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El Cronista
Por Julián Schvindlerman
  Un cese de fuego no es el fin del conflicto – 04/08/14
A lo largo de las cuatro semanas de guerra entre el Movimiento de Resistencia Islámico -tal su nombre- Hamas y el Estado de Israel, con más de tres mil cohetes lanzados contra la nación hebrea y cantidades de ataques aéreos e incursiones terrestres en Gaza, varias propuestas de cese de fuego fueron elevadas con el fin de calmar la tormenta. Con reparos, Israel las aceptó; Hamas las repudió y continuó su ofensiva. La hesitación israelí tiene un fundamento. Desde la perspectiva humanitaria son bienvenidas las treguas en las contiendas, pero estratégicamente este no siempre es el caso. Aun cuando esta postulación desafíe nuestro humanismo, es menester profundizar en ella si aspiramos a un cabal entendimiento de lo que allí está en juego.
En el año 2005 el ejército israelí abandonó la Franja de Gaza por completo. Ni un solo soldado, ni un solo colono, permanecieron allí. La ocupación terminó. Los israelíes creyeron que por fin gozarían de cierta seguridad en esa frontera caliente. Se equivocaron. Desde entonces, en tres oportunidades Hamas inició ataques con cohetes contra Israel, forzando una respuesta militar que rápidamente derivó en una contienda abierta. En 2008, 2012 y 2014 los israelíes debieron correr a sus refugios antiaéreos cada vez que Hamas lanzó misiles inesperadamente. Militarmente, Israel es mucho más poderoso que Hamas. Pero políticamente, este grupo terrorista se anota puntos en la corte de la opinión pública mundial con cada muerte palestina. Cuando la confrontación alcanza niveles intolerables para la sensibilidad internacional, la comunidad diplomática impone un cese de fuego. Forzados a interrumpir su campaña militar sin haber alcanzado los objetivos, los israelíes se repliegan, resigna dos, a sabiendas de que ésa no será la última pelea.
Este es un ciclo perverso que el gobierno de Israel anhela detener. Hamas utiliza tales treguas para recomponerse, rearmarse y planificar el próximo ataque sorpresa. Hasta tal punto esto es así que incluso los propios israelíes se mostraron alarmados por el nuevo arsenal de su enemigo, de fabricación siria e iraní. Los cohetes que Hamas lanzó antaño llegaron al sur de Israel primero, luego al centro y en esta contienda misiles cayeron en el norte del país. Es por ello que un cese de fuego que no contemple el desarme total de Hamas y un bloqueo al contrabando de armamentos estará destinado al fracaso a la larga.
Al calibrar su represalia, Israel debe haber contemplado tres opciones. Una consistiría en asestar un golpe mortal al enemigo. El riesgo de este camino es que al remover a este grupo extremista del poder bien podría darse el caso que agrupaciones más radicales todavía pujasen por ganar espacio en la franja, tales como ISIS y Al-Qaeda, que ya están desafiando seriamente al poder central en Siria y en Irak y entablando un creciente riesgo para Jordania y Egipto. Otra opción puede haber sido neutralizar a Hamas y reemplazarlo por el gobierno más moderado de la Autoridad Palestina, que perdió la franja en el 2007 en una cruenta lucha fratricida con Hamas y busca recuperarla. Pero Mahmoud Abbas no puede ser visto popularmente como un títere sionista, de modo que la opción no parece viable (aunque no puede descartarse por completo). Lo cual posiblemente ha dejado a Israel ante la alternativa final de preservar políticamente a su enemigo gazatí pero anular su capacidad ofensiva fut ura. Eso implica ir por los arsenales, las lanzaderas de misiles y los túneles. Esta es la campaña que el gobierno de Netanyahu no quiere interrumpir.
Bienvenida una tregua. Pero si la familia de las naciones desea evitar una nueva -¡y cuarta!- contienda entre las partes de aquí a futuro, es crucial que el cese de fuego contemple el desarme de Hamas y prevenga su rearme. Una tregua inmediata a imperfecta calmará nuestras ansiedades pacifistas… pero sólo momentáneamente, hasta el próximo e inevitable round.
Journal Nuestra Memoria
Por Julián Schvindlerman
  Negrofobia en la Alemania Nazi – 08/14
Un aspecto poco explorado de la Segunda Guerra Mundial y del período previo a su estallido ha sido el estatus de la comunidad negra durante la era nazi en Alemania. Una carta de octubre de 1934, firmada por Bernard Lecache, presidente de la Liga Internacional contra el Antisemitismo, ilumina a propósito de la situación de los negros en aquella época en aquél país: “Aunque todo el mundo sabe de la persecución racial contra el pueblo judío en Alemania, lamentablemente no es tan conocido que los negros también son sometidos al terrorismo racial en el Tercer Reich. La condición económica y social de la gente de color es terrible”.
No se ha determinado con precisión el tamaño de la comunidad negra en la Alemania de la época. Adolf Hitler ha dicho “El judío constituye
sólo el uno por ciento de la población alemana, el negro sólo el uno por ciento del uno por ciento…”. Algunos historiadores han ubicado la cifra entre mil y cinco mil almas y otros hablan de veinte mil. A los efectos de este ensayo, al hablar de comunidad negra en Alemania incluiremos a los africanos y sus descendientes, afro-alemanes y afro-americanos residentes. A diferencia de los judíos y de los gitanos, los negros alemanes no conformaban una comunidad cohesionada que podía -en el imaginario nazi- representar algún tipo de amenaza colectiva. Eran pocos y estaban esparcidos. La comunidad afro-alemana, en la medida en que podemos hablar de una, estaba compuesta por individuos que llevaban vidas particulares. No hubo organizaciones políticas fundadas por negros, apenas asociaciones afro sociales o culturales. La participación política de los negros en Alemania se expresó en los movimientos comunistas o democráticos universales.
La política nazi hacia los negros fue hostil y manipuladora, incluso espantosa, pero no llegó a alcanzar los niveles de horror a los que fueron sometidas otras minorías, especialmente los judíos, los gitanos y los homosexuales. A pesar de la evidente negrofobia en la cosmovisión aria del nazismo, los nazis no montaron un plan de deportación ni exterminio de los negros en su seno; tampoco los removieron por completo de la vida social y cultural alemana. Pero sí adoptaron una política de esterilización colectiva de la raza negra en Alemania con el objeto de evitar su reproducción: hombres y mujeres de color fueron sometidos a esterilizaciones forzadas.
