Por Julián Schvindlerman
Comunidades – Abril 2023
“Israel es la encarnación misma de la continuidad judía: es la única nación en la tierra que habita la misma tierra, lleva el mismo nombre, habla el mismo idioma y adora al mismo Dios que honraba hace 3.000 años. Tú cavas la tierra y encuentras cerámica de la época davídica, monedas de Bar Kokhba y pergaminos de 2000 años de antigüedad escritos en una escritura muy parecida a la que hoy anuncian helados en la tienda de dulces de la esquina”. La cita pertenece a Charles Krauthammer (The Weekly Standard, 11/5/1998) y regala una adecuada introducción a la ocasión del 75 aniversario de Israel.
Su epopeya ha sido extraordinaria. Desde la presencia judía ininterrumpida milenaria en el terruño hasta el retorno de una porción de los exilios a partir de la segunda mitad del siglo XIX, desde la absorción de cantidades de inmigrantes hasta la esforzada integración étnica (sefaradim y ashkenazim), religiosa (ortodoxos y laicos) e ideológica (derechistas e izquierdistas), así como nacionalista (judíos y árabes) de sus habitantes, conviviendo no sin dificultades, pero sobreviviendo e incluso, progresando, en un muy pequeño espacio común. Un país nacido tras la devastación del Holocausto e inmediatamente desafiado durante décadas por agresiones y presiones de todo tipo: guerras colectivas, terrorismo secular y fundamentalista, boicots económicos y políticos, hostigamiento mediático y acoso diplomático en un combo de amenazas que posiblemente ninguna otra nación haya jamás experimentado en la modernidad.
Privada de recursos naturales, se transformó en una asombrosa nación start-up cuyos inventos han mejorado la calidad de vida de buena parte de la humanidad. Una nación muy pobre en sus orígenes que supera en la actualidad a varias naciones europeas y asiáticas en PBI per cápita. Un estado que comenzó cultivando naranjas y que en 2019 llevó -estrelló, en rigor- una nave espacial no tripulada a la superficie de la luna. “Hemos llegado a la luna”, dijo entonces uno de los líderes del proyecto, “pero no como queríamos”. Ya están trabajando en un nuevo intento. Una república que antes de alcanzar su estatidad ya tenía una universidad y una filarmónica y que hoy cuenta con trece premios Nobel. Esto último merece ser puesto en perspectiva. Israel ocupa el puesto 15 en números absolutos. Cuenta más premiados que los dos países más poblados de la Tierra: India y China, con una población aproximada de 1.4 mil millones c/u. Israel tiene algo más que nueve millones de habitantes (0,11 % de la población mundial).
Hoy día afronta desafíos geopolíticos y militares relevantes. Nuevas alianzas no auspiciosas se están forjando en el Medio Oriente, con Arabia Saudita acercándose a Irán, Siria siendo reaceptada por las naciones árabes, el eje Irán, China y Rusia decidido a desarmar los Acuerdos de Abraham, y movimientos islamistas como Hamas y Jihad Islámica en Gaza, Houtis en Yemen, Hezbolá en el Líbano y milicias chiítas en Irak unidos en una red coordinada desde Teherán; cuyo régimen, a su vez, avanza en un programa nuclear militar. Las últimas confrontaciones mostraron un inquietante escenario multi-frontal: en tanto la policía israelí chocaba con palestinos revoltosos en Jerusalem, cohetes fueron lanzados desde Siria, Gaza y Líbano, mientras que atentados terroristas ocurrieron en Cisjordania. El año pasado, se adicionaron choques en poblados árabes de Israel. Y la coyuntura global no parece encaminada hacia la estabilidad. Con Rusia en su intento de fagocitarse a Ucrania y China rodeando a Taiwán, además de anunciar Beijing su ambición de crear un nuevo orden mundial con supremacía china total. Estados Unidos, el gran aliado de Israel, va perdiendo gradualmente influencia global.
Desafíos en el Medio Oriente nunca han escaseado. Divisiones internas en Israel, tampoco. Pero ambos son especialmente agudos en este momento. No obstante, si su evolución desde el pasado puede ser una seña para su futuro, esta pequeña, intranquila e innovadora nación está bien encaminada. Si logran abstraerse de sus líos cotidianos, sin caer en un ilusorio autoengaño, los israelíes podrán hallar el ánimo justo para esta celebración número 75.