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Perfil

Por Julián Schvindlerman

  

Corona: un virus comunista – 25/03/20

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Por Julián Schvindlerman
Perfil.com – 25/3/20

https://www.perfil.com/noticias/columnistas/corona-un-virus-comunista.phtml

¿Alguien conoce el CUIT de la República Popular China y su condición ante el IVA?

Según se informó, la firma norteamericana The Berman Law Group inició una demanda colectiva federal contra la República Popular de China, la provincia de Hubei, la ciudad de Wuhan y varios ministerios del gobierno chino, en busca de compensaciones por lesiones personales, muertes por negligencia, daños a la propiedad y otras secuelas atribuidas a la responsabilidad de Pekín en diseminar primero, y en no contener luego, el Coronavirus. “Los funcionarios chinos sabían antes del 3 de enero que el COVID-19 se transmitió de humano a humano y los pacientes comenzaron a morir unos días después. Sin embargo, seguían diciéndole a la gente de Wuhan y al mundo en general que todo estaba bien, incluso celebrando una cena pública en Wuhan para más de 40.000 familias el 18 de enero” explicó uno de sus representantes. “Cuando leas sobre el aumento del número de víctimas mortales y veas la detención casi completa de la vida y los viajes normales, recuerda que China esperó diecisiete días críticos antes de compartir la secuencia del genoma COVID-19 con otras naciones, como lo deja en claro nuestra demanda”, declaró.

Josh Rogin coincidió en The Washington Post: “Debemos ser específicos al culpar al Partido Comunista Chino por sus acciones. Fue el PCCh el que ocultó el brote del virus durante semanas, silenciando a los médicos, encarcelando a periodistas y obstruyendo la ciencia, especialmente al cerrar el laboratorio de Shanghái que lanzó públicamente la primera secuencia del genoma del Coronavirus”. Efectivamente, el gobierno chino -que hace poco expulsó del país a los corresponsales del New York TimesWashington Post Wall Street Journal– cerró las redes sociales locales que primero reportaron noticias del Coronavirus durante la primera quincena de enero. El doctor Li Wenliang, quién en diciembre alertó sobre un posible estallido epidémico similar al SARS, fue censurado por la policía comunista china y acusado de “esparcir rumores”. Forzado a reconocer su “comportamiento ilegal”, murió por Coronavirus en febrero; tenía treinta tres años de edad. También en enero, científicos de un laboratorio en Shanghái mapearon el genoma del virus y pidieron acciones preventivas. El régimen chino respondió clausurando el laboratorio. Con estas medidas negadoras, el gobierno de Xi Jinping limitó seriamente la capacidad de dar una respuesta mundial temprana al Coronavirus. “El resultado ha sido la pandemia global más peligrosa en un siglo” observó John P. Walters, CEO del Hudson institute.

Aun así, algunos parecen más preocupados por la imagen que por las muertes que el Coronavirus está ocasionando. La Asociación de Periodistas Asiáticos Americanos solicitó a las agencias de noticias que no utilicen el término “virus de Wuhan”, pues ello supuestamente estigmatizaría a sus residentes. Cuando el Presidente Donald Trump -en respuesta a la absurda acusación del vocero de la cancillería china de que el ejército estadounidense habría llevado el virus a Wuhan- habló del “virus chino”, Pekín adujo que esa era una postura racista. Esto lo dice un régimen que tiene encarcelados en Xinjiang a más de un millón de musulmanes por motivos étnicos. “Procede de China, por eso lo digo” retrucó Trump, impasible. La Organización Mundial de la Salud le hizo un gran favor a Pekín al denominar al virus COVID-19 en vez de asociarlo al país del cual emanó.

Este organismo de las Naciones Unidas está liderado por el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, un ex miembro del marxista Frente de Liberación Popular de Tigray. Según la BBC, cuando fue Ministro de Salud en Etiopía “era conocido por desalentar a los periodistas de informar sobre casos sospechosos de cólera en el país”. Después de viajar a Beijing, el Dr. Tedros dijo que China había establecido “un nuevo estándar para el control de brotes”. El historiador Walter Russell Mead acotó en The Wall Street Journal que “Pasos tales como excluir a Taiwán de reuniones de emergencia y alabar la respuesta de China al virus han hecho ver a la Organización Mundial de la Salud como un portavoz de Beijing”. Y Mario Noya, en una potente nota en el diario online español Libertad Digital, dedicó este párrafo al Dr. Tedros y la OMS: “[L]a pasmarota OMS, que no fue alertada por Pekín hasta el 31 de diciembre y que no envió delegación alguna al mastodonte asiático hasta el 10 de febrero; la corrupta y obsecuente OMS, pretendidamente comandada por un títere de Pekín, el marxista Tedros Adhanom, que siendo ministro de Sanidad en Etiopía silenció tres mortíferos brotes de cólera en el país africano: cómo no iba a ser bueno para el convento”. La expansión veloz y mortal del Coronavirus, su impacto sobre la economía mundial y la nueva normalidad que se avecina nos tienen bastante ocupados como para pensar sobre qué papel está jugando la OMS y su líder en estos momentos. Con la pandemia contenida a futuro, seguramente la prensa indagará un poco más en ello.

Por todo esto, ver ahora al gobierno chino en su faceta más amable -enviando enormes cantidades de respiradores, mascarillas, guantes, kits de prueba, equipos médicos y doctores a varios países, auto-promoviéndose como benefactor de la humanidad por medio de una diplomacia humanitaria generosa- puede resultar un poco raro. Bienvenida la asistencia que desesperadamente necesitamos, desde ya. Pero no olvidemos dónde brotó este virus letal y desde dónde se desató está pandemia. Como decía uno de esos tantos mensajes que han estado inundando nuestros celulares últimamente y cuya comicidad encierra una dosis de verdad: ¿qué les costaba hervir al murciélago dos minutos más?

Profesor en la carrera de Relaciones Internacionales en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Palermo

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Por Julián Schvindlerman

  

Del Sandinismo al Sandernismo: ¿el socialismo nunca muere? – 11/03/20

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Por Julián Schvindlerman
Infobae – 11/3/2020

https://www.infobae.com/america/opinion/2020/03/11/del-sandinismo-al-sandernismo-el-socialismo-nunca-muere/

Joshua Muravchik, autor de Heaven on Earth: The Rise, Fall, and Afterlife of Socialism, trazó el origen del término “socialismo” a los seguidores de Robert Owen, quien en 1825 estableció una comuna en Indiana a la que llamó New Harmony para aplicar su sistema socialista. Al cabo de dos años, había colapsado. Sus seguidores fundaron otras casi cincuenta comunas en los Estados Unidos durante el siglo XIX y todas ellas terminaron en la ruina. A pesar de este resultado empírico, el modelo cobró impulso teórico cuando Karl Marx “transformó al socialismo de ser un experimento -probado, testeado y fallido- en una profecía” escribió Muravchik. El sueño de la revolución proletaria gestó muchos partidos socialistas en Europa en aquélla época -anotó este autor- pero las clases trabajadoras en los países industriales en vez de empobrecerse, mejoraron su calidad de vida, y las clases medias lejos de desaparecer, crecieron. Tras los estragos de la Primera Guerra Mundial y el ascenso de Lenin en Rusia, el socialismo ganó ímpetu y durante el siglo XX un tercio de la humanidad pasó a ser gobernado bajo este modelo económico. Habitualmente hermanado a un esquema represivo, se lo justificó por sus presuntos beneficios socioeconómicos, los que rara vez se materializaron.