Ninguna orden general fue emitida para arrestar, encarcelar y eliminar a los negros, y algunos de ellos fueron de hecho enlistados en el ejército para luchar por Alemania mientras que otros podían enseñar en las escuelas y universidades, aun cuando los judíos y los disidentes no podían hacerlo. En parte esto obedecía al interés colonial alemán en África, los negros podían enseñar idiomas africanos entre otros estudios. Los nazis parcialmente toleraron a cantantes negros y emplearon a varios de ellos en películas propagandísticas y shows “étnicos”. Al mismo tiempo repudiaron el jazz como una música judeo-negra degenerada y miraron con desprecio las dotes deportivas de los negros. Algunos ataques contra los negros fueron publicados en la prensa alemana y varios afro-alemanes fueron perseguidos. Las leyes contra los no-arios eran lo suficientemente vagas como para que los negros quedaran incorporados y era inconcebible que un afro-alemán ocupara un puesto en el que tuviera subordinados arios. El Führer pareció pendular entre la lástima y el rechazo por esta comunidad, como esta declaración suya sugiere: “Los negros deben definitivamente ser gente de tercera clase. Su pueblo es desesperanzado. No los odio. Me apenan estos pobres diablos”.
Algunos historiadores han postulado que el trato aberrante pero relativamente moderado del Tercer Reich hacia los negros se basó en la decisión de explotarlos políticamente para marcar un contraste con las políticas segregacionistas vigentes en los Estados Unidos y así marcar puntos a su favor en la corte de la opinión pública mundial. En 1933 la cancillería alemana afirmó: “No olvidemos, ahora que las acusaciones contra Alemania por la cuestión judía están comenzando a aplacarse un poco, que no podemos permitir que la cuestión de la gente de color provea nueva substancia a la propaganda enemiga en la lucha contra la nueva Alemania”. Los negros fueron reclutados para participar en películas con claros fines políticos: principalmente fueron usados para denigrar a los Estados Unidos y a la vez para promocionar el colonialismo alemán en el norte de África.
En la década de 1920, Alemania contaba con una alta población de entretenedores extranjeros, particularmente afro-americanos. Antes de la llegada de Hitler al poder, muchos artistas negros hallaron en Alemania el espacio cultural que les era negado en su propia casa del otro lado del Atlántico. En 1931 se adoptó una ley que limitaba la contratación en suelo alemán de músicos foráneos, algo que impactaría severamente en este grupo de artistas afro. Con el advenimiento del nazismo, paradójicamente, muchos artistas negros obtuvieron empleo como actores en películas, documentales y shows de entretenimiento. La representación de los afro en los films nazis era caricaturesca, en parte orientada a advertir contra la integración de los negros en la sociedad alemana, y en parte para usarlos como sustitutos de nativos africanos en los films coloniales. En ciertos casos, prisioneros de guerra negros participaron como extras en documentales nazis. Descontando estas instancias, los actores afro-alemanes estaban generalmente bien remunerados en la industria del cine alemán.
El jazz, género musical surgido de los pobladores negros de las plantaciones norteamericanas, fue rechazado como música degenerada propagada por negros y judíos. Ya en 1930 en Turingia, cuando los nazis tomaron la gobernación, prohibieron “las bandas de jazz y la música de tambores, danzas de negros, canciones de negros, obras de negros”. En 1932 se prohibió en Alemania la contratación de músicos negros. Un crítico de música llamó al jazz “el invento de un negro en Chicago”. Para mediados de la década todos los músicos negros de jazz tenían prohibido tocar en Alemania, entre otros, Louis Armstrong, Duke Ellington y Coleman Hawkings. Incluso la cantante clásica Marian Anderson no pudo entrar a Alemania durante su tour europeo de 1935-1936 debido al “color de su piel como una negra”. En 1938 un diario alemán arengaba: “No tenemos simpatía por idiotas que quieren trasplantar la música de la jungla a Alemania… La música negra debe desaparecer”. Goebbels tildó al jazz como “el arte de lo subhumano”. En los años treinta los nazis intentaron crear un formato de jazz ario; el experimento fracasó. En 1941 produjeron un film de propaganda contra el jazz titulado “Alrededor de la Estatua de la Libertad” que incluyó a músicos negros. Al año siguiente se prohibieron todos los discos de naciones enemigas, incluyendo obviamente al jazz de los Estados Unidos.
La actitud dual -despreciativa y manipulativa- del Tercer Reich hacia la comunidad negra se cristalizó durante los Juegos Olímpicos de 1936 en Berlín. El Comité Olímpico Internacional había concedido a Alemania el privilegio de ser anfitrión del máximo encuentro deportivo mundial en 1931, dos años antes del ascenso del nazismo al poder. Desde entonces, y especialmente a partir de 1935 luego de la adopción de las leyes de Núremberg, agrupaciones judías, afro-americanas, progresistas y sindicatos se manifestaron en contra de la celebración de las olimpíadas en Berlín y pidieron por un boicot. Pero el COI descartó esos llamamientos e incluso varios deportistas negros y judíos decidieron participar en los juegos. Destacados deportistas afro-americanos como Jesse Owens, Ralph Metcalfe y Eulace Peacock defendieron la idea de asistir a Berlín sobre la base de que su triunfo serviría para socavar las teorías raciales de los nazis. Los nazis consideraban a los negros como seres intelectualmente inferiores pero al mismo tiempo físicamente fuertes en función de la condición animalesca que les atribuían. Atento a la sensibilidad internacional, en agosto de 1936 el Ministro de Propaganda del Reich, Joseph Goebbles, instruyó a la prensa alemana a abstenerse de difamar a los deportistas negros: “El punto de vista racial no debiera ser usado de modo alguno al informar sobre los resultados deportivos; por sobre todo no se debe reportar de manera insensible sobre los negros”. Goebbels aludía a los participantes afro-americanos pues no había afro-alemanes que fuesen miembros de equipos alemanes en los juegos. (Aunque sí hubo un peso-pesado negro, Louis Brody-Alcolson, que integró el equipo nacional de boxeadores alemanes). Estados Unidos envió a dieciocho deportistas negros en su representación a las olimpíadas nazis y seis de ellos obtuvieron medallas de oro, plata y bronce. Famosamente, Hitler rehusó saludarlos conforme el protocolo demandaba. Extrañamente, el más condecorado entre ellos, el corredor Jesse Owens, dijo posteriormente: “Yo creo que Hitler es un hombre noble”.
Ese mismo año aconteció otro hecho que puso a las cuestiones raciales en el tapete del debate internacional. En junio de 1936 tuvo lugar en el Yankee Stadium una pelea entre el afro-americano Joe Louis y el alemán Max Schmeling. Este último representaba al estado nacional-socialista a nivel mundial. En la guerra sería paracaidista del ejército alemán pero no se había afiliado al Partido Nazi y tuvo un manager judío durante toda su carrera. Cuando Schmeling noqueó a Louis la prensa nazi exultó orgullo ario. “La victoria de Schmeling no fue sólo deporte. Fue un asunto de prestigio para nuestra raza” afirmó el semanario Das Schwarze Korps. “El negro es de naturaleza esclava”, redactó Der Welktkampf, “[Schmeling] contuvo la arrogancia del negro y claramente probó la superioridad de la inteligencia blanca”. Goebbles inmortalizó el resultado en una película masivamente divulgada con el título “Max Schmeling´s Sieg-Ein Deutscher”. Dos años más tarde, en 1938, hubo un rematch y Louis derrotó a Schmeling en apenas dos minutos del primer round. En esta oportunidad, los nazis silenciaron a su prensa.
