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Admitámoslo, Bush tenía razón – 02/03/2011

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«Aclararemos de manera persistente la elección ante cada gobernante y cada nación: la elección moral entre la opresión, la cual es siempre errada, y la libertad, la cual es eternamente correcta. – George W. Bush, discurso a la nación, 21 de enero de 2005.

En una de sus célebres ponencias, la afamada pensadora española Pilar Rahola nos legó una frase de impacto maravillosa y a la vez una reflexión histórica perspicaz: «la izquierda nunca se equivoca». Con ironía sutil, Rahola estaba afirmando que la izquierda siempre, o casi siempre, se equivoca, pero rara vez, o nunca, lo admite. Esto lo hemos comprobado con su apoyo al estalinismo, al maoísmo, al castrismo o a cualquier otro movimiento contrario a los valores de la época. Las no anticipadas revoluciones populares del mundo árabe e Irán le han dado a esta izquierda deshonesta una nueva oportunidad de desordenar las fichas del tablero de sus opiniones y reacomodarlas a gusto, impunemente. Sólo que esta vez ha ido un paso más lejos: mientras defiende el llamado por la libertad de los árabes, cosa que hasta ayer mismo no hacía, alega que los conservadores, que sí lo han hecho, han estado todo este tiempo equivocados. Este es un giro peculiar para una clase intelectual, académica y periodística que pasó gran parte de la primera década del siglo XXI cuestionando la denominada Agenda de la Libertad del presidente George W. Bush.

Ahora que el progresismo internacional ha dejado de tildar de conceptualmente fantástica o prejuiciosamente colonial la idea de que los árabes no son excepcionales en el terreno de la libertad, y acometen con total desvergüenza contra quienes se pasaron la última década defendiendo esa noción precisamente contra las críticas de éstos, resultará instructivo y esclarecedor releer extractos del mensaje que dio el presidente Bush al pueblo estadounidense en ocasión de la inauguración de su segundo mandato a principios del 2005. Apenas meses atrás, conocidos los resultados electorales, el periódico británico Daily Mirror había publicado en su portada una foto del presidente reelecto con este título: «¿Cómo pueden 59.054.087 de personas ser tan idiotas?». Quizás al releer las palabras del presidente Bush en el contexto mesoriental actual estemos mejor facultados para dirimir quien ha sido el verdadero idiota todo este tiempo.

Ya en el inicio mismo, el presidente de los Estados Unidos de América declaraba: «Hay solamente una fuerza de la historia capaz de quebrar el reino del odio y del resentimiento, y exponer las pretensiones de los tiranos, y recompensar las esperanzas de los decentes y de los tolerantes, y esa es la fuerza de la libertad humana». Explicitó que esos ideales guiarían su política exterior: «Así es que es política de los EE.UU. buscar y apoyar el crecimiento de movimientos democráticos e instituciones en toda nación y cultura, con el fin último de terminar con la tiranía en nuestro mundo». Aclaró que «ésta no es primariamente la tarea de las armas» y que su país «no impondrá nuestro propio estilo de gobierno a los no deseosos. Nuestro objetivo, en cambio, es ayudar a otros a hallar su propia voz, obtener su propia libertad y hacer su propio camino». Bush afirmó que la dificultad de la tarea no era excusa para eludirla y proclamó: «La influencia de los EE.UU. no es ilimitada, pero, afortunadamente para los oprimidos, la influencia de los EE.UU. es considerable, y la usaremos confiadamente en la causa de la libertad». ¡Imagine a los detractores políticos de aquella Casa Blanca -Gerhard Shroeder, Jacques Chirac, José Luis Rodríguez Zapatero- articular un mensaje así de inspirador! El presidente Bush incluyó una breve mención a sus críticos al decir: «Algunos que yo conozco han cuestionado el llamamiento a la libertad, aunque este momento en la historia -cuatro décadas definidas por el avance más veloz de la libertad alguna vez visto- es un tiempo extraño para la duda». Finalmente, el presidente concluyó de esta forma: «Los Estados Unidos, en este joven siglo, proclama la libertad a través de todo el mundo, y a todos sus habitantes de aquí en más. Renovados en nuestras fuerzas, desafiados pero no vencidos, estamos listos para los más grandes logros en la historia de la libertad».

