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Libertad Digital

Por Julián Schvindlerman

  

Y el mundo callaba… – 03/03/08

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La retórica anti-israelí del régimen de los ayatolás ya era extrema, pero desde el asesinato de su paladín-terrorista Imad Mughniyeh no ha hecho sino empeorar. Así, el jefe de la Guardia Revolucionaria, Muhamad Alí Safari, ha afirmado que «el tumor cancerígeno Israel desaparecerá pronto» por obra y gracia de la «radiación de los luchadores de Hezbola» (nótese la alusión a lo nuclear).

Mahmud Ahmadinejad ha calificado al Estado hebreo de «sucio microbio» y de «animal salvaje», mientras que el presidente del Parlamento iraní, Gholan Reza Haddad, ha proclamado que el futuro de la «entidad sionista» será «peor que su presente». Por su parte, el jefe de las Fuerzas Armadas, general Hassán Firuzabadi, ha llamado a la «destrucción completa del régimen sionista» y a la «liberación de toda la tierra de Palestina». Asimismo, el líder de Hezbolá, Hassán Nasrala, ha advertido de que «la sangre de Mughniyeh anuncia el fin de Israel», y sus hermanos en armas de Hamás han instado al mundo musulmán a «levantarse» para «hacer frente al demonio sionista». En cuanto al jefe de Al Qaeda en Irak, Abú Omar al Bagdadi, ha ofrecido el territorio iraquí como «plataforma de lanzamiento» para la toma de Jerusalén.

Por el momento, Teherán ha optado por responder al asesinato de su máximo jefe terrorista con una retórica feroz, no con la violencia física. Por el momento, claro. No debiera haber lugar para la indulgencia: el lenguaje que manejan los terroristas es el del terror, y Nasrala ha proclamado la «guerra abierta» contra Israel. Como si no estuviera en ello desde hace tanto tiempo. Como si jamás hubiera disparado cohetes Katyusha contra el norte del Estado judío, secuestrado soldados de las IDF, atacado objetivos judíos e israelíes en la República Argentina…

Sea como fuere, las prioridades del liderazgo de Hezbolá están claras. Para empezar, necesita reforzar el ánimo de sus luchadores tras la pérdida de su querido Mughniyeh, de ahí las grandes dosis de fervor anti-israelí, las promesas de venganzas redentoras y victorias apocalípticas. Luego, Inshalá, asestarán el golpe fulminante.

Puede que la muerte de Mughniyeh no haya sido cosa de Israel, sino del propio submundo terrorista, o incluso que Siria estuviera implicada, como ha sugerido el director de la Inteligencia Nacional norteamericana, Mike McConell. Poco importa todo esto: lo que importa es que ha brindado a Irán y a Hezbolá la excusa perfecta, el motivo ideal, para dar rienda suelta a los planes nefastos que tienen reservados para Israel y los judíos desde hace tiempo.

Cual testigo involuntario en la escena del crimen, el mundo entero, salvo Estados Unidos, elige mirar para otro lado. Desde Beirut, Teherán, Gaza y Bagdad, los fundamentalistas llaman al asesinato en masa de israelíes, y el mundo permanece callado. Jerusalén ha pedido al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que condene a Irán por incitar pública y abiertamente a la comisión de un genocidio, algo que viola la Convención para la Prevención y el Castigo del Crimen de Genocidio, de la que más de 130 naciones son signatarias, entre las que se cuenta, tragicómicamente, la propia Irán.

La denuncia del régimen iraní no sólo es un imperativo moral, sino una obligación legal, dado que los firmantes de la Convención tienen «no sólo el derecho, sino la responsabilidad, de aplicar[la], particularmente en lo referido a la prevención del genocidio», según ha explicado Irwin Colter, profesor universitario y ex ministro de Justicia del Canadá. ¿Lo harán?, se preguntaba recientemente el Jerusalem Post en un editorial. ¿Alzarán sus voces las naciones del mundo libre, ahora que acaba de celebrarse el Día Internacional para la Rememoración del Holocausto, contra una entidad que amenaza a los judíos con un segundo Holocausto? ¿Tan bajo ha caído la dignidad humana que el Estado judío ha de pedir formalmente a la ONU que emita una protesta elemental?

He aquí la soledad de Israel, y el doble rasero de la sociedad internacional. Según datos tomados de la prensa israelí, la compañía francesa Total, la noruega Statoil y la china Petro China llevan años invirtiendo en los sectores petrolero y gasístico iraníes. La multinacional alemana Siemens posee operaciones en Irán por valor de más de 500 millones de dólares, y por 300 millones la francesa Alcatel (si bien este monto incluye también actuaciones en Libia y Sudán). La austriaca Steyr-Mannlicher vendió rifles a Teherán en 2006. En enero de 2007, la holandesa Shell se unió a la española Repsol para desarrollar áreas petrolíferas en Irán por un valor de 10.000 millones de euros. En abril del mismo año, Irán y la compañía austriaca OMV firmaron un acuerdo comercial valorado en 22.000 millones. Durante los primeros diez meses de 2007, Alemania exportó a la tierra de los ayatolás por valor de 3.500 millones. El 40% del comercio exterior iraní tiene a Europa por destinatario…

Tengo en mi biblioteca un ejemplar del libro Y el mundo callaba, de Eliézer Wiesel. Escrito en yiddish, tiene 253 páginas, está impreso en Buenos Aires (por la Unión Central Israelita Polaca) en 1956. Escribí esta columna con este ensayo conmovedor e inolvidable a mi lado, y al orientar mi atención una vez más hacia Europa, compruebo con pesar cómo fue posible que el mundo permaneciera callado ante el asesinato en masa de los judíos de aquel continente.

