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Comunidades, Comunidades - 2010

Comunidades

Por Julián Schvindlerman

  

El polvorín Libanés – 11/08/10

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La semana pasada Israel fue atacada desde el desierto del Sinaí, desde la Franja de Gaza y desde El Líbano sin que ello motivara una reacción audible por parte de la familia de las naciones. Cohetes fueron disparados desde Gaza por Hamas contra Ashkelon y Sderot. Presumiblemente esta misma agrupación terrorista lanzó cohetes desde el Sinaí contra Eilat, algunos de ellos aterrizaron en el Mar Rojo y otros en Jordania, con consecuencias letales. En el norte del país, soldados israelíes cayeron bajo el fuego premeditado de soldados libaneses. UNIFIL, la fuerza internacional de la ONU asentada en la frontera, confirmó que no hubo violación territorial alguna por parte de Israel. Y sin embargo, ante este casus belli cristalino todo lo que el mundo hizo fue emitir un llamado a la moderación a ambas partes.

De haber existido responsabilidad israelí en estos acontecimientos podemos dar por descontado que la comunidad internacional se hubiera hecho oír con impetuosidad. Nos han acostumbrado tanto a esta doble vara moral que ya prácticamente no la notamos. Pero las consecuencias de esta actitud mundial se harán sentir en el plano geopolítico, además del moral. Permitir que movimientos fundamentalistas ataquen impunemente redundará en renovadas agresiones. Ignorar una provocación militar abierta de un ejército soberano alentará repeticiones. Ninguno de los casos contribuirá a la estabilidad regional.

Como es usual, son los israelíes los que terminan pagando el precio de las internas y el extremismo musulmán. Ante el prospecto (incluso tenue) de negociaciones de paz entre israelíes y palestinos, los saboteadores emergen. Sólo que orientan su furia contra Israel exclusivamente: son sus poblados y sus habitantes los objetivos del terror. En el pasado, no han sido explotadas pizzerías en Nablus o Jericó, sino en Jerusalem y Tel-Aviv, para supuestamente frenar el diálogo bilateral. Actualmente, El Líbano está sujeto a tensiones internas dispares y son soldados israelíes los que caen abatidos. Tales son las reglas que gobiernan la insensatez del despiadado Medio Oriente.

El Líbano ha sido promesa y fracaso. Con su multi-etnicidad, su apertura internacional y su vanguardismo cultural, el país ofreció la esperanza de una existencia diferente y singular. Pero la injerencia de la OLP, de Siria y de Irán, sus guerras civiles y su alucinante inestabilidad forzaron a israelíes, franceses y estadounidenses a enredarse -y embarrarse- en su trágica realidad. Debieron pagar un alto precio humano, político y material antes de poder despegarse, nunca del todo, de su sofocante intensidad. Los malos recuerdos de tiempos no demasiado distantes indujeron al trío occidental a un prudente distanciamiento, pero el país de los cedros -cual fantástico hechizo de un mago oriental- no se deja ahuyentar.

El 14 de febrero de 2005, el entonces premier libanés Rafiq al-Hariri, junto a otras veintidós personas, resultó muerto en una explosión de mil kilogramos de TNT en Beirut. La indignación popular y la presión internacional derivaron en la partida de los ocupadores sirios tras casi tres décadas de presencia en el país. Un Tribunal Especial de las Naciones Unidas fue establecido en La Haya para investigar el asesinato. Sus conclusiones se esperan prontamente. Una apreciación preliminar publicada en octubre del 2005 por el Consejo de Seguridad de la ONU involucró a Siria en el episodio. Poco tiempo atrás, el líder del Hizbullah, Hassan Nassrallah, declaró que el tribunal seguramente endilgaría responsabilidad a su movimiento. El primero es ruta de tránsito para las armas que provee Irán al segundo. Ambos tienen un interés especial en impedir que las conclusiones del panel investigador socave su influencia política local. Hizbullah podría perder apoyo popular -por no mencionar sus asientos en el gabinete libanés- de ser designado partícipe del asesinato del padre del actual premier Saad Hariri. Damasco podría ver estropeada su esperanza de algún día retornar como guardián. El patrón de ambos, Teherán, podrá preferir reservar el prominente arsenal de la milicia chiíta (40.000 misiles) como medio de represalia ante una eventual operación israelí, pero una pequeña distracción global respecto de este incómodo asunto que puede potencialmente dañar a sus aliados y afectar así su propia autoridad en El Líbano, no le vendría mal.

Esto puede explicar la razón por la cuál un comandante de brigada libanés, chiíta y simpatizante de Hizbullah, dio la orden de abrir fuego contra militares israelíes que realizaban trabajos de rutina en suelo israelí, llegando a convocar anticipadamente a periodistas para relatar el ataque. Esta vez Jerusalem decidió responder de manera puntual contra la fuente de la agresión. La próxima vez podría elegir hacerlo contra el Ministerio de Defensa en Beirut. Para evitar este desarrollo, presión deberá ser ejercida sobre el gobierno libanés para que controle seriamente a su ejército. Un buen punto de partida en pos de ello sería el abandono de la retórica piadosa que ubica en igual plano al agresor y al agredido.

¿otro proceso de paz? – 01/09/2010″

Comunidades, Comunidades - 2010

Comunidades

Por Julián Schvindlerman

  

Los zapatos y el destino de los hombres – 28/07/10

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Muntazer al Zaidi no es zapatero, pero ganó fama mundial gracias a un par de zapatos. Específicamente, a sus zapatos, que arrojó uno tras otro al presidente George W. Bush en diciembre de 2008. Al lanzar el primero de ellos, en el marco de una conferencia de prensa conjunta del presidente estadounidense y el premier iraquí Nuri al-Maliki, dijo ¡este es el beso de la despedida del pueblo iraquí, perro!»; al tirar el segundo, gritó «¡esto es por las viudas y por los huérfanos y por todos los asesinados en Irak!». Bush eludió ambos proyectiles y comentó: «todo lo que tengo para informar es que eran del número 42».

Durante el juicio, al-Zaidi rehusó disculparse y se declaró inocente de todo cargo. Sus abogados alegaron que su acto se enmarcaba en la libertad de expresión. Fue condenado a tres años de prisión. Unas semanas más tarde, su sentencia fue reducida a un año y al cabo de nueve meses fue liberado. La televisión iraquí Al Bagdadiya que lo empleaba organizó una celebración masiva con música tradicional a modo de bienvenida. Según relató el propio Zaidi, la televisión canadiense lo declaró «hombre del año» y le obsequió un par de zapatos de oro. Sin embargo, el periodista iraquí está decepcionado. «Todas las promesas que oí sobre regalos cuando estuve en prisión fueron vacías», lamentó. Ante el British Observer se quejó de no haber recibido los autos, dinero, caballos, camellos y mujeres vírgenes que le habían prometido los árabes. Ello motivó una oferta generosa por parte del movimiento fundamentalista Hamas. «Estamos preparados para recibirlo aquí en la Franja de Gaza y cubrir todos los gastos de su casamiento», anunció Ismael Haniyeh, líder de la agrupación. «Estamos incluso listos para encontrarle una novia aquí. Él es muy bienvenido en la Franja de Gaza».