Ahora que referentes del progresismo y sus acólitos en la prensa, embriagados de auto-concedida virtud, convencidos más que nunca de la precisión de sus postulados y del error de los ajenos, incurren en esta irritante y absurda puesta en escena de santurronería colectiva, podemos -parafraseando a los siempre elegantes británicos- preguntarnos: ¿Pueden tantos sujetos ser tan caraduras?

El Telégrafo (Ecuador)

El Telégrafo (Ecuador)

Por Julián Schvindlerman

  

El coronel Gaddafi no tiene quién le escriba – 27/02/11

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Título publicado: “La era post-Gaddafi suena como inevitable”

En los últimos días, Bahrein liberó cien prisioneros políticos, Jordania distendió las reglamentaciones para las protestas públicas y Arabia Saudita redactó reformas económicas. Ninguno de sus gobernantes quiere terminar depuesto y exiliado como Zine Elabidine Ben-Alí de Túnez o Hosni Mubarak de Egipto. Para Muammar Gaddafi de Libia, sin embargo, parece ser demasiado tarde.

Bajo condenas del Consejo de Seguridad de la ONU, de la Liga Árabe y de la Organización de la Conferencia Islámica; con Estados Unidos y Europa estudiando sanciones contra la nación árabe; con Suiza congelando los activos financieros del clan gobernante depositados en sus bancos; con ministros de gobierno y diplomáticos renunciando y pasándose de bando; con pilotos de guerra renuentes a atacar a sus hermanos (dos aviadores se fugaron a Malta, otros dos se eyectaron de sus cabinas en pleno vuelo, y otros diecisiete fueron ejecutados por negarse a cumplir órdenes del régimen); con la población clamando con furia por la libertad y con rebeldes capturando ciudades del país; el panorama presente y futuro del controvertido coronel libio no luce auspicioso.

Un régimen acorralado reacciona con brutalidad y apela a la contratación de mercenarios extranjeros para acribillar a sus propios nacionales, mientras arroja aseveraciones delirantes: acusa a los manifestantes de estar “drogados”, a los periodistas foráneos de ser “forajidos” y “colaboradores de Al-Qaeda”, a las revueltas de ser orquestadas por el “terrorismo internacional”, mientras que el propio Gaddafi se compara con la Reina Elizabeth II de Inglaterra. Ella -argumenta el coronel- ha gobernado más tiempo que él y nadie la ha derrocado. Nada sorprende de un bufón que en ocasión del vigésimo octavo aniversario del golpe de estado que lo llevó al poder afirmó que “los países occidentales podrían invadirnos por nuestro sol puesto que Libia es un país soleado que está en la mejor posición bajo el astro rey en el planeta”.

Al momento de escribir estas líneas, el escenario sugiere que estamos presenciando los últimos momentos de uno de los regímenes más trogloditas de la región. La capacidad represiva de la elite no debe ser subestimada, pero la era post-Gaddafi ya asoma como inevitable.

Roma y Jerusalem - Reseñas

El Tiempo (Colombia) – 20/02/11

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Roma y Jerusalem: La política vaticana hacia el estado judío

«La relación entre cristianos y judíos tuvo un mal comienzo y un desarrollo mucho peor», anota, en la introducción del libro, el analista internacional Julián Schvindlerman. El autor desentraña las diferentes etapas de esta compleja relación, pasando por la posición del Vaticano frente al exterminio nazi, la revisión de su postura en el Concilio Vaticano II, la aparición de la idea de un Estado judío, primero, y la posterior creación del Estado de Israel.

El Telégrafo (Ecuador)

El Telégrafo (Ecuador)

Por Julián Schvindlerman

  

Euforia por renuncia de Hosni Mubarak – 12/02/11

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Análisis: Es momento de frenar las protestas

Lo que ocurrió en Egipto es una decisión muy significativa porque Hosni Mubarak, símbolo de ese país, se hace a un costado por los reclamos de semanas.

