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Comunidades, Comunidades - 2018

Comunidades

Por Julián Schvindlerman

  

Cuando Ben Gurion hizo la vertical en la playa – 27/02/18

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En 1957, tres israelíes fueron a la playa de Herzlya e hicieron historia. Una historia divertida, al menos. Ellos eran el Primer Ministro David Ben Gurion, el médico Moshe Feldenkrais y el fotógrafo Paul Goldman. Guiado por el Dr. Feldenkrais, Ben Gurion, con 71 años de edad y vistiendo malla solamente, hizo una impecable vertical frente al mar mediterráneo mientras Paul Goldman captó el momento para la posteridad.

El relato detrás de este episodio es bien simple, aunque colorido. El premier Israelí tenía fuertes dolores físicos y decidió adoptar el llamado método Feldenkrais, así bautizado en honor a su inventor homónimo. Este era un ingeniero, físico e inventor, amante de las artes marciales. Nacido en Ucrania, emigrado a Palestina y doctorado en Francia, tuvo interés en el Ju Jitsu y se relacionó con el profesor Kano, creador del judo. Feldenkrais fue uno de los fundadores del Club Ju Jitsu de París» y se convirtió en uno de los primeros europeos en ganar un cinturón negro en judo. El estallido de la Segunda Guerra Mundial lo halló en Paris, ciudad de la que escapó hacia Gran Bretaña donde realizó investigaciones sobre submarinos para la Corona. A partir de una lesión de rodilla y un diagnóstico complicado para la cirugía, inició una larga exploración sobre el vínculo entre movimiento y conciencia. De regreso a Israel en los 1950s, incursionó en el estudio de la anatomía y la fisiología, el desarrollo infantil, la ciencia del movimiento, la evolución, la psicología y enfoques somáticos.

Le prometió a Ben Gurion que lo curaría de sus dolores y le aseguró que algún día podría hacer la vertical en la playa, que el premier frecuentaba para ejercitar. Ben Gurion aceptó el desafío y llegado el momento adecuado, médico y paciente fueron a la costa mediterránea para probar la hazaña y convocaron a un fotógrafo para inmortalizar la ocasión. Aquí entró en escena Paul Goldman. Oriundo de Hungría, emigró a Palestina en 1940 y se dedicó a tomar fotografías de la vida cotidiana en el Israel pre-estatal como freelancer para medios locales e internacionales. Murió en la pobreza y el virtual anonimato. En 1999, la revista Time pidió a su corresponsal en Israel, David Rubinger, que hallase esa foto conocida por muchos pero largamente desaparecida. Rubinger descubrió las fotos de Goldman guardadas en cajas de zapatos, catalogadas en húngaro, en el departamento que habitaban su esposa e hija. Con el número 4410, estaba la instantánea legendaria. Sólo entones Goldman alcanzó la fama. «A diferencia de la generación de fotoperiodistas que lo seguirían», observó el curador Liel Leibovitz, «Goldman, uno siente, era un caballero demasiado grande como para poner una lente en la cara de cualquiera. En cambio, mantiene su distancia y, como muchos de sus objetos fueron los Padres Fundadores de Israel -desde David Ben Gurion hasta Menajem Begin- esa distancia se traduce perfectamente en respeto».

En 2015, la Municipalidad de Tel-Aviv encomendó la construcción de una estatua basada en esa fotografía icónica y la instaló en un lugar de la playa telaviviense frecuentado por el fundador de Israel. Me topé con ella días atrás mientras recorría el paseo costero y, como con seguridad le ha de suceder a quienes se dan de bruces con esa escultura inesperada, no pude evitar sonreír por la auténtica jutzpa de los israelíes. Al desconocer el trasfondo de esta obra, pensé que sólo a ellos se les podría ocurrir mostrar al Padre de la Nación de esa manera. Pero, como con casi todo en este país, siempre hay una historia interesante detrás de lo aparente –y afortunadamente me fue revelada.

La ubicación de esta simpática estatua, sin embargo, podría tener un costado menos agradable. Como Lahav Harkov ha expuesto en The Jerusalem Post un par de años después de su inauguración, extrañamente ella fue ubicada a poca distancia del memorial del Altalena; aquél buque del Irgun que Ben Gurion ordenó hundir en junio de 1948. Esta milicia, comandada por Menajem Begin, traía armas francesas a Israel para la guerra por la independencia en curso. Begin había informado al gobierno oficial, liderado por Ben Gurion, del arribo de estas armas, y ambos habían pactado que el 20% de ellas quedaría en manos de la milicia, que estaba negociando su desbande e ingreso al ejército oficial Haganah, pero que las quería para la lucha por Jerusalem. Según algunos historiadores hubo un desacuerdo de última hora, según otros una vendetta política del socialista Ben Gurion contra el revisionista Begin. Lo cierto es que el líder israelí ordenó al ejército abrir fuego contra el Altalena, que cargaba alrededor de 900 combatientes del Irgun, muchos de ellos sobrevivientes del Holocausto. Yitzhak Rabin fue el militar responsable del hundimiento del buque. Para evitar una guerra civil, Begin ordenó a su tropa que no respondiese al ataque.