La evidencia empírica prueba que el socialismo ha fracasado en cada lugar en que fue intentado, con la sola excepción quizás de las comunas agrícolas (kibutzim) de Israel que proliferaron especialmente durante la primera mitad del siglo XX. Pujantes, democráticas e igualitarias, hicieron un aporte importante a la construcción de la nación. Aun así, con la eventual convergencia del país hacia el capitalismo perdieron fuerza y terminaron adaptándose a la economía privada. Esto llevó a Muravcik a concluir que “el socialismo ha fracasado en todo lugar en que fue aplicado; incluso en donde ha triunfado”. Cuando -tras Rusia- China, Cuba, Vietnam, Camboya, Venezuela, Nicaragua, Corea del Norte, Siria, Afganistán y otros lo adoptaron, millones murieron y cientos de millones se empobrecieron.

Sus defensores más desapasionados suelen citar a Suecia como ejemplo de un buen socialismo, pero es un ejemplo inadecuado. Volvo es una compañía sueca. H&M es una compañía sueca. Ericsson es otra compañía sueca. Electrolux es asimismo sueca. IKEA es también una compañía sueca. Y Spotify es sueca. Todas ellas son ejemplos rotundos de exitosos emprendimientos capitalistas. Suecia está basada en una economía capitalista con un estado protector. Sus defensores más apasionados han estado defendiendo a los socialismos duros de Venezuela, Nicaragua y Cuba por un período notoriamente prolongado. Bernie Sanders destaca entre ellos. Carlos Alberto Montaner ha observado que al candidato Demócrata no lo ha conmovido el paso del tiempo: en ciclos de cada veinte años sigue aferrado a la tentación socialista.

Primero con la revolución cubana en 1959. En un video presentado en la televisión por el corresponsal de la CBS Anderson Cooper, se vio a Sanders en la década de 1980 defender a Fidel Castro sobre la base de que “educó a los niños, les brindó atención médica, transformó totalmente la sociedad”. Observadores han notado que antes de que Castro llegase al poder, Cuba era 80% letrada; muy por delante de otros países de la región. En las siguientes décadas varios países -Argentina, Chile y Costa Rica, por ejemplo- han casi igualado los niveles de Cuba mientras que Panamá, Paraguay, Ecuador y Colombia han alfabetizado considerablemente a su población. “La diferencia”, indicó un editorial del Wall Street Journal,  es que estos países “lo hicieron sin haber ´totalmente transformado a la sociedad´ con pelotones de fusilamiento, mazmorras, tortura y exilio”.

En 1985 Sanders era alcalde de Burlington, Vermont. La revolución sandinista llevaba seis años en curso en Nicaragua. Definió a Daniel Ortega como “un tipo impresionante” y sostuvo que “Vermont podría ser un ejemplo para el resto de la nación similar al tipo de ejemplo que Nicaragua está dando al resto de América Latina”. La Nicaragua sandinista estuvo signada por una guerra sangrienta, la creación de refugiados y el aplastamiento de libertades individuales. Sanders incluso viajó a Managua, donde asistió a un desfile militar sandinista durante el cual se entonó el himno que contiene esta estrofa que nos recuerda Montaner: “Los hijos de Sandino / ni se venden ni se rinden / luchamos contra el yankee / enemigo de la humanidad”.

Veinte años después del ascenso de Sandinismo en Nicaragua y a cuarenta del Castrismo en Cuba, arribó el Chavismo a Venezuela. Sanders no tardó en caer bajo su embrujo. En una entrevista televisada con Univisión en febrero de 2019, Sanders dijo que no consideraba que Juan Guaidó fuera el presidente legítimo de Venezuela. Tampoco respaldó las sanciones económicas de la Administración Trump contra Caracas. Durante la actual campaña electoral fue criticado por otros miembros del Partido Demócrata por negarse a tildar a Nicolás Maduro de dictador (finalmente lo hizo), pero su admiración por el “Socialismo del Siglo XXI” es de larga data. En enero de 2003, Sanders firmó una carta en apoyo a Hugo Chávez (años más tarde lo tachará de “dictador comunista”). Ese mismo mes, la experta en asuntos latinoamericanos Mary Anastasia O’ Grady escribía: “Los neandertales económicos siempre están rompiendo huevos en busca del esquivo omelet igualitario, pero si la agresión del Sr. Chávez contra su pueblo continúa sin restricciones, los pobres se empobrecerán, el medio ambiente natural de Venezuela quedará destrozado e incluso la mínima protección de los derechos humanos se convertirá en un recuerdo oscuro”. Adivine quién estaba en lo cierto, ¿Bernie o Mary?

Lo cual nos lleva a reflexionar sobre la seducción incomprensible que el socialismo aun genera en ciertos sectores. Es normal que las generaciones jóvenes se sientan atraídas por su mantra igualitaria, su panacea idealista, su utopianismo romántico. Pero que un  septuagenario estadounidense haya hecho su carrera política enteramente bajo su hechizo es realmente sorprendente. Que además sea un serio contendiente al liderazgo de un partido históricamente centrista que tuvo entre sus filas a Roosevelt y Truman es alarmante. Y que a su vez este hombre sea un candidato firme a la presidencia de los Estados Unidos -el país donde el capitalismo triunfó de la manera más exorbitante y definitiva posible- es casi surrealista. Así, el reciente renacimiento político de Joe Biden no es tan solo una esperanza racional para la progresía estadounidense. Lo es para el país entero. Biden no está exento de debilidades; basta recordar que fue vicepresidente en la Casa Blanca de Barack Obama. Pero al menos no eligió a la Unión Soviética para ir de luna de miel por diez días a sus 46 años, como Sanders sí hizo, en 1988. Especialmente aquellos que ven a Trump con enfado y a sus políticas con desprecio, deberían poder advertir que la alternativa ganadora al líder del jopo amarillo difícilmente pueda ser un revolucionario incurable a la Jeremy Corbyn.