Peor suerte corrió Hokman Joma, un joven kurdo que huyó de Siria a España tras el estallido de disturbios étnicos en marzo de 2004, donde la minoría kurda (cerca del 10% de la población) es acosada por las autoridades. El gobierno español negó su pedido de asilo político, con lo cual su situación legal resultó incierta. Emulando a al-Zaidi, Joma arrojó un zapato contra un dignatario foráneo mientras vociferaba consignas poco simpáticas. En este caso, contra el premier turco Recep Tayyip Erdogan, de visita en Sevilla el pasado febrero, al grito de «¡asesino!» y «¡viva el Kurdistán!». La Fiscalía del Estado presentó cargos contra Joma y logró montar un juicio en tiempo récord. Reclamó tres años y ocho meses de cárcel a la vez que solicitó la pena fuese reemplaza por su repatriación a Siria. «La expulsión significaría la tortura y la pena de muerte de Joma en un país como Siria, que da el peor tratamiento al pueblo kurdo», apeló su abogado. Dos organizaciones andaluzas de defensa de derechos humanos protestaron «la desproporción» entre el comportamiento del kurdo y el castigo demandado y destacaron su sorpresa ante el hecho de que España tenga el código penal más duro de Europa, «incluso más represivo que el de Irak para manifestaciones como la que realizó Joma». A fines de junio, el tribunal penal número 9 de Sevilla condenó a Hokman Joma a tres años de prisión pero negó el pedido sustitutorio de repatriación a Siria solicitado por la Fiscalía del Estado. Al menos podrá hallar consuelo en la publicación de un libro titulado El zapato de la dignidad como parte de una campaña solidaria orientada a ganar su libertad.

Para la misma fecha que un juez español eximía a Joma de una muerte segura en Siria, un juez norteamericano salvaba del mismo modo la vida de un desertor palestino. Mosab Hassan Yousef, hijo de un prominente líder de Hamas encarcelado en Israel, recibió la típica educación jihadista digna de tal padre. Atrapado por los israelíes luego de un atentado fallido y alarmado por las brutalidades cometidas por miembros de Hamas en la prisión, se desencantó de la promesa islamista y se convirtió en un informante del Shin Bet, el servicio de contraespionaje israelí. Al salir de prisión se mudó a los Estados Unidos, donde se convirtió al cristianismo, publicó un libro autobiográfico titulado Hijo de Hamas y requirió asilo político. Las autoridades estatales negaron el pedido sobre la base de que él había estado «involucrado en actividad terrorista» y constituía «un peligro a la seguridad de los Estados Unidos». El Departamento de Seguridad Interna, increíblemente, usó párrafos de su libro como evidencia de su cooperación con agrupaciones terroristas y reclamó su deportación, posiblemente a Cisjordania, donde nació, y donde probablemente moriría. Repudiado por su padre, apóstata del Islam, colaborador de Israel y traidor del Hamas, sus chances de supervivencia en las zonas palestinas serían, podemos razonablemente decir, limitadas. Ante el clamor suscitado, finalmente, el gobierno abandonó sus reparos relativos al otorgamiento de asilo y un juez determinó que Yousef podía permanecer en Estados Unidos.

¿Quién hubiera imaginado que un par de zapatos y un converso en la guerra contra el terror dejarían al descubierto la miopía de las burocracias occidentales?

Varios

Varios

Por Julián Schvindlerman

  

¿Cuánto sabía el Vaticano acerca del genocidio Judío durante la segunda guerra mundial – 17/07/10

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Revista Nuestra Memoria – Fundación Museo del Holocausto en la Argentina

Pío XII nunca condenó de manera pública, explícita y directa la guerra de agresión de los nazis, ni sus inconcebibles actos de barbarismo. Permaneció en silencio aún cuando recibió incesantes pedidos por parte de otros católicos, gobiernos aliados, y de las propias víctimas, pidiéndole que hablara. Por sobre todo, el Papa calló a pesar de tener pleno conocimiento de lo que estaba sucediendo. Su silencio no puede ser atribuido a la ignorancia. Según David Alvarez, investigador especializado en el servicio de inteligencia de la Santa Sede, “No podía haber ninguna duda de que el Vaticano tenía inteligencia sobre la Solución Final”.1 Varios historiadores respetados se han expresado análogamente. Michael Marrus ha señalado que “Cuando las matanzas masivas comenzaron, el vaticano estaba extremadamente bien informado”.2 Walter Laqueur ha dicho que la Santa Sede estaba “mejor informada que cualquier otro en Europa”.3 En la opinión de Michael Phayer, “Oficiales vaticanos, incluyendo al Papa, fueron los primeros -o entre los primeros- en saber del Holocausto”.4 Ello coincide con la impresión de actores políticos de la época. Gerhart Riegner, pieza clave del sistema de información de la resistencia judía en Europa, indicó que “El Vaticano estaba probablemente mejor informado que nosotros”.5 El entonces embajador estadounidense en Berlín, Hugh Wilson, aseveró que el Vaticano tenía “el mejor servicio de información en Europa”.6 Jerarcas nazis de alto rango como Reinhard Heydrich estaban “obsesionados por la amenaza clandestina del Vaticano”.7

Al inicio de la guerra, treinta y siete estados tenían representación diplomática ante el Vaticano, y ante cada uno ellos la Santa Sede tenía a su vez acreditado un nuncio. En otras veintidós naciones el Papa era representado por delegados apostólicos. Para 1939, la Santa Sede tenía representaciones (variando en estatura protocolar) en casi todas las partes del mundo, exceptuando a Moscú. Entre los países claves en los que el Vaticano tenía nuncios se contaba a Francia, Alemania, Hungría, Italia, Portugal, Rumania, España y Suiza; delegados apostólicos tenía en Turquía, Grecia, Estados Unidos e Inglaterra; y otros representantes en Croacia y Eslovaquia. La representación en Londres era especialmente importante dado que esa capital no sólo albergaba al gobierno de una de las potencias aliadas más grandes, sino también a varios de los “gobiernos en el exilio” tales como el polaco, belga, holandés, y yugoslavo, a los que el representante vaticano tenía acceso.8 Luego de la ocupación alemana de Bélgica, Holanda y Polonia, la Santa Sede debió cerrar sus nunciaturas allí y lo mismo sucedió con las nunciaturas en los países bálticos cuando esas repúblicas fueron absorbidas por la Unión Soviética, pero las hostilidades también derivaron en el establecimiento de nuevas relaciones diplomáticas con Finlandia, China y Japón. Cuando Italia ingresó a la guerra en 1940, diplomáticos aliados debieron abandonar sus misiones en Roma y mudarse a la Ciudad del Vaticano. Si bien estaban físicamente recluidos y sus actividades eran observadas por la policía secreta fascista, podían obtener información y estar en contacto con la comunidad diplomática neutral residente en Roma. (Cuando los Aliados liberaron Roma en junio de 1944, fue el turno de las embajadas del Eje mudarse al Estado Vaticano).9

El servicio diplomático vaticano se veía restringido por su escaso personal. Aún en el pico de la guerra no llegó a contar con más de cien hombres. La Secretaría de Estado tenía solamente treinta y un empleados durante el primer año de la guerra. Con el transcurrir del tiempo fue agregando personal, pero el ritmo vertiginoso de los eventos le imponía un desafío. Las nunciaturas también estaban cortas de personal. Durante los primeros meses de la guerra los nuncios en Berlín y París disponían de apenas dos asistentes cada uno, los delegados en Londres y Washington disponían de uno cada uno, y el delegado en Japón no tenía asistentes.10 Esta limitación era compensada por un activo valioso con el que contaba la Iglesia Católica: los numerosos sacerdotes y monjas de todo el mundo dispuestos a ayudar y que, de hecho, fueron contratados por las representaciones vaticanas para desempeñar determinadas tareas. Junto con la importante fuente de información que realmente era la comunidad diplomática a ella vinculada, el Vaticano contaba además con estos muchos sacerdotes y monjas católicos residentes en Europa que recolectaban información de fieles, guardias, soldados, civiles y viajantes que habían presenciado los crímenes de los nazis y estaban shockeados. Tal como un diplomático estadounidense destacó, “Mediante sus representantes la Iglesia tiene acceso a los pensamientos de cada hombre en cada cancillería en Europa y en aldeas remotas en cada país”.11 A través de ellos, mensajes, cartas y paquetes fueron lentamente trasladados de un lugar a otro, burlando de esa manera limitada la censura alemana e italiana.