Entonces, ver una graciosa estatua de Ben Gurion en malla haciendo la vertical en la playa de Tel-Aviv a poca distancia del memorial que recuerda a los 16 judíos muertos bajo sus órdenes, adopta un ángulo incómodo. Con singular ironía, un exponente de la derecha israelí declaró que la obra puede ser vista como un indeseado tributo simbólico a algunas de las políticas invertidas de Ben Gurion. «No podemos quitar el gran mérito de Ben-Gurion. Solo él pudo haber declarado el establecimiento del estado, y lo hizo con coraje, con gran liderazgo» dijo Yossi Ahimeir, director-general del Centro Jabotinzky. «En el camino, hizo cosas terribles. A veces Ben-Gurion se paraba sobre dos piernas. Pero a veces, se paraba sobre su cabeza».

Así, una escultura irreverente y un monumento triste a corta distancia nos recuerdan qué tan frágil es la frontera entre lo luminoso y lo oscuro en Israel, y de cuanta historia yace latente a sus espaldas.

Comunidades, Comunidades - 2018

Comunidades

Por Julián Schvindlerman

  

Jerusalem, capital de Israel. firma: Donald Trump – 27/02/18

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A fines del año pasado, y a pocos meses del próximo 70 Aniversario del establecimiento del estado de Israel, Estados Unidos le obsequió anticipadamente un bello regalo de cumpleaños a su aliado especial: el reconocimiento de Jerusalem como su capital nacional.

Ante todo fue un acto burocrático: el Presidente Donald Trump no apeló a una excepción a una ley del Congreso, lo que activó una instrucción al ejecutivo para desplazar su embajada de Tel-Aviv hacia la capital del país. Fue también un ejercicio de soberanía: Estados Unidos decidió donde ubicar su embajada en una nación aliada. Sin embargo, significó un acontecimiento político de primera magnitud: siete décadas después de haber sido la primera nación en reconocer (a los once minutos del nacimiento del país) la existencia y la independencia del Estado de Israel, finalmente Washington declaró su reconocimiento a Jerusalem como la capital de Israel.

El presidente Trump reconoció lo obvio, que Jerusalem ha sido por siete décadas la capital política de Israel y por tres mil años la capital simbólica del pueblo judío. En sus palabras: Hace 70 años los Estados Unidos bajo el presidente Truman reconoció al estado de Israel. Desde entonces, Israel ha construido su capital en la ciudad de Jerusalem, la capital que el pueblo judío estableció en la antigüedad». Efectivamente, antes del nacimiento del islam Jerusalem ya era capital de un reinado judío, establecida como tal por el Rey David. Es en su suelo donde reside la Oficina del Primer Ministro, la Cancillería, la Corte Suprema y el Parlamento de la nación. Como recordó el columnista del New York Times Bret Stephens, allí se dirigió Richard Nixon en 1974 en ocasión de la primera visita oficial de un presidente estadounidense a Israel, y allí llevó su mensaje el líder egipcio Anwar Sadat para sellar la paz con el estado judío.

Esta determinación honró además la Jerusalem Embassy Act (ley del Congreso norteamericano) que pidió al ejecutivo en 1995 ubicar la embajada en Jerusalem. Entonces el presidente era Bill Clinton, quien no vetó la ley, pero negoció la inclusión de una cláusula que permitiera postergar su implementación, aduciendo razones de seguridad nacional. Hecha la ley, hecha la trampa. Desde entonces, Bill Clinton y sus sucesores, George W. Bush y Barack Obama, invocaron razones de seguridad para postergar su aplicación. Ellos hicieron eso convencidos de que obrar de otro modo afectaría negativamente el proceso de paz entre israelíes y palestinos, pero veinte años más tarde la paz no está más cerca. Donald Trump decidió confrontar esa actitud automática. «No podemos resolver nuestros problemas haciendo las mismas suposiciones fallidas y repitiendo las mismas estrategias fallidas del pasado», pronunció. «Todos los desafíos exigen nuevos enfoques».

Poco antes de esa decisión, el Congreso adoptó la Taylor Force Act, en honor a un joven militar estadounidense asesinado por un terrorista palestino en Israel. Según su estipulación, EE.UU. no contribuirá al presupuesto de la Autoridad Palestina en tanto esta persista en su vil política de recompensar materialmente a los familiares de los palestinos que asesinen a israelíes, como actualmente la ley palestina ordena. También ocurrió tras una seguidilla de ofensivas resoluciones de UNESCO que negaron la conexión judía con Jerusalem y se refirieron a los lugares santos del judaísmo en términos exclusivamente islámicos. Vista con el trasfondo de estos hechos, la decisión presidencial sobre Jerusalem parecería sugerir un agotamiento con la intransigencia palestina vis-a-vis el proceso de paz y con su campaña global de deslegitimación de Israel.

En su discurso, Trump también dijo que «Jerusalem no es sólo el corazón de tres grandes religiones, sino también el corazón de una de las democracias más exitosas del mundo». La mención no fue casual. Sólo bajo gobierno israelí pudo Jerusalem gozar de plena libertad de culto y acceso a los lugares santos para todas las religiones. Cuando Jerusalem estuvo bajo gobierno de una monarquía musulmana (Jordania), los judíos no podían rezar en el Muro de los Lamentos, su espacio más sacro. Es más, Jerusalem revistó poco interés para los musulmanes en aquella época. Salvo la realeza jordana, prácticamente ningún líder musulmán de importancia visitó esa ciudad santa durante los casi veinte años de gobierno jordano. Como indicó el historiador Daniel Pipes, la radio jordana difundía los sermones de los viernes no desde Al-Aqsa, sino desde una pequeña mezquita de Amán. Tareas elementales como obtener un crédito bancario, suscribirse al servicio telefónico o registrar un paquete postal requerían un viaje a Amán. Durante la guerra de 1948, los jordanos llegaron a bombardear Jerusalem, como también hizo el Hamas palestino este siglo al lanzar cohetes en su dirección.