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Por Julián Schvindlerman

  

El BDS en España: Entre la hipocresía y la irrelevancia – 26/02/20

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Por Julián Schvindlerman
Comunidades – 26/2/2020

Molins de Rei es una pequeña localidad catalana de alrededor de 25.000 habitantes. Tiene un buen restaurante japonés en el cual cené a principios de febrero, en ocasión de mi visita a Barcelona a presentar mi novela La carta escondida: historia de una familia árabe-judía. Molins de Rei se hizo conocida para la judería global en 2018 cuando objetó una competencia de la Liga Europea de waterpolo femenino entre la selección israelí y la española bajo presiones del BDS. Este puntito en el mapa, uno supondría, no estaría concernido con la geopolítica de Medio Oriente, o puntualmente con la distante problemática entre palestinos e israelíes, pero parece que a sus autoridades esos temas les importan mucho. Tal como les conmueve a otros 57 ayuntamientos españoles que acaban de adherir al llamado “Espacio Libre de Apartheid Israelí” (ELAI), promovido por el BDS España, con apoyo de PSOE y Podemos, con la consigna de no negociar con empresas israelíes, ni comprar sus servicios y productos.

Así, ayuntamientos, diputaciones, entidades, sindicatos y espacios culturales, comerciales o deportivos en Andalucía, Aragón,  Asturias, Cantabria, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Catalunya, Extremadura, Galicia, Madrid, Navarra y  Valencia, entre otros, han marcado su línea en la arena ante los impertinentes israelíes. Oh, y también alguno que otro en las cruciales islas Canarias y Baleares; focos de alta gravitación en la política mundial que no podían permanecer indiferentes a las penurias del pueblo palestino. La lista oficial de ELAI incluye -entre muchas otras adhesiones relevantes que quitarán el sueño a los israelíes- a la Izquierda Anticapitalista Revolucionaria de Granada, a la asociación Ecologistas en Acción, al Centro de Estudios Rurales y de Agricultura Internacional, al periódico del Partido Comunista de España Mundo Obrero, al Sindicato de Periodistas de Andalucía, a la radio comunitaria de Málaga Onda Color, a la librería La Vorágine de Santander, a la Taberna Morgan de Valladolid, al Laboratorio de Prótesis Dental F. Darwiche también en Valladolid, a la Tetería India de Sant Feliu de Llobregat (en la periferia de Barcelona) y a Vinos Barona de Extremadura. En lo que sólo puede ser descrito como un golpe durísimo a la economía israelí, se sumó al boicot La Chiguita Riojana (Puesto 41 del Mercado de San Fernando en Madrid). Jerusalem debería estar especialmente preocupada por la adhesión al BDS de la Carnicería Manolo Lago de Madrid, la peluquería New Look también de la capital española, la librería El Gusanito Lector de Sevilla y el Café-Pub Crit i Nit de Valencia.

Por supuesto que esta campaña es una broma de principio a fin. No tendrá el menor impacto económico sobre Israel, y sus mentores lo saben. El ángulo de ataque es político: hacer ruido en los medios, reinstalar el tema palestino en la agenda, aislar simbólicamente a Israel. Ya lo intentaron los países árabes desde 1945 en adelante; y fallaron. Hoy varios de ellos comercian, abierta u opacamente, con el estado judío. Incluso los palestinos se relacionan comercialmente con Israel. Según una monografía de 2018 del Tony Blair Institute for Global Change, “Israel sigue siendo el mayor socio comercial de la Autoridad Palestina”. Dice el informe: “Desde mediados de la década de 1990, Israel ha sido un destino casi exclusivo para las exportaciones palestinas, con un promedio de más del 90% del total de las exportaciones palestinas de bienes”. En septiembre de 2019, informaba France24: “En 2015, cuando el primer ministro Benjamín Netanyahu formó un gobierno considerado como el más derechista en la historia de Israel, alrededor de 45.000 palestinos tenían permisos de trabajo israelíes, según cifras oficiales palestinas. Cuatro años más tarde, ese número es de alrededor de 85.000”. En otras palabras: los propios palestinos, tanto a nivel estatal como popular, no están boicoteando a Israel.

El BDS España se manifiesta en su sitio online “contra la supremacía judía” y “contra el colonialismo sionista”. Están muy a la moda estos muchachos. Cuando lancen una campaña de boicot contra China por encarcelar a más de un millón de musulmanes uigures, contra Siria por lanzar bombas químicas contra su propia población islámica, contra Irán por arrestar a mujeres musulmanas que se quitan el velo en la vía pública o contra Myanmar por masacrar a los musulmanes rohinyas, (o aún fuera de la órbita islámica: contra Venezuela por exiliar a millones de los suyos, contra Rusia por perseguir sus opositores políticos, contra Corea del Norte por hambrear a casi todo su pueblo)- podríamos empezar a considerarlos con seriedad. Desde ya que no es ni remotamente justo equiparar a Israel con estas naciones, los ejemplos simplemente ilustran la hipocresía de los moralistas selectivos españoles. 

Por fortuna, no veo en el listado de ELAI a mi restaurante japonés favorito en Molins de Rei.

La Vanguardia (Colombia)

La Vanguardia (Colombia)

Por Julián Schvindlerman

  

Entrevista a Julián Schvindlerman con La Vanguardia (Colombia) – 28/01/20

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Auschwitz, símbolo del horror nazi

La Vanguardia (Colombia) – 28/1/20
Por Angela Castro

https://www.vanguardia.com/mundo/auschwitz-simbolo-del-horror-nazi-XL1937101

“Arbeit macht frei” (“El trabajo libera”). Esta inscripción en alemán en la puerta de hierro a la entrada de Auschwitz, fue la ‘bienvenida’ con la que los nazis recibieron con amargo sarcasmo a los cerca de 1,3 millones de prisioneros que pasaron por este campo de concentración, y el final para el 90% de ellos, que antes que libertad, encontraron la muerte. Auschwit-Birkenau, un territorio de 40 kilómetros cuadrados y antiguo cuartel de la monarquía austro-húngara, es el símbolo universal del genocidio nazi, construido en 1940 tras la invasión de Polonia por los alemanes.

En cinco años de funcionamiento, la Alemania nazi asesinó sistemáticamente en las temidas cámaras de gas a al menos 1,1 millones de personas, 960 mil de ellos judíos. Fueron gaseados, obligados a trabajar sin descanso o pasar hambre hasta la muerte e incluso fueron víctimas de crueles experimentos médicos. El 27 de enero de 1945, el ‘Ejército rojo’, como se conocían entonces a las tropas soviéticas, entraron al complejo de Auschwitz, poniendo fin a la mayor fábrica de la muerte del régimen nazi.

Para Julián Schvindlerman, profesor universitario y analista político internacional, la liberación del complejo de exterminio nazi Auschwitz-Birkenau mostró al mundo “el horror más increíble, ingresar al abismo más profundo, de la condición humana. Muchos sobrevivientes permanecieron en silencio durante un largo tiempo, para luego exteriorizar sus traumas, penas y dolores más agudos del alma”. En su opinión, es inaudito que aún existen corrientes negadoras del Holocausto, que plantean que nada de esto ocurrió, o minimicen el hecho, e igualmente, señala que “el negacionismo es una forma moderna de antisemitismo, en tanto toma un acontecimiento oscuro de la historia judía para usarlo como arma de ataque en su contra”. Por ello, este escritor argentino destaca que “estas conmemoraciones son cruciales para que las generaciones venideras conozcan la verdad. Cuando los hechos fácticos están bajo ataque, no hay más remedio que dar una respuesta educativa contundente”.