Miembros de la comunidad negra formaron parte de la resistencia anti-nazi. Johnny Voste luchó contra los nazis en Holanda y Bélgica, fue capturado y enviado a Dachau en 1942. Joseph Bile debió exiliarse y activó contra Alemania desde el extranjero. Hilarius Gilges se unió a la juventud comunista alemana y militó contra el nazismo hasta que fue arrestado y asesinado en Düsseldorf. Johnny Nicholas fue un espía de la resistencia francesa encargado de hallar a pilotos ingleses derribados en Francia. Una amante despechada lo delató a la Gestapo. Murió en 1945 por las varias heridas sufridas durante su cautiverio. Josephine Baker fue la más prominente espía francesa negra de entonces. Dotada cantante conversa al judaísmo al casarse con Jean Lion, fue reclutada por el servicio secreto francés y pasó valiosa información sobre las tropas alemanas. Su trabajo clandestino la llevó de Francia a Portugal, Marruecos, Argelia, España, Egipto, Siria, Palestina, el Líbano y Sudamérica.
La contracara de este heroísmo se corporizó en algunas personalidades afro que simpatizaron con el nazismo. Werner Egiomue fue un afro-alemán miembro de la Juventud Hitleriana y del ejército que dijo verse a sí mismo como un “pequeño führer” y durante una entrevista confesó haber estado “entre quienes movía mi esvástica durante el desfile por el cumpleaños del Führer en Berlín en 1936”. William Marcus Baarn fue posiblemente el único espía negro en las filas nazis. Fue apresado en Brasil en 1943. En los Estados Unidos, durante la década de 1930 el agitador Sufi Abdul Hamid, apodado el “Hitler negro”, ganó fama con sus exhortaciones para “hacer la guerra contra los judíos”. El diplomático y escritor Lonnie Lawrence Dennis describió, en 1939, a Hitler como “el más grande genio político desde Napoleón”, fue fotografiado al lado del líder nazi en una concentración en Núremberg en 1935. En 1944 fue juzgado en los Estados Unidos bajo cargos de sedición y afinidades filo-nazis. Cuando murió en 1977 la revista Life lo describió como “el intelectual fascista No. 1” de América. Y está también el caso del célebre politólogo W. E. B. du Bois quién fue invitado a Alemania en 1936 en un tour de promoción del estado nazi y al regresar fue criticado por intentar limpiar la imagen del Reich.
Con sus luces y con sus sombras, sus héroes y sus anti-héroes, sus privilegios y sus castigos, al observar el papel que los nazis atribuyeron a los negros en el deporte, la música, la propaganda y la sociedad alemana, emerge una cierta noción del derrotero de la comunidad afro durante la era nazi. Históricamente maltratado, el colectivo negro atravesó los años oscuros del Nazismo en Alemania y prevaleció.
Bibliografía consultada
Ashe, Arthur Jr. A Hard Road to Glory: A History of the African American Athlete, 1919-1945 (Warner Books, 1988).
Blackshire-Belay, Carol Aisha. The African-German Experience: Critical Essays (Praeger: 1996).
Friedlander, Henry. Origins of Nazi Genocide: From Euthanasia to the Final Solution (University of North Carolina Press: 1995).
Lusane, Clarence. Hitler´s Black Victims: The Historical Experiences of Afro-Germans, European Blacks, Africans, and African Americans in the Nazi Era (Routledge: 2003).
Zwerin, Mike. La Tristesse de Saint Louis: Jazz under the Nazis (Beech Tree Books: 1987).
Compromiso
Por Julián Schvindlerman
  Entrevista a Michael Hurshell – 08/14
Año 6 – Nro 49
Para empezar, por favor díganos un poco sobre su persona. Usted nació en Austria de padres estadounidenses. ¿Cómo termina como músico en Alemania?
Mis padres eran cantantes de ópera de los Estados Unidos, y mi padre trabajaba en la Ópera Estatal de Viena en el momento en que nací. Crecí escuchando ópera, mis padres empezaron a llevarme a los ensayos cuando tenía tres años de edad. En especial me encantó la música que mi padre cantaba… más sobre esto más adelante. Crecí en parte en Europa, en parte en los Estados Unidos; escuela secundaria en Seattle, universidad de la Costa Este (Universidad Brown). Luego me fui a Viena para realizar estudios de postgrado en conducción orquestal, me casé y me quedé en Europa conduciendo ópera y repertorio sinfónico. Me ofrecieron un puesto de profesor en la Universidad de la Música de Dresde (Hochschule für Musik Carl Maria von Weber) en 2002, y me trasladé allí permanentemente en 2006.
¿Podría por favor contarnos brevemente sobre la historia de Dresde y su comunidad judía?
La historia judía en Dresde se remonta a la fundación de la ciudad en el siglo XII, cuando los comerciantes judíos se habían asentado allí. Los siglos siguientes siguieron el patrón demasiado familiar: un terrible pogromo en 1349 (durante la epidemia de peste), confiscación de bienes y expulsiones en 1411 y 1430, después de lo cual no hubo comunidad judía por dos siglos y medio. La mayoría de los judíos en Dresde (y Sajonia) estaban sujetos a los caprichos de varios gobernantes, y la emancipación no comenzó hasta 1830, cuando se permitió surgir una comunidad religiosa oficial, lo que les permitió comprar tierras para la construcción de escuelas, y «Bethäuser» (casas de oración). El famoso arquitecto Gottfried Semper -quien más tarde diseñó la Opera de Dresde, así como el Burgtheater de Viena- diseñó la sinagoga de Dresde, que se completó en 1840 y fue una obra maestra. Por desgracia, fue arrasada después de ser quemada durante la Kristallnacht. En 1869, los judíos finalmente alcanzaron la plena ciudadanía. Desde la década de 1830 al inicio del nuevo siglo, la comunidad de Dresde creció de 700 a 3.500. Al igual que en otras comunidades alemanas, un gran número se asimiló durante este período.
Desde el momento de su emancipación hasta la llegada de los nazis, hubo un florecimiento de la cultura judía, la ciencia y la industria, bruscamente interrumpido por la ascensión de los nazis en 1933. En ese momento la comunidad judía de Dresde tenía más de 5.000 miembros. La Shoá tuvo su terrible impacto: al final de la guerra, permanecieron sólo 41 miembros. Una gran ironía es la supervivencia de cientos de niños, pautados para transporte a Auschwitz, cuyas vidas fueron salvadas por el bombardeo de Dresde el 13/14 de febrero de 1945. El transporte estaba previsto para el 15 de febrero. En 1950, un edificio en la propiedad del cementerio judío (Totenhalle, es decir, del Salón de los Muertos) fue reabierto (había sido muy dañada en el bombardeo) y se consagró como una sinagoga. Conservó esta función hasta la finalización de la nueva sinagoga en 2001, que fue construida con fondos públicos y donaciones internacionales. Hoy la comunidad Dresde cuenta con más de 700 miembros.