De hecho, la Carta Nacional Palestina -documento fundacional de la Organización para la Liberación de Palestina, publicada en 1964- no nombra a Jerusalem ni una sola vez. Como tampoco la menciona el Corán. No es casualidad que aun estando en Jerusalem, los musulmanes recen mirando hacia la Meca. Durante el período otomano, Jerusalem perdió todo su brillo, como atestiguan los reportes de viajeros de la época. En 1795, el aristócrata Charles Joseph de Ligne se refirió a ella como «un agujerucho horrible». En 1850, Gustav Flaubert encontró «ruinas por todas partes», mientras que en 1865 Mark Twain observó que la ciudad santa había perdido «toda su grandeza antigua» y se había transformado en una «aldea paupérrima». Sólo cuando Jerusalem pasó a estar en manos judías renacieron los reclamos y el interés árabe e islámico por la misma.

La presentación de estos hechos históricos incontestables no busca minimizar el relieve religioso que esta ciudad pueda tener para el mundo árabe y musulmán. Simplemente ilustra acerca del uso político que actualmente se le está dando a Jerusalem por parte de voceros palestinos, árabes y musulmanes; en Ramala, en Estambul y en Teherán.

En 1955, el Shá de Irán estaba en Londres en un agasajo oficial. Winston Churchill dijo entonces, privadamente, una de las frases más justas jamás pronunciadas sobre este tema. En una conversación sobre el futuro de la ciudad santa, declaró: «Dejen Jerusalem a los judíos, fueron ellos quienes la hicieron famosa».

En 2017, Donald Trump le dio la razón.

Infobae, Infobae - 2018

Infobae

Por Julián Schvindlerman

  

Santos y pecadores en Polonia – 23/02/18

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El Parlamento polaco acaba de adoptar una ley que criminaliza el debate crítico sobre el papel de Polonia durante la Segunda Guerra Mundial. El presidente Andrzej Duda rubricó esa ley con su firma. Posteriormente, las más altas autoridades oficiales polacas incurrieron en expresiones vergonzosas al intentar defender la postura de su Gobierno.

El primer ministro Mateusz Morawiecki hizo un paralelismo entre los colaboradores polacos de los nazis y lo que él llamo «perpetradores judíos» y, acto seguido, rindió homenaje a los luchadores de la Brigada de Montaña de la Santa Cruz, un grupo clandestino polaco que cooperó con los nazis y asesinó judíos en las postrimerías de la guerra. A continuación, el ministro de Relaciones Exteriores, Jacek Czaputowicz, dijo que judíos que habían sido escondidos por polacos durante la guerra, tras ser capturados por los nazis, denunciaron a sus protectores. Luego, el viceministro de Cultura, Jaroslaw Sellin, apoyó la idea de edificar un museo del «Polocausto» para recordar a las víctimas polacas de los nazis, con el fin de contrarrestar lo que el generador de la propuesta, el escritor Marek Kochan, definió como una imposición de narrativa judía excluyente. Quién sabe qué otros pronunciamientos controvertidos podrían surgir próximamente. Con estos, igualmente, ya tenemos suficiente material para advertir que el papel de los polacos durante el Holocausto sigue siendo un tema sensible para ellos.

Es entendible que así sea. Polonia fue invadida por los alemanes, primero, y por los rusos, después. Los polacos padecieron dos ocupaciones feroces que dejaron cicatrices profundas en su identidad popular. Los nazis mataron a casi dos millones de polacos no judíos durante la guerra. Tienen razón en reclamar mayor precisión de lenguaje al hablar de los campos de exterminio alemanes en suelo polaco, a los que a veces descuidadamente se refiere como «campos de la muerte polacos». Y es absolutamente cierto que miles de polacos salvaron a judíos durante la guerra. Yad Vashem, el Museo del Holocausto de Israel, ha reconocido a 6706 «justos entre las naciones» polacos; es la nacionalidad que contiene el mayor número de rescatistas de judíos durante la Shoá.

También es cierto que Polonia tenía la más grande comunidad judía de Europa y que esta fue prácticamente diezmada: tres millones de polacos judíos fueron exterminados por los nazis. Aunque -y en esto reside el quid de la incomodidad polaca-no solo por los nazis. Así como hubo polacos que arriesgaron sus vidas para proteger judíos, hubo polacos que participaron voluntariamente en las matanzas de judíos. Muchos sobrevivientes han dado testimonio al respecto. Uno de los episodios criminales más dramáticos de la época aconteció en el pueblo de Jedwabne, en 1941, donde la población católica atacó a sus vecinos judíos con tal bestialidad que- según observó el eminente investigador polaco Jan Gross, autor del libro Neighbors- «Incluso el carnicero del pueblo no pudo mirar». Abajo presento extractos del testimonio de Szmul Wasersztein, uno de los siete sobrevivientes de los 1600 judíos que fueron asesinados por sus vecinos polacos en esa localidad rural. Su relato puede verse tanto en el sitio en línea de Yad Vashem como en el libro Neighbors. Merece ser citado en extensión:

«El lunes por la noche, el 23 de junio de 1941, los alemanes entraron en la ciudad. Ya el 25 de junio, los maleantes locales de la población polaca comenzaron disturbios antijudíos. Dos de los matones, los hermanos Wacek y Mietek Borowiuk, junto con otros, ingresaron a hogares judíos. Tocaron el acordeón y el clarinete para ahogar los gritos de las mujeres judías y sus hijos.