Es un momento histórico que un líder que estuvo treinta años en el poder haya accedido a un reclamo popular. Es algo altamente atípico en el mundo árabe. Lo que sucedió en Túnez es comparable con lo de Egipto, pero no es lo mismo, porque este país (Egipto), líder en el mundo árabe, fue pionero en la paz con Israel, y además es uno de los mayores beneficiarios de apoyo económico y militar estadounidense en el mundo, lo cual habla de la importancia de la política mundial de esa nación.

La salida de Mubarak es lo más simbólico y espectacular del reclamo, pero eso no resuelve las penurias de los egipcios.

Su principal objetivo lo lograron, pero creo que a partir de ahora se puede estabilizar al país. Es momento de que los egipcios frenen un poco las manifestaciones públicas, aprovechen la situación de transición y continúen con los reclamos en materia de reforma económica, educativa y política.

Con respecto a la figura de transición que lleve a las elecciones plenas en septiembre, insisto, en este momento es difícil de imaginarlo, pero frente a la alternativa que representa por ejemplo, Mohamed El Baradei, ex funcionario de la ONU, el vicepresidente Omar Suleimán está mucho mejor posesionado para estabilizar a la nación árabe. DAE

Enlacejudio.com (México)

Enlacejudio.com (México)

Por Julián Schvindlerman

  

Cosmopolitanismo corporativo – 10/02/11

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Contratista de la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional, conocida como USAID, llamado Alan Gross. Él ya ha pasado el último año y medio en prisión por haber entregado computadoras a los judíos de la isla para que puedan estar conectados con la diáspora, lo cuál aparentemente constituye un delito en el paraíso castrista.

El domingo, el régimen iraní dio inicio a un juicio a puertas cerradas contra tres excursionistas norteamericanos bajo cargos de espionaje también. Shane Bauer y Josh Fattal, ambos de 29 años, ya han languidecido los últimos dieciocho meses en una prisión iraní por haber cruzado accidentalmente la frontera desde Irak, siguiendo a su guía. Según diplomáticos estadounidenses, ellos estaban en suelo iraquí al ser capturados por soldados iraníes. Una tercera caminante, Sarah Shroud, fue liberada bajo una fianza de medio millón de dólares debido a su crítico estado de salud. El juicio será presidido por Abolghasem Salavati, un juez de línea dura que ha estado a cargo de casi todos los juicios de detenidos políticos arrestados luego de las protestas del 2009 ante las famosas elecciones fraguadas.

El lunes, un informe británico confirmó que Londres presionó a Escocia para lograr la liberación de un terrorista convicto que cumplía sentencia en una cárcel escocesa. Abdel Baset Al-Megrahi es el único sujeto apresado y juzgado por haber hecho explotar el vuelo 103 de Pan Am en 1988, el que provocó la muerte a sus 270 pasajeros y tripulantes. Diecisiete meses atrás, Escocia le concedió la libertad por compasión basada en el diagnóstico de un médico inglés que declaró que Al-Megrahi sufría de una enfermedad incurable y le quedaban apenas tres meses de vida. Él todavía vive, en Libia, cuyo gobierno pagó los honorarios del médico en cuestión. Los antecedentes médicos completos relativos a la condición del terrorista árabe no fueron publicados todavía.

El trasfondo de este sórdido asunto es un negocio de USD 900 millones que el coronel Gadhafi acordó con British Petroleum para la exploración petrolera en aguas profundas en las costas libias en el 2007, apenas semanas después de que Londres y Trípoli firmaran un tratado de transferencia de prisioneros. “En todo momento que hablamos [del tratado de transferencia] era obvio que hablábamos de él” dijo oportunamente Saif Gadhafi, hijo del gobernante libio, en relación a Al-Megrahi. El actual informe británico es resultado de las presiones estadounidenses sobre el gobierno de su majestad, exacerbadas por el desastre ecológico del derrame petrolero de BP frente a las costas de EE.UU. el último mes de julio.

