Comunidades, Comunidades - 2006

Comunidades

Por Julián Schvindlerman

  

Kirchner frente al eje Caracas-Teherán – 04/10/06

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La última bravuconada del payaso bolivariano en el recinto de la Asamblea General de las Naciones Unidas el mes pasado fue recompensada con un fuerte aplauso y una larga fila de diplomáticos que se acercó a saludarlo y sacarse fotos con él. Su puesta en escena (pues sus intervenciones públicas traspasan el mero discurso y se enmarcan en la teatralización de sus consignas) consistió en insultar al presidente de los Estados Unidos de América, en su propia tierra, al tildarlo de “diablo”, “tirano” e “imperialista” y decirle que “no le haría mal un psiquiatra”. “Ayer vino el diablo aquí”, dijo el líder venezolano desde el podio en la ONU instantes antes de persignarse ante las risas de los presentes, “en este lugar huele a azufre todavía”. Chávez continuó con sus ofensas al día siguiente durante una visita al barrio neoyorquino de Harlem donde se refirió al presidente Bush como “un alcohólico, un hombre enfermo y acomplejado” y alguien “que camina como John Wayne”. Estos exabruptos hechos a medida para la audiencia anti-norteamericana calan tan bien entre los seguidores de Chávez -esos militantes de la inmadurez- que una simple referencia del revolucionario de Venezuela es suficiente para disparar al top-10 un libro oscuro del autor radical Noam Chomsky que hasta el día anterior se ubicaba en el puesto número 160.772 del ranking de ventas de Amazon.

“Chávez no es serio”, aseveró cierta vez Rosendo Fraga, “pero el fenómeno Chávez sí lo es”. Efectivamente, y desde su ascenso al poder el buscapleitos de Caracas ha estado forjando una alianza con cuanto extremista anti-estadounidense habita en el globo, comenzando con su colega el dictador cubano y finalizando (por ahora) con su nuevo hermano de armas el neonazi iraní Mahmoud Ahmadinejad. En los últimos meses Chávez visitó Moscú, Pekín, Bali, Kuala Lampur, Habana y Teherán; fue en esta última capital donde comparo a Israel con Hitler y abrazó al incitador al genocidio que tiene como presidente la República Islámica de Irán. Chávez ofreció su país como base misilística contra EE.UU. tal como Fidel Castro había servido a Nikita Kruschev durante la crisis de los misiles de los años sesenta, se ha puesto a fabricar rifles Kalashnikov en su tierra y ha expresado deseos de nuclearizar Latinoamérica. Además esponsorea a varias agrupaciones guerrilleras de la región y cada vez más regularmente fomenta inestabilidad regional. Con un Fidel Castro enfermo, Hugo Chávez pudo posicionarse como el líder carismático durante el último encuentro del Movimiento de Países No Alineados realizado en Cuba el mes pasado, donde usó la ocasión para cultivar apoyo a la candidatura de su país a un asiento no permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU. Entre los países que ya le dieron su apoyo figuran Irán, Siria, Malasia, Cuba, Rusia, China y la Argentina.

Preocupada por este desarrollo, la comunidad judía estadounidense le planteó al presidente Néstor Kirchner su disconformidad por la amistad con el presidente venezolano, durante la reciente visita que éste realizara a Nueva York. “Nadie nos va a elegir los aliados. No tenemos que darle ninguna explicación a ninguna comunidad” fue la respuesta presidencial a la inquietud comunitaria según un informe del diario La Nación. Cuando le preguntaron si no le incomodaban los aliados de Chávez (en alusión a Ahmadinejad), el presidente argentino respondió: “A Hugo le tengo mucho afecto. Nos ayudó en momentos difíciles. El es así y no le voy a decir lo que tiene que hacer”. Y cuando le cuestionaron la no ruptura de relaciones diplomáticas con Irán a la luz del papel iraní en los atentados contra la Embajada de Israel y la AMIA en los años noventa, Kirchner se defendió aduciendo que “esos fueron ataques contra todos los argentinos. Nadie se puede hacer dueño del dolor”. Tales fueron sus palabras según el racconto de La Nación.

El presidente de los argentinos hace rato que pendula entre la izquierda responsable de un Lula o una Bachelet y la izquierda troglodita de un Evo o un Chávez. Siempre propenso a ofenderse con facilidad, las afirmaciones arriba citadas ilustran acerca de la poca gravedad que le asigna a su vinculación con los elementos más estrafalarios del populismo latinoamericano. “Dime con quién andas, y te diré quién eres” reza una conocida frase popular. No será digna del análisis político sofisticado, pero ciertamente retiene mucho del  saber campechano que la engendró. En una era de tantos sglógans gastados, es útil recordar que al menos algunos de ellos mantienen aún su vitalidad.

Al comparar al presidente norteamericano con el diablo, Chávez no se está comportando meramente como un propagandista desenfrenado. Más bien, está adoptando el discurso teológico del régimen iraní que define a EE.UU. como “el gran Satán” (y a Israel como el “pequeño Satán” que hay que “borrar del mapa”). Al visitar Teherán reiteradamente, al invitar al presidente iraní a Caracas, al firmar convenios de cooperación energética y al manifestarse a favor de la construcción de una mezquita iraní en Venezuela, Chávez no está jugando a la revolución; la está creando. Y al no distanciarse de este eje judeófobo, anti-yanqui y anti-israelí, nuestro presidente no está solamente correspondiendo al amigo Hugo. Más bien, está demostrando que su corazón está orientado hacia el destino al que su política exterior ya ha arribado.