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El País (Uruguay)

El País (Uruguay)

Por Julián Schvindlerman

  

Enrevista de Julián Schvindlerman con El País (Uruguay) – 28/06/24

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Por Carlos Ríos

Profesor titular en la carrera de Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Palermo (Argentina), profesor invitado en la Universidad Hebraica (México) y autor de cinco libros, Schvindlerman es un analista político argentino experto en Medio Oriente. Esta semana estuvo en Montevideo para brindar la conferencia “La Guerra Hamás- Israel. Repercusiones regionales y globales”, invitado por instituciones judías uruguayas. Schvindlerman habló con El País sobre esa guerra provocada por el ataque terrorista de Hamás, y de la creciente tensión con Hezbolá.

-Desde el día del ataque de Hamás el 7 de octubre, el gobierno israelí se fijó tres objetivos: recuperar a los rehenes, eliminar a Hamás y asegurarse de que Gaza no vuelva a ser una amenaza militar. ¿A cuánto se está de cumplirse esos objetivos?

-Los objetivos declarados públicamente por el gobierno israelí fueron efectivamente esos. Al momento no están cumplidos completamente ninguno de los tres. Gaza sigue siendo una amenaza, y lo será incluyo pos Hamás, que es el problema más complejo de los tres. En el tema de los rehenes, hubo algunos liberados, pero hay más de 100 israelíes secuestrados en Gaza. Y en relación a la eliminación de Hamás, todavía no se ha logrado. Hubo fuertes golpes contra Hamás, la mayoría de sus batallones fueron destruidos, y se habla de que casi la mitad de su fuerza militar fue diezmada. Pero son tantos los factores que intervienen que es muy difícil imaginar cuándo el gobierno decidirá frenar la campaña. Lo que sí es cierto es que hace unos días el primer ministro Netanyahu dijo que había reducido significativamente la presencia de soldados en Gaza para orientarse hacia la amenaza que representa Hezbolá en el norte.

-Netanyahu dijo que si Israel se lo propone, puede acabar militarmente con Hamás en pocos días. ¿Hamás es solo una amenaza militar?

-Vayamos a la génesis de su historia. Hamás nació generando mucho apoyo en el pueblo gazatí a fines de los años 80, porque nace como un movimiento religioso, social y educativo. El tema es que con el tiempo se transforma en un grupo terrorista. El debate que está ahora en Israel es si la ideología yihadista que encarna Hamás se pueda erradicar. Puedes destruir a Al Qaeda, a Boko Haram o ISIS, pero la ideología yihadista que los anima es otro nivel de complejidad. Hamás como grupo terrorista es eliminable. Pero la ideología yihadista es un combate cultural muy a largo plazo, que no solo involucra a Israel; es un tema más internacional.

-El ataque de Hamás se da cuando las negociaciones por los acuerdos de Abraham venían muy avanzadas, y se estaba a punto de firmar con Arabia Saudita. ¿Hubo un intento de Hamás de boicotear esos acuerdos o el ataque estaba planificado con o sin acuerdos?

-Creo que las dos cosas. Por un lado, Hamás planeó el ataque con mucha antelación. A la vez le sirvió a Irán y a Hamás por lo menos para postergar, dañar o entorpecer este proceso de acercamiento sustancial. Si bien ya existían acuerdos con países árabes -Egipto y Jordania-, un intento de negociación diplomática con los palestinos y los pactos de Abraham que normalizan lazos con otros cuatro países árabes, Arabia Saudita por ser el custodio de Meca y Medina, un país árabes musulmán, hiper prominente religiosa, política y económicamente, hubiera validado la integración regional de Israel de una manera realmente importante. Además hay otro punto, Irán tiene como máximos enemigos en términos geopolíticos a EE.UU al que llama “el gran Satán”, a Israel que llama “el pequeño Satán” y a Arabia Saudita que es el bastión del sunismo árabe. Irán es un país no árabe bastión chiita. De manera que eran los tres máximos enemigos formando una alianza. Así que son las dos cosas.

-¿Cuál es el papel de Irán en Medio Oriente, además de apoyar a Hamás y a otros grupos enemigos de Israel?

-Irán financia en torno a 100 millones de dólares anuales a Hamás; le da mucho más a Hezbolá. Es una república islámica fundamentalista desde 1979 con la revolución de Jomeini, que tiene una estrategia de subversión regional. De hecho en la Constitución iraní se pide la exportación de su “revolución”. Irán hoy es una gran fuerza desestabilizadora regional. Es un actor central que en algún momento va a tener una confrontación directa con Israel. Como decía el exprimir ministro israelí Naftali Bennett, podemos luchar contra los tentáculos hasta un punto, pero al pulpo en algún momento habrá que confrontarlo.

-¿Cómo explica que Irán, que financia a grupos terroristas en Medio Oriente, no reciba las condenas que recibe Israel en medio de la guerra contra Hamás? Por ejemplo, en la ONU Israel ha sido muy cuestionado.

-Hace poco cuando murió en un accidente aparente el expresidente iraní Ebrahim Raisi, el Consejo de Seguridad y la Asamblea General de la ONU hicieron un homenaje, un minuto de silencio, a un hombre que en los años 80 mandó ejecutar a miles de disidentes, y reprimió con brutalidad las manifestaciones por la muerte de la joven Mahsa Amini, que por tener mal puesto el velo fue molida a palos en una comisaría. Es extrañísima la actitud de la ONU. La realidad es que la ONU hace tiempo que quedó de alguna manera cooptada por un montón de países que no tienen una cosmovisión liberal democrática pro occidental. Es sumamente lamentable que una institución con ideales nobles, con principios fundacionales muy buenos, terminó corrompida ideológicamente y políticamente al servicio de un montón de dictaduras. Esto explica la cantidad de resoluciones que hay contra Israel y casi nula atención a la situación de derechos humanos reales en otras partes del mundo.

-A partir de la guerra en Gaza, Israel ha tenido crisis diplomáticas con varios países. En América Latina esas crisis de dieron con países que tienen gobiernos de izquierda, como Brasil y Colombia. ¿Se puede identificar a la izquierda latinoamericana con la “causa palestina”, o son casos puntuales y no podemos generalizar?

-Creo que se puede generalizar, porque la evidencia está presente. La abrumadora mayoría de los países que están gobernados por partidos de izquierda -no una izquierda centrista sino tirando a cierto extremo- es totalmente pro palestina. Éste Lula claramente volvió recargado, como aliado de Rusia, muy cercano a China, muy anti sionista. Me parece que se corrió muy al extremo. Petro sí, claramente está en un extremo. Y Boric parece más equilibrado. De manera que yo diría que hay un fenómeno hoy en día donde mayormente la izquierda tiende a ser más pro palestina y anti israelíes. Y la derecha hoy está siendo más pro israelí. El fenómeno se viene dando en todos los continentes.