Sin duda, la lección más importante que de lejos deja el campo de exterminio de Auschwitz para la humanidad, cuando la cordura, la diplomacia y la política fallan y reinan el racismo, la intolerancia y la fuerza, es que el resultado es abrumador. Y en la memoria colectiva de las futuras generaciones, debe quedar, además, como valiosa lección el mantener vivo el recuerdo del Holocausto, para que Auschwitz no se repita.

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Por Julián Schvindlerman

  

Nisman, el terrorismo iraní y el general Soleimani – 22/01/20

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Por Julián Schvindlerman
Libertad Digital (España) – 22/1/2020

Cinco años después de la muerte del fiscal Alberto Nisman, todavía nos estamos preguntando si se suicidó o lo asesinaron. Siete años después de la firma del Memorando de Entendimiento entre la Argentina e Irán, todavía dudamos si aquello fue una iniciativa diplomática legítima o un ardid oscuro de encubrimiento. Veinticinco años después del atentado contra la sede de la AMIA, todavía aguardamos a que los perpetradores sean juzgados y condenados. La justicia y la política en la Argentina tienen una habilidad especial para dilatar, ofuscar, aplazar y –en última instancia– frustrar el anhelo de verdad de la sociedad.

Situación política en la Argentina

En enero de 2015, tras acusar a la presidenta de la Nación de traicionar a la patria, Alberto Nisman apareció muerto con un tiro en la sien en el baño de su departamento de Puerto Madero (Buenos Aires). Dos meses más tarde, The Wall Street Journal informaba: «Equipos de investigación rivales contribuyeron a transformar el caso en una novela policial que ha atrapado la atención del país». Un lustro más tarde, un nuevo Gobierno que tiene como vicepresidenta a quien fuera presidenta al momento de la muerte del fiscal quiere revisar las conclusiones de un informe de la Gendarmería que determinó que al fiscal lo asesinaron.

La nueva ministra de Seguridad, Sabina Frederic, antes de asumir había declarado que calificar a Hezbolá como una organización terrorista (tal como hizo la Administración Macri el año pasado) equivalía a «comprar un problema que no tenemos» y agregaba: «El terrorismo es un problema de los países de la OTAN, no es nuestro». El presidente de la República, Alberto Fernández, se ve constantemente tironeado por sus declaraciones del pasado y las correcciones del presente a las que se ve forzado. «Hasta el día de hoy, dudo de que se haya suicidado», afirmó en el 2017 para el documental El fiscal, la presidenta y el espía. Consultado este año, Fernández cambió de parecer:

Thank you for watching

Desde 2017, cuando se grabó la entrevista, hasta ahora no apareció ninguna prueba seria que diga que a Nisman lo mataron, y apareció una pericia absurda que contradice los más elementales principios.

Cristina

En algún punto, Cristina Fernández de Kirchner empezó a creer que quienes buscaban dañar a la Argentina no eran los terroristas libaneses de Hezbolá, a las órdenes de sus patrones en Teherán, sino un grupo de cabilderos, académicos y financistas judíos norteamericanos. En 2015 los acusó de conformar un «modus operandi global» que «genera operaciones políticas internacionales de cualquier tipo, forma y color». ¿Se recuerda su frase «todo tiene que ver con todo cuando se trata de geopolítica y poder internacional»? La señora Fernández de Kirchner sostuvo su teoría conspirativa el tiempo suficiente como para incluirla en su libro de memorias publicado en 2019, Sinceramente. Cuando The Washington Post publicó un editorial crítico de estas fantasías –tachándolas de «antisemitas» al notar que todos los señalados por CFK eran judíos–, el entonces Jefe de Gabinete Aníbal Fernández respondió con una nota de su autoría en Página 12 que descalificaba dicho editorial como «un decálogo de lugares comunes».

En paralelo, una sucia campaña estaba en pleno auge para desprestigiar al fiscal muerto con el fin de invalidar las conclusiones de sus investigaciones, tan rigurosas que persuadieron a Interpol para que emitiera alertas rojas de captura internacional contra los acusados por Nisman. Unos años antes, en marzo de 2011, el periodista Pepe Eliaschev había publicado en la portada del diario Perfil una nota titulada «Argentina negocia con Irán dejar de lado la investigación de los atentados». Fue linchado mediáticamente por los militantes del Gobierno K. Murió por causas naturales en noviembre de 2014, sin llegar a conocer la acusación judicial de Nisman, unos pocos meses después. Llamativamente, el propio Nisman había reaccionado con escepticismo:

El hecho que plantea la nota es absurdo, descabellado y de imposible cumplimiento. Hacía tiempo que no leía algo tan disparatado.

La coyuntura regional

Mientras la Argentina vive en su loop de caos permanente, en el plano regional y global algunas cosas han cambiado. El mismo mes-aniversario de la muerte del fiscal que denunció la participación de Irán, por medio de Hezbolá, en el atentado de 1994, el máximo responsable de las operaciones terroristas internacionales de la República Islámica de Irán fue eliminado. En un ataque con drones norteamericanos, el general Qasem Soleimani resultó muerto en Bagdad. Soleimani había asumido el rol de jefe de la Fuerza Al Quds de la Guardia Revolucionaria iraní en 1998, pocos años después del atentado en Buenos Aires, pero ya era un cuadro activo del régimen teocrático responsable de aquella matanza de 85 personas.

En América Latina, las reacciones contrastantes a este desarrollo quedaron signadas por las respuestas de Brasilia y Caracas. «Nuestra posición es aliarse con cualquier país del mundo en la lucha contra el terrorismo», declaró el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, en apoyo a Washington durante una entrevista con la TV Bandeirantes. «Sabemos lo que, en gran parte, Irán representa para sus vecinos y para el mundo». En Venezuela, el jerarca Diosdado Cabello se dirigió a la embajada iraní, donde leyó un mensaje que finalizó con estas palabras: «¡Viva Irán, vivan los pueblos libres, nosotros venceremos!». En una nota para BBC News, Gerardo Lissardy observó una paradoja interesante. Brasil «es el gran socio comercial de Irán en América Latina, con un intercambio bilateral miles de veces superior en dólares al que la República Islámica tiene con su aliado socialista de Venezuela». Según el Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard, el intercambio comercial entre Venezuela e Irán fue de 892.000 dólares en 2016, último año del que se dispone de cifras. Brasil, en cambio, comerció con Irán por un valor de 2.560 millones de dólares en 2017. «Incluso el intercambio bilateral de la República Islámica con Chile, Colombia o México supera al que mantiene con sus aliados de Venezuela, Cuba o Nicaragua», señala Lissardy.