La version original de este artículo fue publicada en Comunidades

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Por Julián Schvindlerman

  

…Y el mundo callaba – 27/02/08

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La retórica anti-israelí del régimen ayatollah ya era extrema…y desde el asesinato de su paladín-terrorista Imad Mughniyeh se puso peor. Regularmente nos veíamos forzados a oír las diatribas de Teherán -que hay que borrar a Israel del mapa», que comenzó la «cuenta regresiva» para su extinción, que el mundo debe aceptar el «colapso inminente» de ese «pequeño Satán», etcétera- y, por difícil que sea imaginarlo, Irán desde entonces radicalizó su polémica. Muhamad Alí Safari, jefe de las Guardias Revolucionarias, afirmó que «El crecimiento cancerígeno Israel pronto desaparecerá», por medio de la «radiación de los luchadores del Hizbullah» (nótese la alusión a lo nuclear). El presidente Mahmoud Ahmadinejad se refirió a Israel como un «sucio microbio» y un «animal salvaje». Ghollan Reza Haddad, presidente del parlamento iraní, amenazó con que «el futuro de la entidad sionista será peor que su presente». El Jefe de las Fuerzas Armadas, General Hassan Firouzabadi instó a «la destrucción completa del régimen sionista» y a la «liberación de toda la tierra de Palestina».Y el líder del Hizbullah, Hassan Nasrallah, aseveró que «la Sangre de Mughniyeh anuncia el fin de Israel». (Además, sus hermanos en armas de Hamás instaron al mundo musulmán a «levantarse para enfrentar al demonio sionista» y el líder de Al-Qaeda en Irak, Abu Omar al-Baghdadi, ofreció el territorio iraquí como «plataforma de lanzamiento» para capturar Jerusalén).

Estas son palabras desagradables, pero proviniendo de los iraníes hay algo de positivo en ello. Por el momento, Teherán ha optado por responder al asesinato de su máximo jefe terrorista con retórica feroz, no con violencia física. Por el momento, claro. No debiera haber lugar aquí para la indulgencia; el lenguaje con el que los terrositas hablan es el del terror y Nasrallah inmediatamente declaró una «guerra abierta» contra Israel. Como si nunca hubiera disparado miles de cohetes katyusha contra la población norteña del estado judío, secuestrado a sus soldados, o atacado objetivos judíos e israelíes en la República Argentina. Pero las prioridades son claras para el liderazgo del Hizbullah: primero es menester reforzar el ánimo de sus luchadores alicaídos por la pérdida de su ser querido, y para ello les suministra la dosis estimulante de fervor anti-israelí repleta de promesas de venganza redentora y horizontes de victoria apocalíptica. Más adelante, inshallah, darán el golpe fulminante. Poco importa que bien pudo no haber sido Israel quien puso fin a la vida de Mughniyeh, figura estelar del terror islamista con pedido de captura de INTERPOL y buscado en más de cuarenta países, o que bien pudo haber habido una interna en el macabro submundo del terrorismo, o incluso participación siria, tal como sugirió el Director de la Inteligencia Nacional norteamericana Mike McConell. No, lo políticamente relevante, lo prácticamente útil, es que esta muerte en Damasco brinda a Irán y al Hizbullah la excusa perfecta, el motivo ideal, para lanzar los planes nefastos que ya hace tiempo tienen reservados para Israel y los judíos.

Cual testigo involuntario en la escena del crimen, el mundo entero salvo Estados Unidos elige mirar para otro lado mientras este drama acontece. Desde Beirut, Teherán, Gaza y Bagdad los fundamentalistas llaman a cometer un asesinato en masa contra los israelíes y el mundo permanece impasible. Jerusalén pidió al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que condene a Irán por la «incitación pública y directa para cometer genocidio», algo que está en violación de la Convención para la Prevención y el Castigo del Crimen de Genocidio del que más de 130 naciones son signatarias (incluyendo, tragicómicamente, al propio Irán). La denuncia de Irán no es solamente una cuestión de imperativo moral, con todo lo fundamental que ello es, sino también una cuestión de obligación jurídica, en tanto los firmantes de la Convención «tienen no solo el derecho, sino la responsabilidad, de aplicar la Convención, particularmente en lo referido a la prevención de genocidio» en el parecer de Irwin Colter, profesor universitario y ex ministro de justicia canadiense. ¿Lo harán? Se interrogaba un editorial del Jersualem Post días atrás ¿Alzarán sus voces las naciones del mundo libre, apenas semanas después de haber conmemorado el Día Internacional para la Rememoración del Holocausto, para sancionar a una entidad que amenaza con un segundo Holocausto a los judíos? ¿Tan bajo ha caído la dignidad humana que para meramente obtener una protesta elemental deba el estado judío solicitarlo formalmente en la ONU? Tal la soledad de Israel.

Y tal la duplicidad global. Según datos tomados de la prensa israelí, la compañía francesa Total, la noruega Statoil, y la china Petro China llevan años invirtiendo en el sector petrolero y de gas de Irán. La multinacional alemana Siemens posee operaciones en Irán valuadas en más de usd 500 millones, la francesa Alcatel tiene operaciones por usd 300 millones en Irán, Sudán y Libia, y la austriaca Steyr-Mannlicher le vendió rifles a Irán durante el 2006. En enero de 2007, la firma holandesa Shell se unió a la española Repsol para conjuntamente desarrollar áreas petroleras de Irán por valor de usd diez mil millones. En abril del mismo año un acuerdo comercial valuado en 22 mil millones de euros fue firmado entre Irán y la austriaca OMV, que además de ser la más grande corporación petrolera en toda Europa central, tiene al estado austriaco como dueño de más de un tercio de sus acciones. Durante los primeros diez meses del año último, solamente Alemania exportó por valor de tres mil quinientos millones de euros a la tierra de los ayatollahs. El 40% del comercio exterior iraní tiene por cliente a Europa.

Tengo en mi biblioteca un ejemplar del libro «…Y el Mundo Callaba» de Eliézer Wiesel (así firma el autor); cortesía del IWO y de su culto director. Escrito en Yidish, tiene 253 páginas. Pertenece a una edición del año 1956, impreso en Buenos Aires y publicado por la Unión Central Israelita Polaca en la Argentina. Éste corresponde a la primera edición del primer libro que Wiesel ha escrito jamás. Este libro, primero publicado en la Argentina bajo la guía de Marc Turkow y con módicos 1500 ejemplares, fue luego traducido al francés donde recibió el favor de Francois Mauriac, y posteriormente al inglés, lengua en la que se convirtió en un bestseller internacional con el título «La Noche». Para cuando este libro llegó a mi manos, yo ya había leído hacía muchos años su versión en español. Escribí esta columna con este ensayo conmovedor e inolvidable a mi lado, y al orientar mi atención una vez más hacia Europa, compruebo con pesar como fue posible que el mundo permaneciera callado ante el asesinato en masa de judíos.