-¿Esto se da porque en Israel gobierna la derecha con Netanyahu? ¿Qué pasaría con un gobierno de otro color político?

-Se moderaría un poquito, pero no sustancialmente. Porque en rigor todo depende de qué políticas adopte el gobierno israelí, sea de izquierda o de derecha. Netanyahu tuvo muchos años en el poder, generó muchos enemigos y muchas antipatías mundiales, entonces es una figura un poco desgastada. Pero la realidad es que hubo instancias históricas de partidos de la izquierda israelí tomando decisiones similares a las que hoy serían decisiones de derecha, y fueron universalmente castigados. Supongamos que no está Netanyahu y sí Yair Lapid, que es de la centroizquierda israelí y hubiera respondido militarmente en Gaza, la reacción internacional igual hubiera sido contraria.

-¿Es sostenible el actual gobierno del primer ministro Netanyahu o cómo reclama la oposición hay que convocar a elecciones?

-Es un tema muy delicado. Porque hubo una elección y se eligió a Netanyahu democráticamente. Entonces, pedir el cambio de gobierno cuando no se cumple el ciclo es cuestionable. Por otro lado es cierto que ocurrió un hecho que cambia todo y que ha generado tensiones absolutamente inusitadas en la sociedad israelí, empezando por el tema de los rehenes que es desgarrador para las familias. Prefiero no tomar postura, simplemente presentar el escenario de que lo que está en confrontación es la existencia de una elección libre, transparente y legítima y un mandato que se debe cumplir, versus el argumento de que hay una situación de excepción que requiere una acción de excepción.

Conferencias destacadas

Entrevista de Julián Schvindlerman con Sebastian Galiani – 20/06/24

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Tema: Israel y los tres círculos de conflictividad: islámico, árabe y palestino – Parte 3

Sebastián Galiani fue viceministro de economía de la República Argentina. Es profesor en la Universidad de Maryland (EE.UU.) y obtuvo su doctorado en la Universidad de Oxford. Entre sus previos entrevistados están Nicolas Dijovne, Federico Sturzenegger, Domingo Cavallo, Laura Alonso, Sergio Berensztein, Fabián Calle y otros.

Perfil, Perfil - 2024

Perfil

Por Julián Schvindlerman

  

El cuestionable homenaje de la ONU por la muerte del presidente de Irán – 08/06/24

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Por Julián Schvindlerman
Perfil – 8/6/2024

https://www.perfil.com/noticias/elobservador/el-cuestionable-homenaje-de-la-onu-por-la-muerte-del-presidente-de-iran.phtml

Geopolíticamente hablando, este año viene agitado y, entre tanto acontecimiento internacional, solo recibió un tratamiento efímero un hecho que merece su debida atención: el minuto de silencio que las Naciones Unidas llevó adelante en honor al presidente de la República Islámica de Irán, Ebrhaim Raisi, tras su fallecimiento en un accidente aéreo el 20 de mayo pasado.

El Consejo de Seguridad del organismo realizó un acto conmemorativo el mismo día de su muerte. El presidente rotativo del organismo, Pedro Comissário Afonso, embajador de Mozambique, pidió a los miembros ponerse de pie y guardar silencio “en recuerdo de la pérdida de vidas, en un accidente del presidente de la República Islámica de Irán, Ebrahim Raisi y su equipo”. 

Se levantaron los presentes, entre ellos, las delegaciones de EE.UU., Reino Unido, Francia y Suiza. Diez días después, el 30 de mayo, la Asamblea General de la ONU organizó su propio acto de recordación. UN Press, que se encarga de cubrir las actividades de la organización, detalló la ceremonia en su portal, con el título “La Asamblea General rinde homenaje al difunto presidente de Irán y elogia su liderazgo visionario y sus contribuciones al multilateralismo y el desarrollo”. Vale la pena advertir qué se dijo allí.

Penas equivocadas. Concluido el minuto de silencio, el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, dijo que Raisi “dirigió a Irán en un momento difícil para el país, la región y el mundo”. Dennis Francis, el enviado de Trinidad y Tobago, quien presidía la Asamblea General, trasladó “nuestras más sentidas condolencias al gobierno y al pueblo de Irán”, recordando que Raisi “lideró la contribución de su país a la configuración de los principios de nuestro sistema multilateral y de la cooperación internacional”. Hablando en nombre del Grupo Africano, el representante de Burundi señaló que el mandatario iraní “fue un líder visionario”, dedicado a los principios de hermandad, solidaridad y multilateralismo. En nombre de la Organización de Cooperación Islámica (OCI), el representante de Pakistán recordó “las contribuciones históricas del difunto presidente a la visión y misión de ese organismo”. En nombre del Movimiento de Países No Alineados, el representante de Uganda destacó que Raisi desempeñó un papel decisivo en el fortalecimiento de la cooperación entre los miembros del bloque y destacó su “visión y liderazgo”.

Sumaron sus elogios al difunto presidente el representante de Haití, quien habló en nombre del Grupo de Estados de América Latina y el Caribe (Grulac, el representante de Qatar, quien lo hizo por el Consejo de Cooperación del Golfo, y el representante de Vanuatu, por el Grupo de Estados de Asia-Pacífico. 

El embajador de Irán agradeció a todos los oradores y señaló que el presidente Raisi y el ministro de Relaciones Exteriores que también murió en el accidente, estuvieron abocados a “promover la paz, la estabilidad y la seguridad sostenible en nuestra región y más allá”. Ningún delegado de países occidentales habló en el homenaje. Algunos, como Francia y Estados Unidos, no enviaron representantes. La sala se veía bastante vacía.

Por su parte, el embajador del Estado de Israel, Gilad Erdan, protestó con indignación: “¡La ONU fue fundada para prevenir atrocidades, pero hoy saluda a los dictadores asesinos en masa!”. Antes había criticado al Consejo con ironía: “¿Qué hará a continuación? ¿Dedicará el Consejo un momento de silencio para conmemorar a Hitler?”.