La nueva sinagoga es una obra maestra arquitectónica. Sírvase formular observaciones sobre la historia de su edificio, su simbolismo y significado.
A raíz de un concurso de arquitectura, la comunidad judía adjudicó el contrato a Wandel, Hoefer und Lorch + Hirsch, una firma con sede en Saarbrücken. Querían construir en un «estilo moderno minimalista» e incorporaron varios elementos filosóficos e históricos en su diseño. La albañilería a nivel del suelo de la sinagoga está alineada con la calle, lo que maximiza la parcela estrecha de tierra. Cada uno de los restantes 33 niveles de piedra se construyeron ligeramente torcidos (unos pocos centímetros a su vez en cada nivel), por lo que el nivel superior -a una altura de 24 metros- mira exactamente al Este. Sobre la entrada se grabó «Mi casa será una casa de oración para todos los pueblos» (en hebreo, en referencia a Isaías 56: 7), un recuerdo de la antigua sinagoga, que llevaba la misma inscripción sobre sus puertas. En la parte superior de la entrada, un ornamentado Magen David fue incorporado; salvado de los incendios de 1938 por un bombero, que lo escondió en su casa durante décadas y cuya familia se lo devolvió a la comunidad para la nueva sinagoga. Los lugares interiores únicos ponen a la zona de rezos dentro de una cortina metálica color oro, que no sólo evoca la carpa del santuario móvil, sino también -dado que cuelga alineada con el techo -mira al Este. Recuerdo que la primera vez que asistí a los servicios allí, inmediatamente me pareció que el ambiente del edificio era muy especial. La sinagoga es parte de un complejo que incluye, a través de un patio, el centro comunitario. El sitio se encuentra exactamente en los terrenos de la antigua sinagoga Semper.
¿Cómo y cuando se estableció la Nueva Orquesta Filarmónica Judía de Dresde?
Mientras dirigía diversos conciertos sinfónicos en Alemania, descubrí que muchos de los compositores judíos que huyeron a los Estados Unidos, y se hicieron famosos a causa de haber musicalizado películas en Hollywood, permanecieron olvidados y desatendidos en Alemania. Las obras de salón de conciertos de Korngold, Rózsa y Waxman, que de vez en cuando he tocado, eran completamente desconocidas para el público aquí. Decidí que esto tenía que cambiar, y así en el año 2007 un grupo de músicos -amigos de algunas de las orquestas más importantes de Dresde, así como jóvenes músicos que completaban sus estudios en la Hochschule- nos reunimos e interpretamos música de Schulhoff, Waxman y Mendelssohn en la Sinagoga. Noté que los músicos disfrutaron enormemente las piezas que nunca habían tocado, escuchado o incluso oído hablar; y así que decidimos tratar de obtener fondos para que pudiésemos llevar a cabo este tipo de programas con regularidad. Fui muy afortunado de obtener el apoyo de un filántropo de la Florida, el Dr. Phillip Frost. Con los fondos que él donó, dimos cinco conciertos entre mayo y septiembre de 2008 y en ese momento el gobierno sajón comenzó a prestarnos atención; desde entonces estamos financiados principalmente por ellos. Pronto marcaremos el concierto orquestal número cincuenta. Hemos tocado en Berlín varias veces (dos veces difundidos por la radio MDR), en Polonia, en Francia, en muchas ciudades alemanas, y esperamos ir a Israel en mayo de 2015.
¿Se necesita investigación importante para encontrar las obras de estos compositores prohibidos?
Somos la única orquesta, hasta donde yo sé, que presenta en exclusiva programas enteramente dedicadas a compositores prohibidos. Ha sido una gran experiencia de aprendizaje para mí, así como para la orquesta; mientras yo estaba familiarizado con los «exiliados» de Hollywood y compositores como Ernest Bloch, no sabía casi nada acerca de muchos de los compositores de nuestro repertorio actual (Tansman, Krasa, Vainberg, Fitelberg, Lavry, Zeisl, Schulhoff, etc.), y muy poco acerca de las maravillosas obras de Schreker y Korngold. Parte de esta música fue publicada por editores alemanes y austriacos en los años veinte; en su mayoría se la pasa acumulando polvo en la actualidad, se necesita un poco de investigación para encontrar cosas. Algunas de las piezas que tocamos nunca han sido publicadas, y tuve la suerte de ponerme en contacto con descendientes que me proporcionaron copias manuscritas, ¡que no siempre son fáciles de leer! Por ejemplo, fuimos la primera orquesta fuera de Israel en interpretar el emotivo poema sinfónico de Marc Lavry, Al Naharot Bavel. La música estuvo a cargo de la hija de Lavry, Efrat, que vive en Israel. Y dimos el estreno mundial del Andante, op. 22a de Rózsa, que no habría sido posible sin la ayuda de John Waxman de Nueva York (él mismo hijo del famoso compositor de música de cine, Franz). Viajé a Los Ángeles, donde Barbara Zeisl-Schönberg me dio copias de Variaciones de una canción popular de Eslovaquia de Zeisl, nunca oído en Alemania antes.
¿Ha habido alguna vez un familiar o descendiente de cualquiera de estos músicos prohibidos que haya asistido a uno de sus conciertos? ¿Cómo él o ella reaccionaron a un momento tan conmovedor?
Desde que los realizamos, sobre todo en Alemania -y las familias con las que estoy en contacto por lo general viven a miles de kilómetros de distancia- no he tenido ese placer. Sin embargo, todos han expresado su alegría por nuestras interpretaciones y he tenido conversaciones muy sentimentales con ellos. Tenemos la esperanza de que podamos estar viajando a los Estados Unidos en un futuro próximo y tal vez entonces tendremos la oportunidad de tocar para ellos, algo que me gustaría mucho hacer.
Por favor díganos cómo reaccionan las audiencias en Alemania y en el extranjero a su programa de música.
El público alemán -una vez que decide venir a escucharnos- nos ama. En Dresde tocamos sobre todo en la sinagoga, donde la acústica de la orquesta para cuerdas es espléndida, aparte de la atmósfera. Sin embargo, han sido igualmente entusiastas en nuestros conciertos en otros lugares (la Ópera Semper, la Gran Sinagoga de Berlín, la Sala Mendelssohn de la Gewandhaus de Leipzig, etc.). Muchas de estas obras fueron escritas en un lenguaje posromántico, la música es muy emocional y el público responde de inmediato. Por supuesto, nuestros conciertos también son presenciados por miembros de las comunidades judías. Su respuesta es similar, pero también, con toda razón, mezclada con un sentimiento de orgullo por esta herencia judía, primero perdida y ahora recuperada. Yo recuerdo algunas de las respuestas emocionales en particular fuera de Alemania. Cuando tocamos en la restaurada Sinagoga de Breslau (Wroclav), Cigüeña Blanca, una mujer de noventa y tantos años se me acercó después del concierto y dijo: «Que yo esté viva para ver este día, cuando la música que escuché en mi infancia renace”. Ella tenía lágrimas en sus ojos, al igual que yo, y en una recepción ofrecida por el Consulado alemán en Estrasburgo después de nuestro concierto, fui muy bien recibido por algunos miembros mayores de la audiencia que resultaron ser de París y de Tel-Aviv. Es muy alentador experimentar tales cosas.