Ciertamente la coyuntura de la guerra afectó la viabilidad de las comunicaciones, pero el Vaticano disponía de “servicios de emergencia” que le ayudaron a superar los desafíos. No había nada extraordinario en ello, puesto que individuos (muchos de ellos perseguidos por la Gestapo) lograron crear sistemas de comunicación verdaderamente increíbles, aún bajo circunstancias mucho más difíciles y sin contar con los recursos del Vaticano.12 Entre estos servicios de emergencia, la Santa Sede contaba para comunicarse con sus delegados con la valija diplomática y los telegramas. Antes del inicio de la contienda, confiaba su correo al estado italiano. Luego del ingreso de Italia a la guerra y durante gran parte de la misma, el Vaticano no tuvo un servicio de correo propio, dependiendo para ello de la gentileza de la neutral Suiza. Posteriormente confió sus mensajes a otras potencias aliadas como Estados Unidos e Inglaterra. A partir de la liberación de Roma, la Secretaría de Estado estableció su propio servicio postal.13 En cuanto a los telegramas, especialistas vaticanos los encriptaban para preservar su confidencialidad. El sistema de protección vaticano de sus telegramas resultó ser uno de los más seguros utilizados durante la guerra. Expertos en quebrar códigos estadounidenses pudieron descifrar los telegramas de casi todos los países, tanto de enemigos como aliados y neutrales, y sin embargo los telegramas vaticanos mayormente no pudieron ser espiados. En tanto que varios gobiernos lograron descifrar los telegramas no confidenciales de la Santa Sede, aparentemente  ningún gobierno fue exitoso en decodificar sus telegramas más secretos. Por caso, de casi ocho mil telegramas vaticanos enviados durante la guerra, la inteligencia fascista consiguió descifrar tan solo cerca de cuatrocientos, de los cuáles apenas sesenta en forma completa.14

Además el Vaticano contaba con un muy sofisticado servicio secreto, la Santa Alianza, fundada en 1566, suplementada por el servicio de contraespionaje, el Sodalitium Pianum, establecido en 1909. Ya en 1937, la Santa Sede se había enterado del proyecto nazi de purificación y eutanasia y pudo así hacer saber su protesta ante las autoridades alemanas.15 A principios de 1939, agentes de la Santa Sede detectaron un plan alemán que pretendía sobornar al cónclave que debía elegir al nuevo Papa. El Führer quería favorecer la elección de Eugenio Pacelli (sin que éste tuviera idea de ello). El contraespionaje vaticano fue informado y finalmente Pacelli fue electo Papa al margen de esta operación clandestina que terminó frustrada.16  Unos meses después, en noviembre, la nunciatura en Berna fue informada de un complot de oficiales alemanes para deponer a Hitler; dato que ya había llegado al Vaticano por otros canales.17

Diez días antes de la invasión nazi de Holanda y Bélgica, el Vaticano se había enterado de ello. Un oficial alemán católico disidente, Josef Müller, alertó a Pío XII el 1 de mayo de 1940 que la ofensiva alemana hacia el Oeste era inminente. Dos días más tarde, el Vaticano envió telegramas a sus nuncios en La Haya y Bruselas, y tres días después, el Papa personalmente advirtió a la princesa belga. Ambos gobiernos desoyeron las advertencias. El 10 de mayo, las tropas alemanas invadieron, confirmando la precisión de la inteligencia vaticana.18 Al año siguiente, con dos meses de anticipación a la invasión nazi de Rusia en la Operación Barbarossa, la Santa Sede estaba al tanto. Su nunciatura en Suiza reportó sobre ello en abril de 1941 y nuevamente poco antes del ataque. El 16 de junio el embajador norteamericano ante Italia informó a Washington que el Vaticano creía que la posibilidad de la guerra entre Rusia y Alemania era cierta. El 22 de junio comenzó el avance alemán sobre la Unión Soviética.19 Al año siguiente, el contraespionaje vaticano evitó la comisión de un asesinato político en Roma. La mañana del 22 de enero de 1943, tres agentes nazis arribaron en tren a Roma con la misión de asesinar a Myron Taylor, el representante del presidente Roosevelt ante el Vaticano. El operativo fracasó pues ya desde el año anterior los servicios secretos inglés y norteamericano habían sido alertados al respecto por la Santa Alianza.20 A su vez, el Vaticano supo de las intenciones de Mussolini de invadir Grecia cuatro semanas antes de que el ataque ocurriera, fue uno de los primeros en saber del plan de deportar a los judíos eslovacos, fue alertada de una gran redada en Roma cinco días antes del arresto de los judíos romanos, y apenas dos días después de que el régimen de Vichy instruyera secretamente a sus prefectos que preparan la deportación de los judíos de la Francia aún no ocupada, y diecinueve días antes de que las deportaciones comenzaran, el nuncio en París informó al Vaticano de los trazos generales del operativo.21

Tal la reputación de la Santa Sede como centro de información confiable que nada menos que cinco agencias diferentes de la inteligencia alemana operaban contra ella.22 Su pequeño territorio y sus limitadas medidas de seguridad lo hacían vulnerable a intromisiones de espionaje extranjeras, sin embargo, en la opinión de un autor, el Vaticano fue “sorprendentemente resistente a ataque[s] de inteligencia”.23 Otra fuente de información para el Papado era la prensa internacional. Los nuncios enviaban regularmente periódicos foráneos al Vaticano, aunque muchas veces éstos arribaban tardíamente. Sin embargo, los periódicos suizos estaban disponibles en Roma dos o tres días después de su publicación. A partir de mediados de 1940, el Papa y el secretario de estado recibían diariamente sinopsis de los reportes de la BBC, los que les eran suministrados personalmente por el embajador británico Francis d´Arcy Osborne.24 Además, la Santa Sede monitoreaba a la prensa alemana, y “en cuanto al futuro que esperaba a los judíos ciertamente no había ningún elemento de misterio en los feroces editoriales dictados por el Dr. Goebbels en Das Reich que recibían eco en todos los otros diarios alemanes”.25 Especialmente, la diatriba radial que Hitler pronunció contra los judíos el 30 de enero de 1942 -al poco tiempo de la Conferencia de Wannsee- fue reproducida al día siguiente en el periódico romano Il Messagero. El discurso incluía la aseveración del Führer “¡Los judíos serán liquidados por al menos mil años!”. El nuncio en Berlín también informó de ello al Secretario de Estado Cardenal Maglione.26

Pero por sobre todo, durante los años fatídicos de la Segunda Guerra Mundial, el Vaticano recibió continuamente informes del cuerpo diplomático acreditado, de organizaciones judías, de líderes exiliados, y de oficiales alemanes disidentes, alertando sobre el genocidio en curso. En marzo de 1942, Gerhart Riegner, representante del Congreso Judío Mundial en Ginebra, envió un memorando a la nunciatura en Berna indicando la existencia de varias fuentes que confirmaban el exterminio de judíos. En septiembre, dos memorandos de los embajadores polaco (Kazimierz Papée) y norteamericano (Myron Taylor) enviados al Secretario de Estado Luigi Maglione reportaron la liquidación en el ghetto de Varsovia, deportaciones masivas y ejecuciones colectivas de judíos. En octubre, el embajador polaco confirmó al Vaticano que los judíos de Polonia estaban siendo transportados a campamentos de la muerte. En noviembre, el consejero de la embajada estadounidense en Roma, Harold Tittman, presentó un memorando que informaba acerca del exterminio masivo de judíos en la Polonia ocupada por medio de cámaras de gas y por fusilamientos. En diciembre, el representante británico D´Arcy Osborne entregó personalmente a Pío XII un informe realizado por los gobiernos de Londres, Washington, y Moscú que documentaba el asesinato masivo de judíos.27 En algún momento durante la segunda mitad de ese mismo año, la Santa Sede recibió el denominado Informe Gerstein, basado en los relatos de un testigo presencial en el campamento de exterminio Belzec.