A partir de 2005, Teherán buscó relacionarse con América Latina de manera regional más que bilateral. Su permanente estado de confrontación con Occidente, en particular en aquellos tiempos por su programa nuclear clandestino, empujó al régimen a buscar aliados en otras zonas del globo. La gesta diplomática coincidió con la expansión del populismo de izquierdas en países como Cuba, Nicaragua, Bolivia, Venezuela o Argentina. Cuando este populismo se vio restringido por el ascenso o consolidación de referentes de corte derechista en Brasil, Argentina, Colombia, Chile y otros, ese corresponsal anota que Irán distinguió sus relaciones internacionales entre aliados políticos y económicos. La Argentina mantuvo lazos comerciales con la república islámica durante este período a pesar de las tensiones políticas surgidas a partir de los atentados contra la embajada de Israel y la AMIA. El ascenso de Mauricio Macri al poder vio la derogación del Memorando de Entendimiento, la designación de Hezbolá como grupo terrorista y un apartamiento de la asociación con Teherán que alguna vez deseó la Presidencia anterior. Pero el comercio con Irán no se extinguió, alcanzando los 451 millones de dólares en 2017, según el centro de investigación más arriba citado.

Sin embargo, los intereses de Irán en América Latina no se circunscribieron al ámbito económico o político. El experto israelí Ely Karmon detalló en una monografía pionera algunos de los objetivos perseguidos por Teherán en esta región: la propagación del chiismo, la ampliación de las bases operativas de Hezbolá, el apoyo diplomático en foros internacionales a su programa nuclear ilícito, la posible obtención de uranio, limitar el impacto de las sanciones económicas mediante la creación de un mercado alternativo y, en general, contrarrestar a Estados Unidos –que tiene tropas en países fronterizos con Irán– con su propia presencia en el Hemisferio Occidental. A esto hay que agregar las sórdidas redes de contrabando de armas y el lucrativo negocio de las drogas.

Soleimani

«Se ha perdido un héroe de la criminalidad hemisférica, y los gángsters están tristes», escribió la comentarista estadounidense especializada en asuntos latinoamericanos Mary Anastasia O’Grady. No es para menos. Soleimani era parte de una estructura que buscaba ganar espacios estratégicos non sanctos en la región. En mayo de 2013, Nisman publicó un extenso informe sobre una elaborada red de terrorismo iraní desde México hasta Sudamérica. Esta red podría ahora verse afectada. Varios analistas dijeron que los atentados perpetrados en la Argentina fueron respuestas a operaciones israelíes contra Irán: la eliminación en 1992 de Abás Muawi, cofundador de Hezbolá, y la captura en 1994 de Mustafá Dirani, aliado clave de Hezbolá en el Líbano. Bajo este prisma, el ataque selectivo a Soleimani podría haber puesto a las comunidades judías de América Latina, así como a las embajadas israelíes y estadounidenses, en la mira. Las represalias son parte del riesgo inherente a la lucha contra el terrorismo. El general iraní era un activo combatiente enemigo, responsable de la muerte de cientos de soldados estadounidenses. Su partida, en cualquier caso, significa que un malhechor menos anda complotando. Es razonable asumir que este desarrollo no hubiera entristecido a Alberto Nisman.

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Por Julián Schvindlerman

  

Ecos de medio oriente – 19/01/20

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El fiscal Alberto Nisman, el terrorismo iraní y el general Qassem Soleimani
El camino que va de la muerte de Alberto Nisman a la del militar iraní en Irak denota distintas instancias en la lucha de todo el continente americano contra el terrorismo.

Por Julián Schvindlerman
PERFIL – El Observador (19/1/2020)

https://www.perfil.com/noticias/elobservador/el-fiscal-alberto-nisman-el-terrorismo-irani-y-el-general-qasem-soleimani.phtml

A cinco años de la muerte del fiscal Alberto Nisman, todavía nos estamos preguntando si se suicidó o lo asesinaron. A siete años de la firma del Memorando de Entendimiento entre la Argentina e Irán, todavía dudamos si aquello fue una iniciativa diplomática legítima o un ardid oscuro de encubrimiento. A veinticinco años del atentado contra la sede de la AMIA, todavía aguardamos que los perpetradores sean juzgados y condenados. La justicia y la política en la Argentina tienen una habilidad especial para dilatar, ofuscar, aplazar y -en última instancia- frustrar, al anhelo de verdad que reclama la sociedad.

La situación política en la Argentina
En enero de 2015, tras acusar a la Presidenta de la Nación de traicionar a la patria, Alberto Nisman apareció muerto de un tiro en la cien en el baño de su departamento en Puerto Madero. Apenas dos meses después, informaba The Wall Street Journal: “Equipos de investigación rivales contribuyeron a transformar el caso en una novela policial que ha atrapado la atención del país”. Un lustro más tarde, un nuevo gobierno que tiene como vicepresidenta a quien fuera presidenta al momento de la muerte del fiscal, quiere revisar las conclusiones de un informe profesional de la Gendarmería que determinó que al fiscal lo asesinaron. La nueva Ministra de Seguridad Sabina Frederic antes de asumir había declarado que calificar a Hezbolá como una organización terrorista (tal como hizo la Administración Macri el año pasado) equivalía a “comprar un problema que no tenemos” y agregaba que “el terrorismo es un problema de los países de la OTAN, no es nuestro”. El Presidente de la República Alberto Fernández se ve constantemente tironeado por sus pasadas declaraciones y las correcciones del presente a las que se ve forzado. “Hasta el día de hoy, dudo de que se haya suicidado”, afirmó en el 2017 para el documental de Netflix El fiscal, la presidenta y el espía. Consultado este año por sus dichos, Fernández cambió de parecer: “Desde 2017, cuando se grabó la entrevista, hasta ahora no apareció ninguna prueba seria que diga que a Nisman lo mataron y apareció una pericia absurda que contradice los más elementales principios”.

Cristina
En algún punto, Cristina Fernández de Kirchner empezó a creer que quienes buscaban dañar a la Argentina no eran los terroristas libaneses de Hezbolá a las órdenes de sus patrones en Teherán sino un grupo de cabilderos, académicos y financistas judíos norteamericanos. En 2015 los acusó de conformar un “modus operandi global” que “genera operaciones políticas internacionales de cualquier tipo, forma y color”. ¿Se recuerda su frase “Todo tiene que ver con todo cuando se trata de geopolítica y poder internacional”? La señora Fernández de Kirchner sostuvo su teoría conspirativa el tiempo suficiente como para incluirla en su libro de memorias publicado en 2019, Sinceramente. Cuando The Washington Post publicó un editorial crítico de estas fantasías -tachándolas de “antisemitas” al notar que todos los señalados por CFK eran judíos-, el entonces Jefe de Gabinete Aníbal Fernández respondió con una nota de su autoría en Página12 que descalificaba al editorial como “un decálogo de lugares comunes”.   