El verdadero Raisi. Estos homenajes fueron celebrados en honor a un hombre apodado “el Carnicero de Teherán” por su papel en la supervisión de las ejecuciones masivas de miles de personas en 1988; quien reprimió con brutalidad a mujeres y estudiantes que protestaron por el asesinato de la joven Mahsa Amini por usar incorrectamente el velo impuesto por su régimen (sus policías mataron a más de quinientos iraníes y arrestaron a más de 22 mil); quien preside un gobierno que ejecuta homosexuales y opositores; quien niega el genocidio judío durante la Segunda Guerra Mundial; quien respalda a movimientos terroristas en Yemen, Líbano, Irak y Gaza.

Quien financió con cien millones de dólares anuales al movimiento fundamentalista palestino Hamas (grupo que el pasado 7 de octubre asesinó a alrededor de 1.200 israelíes en territorio israelí y secuestró hacia Gaza a más de 250); quien gobernó el país mientras enriqueció uranio a niveles aptos para uso militar, a pesar de alegar un fin exclusivamente civil; quien proveyó de drones a Rusia para atacar ciudades en Ucrania; y quien lanzó un masivo ataque con misiles cruceros y balísticos contra Israel unas semanas atrás.

Una desdichada historia. Debe notarse, además, que esta es la misma ONU cuyo principal órgano judicial, la Corte internacional de Justicia, hoy presidida por Nawaf Salam –un político libanés que fue representante de aquel país árabe ante las Naciones Unidas–, está ponderando si Israel es un estado genocida. Y que el exsubsecretario general de las Naciones Unidas, el británico-musulmán Karim Ahmad Khan, quien como fiscal de la Corte Penal Internacional acaba de emitir órdenes de arresto contra el primer ministro y el ministro de Defensa israelíes (así como contra tres líderes de Hamas, pero pocos observadores informados creen que la medida no sea verdaderamente contra Israel). Un dato de su biografía: Khan fue abogado defensor del expresidente de Liberia Charles Taylor, condenado a 50 años de prisión por crímenes de guerra, y de Saif al Islam Gadafi, hijo del infame tirano de Libia.

Las Naciones Unidas acusa varios precedentes de debacles morales. Desde haber tenido como secretario general al austríaco Kurt Waldheim, de quien luego se supo, había sido un oficial nazi; hasta haber invitado a disertar a su Asamblea General a Yasser Arafat, entonces un terrorista declarado. Desde haber elevado a su secretaría general a Kofi Annan, quien había fracasado como subsecretario general para operaciones de paz cuando ocurrieron las masacres de Bosnia y Ruanda, hasta haber permitido que la Unrwa en Gaza, su agencia para la protección de refugiados palestinos, haya sido enteramente infiltrada por terroristas de Hamas. Su minuto de silencio en honor a uno de los más despiadados tiranos contemporáneos, es un nuevo nadir en su desdichada historia institucional.

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Por Julián Schvindlerman

  

Acerca del nuevo libro Papa Francisco: Mi vida. Mi historia a través de la Historia (Madrid: Harper Collins, 2024) – 04/05/24

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La meditación de Francisco sobre la dimisión y la figura de Benedicto XVI

Por Julián Schvindlerman
Libertad Digital (España) – 4/5/2024

https://www.clublibertaddigital.com/ideas

En una autobiografía de reciente publicación, Papa Francisco: Mi vida. Mi historia a través de la Historia -de la pluma del actual pontífice en coautoría con Fabio Marchese Ragona, vaticanista del grupo de televisión Mediaset- el Papa Francisco relata el sendero de su vida en tanto se cruza con hechos relevantes de la historia mundial. En la interacción, Francisco reflexiona sobre el Holocausto, las bombas atómicas, la Guerra Fría, el primer alunizaje, la dictadura militar en la Argentina, el surgimiento de la Unión Europea, los ataques terroristas del 11S y la pandemia de COVID, entre otros asuntos. Aquí me centraré en el capítulo dedicado a la dimisión de su predecesor Benedicto XVI y en la mirada que el actual pontífice brinda acerca de esa renuncia y de la ulterior muerte del Papa alemán.

Sede vacante.
A lo largo de la historia católica, varios pontífices renunciaron forzosamente al ejercicio papal. El caso más dramático fue el de San Clemente I, quien renunció en el año 96 y al año siguiente fue arrojado al Mar Negro encadenado a un ancla. El Papa San Ponciano abandonó el trono de San Pedro en el siglo III. El Papa San Silverio en el siglo VI fue depuesto por el general bizantino Belisario y renunció. En el 654 renunció el Papa San Martín, también tras ser depuesto y, en su caso, deportado. En el siglo XI el Papa Benedicto IX renunció y se retiró al monasterio de Grottaferrata como penitente. En 1294 fue el turno del Papa Celestino V, quien dejó el oficio por incapacidad, aunque inducido por el cardenal Benedicto Caetani. “En el Vaticano corrían rumores de que, por la noche, el papa Celestino oía la voz de un ángel que le pedía que abdicara de su cargo y que, en realidad, era Caetani quien le hablaba a través de un agujero en la pared”. Tras la dimisión, éste asumió como el nuevo Papa con el nombre de Bonifacio VIII. El Papa Gregorio XII renunció en 1415 y Clemente VIII lo hizo en 1429.

El 11 de febrero de 2013, Benedicto XVI sorprendió al mundo al anunciar su renuncia al papado. Dirigiéndose en latín a los cardenales en la Sala del Consistorio del Palacio Apostólico, afirmó:

“para gobernar la barca de San Pedro y anunciar el Evangelio es necesario también el vigor, tanto del cuerpo como del espíritu; vigor que en los últimos meses ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado. Por esto, siendo muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma…”.

Poco más de dos semanas después, el 28 de febrero, Benedicto XVI salió al balcón de la residencia pontificia de Castel Gandolfo para dar su último discurso como Sumo Pontífice:

“Sabéis que para mí este es un día distinto de otros anteriores. Ya no soy Sumo Pontífice de la Iglesia Católica. Todavía lo seré hasta las ocho de esta tarde, después ya no. Soy simplemente un peregrino que empieza la última etapa de su peregrinación en esta tierra”.

La dimisión de Benedicto XVI marcó la primera renuncia libre en la historia papal, la primera renuncia no inducida por rivales o con el fin de resolver un cisma. Fue, en palabras del vaticanista español Javier Martínez-Brocal, “una novedad absoluta”. Así, a casi seis siglos de la previa renuncia pontificia y marcando terreno inédito, Ratzinger conmovió al mundo católico, cristiano y seglar con su impactante determinación. Con la última campanada de las 20h, las puertas del palacio se cerraron y culminó su papado. “Ratzinger, de 85 años, se marcha como vivió, solo” esbozó Pablo Ordaz en El País de España.

