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Página Siete (Bolivia)

Página Siete (Bolivia)

Por Julián Schvindlerman

  

Dos papas y el Islam – 09/12/14

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Al poco tiempo de su consagración en abril de 2005, Benedicto XVI disertó ante representantes de las comunidades musulmanas de Colonia, Alemania, y definió al terrorismo como “una opción perversa y cruel, que desdeña el derecho sacrosanto a la vida y corroe los fundamentos mismos de toda convivencia civil”. En ocasión de su habitual saludo al cuerpo diplomático, en enero de 2006, el Papa refirió al “…contexto mundial actual, en el cual sin duda se ha vislumbrado el peligro de un choque de civilizaciones. El peligro se hace más agudo por el terrorismo organizado, que se extiende ya a escala mundial”. Entre sus causas, el Papa aludió a “aberrantes concepciones religiosas” y agregó que “ninguna circunstancia puede justificar esta actividad criminal, que llena de infamia a quien la realiza y que es mucho más deplorable cuando se apoya en una religión, rebajando así la pura verdad de Dios a la medida de la propia ceguera y perversión moral”.

La elección de palabras del Sumo Pontífice -“Choque de civilizaciones”, “aberrantes concepciones religiosas”, “perversión moral”- presagió la identificación más directa que el Papa haría entre el Islam y la violencia en septiembre del mismo año, durante una clase magistral sobre fe y razón en la Universidad de Ratisbona en su Alemania natal, al recordar una cita medieval: “Muéstrame también lo que Mahoma ha traído de nuevo, y encontrarás solamente cosas malas e inhumanas, como su disposición de difundir por medio de la espada la fe que predicaba”. Aunque Benedicto había advertido segundos antes que esa frase contenía “una brusquedad que nos sorprende, brusquedad que para nosotros resulta inaceptable” la reacción en sectores de la comunidad islámica fue violenta. Musulmanes agraviados atacaron siete iglesias en la Franja de Gaza y Cisjordania y una en Basra, asesinaron a una monja italiana en Somalia y dos asirios en Irak, emitieron una fatua contra Benedicto XVI, realizaron manifestaciones públicas violentas, quemaron esfinges del Papa y llamaron a destruir cruces en Roma.

La tensión se fue disipando cuando tres meses más tarde el Papa viajó a Turquía y adoptó gestos conciliadores. Pidió por el ingreso de aquella nación a la Unión Europa, visitó una mezquita emblemática de Estambul, rezó en dirección a la Meca y vertió expresiones benignas hacia la religión mahometana.

Días atrás fue el turno de un nuevo Pontífice realizar una visita a Turquía, país en el que la comunidad cristiana cayó del 32% al 0,2% del total nacional en un siglo. El contexto mundial sigue estando afectado por el terrorismo de impronta islámica: el 80% de los atentados ocurridos durante el 2013 tuvo lugar en cinco naciones musulmanas -Afganistán, Irak, Nigeria, Pakistán y Siria- y el 66% de las víctimas fatales fue ocasionado por cuatro grupos fundamentalistas islámicos -Estado Islámico, Boko Haram, Talibanes y Al-Qaeda y afiliados-. El Papa se reunió con el presidente turco, recibió a refugiados y oró junto al mufti. En su vuelo de regreso a Roma, en diálogo con periodistas Francisco aseguró: “Yo le he dicho al presidente Erdogan que seria bonito que todos los líderes islámicos, ya sean líderes políticos o religiosos, digan claramente que condenan el terrorismo. La mayoría del pueblo islámico agradecería oír eso por boca de sus líderes religiosos, políticos y académicos. Todos nosotros necesitamos una condena mundial. Es importante que los islámicos que tienen una identidad digan que el Corán no es eso”.

Tal como su predecesor, Francisco ha puesto el dedo en la llaga. Sólo que sus modos afables y sus gestos simbólicos han atajado preventivamente cualquier indignación. Este es un Papa que postuló que “el Corán es un libro de paz” y que afirmó “no se puede decir que todos los islámicos son terroristas”, que lavó los pies a doce presos en una cárcel italiana -entre ellos los de una mujer musulmana- y que en ocasión de su primer mensaje a los musulmanes por el fin del Ramadán, en 2013, eligió saludarlos personalmente y no a través del Consejo Pontificio, como es usual: “Este año, el primero de mi Pontificado, he decidido firmar yo mismo este tradicional mensaje y enviároslo, queridos amigos, como expresión de estima y amistad por todos los musulmanes, especialmente aquellos que son líderes religiosos”.

Benedicto XVI y Francisco tienen estilos personales y pontificios diferentes. Vistos en un continuo histórico, sin embargo, la advertencia del primero en torno a la violencia perpetrada por extremistas en nombre del Islam y el llamado del segundo a que los moderados de esa fe los denuncien claramente, exponen un vector inequívoco en la diplomacia papal hacia el Islam, evidente para quien lo quiera ver.

Publicado originalmente en Infobae

Infobae, Infobae - 2014

Infobae

Por Julián Schvindlerman

  

Dos papas y el Islam – 07/12/14

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Al poco tiempo de su consagración en abril de 2005, Benedicto XVI disertó ante representantes de las comunidades musulmanas de Colonia, Alemania, y definió al terrorismo como “una opción perversa y cruel, que desdeña el derecho sacrosanto a la vida y corroe los fundamentos mismos de toda convivencia civil”. En ocasión de su habitual saludo al cuerpo diplomático, en enero de 2006, el Papa refirió al “…contexto mundial actual, en el cual sin duda se ha vislumbrado el peligro de un choque de civilizaciones. El peligro se hace más agudo por el terrorismo organizado, que se extiende ya a escala mundial”. Entre sus causas, el Papa aludió a “aberrantes concepciones religiosas” y agregó que “ninguna circunstancia puede justificar esta actividad criminal, que llena de infamia a quien la realiza y que es mucho más deplorable cuando se apoya en una religión, rebajando así la pura verdad de Dios a la medida de la propia ceguera y perversión moral”.