Vi con mis propios ojos cómo mataron a Chajca Wasersztein, de 53 años; Jakub Kac; y Eliasz Krawiecki. Kac fue apedreado con ladrillos, Krawiecki fue acuchillado, le arrancaron los ojos y le cortaron la lengua, y sufrió una agonía inhumana durante 12 horas hasta que murió. El mismo día vi algo terrible. Cuando Chaja Kubrzanska, de 28 años, y Basia Binsztein, de 26 años, ambas con bebés en brazos, vieron lo que sucedía, fueron al estanque para ahogarse a sí mismas y a sus hijos, en lugar de caer en las manos de los asesinos. Arrojaron a los niños al agua y los ahogaron con sus propias manos. Al día siguiente, el sacerdote intervino y pidió detener el pogromo. Explicó que las autoridades alemanas harían lo necesario ellos mismos. Este argumento funcionó y los disturbios se detuvieron.

A partir de ese día, la población dejó de vender alimentos a los judíos y la situación judía se deterioró. Mientras tanto corría el rumor de que los alemanes pronto ordenarían la matanza de todos los judíos. La orden fue dada por los alemanes el 10 de julio de 1941 y al día siguiente los bandidos polacos comenzaron los pogromos más crueles, usando terribles torturas, y quemaron a los judíos en un granero.

El 10 de julio de 1941, cinco hombres de la Gestapo llegaron a la ciudad y mantuvieron conversaciones con las autoridades locales. Cuando la Gestapo preguntó qué debería hacerse con los judíos, la respuesta fue unánime: todos los judíos deben ser asesinados. Cuando los alemanes sugirieron que retendrían una familia judía de cada profesión, el carpintero local, Sleszinski, respondió que tenían suficientes artesanos propios, y que todos los judíos tenían que ser asesinados. Karolek y todos los demás estuvieron de acuerdo. Decidieron reunir a todos los judíos en un solo lugar y quemarlos.

Sleszinski contribuyó con su granero, no lejos de la ciudad, para este propósito. Cuando la reunión terminó, comenzó la masacre. Los bandidos locales, armados con hachas y palos especiales con púas en su extremo y otros instrumentos de tortura, expulsaron a los judíos de sus casas a las calles. Es difícil describir todas las crueldades que estos matones perpetraron y es difícil encontrar paralelismos en nuestra historia de sufrimiento. Quemaron barbas de los ancianos, mataron bebés delante de sus madres, torturaron, golpearon, obligaron a bailar, a cantar, etc.

Finalmente organizaron un último acto: quemar. La ciudad entera estaba rodeada de guardias para que nadie pudiera escapar. Entonces ellos pusieron a los judíos en cuatro hileras. El rabino de la ciudad, de más de 90 años, y el carnicero kosher fueron ubicados a la cabeza, con una bandera en sus manos. Entonces todos fueron llevados al granero. Los matones los golpean brutalmente. En la entrada había varios bandidos que estaban tocando música y trataban de ahogar los gritos de la pobre gente. Estaban sangrando cuando los empujaron al establo, y luego los rociaron con kerosene y se prendió fuego al granero.

Luego los ladrones fueron a los hogares judíos en busca de personas enfermas y niños. Los enfermos fueron llevados al granero, ataron los pies de los niños, los colocaron en horquillas y los arrojaron a las brasas ardientes. Después del incendio quitaron los dientes de oro de los cadáveres y los profanaron en diferentes formas».

En un solo día, la judería de trescientos años de antigüedad de Jedwabne fue extinguida. En 1962, el gobierno comunista polaco puso una placa de recordación en el lugar que había ocupado el granero quemado. Esta decía: «En memoria de los judíos asesinados por los nazis». Los habitantes de Jedwabne «pasaron frente a esa placa por décadas, sabiendo que era una mentira» notó el corresponsal en Praga del New York Times. Fue removida recién a inicios del siglo XXI, tras la publicación del libro de Gross.

Hoy, un gobierno nacionalista de derecha pretende poner simbólicamente esa misma placa sobre la memoria colectiva de toda Polonia. 

Varios

Varios

Por Julián Schvindlerman

  

Un nuevo ataque golpea la capital de Afganistán – 30/01/18

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France 24 cita a Julián Schvindlerman – 30/01/18

Kabul no se recuperaba aún del atentado con una ambulancia bomba y una nueva explosión sacudió a la capital afgana: 11 personas murieron en un ataque a un cuartel militar. Casi 200 personas han muerto en 4 explosiones en poco más de una semana.

En la madrugada del lunes 29 de enero cinco hombres ingresaron a las instalaciones del Ejército afgano en el oeste de Kabul con chalecos explosivos y otro arsenal militar. Las fuerzas militares lucharon durante cinco horas para detener el ataque, que terminó con la muerte de 11 soldados.
Dos de los atacantes murieron en los enfrentamientos y uno de ellos fue capturado, pero dos lograron activar sus explosivos. El autodenominado Estado Islámico se atribuyó la autoría del atentado.

Afganistán vive una ola de violencia sin aparente final

Este ataque se registró apenas 48 horas después de que una ambulancia bomba estallara en Kabul y cobrara la vida de 103 personas en un atentado reivindicado por el grupo talibán. El 24 de enero al menos 11 personas murieron y el 20 de enero 40 más perdieron la vida en el atentado contra el Hotel Intercontinental de la capital afgana.