Primeras reacciones.
Con la conclusión del discurso, el todavía arzobispo porteño Jorge Bergoglio relata en su nuevo libro que se acercó a saludar el Papa “como los demás hermanos cardenales, y le agradecí todo lo que había hecho. Fue muy amable y también me agradeció haber ido a la audiencia. A las ocho en punto inició el período de sede vacante: la Iglesia ya no tenía papa”. Francisco se mostró comprensivo con la decisión de su predecesor: “Sin duda, Benedicto debió meditar y rezar mucho antes de tomar aquella histórica y valiente decisión”.

La renuncia de Benedicto fue aplaudida por muchos como un acto franco de reconocimiento de las propias limitaciones y un gesto valiente que preservaba a un hombre mayor al borde de sus capacidades, a la vez que protegía a una Iglesia necesitada de un líder colmado de vigor para guiar a más de mil millones de fieles en todo el mundo. En primera plana, el diario vaticano alabó la “desconcertante dignidad” con la que Benedicto había procedido. Otros lo vieron como una abdicación inconcebible al trono de San Pedro y un abandono de sus obligaciones papales. Dado que Ratzinger permaneció con vida por casi una década adicional y continuó escribiendo durante este período, hubo cuestionamientos a las razones esgrimidas para desistir del rol pontificio. Cuando el Trono de Pedro fue ocupado por el nuevo Papa Francisco -“el pontífice más progresista en medio siglo” según The Economist- los críticos conservadores de Ratzinger se sintieron singularmente decepcionados por la consecuencia infeliz de la abdicación papal.

Esto dio lugar a una inédita convivencia de dos pontífices en la Ciudad del Vaticano: el Papa renunciante y el nuevo líder supremo de la Iglesia Católica, Francisco; conservador uno, progresista el otro. Benedicto XVI siguió vistiendo de blanco y parecía cómodo con el mote de “Papa emérito” pero nunca desafió públicamente a Francisco por discrepancias ideológicas, aun cuando continuó escribiendo y, ocasionalmente, disertando o dando entrevistas. Salvo una famosa excepción: cuando se publicó un libro suyo en coautoría con el cardenal africano Robert Sarah, prefecto de la Congregación del Culto Divino, en el 2020, a favor del celibato sacerdotal en momentos en los que el nuevo Papa se mostraba dispuesto a permitir el casamiento de sacerdotes del rito latino. Las críticas no tardaron en emerger, forzando al Papa emérito a retirar su firma de esa obra.

En su autobiografía, Bergoglio aborda las controversias que surgieron entre ellos: “…me entristeció ver que, con los años, su figura de papa emérito ha sido instrumentalizada con fines ideológicos y políticos por gente sin escrúpulos que, al no haber aceptado su renuncia, quizá pensó en su propio beneficio y en sus propios intereses, subestimado la dramática posibilidad de una fractura en el seno de la Iglesia”, y lamentará que “por desgracia” en los años siguientes a la renuncia pontificia “no faltaron polémicas que nos hicieron daño a los dos”. Una de las más conocidas controversias involucró al entonces secretario personal del papa alemán, Georg Gänswein, cuyo libro crítico (con un capítulo dedicado al vínculo entre ambos papas) salió el día del funeral de Benedicto XVI. “Que el día del sepelio se publique un libro que me pone de vuelta y media, contando cosas que no son verdad, es muy triste” dijo Francisco entonces.

Habemus Papam.
Pero esta historia comienza con el momento de la noticia bombástica de la abdicación en Roma y la toma de conocimiento de ella por parte de Jorge Bergolgio en Buenos Aires. Así se narra en el libro:

“Mientras tanto, en el despacho del arzobispo [de Buenos Aires] el teléfono sigue sonando.
-¿Diga?- responde el purpurado.
-Eminencia, soy Gerry [O´Connell], lo llamo desde Roma, espero no molestar. Abdicó el Papa…
Me quedé paralizado unos segundos, casi no podía creer lo que mi interlocutor me estaba diciendo por teléfono”.

El arzobispo porteño comprendió que debía viajar a Roma, aún cuando, admite, “yo trataba de ir lo menos posible al Vaticano. Sinceramente, prefería estar con mi gente, entre otras cosas, porque no me sentía muy a gusto viendo la pompa de esos palacios”. El arribo de los purpurados a un nuevo cónclave es un acontecimiento ampliamente cubierto por los medios de prensa del globo y seguido por millones. No obstante, Bergoglio se las ingenia para pasar desapercibido: “envuelto en su abrigo negro, llega solo, a pie, con el bolso en la mano y sin el solideo de color púrpura en la cabeza, cruzando la Plaza de San Pedro. Ni los fieles ni los periodistas lo reconocen y esto le permite llegar puntual, sin obstáculos”. Ante el colegio cardenalicio, Bergoglio cierra su breve mensaje con estas palabras: “Pensando en el próximo papa: un hombre que, a través de la contemplación de Jesucristo y de la adoración de Jesucristo, ayude a la Iglesia a salir de sí misma hacia las periferias existenciales, que la ayude a ser la madre fecunda que vive de la `dulce y reconfortante alegría de evangelizar´”.

Acota Francisco en Mi Vida: “¡Ese discurso fue mi condena! Menos de tres minutos que cambiaron mi vida. Al finalizar la alocución hubo un aplauso y más tarde me enteré que desde ese mismo momento había empezado a circular mi nombre”. El 13 de marzo de 2013, con la tercera votación, Bergoglio fue electo Sumo Pontífice de la Iglesia Católica. Él recuerda que el cardenal brasileño Cláudio Hummes lo besó y le pidió que no se olvide de los pobres. “Y entonces elegí el nombre que tendría como papa: Francisco. En honor a San Francisco de Asís”, anotó.

Francisco narra qué, tras ser elegido Papa y saludar a la feligresía en la Plaza de San Pedro, lo siguiente que hizo fue llamar por teléfono a su predecesor, quien no atendió al encontrarse mirando la fumata blanca por televisión junto a su secretario privado. “Una vez saludado al pueblo”, cuenta Francisco, “hice mi primera llamada al papa emérito. Quería darle las gracias una vez más por su trabajo, pidiéndole que rezara por mí y prometiéndole que iría a verlo pronto”. En varias ocasiones, Francisco visitó a Benedicto y en su primera conferencia de prensa, en un vuelo de regreso de un viaje a Río de Janeiro en julio de 2013, se refirió con calidez al vínculo que los unía: “es como tener el abuelo en casa, pero el abuelo sabio”. Aquí la cita ampliada:

“Hay algo que caracteriza mi relación con Benedicto: yo le quiero mucho. Siempre le he querido. Para mí es un hombre de Dios, un hombre humilde, un hombre que reza. Me alegré mucho cuando fue elegido Papa. También cuando dimitió fue un ejemplo de grandeza. Un grande. Sólo un grande hace esto […] Es como tener el abuelo en casa, pero un abuelo sabio”.

