desee concerniente a Israel y a ser todo lo parcial, tendencioso -e incluso malicioso- que le venga la gana. Él tiene el derecho a seguir publicando notas espantosamente críticas de Israel en todos los diarios del mundo que él quiera y en todos los idiomas que guste. Incluso tiene el derecho a continuar con su prédica inverosímil de que su motivación es puritana y su intención, noble. Pero él debe tener algo igualmente en claro. Ello podrá seguir seduciendo a los editores de El País en España y al Comité Nobel en Suecia. A muchos judíos, sin embargo, sus proclamas de amistad nos suenan huecas.