Así es que mientras que en Cuba y en Irán foráneos inocentes son arrojados a notorias prisiones bajo cargos inventados, y las vidas de tres hombres están a punto de ser irremediablemente destruidas, en Escocia es liberado un terrorista responsable de la comisión de un asesinato masivo por presiones de una de las más tradicionales democracias de Occidente. Que esta acción política escandalosa esté motivada por el interés material tan sólo agrega ofensa al dolor inicial.

Pero no es ni por lejos BP la única corporación involucrada en gestas miserables para proteger sus negocios en países mal reputados. El último día del 2010, David Feith publicó un curioso exposé en The Wall Street Journal según el cuál The Hongkong and Shanghai Banking Corporation, comúnmente conocido simplemente como HSBC, lavaba de manera insólita la imagen de la teocracia iraní en uno de sus avisos publicitarios. Una vieja cámara de video con el trasfondo de un oasis en el desierto acompañaba este texto: “Sólo el 4% de las películas norteamericanas son realizadas por mujeres. En Irán es el 25%. Hallamos potencial en los lugares más inesperados. ¿Ud. también?”.

El aviso apareció en coincidencia con la sentencia dictada por la Corte Revolucionaria iraní contra el afamado cineasta Jafar Panahi y un colega suyo, Mahmoud Rasoulof, a seis años de prisión, y mientras que otro director de cine, Mohammad Nourizad, entró en huelga de hambre en la temida prisión Evin. Según parece, estos artistas han difamado a la república islámica y a los mullahas que la gobiernan, al denunciar su opresión. Pero eso no pareció perturbar al banco (británico, dicho sea de paso), como aparentemente tampoco la espantosa situación de la mujer en Irán, donde las mujeres adúlteras -Sakineh Ashtiani fue el caso más sonado reciente- son cotidianamente lapidadas, donde la edad de casamiento del sexo femenino es trece años, donde no tienen derecho al divorcio o la custodia de sus hijos en caso de ser dejadas por sus maridos, y donde el testimonio de una mujer en la corte vale la mitad que el de un hombre.

Al columnista le llamó la atención que en semejante ambiente un cuarto de la producción cinematográfica del país estuviese en manos de mujeres y al consultar a un vocero de HSBC sobre la fuente de ese dato no recibió una respuesta clara. Es cierto que Irán cuenta a varias mujeres entre sus directores de cine: Tahmineh Milani aún trabaja en Irán (aunque fue arrestada y posteriormente liberada); Marjane Satrapi debió exiliarse en París luego de la revolución khomeinista y realizó en el 2007 la bella animación Persépolis. Pero más allá de los guarismos, es el mensaje exculpatorio de HSBC lo que mayor indignación provoca. “Imagine un aviso de 1939 señalando a Leni Riefensthal -la cineasta de la corte de Hitler y una artista feminista pionera- como evidencia del inesperado ´potencial´ del Tercer Reich”, acotó David Feith para ilustrar el punto. Como resultado de esta denuncia, el banco anunció que removería el controvertido aviso de su campaña de publicidad mundial. Pero continuará haciendo negocios en Irán… dentro de lo que permiten las sanciones corrientes, según explicó uno de sus voceros.

¿No es adorable el interés de estas corporaciones por otras culturas?

Perfil, Perfil - 2011

Perfil

Por Julián Schvindlerman

  

Vaivenes de una relación singular – 23/01/11

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La idea de un estado judío desafió al Vaticano política, psicológica y teológicamente. Durante la primera mitad del siglo pasado, la noción de que el pueblo judío tenía derecho a la autodeterminación era todavía inconcebible al entendimiento católico del papel del judío en la historia, y aceptar algo diferente demandaba un ajuste emocional exigente.