La elección de palabras del Sumo Pontífice -“Choque de civilizaciones”, “aberrantes concepciones religiosas”, “perversión moral”- presagió la identificación más directa que el Papa haría entre el Islam y la violencia en septiembre del mismo año, durante una clase magistral sobre fe y razón en la Universidad de Ratisbona en su Alemania natal, al recordar una cita medieval: “Muéstrame también lo que Mahoma ha traído de nuevo, y encontrarás solamente cosas malas e inhumanas, como su disposición de difundir por medio de la espada la fe que predicaba”. Aunque Benedicto había advertido segundos antes que esa frase contenía “una brusquedad que nos sorprende, brusquedad que para nosotros resulta inaceptable” la reacción en sectores de la comunidad islámica fue violenta. Musulmanes agraviados atacaron siete iglesias en la Franja de Gaza y Cisjordania y una en Basra, asesinaron a una monja italiana en Somalia y dos asirios en Irak, emitieron una fatua contra Benedicto XVI, realizaron manifestaciones públicas violentas, quemaron esfinges del Papa y llamaron a destruir cruces en Roma.

La tensión se fue disipando cuando tres meses más tarde el Papa viajó a Turquía y adoptó gestos conciliadores. Pidió por el ingreso de aquella nación a la Unión Europa, visitó una mezquita emblemática de Estambul, rezó en dirección a la Meca y vertió expresiones benignas hacia la religión mahometana.

Días atrás fue el turno de un nuevo Pontífice realizar una visita a Turquía, país en el que la comunidad cristiana cayó del 32% al 0,2% del total nacional en un siglo. El contexto mundial sigue estando afectado por el terrorismo de impronta islámica: el 80% de los atentados ocurridos durante el 2013 tuvo lugar en cinco naciones musulmanas -Afganistán, Irak, Nigeria, Pakistán y Siria- y el 66% de las víctimas fatales fue ocasionado por cuatro grupos fundamentalistas islámicos -Estado Islámico, Boko Haram, Talibanes y Al-Qaeda y afiliados-. El Papa se reunió con el presidente turco, recibió a refugiados y oró junto al mufti. En su vuelo de regreso a Roma, en diálogo con periodistas Francisco aseguró: “Yo le he dicho al presidente Erdogan que seria bonito que todos los líderes islámicos, ya sean líderes políticos o religiosos, digan claramente que condenan el terrorismo. La mayoría del pueblo islámico agradecería oír eso por boca de sus líderes religiosos, políticos y académicos. Todos nosotros necesitamos una condena mundial. Es importante que los islámicos que tienen una identidad digan que el Corán no es eso”.

Tal como su predecesor, Francisco ha puesto el dedo en la llaga. Sólo que sus modos afables y sus gestos simbólicos han atajado preventivamente cualquier indignación. Este es un Papa que postuló que “el Corán es un libro de paz” y que afirmó “no se puede decir que todos los islámicos son terroristas”, que lavó los pies a doce presos en una cárcel italiana -entre ellos los de una mujer musulmana- y que en ocasión de su primer mensaje a los musulmanes por el fin del Ramadán, en 2013, eligió saludarlos personalmente y no a través del Consejo Pontificio, como es usual: “Este año, el primero de mi Pontificado, he decidido firmar yo mismo este tradicional mensaje y enviároslo, queridos amigos, como expresión de estima y amistad por todos los musulmanes, especialmente aquellos que son líderes religiosos”.

Benedicto XVI y Francisco tienen estilos personales y pontificios diferentes. Vistos en un continuo histórico, sin embargo, la advertencia del primero en torno a la violencia perpetrada por extremistas en nombre del Islam y el llamado del segundo a que los moderados de esa fe los denuncien claramente, exponen un vector inequívoco en la diplomacia papal hacia el Islam, evidente para quien lo quiera ver.

Compromiso

Compromiso

Por Julián Schvindlerman

  

Castrillo mota de Judíos – 12/14

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La fundación de este pequeño pueblo español data de 1035 durante el reinado de Sancho III de Castilla, pero el primer documento que lleva por nombre Castrillo Matajudíos surgió entre 1620 y 1630. Su nombre infame puede remontarse a una matanza de judíos cuyos sobrevivientes se asentaron en los alrededores de Castrogeriz, donde fundaron una comunidad hebrea. Según algunos historiadores ella sería conocida posteriormente como el monte de los judíos, o Mota de Judíos. Otros historiadores elevaron la tesis de que Matajudíos alude directamente al pogromo original. Y aún otros sostienen que fueron los propios judíos -conversos forzados al cristianismo en el contexto de la Inquisición del siglo XV- quienes pusieron ese nombre en muestra de fervorosa lealtad a la nueva fe.

Con una superficie de poco más de veinte kilómetros cuadrados, una población de cincuenta y cinco habitantes y un presupuesto municipal menor al sueldo anual de un ejecutivo de línea media, de no ser por su curioso nombre con seguridad casi nadie fuera de España hubiera notado su existencia. Salvo por el hecho de haber tener un hijo ilustre -el compositor y organista del Renacimiento, Antonio Cabezón- nada descollaba en su entorno. En 1965, en coincidencia con los cuatrocientos años del nacimiento del músico, sus pobladores quisieron cambiar el nombre del pueblo al de Castrillo de Cabezón, pero la iniciativa no prosperó.

Afortunadamente, este año otra iniciativa del tipo sí triunfó. En un referéndum que contó 29 votos a favor, 19 en contra y cuatro anulados, sus habitantes decidieron modificar el nombre del pueblo a Castrillo Mota de Judíos, despojando así las nefastas asociaciones con el antisemitismo. Ahora la bandera y el escudo municipal, que llevan en su emblema una Estrella de David, sintonizarán con la nueva denominación.

El alcalde Lorenzo Rodríguez había anunciado que él renunciaría si el resultado no fuera favorable al cambio pues, según había dicho, a) ese no era el nombre original del pueblo y b) no reflejaba el genuino sentir de los vecinos. Miembros del Movimiento Social Republicano, ajenos a la localidad, buscaron sabotear la votación. La noche previa empapelaron el pueblo con carteles y pasquines contrarios a la modificación. Una pancarta ubicada en la Casa Consistorial decía: “Nuestra historia no se vota. ¡Castrillo Matajudíos no se toca!”. En el portal de ese movimiento político se proclamaba que “frente a los talibanes de la mal llamada democracia que tratan de borrar todo aquel rastro histórico que resulte políticamente incorrecto en esta sociedad de decadencia, ruina y cobardía; aún quedan personas libres, en pensamiento y en acción, que claman la defensa del legado de nuestros ancestros”. La alcaldía removió las pancartas y carteles y efectuó una denuncia ante la Guardia Civil. La votación transcurrió sin incidentes.