El grupo Estado Islámico reclama la autoría de unos ataques y el movimiento talibán otros, pero las autoridades afganas creen que sólo la red Haqqani, vinculada al grupo talibán y que presuntamente tiene su base en Pakistán, puede perpetrar acciones de esas características.

Las dos organizaciones terroristas son muy activas y violentas. Durante más de 20 años, el grupo talibán ha intentado controlar Afganistán. El analista político internacional Julián Schvindlerman explicó a France 24 que ambos grupos son responsables: «así como los criminales y las mafias se alían entre sí y con grupos terroristas que comparten una agenda común también hay este tipo de asociaciones temporales que sirven al interés específico de cada grupo».

Para Schvindlerman el objetivo de ISIS puede ser «demostrar que está vivo» tras las derrotas frente a la coalición internacional liderada por Estados Unidos en Irak y Siria, mientras que para el talibán la meta es derrocar al gobierno afgano. El analista político explicó también a France 24 porqué el gobierno afgano culpa a Pakistán: “dice que está financiando a grupos insurgentes a través de la red Haqqani (movimiento insurgente islamista)”.

Estados Unidos coincide con esta hipótesis, de acuerdo con Schvindlerman, y este sería uno de los motivos por los que recientemente la administración de Donald Trump anunció que eliminaría la entrega de ayudas al gobierno pakistaní: «desde 2002, Estados Unidos entregó 75 mil millones de dólares a Afganistán para protegerla del terrorismo y de la inestabilidad y le da toneladas de dinero a Pakistán para que combata a grupos terroristas, pero los termina financiando, ¿cuál es el sentido de continuar dándole dinero a un régimen que violenta los intereses de Estados Unidos en la región?»
Para el experto, “la suspensión de la ayuda militar a Pakistán podría hacer que sea aún más difícil para Afganistán contener futuros ataques”.

Schvindlerman: «hay un interés de Estados Unidos en Afganistán»

Estados Unidos es el principal aliado de Afganistán en la lucha contra el terrorismo, pero más de 16 años de ayuda en dólares estadounidenses y las tropas en terreno no han sido suficientes para alcanzar la estabilidad del país.

Según el experto, “hay un interés de garantizar la estabilidad y la inclinación prooccidental en Afganistán”. Agregó que se trata de “un país con problemas con el fundamentalismo islámico y de manera estratégica está ubicado en Asia, con países limítrofes que son en sí mismos peligrosos y preocupantes, entre ellos, Pakistán e Irán”.

Hoy hay 14.000 soldados estadounidenses en terreno y la Casa Blanca planea enviar mil más. El incremento de las tropas estadounidenses parece haber motivado a los grupos extremistas a cometer ataques más brutales: “puede ser parte de una estrategia de Pakistán, que quiere atacar a la población, como una especie de castigo indirecto a Estados Unidos” (por la eliminación de las ayudas). Sin embargo Schvindlerman concluyó que los atentados vienen desde antes.

The Times of Israel, The Times of Israel - 2018

The Times of Israel

Por Julián Schvindlerman

  

Pope Francis Skips Argentina Once Again – 29/01/18

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By Julian Schvindlerman
The Times of Israel – 29/1/18
 

For centuries, the Catholic Church´s popes have been Italians. In the last four decades, the Vatican has been led by three non-Italian popes: the Polish Karol Wojtyla, the German Joseph Ratzinger, and the Argentine Jorge Bergoglio. As Argentine journalist Pablo Sirvén has pointed out, Francis´s predecessors visited their native countries within the year of their enthronement. Almost five years into his pontificate, the Argentine Pope has yet to do so. This prompted disappointment in Buenos Aires.

Francis made six trips to the Americas in which he visited ten different countries. Saving the United States, all other countries were Latin American: Cuba, Mexico, Ecuador, Bolivia, Paraguay, Colombia, Brazil, Chile and Peru. He flew over Argentina´s airspace twice, but he did not land. When flying over Argentina days ago en route to neighboring Chile, as mandated by protocol, he sent a telegram to the Argentine President Mauricio Macri. Although the papal spokesman Greg Burke had anticipated that it would be an “interesting” message, Francis sent a formal telegram –in English. That was strange, especially when contrasting with the message he has sent to the previous president, Cristina Fernández de Kirchner, in Spanish, the language of his compatriots. As Italian historian Loris Zanatta observed, while for the rest of the world the focus of this pontifical trip was on Chile and Peru, for Argentines the real news was that the Argentine Pope would not go to their country.

It is no secret that Francis harbors little sympathy for the current president of Argentina. Just as he greeted coldly Chilean President-elect Sebastian Piñera whereas he shook hands warmly with former President Ricardo Lagos (the first is a Conservative, the second a Socialist), he has similarly treated the conservative Macri, in stark contrast to the populist Cristina Kirchner. While she refused to hand over the presidential staff to her successor, the Pope decided not to salute Mr. Macri on the day of his inauguration. While he urged all Argentines to “take care of Cristina”, he never expressed such a concern publicly regarding Mauricio Macri. This Pope opened the Vatican´s gates to a succession of Kirchner politicians (many of them prosecuted for corruption) but was initially reluctant to receive officials from the current government, and when he did grant them an audience he did not look particularly cheerful. The photograph that portrayed the first meeting in Rome between the Argentine pope and the Argentine president is by now legendary: Bergoglio´s hard face elicited tons of political commentary in the local media.