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Por Julián Schvindlerman

  

Israel a los 60 – 21/01/08

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Lo de la genialidad judía es, ciertamente, un caso peculiar. La medición de excelencia humana más reconocida, el Premio Nobel, así lo demuestra. Durante la primera mitad del siglo XX, el 14% de los premiados en literatura, química, física y medicina/psicología fueron judíos. Esto, en una época de intensas persecuciones y fuertes restricciones sociales y legales para la judería mundial; en un período, en fin, en el que un tercio del pueblo judío fue exterminado por el régimen nazi. Durante la segunda mitad de dicha centuria, con una atmósfera más respirable, los judíos representaron el 29% de los galardonados con el Nobel. En lo que va del nuevo milenio la cifra es aún mayor: 32%. El mérito luce extravagante cuando se tiene en cuenta que los judíos son apenas el 0,2% de la población mundial. (Charles Murray, “Jewish Genius”, Commentary, April 2007)

Así las cosas, se entiende que el Estado de Israel sea la maravillosa realidad que es. Junte usted todo el talento judío en un espacio reducido, dé a sus habitantes la oportunidad de expresar toda su creatividad en el marco de la independencia estatal y la libre autodeterminación nacional… y el resultado será espectacular. En síntesis, ésta es la historia de Israel: la genialidad judía aplicada a la construcción nacional.

Cuando, a finales del siglo XIX, Theodor Herzl imaginó el Estado judío, lo concibió como un refugio físico para su pueblo, pero también como un centro de producción económica, espiritual, científica y cultural. ¡Y vaya si ha sido así!

Ya antes de constituirse el Estado la comunidad judía establecida en Palestina había erigido los cimientos para el desarrollo nacional en algunas de las áreas que han hecho del Israel actual un modelo ejemplar. La escuela Mikve Israel, fundada en 1870, marca la génesis de la investigación agrícola israelí, posteriormente potenciada con la Estación Agrícola (1921), que andando el tiempo se convertiría en la Organización de Investigación Agrícola, el mayor centro nacional de I+D en este campo.

La Estación Hebrea de Salud fue creada a comienzos del siglo XX, con el objeto de promover la investigación médica. También merece destacarse la fundación, en los años 30, de los Laboratorios del Mar Muerto, orientados a la investigación industrial. En 1924 le llegó el turno al Instituto de Tecnología de Israel, más conocido como Technion; y en 1925 a la Universidad Hebrea de Jerusalem. Casi una década más tarde, en 1934, echó a andar en Rehovot el Instituto Sieff, hoy conocido como Instituto Weizmann.

Tras el establecimiento del Estado de Israel vieron la luz otros cuatro centros de educación superior: la Universidad Bar-Ilán (1955), la Universidad de Tel Aviv (1956), la Universidad de Haifa (1963) y la Universidad Ben Gurión (1967). En 1948 las universidades entonces existentes apenas sumaban 1.600 estudiantes; en las que funcionan hoy en día estudian 125.000. A esta cifra hay que añadir los 100.000 que están inscritos en institutos terciarios.

No menos impresionante ha sido la promoción cultural. Atendamos, por ejemplo, al mundo de la música. La Filarmónica Palestina (rebautizada posteriormene como Filarmónica de Israel) dio su primer concierto, de la mano de Arturo Toscanini, en Tel Avivi en el año 1936. Desde entonces, Israel ha brindado a la música figuras descollantes como Itzjak Perlman, Shlomo Mintz, Pinjas Zuckerman o Daniel Barenboim. Hoy, el país cuenta con numerosas orquestas sinfónicas y de cámara, en ciudades como Jerusalem, Haifa, Holon, Ramat Gan, Beer Sheva, Netanya y Rishon Lezion. La Academia de Música Samuel Rubin (fundada en 1945) es otro ejemplo de la calidad artística que es usual hallar en Israel.

No son muchas las naciones que ponen en pie museos antes de alcanzar la independencia, y ciertamente la creación del Museo de Arte de Tel Aviv (1932) representa un hito cultural singular. En la actualidad hay cerca de 200 museos, de diverso tamaño, en la Tierra de Israel.

Por lo que hace al turismo, el crecimiento ha sido fenomenal: mientras que en 1950 fueron 33.000 los turistas que visitaron el país, para finales de los años 90 (antes de que la segunda intifada dañara apreciablemente al sector) los visitantes habían pasado a ser 2,5 millones, una cifra 76 veces superior a la primera. (Por cierto, en ese período la población judía de Israel se multiplicó por diez, de 600.000 a 5,5 millones de personas, aproximadamente).

Los logros económicos de Israel en estos 60 años han sido también extraordinarios, como queda de manifiesto en el hecho de que se cuente entre los 25 con más renta per cápita y entre los que mayores tasas de crecimiento económico presentan. Para cualquier nación, ello sería una proeza digna de elogio, pero para un Estado asediado desde su mismísimo nacimiento, que ha debido enfrentar el boicot económico de todo un bloque regional, que ha tenido que librar guerras y sacrificar preciosas vidas humanas (sólo durante la Guerra de la Independencia, librada en 1948, Israel perdió el 1% de su población) y que se ha visto obligado a destinar sumas astronómicas de su presupuesto a la defensa nacional (un 10% durante sus primeras dos décadas de existencia y un 25% a partir de 1967; el máximo se alcanzó durante la Guerra del Yom Kippur, en 1973: ¡un 45%!); para un país que ha tenido que absorber a más de 2,5 millones de inmigrantes en seis décadas (cuatro veces el número de pobladores judíos en el momento del establecimiento de la patria); para un país que después de cuatrocientos años de gobierno otomano se encontró una tierra desolada y una hostilidad vecinal manifiesta; para una nación, en fin, que se ha topado con semejantes desafíos, todo esto no es menos que un milagro.

El Estado de Israel mantiene relaciones diplomáticas con 162 naciones, sobre un total de 192 acreditadas ante la ONU. Varias de ellas son árabes. Aun así, el ideal de la paz sigue estando lejos de alcanzarse, y la existencia de Israel sigue poniéndose en cuestión.

En otro orden de cosas, la distribución de la riqueza nacional no es todo lo equitativa que debiera ser, y la gama de problemas sociales que aquejan al Estado no es despreciable. Israel, por supuesto, no es una tarea completada; la construcción continúa. Ahora bien, el balance de estas seis décadas es reconfortante.