El referéndum en este pequeño pueblo español coincidió con las elecciones al parlamento europeo que mostró un marcado ascenso de partidos derechistas, nacionalistas y xenófobos, cuyos resultados alarmaron a Europa y al mundo entero. Ocurrió, además, el mismo día que un atacante islamista asesinó a tiros a cuatro personas en el Museo Judío de Bélgica, hecho que causó gran conmoción. Con este trasfondo, los pobladores de Castrillo Mota de Judíos han dado una lección cívica oportuna y han mostrado en la práctica y en el plano simbólico que los errores pueden ser reparados. Su acto fue diminuto y posiblemente inconsecuente para la historia española y europea. Pero a la luz del auge del terrorismo antijudío y de grupos racistas en el continente debe verse como un gesto ilustrador. El alcalde y su veintena de seguidores han aportado un granito de arena -minúsculo quizás, pero esencial- a favor de la rectitud humana.

Comunidades, Comunidades - 2014

Comunidades

Por Julián Schvindlerman

  

Realismo mágico en la prensa mundial – 03/12/14

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Que muchos periodistas son novelistas frustrados es fácil de comprobar: con sólo observar su cobertura del conflicto palestino-israelí vemos claramente que sus reportes son las más de las veces narrativas ficcionales. Regularmente ignoran reportar, o lo hacen limitadamente, sobre otras crisis del planeta tales como la matanza de 1.600 mujeres en Pakistán (271 de ellas violadas y 193 quemadas vivas) en 2013, las carnicerías del Congo (más de cinco millones de muertos hasta el 2012), la guerra de las drogas en México (60.000 muertos entre 2006-2012), la erradicación de la cultura tibetana en China u otras disputas en lugares remotos. Ellos creen que Israel es la noticia más importante en la tierra, o muy cerca» señaló Matti Friedman, ex corresponsal en Tierra Santa de Associated Press y quien aportó los ejemplos arriba citados.

Dada la atención desproporcionada que Israel recibe en los medios de comunicación, fue llamativo advertir cómo la última seguidilla de atentados palestinos contra israelíes fue mayormente desatendida. Sólo cuando la cantidad, regularidad y el factor atrocidad de estas agresiones las hizo imposibles de ignorar los corresponsales tomaron nota. Y entonces exhibieron con prístina nitidez su vocación por el género de la novela.

CNN Internacional dio la nota más destacada al describir inicialmente la matanza de cuatro rabinos y un policía en una sinagoga en la capital del país el 17 de noviembre como un «atentado mortífero contra una mezquita en Jerusalem» para luego agregar otro epígrafe que informaba sobre ese ataque brutal así: «la policía disparó, mató a dos palestinos». Seguía los pasos de AP que el 22 de octubre informó a la opinión pública a propósito de un ataque en el que un palestino atropelló a israelíes ocasionando la muerte a una beba de tres meses, entre otros, con este titular: «la policía israelí disparó a un hombre en Jerusalem Este».

La corresponsal principal del New York Times en Israel, Jodi Rudoren, aportó su interpretación de esa masacre: «Esa sangre desparramada sobre las prendas rituales y los libros sagrados de las víctimas subraya las señales cada vez más evidentes de que los extremistas de ambos bando están transformando la guerra estancada por el territorio y la identidad en una guerra religiosa a todo o nada». Sólo que no hubo extremistas de ambos bandos. De un lado, palestinos armados con hachas y rifles, del otro, rabinos rezando. Luego apunta acerca del «ciclo de violencia y deshumanización mutua» pero, una vez más, no hay equiparación posible: la incitación oficial en la calle palestina contra los israelíes es muy real (y olímpicamente desconsiderada por los medios) en tanto que la incitación oficial israelí anti-palestina, sencillamente, es inexistente.

La necesidad de crear una equivalencia moral entre las partes, de arrojar responsabilidad equilátera a israelíes y palestinos por la ausencia de la paz, de modo que la narrativa ficcional sobre este conflicto que han edificado los periodistas no tastabille es vívida en una entrevista de Julieta Roffo a David Grossman (por supuesto, es de manual entrevistar casi exclusivamente a personalidades de la izquierda israelí que validen los preconceptos de los periodistas) en la Revista de Cultura Ñ del 22 de noviembre. Aquí parte de su narración: «El martes hubo un atentado en una sinagoga en el que hubo cuatro muertos cuando dos hombres -luego muertos por la policía- entraron en la sinagoga armados con un cuchillo, un hacha y una pistola». Notable esfuerzo en ocultar la identidad de las víctimas y los victimarios: que los muertos fueron israelíes y los asesinos, palestinos, se puede deducir del contexto pero no está explícitamente indicado. A continuación ella afirma que «un palestino mató a dos personas -entre ellas un bebé-» y que «poco después se produjo un tiroteo que dejó herido en Jerusalem Oeste a un rabino ultranacionalista judío». Dejando de lado que los rabinos, ultranacionalistas o no, usualmente son judíos, el hecho fue groseramente higienizado: no hubo un tiroteo donde alguien cayó herido, sino un ataque a quemarropa contra un ciudadano israelí por parte de un terrorista palestino. Oh, y el presidente Abbas envió una carta de condolencias a la familia del asesino abatido, pero Julieta Roffo no considera que ese dato merezca mención.

Seguidamente se publica una nota inconexa de Sonia Budassi, presentada como autora y periodista becada por el Fondo Nacional de las Artes, que en cierto momento menciona la existencia de una queja puesto que hay más noticias sobre Israel que sobre los países árabes y gloriosamente señala: «Escritores y periodistas de distintos medios coinciden: ante la enorme comunidad judía en todo el mundo, los editores creen que el tema genera mayor interés que el mundo árabe». Han hecho bien los editores del suplemento cultural de Clarín en apuntar que ella proviene del campo de las letras y no de las matemáticas, así podemos perdonarle que no haya hecho correctamente las cuentas: la «enorme» comunidad judía mundial cuenta catorce millones sobre un total de más de siete mil millones de habitantes del planeta, entre los que hay cerca de 400 millones de árabes y casi 1.500 millones de musulmanes. Sin embargo y misteriosamente, son los minúsculos 14 millones de judíos -el equivalente a un error estadístico en China- los que captan la atención de «escritores y periodistas de distintos medios» lo que sea que ello signifique. La nota lleva por subtítulo «Cómo narrar la tensión en Oriente Medio sin caer en prejuicios eurocentristas». A los editores se les escapó la ironía.