Usted ha fundado un museo Wagner cerca de Dresde. ¿Qué le motivó a hacer eso?
Mi padre, nacido en Ohio, era un judío de origen húngaro que se convirtió en un cantante de ópera y un especialista en Wagner… Crecí oyendo cantar Wotan, Hans Sachs, el holandés (¡que, de por cierto, cantó en el Teatro Colón en 1965!), Telramund etc. Me encantó esta música ya desde cuando yo tenía tres años. A menudo me llevaban a los ensayos siendo yo pequeño. Así se formó mi vínculo emocional con esta música. Desde entonces he tocado Wagner y enseñado sobre Wagner. Cuando la ciudad de Pirna me informó que un nuevo Museo Wagner se estaba planeando y me pidió que curase la exposición permanente, no me pude resistir. Como le dije a los padres de la ciudad, no habría mucho de multimedia y sonido involucrados. Situado en un pequeño pueblo (Graupa), el museo tuvo 25.000 visitantes en su primer año.
Richard Wagner fue un gran compositor y un gran antisemita. ¿Cómo se siente acerca de él tanto como judío y como músico?
En el momento en que tuve edad suficiente para leer acerca de sus declaraciones repulsivas (Judenthum in der Musik y en otras partes), mi amor por su música no se vio sacudido por ello. Pero he pasado por supuesto mucho tiempo con este tema: he dado conferencias sobre Wagner y el antisemitismo, aquí en Dresde, y el tema es doloroso. Como judío, su fanatismo me enfurece. Como músico, no soy capaz de ignorarlo más que los grandes directores judíos cuyas vidas fueron cambiadas por la persecución nazi; Bruno Walter, Otto Klemperer, Fritz Reiner, George Szell, Georg Solti, etc. Mi sensación es que muchas personas tienen dificultades en separar sus declaraciones del siglo XIX de las relaciones íntimas de su familia con los nazis en el siglo XX; y por supuesto, el uso y abuso de su música por los nazis con fines políticos no ayuda en este asunto. Estoy seguro de que este es un tema muy difícil. ¿Cómo encaran los músicos judíos de hoy día su música? Algunos optan por no interpretar sus trabajos, algunos lo hacen. Yo, como mi padre, lo hago.
¿Cómo describiría las relaciones germano-judías en el siglo XXI?
En pocas palabras: poco después de unirme a la sinagoga de Dresde en enero de 2007, fui testigo de algo extraordinario. El 13 de febrero, el aniversario de la destrucción de Dresde, muchos neo-nazis de Alemania, Europa del Este, Francia, los Países Bajos, etc. se reúnen en Dresde y organizan una marcha, tratando de aprovechar esta fecha para sus propósitos repugnantes. Cada año, desembarcan en la Bahnhof Neustadt, con la intención de marchar a través del puente Carola, un camino que los lleva directamente frente a la Sinagoga. Dado que esta «manifestación» está registrada oficialmente, no puede ser legalmente evitada; pero cada año, como ví para mi sorpresa en 2007, miles de habitantes de Dresde ocupan el puente y evitan que los «manifestantes» si quiera crucen el río. Las personas que bloquean el puente -una vía de cuatro carriles- simplemente están mostrando su solidaridad con nosotros. (Nosotros, los miembros de la congregación, nos reunimos directamente en la sinagoga). Sí, por supuesto que hay antisemitismo en Alemania. Pero cuando ví a aquellas personas que desafían la ley para protegernos a nosotros, me dije: «Las relaciones entre los judíos en Alemania y el resto de la población son buenas.» Las fuentes públicas que financian a la Nueva Orquesta Filarmónica Judía de Dresde son, para mí, una señal muy positiva de que mi decisión de vivir y trabajar aquí no fue un error.
Compromiso
Por Julián Schvindlerman
  Los túneles comerciales de Hamas – 08/14
Año 6 – Nro 49
La última guerra entre Hamas e Israel ha puesto sobre el tapete los túneles que cruzan desde Gaza hacia el estado judío, utilizados con fines terroristas. Pero existen además otros túneles, aquellos que cruzan desde el desierto del Sinaí hacia la franja, empleados principalmente para contrabandear personas, armas y productos. En el año 2012, el periodista Nicolas Pelham escribió un importante ensayo para la publicación The Journal of Palestine Studies titulado “El fenómeno de los túneles de Gaza: las dinámicas no intencionales del bloqueo israelí” en el cual analiza el origen y desarrollo de los mismos así como el impacto en la economía gazatí, en la estructura social local y en el liderazgo islamista. La información aquí presentada está basada en ese texto.
El primer caso registrado en que Israel detectó un túnel entre la Franja de Gaza y Egipto data de 1983; la población palestina de la franja y la población beduina del desierto del Sinaí ya buscaban lo forma de eludir los controles de Israel y de Egipto. Con el comienzo de la intifada Al-Aqsa en el 2000, el gobierno de Yasser Arafat colaboró con clanes beduinos para contrabandear armas a los territorios palestinos de manera subterránea. Pero fue a partir del repliegue unilateral israelí de Gaza en 2005 y del ascenso de Hamas al poder allí al año siguiente que el armado de túneles en la frontera Gaza-Egipto se convirtió en una industria de alto impacto político, económico y social en la franja.
Tras el secuestro del soldado Gilad Shalit (transportado por medio de un túnel en la frontera de Gaza con Israel) y de la violenta purga de miembros de Fatah llevada a cabo por Hamas en 2007, las autoridades israelíes designaron a la franja como una entidad hostil. Los continuos ataques con cohetes desde Gaza llevaron a Israel a incrementar las restricciones fronterizas y a limitar los materiales habilitados de ingresar a la zona. La comunidad internacional tenía sus reparos en continuar apoyando económicamente a un territorio gobernado por un movimiento fundamentalista. El prospecto de una crisis económica en Gaza era real -en cierto momento, el faltante de combustible empujó a muchos gazatíes a reemplazar sus autos por camellos- y amenazaba la viabilidad de Hamas como poder gobernante.
En ese contexto surgió una sociedad entre inversores privados, oficiales de Hamas y familias residentes en el límite egipcio dedicada a construir túneles en la frontera con finalidades de contrabando. Con entre cuatro y quince socios capitalistas, abogados que redactaban contratos legales, jeques que recaudaban aportes, obreros que construían, comerciantes que compraban y vendían mercancías y administradores de todo el emprendimiento, fue surgiendo una verdadera industria que con los años llegó a contar 1.500 túneles solamente entre Egipto y Gaza. Un túnel en funcionamiento regular requería de entre veinte y treinta operarios totales. Una vez activo, un túnel podía amortizar el costo de su construcción en un mes. En 2005, el negocio de los túneles generaba en promedio USD 30 millones al año; para 2008 producía ese ingreso por mes. Tan congestionada estaba la frontera con estos túneles que pasaron a ser edificados verticalmente, uno arriba de otro, y tal su productividad que fueron equipados con iluminación interna, intercomunicadores, generadores de energía, elevadores eléctricos y carros de transporte que se movían sobre rieles. Se convirtieron en un eficaz vehículo para el contrabando de armas, drogas, personas, juguetes, medicinas, cigarrillos, autos y ganado entre otros productos.