Aunque nunca lo dijo en público, Benedicto no halló del todo alegre la mención. Cuando Francisco reiteró eso al año siguiente durante la celebración de la Jornada para la Tercera Edad en Roma, conforme informó la corresponsal en Italia del diario argentino La Nación, Ratzinger comentó a su secretario privado Georg Ganswein: “Bueno, en el fondo tenemos sólo nueve años de diferencia. Quizás era más correcto definirme ‘el hermano mayor’”.

El fallecimiento de Benedicto XVI.
El 31 de diciembre de 2022 L`Osservatore Romano informó que falleció Benedicto XVI, a los 95 años, a las 9:34h, en el monasterio Mater Ecclesiae, en los jardines vaticanos. “Benedicto XVI ha regresado a la Casa del Padre” declaró el diario oficial vaticano. Esa misma tarde, en su homilía de fin de año, dijo Francisco:

“Y hablando de amabilidad, en este momento, nuestro pensamiento se dirige espontáneamente a nuestro querido Papa emérito Benedicto XVI, que nos ha dejado esta mañana. Con emoción recordamos su persona tan noble, tan amable. Y sentimos tanta gratitud en el corazón: gratitud a Dios por haberlo dado a la Iglesia y al mundo; gratitud a él, por todo el bien que ha realizado, y sobre todo por su testimonio de fe y de oración, especialmente en estos últimos años de su vida retirada. Sólo Dios conoce el valor y la fuerza de su intercesión, de sus sacrificios ofrecidos por el bien de la Iglesia”.

Por voluntad de Benedicto, se invitó oficialmente tan sólo a las delegaciones de Alemania e Italia a su funeral solemne, las que fueron presididas por los presidentes respectivos Frank-Walter Steinmeier y Sergio Matarella. Otros dignatarios mundiales se hicieron presentes, como la reina Sofía de España. Los restos de Ratzinger fueron colocados en el centro de la plaza vaticana, donde casi 200.000 personas le dieron su último adiós, tras lo cual fueron introducidos en un féretro de madera. Francisco inauguró la celebración fúnebre ante unos 130 cardenales, 400 obispos y 3700 sacerdotes. Tal como vaticanistas señalaron, era la primera vez en la historia contemporánea que un Papa era despedido por otro Pontífice. (En 1802 el Papa Pío VII participó del funeral de su predecesor, Pío VI, fallecido en 1799 en el exilio en Francia). Durante la Misa Exequial, Francisco destacó la “sabiduría, delicadeza y entrega” del pontífice fallecido y declaró:

“También nosotros, aferrados a las últimas palabras del Señor y al testimonio que marcó su vida, queremos, como comunidad eclesial, seguir sus huellas y confiar a nuestro hermano en las manos del Padre: que estas manos de misericordia encuentren su lámpara encendida con el aceite del Evangelio, que él esparció y testimonió durante su vida (cf. Mt 25,6-7)”.

Y concluyó: “Benedicto, fiel amigo del Esposo, que tu gozo sea perfecto al oír definitivamente y para siempre su voz”.

Las palabras de despedida de Francisco no fueron bien recibidas entre los fieles conservadores que vieron en Benedicto XVI a su emblema moral. La homilía versó principalmente sobre la figura de Jesús y muy poco sobre la vida y obra del Papa Emérito. De hecho, Francisco nombró explícitamente a Benedicto una única vez, en el último párrafo de su homilía. Fue muy distinta de la homilía generosa que el cardenal Ratzinger pronunció en el funeral de Józef Wojtyla en 2005, al alabar profusamente la figura de Juan Pablo II. “Uno casi tiene la sensación de que esta es una homilía fúnebre genérica que ha sido ligeramente adaptada para Benedicto XVI”, apuntó el vaticanista John Allen. Rod Dreher, un cristiano ortodoxo oriental conservador, tuiteó: “Qué acto vergonzoso. Una señal de una inmensa falta de respeto”. David Quinn, director del Instituto Iona de Irlanda, también conservador, acotó con sarcasmo: “Comentarios muy discretos, de acuerdo”.

Los días posteriores al fallecimiento del Papa emérito, el Vaticano, lejos de paralizarse, siguió con sus asuntos en curso. Francisco se mantuvo en agenda: se reunió con el embajador saliente de Corea del Sur y los organizadores de un premio para promover la fraternidad humana. Dio su audiencia pública semanal a los peregrinos, aunque recordó a Benedicto. El día del funeral las oficinas del Vaticano permanecieron abiertas, y se les permitió asistir a la misa fúnebre solo a los empleados no esenciales. Los Museos Vaticanos y la farmacia vaticana no tenían programado cerrar por la tarde, pero la Capilla Sixtina no abrió sus puertas a turistas. Por su parte, el día del funeral, el diario oficial vaticano publicó el prólogo elogioso hacia Benedicto escrito por el Papa Francisco en el libro de la Librería Editora Vaticana Dios es siempre nuevo, que recoge el pensamiento espiritual del papa emérito.

Conclusión.
Papa Francisco: Mi vida. Mi historia a través de la Historia seguramente es un texto que refleja con fidelidad el sentir personal del actual Papa sobre el peculiar lazo con su predecesor. Es también un texto político, al echar luz sobre los pensamientos de un jefe de estado mundialmente influyente. Además, debe leerse en el contexto de una intensa disputa política entre progresistas y conservadores en el seno del Vaticano por los legados del difunto Benedicto XVI y del propio Francisco, ya octogenario y cursando su onceavo año de pontificado. Resulta claro que el segundo quiere dejar asentado su afecto y respeto por el primero. Tal como escribe: “[Benedicto] fue un gran Papa, humilde y sincero, que amó la Iglesia hasta el final”. Si este libro logrará apaciguar los rumores y las tormentas que todavía rodean la memoria del vínculo entre ambos papas, eso es harina de otro costal. Pero hay que reconocerle a Francisco el esfuerzo -declarado en la contratapa del libro como frase destacada- de intentarlo: “No hay que olvidar la lección más importante: podemos releer la historia de nuestra vida para hacer memoria y poder transmitir algo a quien nos escucha”.