Clarín esta enroscado en una lucha épica con el gobierno, en la que ambos se acusan de propagar un relato mentiroso sobre la realidad nacional. Que pena que los dueños, editores y periodistas del grupo no puedan ver que su tratamiento del conflicto palestino-israelí es tan ficticio y dañino como la gran novela K lo es sobre la Argentina.

Libertad Digital, Libertad Digital - 2014

Libertad Digital

Por Julián Schvindlerman

  

Cortázar y el terrorismo de izquierda – 21/11/14

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Hay que ser cínico para volcar sin el menor retaceo la culpa del terrorismo y su sangre en los grupos y los comandos que lo llevan a cabo

Julio Cortázar, septiembre de 1972

Hallé el texto de manera inesperada. Entré a una librería porteña que ofrece mucho de música y filosofía buscando bibliografía sobre Richard Wagner y me topé con un librito editado en España de portada agradable, título atractivo -Corrección de pruebas en Alta Provenza de Julio Cortázar- y un sticker redondo con la palabra “inédito” en su centro que capturó rápidamente mi atención. Pasaron varios meses hasta que me senté a leerlo, recordando una frase que me regaló antaño Marcelo Birmajer cuando le compartía mi sentimiento de culpa por comprar más libros de los que leo. “Los libros son como los vinos”, me dijo entonces inmutable, “se ponen en la biblioteca y se toman en el momento adecuado”.

Mi momento para este breve texto de Cortázar llegó hace muy poco tiempo, en ocasión de su aniversario centenario. En sus páginas el autor relata la experiencia de corregir las pruebas del Libro de Manuel antes de entregarlo a la editorial. Para ello, el célebre escritor se subió a una camioneta Volkswagen, se abasteció de alimentos y partió a recorrer La Provenza con el manuscrito a su lado. Me pareció una divertida coincidencia que Cortázar llamara a su vehículo Fafner, el mítico dragón del Anillo de los Nibelungos, inspirado en la letra F de la patente (que era por Francia) y en honor a “mis obstinadas predilecciones wagnerianas”. Pero ahí se detuvo el divertimento. Sería cuestión de algunos minutos adicionales de lectura nomás toparme con unas observaciones desafortunadas sobre la matanza en las Olimpíadas de Munich (en las que un comando palestino masacró a once atletas israelíes) que lo sorprendieron en plena corrección de pruebas.

La primera insinuación de algo fastidioso la encontré aquí: “apenas despierto, la radio me trajo la noticia de los dieciocho muertos de Múnich, la increíblemente torpe carnicería cumplida por un dispositivo policial que razones de todo género permitían imaginar como uno de los paradigmas del género”. La indignación puesta en la medida contraterrorista y no en la acción terrorista inicial preanunciaba un desorden moral al que se sumaba una fantasía conspirativa: “Poco se sabía lo que realmente había ocurrido, y poco sabemos hoy aunque el mosaico ya esté bastante bien armado para el que sepa ver; pero eso no importaba frente a la rápida, la astuta, la eficacísima puesta en marcha del condicionamiento de la masa colgada de receptores y diarios”. Habiendo establecido que la policía es torpe y responsable y que la prensa es manipuladora, seguía Cortázar:

Pero cómo no vomitar frente a los que lloraban sobre el micrófono por un atentado que interrumpía brutalmente “la tregua, la paz de los juegos olímpicos en esos días en que los pueblos olvidan sus diferencias y sus querellas”, textual, viejito. ¿Tregua, olvido de querellas? Hay que ser miserable para articular una frase parecida, hay que ser cínico para volcar sin el menor retaceo la culpa del terrorismo y su sangre en los grupos y los comandos que lo llevan a cabo; pero la máquina funciona bien, rápidamente se aprietan las teclas de la sensibilidad epidérmica, y entonces el genocidio cotidiano, Vietnam o Biafra, los ahorcados de Turquía y los fusilados de Irán, los 20 años de miseria y de vergüenza de los refugiados de Palestina, la exterminación sistemática en Guatemala, todo eso pasa a un plano nebuloso…

Estamos en Francia en los comienzos de los años setenta y la pluma es de un intelectual de izquierdas exiliado de Sudamérica; excusar a los perpetradores de sus actos de violencia es de rigueur para la intelligentsia de la época. Cortázar refuerza la noción de la nula culpabilidad de los asesinos de Múnich con una frase que recuerda de una revolucionaria brasilera: “Es necesario darse cuenta de que la violencia-hambre, la violencia-miseria, la violencia-opresión, la violencia-subdesarrollo, la violencia-tortura, conducen a la violencia-secuestro, a la violencia-terrorismo, a la violencia-guerrilla; y que es muy importante comprender quién pone en práctica la violencia: si son los que provocan la miseria o los que luchan contra ella…”. Las causas del terrorismo: un clásico del género de la apología.

Okay con Vietnam y Biafra y Turquía y el Irán de Pahlevi y Palestina y Guatemala. Pero, ¿qué hay sobre Cuba? ¿O China? ¿Y la Unión Soviética? ¿O los represivos regímenes de Asia? ¿Y qué sobre las dictaduras árabes? ¿No hicieron miserable las vidas de muchos, acaso, Fidel Castro, Joseph Stalin, Mao Zedong, Muhamar Gadafi, Pol-Pot? No hay olvido en el autor de Rayuela, sino justificación. Con esa perene habilidad progresista para ver maldad sólo en la derecha, escribe: “¿Pero a quién la gusta la violencia por sí misma? ¿Le gustaba a Trotski, le gustaba al Che? Sólo los nazis (que constituyen para mí una especie de categoría mental fuera de todo período histórico y de toda civilización nacional, desde los asirios hasta los SS) hallan en la violencia una especie de rescate de la debilidad…”. Escribe esas líneas transcurridos casi 3/4 de un siglo en el que solamente en China y en la Unión Soviética los comunistas asesinaron alrededor de 85 millones de personas. A Ho Chi Minh lo nombra en sus páginas sólo para acotar, bastante frívolamente, que éste había sido cronista de boxeo en los años veinte.