El Vaticano trató con cautela la avalancha de información que recibía de fuentes aliadas y de las propias víctimas por temor a que se tratara de exagerada -sino infundada- propaganda lanzada en el contexto de una batalla psicológica contra la Alemania nazi orientada a ganar el apoyo del Papado.28 No obstante, esta precaución no era válida cuando de fuentes propias se trataba. Aún en enero de 1940, antes de que comenzaran las deportaciones y las matanzas en masa, la radio vaticana y  L´Osservatore Romano informaron acerca de las “crueldades espantosas de la tiranía incivilizada” de los nazis en Polonia.29 Ya en 1941 la Santa Sede recibió datos sobre las deportaciones y la destrucción de las comunidades judías por parte de sus representantes en Zagreb, París, Berlín, Riga, Varsovia y otros lugares. Así, en octubre de 1941, el cardenal Maglione recibió reportes del Chargé d´Affairs de su nunciatura en Bratislava, Monseñor Giuseppe Burzio, informando sobre el asesinato de hombres, mujeres y niños judíos en manos de los nazis en el territorio ocupado ruso. En marzo de 1942, informó nuevamente al secretario de estado acerca de la inminente deportación de 80.000 judíos. En mayo escribió confirmando las deportaciones. Ese mismo mes, el sacerdote italiano Pirro Scavizzi escribió al Papa sobre las matanzas de judíos. A los pocos meses, el abad Ramiro Marcone escribió a Maglione informando que los judíos croatas serían próximamente deportados hacia Alemania y que dos millones de judíos ya habían sido asesinados. En diciembre, el arzobispo Anthony Springovics notificó a Pío XII que la mayoría de los judíos de Riga habían sido obliterados. En marzo de 1943, el obispo Konrad von Preysing, quién ya en 1941 había instado a Pacelli a que se pronunciara a favor de los judíos y quién durante la guerra le instó a prescindir de una nunciatura en Alemania, informó al Papa desde Berlín sobre la redada de judíos acontecida a fines de febrero y señaló que posiblemente serían liquidados. En julio, el sacerdote Marie-Benoit Peteul de Marsella se reunió con Pío XII para pedirle ayuda para rescatar a los judíos de la parte ocupada de Francia. En octubre, en la mismísima Ciudad Eterna, el Papado vio como los nazis arrestaban y deportaban a los judíos de Roma. Desde abril a junio de 1944, el nuncio en Hungría, Angelo Rotta, notificó a la Santa Sede respecto de las deportaciones de los judíos hacia Auschwitz.30 Ya para mayo de 1943, el propio Secretario de Estado admitía que un genocidio contra el pueblo judío efectivamente estaba ocurriendo. Escribió Luigi Maglione:

“Judíos. Situación horrible. 4.5 millones de judíos en Polonia antes de la guerra,más varios deportados de otros países ocupados…No puede haber duda de que la mayoría ya han sido liquidados. Campos de la muerte especiales en Lublin (Treblinka) y cerca de Brest Litvosk. Transportados allí en vagones de ganado, herméticamente cerrados”.31

El debate acerca de lo que el Papa hizo o dejó de hacer por los judíos durante la Segunda Guerra Mundial sigue vigente. Cualquiera haya sido el motivo del mentado silencio de Pío XII, resulta claro que la ausencia de información no fue uno de ellos.

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Referencias
1 David Alvarez, Spies in the Vatican: Espionage & Intrigue from Napoleon to the Holocaust (USA: University Press of Kansas, 2002), p. 290.

2 Michael Marrus, The Holocaust in History (USA: Meridian, 1987), p. 180.

3 Citado por Alvarez, p. 287.

4 Michael Phayer, The Catholic Church and the Holocaust, 1930-1965 (Bloomington: Indiana University Press, 2000), p. 42.

5 Susan Zuccoti, Under His Very Windows: The Vatican and the Holocaust in Italy (New Haven: Yale University Press, 2000), p. 95.

6 Alvarez, p. 269.

7 Ibid., p. 268.

8 John Morley, Vatican Diplomacy and the Jews During the Holocaust: 1939-1945 (New York: Ktav Publishing House, 1980), p. 12; Carlo Falconi, The Silence of Pius XII (London: Faber & Faber, 1970), p. 52; Alvarez, pp. 69-70; Zuccotti, p. 95.

9 Falconi, pp. 50-51; Morley, p. 14; Alvarez, p. 270, y pp. 273-274.

10 Alvarez, pp. 270-272, y p. 293.

11 Citado por Ibid., p. 275.

12 Falconi, p. 53.

13 Alvarez, pp. 276-278.

14 Eric Frattini, Los Espías del Papa (Madrid: Espasa, 2008), p. 233, y Alvarez, p. 279.

15 Frattini, pp. 213-223.

16 Ibid., p. 226-230.

17 John Cornwell, El Papa de Hitler: La verdadera historia de Pío XII (Buenos Aires: Planeta, 2000), pp. 264-269; y Phayer, p. 276.

18 Alvarez, pp. 282-283; y Frattini, p. 244.

19 Alvarez, pp. 283-285.

20 Frattini, pp. 234-235.

21 Alvarez, p. 273 y p. 290; y Zuccotti, p. 157.

22 David Alvarez, “Vatican Intelligence Capabilities in the Second World War”, Intelligence and National Security, Vol. 6, No. 3, (London: Frank Cass Publ.), 1991, p. 593.

23 Alvarez, Spies in the Vatican, p. 295.

24 Ibid., p. 274.

25 Falconi, p. 63.

26 Owen Chadwick, Britain and the Vatican during the Second World War (Cambridge: Cambridge University Press, 1986), p. 205; y  Zuccotti, p. 99.

27 Phayer, pp. 47-48.

28 Morley, p. 203, y Anthony Rhodes, The Vatican in the Age of Dictators, 1922-1945 (London: Hodder and Stoughton, 1973), p. 346.

29 Citado por David Dalin, The Myth of Hitler´s Pope: How the Pope Pius XII Rescued Jews from the Nazis (USA: Regnery Publishing, 2005), p. 74.

30 Morley, p. 198 y p. 203; Phayer, pp. 47-50.

31 Citado por John Conway, “Catholicism and the Jews During the Nazi Period and After”, en Otto Kulka & Paul Mendes-Flohr, Judaism and Christianity Under the Impact of National Socialism (Jerusalem: The Historical Society of Israel and the Zalman Shazar Center of Jewish History, 1987), 445.

La Prensa (Panamá)

La Prensa (Panamá)

Por Julián Schvindlerman

  

La legitimidad de Israel – 17/07/10

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Ningún Estado en la actualidad está siendo amenazado como el Estado de Israel lo está. Sobre él recaen regularmente fatuas genocidas emitidas por jeques islámicos radicales, su bandera es quemada en manifestaciones desde Gaza hasta Islamabad, son vociferados llamados a su destrucción por parte de un Estado–miembro de la ONU (la República Islámica de Irán), y en los últimos años solamente ha sido víctima de una cantidad tal de atentados terroristas y ataques con cohetes que hacen de su seguridad nacional la pesadilla de cualquier estratega. Israel vive bajo permanente estado de asedio psicológico y militar.

Y sin embargo, Israel es la nación más incomprendida del mundo… y la más condenada. Sólo a Israel –el único Estado judío entre 200 en el globo – se le cuestiona su derecho a existir, y sólo a esa pequeña nación se la interroga continuamente a propósito de su legitimidad.

Ningún otro país es tan cotidianamente comparado al colonialismo europeo, a la Sudáfrica del apartheid, incluso a la Alemania nazi. Esto conlleva a su aislamiento global.