En paralelo, una campaña sucia estaba en pleno auge para desprestigiar al fiscal muerto con el fin de invalidar las conclusiones de sus investigaciones, las que fueron de tal rigor que persuadieron a INTERPOL a que emitiera alertas rojas de captura internacional contra los acusados. Unos años antes, en marzo de 2011, el periodista Pepe Eliaschev había publicado en la portada del diario Perfil una nota titulada “Argentina negocia con Irán dejar de lado la investigación de los atentados”. Fue linchado mediáticamente por los militantes del gobierno K. Murió de causas naturales en noviembre de 2014 sin llegar a conocer la acusación judicial de Alberto Nisman unos pocos meses después. Llamativamente, el propio Nisman había reaccionado con escepticismo: “El hecho que plantea la nota es absurdo, descabellado y de imposible cumplimiento. Hacía tiempo que no leía algo tan disparatado”.  

La coyuntura regional
Mientras la Argentina vive en su loop de caos permanente, en el plano regional y global algunas cosas han cambiado. El mismo mes-aniversario de la muerte del fiscal que denunció la participación de Irán, por medio de Hezbolá, en el atentado de 1994, el máximo responsable de las operaciones terroristas internacionales de la República Islámica de Irán fue  eliminado. En un ataque con drones norteamericanos, el Mayor-General Qassem Soleimani resultó muerto en Bagdad. Él había asumido el rol de jefe de la Fuerza Al-Quds de las Guardias Revolucionarias iraníes en 1998, pocos años después del atentado en Buenos Aires, pero ya era un cuadro activo del régimen teocrático responsable de aquella matanza de 85 personas.

En América Latina las reacciones contrastantes a este desarrollo quedaron signadas por las respuestas de Brasilia y Caracas. “Nuestra posición es aliarse en cualquier país del mundo en el combate al terrorismo”, dijo el presidente de Brasil Jair Bolsonaro en apoyo a Washington durante una entrevista con la TV Bandeirantes, “sabemos lo que en gran parte Irán representa para sus vecinos y para el mundo”. En Venezuela, el jerarca Diosdado Cabello se dirigió a la embajada iraní donde leyó un mensaje que finalizó con estas palabras: “¡Viva Irán, vivan los pueblos libres, nosotros venceremos!”. En una nota para BBC News, Gerardo Lissardy observó una paradoja interesante. Brasil “es el gran socio comercial de Irán en América Latina, con un intercambio bilateral miles de veces superior en dólares al que la República Islámica tiene con su aliado socialista de Venezuela”. Según el Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard, el intercambio comercial entre Venezuela e Irán fue de 892.000 dólares en 2016, último año del que se dispone de cifras. Brasil, en cambio, comerció con Irán por un valor de 2.560 millones de dólares en 2017. “Incluso el intercambio bilateral de la República Islámica con Chile, Colombia o México supera al que mantiene con sus aliados de Venezuela, Cuba o Nicaragua” señala Lissardy.

A partir del 2005, Teherán buscó relacionarse con América Latina de manera regional más que bilateral. Su permanente estado de confrontación con Occidente, en particular en aquellos tiempos por su programa nuclear clandestino, empujó al régimen a buscar aliados en otras zonas del globo. La gesta diplomática coincidió con la expansión del populismo de izquierdas en países como Cuba, Nicaragua, Bolivia, Venezuela, Argentina y otros. Cuando este populismo se vio restringido por el ascenso o consolidación de referentes de corte derechista en Brasil, Argentina, Colombia, Chile y otros, ese corresponsal anota que Irán distinguió sus relaciones internacionales entre aliados políticos y económicos. La Argentina mantuvo lazos comerciales con la república islámica durante este período a pesar de las tensiones políticas surgidas a partir de los atentados a la embajada de Israel y a la AMIA. El ascenso de Mauricio Macri al poder vio la derogación del Memorando de Entendimiento, la designación de Hezbolá como grupo terrorista y un apartamiento de la asociación con Teherán que alguna vez deseó la presidencia anterior. Pero el comercio con Irán no se extinguió, alcanzando los 451 millones de dólares en 2017 según el centro de investigación más arriba citado.

Sin embargo, los intereses de Irán en América Latina no se circunscribieron al ámbito económico o político exclusivamente. El experto israelí Ely Karmon detalló en una monografía pionera algunos de los objetivos tradicionales perseguidos por Teherán en esta región: la propagación del chiísmo, la ampliación de las bases operativas de Hezbolá, el apoyo diplomático en foros internacionales a su programa nuclear ilícito, la posible obtención de uranio, limitar el impacto de las sanciones económicas mediante la creación de un mercado alternativo y, en general, contrarrestar a Estados Unidos -que tiene tropas en países fronterizos con Irán- con su propia presencia en el Hemisferio Occidental. A esto hay que agregar las sórdidas redes de contrabando de armas y el lucrativo negocio de las drogas.

Soleimani
“Se ha perdido un héroe de la criminalidad hemisférica, y los gángsters están tristes” escribió la comentarista estadounidense especializada en asuntos latinoamericanos Mary Anastasia O´Grady. No es para menos. Soleimani era parte de una estructura que buscaba ganar espacios estratégicos no-sanctos en la región. En mayo de 2013, Nisman publicó un extenso informe sobre una elaborada red de terrorismo iraní desde México hasta Sudamérica. Esta red podría ahora verse afectada. Varios analistas dijeron que los atentados perpetrados en la Argentina fueron respuestas a operaciones israelíes contra Irán: la eliminación en 1992 de Abbas Moussawi, cofundador de Hezbolá, y la captura en 1994 de Mustafa Dirani, un aliado clave de Hezbolá en El Líbano. Bajo este prisma, el ataque selectivo a Soleimani podría haber puesto a las comunidades judías de América Latina así como a las embajadas israelíes y estadounidenses en la mira. Las represalias son parte del riesgo inherente a la lucha contra el terrorismo. El general iraní era un combatiente enemigo activo responsable de la muerte de cientos de soldados estadounidenses. Su partida, en cualquier caso, significa que un malhechor menos está allí afuera complotando. Es razonable asumir que este desarrollo no hubiera entristecido a Alberto Nisman.  

Profesor en la carrera de Relaciones Internacionales en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Palermo

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Por Julián Schvindlerman

  

Slavoj Zizek y su «problema» con «los Judíos de hoy – 20/12/19

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El impacto en el campo de las ideas del célebre filósofo, psicoanalista marxista y crítico cultural esloveno Slavoj Zizek es notable. Foreign Policy lo consideró uno de los mejores pensadores contemporáneos. Se le ha dedicado un documental, Zizek! Hay una revista académica dedicada íntegramente a la exploración de su obra, The International Journal of Zizek Studies. Fue director internacional del Instituto Birkbeck para las Humanidades de la Universidad de Londres, es investigador principal en la Universidad de Liubliana, profesor en la Universidad de Nueva York y docente invitado a universidades de elite de todo el mundo. Sus libros son éxitos globales de ventas. Sus artículos causan sensación.