Estamos hablando de una pequeña nación que comenzó su emprendimiento secando pantanos en el desierto a fines del siglo XIX y que ha ingresado en XXI con satélites propios en el espacio, así que algún crédito debemos reconocerle. Vayan, pues, las mejores salutaciones para Israel en éste su sexagésimo aniversario.

Originalmente publicado en la Revista de Amigos de la Universidad de Tel Aviv en Argentina

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Por Julián Schvindlerman

  

Mr. Bush en tierras ingratas – 16/01/08

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El arribo de George W. Bush a Tierra Santa acontece en un momento sensible. A casi diez años de su visita previa y la primera en su papel de Presidente de los Estados Unidos de América, los temas que preocupan a la administración norteamericana incluyen -pero trascienden- los contornos propios de la disyuntiva palestino-israelí. Con Israel como punto de partida de la gira regional, y las zonas autónomas palestinas la siguiente escala, es natural que la atención mediática se haya centrado en los asuntos del prolongado conflicto entre unos y otros. No obstante, el periplo oficialmente anunciado abarca también a Egipto, Kuwait, Bahrein, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita. Irak no figura en el itinerario oficial pero se ha especulado a propósito de una visita sorpresa. En cualquier caso, la estabilidad de Bagdad sigue siendo una alta prioridad en la política mesoriental de la Casa Blanca.

Los éxitos más sonados de la política exterior de Estados Unidos en esta región durante el mandato del presidente Bush han sido la liberación (aún incompleta la estabilización) de Irak y de Afganistán, el repliegue sirio de El Líbano, y el abandono por parte de Libia de su programa de armas de destrucción masiva. Los eventos del 11 de septiembre del 2001, las guerras en Irak y en Afganistán, y el programa nuclear de Irán, han reorientado la atención norteamericana del meollo palestino-israelí hacia problemas más vitales de la zona y más significativos para el mundo. Los palestinos habían sido reducidos a su escala adecuada en la constelación árabe», escribió el académico Fouad Ajami, «es el crédito singular del Sr. Bush el haber sido el primer presidente estadounidense en reconocer que Palestina no era la preocupación central de los árabes, o la fuente principal de las dolencias políticas». A diferencia de Bill Clinton, cuya indulgencia hacia Yasser Arafat ha sido legendaria, George W. Bush anticipó que no visitaría la tumba del fallecido líder palestino durante su estadía en Ramallah, ni mucho menos rendiría tributo a su figura. Su entereza moral será largamente añorada cuándo él haya abandonado el sillón presidencial.

Para un líder tan sobrio en su pensamiento estratégico y tan bien dotado para distinguir lo históricamente esencial de lo políticamente efímero, la última iniciativa que él ha impulsado -Annapolis- luce como un traspié desafortunado. Ciertamente, la lógica que animó el relanzamiento del proceso de paz entre israelíes y palestinos se basó en una premisa sensata: la de cooptar a las naciones árabes sunitas moderadas y pro-occidentales, alejarlas de la mala influencia de la república chiíta iraní, y así aislarla a ésta y a sus secuaces en Damasco, El Líbano, y la Franja de Gaza. Pero eso fue antes de la publicación del Estimado de Inteligencia Nacional (NIE), en el cuál sectores de la comunidad de inteligencia norteamericana interfirieron en la política exterior de Washington de manera tan espectacular que probablemente hayan motivado un giro de 180 grados en la política hacia Teherán en la actual administración republicana. El informe adujo que Irán detuvo su programa nuclear en el año 2003. Una nota al pie aclaraba que esta aseveración aludía a la fase armamentista del proceso nuclear, pero que otros aspectos críticos -tales como el enriquecimiento de uranio- continuaban en marcha y que Irán podría a futuro, si así lo deseara, cruzar el umbral nuclear. El reporte fue redactado de manera tal que llevara a la conclusión (errónea) de que la república islámica había abandonado su programa nuclear. Ello puso en tela de juicio los esfuerzos diplomáticos de los años pasados y dañó mortalmente a las opciones militares futuras. El especialista israelí en asuntos estratégicos Gerlad Steinberg ha señalado que en las siguientes dos semanas a la publicación del NIE, China y Malasia firmaron contratos de desarrollo y suministro de energía a Irán, Rusia despachó dos envíos de energía para la planta atómica de Bushehr (acción que había detenido durante el año anterior alegando incumplimientos de pago por parte de los ayatollahs), Egipto se acercó a Irán con el objeto de normalizar las relaciones interrumpidas desde el asesinato de Anwar el-Sadat en 1981, Arabia Saudita recibió a Mahmoud Ahmadinejad en la Meca, y la Alianza Árabe del Golfo invitó al presidente iraní a uno de sus encuentros. Cabe destacar que esta «alianza» fue inicialmente creada con el propósito de contener las ambiciones iraníes.

Ahora, Annapolis pasó a ser una distracción de los temas más graves. Puestos militares, cruces fronterizos, la valla de seguridad y los asentamientos nuevamente pasaron a captar titulares…mientras Irán continúa avanzando en el sendero nuclear. La continuidad de ataques con cohetes kassam (y también katyusha) contra ciudades israelíes y los intentos de atentados terroristas aún en curso (como el caso reciente de la «parejita enamorada» que, tomada de sus manos, se acercó a un puesto militar israelí y repentinamente abrió fuego) son un buen recordatorio de cuán distante se halla aún el horizonte de la paz. Peor aún, los palestinos todavía deben dar una señal creíble de que desean la paz verdadera, y el reconocimiento público de Israel como un «estado judío» sería un buen punto de partida para el reaseguro. Los israelíes aún esperan -ya por décadas- ello. Frente a esto, Har Homa es decididamente secundario.