The Times of Israel, The Times of Israel - 2024

The Times of Israel

Por Julián Schvindlerman

  

The Palestinians and 9/11: A Reminder to Columbia U. Anti-Israel Students – 27/04/24

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By Julian Schvindlerman
The Times of Israel – 27/4/2023

https://blogs.timesofisrael.com/the-palestinians-and-9-11-a-reminder-to-columbia-u-anti-israel-students

“Revolution until victory” reads one of the banners carried by the crowd on the campus of Columbia University in New York. “From the river to the sea, Palestine will be free” proclaims another. Keffyes, masks and Palestinian flags abound. American students march side by side with fellow Palestinians, Arabs and Muslims, united by a shared fury against the Jewish state. Do young Americans know that these romantic phrases are actually maximalist historical slogans of Palestinian nationalism? Do they understand that these are euphemisms for the destruction of Israel? Do they even have the slightest idea the company they are keeping as they play revolutionaries, sheltered in the comfort of their universities?

Forget the complex history of the Israeli-Palestinian conflict. Let us recall just one episode of the not-so-distant past common to the United States and the Palestinians. In this sense, it will be pertinent to review how a part of the Palestinian people responded to the 9/11 attacks carried out by Al-Qaeda almost 23 years ago. Were American students to pay attention to recent history, they should flee from these demonstrations at speedlight.

On the same day of the attack that killed almost three thousand Americans in a few hours, live images of Palestinians celebrating the terrorist attacks were broadcast on FOX NewsMSNBC and CNN. A Fox News anchor reported on the jubilee in East Jerusalem: “Look at this, we’re seeing people applauding, clapping, smiling, happy to know that thousands of Americans have died in this attack, and now we see a V sign held up to the camera”. An MSNBC journalist commented: “We have some video tapes, I understand that we are going to show you from the West Bank, these are Palestinian celebrations in the wake of Tuesday’s terrorist attack in the United States. Apparently, Palestinians took to the streets […] people were distributing candy to passers-by” and quoted a Palestinian woman who said that she was “happy” because “America is the head of the snake.” A CNN journalist reported: “One youth was quoted as saying as he received a sweet, sweet handed around in celebration, ‘this is a sweet from Osama Bin Laden,’ he said.”

Noting the political impact of these images, Palestinian President Yasser Arafat ordered that no one show signs of jubilation, warned Palestinian journalists (including those working for Western media outlets) not to cover the celebrations, and ordered his security forces to repress them.

Were the woke students reluctant to trust the established press of their homeland (although the testimonies are visual), I suppose they would believe an academic publication from the same university where they study. Cameron Brown, then assistant editor of the Columbia University journal The Middle East Review of International Affairs, published an essay in December 2001 documenting official and popular reactions to 9/11 in the Arab and Islamic world. It also contained information about the attitude of the Palestinian people.

“While some would later try to downplay these celebrations as having included but a handful of people”, he wrote, “multiple news sources reported roughly 3,000 people pouring into the streets of Nablus alone, distributing sweets to passers-by (a traditional gesture of celebration), chanting ´God is Great,´ honking horns, flashing the victory sign, carrying Palestinian flags, and shooting in the air. Similar, though in some cases much smaller, celebrations were also reported in Gaza, East Jerusalem, Bethlehem, Tulkarm, as well as the Palestinian refugee camps of Balata, Ayn al-Hilwe and Rashidiyeh. In addition, he provided the testimony of a 24-year-old Palestinian named Mustafa, who told a Reuters journalist, “I feel I am in a dream. I never believed that one day the United States would come to pay a price for its support to Israel.”

The Islamist movements were exultant, Brown observed. Three days after the attacks on American soil, around 1,500 Palestinians, mainly Hamas supporters, marched in a refugee camp in the Gaza Strip carrying a huge poster of Osama bin Laden. A member of the Palestinian Islamic Jihad, Abdullah Shami, declared: “What happened in the United States made us extremely happy.” In the Hamas Movement newspaper published in Gaza, al-Risala, Atallah Abu al-Subh, wrote: “We stand in line and beg Allah to give you to drink from the cup of humiliation –and behold, heaven has answered.”

The author cited a survey of Palestinian public opinion conducted by Bir Zeit University about three weeks after the attacks. “If it is proven that the party responsible for the attacks in New York and Washington is of Arab-Islamic descent, should these groups be seen as representing Arabs and Muslims as a whole?” the pollster consulted. It found that 50% of Palestinians answered yes, 43% thought that the attacks were “consistent with Arab interests,” and 26% of respondents believed the attack was consistent with Islamic law.

Brown made it clear that the reaction of the Palestinian government was different. Yasser Arafat told a group of Western journalists: “We are completely shocked. It’s unbelievable… We completely condemn this very dangerous attack.” In an ostentatious act of public relations, Arafat made sure to be photographed in a Gaza hospital donating blood for wounded Americans. In the afternoon, the Palestinian Authority organized a candlelight procession to the US consulate in East Jerusalem, and called for a midnight Christian-Muslim mass in Bethlehem to pray for the victims. A few days later, all Palestinian students observed five minutes of silence in schools. We are familiar with the legendary duplicity of the infamous Palestinian leader. Until the day of his death he would continue to praise bloodthirsty terrorists.

Why is it relevant to remember all this now? Well, we are seeing disconcerting scenes at Columbia and other US college campuses where Palestinian fanatics are accusing Israel of being genocidal while calling for genocide against Israelis, and we are seeing them angrily denouncing Israel for being apartheid while seeking to segregate Jews from the universities and Israel from the family of nations. At a time when Palestinian activists -and their Western henchmen- are distorting the present, it is timely to remind them of their past. This will matter little to the pro-Hamas Palestinian, Arab and Islamic radicals who are filling the American campuses with hate, but it should concern the Western useful idiots who support them. They ignore history at their own peril.

Version en Español:

Los palestinos y el 9/11: un recordatorio a los estudiantes antiisraelíes de Columbia U.

“Revolución hasta la victoria” reza una de las pancartas que carga la muchedumbre en el campus de la Universidad de Columbia en Nueva York. “Del río al mar, Palestina será libre” proclama otro. Abundan las keffyes, los pasamontañas y las banderas palestinas. Estudiantes estadounidenses marchan codo a codo con compañeros palestinos, árabes y musulmanes, unidos por una furia compartida contra el estado judío. ¿Saben los jóvenes americanos que esas frases románticas son en realidad slogans históricos maximalistas del nacionalismo palestino? ¿Comprenden que son eufemismos para la destrucción de Israel? ¿Tienen acaso la más mínima idea de en compañía de quien están jugando a la revolución, cobijados en el confort de sus universidades?