La respuesta vaticana al establecimiento de Israel quedó inicialmente contenida en un artículo de L´Osservatore Romano publicado el día en que Israel proclamó su independencia. “El Sionismo moderno no es el verdadero heredero del Israel bíblico” decía el órgano vaticano, el “Cristianismo [es] el verdadero Israel”. Existencialmente, la reconstitución de la soberanía judía en la Tierra de Israel hizo inseparables la noción de estado judío y de nación judía. Pero la Iglesia Católica veía con hostilidad la conexión judía con la Tierra de Israel. Pío X gestó en 1904 una teología antisionista que perduraría por buena parte del siglo XX. A partir del nacimiento del Estado de Israel, el Vaticano hizo un esfuerzo en caracterizar al estado judío como un fenómeno meramente político, desprovisto de connotación religiosa alguna. Ello le permitió al final del camino reconocer al Estado de Israel diplomáticamente sin tener que lidiar con el desafío teológico a él asociado. No obstante, ello significó una negación de las bases espirituales del sionismo y una ofensa al modo en que los judíos se veían a sí mismos y a su vínculo con Israel.

Una vez que Israel nació, la cuestión relativa al reconocimiento o no del nuevo estado pasó a ser un tema de preocupación vaticana, agregado a otras consideraciones ya presentes en la agenda de la Santa Sede, como el destino de Jerusalem y los lugares santos, el devenir del conflicto árabe-israelí y la situación de las comunidades cristianas en el Medio Oriente. Tal como el vaticanista católico Henry Bocala señaló, la Santa Sede veía a la cuestión de Jerusalem como un asunto religioso (protección de los lugares santos) con una dimensión política (status jurídico para la ciudad). Aquí Roma se veía como parte en la disputa y en consecuencia no sólo pidió por una resolución del asunto sino que exigió que formato debía tener dicha solución. Inicialmente pidió por la internacionalización de Jerusalem y los lugares santos, y a partir de 1967 alteró su postura en pos de un estatuto especial internacionalmente garantizado. Al conflicto árabe-israelí lo veía como un problema político (un choque entre dos nacionalismos) con un componente religioso (la disminuida presencia cristiana en Tierra Santa). Roma se veía a sí misma en el papel de un conciliador y pidió por una resolución sin proponer detalles para la misma. Esto no impidió que adoptara una posición pro-palestina, la cual quedó expresada en esta frase poderosa de 1983 del monseñor John Nolan, director de la Misión Pontificia en Jordania: “Si los palestinos no tienen voz, nosotros somos su voz”.

El respaldo de Roma a las aspiraciones nacionales palestinas no tuvo eco en análogo respaldo a las aspiraciones nacionales judías antes de 1948, y una vez que Israel fue establecido, el Vaticano demoró lo más posible entablar lazos diplomáticos. Con el correr de los años, esta renuencia fue dejando a la Santa Sede en compañía de los países más intransigentes. A pesar de su prédica a favor de la reconciliación entre las naciones, el Vaticano negaba la caridad al estado judío.

Sólo después que la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) consintió en reconocer formalmente a Israel, la Santa Sede decidió hacer lo mismo. Para entonces el Estado de Israel había cumplido cuarenta y cinco años de vida soberana. En diciembre de 1993 el Acuerdo Fundamental fue firmado entre las partes y en junio de 1994 Israel y la Santa Sede intercambiaron embajadores. Ello fue un hito histórico. Desde entonces, las partes han tenido mejores y peores momentos, pero, esencialmente, la relación entre Roma y Jerusalem ha quedado normalizada.

Roma y Jerusalem - Reseñas

El País (Uruguay) – 22/01/11

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«La idea de un Estado judío desafió al Vaticano»
La cuestión: ¿Cómo fue la reacción inicial que tuvo el Vaticano ante el nacimiento de Israel?
La respuesta: Roma y Jerusalem

La relación entre cristianos y judíos nunca fue fácil. Menos aún la que tuvo el Vaticano con el nuevo Estado de Israel. En el libro Roma y Jerusalem (Debate, 520 pesos uruguayos) Julián Schvindlerman hace un pormenorizado racconto de cómo la Santa Sede reaccionó a lo largo de la historia ante los judíos, y la nula aceptación que tenía la idea de un estado sionista entre las más altas cúpulas del papado. Lo hace basándose en declaraciones públicas papales y también recortes de los medios oficiales del Vaticano que reflejan lo difícil que fue llegar a la diplomacia de hoy.