The Pope raised a few eyebrows with his deeds. He has not granted an audience to the catholic widow and orphaned daughters of murdered prosecutor Alberto Nisman. He simply greeted them in St. Peter’s Square when they made a stopover in Rome en route to Israel, but he did meet with the late prosecutor’s boss, Attorney General Alejandra Gils Carbó, who had opposed Nisman’s planned trip to Washington to present his denunciation of the Memorandum of Understanding between Argentina and Iran. The Pope did not go to Venezuela, but he welcomed Nicolás Maduro in Rome. He once questioned the Christian identity of President Donald Trump due to a political discrepancy, but he had no qualms about meeting with anticlerical atheist Fidel Castro in Havana (refusing at the same time to meet with the opposition movement Las Damas de Blanco). And he called Palestinian President Mahmoud Abbas “an angel of peace.” This Pope´s ideological position is crystal-clear.

Initially, Pope Francis had a gesture of generosity towards Mauricio Macri on the day of his enthronement. President Cristina Kirchner had excluded him from the official delegation that would travel to the Vatican for the ceremony. The new pontiff personally invited Mr. Macri to Rome. But the expectation of a cordial relationship between the two quickly vanished. And it was not the president´s fault.

During his stay in Chile, possibly attentive to the discontent among his compatriots in light of the non-visit to Argentina, at a Mass in Iquique Francis remarked: “I want to thank the presence of so many pilgrims from brotherly peoples, from Bolivia, Peru and -do not be jealous- especially of Argentines, who are my homeland.” Around fifteen thousand Argentinians travelled to Chile to see the Pope. It had been estimated that a million people would cross the border. Perhaps this is indicative of the disappointment that Argentinians are now experiencing concerning the first Argentine Pope in history.

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[Versión en español]

Francisco se saltea a la Argentina nuevamente

Por Julián Schvindlerman
The Times of Israel – 29/1/18

http://blogs.timesofisrael.com/pope-francis-skips-argentina-once-again/

Por siglos, los Sumos Pontífices de la Iglesia Católica fueron italianos. En las últimas cuatro décadas, el Vaticano fue liderado por tres Papas no italianos: el polaco Karol Wojtyla, el alemán Joseph Ratzinger, y el argentino Jorge Bergoglio. Como ha señalado el periodista argentino Pablo Sirvén, los pontífices predecesores de Francisco visitaron sus países natales dentro del año de su entronización; el Papa argentino al cabo de casi cinco años de pontificado no lo ha hecho todavía. Esto ha provocado desconcierto en Buenos Aires.

Francisco realizó seis viajes al continente americano en los que visitó diez países diferentes. Salvo los Estados Unidos, todos los demás fueron latinoamericanos: Cuba, México, Ecuador, Bolivia, Paraguay, Colombia, Brasil, Chile y Perú. Dos veces sobrevoló la Argentina, pero no aterrizó. Al surcar el cielo argentino días atrás en ruta al limítrofe Chile, como manda el protocolo, envió un telegrama al presidente argentino Mauricio Macri. Aunque el vocero papal Greg Burke había anticipado que sería un mensaje “interesante”, Francisco envió un telegrama formal —y en inglés. Eso fue raro, especialmente al contrastar con el mensaje enviado a la previa presidente Cristina Fernández de Kirchner, en español, el idioma de sus compatriotas. Tal como observó el historiador italiano Loris Zanatta, mientras que para el resto del mundo el foco del viaje pontificio estaba puesto en Chile y en Perú, para los argentinos la verdadera noticia era que el Papa argentino no iría a su país.

Francisco no ha ocultado su escasa simpatía por el actual presidente de los argentinos. Así como ha saludado fríamente al presidente electo de Chile Sebastian Piñera y cálidamente al ex presidente Ricardo Lagos (el primero conservador, el segundo socialista), análogamente ha tratado al conservador Macri en oposición a la populista Cristina Kirchner. Mientras que ella se negó a traspasar el bastón presidencial a su sucesor, el Papa decidió no saludar a Macri el día de su asunción. Por el contrario, pidió a todos los argentinos que “cuiden a Cristina”, preocupación que nunca mostró en público por Macri. Este Papa estuvo dispuesto a recibir en audiencia a una sucesión de políticos kirchneristas (muchos de ellos procesados por causas de corrupción) pero ha sido reticente al principio a recibir a referentes del actual gobierno, y cuando lo hizo no se mostró particularmente alegre. Es legendaria ya la fotografía que retrató el primer encuentro en Roma entre el Papa argentino y el presidente argentino: la cara larga de Bergoglio concitó toneladas de comentarios y análisis político en la prensa nacional.

Muchas de sus acciones causaron sorpresa. Francisco no ha concedido una audiencia a la viuda católica e hijas del asesinado fiscal Alberto Nisman, limitándose a saludarlas en la plaza de San Pedro cuando ellas hicieron una escala en Roma en ruta a Israel, pero se ha reunido con quien fuera la jefa del fiscal, la Procuradora General de la Nación Alejandra Gils Carbó, quien se opuso a que Nisman viajase a Washington a exponer sobre su denuncia del acuerdo de la Argentina K con Irán. No fue a Venezuela, pero recibió a Nicolás Maduro en Roma. Puso en duda la identidad cristiana del presidente Donald Trump por una discrepancia política, pero no tuvo reparos en reunirse con el ateo anticlerical Fidel Castro en La Havana (negándose a la vez a entrevistarse con las opositoras Damas de Blanco). Y caracterizo al presidente palestino Mahmoud Abbas como un “ángel de la paz”. Sus posiciones ideológicas son claras.