Al presentar al Estado israelí como un estado paria más allá de toda civilidad, se lo ubica en oposición a la opinión pública mundial. Pues ¿quién toleraría a un país que se comporte conforme a las ideologías más atroces del siglo XX?

En consecuencia, resultará vital clarificar acerca de la naturaleza de Israel, su historia y su presente. Como las restricciones de espacio atentan contra esta mayúscula empresa, limitémonos a postular lo siguiente. Si Israel fuese un Estado apartheid, ¿cómo se explica la existencia de diputados árabes en su Parlamento? ¿De académicos y estudiantes árabes en sus universidades? ¿De jueces árabes en su Corte Suprema? ¿Incluso de miembros árabes en el Gabinete nacional? ¿Acaso son las mezquitas e iglesias árabes de Israel profanadas y sus poblados atacados? En rigor, la población árabe de Israel goza de mayores libertades políticas y derechos civiles que sus hermanos árabes en países de mayoría y gobierno árabes.

Si Israel fue un producto del colonialismo europeo para servir de frente a sus intereses en el Medio Oriente, ¿entonces por qué arrestó y ahorcó la Oficina Colonial británica a combatientes sionistas en la lucha independentista? ¿Por qué impuso Gran Bretaña restricciones a la inmigración judía a Palestina, llegando incluso a retornar barcos de refugiados judíos al infierno nazi? Si el Estado judío era una lanza colonial ¿por qué se abstuvo Londres en la votación de la ONU que validó el establecimiento de Israel en 1947? En rigor, los pioneros judíos que labraron la tierra en Palestina, secaron pantanos, trazaron redes eléctricas, construyeron escuelas y hospitales, museos y orquestas musicales, no estaban al servicio de ningún imperio.

Si Israel fuese un ente nazi, ¿no deberíamos estar viendo a los árabes y a los palestinos ser arrancados de sus hogares y enviados en trenes a campos de exterminio? ¿No debiéramos oír de selecciones, ejecuciones, fosas comunes, y gaseamientos? ¿No debiéramos ver cotidianamente pogromos antiárabes y multitudinarias manifestaciones callejeras israelíes clamando por el aniquilamiento de la minoría árabe y de la población palestina? En rigor, la acusación es tan descabellada que el intento de refutarla luce indigno.

La creación de Israel en 1948 fue justificada, como lo es su preservación como un Estado judío en la actualidad. Israel es el único Estado no árabe-musulmán en una región habitada por una veintena de estados árabes (más la Autoridad Palestina), y si nos extendemos más hacia el Oriente hallaremos otros 37 estados islámicos no-árabes en los cuales los musulmanes han podido ejercitar su derecho a la autodeterminación nacional.

Quien se manifieste a favor de la autodeterminación nacional de los musulmanes (y de los demás pueblos) menos el judío, claramente está incurriendo en un acto discriminatorio, y como tal acto discrimina negativamente contra los judíos, resulta incuestionable que es un acto basado en un prejuicio.

Israel deriva su legitimidad de la conexión histórica del pueblo judío con la Tierra de Israel –respaldada jurídicamente mediante el reconocimiento extendido por las Naciones Unidas al momento de su fundación como estado moderno– y, en palabras de José María Aznar, “del mismo derecho a la autodeterminación nacional reclamado por todas las naciones”.

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Por Julián Schvindlerman

  

Los espías de Putin – 14/07/10

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La extraordinaria trama de espionaje ruso detallado por el Departamento de Justicia de los Estados Unidos suena a una clásica, aunque un poco cliché, novela de espías de la Guerra Fría», observó Tom Leonard en el diario británico The Telegraph. «Las escenas son sacadas de John Le Carré» editorializó The Wall Street Journal. En The Weekly Standard, Gabriel Schoenfeld lo definió como «el caso más bizarro de espionaje de toda la historia ruso/soviética». En efecto, el arresto de diez agentes encubiertos rusos en suelo norteamericano, la divulgación de fotografías de una femme fatale pelirroja virtualmente tomada de un casting de la saga James Bond, la mención al uso de tinta invisible y trueque de dinero en periódicos enrollados en los subtes de Nueva York, el canje, en Viena, de ex oficiales de inteligencia rusos encarcelados por haber pasado información a agencias occidentales, no puede menos que remitir a los episodios más novelescos de la intriga del espionaje internacional y de la épica de la Guerra Fría en particular.

No es novedad alguna que existan intentos de espionaje entre las naciones, y el nexo Washington-Moscú es un clásico del género. Ha habido canjes de espías en al menos ocho ocasiones según ha indicado The Associated Press: en 1962, 1963, 1964, 1978, 1979, 1985 y dos trueques en 1986, uno de los cuáles implicó al disidente judío Anatoly (Natan) Sharansky. También ha habido expulsiones luego de la exposición de redes clandestinas. Tal como Jamie Fly documentó, cuando el doble agente Robert Hansen fue descubierto en 2001, la Administración Bush expulsó a 4 de sus contactos rusos y ordenó a otros 46 a abandonar el país en cuestión de meses. La Administración Clinton expulsó al jefe de la estación de inteligencia rusa cuando el agente de la CIA Aldrich Ames fue arrestado por pasar información sensible a Moscú. En 1986, la Administración Reagan expulsó a 80 diplomáticos soviéticos. En 1971, Gran Bretaña expulsó a 105 oficiales de la KGB y en el 2007 echó del país a 4 diplomáticos rusos luego del envenenamiento de un crítico de Vladimir Putin en Londres.

Al momento de escribir estas líneas, la Administración Obama ha adoptado el precedente de los canjes pero ha descartado el de las expulsiones. Tomada por sorpresa por la revelación del FBI -apenas cuatro días después de un encuentro amigable entre el presidente estadounidense y su par ruso Dimitry Medvedev- esta Casa Blanca decidió bajar el relieve público del asunto. Conforme ha informado The New York Times ni bién estalló el escándalo, «El plan del Sr. Obama es ignorar largamente el asunto públicamente… mientras continúa enfocado en lo que él ve como asuntos más importantes». Para un presidente que ha anunciado una política de reseteo de las relaciones con Rusia, que ha firmado acuerdos de reducción de armas y que ha blanqueado su arsenal nuclear, la aparición de un incidente de desconfianza tan mayúsculo debe haber caído como un baldazo de agua fría para sus esperanzas de relaciones armoniosas con su otrora (y bastante actual, también) némesis ideológica.

Para la inteligencia rusa, el fiasco no ha sido menor. La destrucción de una red de espías entrenados, supervisados y pagados por años representa tanto un daño a su capacidad operativa en tierras foráneas como a su reputación local y global. Eso explica seguramente la razón por la cuál -en marcado contraste con la amplia cobertura mediática en Occidente- el caso fue prácticamente aplacado en la prensa estatal rusa. Según han informado corresponsales en Moscú, los principales canales de la televisión oficial sólo publicaron la noticia el primer día que se supo del incidente. En los días sucesivos los reportes fueron escuetos, si eso. Durante el primer fin de semana, ninguno de los programas de análisis político que abordan los temas más cruciales de la semana, tocó el caso. La frialdad con la que los espías intercambiados fueron recibidos en Moscú fue tal que ningún canal de televisión transmitió su arribo a Rusia. A pesar de ello, Yandex (el Google ruso) informó que las búsquedas de internet más solicitadas por los ciudadanos rusos durante el desarrollo de esta trama ranquearon por igual al asunto de los agentes expuestos con el desarrollo de la Copa del Mundo.