El incidente de esta semana en el que naves iraníes hostigaron a buques de la marina norteamericana en el Estrecho de Ormuz, quizás sirva de llamado de atención al presidente Bush respecto del lugar real donde se encuentran las amenazas a la paz y a la seguridad global. Por esta ruta marítima pasa a diario el 40% del comercio mundial de petróleo y el 90% de las exportaciones de crudo de los países del Golfo Pérsico. Además por allí circula gran parte del abastecimiento militar para los más de 40.000 soldados norteamericanos apostados en la zona. Garantizar la libre navegación en esas aguas ha sido un objetivo estratégico histórico para Washington, conforme ha explicado Walter Russell Mead del Council on Foreign Relations. De allí mantuvo Estados Unidos alejados a los soviéticos durante la Guerra Fría, y protegió a los reinados del petróleo de las ambiciones de Gamal Abdel Nasser y de los designios de Saddam Hussein. Hoy, Estados Unidos continúa velando por la seguridad del Golfo ante la amenaza que encarnan los ayatollahs iraníes. Es bueno que Bush haya incluido en su itinerario a los países del Golfo, en tanto reafirma la importancia geopolítica que Washington le da a la zona que Winston Churchill llamó «aquellos desiertos ingratos» y nos devuelve un sentido de la perspectiva y de la prioridad que por momentos luce confuso.

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Por Julián Schvindlerman

  

Maradona y Ahmadineyad – 07/01/08

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De Villa Fiorito a Teherán hay un largo camino, pero Diego Armando Maradona parece decidido a transitarlo. Dada su colorida peripecia ideológica, apenas sorprende que el palacio presidencial de la República Islámica de Irán pueda ser un próximo destino para este talentoso y polémico futbolista devenido semiactvista político.

El incidente ocurrió en fechas cercanas a la Navidad, luego de un partido de fútbol entre la Argentina y Brasil en el que Maradona fue presentado al encargado de negocios de Irán en Buenos Aires, quien invitó al astro del fútbol a visitar su país. Encantado, Maradona respondió: «Ya conocí a Chávez y a Fidel. Ahora sólo me falta conocer a su presidente. Quiero conocer a Ahmadineyad». Y agregó: «Estoy con los iraníes de todo corazón, de verdad lo digo. Lo digo porque lo siento: estoy con el pueblo de Irán».

Maradona no alcanza a comprender que su preocupación por el pueblo iraní lo debería llevar a condenar, y no a saludar, al régimen que lo somete, reprime y hostiga. La de los ayatolás es una de las dictaduras más prolongadas y más crueles de la contemporaneidad. Pero el Diego es un gran futbolista, no un gran pensador, y sus decisiones parecen obedecer más a la espontaneidad del sentimiento que a la frialdad de la razón.

Unos pocos días antes, Maradona había anunciado que pretendía tatuarse a Hugo Chávez, que así acompañará en su cuerpo a Fidel Castro y a Ernesto Che Guevara. Su romance con el líder bolivariano nació casi tres años atrás, en 2005, durante una visita del ex futbolista a Caracas. Al salir de una reunión con el mandatario de Venezuela en el Palacio de Miraflores, Maradona exclamó: «A mí me gustan las mujeres, pero salí enamorado de Chávez». Y agregó: «Me parece que Chávez le hace bien al mundo. Es un número 10… Es un gigante, un monstruo».

Ese mismo año Maradona participó en la Cumbre de los Pueblos que el kirchnerismo organizó extraoficialmente en Mar del Plata en repudio a Estados Unidos y a su presidente, a quien Maradona había tachado de «basura humana». Antes había viajado en el Tren del ALBA junto a Chávez, Evo Morales y el cineasta Emir Kusturica, quien asimismo estaba deseoso de realizar una película sobre el ex campeón de fútbol.

A mediados de este año Maradona viajó de nuevo a Venezuela, esta vez para inaugurar la Copa América. El estadio lo ovacionó.

Aparentemente, su interés por la política internacional afloró en Cuba, durante el período que pasó allí para tratar su adicción a las drogas (una sobredosis de cocaína casi lo mata en el año 2000). Pero su gusto por la vida global ya se había manifestado con anterioridad. En 1999 viajó a Trípoli invitado por la Federación Libia de Fútbol, presidida por Saadi Gadafi, multimillonario hijo del presidente libio y él mismo futbolista profesional. En el aeropuerto de Ezeiza, antes de partir, dio una conferencia de prensa en la que criticó a los Estados Unidos y elogió a Libia. Dos años más tarde, Maradona asistiría como invitado de honor a la boda de Saadi Gadafi.

En 1985 se trenzó en un curioso episodio que involucraba al entonces Sumo Pontífice de la Iglesia Católica, Juan Pablo II. Luego de una visita al Vaticano, trascendió el malestar de Maradona con el Papa por un asunto relativo a los rosarios que éste le dio, algo que el icono del fútbol consideró una «falta total de respeto». Posteriormente, Maradona diría: «Estuve en el Vaticano y vi los techos de oro. Y después escucho al Papa diciendo que la Iglesia estaba preocupada por los pibes pobres. ¿Y? ¡Vende los techos, viejo! ¡Hacé algo!». Para entonces, conforme ha revelado el escritor británico Martin Amis, Maradona tenía unos ingresos anuales de 15 millones de dólares: 7 millones del Nápoles, 3 de la televisión italiana y 5 de Hitachi.

Muchos años después, Maradona lanzaría su propio programa televisivo: La Noche del 10. «Si Jesús tambaleó, ¿por qué no debería tambalear yo también?», preguntó conmovido a su millonaria audiencia. Nada pudo con el rating de aquel programa esa noche: ni un film de Harry Potter ni el show del famosísimo Marcelo Tinelli.

Diego Armando Maradona conmociona. Millones de fans lo adoran. En ciertos sectores, él forma opinión pública. Y ello explica probablemente por qué los iraníes lo quieren a su lado. Dieguito puede ser un valioso activo en una campaña de relaciones públicas.

Originalmente publicado en Comunidades

Varios

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Por Julián Schvindlerman

  

Israel a los sesenta – 01/08

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Revista de Amigos de la Universidad de Tel Aviv en Argentina

Hay algo muy peculiar a propósito de la genialidad judía. La medición de excelencia humana más reconocida, el Premio Nobel, así lo demuestra. Durante la primera mitad del siglo XX, el 14% de los premiados en literatura, química, física y medicina/psiclogía fueron judíos. Esto, en una época de intensas persecuciones y fuertes restricciones sociales y legales para la judería mundial, y por sobre todo, en un período en el que 1/3 del pueblo judío fuese exterminado en Europa por el régimen nazi. Durante la segunda mitad del siglo último, en el marco de una atmósfera de mayor apertura, los judíos conformaron el 29% de todos los premiados por el Comité Nobel. En lo que va del nuevo milenio, los judíos han obtenido el 32% de las prestigiosas distinciones. El mérito luce extravagante a la luz de que los judíos representan el 0.2% de la población mundial. (Charles Murray, “Jewish Genius”, Commentary, April 2007).