El Papa Francisco tuvo un gesto de generosidad inicial con Mauricio Macri el día de su entronización. La presidenta Cristina Kirchner lo había excluido de la comitiva oficial que viajaría al Vaticano para la ceremonia. El flamante pontífice lo invitó personalmente. La esperanza de una relación cordial entre ambos rápidamente se esfumó, sin embargo. Y no por culpa del presidente.

Durante su estadía en Chile, posiblemente atento al descontento de sus compatriotas por su no-visita a su patria, durante una misa en Iquique Francisco remarcó: “Quiero agradecer la presencia de tantos peregrinos de los pueblos hermanos, de Bolivia, Peru y -no se pongan celosos- especialmente de los argentinos, que son mi patria”. Hubo alrededor de quince mil argentinos en las cuatro actividades masivas del Papa en Chile. Se había estimado que un millón cruzaría la frontera. Quizás ello sea un indicio de la desilusión que el primer Papa argentino en la historia ha causado entre los suyos.

Clarín

Clarín

Por Julián Schvindlerman

  

La recordación del holocausto, frente a los discursos del odio – 26/01/18

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Este mes marcaremos el Día Internacional de Conmemoración Anual en Memoria de las Víctimas del Holocausto, instituido por las Naciones Unidas cada 27 de enero. Aunque la fecha pueda perderse en el abultado calendario de las conmemoraciones mundiales, su pertinencia no debe pasarse por alto. A la vez que nos convoca a honrar la memoria de las víctimas de este atroz genocidio del siglo pasado, nos llama a unirnos en contra de quienes aún en la actualidad lo repudian.

La negación del Holocausto cobra tres manifestaciones posibles. La negación en sí, la minimización y la banalización. Ejemplo de la primera es no reconocer la existencia del exterminio de los judíos durante la Segunda Guerra Mundial; de la segunda es admitir que el genocidio existió pero postular que no fueron asesinados seis millones de judíos; la tercera consiste en descontextualizar los hechos y darles una aplicación universal arbitraria. Su común denominador es la judeofobia.

Los cuestionadores del Holocausto usualmente se auto-definen como “revisionistas” y pretenden cubrir con una pátina de academicismo lo que en realidad es un prejuicio de odio al judío. Al presentarse como investigadores imparciales que aspiran a la noble gesta de debatir la historia, buscan confundir a su audiencia, engañándola en la creencia de que la negación del Holocausto es un legítimo tema de debate. En rigor, no lo es. Pues no están en un mismo plano los hechos fácticos, las opiniones y las mentiras. Supongamos que un hombre blanco negase la existencia de la esclavitud de los negros en los Estados Unidos en épocas pasadas. Y que alegase que él meramente pretende “debatir” los hechos y e invocase su derecho a la libertad de expresión para difundir sus afirmaciones históricamente infundadas. Instintivamente identificaríamos a tal sujeto como un predicador del odio racial, como un propagador de negrofobia. Pues una cosa es debatir honestamente la historia y otra muy distinta es negar un acontecimiento histórico comprobado. Uno puede discutir la historia norteamericana, pero no puede legítimamente cuestionar la existencia de Abraham Lincoln o de Solomon Northup.

Que el acto de la negación (en sí o en sus variantes) es irracional por antonomasia puede verse de manera elemental, tal como la historiadora de la Universidad Emory, Deborah Lisptadt, ha observado. Pues para que los negadores estén en lo cierto, los sobrevivientes, los testigos y los perpetradores deben estar equivocados. Durante los Juicios de Nüremberg, los fiscales presentaron tres mil toneladas de evidencia de la ocurrencia del genocidio de los judíos (y de no judíos) durante la guerra. Ningún criminal de guerra nazi juzgado negó alguna vez la comisión del exterminio. Célebremente, Adolf Eichamnn se presentó como un burócrata de la obediencia debida durante su famoso juicio en Jerusalén en los años sesenta. Burócrata y obediente, quizás. Negador, no.

La libertad de expresión choca a las puertas del discurso del odio. Las democracias están llamadas a promover lo primero y a contener -y eventualmente erradicar- lo segundo. La negación del Holocausto es ejemplo cristalino de una prédica odiosa. Como tal, no debe ser debatida, sino combatida.

Julián Schvindlerman es escritor y analista político. Licenciado en Administración (UBA) y Magister en Ciencias Sociales (Universidad Hebrea de Jerusalén).

Varios

Varios

Por Julián Schvindlerman

  

El desalojo de Radio Jai: Un gran error moral – 21/01/18

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Artículo en Radio Jai

Mi primera entrevista en piso en la geografía radial argentina la tuve en Radio Jai, en el programa de Martha Wolff, en ocasión de la publicación de mi primer libro Tierras por Paz, Tierras por Guerra, en el 2002. Durante mis estadías de varios años en Israel, Suiza y Estados Unidos colaboré con la radio. Desde mi retorno al país he sido invitado a ser columnista semanal para temas internacionales. Radio Jai me envió a Polonia a cubrir la visita del Papa Francisco a los campos de exterminio, en 2016. Tengo amistad con su director y cálidos lazos con otros miembros del staff. El desalojo del mes pasado me conmocionó, como a todos aquellos que nos sentimos parte de la Familia Jai.

No estoy familiarizado con la historia jurídica que derivó en el desalojo de Radio Jai de las instalaciones en la calle Valentín Gómez. No puedo comentar con responsabilidad sobre las razones o sin razones legales del caso. De lo que sí puedo hablar es de la dimensión moral de todo este triste asunto.