Olvídense de la historia compleja del conflicto palestino-israelí. Recordemos apenas un episodio del pasado no lejano común a Estados Unidos y los palestinos. En este sentido, será pertinente repasar de qué modo respondió una parte del pueblo palestino a los atentados del 9/11 realizados por Al-Qaeda casi 23 años atrás. Si prestaran atención a la historia reciente, los estudiantes norteamericanos debieran huir de esas manifestaciones a la velocidad de la luz.

El mismo día del atentado que mató a casi tres mil estadounidenses en pocas horas, imágenes en vivo de palestinos celebrando los ataques terroristas fueron transmitidas por FOX News, MSNBC y CNN. Un presentador de Fox News informó sobre el jubileo en Jerusalén Oriental: “Miren esto, estamos viendo gente aplaudiendo, con sus palmas, sonriendo, felices de saber que miles de estadounidenses han muerto en este ataque, y ahora ven un signo de V sostenido hacia la Cámara”. Una periodista de MSNBC comentó: “Tenemos algunas cintas de video, entiendo que les vamos a mostrar desde Cisjordania, les vamos a mostrar… estas son celebraciones palestinas a raíz del ataque terrorista del martes en los Estados Unidos. Al parecer Los palestinos salieron a las calles […] la gente distribuía caramelos a los transeúntes” y citó a una mujer palestina que dijo que estaba “feliz” porque “Estados Unidos es la cabeza de la serpiente”. Un reportero de CNN informó: “Un joven fue citado diciendo que recibió un dulce, dulce en la mano en celebración, `este es un dulce de Osama Bin Laden´, dijo”.

Tras advertir el impacto político de esas imágenes, el presidente palestino Yasser Arafat ordenó que nadie mostrara signos de júbilo, advirtió a los periodistas palestinos (incluidos los que trabajaban para medios de prensa occidentales) que no cubriesen esos festejos y ordenó a sus fuerzas de seguridad que las reprimiesen.

Si los alumnos woke se mostrasen reacios a confiar en la prensa establecida de su patria (aunque los testimonios son visuales), supongo que le creerán a una publicación académica de la misma universidad en la que estudian. Cameron Brown, entonces editor asistente de la revista de la Universidad de Columbia The Middle East Review of International Affairs, publicó un ensayo en diciembre de 2001 documentando las reacciones oficiales y populares al 9/11 en el mundo árabe e islámico. También contenía información sobre la actitud del pueblo palestino.

“Aunque algunos tratarían más tarde de restar importancia a estas celebraciones diciendo que sólo habían incluido a un puñado de personas” anotó, “múltiples fuentes de noticias informaron que aproximadamente 3.000 personas salieron a las calles de Nablus solamente, distribuyendo dulces a los transeúntes (un tradicional gesto de celebración), coreando ´Dios es grande´, tocando bocinas, haciendo el signo de la victoria, portando banderas palestinas y disparando al aire. También se reportaron celebraciones similares, aunque en algunos casos mucho más pequeñas, en Gaza, Jerusalén Este y Belén, Tulkarem, así como en los campamentos de refugiados palestinos de Balata, Ayn al-Hilwe y Rashidiyeh”. Además, brindó el testimonio de un palestino de 24 años llamado Mustafá, que dijo a un periodista de Reuters: “Siento que estoy en un sueño. Nunca creí que algún día Estados Unidos pagaría un precio por su apoyo a Israel”.

Los movimientos islamistas estaban exultantes, observó Brown. Tres días después de los ataques en suelo norteamericano, alrededor de 1.500 palestinos, principalmente partidarios de Hamas, marcharon en un campo de refugiados de la Franja de Gaza portando un cartel enorme de Osama bin Laden. Un miembro de la Jihad Islámica Palestina, Abdullah Shami, declaró: “Lo que pasó en Estados Unidos nos hizo extremadamente felices…”. En el periódico del Movimiento Hamas publicado en Gaza, al-Risala, Atallah Abu al-Subh, escribió: “Hacemos cola y rogamos a Alá que nos dé a beber de la copa de su humillación, y he aquí, el cielo ha respondido”.

El autor citaba una encuesta de opinión pública palestina realizada por la Universidad Bir Zeit unas tres semanas después de los ataques. “Si se demuestra que la parte responsable de los ataques en Nueva York y Washington es de ascendencia árabe-islámica, ¿se debe considerar que estos grupos representan a los árabes y musulmanes en su conjunto?” consultó la encuestadora. El 50% de los palestinos respondió que sí. El 43% opinó que los ataques eran “consistentes con los intereses árabes”. El 26% de los encuestados creía que el ataque era consistente con la ley islámica.

Brown se ocupó de aclarar que la reacción del oficialismo palestino fue distinta. Yasser Arafat dijo a un grupo de periodistas occidentales: “Estamos completamente conmocionados. Es increíble … Condenamos completamente este ataque tan peligroso”. En un ostentoso acto de relaciones publicaciones, Arafat se aseguró de ser fotografiado en un hospital de Gaza donando sangre para los heridos estadounidenses. Por la tarde, la Autoridad Palestina organizó una procesión con velas hasta el consulado de Estados Unidos en Jerusalén Oriental, y convocó a una misa cristiano-musulmana a la medianoche en Belén para orar por las víctimas. Unos pocos días después, todos los estudiantes palestinos guardaron cinco minutos de silencio en las escuelas. Conocemos la duplicidad legendaria del infame líder palestino. Hasta el día de su muerte siguió alabando a terroristas sanguinarios.

¿Por qué es relevante recordar todo esto ahora? Bueno, estamos viendo escenas desconcertantes en Columbia y otros campus universitarios de EE.UU. donde fanáticos palestinos están acusando a Israel de ser genocida mientras llaman por un genocidio contra los israelíes, y los vemos denunciar enojados a Israel de ser apartheid mientras pretenden segregar a los judíos de las universidades y a Israel de la familia de las naciones. En tiempos en los que los activistas palestinos -y sus secuaces occidentales- están distorsionando el presente, resultará oportuno recordarles su pasado. Esto poco importará a los radicales palestinos, árabes e islámicos pro-Hamas que están llenando de odio los claustros americanos, pero debiera preocupar a los tontos útiles occidentales que los respaldan. Éstos ignoran la historia a riesgo propio.