Cortázar firma su texto en la localidad francesa de Saignon. Físicamente allí se encuentra, mentalmente, no obstante, reside en Saigón. Es un novelista aclamado pero un humanista frustrado pues, a decir de Juan Villoro, “quiere cambiar al mundo y sólo puede cambiar la página”. Gracias a Dios que es el caso. En cuanto a mí, cierro la contratapa, dejo esta triste obra de lado y pienso que su lectura a destiempo resultó ser un trago amargo.  

Infobae, Infobae - 2014

Infobae

Por Julián Schvindlerman

  

Las finanzas del nacionalismo Palestino – 21/11/14

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Las últimas noticias que han revelado la magnitud del tesoro del ISIS (o Estado Islámico) -USD 2.000 millones- han captado la atención de una opinión pública sorprendida por los recursos a disposición de un movimiento terrorista sanguinario. Menos sabido es que quien le sigue en la lista de las agrupaciones terroristas más ricas del mundo es el Movimiento de Resistencia Islámico, más conocido como Hamas, que tiene un presupuesto operativo anual de USD 1.000 millones. A diferencia de ISIS, esta agrupación palestina no tiene acceso a pozos petroleros ni controla una región del tamaño de Bélgica esparcida entre dos estados; Gaza es pobre y diminuta. Pero tiene en su poder algo sumamente valioso ante los ojos del mundo: el destino de 1.8 millones de palestinos.

Desde la firma de los Acuerdos de Oslo en 1993 entre Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), el pueblo palestino ha llegado a recibir la más grande asistencia económica mundial en términos per cápita desde el Plan Marshall tras la conclusión de la Segunda Guerra Mundial. Como gobernador de la franja, Hamas está a punto de beneficiarse de esa generosidad: el mes pasado países donantes comprometieron USD 5.400 millones para la reconstrucción de Gaza. Si bien no está planeado que ese monto enorme llegue a las arcas de Hamas sino a la sociedad civil palestina, asumir que Hamas no tomará una porción de la torta es una fantasía.

No obstante, los mil millones de dólares con los que cuenta hoy Hamas no devienen de estas donaciones futuras. A lo largo de su existencia,
Hamas recibió apoyo material sustantivo de Qatar, armas de Irán, aportes individuales de ricos saudíes y dinero de colectas de los propios palestinos entre otras fuentes. En particular, cerca de un tercio de su ingreso provino del gravamen impuesto a las mercancías contrabandeadas por los alrededor de 1.500 túneles que cruzaban hasta hace poco la frontera gazatí desde el desierto del Sinaí egipcio. En 2005, el negocio de los túneles generaba en promedio USD 30 millones al año; para 2008, al cabo de un año de gobierno de Hamas, producía ese ingreso por mes. El negocio era tan lucrativo y la proliferación de túneles tan extraordinaria que Hamas se hizo cargo. Se apropió de los túneles edificados por la Autoridad Palestina, prohibió la construcción de nuevos túneles para Fatah y controló aquellos administrados por otros grupos terroristas de la franja. Incluso estableció la Comisión para los Asuntos de Túneles para que regulara la actividad. Para 2010, estimaba el periodista Nicolas Pelham, los túneles de Gaza tenían 5.000 dueños y daban trabajo a 25.000 empleados, los que proveían a hogares que alcanzaban alrededor de 150.000 gazatíes, casi el 10% de la población de la franja. En tanto Hamas gobierne la franja, “dinero donado a Gaza es una inversión en una guerra futura, no en la paz” sugirió el comentarista Jonathan Tobin.

Pero el dinero de Hamas -y el de ISIS, así como el de cualquier otro movimiento terrorista en cualquier lugar y período de la historia moderna- empalidece en comparación al tesoro que otrora tuvo su competidor legendario dentro del nacionalismo palestino: la OLP de Yasser Arafat. Solamente Fatah, el órgano central de la OLP, tenía en los años ochenta siete mil millones de dólares en su poder según la revista The Economist. En 1990, la Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA) estimó el valor de los activos de la agrupación palestina entre USD 8.000 y USD 14.000 millones. En 1993, el Servicio de Inteligencia Nacional Criminal británico (NCIS) ubicó el guarismo en los USD 10.000 millones y le atribuyó un ingreso anual que rondaba los dos mil millones. En el 2000, la inteligencia israelí valuaba en veinte mil millones de dólares el tesoro de la OLP. “La mayor parte de las organizaciones revolucionarias y terroristas proyectan una imagen de persecución y pobreza” escribió el especialista John Laffin en su libro de 1982 The P.L.O. Connections. “La OLP, en contraste, es un grupo terrorista de luxe. Peculiarmente, no opera huyendo ni es perseguida ni pobre; opera desde edificios de oficinas con un staff permanente asalariado que trabaja horas regulares, se toma vacaciones al año y recibe pensiones de la OLP”, apuntó.

La transformación económica de la OLP -de ser un grupo que popularizó el secuestro de aviones y la toma de rehenes desde fines de los años sesenta para convertirse en una verdadera institución financiera internacional- ha sido uno de los capítulos más fascinantes y menos conocidos de la historia de la organización palestina. En el campo de la ilegalidad obtuvo dinero de aportes de potentados particulares, estados árabes, extorsiones, tráfico de drogas y robos; entre los que se cuenta, según James Adamas señala en su obra The Financing of Terror de 1986 el robo más espectacular jamás realizado a un banco hasta entonces, así consignado por el Libro Guiness de Récords Mundiales: el atraco efectuado por la OLP al Banco Británico del Medio Oriente en Beirut, en 1976. También contó con una cartera de inversiones perfectamente legal que incluyó hoteles en París y Damasco, una compañía de transporte marítimo en Chipre, duty free shops en Nigeria y Tanzania, la Radio Montecarlo y emprendimientos agrícolas en naciones tan dispares como Polonia, Egipto y El Congo. A partir de 1981, la OLP entró al negocio del crédito global al prestarle al gobierno de Nicaragua doce millones de dólares, convirtiéndose probablemente en la primera organización terrorista en la historia en prestar -en vez de pedir- dinero. India, Yemen, Congo, Líbano e Irak se cuentan entre los estados beneficiados por los créditos de la OLP.