El negocio era tan lucrativo y la proliferación de túneles tan extraordinaria que el gobierno de Hamas se hizo cargo. Se apropió de los túneles edificados por la Autoridad Palestina, prohibió la construcción de nuevos túneles para Fatah y controló aquellos administrados por otros grupos terroristas de la franja. Los túneles empleados con finalidades militares quedaron bajo exclusiva supervisión de Hamas, eventualmente los túneles con propósitos comerciales también. El Ministerio de Interior de Hamas estableció la Comisión para los Asuntos de Túneles (CAT) para que regulara la actividad. Trescientos hombres armados y vestidos de negro oficiaron de agentes aduaneros, policías en motocicleta patrullaron la zona, se crearon licencias de construcción y áreas consideradas sensibles a la seguridad de la franja fueron vedadas. Quien quisiera construir un túnel debía presentar título de propiedad sobre la tierra o autorización notarial para explotarla. Las autoridades de Hamas impusieron tarifas aduaneras a los productos contrabandeados, tarifas administrativas al otorgamiento de licencias de explotación y tasas de conexión a la grilla eléctrica. Los violadores de la ley eran castigados. Para regular el paso de personas, Hamas introdujo un sistema que expeditaba la acreditación a dos días, frente a los dos meses que podía llevar obtener el permiso israelí para cruzar por los pasos legales. Los pasos fronterizos cumplían horarios de apertura y cierre; los túneles permanecían abiertos las 24 horas.
Hasta el 2009, los autos requerían ser desmantelados en Egipto y rearmados en Gaza; a partir de ese año pasaron a ser transportados enteros por estos túneles, manejados de un extremo al otro. Para fines de 2010 la red de túneles transportaba 170 toneladas métricas de materiales básicos por día. Para mediados del 2011, ingresaban a diariamente a Gaza por medio de estos túneles tres toneladas de grava, quinientas toneladas de varillas de acero y tres toneladas de cemento. Los túneles especializados en trasladar ganado vivo se multiplicaron por diez en un período de dos años, pasando de tres a treinta entre 2008 y 2010. “Gaza se metamorfoseó en un sitio en construcción” escribió Pelham. En 2008, los trabajadores en los túneles estaban mejor pagos que en otros sectores de la economía palestina, alcanzando un pico de cinco veces más que un salario medio en Gaza y superando lo que ganaba un palestino empleado en la construcción de asentamientos israelíes en Cisjordania. Para 2010 se estimaba que los túneles de Gaza tenían 5.000 dueños y daban trabajo a 25.000 empleados, los que proveían a hogares que alcanzaban alrededor de 150.000 gazatíes, casi el 10% de la población de la franja.
El impacto económico de la red de túneles en Gaza se cristalizó en la aparición de nuevos hoteles, restaurantes y cafés sobre la playa atractivos a los nuevos ricos de la franja, a palestinos exiliados y a turistas egipcios. Conforme Pelham señaló, empresarios palestinos de Cisjordania se quejaban de que autos último modelo se veían en las calles de Gaza antes que en las de Cisjordania. Los mercados de Gaza se colmaron de consumidores y se podían conseguir billetes de alta denominación en los cajeros automáticos. Gaza pasó a exportar ilegalmente a Egipto chatarra, caballos de carrera, melones, manzanas, huevos y municiones así como productos obtenidos en Israel tales como zapatos, celulares y gel para cabello. Empresarios palestinos lavaron sus ingresos clandestinos en inversiones inmobiliarias en la zona egipcia de El-Arish de una magnitud que ocasionó una suba en los precios de los terrenos. La propia plaza gazatí presenció un aumento en el valor de las propiedades. Tal el clima de optimismo reinante que un ministro de Hamas, Mahmoud al-Agha, pronosticó en 2012: “Dentro de dos años, uno podrá tomar un ómnibus y viajar todo el camino desde Gaza a Marruecos”.
En sus mejores tiempos, la Comisión para los Asuntos de Túneles de Hamas recaudó cerca de USD 200 millones al año, lo que le permitió consolidar su poder y limitar el impacto negativo de las restricciones financieras internacionales que pesaron sobre Gaza. A la vez, Hamas pagó un precio político en imagen local por sus abusos en la administración de los túneles. El grupo fue criticado por haber impuesto oficiales propios en las juntas directivas de las sociedades que administraban los mismos, por haber impuesto tarifas a un negocio privado rentable y por casos de corrupción. Se atribuyó a Hamas responsabilidad por la confección de un esquema financiero piramidal en el que inversores palestinos fueron estafados al realizar aportes para la creación de estos túneles. Hubo alegatos contra miembros de Hamas de haber tenido luz en sus hogares en épocas de cortes de energía y de haber contado con el uso preferencial de estaciones de servicio en tiempos de escasez de nafta. Comandantes de Hamas fueron acusados de fugarse por esta red ante las represalias aéreas de Israel. Y se culpó a sus líderes de ocasionar la muerte a 160 niños palestinos empleados en los túneles “donde, tal como en las minas de carbón victorianas, ellos son valorados por sus cuerpos pequeños” según Pelham.
A lo largo del ensayo, el autor ofrece una mirada crítica de la política israelí hacia la franja, a pesar de lo cual mantiene la objetividad para asegurar en su párrafo final: “En suma, mientras que los túneles han servido como el motor casero de la reconexión de Gaza con la región, la realización última de este objetivo puede ser mejor asistida por su colapso”. Al provenir de un periodista pro-palestino y de un texto aparecido en The Journal of Palestine Studies nadie podrá descartar la apreciación por partidista.
Comunidades
Por Julián Schvindlerman
  Por una auténtica liberación de Palestina – 30/07/14
Aunque parezca historia antigua, fue hace menos de una década que Israel abandonó Gaza. A partir del 2005 no permaneció en aquella franja un solo israelí, fuese soldado o colono. La ocupación finalizó. Sin embargo, el Movimiento de Resistencia Islámico, comúnmente conocido como Hamas, desde entonces inició tres ataques con cohetes contra Israel -2008, 2012, 2014- y sumió a la población israelí y palestina en un profundo sufrimiento. Estos hechos confirmaron una máxima en boga que dice que si bien Israel dejó Gaza, Gaza nunca dejó a Israel.
La motivación estratégica de Hamas en atacar al estado judío es esencialmente ideológica. Así está estipulado en la Carta de Alá, su documento constitutivo, que postula que renunciar a cualquier parte de Palestina significa renunciar a parte de la religión» y enuncia así su misión: «El día del juicio no llegará hasta que los musulmanes luchen contra los judíos y les den muerte; entonces los judíos se ocultarán tras rocas y árboles, que gritarán: ¡Oh Musulmán! ¡Aquí hay un judío que se esconde detrás de mí, ven y mátalo!». No exactamente un llamado a la diversidad.