El sensacional affair de espionaje transnacional obligará a la Administración Obama ha repensar su política de acercamiento a una Rusia de facto gobernada por un ex coronel de la KGB que ha demostrado no estar tan dispuesto a abandonar el molde de la Guerra Fría como su contraparte norteamericano pareciera haber creído y hubiera deseado. Las diferencias prevalecientes a propósito de la ampliación de la OTAN, la instalación de radares y bases anti-misiles en países cercanos a Rusia, el programa nuclear de Irán, la situación de Georgia, etc, requerirán para su solución de la mejor confianza posible entre las partes… una confianza que Vladimir Putin acaba de hacer trizas.

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Sex and the city 2: una saludable sorpresa ideológica – 30/06/10

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En el marco de las concesiones obligadas de la vida en pareja, resignadamente fui a ver la segunda entrega (encima eso) de Sex and the City. Nunca fui un fanático de la serie y la película original (efectivamente, reincidía) si bien entretenida, no me pareció grandiosa. Que tanto la crítica conservadora como la progresista no la hubieran tratado con cariño era un mal augurio. Escribiendo en The Wall Street Journal, Joe Morgenstern afirmó que Esta lúgubre comedia provoca un colapso de las expectativas…Es casi una aventura avant-garde en falta de objetivos». Desde las páginas del New York Times, A. O. Scott describió su aburrimiento de esta forma: «Su reloj le dirá que poco menos de dos horas y media han pasado, pero Ud. estará shockeado de cuanto más viejo se sentirá cuando toda la cosa haya terminado». Así es que al sentarme en la butaca del cine, frente a una pantalla que me expondría a un largo sermón feminista repleto de zapatos Jimmy Choo, joyas de Tiffany y carteras Hermés, respiré hondo y me preparé para lo peor.

Vaya sorpresa la mía, entonces, al toparme con un film artísticamente aceptable y políticamente osado. Ver al cuarteto de mujeres a esta altura icónicas adentrarse en los secretos más oscuros del Medio Oriente y exponerlos con franqueza, no exenta de ironía y plena de naturalidad, fue una experiencia refrescante. La película muestra inequívocamente que detrás de todo el esplendor modernista de Abu Dhabi -con sus rascacielos espejados alucinantes, su excentricidades tecnológicas apabullantes y hasta con sus planificadas ambiciosas réplicas del Guggenheim y del Louvre sobre sus arenas- cultura lmente, el emirato aún reside en el más escandaloso de los atrasos. Para una película centrada en los deseos, sueños, fobias y neurosis de la mujer occidental, resultó revelador el contraste cultura l con la mujer oriental plasmado en el atrevido guión. No es un film de denuncia, claro está. Pero considerando que el más elemental criterio marketinero pudo haberlo empujado a evitar los temas incómodos abordados, debe aplaudirse la mención a los mismos.

Sex and the City 2 es políticamente incorrecta al transgredir una norma no escrita pero universalmente respetada del progresismo contemporáneo: abstenerse de criticar a las sociedades musulmanas. Y lo hace con humor. Charlotte se registra en el hotel con su apellido de soltera (cristiano) en vez del apellido de casada (judío). Cuando una de sus amigas le dice que no debe preocuparse pues este es el «Nuevo Medio Oriente», ella responde, tajante: «Es el Medio Oriente». Al ver en un restaurante a una mujer musulmana vestida con el niqab, Carrie se pregunta como degustará la comida. Acto seguido vemos a la mujer desplazar parte del velo que cubre su cara con una mano, mientras con la otra lleva una papa frita a su boca. «Realmente deben gustarle» acota Carrie. Cuando ven bailando sensualmente a odaliscas en un club nocturno con sus bellos cuerpos semidesnudos ante la mirada de hombres árabes, notan la hipocresía machista imperante. Luego de ser arrestada Samantha por besarse en público con un hombre occidental y verse las cuatro amigas echadas del emirato por haber ofendido los estrictos códigos sexuales árabes, el director nos llevará de regreso a Nueva York donde nos mostrará a Samantha teniendo sexo sobre la capota de un auto, fuegos artificiales en el cielo y una voz femenina en off que dice que, finalmente, ella pudo hacer el amor a su gusto «en la tierra de la libertad». No es llamativo que Abu Dhabi negara el permiso de filmación.

Una buena parte del film transcurre en una zona del globo en la cual dos meses atrás medio centenar de escolares afganas sufrieron un ataque talibán con gas venenoso por asistir a la escuela; en la cual en el 2002 quince alumnas sauditas murieron calcinadas porque los guardianes de la moral no las dejaron huir de un edificio en llamas, ni a los bomberos rescatarlas, porque no tenían puesto sobre sus cuerpos el niqab; en la cual, el mismo año, una joven pakistaní de dieciocho años fue condenada por un consejo tribal a ser violada por cuatro hombres mayores dado que su hermano menor había ido a caminar con una niña de una clase social superior; en la cual en el 2003 sólo la intervención mundial evitó que una mujer nigeriana fuese condenada a muerte por lapidación por cometer una infidelidad; en la cual las mujeres sudanesas del sur por años vienen siendo esclavizadas y sometidas; y en la cual el asesinato por honor y la mutilación genital femenina son fenómenos sociales masivamente tolerados.

Sarah Jessica Parker no es Ayaan Hirsi Alí, ni Sex and the City 2 es Fitna. Ergo, el film resultará moderado en el espectro de atrocidades denunciadas. Pero al celebrar la liberación sexual femenina de Occidente a la par de alertar sobre la represión sexual de la mujer en el Oriente musulmán, esta película ha hecho al menos algo, y ese algo es mucho más que lo que otras producciones de Hollywood -e incluso varios renombrados intelectuales y encumbrados periodistas- pueden reivindicar.

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Por Julián Schvindlerman

  

Erdogan ¿el nuevo Nasser? – 16/06/10

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Ahora que los turcos han mostrado una especial sensibilidad por la pérdida de vidas humanas en altamar, quizás resulte adecuado recordarles un hecho de la historia reciente en el que ellos mismos estuvieron involucrados… sólo que en un rol criminal. En 1942, cerca de ochocientos refugiados judíos zarparon a bordo del barco Struma desde Rumania rumbo a Palestina. Su misión: salvar sus vidas del Holocausto nazi. Debido a desperfectos técnicos, el barco debió dirigirse al puerto de Estambul, donde, negado el permiso de desembarco por las autoridades, permaneció anclado durante dos meses. En tanto las negociaciones entre Turquía y Gran Bretaña a propósito del destino del buque se extendían infructuosamente, Ankara decidió remolcar al Struma y su carga humana hasta el Mar Negro, donde lo abandonó a la deriva con su motor estropeado. Pocas horas después, un submarino soviético disparó un torpedo que provocó el hundimiento del buque y sus 770 pasajeros, entre ellos cien niños. Hubo un solo sobreviviente. Esta tragedia significó la más grande pérdida de vida civil en ultramar durante la Segunda Guerra Mundial.