EXTRACTOS:

La idea de un Estado judío desafió al Vaticano psicológica, teológica y políticamente. En la época del advenimiento del sionismo político, L`Osservatore Romano todavía publicaba noticias acerca de presuntos crímenes rituales judíos. Que el órgano vaticano hiciera ello sin tapujos no era menos reflejo de la cultura política reinante en el catolicismo en esos tiempos que resultado de un modo usual de ver a los judíos a través de centurias de política clerical hostil. La noción de que el pueblo judío tenía derecho a la autodeterminación -o derecho alguno a cualquier cosa, sin ir más lejos- era anatema para el entendimiento católico del papel del judío en la historia, y aceptar algo diferente demandaba un ajuste emocional exigente. Por surgir (inevitablemente) en el contexto de emergentes nacionalismos y en una atmósfera de creciente secularismo, liberalismo y modernismo, y por beneficiarse de todas esas mismas corrientes cuestionadoras del orden clerical establecido, el sionism o estaba destinado a irritar al Papado. (…)

Pero no todo fue negativo. Las décadas siguientes al fin de la Segunda Guerra Mundial presenciaron un cambio fundamental en la actitud del papado hacia el pueblo judío. Juan XXIII merece el crédito por haberlo propiciado y Juan Pablo II por haberlo consolidado. Hechos impensados poco tiempo atrás pasaron a ser recurrentes. Los papas visitaron campos de concentración y sinagogas, se dio un concierto en memoria del Holocausto en la propia ciudad del Vaticano y el antisemitismo fue duramente condenado. (…)

Pero el símbolo más significativo del nuevo enfoque vaticano hacia el pueblo judío ha sido el reconocimiento del Estado de Israel. Las primeras dos visitas papales acaecidas antes y después de tal reconocimiento ilustraron el contraste. Cuando Pablo VI visitó el país en 1964, el gobierno debió desplazarse a la Galilea para darle la bienvenida. Durante su corta estadía, el Papa en ningún momento nombró explícitamente a «Israel» o al «Estado judío», evitó reunirse con el Gran Rabino, y pronunció discursos en los que defendió a Pío XII y refirió a la teoría del desplazamiento. Cuando Juan Pablo II visitó Israel en el año 2000, lo hizo a una nación con la cual él mismo había entablado relaciones diplomáticas. Una vez allí, rezó en Jerusalem, se reunió con los dos principales rabinos, fue a Yad Vashem, e introdujo una plegaria en las piedras del Muro de los Lamentos (…). El viaje de Benedicto XVI del año 2009 reforzó la realidad del vínculo Vaticano-Israel. (…) Por supuesto llegar a este punto no ha sido sencillo. (…)

Conforme ha observado el primer embajador israelí en la Santa Sede, el reconocimiento temprano a Israel podría haber sido para la Iglesia Católica una oportunidad histórica de rectificar -aunque sea parcialmente- su pasado de hostilidad hacia los judíos y su silencio durante la Shoá, pero Roma eligió ver las cosas de un modo diferente. Sólo después que la OLP consintió en reconocer formalmente a Israel, la Santa Sede decidió hacer lo mismo. Para entonces el Estado de Israel había cumplido cuarenta y cinco años de vida soberana. En diciembre de 1993 el Acuerdo Fundamental fue firmado entre las partes y en junio de 1994 Israel y la Santa Sede intercambiaron embajadores. Al cabo de noventa años, la búsqueda de reconocimiento vaticano por parte del sionismo llegaba a su fin. Herzl obtenía así una victoria póstuma. Se abría un nuevo horizonte en las relaciones entre ambos Estados, y al mismo tiempo se cerraba un primer capítulo de la política vaticana hacia una nación de la que acertadamente se ha dicho que posee demasiada poca geografía para tanta historia.

EL EXPERTO
No es la primera vez que Schvindlerman escribe sobre sionismo. El analista internacional es autor de «Tierras por paz, tierras por guerra» y ha publicado columnas en Clarín y La Nación, entre otros.