Nunca fue ajeno a la polémica, al punto de que este año el International Journal of Zizek Studies debió abordar sus varias controversias en una edición que llevó por título ¿Qué salió mal con Zizek? (vol. 13, nº 2) y que decía en su introducción:

En los últimos años, los ataques contra Slavoj Zizek se multiplican (…) Políticamente, fue condenado por su posición sobre Donald Trump, su crítica del enfoque humanitario hacia los refugiados, su enfoque más matizado del movimiento LGBT+, etc. En el ámbito del psicoanálisis, los lacanianos de Jacques-Alain Miller emprendieron una campaña feroz él, denunciándolo como un fraude. En el ámbito de la filosofía, las nuevas formas de realismo (‘ontología orientada a objetos’) rechazan el pensamiento de Zizek por seguir arraigado en la subjetividad trascendental.

En el ensayo «Un teatro de sombras: salvar, criticar, psicoanalizar a Ži, su autor, el profesor Robert Kilroy, señala:

Junto con su exclusión de las plataformas de medios dominantes como The Guardian y The New York Times, la denuncia de su trabajo por parte de la comunidad académica ha alcanzado un nivel excesivo, con pensadores como Noam Chomsky que buscan socavar la validez empírica de su pensamiento de una manera sorprendentemente personalizada.

A partir de ahora parece que habrá que sumar a The Independent a la lista.

El pasado día 3, Zizek publicó un artículo de opinión en ese diario británico titulado «No hay conflicto entre la lucha contra el antisemitismo y la lucha contra la ocupación israelí», en el cual escribió: «El problema con los judíos de hoy es que están tratando de echar raíces en un lugar que por miles de años fue habitado por otro pueblo» (énfasis agregado). Más allá de que el pueblo judío también habitó la región de Palestina por miles de años, para un psicoanalista y un escritor experimentado es muy sorprendente esa elección de palabras. En particular, en una nota cuyo objetivo era el opuesto: separar la crítica a Israel del ataque a los judíos. Zizek aclaró en ese mismo texto: «Yo, por supuesto, rechazo indiscutiblemente el antisemitismo en todas sus formas», pero su acto fallido fue más elocuente que su apertura de paraguas preventiva.

Tras la polémica desatada, The Independent editó la columna del pensador contestatario y reemplazó «el problema con los judíos de hoy» por «el problema con el proyecto de los asentamientos de hoy», y comunicó a sus lectores:

Reconocemos que una versión anterior de este artículo no cumplía con nuestros propios estándares editoriales.

No terminó ahí el lío. Al poco tiempo Zizek publicó una nota en Russia Today en la que afirmó que The Independent rechazó publicarle un segundo artículo tras la controversia. «Me equivoqué, cometí un error imperdonable al usar la frase ‘el problema con los judíos de hoy’», admitía, pero seguía luego con una intrincada reflexión que se presta a debate en torno a este asunto.

No es la primera vez que el filósofo esloveno cuestiona a Israel.

En 2007 la editorial de izquierda Verso Book publicó textos de Mao con una introducción crítica suya. (Existe una traducción al español, de la editorial Akal). La portada era una recreación de los afiches de propaganda de la era maoísta, con el rostro del Gran Timonel irradiando luz mientras es aclamado por una multitud armada. En pleno siglo XXI, Zizek ofreció esta defensa de los Guardias Rojos:

Se siente uno tentado de parafrasear aquí a Brecht –»¿Qué es el robo de un banco comparado con la fundación de un banco?»– una vez más: ¿qué son los estallidos violentos y destructivos de un guardia rojo atrapado en la Revolución Cultural comparados con la verdadera Revolución Cultural, la disolución permanente de todas las formas de vida que necesita la reproducción capitalista? El verdadero Señor del desgobierno es el reino del actual capitalismo global.

Su alegato a favor de la Revolución Cultural (un millón de muertos) lleva a Zizek a hablar del capitalismo global. De ahí el autor pasa llamativamente a hablar de la guerra urbana del Ejército israelí contra el terrorismo palestino en Cisjordania. (Publiqué al respecto un artículo sobre esta técnica: «Urbanicidio» y «anarquitectura» en la política antiterrorista israelí). Zizek ve en el armado teórico de ideas posmodernas tomadas del ámbito de la arquitectura aplicadas a la lucha urbana antiterrorista del Ejército israelí una «reapropiación capitalista del dinamismo revolucionario» que «no carece de cómicos efectos colaterales».

Es interesante observar el flujo de su pensamiento desde un enfoque psicoanalítico: Mao conecta con capitalismo, que conecta con Israel. Es precisamente este tipo de asociaciones libres lo que terminará poniéndolo en aprietos años más tarde, como su reciente nota prueba.

Zizek pertenece a esa penosa camada de intelectuales enajenados de Occidente, convocados ideológicamente por los más atroces despotismos; siempre atentos a los defectos de las democracias, nunca perceptivos sobre las calamidades de las tiranías. Dijo esto del fundamentalismo islámico: «En un curioso giro, la religión es uno de los posibles lugares desde los que se pueden plantear dudas críticas sobre la sociedad de hoy. Se ha convertido en uno de los lugares de resistencia». Del régimen de Pol Pot en Camboya opinó que «no fue lo suficientemente radical» porque fracasó al crear «nuevas formas de colectividad», y agregó que la «violencia revolucionaria debería ser celebrada como redentora e incluso divina». Además, aplaudió el «sueño popular que sostuvo la revolución de Jomeini: libertad y justicia».

¿Sorprende entonces que algunos medios hayan comenzado a rechazar sus ensayos? Lo curioso es que hayan tardado tantos años en hacerlo. Después de todo, al cabo de varios shows incluso los bufones mejor dotados terminan aburriendo. 

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Por Julián Schvindlerman

  

Árabes por Israel – 09/12/19

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Parece que el Mesías finalmente arribó (o regresó, según la creencia en que uno se apoye) a la Tierra unas pocas semanas atrás. Y aunque Jerusalem debió haber sido su lugar de aparición según las profecías, lo hizo en Londres. O al menos uno debiera ser perdonado por creer eso al advertir el extraordinario desarrollo que tuvo lugar en la capital del Reino Unido a mediados de noviembre último.
En el hotel Gloucester Millennium treinta y dos delegados de quince países árabes se reunieron para participar de un encuentro inédito del recientemente creado Consejo Árabe para la Integración Regional. Una iniciativa más, de las miles del tipo que ya existen en la diplomacia del Medio Oriente, uno podría pensar. Uno estaría equivocado si así hiciese. Puesto que aunque su nombre no sea singularmente original, su misión sí lo es. Basta leer estas palabras de Mostafa El-Dessouki y Eglal Gheita, miembros fundadores del Consejo, para notar ello:

“Boicotear a Israel y a su pueblo solo ha fortalecido a ambos, al tiempo que hace un gran daño a los países árabes, y no menos a los palestinos. Por el bien de la región, ya es hora de avanzar hacia una era posterior al boicot… La paz ha eludido la región por generaciones. Pero estamos decididos a impulsar la cooperación entre el mundo árabe e Israel, convencidos de que los beneficios de la asociación deben reemplazar los estragos de la exclusión”.