Luego está la motivación táctica que es de raíz coyuntural. Localmente, el 40% de la población palestina de Gaza está desempleada. Alrededor de cuarenta mil empleados públicos llevan meses sin cobrar sus sueldos. Regionalmente, al abandonar al régimen de Damasco, que albergaba al liderazgo externo de Hamas, una vez iniciada la guerra civil en aquella nación árabe, el grupo perdió el apoyo de Siria y -parcialmente- el de su aliado Irán. El movimiento fundamentalista se orientó hacia el Egipto de Mohamed Morsi, líder de la Hermandad Musulmana, de la que Hamas es básicamente su representación en Palestina. Pero al poco tiempo Morsi cayó en un golpe de estado en manos de los militares comandados por Abdel Fattah al-Sisi, acérrimo enemigo de la Hermandad, quién combatió tenazmente contra el contrabando de armas y mercancías de Hamas por medio de los túneles que conectan el desierto del Sinaí con Gaza. Para colmo, el acuerdo de unión nacional pactado con su Némesis, la Autoridad Palestina de Mahmoud Abbas, no avanzaba en la dirección deseada. Aislado políticamente, debilitado financieramente y cuestionado localmente por una población desesperada, Hamás recurrió a la confrontación con el emblemático «enemigo sionista» para quebrar el paupérrimo status quo en que se hallaba.
Y lo hizo con alevosía. En los primeros diez días de guerra previos a la incursión terrestre israelí en la franja, Hamas (junto a otros grupos jihadistas) disparó aproximadamente 1.400 cohetes; 140 al día en promedio. Lanzó misiles contra Jerusalem en entera desconsideración de la Mezquita Al-Aqsa que tanto dice venerar; contra la central eléctrica en Ashdod, desde donde Israel provee energía a Gaza; y contra el reactor atómico de Dimona, ubicado a poco más de cincuenta kilómetros de Gaza; de haber dado en el blanco hubiera pulverizado a la población palestina también. Disparó desde zonas densamente pobladas, transformó hospitales en comandos militares y utilizó a civiles como escudos humanos. Cuando Egipto elevó una propuesta de cese de fuego, Hamas la rechazó. Cuando la ONU pidió por una tregua para garantizar ayuda humanitaria para la población gazatí, Hamas la desconsideró. En ningún momento cesó sus lanzamientos de cohetes contra Israel. Los israelíes hallaron cobijo en Cúpula de Hierro (el eficaz arma antimisil), en refugios antiaéreos y en una aplicación para smartphones que alerta al usuario cada vez que desde Gaza sale volando un misil. Llamémosla el whatsapp del terror.
En medio del caos, la muerte y la devastación que se sucedieron una pregunta quedó flotando en el aire. ¿Dónde están los refugios de Gaza? Si Hamas estuvo armándose hasta los dientes estos últimos años en preparación para su ataque contra Israel, ¿por qué no construyó búnkers para resguardar a la población que gobierna en anticipación a la represalia bélica inevitable? La presunción de que Gaza es demasiado pobre para ello es falsa. En rigor, tales búnkers existen, sólo que no fueron diseñados para proteger a civiles, sino para preservar a los arsenales, combatientes y líderes de Hamas. Eso para los que viven en la franja, como Ismail Haniyeh. El liderazgo externo, el de Khaled Mashal, sermonea sobre la lucha armada desde un hotel cinco estrellas en Qatar.
Gaza está bajo ocupación. No por parte de Israel. Esa ocupación terminó nueve años atrás. Gaza está bajo una ocupación fundamentalista, cruel y lunática determinada a arrastrar a israelíes y a palestinos por igual en el sendero inexorable hacia su propio Armagedón.
La Razón (España)
Por Julián Schvindlerman
  El dislate en la ONU – 26/07/14
En una votación de 29 países a favor, 1 en contra y 17 abstenciones, el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas acaba de adoptar una resolución condenatoria de Israel y crear una comisión de investigación acerca de las “groseras violaciones a los derechos humanos internacionales”. El desarrollo traslada la impresión de que el máximo foro del sistema internacional humanitario objeta la conducta incivilizada de una nación en guerra, lo cual tacha la imagen mundial de ésta. No obstante, al mirar los hechos con mayor atención advertimos que una aberración diplomática y un dislate moral han ocurrido.
La guerra en curso en Israel y en Gaza es cristalina en los hechos, tanto los relativos a su génesis como a su desarrollo. Un movimiento terrorista y fundamentalista comprometido con la destrucción una democracia vecina atacó a ésta con total alevosía, exhibiendo nula misericordia hacia su población civil. Lanzó alrededor de dos mil misiles contra ciudades israelíes en un período de tres semanas, expuso al 75% de su población al fuego inesperado -en escuelas, sinagogas, casas, calles- e infiltró terroristas con el objetivo de aumentar las fatalidades. Hamas disparó misiles desde mezquitas y hospitales y empleó a su propia población civil como escudo humano contra los bombardeos en represalia de la Fuerza Aérea de Israel. El estado judío no tuvo más remedio que responder a una agresión descarnada y lo hizo procurando proteger a la población civil palestina, sin lograrlo en muchos casos.
En su resolución tendenciosa, el Consejo de los Derechos Humanos de la ONU ignora los ataques de Hamas y sólo se concierne por la respuesta militar de Israel. Su carácter surrealista queda en evidencia al notar que entre quienes acusaron a esta pequeña nación asediada está Siria, en cuya tierra al menos 1.800 palestinos fueron intencionalmente asesinados por el gobierno poco tiempo atrás.
Página Siete (Bolivia)
Por Julián Schvindlerman
  Un cese al fuego no es el fin del conflicto – 24/07/14
Cruzado ya el umbral de los primeros siete días de guerra entre el Movimiento de Resistencia Islámico -tal su nombre- Hamas y el Estado de Israel, con más de mil cohetes lanzados contra la nación hebrea y cantidades de ataques aéreos sobre Gaza, Egipto elevó una propuesta de cese el fuego que buscaba calmar la tormenta. Israel la aceptó a pesar de tener reparos; Hamas la rechazó de cuajo. Vuelta a foja cero.
Es dable, sin embargo, analizar las raíces de la hesitación israelí. Desde la perspectiva humanitaria es bienvenida la tregua en las contiendas, pero estratégicamente, éste no siempre es el caso. Aun cuando esta postulación desafíe nuestro humanismo, es menester profundizar en ella si aspiramos a un cabal entendimiento de lo que allí está en juego.
En el año 2005, el ejército israelí abandonó la Franja de Gaza por completo. Ni un solo soldado, ni un solo colono, permanecieron allí. La ocupación terminó. Los israelíes creyeron que por fin gozarían de cierta seguridad en esa frontera caliente. Se equivocaron. Desde entonces, en tres oportunidades, Hamas inició ataques con cohetes contra Israel, forzando una respuesta militar, que rápidamente derivó en una contienda abierta.