A la luz de lo cual fue todo un espectáculo ver al presente gobierno turco tan escandalizado por la muerte de nueve pasajeros del Mavi Marmara en las aguas del Mar Mediterráneo. Este ataque es como el 9/11 para Turquía» afirmó con rostro adusto el canciller turco Ahmet Davutoglu al comparar el asesinato premeditado de aproximadamente tres mil civiles con la muerte de nueve militantes vinculados a las agrupaciones terroristas IHH y Hamas resultantes de su propia agresión contra comandos israelíes. El primer ministro Recep Tayyip Erdogan definió el incidente como una «masacre sangrienta» y a acusó a Israel de cometer «terrorismo estatal». Oficiales del partido gobernante AKP tildaron al estado judío de «estado pirata». El gobierno se manifestó a favor de demandar a los israelíes ante la Corte Internacional de Justicia en La Haya. Como era de esperar, la reacción turca cosechó elogios por parte del espectro islamista radical de la región; por su parte el diario libanés Al-Safir definió a Erdogan como el nuevo «favorito de los árabes». Ciertamente es un personaje favorito de los turcos musulmanes, quienes -según observó Steven Rosen del Middle East Forum- expresaron una impresión negativa de los israelíes del orden del 77% (encuesta de la BBC de abril del 2010) y del 73% hostil a los judíos (encuesta Pew Global Research del 2009). El premier turco se está convirtiendo en el nuevo Nasser del Oriente Medio en virtud de su fiera retórica antisionista, sólo que ha reemplazado al pan-arabismo por el pan-islamismo. Casos puntuales: su defensa del genocida sudanés Omar al-Bashir, su alianza con el dictador de Teherán Mahmoud Amadinejad, su apoyo a Hamas y su acercamiento al régimen sirio. En Occidente, mientras tanto, su hipocresía no pasa desapercibida. No deja de notarse su proclamada preocupación por la «ocupación israelí» de Palestina a la par que defiende la ocupación militar turca de parte de Chipre desde 1974. No deja de advertirse su respaldo al te rrorismo de Hamas en tanto combate crudamente al terrorismo del «Partido de los Trabajadores Kurdos». Mención especial merece su indignada protesta del año pasado ante el presidente israelí Shimon Peres en el Foro de Davos «En lo referido a matanzas Uds. [los judíos] saben muy bien como matar», al provenir de un dignatario heredero del Imperio Turco-Otomano que ha matado a un millón y medio de armenios en unos pocos años a principios del siglo XX, marcando el primer genocidio sistemático de la modernidad.

Bajo la capitanía de un partido islamista desde el año 2002, Turquía ha desechado su identidad nacional-secular que la gobernó desde su establecimiento como república laica por Kemal Ataturk a favor de una orientación política e identitaria anclada en el Oriente. Las relaciones diplomáticas estrechas con el estado israelí, forjadas desde el reconocimiento formal turco a la nación hebrea en marzo de 1949, hoy están de facto terminadas. Habiendo sido el primer país de mayoría musulmana en reconocer a Israel, actualmente Ankara es líder -superado sólo por Irán- en la criminalización de Jerusalém. El acuerdo nuclear firmado con Brasilia y Teherán semanas atrás fue un desafío abierto a Washington. Su repentino radicalismo confirma la prudencia de la reticencia europea en no aceptar la incorporación turca a la Unión.

Tal como el experto en asuntos turcos Soner Cagaptay escribía recientemente en The Humiyet Daily News, lo que ha separado a Turquía de los restantes 56 estados musulmanes del mundo ha sido su laicismo y pro-occidentalismo, su virtud democrática, sus buenos lazos con Israel y Estados Unidos, y su membresía en la OTAN. Al abandonar parte de aquello que la hizo especial a los ojos del mundo libre y optar por posicionar a Ankara como un exponente del fanatismo mesoriental, Erdogan será seguramente celebrado en el Medio Oriente como el nuevo Nasser regional. Su nación, mientras tanto, perderá el papel histórico que estaba llamada a jugar.

Clarín

Clarín

Por Julián Schvindlerman

  

Israel puede justificar sus acciones militares – 08/06/10

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La Franja de Gaza no es un estado soberano, pero es gobernada independientemente por un movimiento palestino denominado Hamas (acrónimo árabe de “Movimiento de Resistencia Islámico”) desde el año 2006. Un año antes, Israel retiró unilateralmente a la totalidad de sus tropas y colonos poniendo término así a la denominada ocupación. Por los siguientes tres años y medio, Hamás disparó alrededor de tres mil quinientos cohetes contra población civil israelí hasta que el ejército finalmente respondió, dando lugar a la conflagración de inicios del 2009. Gaza es una entidad hostil a Israel con quien permanece en estado técnico de guerra. Hamás alcanzó el poder en elecciones libres, con el apoyo del pueblo gazatí. En reiteradas ocasiones, sus disparos de cohetes y ataques terroristas suicidas cosecharon el favor de un vasto sector de la sociedad palestina, la que festejó haciendo sonar las bocinas de sus autos, repartiendo caramelos y flameando banderines; tal como en los años noventa cuando Saddam Hussein lanzó misiles Scud contra ciudades israelíes.

A pesar de ello, el Estado de Israel ha hecho una distinción entre el pueblo palestino y el liderazgo palestino. Israel no está obligada a proveer asistencia a una entidad ofensora ni a atender las necesidades humanitarias de un pueblo gozoso de sangre israelí, sin embargo lo hace. Diariamente ingresan a Gaza provenientes de Israel cien camiones con provisiones asistenciales. Semanalmente llegan a la Franja diez mil toneladas de alimentos y medicamentos junto a otro tipo de ayuda. Al mismo tiempo, Israel ha impuesto un bloqueo aéreo, marítimo y terrestre sobre Gaza con el fin de evitar el rearme militar de Hamas. Compartiendo las consideraciones de seguridad de su vecino, Egipto también ha mantenido cerrada su frontera terrestre con Gaza, la que abrió a partir del incidente de la flotilla.

Días atrás, seis barcos foráneos, aproximándose a las costas de Gaza, fueron advertidos por la marina israelí y se les ofreció escolta al puerto de Ashdod, donde la mercadería sería inspeccionada, luego remitida a Gaza, y los navegantes repatriados. Cinco barcos acataron y el asunto se resolvió de manera pacífica. El sexto barco, el Mavi Marmari, no lo hizo. Su intención no era hacer llegar ayuda humanitaria a los palestinos sino quebrar el bloqueo israelí. Al zarpar desde Estambul, este barco fue despedido por extremistas islámicos asociados al Hamas: Mahmad Tózala y Sahar Albirawi (operadores de Hamas en Inglaterra), Hamad Said (líder de la Hermandad Musulmana en Jordania) y presuntamente Raed Salah (líder de la rama norte del movimiento islámico de Israel). A bordo se hallaba, entre otros, un nieto del jeque palestino Abdullah Yusuf Azzam, mentor de Osama Bin-Laden. El barco pertenece a una fundación turca conocida por las iniciales IHH, la que fue señalada por sus lazos con el mundillo del terror islamista en el año 2001 por el magistrado francés Jean-Louis Bruguiere y en el año 2006 por el Instituto de Estudios Internacionales de Dinamarca. El IHH es parte de una agrupación-paraguas saudita llamada “La Unión de los Buenos” que fue designada como organización terrorista por el Departamento del Tesoro de los EE.UU en el año 2008. Cuando un operador israelí comunicó por radio al Mavi Marmari que tenía prohibido avanzar, desde este barco se le respondió: “¡Cállese, regrese a Auschwitz!”.

La acción militar israelí fue justificada. Lo que aún debe explicarse es que hacían pacifistas de buen corazón respaldando a terroristas.

El Telégrafo (Ecuador)

El Telégrafo (Ecuador)

Por Julián Schvindlerman

  

Las relaciones entre Israel y Turquía se encuentran en crisis – 06/06/10

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El Telégrafo de Ecuador ha publicado una nota sobre las relaciones Turquía-Israel para la cual he sido entrevistado, junto con otros expertos. Abajo puede verse la nota completa (en azul el segmento en que soy citado). Julián Schvindlerman.

Tras el asalto de un comando israelí a un barco turco se produjo el conflicto diplomático.
Las palabras del presidente turco, Abdulá Gül, fueron cortas, pero tajantes: “A partir de ahora, las relaciones con Israel nunca más serán las mismas”.

El Mandatario hizo estas declaraciones tres días después de que el 31 de mayo un comando israelí atacara la Flotilla de la Libertad -integrada por seis naves y más de 700 pasajeros- que se dirigía a Gaza con ayuda humanitaria. El asalto fue a un barco de bandera turca llamado Mavi Marmara y murieron nueve personas: ocho turcos y un estadounidense, según informes oficiales.

El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU) condenó el asalto, mas no a Israel, mientras que el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, lo calificó como un “baño de sangre” y pidió una investigación “completa” del hecho.