En los años noventa y a inicios del nuevo milenio, Edward Said y Suha Tawil (esposa de Arafat) han estado entre quienes han protestado por la corrupción rampante en las cuentas de la Autoridad Palestina, sucesora de la OLP en la administración de Gaza y Cisjordania a partir de 1994.

Sea en su vertiente nacionalista laica (OLP) o en la religiosa fundamentalista (Hamas), el liderazgo de los palestinos ha sido y es rico. Inmensamente rico. Los palestinos, en cambio, han sido y son mayormente pobres. Que ambos grupos hayan conseguido persuadir al mundo entero que les obsequie -directa o indirectamente- grandes sumas de dinero es toda una proeza.

Y una gran patraña.

La Prensa (Nicaragua)

La Prensa (Nicaragua)

Por Julián Schvindlerman

  

Palestina a 10 años de Arafat – 20/11/14

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“Por la liberación de Palestina, del río al mar”, ha sido la pancarta histórica del nacionalismo palestino durante su larga e infructuosa fase de lucha armada contra el sionismo. “Con sangre y fuego te redimiremos, oh Palestina”, ha sido la consigna coreada por masas de palestinos en las manifestaciones multitudinarias en Cisjordania y Gaza durante los años del proceso de paz. Yasser Arafat pudo haber pasado a la historia como el hombre que declarara la fundación —real, no solo simbólica— del Estado palestino con Jerusalén. Este como su capital, tal como le fuera ofrecido por los israelíes en las Tratativas de Camp David en el 2000. Eligió transitar otro terreno: el de la confrontación eterna, al patear la mesa de negociaciones y lanzar una intifada tras retornar a Ramallah como un Saladino moderno que combate hasta el final.

Una semana de noviembre diez años atrás Arafat murió, pero las consecuencias de su intransigencia ideológica y miopía política aún están vivas. Hoy, Palestina es una bomba a punto de estallar. Gaza, cedida por Israel a la Autoridad Palestina y ahora en manos de un movimiento fundamentalista, ya ha explotado en furias de agresión tres veces en la última década. Cisjordania está a punto de hacerlo. Israel, una vez más, está ensangrentada.

A mediados de octubre, Abdelrahman al-Shaludi lanzó su auto contra civiles israelíes, provocando la muerte a una joven de 22 años y a una bebé de 3 meses de edad. A fines de mes, Moatas Hijazi disparó a quemarropa contra un activista israelí. A comienzos de noviembre, Ibrahím al-Akri mató a un guardia de fronteras e hirió a tres personas al atropellar con su coche a un grupo de transeúntes. Unos días después, en Cisjordania y en Tel-Aviv, un soldado y una mujer israelí fueron mortalmente apuñalados. En la Galilea la Policía israelí evitó otro atentado al matar a un árabe que blandía un cuchillo, lo que desencadenó protestas violentas entre los palestinos. Un tranvía construido unos pocos años atrás que cruza barrios árabes en la capital (así ideado para no excluir a la población árabe de la ciudad) es continuamente atacado con piedras. Por días hubo disturbios en la Explanada del Templo. En Cisjordania, una mezquita fue incendiada. Un chofer palestino fue hallado muerto en un micro en la capital, en un suicido aparente que disparó revueltas. Al día siguiente, los primos Uday y Ghassan Abu Jamal —parientes de un terrorista liberado antaño por Israel a cambio del soldado secuestrado por Hamás, Gilad Shalit— masacraron con hachas y metralletas a cuatro feligreses judíos en una sinagoga en Jerusalén.

En esta atmósfera, el presidente Abbas prometió mudar la tumba de Arafat hacia Jerusalén. No está apenas jugando con fuego; está actuando como un pirómano fuera de sí. La conmemoración perfecta para este aniversario de la muerte de Arafat.

Esta nota fue originalmente publicada en La Razón (España)

La Razón (España)

La Razón (España)

Por Julián Schvindlerman

  

Palestina a 10 años de Arafat – 19/11/14

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“Por la liberación de Palestina, del río al mar” ha sido la pancarta histórica del nacionalismo palestino durante su larga e infructuosa fase de lucha armada contra el sionismo. “Con sangre y fuego te redimiremos, oh Palestina” ha sido la consigna coreada por masas de palestinos en las manifestaciones multitudinarias en Cisjordania y Gaza durante los años del proceso de paz. Yasser Arafat pudo haber pasado a la historia como el hombre que declarara la fundación -real, no sólo simbólica- del estado palestino con Jerusalem Este como su capital, tal como le fuera ofrecido por los israelíes en las Tratativas de Camp David en el 2000. Eligió transitar otro terreno: el de la confrontación eterna, al patear la mesa de negociaciones y lanzar una intifada tras retornar a Ramallah como un Saladino moderno que combate hasta el final.

Una semana de noviembre diez años atrás Arafat murió, pero las consecuencias de su intransigencia ideológica y miopía política aún están vivas. Hoy, Palestina es una bomba a punto de estallar. Gaza, cedida por Israel a la Autoridad Palestina y ahora en manos de un movimiento fundamentalista, ya ha explotado en furias de agresión tres veces en la última década. Cisjordania está a punto de hacerlo. Israel, una vez más, está ensangrentada.

A mediados de octubre, Abdelrahman al-Shaludi lanzó su auto contra civiles israelíes, provocando la muerte a una joven de 22 años y a una beba de 3 meses de edad. A fines de mes, Moatas Hijazi disparó a quemarropa contra un activista israelí. A comienzos de noviembre, Ibrahím al-Akri mató a un guardia de fronteras e hirió a tres personas al atropellar con su coche a un grupo de transeúntes. Unos días después, en Cisjordania y en Tel-Aviv un soldado y una mujer israelí fueron mortalmente apuñalados. En la Galilea la policía israelí evitó otro atentado al matar a un árabe que blandía un cuchillo, lo que desencadenó protestas violentas entre los palestinos. Un tranvía construido unos pocos años atrás que cruza barrios árabes en la capital (así ideado para no excluir a la población árabe de la ciudad) es continuamente atacado con piedras. Y ayer, cuatro israelíes murieron acuchillados en una sinagoga.