¿De nuevo? Estamos tan acostumbrados a que las reuniones de delegados árabes resulten en diatribas incendiarias contra, o en eslóganes gastados sobre, Israel, que esta iniciativa no es menos que sorprendente. Pero justamente, esta no fue una reunión más, y de hecho, los delegados en rigor no fueron enviados oficiales de sus países de origen sino participantes voluntarios en un noble y novel emprendimiento. Algunos asistieron aún bajo la sombra de amenazas de muerte pronunciadas en sus propios países. Ningún israelí pudo ser invitado porque los participantes árabes podrían haber sido acusados del crimen de la normalización al regresar a sus hogares. Y Egipto, la primera nación árabe en forjar la paz con Israel, intentó sabotear este encuentro al presionar a varios de los árabes a que no viajasen a Londres.

Debemos cederles la palabra a algunos de los participantes para -parafraseando el dicho popular- leer para creer. La periodista inglesa Jenni Frazer informó en detalle acerca del inusual contenido de las ponencias.

Muhammed Anwar el-Sadat, sobrino del presidente egipcio que logró la paz con Israel, fue uno de los oradores principales. Reside en su país, donde lidera el Partido de la Reforma y el Desarrollo en el parlamento egipcio. Su ponencia abordó con gran realismo los acuerdos de paz de Egipto y Jordania con Israel, y concluyó que los tratados de paz esencialmente fracasaron debido a que “se pensó muy poco sobre cómo convertir una paz de las élites en una paz de los pueblos”. Lamentó la “tendencia revivida a demonizar a israelíes y judíos en general en Egipto” y criticó a los medios masivos de comunicación de su país, los que con respaldo oficial, “han instalado el miedo y la paranoia en las mentes de la población, y han creado una brecha entre las poblaciones de los dos países”.

Sami Abdul-Latif Al-Nisf, ex ministro de información de Kuwait, quien vive allí, sacudió al auditorio con un discurso de una sinceridad demoledora. Aseguró que había sido un error “insistir en que Israel es un estado racista de apartheid cuando claramente no lo es. Al comienzo de su inmigración a Palestina, los judíos no trataron a los árabes como los blancos trataron a los pueblos indígenas de América, Sudáfrica y Rhodesia. Nunca ha habido instalaciones públicas segregadas en Israel, ni ninguna cuestión de derechos democráticos básicos denegados a los ciudadanos árabes de Israel. Basta de esta farsa ridícula”. No se inhibió de criticar a los palestinos por idolatrar al terrorismo al creer que “los fines justifican los medios y, por lo tanto, no mostrar arrepentimiento por el secuestro de aviones, barcos y autobuses, el bombardeo de aeropuertos y embajadas y, en general, el asesinato de inocentes mediante ataques terroristas. Otros movimientos de liberación, como en Argelia y Sudáfrica, no privilegiaron tales métodos, y las organizaciones palestinas que lo hicieron -desde las de Abu Nidal hasta las de George Habash- nunca fueron criticadas públicamente por el daño infligido a la causa palestina”.
La abogada egipcia Eglal Gheita, residente en Londres, lidió con el movimiento Boicots-Desinversión-Sanciones (BDS) bajo el trasfondo de la historia de los boicots árabes contra Israel. “Uno podría pensar que, con tal historial compilado durante más de medio siglo, la ilógica de boicotear a Israel se habría vuelto clara”. Agregó que este movimiento, al no concitar apoyo unificado de los estados árabes, buscó respaldo entre los sectores de la izquierda radical antisionista de Occidente. “El boicot original fue explícito sobre su objetivo de extirpar a Israel como estado judío; el movimiento BDS en general mantiene el mismo objetivo” anotó, y destacó el absurdo subyacente en esa campaña hostil: “Vea un video de un mitin de BDS, y existe una buena posibilidad de que el metraje se haya tomado en un dispositivo que utiliza tecnología israelí: el boicot se rompe antes de que comience”.

El jeque libanés Saleh Hamed clausuró el encuentro con un alegato que no habrá causado ninguna gracia a los poderes de Irán y Hezbolá en su país. “No negamos los derechos de los judíos a tener un país porque son una nación” lanzó, ellos “tienen su religión, idioma, cultura, arte y patrimonio”. Al recordar las expulsiones de los judíos libaneses tras el establecimiento de Israel, los llamó a “regresar al Líbano, recuperar sus hogares y vivir al lado de musulmanes y cristianos y todos los constituyentes del mosaico libanés” y añadió: “Necesitamos que los judíos del mundo árabe sepan que necesitamos sus esfuerzos y presencia, porque la construcción de la nación no está completa sin ellos”.

Del lado palestino hizo acto de presencia el académico Mohammed Dajani, un ex combatiente de Fatah que tuvo prohibido el ingreso a Israel durante 25 años. Había conmocionado al mundo árabe y palestino en el 2014 al llevar a un grupo de treinta estudiantes de la Universidad Al-Quds a Auschwitz, quienes fueron guiados por dos sobrevivientes judíos del Holocausto. Aquél viaje era parte de un programa conjunto sobre “Reconciliación y resolución de conflictos” con la Universidad Friedrich Schiller de Alemania y la Universidad Ben-Gurion de Israel. Mientras el grupo palestino visitó un campo de concentración nazi, el grupo israelí visitó un campo de refugiados palestinos al sur de Belén. Dajani perdió su empleo por ello, su auto fue incendiado y su persona socialmente repudiada. Con un coraje de acero, durante su presentación en Londres propuso crear un programa de postgrado panárabe centrado en la educación para la paz.
Además, el sudanés Ismail Sayyid Ahmed pidió que se inicien diálogos de acercamiento entre árabes e israelíes. La emiratí Maryam al-Ahmedi, activista por los derechos de las mujeres, y la periodista saudita Sakina Mushaykis, instaron a crear lazos de la colaboración cultural con el estado judío, con producciones cinematográficas conjuntas o festivales de música. Delegados iraquíes, argelinos y tunecinos pidieron reconectarse con israelíes cuyas familias eran oriundas de esos países. En un mensaje de video, el ex premier británico Tony Blair subrayó que “las realidades geopolíticas de la región requieren la integración de Israel en la región” y felicitó a los congregados por su valentía y “nueva visión acerca de la construcción de la paz”. El evento contó con el patrocinio del Centro para las Comunicaciones de la Paz, asentado en Estados Unidos.

¿Triunfará este proyecto? La semilla que estos árabes honorables han plantado tiene el potencial de germinar hacia la paz. Su constitución, en cualquier caso, ya es una victoria enorme.