En 2008, 2012 y 2014, los israelíes debieron correr a sus refugios antiaéreos cada vez que Hamas lanzó misiles inesperadamente. Militarmente, Israel es mucho más poderoso que Hamas, pero políticamente este grupo terrorista se anota puntos en la corte de la opinión pública mundial con cada muerte palestina.
Cuando la confrontación alcanza niveles intolerables para la sensibilidad internacional, la comunidad diplomática impone un cese el fuego. Forzados a interrumpir su campaña militar, sin haber alcanzado los objetivos, los israelíes se repliegan, resignados, a sabiendas de que ésa no será la última pelea.
Éste es un ciclo perverso que el Gobierno de Israel anhela detener. Hamas utiliza tales treguas para recomponerse, rearmarse y planificar el próximo ataque sorpresa.
Hasta tal punto esto es así que incluso los propios israelíes se mostraron alarmados por el nuevo arsenal de su enemigo, de fabricación siria e iraní. Los cohetes que Hamas lanzó antaño, llegaron al sur de Israel primero, luego al centro, y en esta contienda, misiles cayeron en el norte del país. Es por ello que un cese al fuego que no contemple el desarme total de Hamas y un bloqueo al contrabando de armamento estará destinado al fracaso a la larga.
Al calibrar su represalia, Israel debe haber contemplado tres opciones. Una consistiría en asestar un golpe mortal al enemigo. El riesgo de este camino es que al remover a este grupo extremista del poder bien podría darse el caso que agrupaciones más radicales todavía pujasen por ganar espacio en la Franja, tales como ISIS y Al-Qaeda, que ya están desafiando seriamente al poder central en Siria y en Irak, y generando un creciente riesgo para Jordania y Egipto.
Otra opción puede haber sido neutralizar a Hamas y reemplazarlo por un gobierno más moderado de la Autoridad Palestina, que perdió la Franja en el 2007 en una cruenta lucha fratricida con Hamas y busca recuperarla, pero Mahmoud Abbas no puede ser visto popularmente como un títere sionista, de modo que la opción no parece viable.
Lo cual, posiblemente, ha dejado a Israel ante la alternativa final de preservar políticamente a su enemigo gazatí, pero anular su capacidad ofensiva futura. Esta es la campaña que sería interrumpida si la propuesta egipcia prosperase.
Bienvenida una tregua. Pero si la familia de las naciones desea evitar una nueva -¡y cuarta!- contienda entre las partes de aquí a futuro, es crucial que el cese el fuego contemple el desarme de Hamas y prevenga su rearme. Una tregua inmediata e imperfecta calmará nuestras ansiedades pacifistas…, pero sólo momentáneamente, hasta el próximo e inevitable round.
Esta nota fue originalmente publicada en El Cornista.
C5N (Argentina) – 21/07/14
La Prensa (Nicaragua)
Por Julián Schvindlerman
  Un cese del fuego no es el fin del conflicto – 18/07/14
Cruzado ya el umbral de los primeros siete días de guerra entre el Movimiento de Resistencia Islámico —tal su nombre— Hamás y el Estado de Israel, con más de mil cohetes lanzados contra la nación hebrea y cantidades de ataques aéreos sobre Gaza, Egipto elevó una propuesta de cese de fuego que buscaba calmar la tormenta. Israel la aceptó a pesar de tener reparos; Hamás la rechazó de cuajo. Vuelta a foja cero. Es dable, sin embargo, analizar las raíces de la hesitación israelí. Desde la perspectiva humanitaria son bienvenidas las treguas en las contiendas, pero estratégicamente este no siempre es el caso. Aún cuando esta postulación desafíe nuestro humanismo, es menester profundizar en ella si aspiramos a un cabal entendimiento de lo que allí está en juego.
En el año 2005 el ejército israelí abandonó la Franja de Gaza por completo. Ni un solo soldado, ni un solo colono, permanecieron allí. La ocupación terminó. Los israelíes creyeron que por fin gozarían de cierta seguridad en esa frontera caliente. Se equivocaron. Desde entonces, en tres oportunidades Hamás inició ataques con cohetes contra Israel, forzando una respuesta militar que rápidamente derivó en una contienda abierta. En 2008, 2012 y 2014 los israelíes debieron correr a sus refugios antiaéreos cada vez que Hamás lanzó misiles inesperadamente. Militarmente, Israel es mucho más poderoso que Hamás. Pero políticamente, este grupo terrorista se anota puntos en la corte de la opinión pública mundial con cada muerte palestina. Cuando la confrontación alcanza niveles intolerables para la sensibilidad internacional, la comunidad diplomática impone un cese de fuego. Forzados a interrumpir su campaña militar sin haber alcanzado los objetivos, los israelíes se repliegan, resignados, a sabiendas de que esa no será la última pelea.
Este es un ciclo perverso que el gobierno de Israel anhela detener. Hamás utiliza tales treguas para recomponerse, rearmarse y planificar el próximo ataque sorpresa. Hasta tal punto esto es así que incluso los propios israelíes se mostraron alarmados por el nuevo arsenal de su enemigo, de fabricación siria e iraní. Los cohetes que Hamás lanzó antaño llegaron al sur de Israel primero, luego al centro y en esta contienda misiles cayeron en el norte del país. Es por ello que un cese de fuego que no contemple el desarme total de Hamás y un bloqueo al contrabando de armamentos estará destinado al fracaso a la larga.
Al calibrar su represalia, Israel debe haber contemplado tres opciones. Una consistiría en asestar un golpe mortal al enemigo. El riesgo de este camino es que al remover a este grupo extremista del poder bien podría darse el caso que agrupaciones más radicales todavía pujasen por ganar espacio en la franja, tales como ISIS y Al-Qaeda, que ya están desafiando seriamente al poder central en Siria y en Irak y entablando un creciente riesgo para Jordania y Egipto. Otra opción puede haber sido neutralizar a Hamás y reemplazarlo por el gobierno más moderado de la autoridad Palestina, que perdió la franja en el 2007 en una cruenta lucha fratricida con Hamás y busca recuperarla. Pero Mahmoud Abbas no puede ser visto popularmente como un títere sionista, de modo que la opción no parece viable. Lo cual posiblemente ha dejado a Israel ante la alternativa final de preservar políticamente a su enemigo gazatí pero anular su capacidad ofensiva futura. Esta es la campaña que sería interrumpida si la propuesta egipcia prosperase.
Bienvenida una tregua. Pero si la familia de las naciones desea evitar una nueva —¡y cuarta!— contienda entre las partes de aquí a futuro, es crucial que el cese de fuego contemple el desarme de Hamás y prevenga su rearme. Una tregua inmediata e imperfecta calmará nuestras ansiedades pacifistas? pero sólo momentáneamente, hasta el próximo e inevitable round. ©FIRMAS PRESS
El autor es escritor y analista político internacional. Magíster en Ciencias Sociales por la Universidad Hebrea de Jerusalem.
Artículo publicado originalmente en Libertad Digital