En consecuencia, es entendible que el Estado de Israel sea la maravillosa realidad que es. Junte Ud. todo el talento judío en un espacio reducido y déles a sus habitantes la oportunidad de expresar toda su creatividad en el marco de la independencia estatal y la libre autodeterminación nacional, y encontrará un resultado espectacular. En síntesis, esta es la historia de Israel; la genialidad judía aplicada a la construcción nacional.

Cuando a finales del siglo XIX, Theodor Herzl imaginó al estado judío, concibió al mismo como un refugio físico para su pueblo, pero también como un centro de producción económica, espiritual, científica y cultural. Y vaya si éste ha sido el caso. Aún antes de constituirse el estado, la comunidad judía establecida en Palestina ya había creado los cimientos para el desarrollo nacional en tantas áreas que han hecho del Israel actual un modelo ejemplar. La Escuela Mikve Israel, fundada en 1870, marca la génesis de la investigación agrícola israelí, la que es luego potenciada con la Estación Agrícola de 1921, que eventualmente se convertiría en la Organización de Investigación Agrícola; hoy el más grande centro de investigación y desarrollo israelí en este campo. La Estación Hebrea de Salud fue creada a comienzos del siglo XX para promover la investigación médica, tal como lo fuera la fundación de los Laboratorios del Mar Muerto de la década de 1930, orientado a la investigación industrial. En 1924 fue establecido en Haifa el Instituto de Tecnología de Israel, más conocido simplemente como Technion. Al año siguiente fue inaugurada la Universidad Hebrea de Jerusalem, y en Rehovoth, en 1934 fue creado el Instituto de Ciencia Weizmann (inicialmente bajo el nombre de Instituto Sieff). Luego del nacimiento del Estado de Israel, otras cuatro universidades fueron creadas: la Universidad Bar-Ilán (1955 en Ramat Gan), la Universidad de Tel-Aviv (establecida en 1956, es hoy la más grande de las universidades israelíes), la Universidad de Haifa (1963) y la Universidad Ben-Gurión del Negev (1967 en Beer Sheva). En 1948, apenas 1600 estudiantes estaban enrolados en las universidades entones existentes. Hoy, alrededor de 125.000 alumnos conforman la red universitaria israelí, y otros 100.000 estudian en institutos terciarios.

No menos impresionante ha sido la promoción cultural, que en materia musical por ejemplo, ha tenido de la mano de Arturo Toscanini la presentación del primer concierto de la Orquesta Filarmónica Palestina (rebautizada como Orquesta Filarmónica de Israel) en la ciudad de Tel-Aviv en 1936. Desde entonces, Israel ha brindado al mundo musical figuras descollantes de la talla de Itzjak Perlman, Shlomo Mintz, Pinjas Zuckerman, y Daniel Barenboim, entre otros. Hoy Israel cuenta con numerosas orquestas sinfónicas y de cámara en Jerusalem, Haifa, Holon, Ramat Gan, Beer Sheva, Netanya y Rishon Lezion, entre otras ciudades. La Academia de Música Samuel Rubin (fundada en 1945 e integrada a la UTA en 1966) es otro ejemplo de la calidad artística que es usual hallar en Israel. En la actualidad, concursos internacionales de arpa y piano, así como un festival de jazz en Eilat, son polos de interés mundial. No son muchas las naciones que establecen museos antes de alcanzar la independencia, y ciertamente la creación del Museo de Arte de Tel-Aviv en 1932 marca un hito cultural singular. En la actualidad hay cerca de 200 museos de diverso tamaño en la Tierra de Israel. En materia turística, el crecimiento ha sido fenomenal: mientras que en 1950, 33.000 turistas visitaron Israel, para fines de los años noventa (antes de que la segunda intifada palestina dañara apreciablemente al sector), más de 2.5 millones lo habían hecho. Esto representa, tal como indica la cancillería israelí, 76 veces la cantidad de visitantes foráneos comparativamente al momento del nacimiento del estado. (En ese período, la población judía israelí creció casi 10 veces, de 600.000 a 5.5 millones aproximadamente).

Los logros económicos de Israel han sido también extraordinarios, evidenciados en el ingreso dentro de sus primeros cincuenta años de vida, al ranking de los 25 países con el más alto ingreso nacional per cápita y su pertenencia al grupo de naciones con una de las más altas tasas de crecimiento económico. Para cualquier nación ello sería una proeza digna de elogio, pero para un estado asediado desde su mismísimo nacimiento, que ha debido enfrentar un boicot económico de todo un bloque regional, que ha tenido que librar guerras y sacrificar preciosas vidas humanas de su pequeña población (solamente durante la Guerra de la Independencia de 1948, Israel perdió el 1% de su gente), y que se ha visto obligada a orientar sumas astronómicas de su presupuesto nacional al área de la defensa (equivalente al 10% durante las primeras dos décadas, al 25% a partir de 1967, y que llegó al insólito guarismo del 45% durante la Guerra de Iom Kipur en 1973), para un país que ha tenido que absorber a más de 2.5 millones de inmigrantes en seis décadas (cuatro veces el número de pobladores judíos al momento del establecimiento de la patria), para un país que después de 400 años de gobierno otomano encontró una tierra desolada y una hostilidad vecinal manifiesta; para una nación que se ha topado con semejantes desafíos, esto no es menos que un milagro.

El estado de Israel mantiene relaciones diplomáticas con unas 162 naciones sobre un total de 192 acreditadas ante la ONU, varias de ellas naciones árabes, aunque aún esta lejos de alcanzar el ideal de la paz y su existencia sigue siendo cuestionada. Internamente, la distribución de la riqueza nacional no es todo lo equitativa que debiera ser, y la gama de problemas sociales que aquejan al estado no es despreciable. Israel, por supuesto, no es una tarea completada; la construcción continúa. Empero los diversos frentes internos y externos irresueltos, el balance a sus seis décadas de vida es reconfortante.

Para una pequeña nación que comenzó su emprendimiento nacional secando pantanos en el desierto a fines del siglo XIX, y que ha ingresado al siglo XXI con satélites propios en el espacio, algún crédito debemos reconocerle. Vayan, pues, las mejores salutaciones para Israel en este nuevo aniversario.