El ataque generó, además, la condena de la Unión Europea, de la Liga Árabe, de varios gobiernos, y causó protestas en el mundo.

El Presidente turco aseguró que el ataque dejaría “secuelas irreparables” en las relaciones bilaterales y agregó que “Israel cometió uno de los errores más graves de su historia”. La nación judía respondió a los cuestionamientos. Afirmó que fue en defensa propia.

El ataque fue al barco de bandera turca llamado Mavi Marmara. Murieron nueve activistas

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, lamentó la muerte de las personas, pero defendió el asalto a la Flotilla de la Libertad como “única salida” para hacer valer el bloqueo a la franja de Gaza y evitar que armas iraníes lleguen al movimiento islamista Hamás.

Según un informe del diario israelí La Aurora enviado a El Telégrafo, investigadores de ese país revelaron que al menos un centenar de personas se infiltró entre los activistas, “con el explícito propósito de atacar a los comandos israelíes, haciendo uso de armas blancas”. Precisa que algunas de ellas estarían relacionadas con grupos pertenecientes a la Jihad global, más que nada a Al-Qaeda.

El embajador de Israel en Ecuador, Eyal Sela, afirma que parte de la flotilla estaba integrada por grupos pacifistas y activistas, pero otra gran parte, sobre todo la organización turca IHH, tenía contactos con grupos islámicos de Hamás. “Ellos buscaron la provocación en un momento en que hay negociaciones indirectas con los moderados palestinos”, asegura.

Sela, quien confía que las relaciones con Turquía tendrán una solución diplomática, cuenta que hace más de dos semanas el Gobierno israelí informó a los barcos que primero tenían que ir a aduana en el Puerto de Ashdod, y todo lo que era ayuda humanitaria, como comida y medicamentos, pasaría; pero armas, no. Cinco de las naves aceptaron la llamada de Israel de llegar a Ashdod, menos el Mavi Marmara y fue cuando ocurrió el asalto, precisa Sela.

Desde España, Manuel Espinar, presidente de la ONG Cultura, Paz y Solidaridad, una de los organizadores de la flotilla, desmiente que los activistas llevaban armas y asegura que pensaron que Israel solo bloquearía su ingreso a Gaza, pero jamás consideraron que respondería con un ataque.

Espinar comenta que su hijo, Manuel Tapial, uno de los activistas que viajaba en la flota, le informó que el Ejército israelí realizó un asalto “brutal”. “Fueron asaltados por el Ejército israelí a las cuatro de la madrugada sin previo aviso y los miembros de la flotilla no llevaban armas, porque si era así, en ese momento las hubieran sacado, pero como hemos visto solo se han defendido con cuchillos de cocina y palos, nada más”, menciona Espinar.

El activista detalla que en la flotilla iban personas de 40 nacionalidades, entre ellos intelectuales, judíos víctimas del holocausto, por lo cual desmiente de que colaboraban con el movimiento islamista Hamás y niega que el grupo IHH esté vinculado al grupo terrorista Al-Qaeda.
Investigadores israelíes revelan que en la flota iban grupos relacionados con Al-Qaeda

El dirigente enfatiza que el ataque se realizó sobre aguas internacionales del Mar Mediterráneo, a 90 millas de Gaza y fuera de la soberanía marítima de Israel. El Gobierno israelí les advirtió que si se pasaban de las 60 millas -continúa- la marina intervendría, pero abordaron antes y de forma violenta. “¿Quién es Israel para decir que a 90 millas de su tierra no se puede circular? Un país tiene derecho a 20 millas náuticas, la flotilla estaba a 90 millas de distancia, no estaba en sus aguas”, enfatiza.

Turquía es el mejor aliado de Israel en la región. Sin embargo, los lazos entre ambos países -que son especialmente fuertes en los sectores militar, turístico y energético- han comenzado a resentirse tras el ataque de Israel a la franja de Gaza a finales de 2008, luego de mantener fructíferas relaciones desde mediados del 90.

Pero, ¿representa el asalto a la flota otro tropiezo más para que las relaciones entre Israel y Turquía se rompan? En lo personal, Guillaume Long, catedrático de Relaciones Internacionales de la Flacso (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, sede Ecuador), duda de que el Gobierno turco tome una medida de esas “proporciones de manera apresurada”.

La bronca con Israel le da réditos políticos al primer ministro turco, Recep Tayyip Erdgogan, sobre todo entre ciertos sectores más islamistas, y cualquier declaración radical, o incluso una ruptura, le podría significar apoyo y votos, analiza.

“Pero por otro lado, Turquía es visto como un actor de peso en un potencial proceso de paz en el Medio Oriente, por lo que no le conviene radicalizar las cosas demasiado”, destaca Long tras afirmar que es sintomático que Turquía hable mal del Gobierno de Israel, pero no del Estado de Israel.
“Creo que eso indica que es poco probable que rompan relaciones por completo”, analiza.

Sin embargo, el conferencista internacional argentino Julián Schvindlerman explica a este diario que ahora los costos diplomáticos para Israel derivados de este episodio son altos, que están expresados en un empeoramiento apreciable de su imagen global, el deterioro marcado de su relación con Turquía, un mayor aislamiento ante Europa y un cierto endurecimiento de la posición palestina moderada.

Agrega que la reacción global del abordaje israelí a uno de los barcos de la flotilla ha seguido el patrón usual en incidentes relativos a Israel, como son la condena furibunda, luego la indagación fáctica y la aún no superada fase del oprobio mundial contra el régimen israelí.

Schvindlerman destaca, además, que si bien existe una extrema pobreza, no hay crisis humanitaria en Gaza, y que existen rutas normales por las cuales Israel canaliza ayuda propia e internacional a la población palestina, hasta “cien camiones diarios de provisiones”.

En este sentido, el conferencista resalta que de haber existido una verdadera vocación asistencial de la flotilla, la ayuda humanitaria pudo haber seguido estas vías. Pero, añade, la negativa del movimiento islámico Hamás -que gobierna Gaza- de no aceptar el material de ayuda de los activistas, entregado por las autoridades israelíes tras pasar una revisión, “demuestra que todo el ejercicio se trató de una provocación política”.

Horacio Calderón, analista y especialista en temas de Medio Oriente y África del Norte, coincide con Schvindlerman y señala a El Telégrafo que aquello quedó demostrado en el pronunciamiento de uno de los responsables de la organización de la flotilla, Bulnet Yildirim, quien, según el experto, habría manifestado su intención de ejercer violencia contra Israel si estas intentaba impedirles llegar a Gaza.

Asimismo, no descarta que grupos islamistas vinculados a Al-Qaeda y Hamás hayan estado involucrados en la operación de la flotilla.

Sin embargo, Calderón cuestiona que Israel no haya adoptado tácticas más adecuadas para detener, desviar, incluso abordar los buques en condiciones menos violentas. “Tal vez se hubiera evitado las bajas registradas, si no fuera por las altamente riesgosas tácticas de las fuerzas especiales Shayetet 13 de Israel, responsables del abordaje al Mavi Marmara y que se suponen son unas de las más altamente entrenadas de la región, incluso a nivel mundial”, explica.

Calderón considera que debido a este episodio podrían afectarse negociaciones altamente sensibles, como las relaciones entre Israel y Turquía, aliados estratégicos de vieja data, que sufren desde hace un tiempo un agudo proceso de deterioro.

También aquellas vinculadas al sospechoso desarrollo nuclear iraní, al futuro de Irak y a las necesidades estratégicas de los Estados Unidos en este último país y en Afganistán. De igual manera afectaría -acota- los diálogos entre la nación judía y Palestina, aunque, asegura, por el momento no hay proceso de paz, sino algunas conversaciones sin mucha relevancia.

Diana Auz/Mónica Álvarez
Redacción Mundo