En esta atmósfera, el presidente Abbas prometió mudar la tumba de Arafat hacia Jerusalem. No está apenas jugando con fuego; está actuando como un pirómano fuera de sí. Una conmemoración “perfecta” para este aniversario de la muerte de Arafat.

Página Siete (Bolivia)

Página Siete (Bolivia)

Por Julián Schvindlerman

  

Venezuela en el consejo de seguridad de la ONU – 15/11/14

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La revolución bolivariana ha llegado a Nueva York. O al menos a la sede de las Naciones Unidas, a cuyo Consejo de Seguridad -el órgano más crucial de todo el sistema del foro multilateral- Caracas hace poco fue electa. Sobre un total de 193 estados-miembro, 181 apoyaron la postulación del país caribeño. “Este es un día en que el mundo le ha dado apoyo a nuestra patria” comentó a posteriori un efusivo Nicolás Maduro.

El modelo Chavista ha llevado a Venezuela a la ruina. Al estado paupérrimo de su economía se agregó la fuerte caída del precio del petróleo que aporta el 96% de los ingresos de sus arcas. Nadie sabe -salvo los sauditas que en el plano geopolítico buscan castigar económicamente a Irán y a Rusia con su actual política petrolera- hasta cuando descenderán los precios internacionales de este hidrocarburo. Según los analistas financieros, Caracas necesita un precio por barril de USD 130 para equilibrar sus cuentas, de modo que la precariedad de su situación económica tiene altas probabilidades de empeorar.

Pero lo que el régimen venezolano no podrá seguir haciendo económicamente en materia de regalos internacionales, quizás pueda sublimarlo políticamente. A su pueblo, el gobierno de Maduro ya lo tiene tristemente acostumbrado a iniciativas estrambóticas como la reciente Ofensiva de las Navidades Felices y farsas del tipo. Desde el próximo 1 de enero, gracias a su ingreso al Consejo de Seguridad, el gobierno podrá dar un relieve diplomático global a sus acciones. Considerando que Caracas respaldó la anexión rusa de Crimea, se puso del lado de Damasco cuando comenzó a reprimir a sus ciudadanos, fue aliado de las FARC, amigo íntimo de Cuba e importante socio de Irán, con seguridad su flamante papel en el organismo de la ONU será -por decir lo mínimo-problemático.

Los latinoamericanos tenemos un motivo cierto para estar preocupados. Fue la Venezuela de Hugo Chávez la que facilitó el ingreso de Irán a nuestra región y con quien firmó cientos de acuerdos de cooperación estratégica en el plano económico, político, militar y cultural. El polémico ex presidente Mahmoud Ahmadinejad siempre halló en la Venezuela Chavista un hogar afectivo y una entusiasta promotora de su asociación: no fue casualidad que Bolivia, Ecuador, Nicaragua y otros allegados a Chávez abrieran también sus puertas a Teherán. La criatura terrorista gestada por el Irán Khomeinista, Hezbollah, ya estaba actuando en América Latina para cuando Chávez llegó al poder, pero fue a partir de entonces que obtuvo una logística de movilidad como nunca antes había gozado aquí (apenas en las últimas semanas un miembro de Hezbollah fue apresado en Lima y trascendió la vinculación entre este movimiento terrorista y bandas criminales en Brasil). Es razonable asumir que la embajadora venezolana en la ONU -una de las hijas de Chávez- buscará perpetuar el legado ideológico de su difunto padre con iniciativas que persigan legitimar estas decisiones.

La buena noticia es que los iraníes en este momento tienen otras distracciones. Con el ascenso de ISIS al control efectivo de partes de Irak y Siria y expandiendo su influencia regional, los guardianes del chiísmo en el Medio Oriente están enteramente enfocados en preservar su poder e intereses allí, con miembros de las Guardias Revolucionarias y del Hezbollah dando combate a los integristas sunitas en el terreno. Y siguen en curso los esfuerzos del nuevo presidente Hassan Rouhani de alcanzar un fin negociado a las ambiciones nucleares de su país con las potencias occidentales, cosa que aparentemente lo ha llevado a bajar en algún grado la intensidad de la presencia persa
en Latinoamérica.

Pero esto puede cambiar, conforme cambien las circunstancias. Sea cual fuere la actual intención de Irán en el Hemisferio Occidental, al igual que Moscú, Pekín y La Habana, a partir del 2015 los ayatollahs contarán con un aliado leal en el Consejo de Seguridad.

Triángulo De Infamia - Reseñas

VIS A VIS – 07/11/14

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«Triángulo de Infamia. Richard Wagner, los Nazis e Israel» de Julián Schvindlerman
Análisis de Eduardo Chernizki

Julián Schvindlerman logra en su último libro “Triángulo de Infamia. Richard Wagner, los nazis e Israel” conformar un texto que permite tanto a los estudiosos de la historia de la música clásica, del antisemitismo y la Shoá, como al individuo común acceder a una información que, por lo menos en castellano, está dispersa en infinidad de trabajos y artículos periodísticos.

Este libro, de poco más de 120 páginas, editado por Mussicat está compuesto por una corta introducción, tres capítulos: “Wagner y los judío. Música y racismo”; “Wagner y los nazis. El poder de los símbolos”; “Wagner en Israel. Una controversia candente”; el Epílogo y un apéndice “Nietzsche versus Wagner” y una bibliografía.

A nuestro entender cada uno de los capítulos son ensayos que por sí solos tienen un gran valor y que al ser unidos por la Introducción y el Epílogo adquieren una integración que junto con el apéndice no sólo nos permiten conocer el antisemitismo de Richard Wagner sino también como el mismo fue, en cierta medida, inspirador de las propuestas por Adolf Hitler en Mein Kampf, Mi Lucha, a la vez que se sentía impactado por la obra musical del compositor, y como luego el nazismo utilizó sus operas y el festival anual en Bayreuth, considerado el máximo exponente de la creación musical wagneriana, en su beneficio.