Comunidades, Comunidades - 2008

Comunidades

Por Julián Schvindlerman

  

Maradona y Ahmadinejad – 03/01/08

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De Villa Fiorito a Teherán hay un largo camino…y Diego Armando Maradona parece decidido a transitarlo. El espectacular viaje ideológico del “Diez” incluye un abrazo al General Galtieri en la década del setenta cuando, de adolescente, ingresó al fútbol profesional; asesoramiento futbolístico a Saadi Al-Gaddafi, el tercero de siete hijos del Coronel libio Muammar Gaddafi; buenas relaciones con el Presidente Carlos Menem durante los años noventa; vínculos estrechos con el Comandante Fidel Castro, loas a Hugo Chavez, identificación con el Che Guevara; insultos a George W. Bush, ofensas a Juan Pablo II y comparaciones propias con Jesús. En este colorido viaje ideológico, apenas sorprende que el palacio presidencial de la República Islámica de Irán pueda ser un próximo destino para el talentoso y polémico ex futbolista y conductor televisivo devenido en semi-actvista político.

El incidente ocurrió en fecha cercana a la Navidad, luego de un partido de fútbol entre la Argentina y Brasil donde Maradona fue presentado al encargado de negocios de Irán en Buenos Aires, quién invitó al astro del fútbol a visitar su país. Encantado, Maradona respondió: “Ya conocí a Chávez y a Fidel. Ahora sólo me falta conocer a su presidente. Quiero conocer a Ahmadinejad”. Y agregó: “Estoy con los iraníes de todo corazón, de verdad lo digo. Lo digo porque lo siento: estoy con el pueblo de Irán”. Maradona no alcanza a comprender que su preocupación por el pueblo iraní lo debería llevar a condenar -y no a saludar- al régimen que lo somete, lo reprime y lo hostiga en una de las dictaduras más prolongadas (desde 1979) y más crueles de la contemporaneidad. Pero “El Diego” es un gran futbolista, no un gran pensador, y sus decisiones parecen surgidas más de la espontaneidad del sentimiento que de la frialdad de la razón.

Unos pocos días antes, Maradona había anunciado su intención de tatuarse la imagen de Hugo Chavez en su cuerpo, replicando las que ya tiene de Fidel Castro en una pierna y de Ernesto “Che” Guevara en un brazo. El romance con el líder bolivariano nació casi tres años atrás durante una visita a Caracas en el año 2005. Al salir de una reunión con Chávez del Palacio de Miraflores, Maradona exclamó: “A mí me gustan las mujeres, pero salí enamorado de Chávez”. Y continuó: “Me parece que Chávez le hace bien al mundo. Es un número 10…es un gigante, un monstruo”. Ese mismo año, Maradona participaría de la Cumbre de los Pueblos que el Kirchnerismo organizó extraoficialmente en Mar del Plata en repudio a Estados Unidos y su presidente, a quién Maradona había definido de “basura humana”. Antes había viajado en el Tren del ALBA junto a Hugo Chávez, Evo Morales y el cineasta Emir Kusturica, quién asimismo estaba deseoso de realizar una película sobre el ex campeón de fútbol. A mediados de este año, Maradona viajó otra vez a Venezuela, esta vez a inaugurar la Copa América, frente a un estadio que lo ovacionó.

Aparentemente, su interés por la política internacional afloró en Cuba, durante el período de internación de varios años en la isla comunista para tratar su adicción a las drogas luego de que una sobredosis de cocaína casi lo matara en el año 2000. Todo tipo de relatos sobrevolaron su estancia cubana, alimentando las noticias amarillas de un público ávido de información sobre la vida de su ídolo. Según el diario británico The Independent, en el año 2004, un periódico mexicano publicó fotografías tomadas de un video presuntamente filmado durante una fiesta en La Havana, que supuestamente mostraba a Maradona manteniendo relaciones sexuales con su novia cubana frente a sus amigos. En otra fiesta, aparentemente la de su cumpleaños, Maradona apareció disfrazado de Osama Bin-Laden, armado con una metralleta de juguete. Se le atribuye haberse lanzado a la pileta vestido, en ocasiones en las que Boca Juniors hiciera un gol y él lo viera vía conexión satelital.

Su gusto por la vida global ya se había manifestado con anterioridad. En 1999, Maradona viajó a Trípoli invitado por la Federación Libia de Fútbol, presidida por Saadi Al-Gaddafi, multimillonario hijo del presidente libio y él mismo un futbolista profesional. En Ezeiza, antes de partir rumbo a Libia, dio una conferencia de prensa en la que criticó a los Estados Unidos y elogió a Libia. Tiempo tenía de sobra: había llegado tarde al aeropuerto y había perdido el vuelo de Lufthansa que le había regalado su admirador árabe. Dos años más tarde, Maradona participaría como invitado de honor del casamiento de Al-Gaddafi. En 1985 se trenzó en un curioso episodio que involucraba al entonces Sumo Pontífice de la Iglesia Católica. Luego de una visita al Vaticano trascendió el malestar de Maradona con Juan Pablo II por un asunto relativo a los rosarios que el Papa le diera, algo que el ícono del fútbol consideró que era una “falta total de respeto”. Posteriormente, Maradona diría: “Estuve en el Vaticano y ví los techos de oro. Y después escucho al Papa diciendo que la Iglesia estaba preocupada por los pibes pobres. ¿Y? ¡Vende los techos viejo! ¡Hacé algo!”. Para entonces, conforme ha revelado el escritor británico Martin Amis, Maradona tenía ingresos anuales por u$s 7 millones del Nápoli, u$s 3 millones de la televisión italiana, y u$s 5 millones de Hitachi.

Muchos años después él lanzaría su propio programa televisivo, La Noche del 10. “Si Jesús tambaleó, entonces por qué no debería yo también” preguntó conmovido a su audiencia de millones de televidentes. Nada pudo contra el ráting de aquél programa esa noche; ni la emisión de un film de Harry Potter por parte de un canal competidor, ni la de un show del famosísimo Marcelo Tinelli, en otro. Diego Armando Maradona conmociona. Millones de fans lo adoran. En ciertos sectores, él forma opinión pública. Y ello explica probablemente porqué los iraníes lo quieran a su lado. “Dieguito” puede ser un activo valioso en una campaña de relaciones públicas.