La Nación (Argentina)

La Nación (Argentina)

Por Julián Schvindlerman

  

Daniel Sabsay cita a Julián Schvindlerman en La Nación – 25/04/24

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https://www.lanacion.com.ar/opinion/genocidio-un-termino-que-se-ha-usado-con-clara-distorsion-nid25042024/

Genocidio, un término que se ha usado con clara distorsión

Se trata de aclarar el sentido del término “genocidio”, que es utilizado con clara distorsión. Recientemente, el reconocido analista internacional Julián Schvindlerman me pidió que comentara para la revista Coloquio el voto del juez Aharon Barak frente a la solicitud de Sudáfrica ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) para que Israel suspenda de inmediato toda acción militar en Gaza. La Corte señaló que “todas las partes en el conflicto en la Banda de Gaza están obligadas a actuar de conformidad con lo que establece el Derecho Humanitario Internacional”, lo cual, por supuesto, incluye a Hamas. El magistrado hace una consideración autobiográfica. Señala que la Convención para la Prevención y la Sanción del delito de Genocidio de 1948 ocupa un lugar muy especial en el corazón y en la historia del pueblo judío, tanto dentro como fuera de Israel. Recuerda que el término fue utilizado por primera vez por un abogado judío polaco, Rafael Lemkin, y la adopción de la Convención fue la resultante del deliberado y cuidadosamente planificado asesinato del seis millones de judíos durante el Holocausto.

Barak cuenta que tenía cinco años cuando el ejército alemán, como parte de la denominada Operación Barbarossa, ocupó Kaunas, en Lituania, la ciudad donde nació. En pocos días, la mayor parte de los 30.000 judíos que habitaban dicha ciudad fueron sacados de sus hogares e instalados en un gueto. “Éramos como sentenciados a muerte esperando nuestra ejecución. El 26 de octubre de 1941 se nos ordenó a los judíos trasladarnos a la plaza central, denominada Plaza de la Democracia (vaya paradoja). Alrededor de 9000 judíos fuimos arrastrados desde la plaza y ejecutados con ametralladoras”. Este estremecedor relato lleva a pensar en las peores atrocidades que el ser humano es capaz de cometer, y conecta con el “mal absoluto” de que habla tan magistralmente Hannah Arendt.

El régimen nazi imaginó e instrumentó un programa destinado a eliminar a aquellos que consideraba “extranjeros” raciales (judíos) y genéticos (discapacitados alojados en establecimientos psiquiátricos, muchos eran niños). Ellos determinaban quiénes merecían vivir y quiénes no, aunque fuesen arios. En nuestro Museo del Holocausto existe una exhibición dedicada a esos horribles hechos que llevaron al exterminio sistemático de 250.000 personas con discapacidad, y en el desarrollo de las cámaras de gas y la cremación de cuerpos, que luego fueron utilizadas contra los judíos durante el Holocausto.

Recientemente, el presidente Lula, de Brasil, hizo gala de un descarado antisemitismo cuando, en el marco de la 37ª Cumbre de la Unión Africana en Etiopía, comparó el Holocausto nazi, que costó seis millones de vidas judías, con la respuesta israelí al ataque del 7 de octubre de 2023. Esta espantosa declaración de un presidente de un país tan importante pone de manifiesto la ignorancia que se esconde tanto detrás del antisemitismo como de toda forma de discriminación.

Se trata de una comparación falsa. El Holocausto nazi fue una política sistemática de arrestar a los judíos y exterminarlos en campos de concentración, fue un genocidio, que, según las Naciones Unidas, se define como “actos cometidos con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal”. Israel ha declarado la guerra al grupo terrorista Hamas, no al pueblo palestino, para protegerse de nuevos ataques. Hamas, en cambio, tiene como política oficial la destrucción de Israel. En la actualidad en Israel hay 2,1 millones de palestinos y su número ha aumentado notablemente en las últimas décadas. Hay palestinos en el Congreso israelí (Knesset) y en la Corte Suprema. En territorio israelí se pueden practicar todas las religiones públicamente, algo muy raro en los países islámicos. Es de destacar que Hamas inició esta guerra. Es probable que el ejército israelí cometa excesos, como ocurre en toda guerra. Pero, a diferencia de Hamas, no ataca intencionalmente a civiles. Por el contrario, advierte a los civiles de Gaza que abandonen las zonas donde su ejército está por atacar.

La Corte Suprema de Justicia argentina, frente a delitos de lesa humanidad, ha determinado que, ante varias interpretaciones posibles de una norma, corresponde elegir siempre aquella que coincida con los derechos y principios reconocidos constitucionalmente. También ha dicho el tribunal que “en la interpretación de la ley no debe prescindirse de las consecuencias que se derivan de cada criterio, pues ellas constituyen uno de los índices más seguros para verificar su razonabilidad y su coherencia con el sistema en que está engarzada la norma”. También ha dicho que la hermenéutica de las normas constitucionales y legales no puede ser realizada por el intérprete en un estado de indiferencia respecto del resultado, y sin tener en cuenta el contexto social en que tal resultado fue previsto originariamente y habrá de ser aplicado al tiempo de la emisión del fallo judicial (Fallos: 324:2153).

El análisis solicitado por Coloquio me condujo a la observación de una de las actitudes más abyectas de que adolecemos los seres humanos: la discriminación. Eso, a partir del extraordinario voto del gran jurista Aharon Barak. Efectivamente, desde tiempos inmemoriales los hombres hemos rechazado por los más diversos motivos a quienes son “diferentes”. Pareciera que estos nos generasen temor o, según los casos, envidia, o que quisiéramos depositar en ellos todos los defectos por la dificultad de aceptarlos en nosotros mismos, debido a la condición imperfecta de los humanos.

Recientemente hemos visto varias películas dedicadas a la discriminación de los pueblos originarios en los Estados Unidos de Norteamérica. Conmueve muy hondamente el último film de Martin Scorsese, Los asesinos de la luna. Trata sobre la aparición de petróleo y gas en las reservas indígenas. Los blancos encontrarían el modo de apropiarse de la explotación de los hidrocarburos y para eso ponen en marcha una trágica estrategia encaminada a enfermar de diabetes a los aborígenes. La acción se tiñe de ambigüedad. El personaje que encarna Leonardo DiCaprio debe actuar sobre el de la actriz Lily Gladstone. El amor que se establece entre ellos consolida una pareja que tendrá varios hijos. El final es por demás terrible. Los hijos morirán como su madre y el personaje de DiCaprio es encarcelado de por vida por los crímenes cometidos. Una paradoja que pone de manifiesto que discriminar no solo daña al prójimo, sino que se proyecta sobre nosotros mismos.