El capítulo referido a la controversia existente en el Estado de Israel respecto a la ejecución de la obra musical de Richard Wagner no solo es instructivo sobre los motivos de la misma, sino que también permite reflexionar sobre un tema que Schvindlerman plantea desde el comienzo de su trabajo: la adhesión que la obra musical wagneriana tuvo y tiene en una importante cantidad de melómanos judíos pese a su abierto antisemitismo.

Otro hecho significativo que queda muy en claro en el primer capítulo de este libro es que su antisemitismo no le impidió a Richard Wagner mantener una relación fluida con varios judíos, hayan sido estos sus patrocinadores financieros, directores de orquestas o músicos.

Julián Schvindlerman también se refiere a otros creadores musicales contemporáneos de Wagner que eran antisemitas, pero que no se convirtieron en un icono del anti judaísmo, marcando como una de las grandes diferencias entre ellos y quien se autodefinió “el más alemán de todos los compositores” el manifiesto Das Judenthum in Der Musik (El judaísmo en la música) que Wagner publica en 1850 con seudónimo: K. Freigedank (librepensador) y que años después, 1869, reedita con su propio nombre, en el que expreso su “ideología visceralmente antijudía”.

Sobre el motivo de ese escrito Schvindlerman nos dice “Algunos autores consideran que el manifiesto estuvo dirigido a, o inspirado en el rencor contra dos músicos judíos específicos: Giacomo Meyerbeer y Félix Mendelssohn; hacia el primero sentía tal antipatía que no lo mencionaba por su nombre. Pero Wagner no tardó en ampliar su crítica de estos músicos hacia una condena general contra todo el pueblo judío” (pág. 25).

Una compañera quizás más antisemita que Richard Wagner fue su segunda esposa, Cósima Francesca Gaetan, hija ilegitima del pianista y compositor húngaro Franz Liszt y la condesa Marie d’Agoult, que estaba casada con el director de orquesta Hans von Bülow, alumno de Liszt y amigo personal de Wagner.

Cósima, 24 años menor que Wagner, lo conoció en 1862 y ambos se convirtieron en amantes en el verano de 1864, naciendo de esa relación tres hijos: Isolde (1865-1919) que recibió el apellido von Bülow; Eva Wagner (1867-1942) y Siegfried (1869-1930) y en 1870 se divorció de Hans von Bülow y se casó con Richard.

Muchos de los arrebatos antisemitas y la relación ambivalente que Richard Wagner mantenía con judíos se conocen debido a que Cósima las volcó en su diario, en el que escribió la relación que mantuvo con Richard, hasta el día siguiente del fallecimiento de su esposo, el 11 de febrero de 1883, en el cual además incluía sus propias apreciaciones negativas respecto a los judíos.

La relación entre Hitler primero y el nazismo después, con la obra de Richard Wagner, analizada en el segundo capítulo, está dividida en dos grandes facetas, muy bien descriptas en “Triángulo de Infamia. Richard Wagner, los nazis e Israel”. La primera es la actitud de Hitler, quien estaba profundamente embelesado con varias de las operas escritas por Wagner y que durante algunos años fue un visitante permanente de la casa de los Wagner en Bayreuth, estableciendo un lazo de amistad con Cósima, hasta su fallecimiento en 1930, y también con sus hijos Eva y Sigfried.

La segunda se refiere a como los dirigentes del Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei, NSDAP (Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán) popularmente conocido como partido nazi, Hitler incluido, utilizaron gran parte de las creaciones wagnerianas como un símbolo que en muchos casos reemplazó a la música sacra de las iglesias luteranas y en otras fue el acompañamiento de las grandes concentraciones que regularmente se convocaban y en las que el Führer se dirigía a la multitud, que lo escuchaba con una devoción cuasi religiosa, que por su organización se pueden interpretar como un ataque “ a las religiones y erigió su propio culto neopagano personal” (pag. 49), afirmando Julián Schvindlerman más adelante “Richard Wagner estaba en el centro de ese culto popular en tiempo de la Alemania nazi. Su ideología y su obra armonizaban con la doctrina del nacional socialismo” (pag. 51)

En el segundo capítulo además se explica que Wagner era tolerado por muchos de los jerarcas nazis como una manera de no molestar a Hitler, por ejemplo Alfred Rosenberg prefería la música de Beethoven, pero a la vez Schvindlerman reconoce que “En comparación con otros compositores, Wagner se destacó por el hecho de que escribió acerca de la música mientras componía música. También escribió ensayos políticos, con lo cual ha legado una obra intelectual además de la artística. Ambas, resta a esta altura subrayar, están correlacionadas” (pág. 59).

Es probable que sea el deseo de romper esta correlación la que ha generado la disputa que se desarrolla en el Estado de Israel a partir de su fundación, si bien tiene antecedentes anteriores, entre quienes desean separar el antisemitismo de Richard Wagner de su creación musical pues consideran que una cosa es su ideología y otra sus obras musicales, en especial sus operas.

La “disputa” que en momentos fue muy enconada, terminó centrándose en si la Orquesta Filarmónica de Israel debía incluir en su repertorio obras de Richard Wagner, si bien durante décadas intervinieron en ella tanto los sobrevivientes de la Shoá como destacadas figuras de la ciudadanía israelí junto a afamados directores de orquesta y concertistas, entre ellos Daniel Barenboim.

Cuando Schvindlerman analiza la “disputa” lo hace ubicándola en la situación política y militar que atravesaba el estado judío, algo que le otorga un marco histórico que nos perece destacable. También consideramos muy interesante la inclusión de lo ocurrido con la West-Eastern Divan Orchestra, que en 1999 Bareinboim funda junto con el intelectual palestino Edward Said, que reunía a músicos judíos, palestinos y árabes, “una orquesta profesional compuesta por ciento veinte músicos estables de Israel, Palestina, Jordania, Siria, El Líbano, Egipto, e incluso de naciones musulmanas no árabes como Turquía e Irán” (pág. 91).

Es por todo lo expuesto que nos parece muy acertado el comentario de Carlos Alberto Montaner publicado en la contratapa del libro: “Julián Schvindlerman ha escrito un ensayo muy notable sobre Richard Wagner (…) de la manera más amena e instructiva en que puede abordarse”.