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Maradona y ahmadinejad – 03/01/08

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De Villa Fiorito a Teherán hay un largo camino…y Diego Armando Maradona parece decidido a transitarlo. El espectacular viaje ideológico del Diez» incluye un abrazo al General Galtieri en la década del setenta cuando, de adolescente, ingresó al fútbol profesional; asesoramiento futbolístico a Saadi Al-Gaddafi, el tercero de siete hijos del Coronel libio Muammar Gaddafi; buenas relaciones con el Presidente Carlos Menem durante los años noventa; vínculos estrechos con el Comandante Fidel Castro, loas a Hugo Chavez, identificación con el Che Guevara; insultos a George W. Bush, ofensas a Juan Pablo II y comparaciones propias con Jesús. En este colorido viaje ideológico, apenas sorprende que el palacio presidencial de la República Islámica de Irán pueda ser un próximo destino para el talentoso y polémico ex futbolista y conductor televisivo devenido en semi-actvista político.

El incidente ocurrió en fecha cercana a la Navidad, luego de un partido de fútbol entre la Argentina y Brasil donde Maradona fue presentado al encargado de negocios de Irán en Buenos Aires, quién invitó al astro del fútbol a visitar su país. Encantado, Maradona respondió: «Ya conocí a Chávez y a Fidel. Ahora sólo me falta conocer a su presidente. Quiero conocer a Ahmadinejad». Y agregó: «Estoy con los iraníes de todo corazón, de verdad lo digo. Lo digo porque lo siento: estoy con el pueblo de Irán». Maradona no alcanza a comprender que su preocupación por el pueblo iraní lo debería llevar a condenar -y no a saludar- al régimen que lo somete, lo reprime y lo hostiga en una de las dictaduras más prolongadas (desde 1979) y más crueles de la contemporaneidad. Pero «El Diego» es un gran futbolista, no un gran pensador, y sus decisiones parecen surgidas más de la espontaneidad del sentimiento que de la frialdad de la razón.

Unos pocos días antes, Maradona había anunciado su intención de tatuarse la imagen de Hugo Chavez en su cuerpo, replicando las que ya tiene de Fidel Castro en una pierna y de Ernesto «Che» Guevara en un brazo. El romance con el líder bolivariano nació casi tres años atrás durante una visita a Caracas en el año 2005. Al salir de una reunión con Chávez del Palacio de Miraflores, Maradona exclamó: «A mí me gustan las mujeres, pero salí enamorado de Chávez». Y continuó: «Me parece que Chávez le hace bien al mundo. Es un número 10…es un gigante, un monstruo». Ese mismo año, Maradona participaría de la Cumbre de los Pueblos que el Kirchnerismo organizó extraoficialmente en Mar del Plata en repudio a Estados Unidos y su presidente, a quién Maradona había definido de «basura humana». Antes había viajado en el Tren del ALBA junto a Hugo Chávez, Evo Morales y el cineasta Emir Kusturica, quién asimismo estaba deseoso de realizar una película sobre el ex campeón de fútbol. A mediados de este año, Maradona viajó otra vez a Venezuela, esta vez a inaugurar la Copa América, frente a un estadio que lo ovacionó.

Aparentemente, su interés por la política internacional afloró en Cuba, durante el período de internación de varios años en la isla comunista para tratar su adicción a las drogas luego de que una sobredosis de cocaína casi lo matara en el año 2000. Todo tipo de relatos sobrevolaron su estancia cubana, alimentando las noticias amarillas de un público ávido de información sobre la vida de su ídolo. Según el diario británico The Independent, en el año 2004, un periódico mexicano publicó fotografías tomadas de un video presuntamente filmado durante una fiesta en La Havana, que supuestamente mostraba a Maradona manteniendo relaciones sexuales con su novia cubana frente a sus amigos. En otra fiesta, aparentemente la de su cumpleaños, Maradona apareció disfrazado de Osama Bin-Laden, armado con una metralleta de juguete. Se le atribuye haberse lanzado a la pileta vestido, en ocasiones en las que Boca Juniors hiciera un gol y él lo viera vía conexión satelital.

Su gusto por la vida global ya se había manifestado con anterioridad. En 1999, Maradona viajó a Trípoli invitado por la Federación Libia de Fútbol, presidida por Saadi Al-Gaddafi, multimillonario hijo del presidente libio y él mismo un futbolista profesional. En Ezeiza, antes de partir rumbo a Libia, dio una conferencia de prensa en la que criticó a los Estados Unidos y elogió a Libia. Tiempo tenía de sobra: había llegado tarde al aeropuerto y había perdido el vuelo de Lufthansa que le había regalado su admirador árabe. Dos años más tarde, Maradona participaría como invitado de honor del casamiento de Al-Gaddafi. En 1985 se trenzó en un curioso episodio que involucraba al entonces Sumo Pontífice de la Iglesia Católica. Luego de una visita al Vaticano trascendió el malestar de Maradona con Juan Pablo II por un asunto relativo a los rosarios que el Papa le diera, algo que el ícono del fútbol consideró que era una «falta total de respeto». Posteriormente, Maradona diría: «Estuve en el Vaticano y ví los techos de oro. Y después escucho al Papa diciendo que la Iglesia estaba preocupada por los pibes pobres. ¿Y? ¡Vende los techos viejo! ¡Hacé algo!». Para entonces, conforme ha revelado el escritor británico Martin Amis, Maradona tenía ingresos anuales por u$s 7 millones del Nápoli, u$s 3 millones de la televisión italiana, y u$s 5 millones de Hitachi.

Muchos años después él lanzaría su propio programa televisivo, La Noche del 10. «Si Jesús tambaleó, entonces por qué no debería yo también» preguntó conmovido a su audiencia de millones de televidentes. Nada pudo contra el ráting de aquél programa esa noche; ni la emisión de un film de Harry Potter por parte de un canal competidor, ni la de un show del famosísimo Marcelo Tinelli, en otro. Diego Armando Maradona conmociona. Millones de fans lo adoran. En ciertos sectores, él forma opinión pública. Y ello explica probablemente porqué los iraníes lo quieran a su lado. «Dieguito» puede ser un activo valioso en una campaña de relaciones públicas.