En sus casi 125 años de historia, la AMIA nunca pensó en crear una radio judía. Ninguno de sus dirigentes -ni de ninguna otra institución de la comunidad organizada- imaginó jamás dar a la comunidad judía de la Argentina una plataforma de comunicación eficaz, pluralista y viable; un espacio de encuentro y de intercambio de ideas para todos los judíos del país, y, gracias a internet, de toda la región. Aun contando con los recursos para patrocinar un proyecto así, no lo hicieron. No lo pensaron, no lo gestaron, no lo implementaron. Dejados a sus anchas, es posible que ni en los próximos 125 años lo hubieran hecho. Fue un extranjero, hermano latinoamericano, externo a las estructuras comunitarias, quien ideó esta propuesta innovadora y original y la puso en marcha.

Radio Jai cumple un rol crucial en educar a toda la sociedad argentina a propósito de la verdad de los hechos en Israel y el Medio Oriente, una verdad tan regularmente, tan escandalosamente pisoteada por medios de comunicación influyentes en nuestro país y en el continente. Es un medio profesional, empujado a pulmón por unos pocos, no siempre contando con el respaldo merecido. Si bien es un emprendimiento privado, brinda un servicio público. Promueve, indudablemente, una actividad de interés comunitario. Su desalojo puede haber tenido sustento legal, pero ha significado un gran error moral.

The Times of Israel, The Times of Israel - 2018

The Times of Israel

Por Julián Schvindlerman

  

Hector Timerman’s Lament – 04/01/18

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By Julian Schvindlerman
The Times of Israel – 4/1/18

Former Argentine Minister of Foreign Affairs (2010-2015) Hector Timerman is now under house arrest. He is not in prison only because he is terminally ill and he was granted the privilege. He was accused of betraying his country by secretly negotiating a Memorandum of Understanding with the Islamic Republic of Iran together with other officials of Cristina Fernández de Kirchner´s government. Prosecutor Alberto Nisman denounced that the ultimate goal of that pact was to exculpate the perpetrators of the 1994 AMIA attack. Shortly before presenting his evidence to the National Congress, he was found dead with a shot in the temple. The Argentine Justice has just determined that he was murdered.

Mr. Timerman has responded to the charge of treason to the nation through his lawyers. He also reacted publicly, through letters, articles and interviews in which he sought to present himself as a victim — of the national political powers as well as of the local Jewish community.

In one of his most “dramatic” acts -a performance of feigned indignation, in fact- Timerman resigned as a member of AMIA, taking advantage of the indecision of the local Jewish authorities as to whether to expel him from the institution, or not. He was, after all, the acting Minister of Foreign Affairs of the country, and the community leadership feared for the repercussions of such a decision. In a letter sent to AMIA and DAIA (the political representation of the Jewish community) in April 2015, Timerman compared himself to Theodor Herzl:

“I have noticed with displeasure that the referents of AMIA and DAIA have fallen back into the vulgar accusation that every Jew who criticizes their actions, and they are not few, be branded with the worn-out argument of being ‘shameful Jews’. They should remember that the first Jew to be accused in such a way was Theodore Herzl, founding father of modern Zionism. It happened in 1898 when Karl Strauss accused him of hating the Jews so much that he wanted to eradicate them all from Europe. Since then, this accusation is valid only for those who believe they can measure the Jewishness of others.”

After his house arrest in December 2017, Timerman gave an interview to the leftist, pro-Kirchnerismo newspaper Página12 in which he once again underlined his Jewishness by presenting himself as a victim of historical prejudices. “It hits me twice because I am a Jew. Jews are often accused of double loyalty, as if we were second-class Argentines. It makes me go back to my childhood, when they pressured us asking us if we were loyal to Argentina or Israel. It is an infamy.”

Recently, Timerman reiterated his anguished protest in the opinion page of The New York Times in an article in which he defined himself as a “political prisoner” and a “target of the anger of the Jewish community.” He also claimed that the pact with Iran aroused “vindictive anger” against him. He accused the judge who ordered his house arrest to deny him medical attention in time, which “is like condemning me to death.” “Argentina´s Constitution does not permit the death penalty,” he said with a heavy-heart, “but with a judge like this, that is little guarantee.”

Needless to say, all of these protestations are exaggerated falsehoods. The authorities of AMIA and DAIA do not question the Jewish identity of their Jewish critics, nor has Judge Claudio Bonadio denied him timely medical attention. What is killing Mr. Timerman is a cancer, not a judge. His double-loyalty complaint for being Jewish is especially curious, given that he was more loyal to Tehran than to Argentina or Israel in signing the controversial Memorandum with legendary Shoa-denier Mahmoud Ahmadinejad´s Iran on January 27 –International Remembrance Holocaust Day, incidentally. What he calls “vindictive anger” is nothing more than legal retribution for his crimes against his own country, and of course he is not a political prisoner detained because of his ideas. In what can be seen as an act of personal despair, he resorted to the memory of his late father Jacobo, who was indeed a politically-persecuted man during the time of the dictatorship, 1976-1983. “Sadly, it is not the first time that my family has been a victim of political persecution,” he wrote in The Times, “my father, the journalist Jacobo Timerman, was also a political prisoner.”

The former minister has something in common with his late father, although not exactly for being a political prisoner. After being rescued by Israel from the torture chambers of the Argentine Military Junta, Jacobo, now free to express his ideas, became a harsh critic of Israel’s policies; that is, a censor of the very nation that saved him from an almost certain death. Many considered that by acting that way, he morally betrayed the Jewish State. Approximately four decades later, by signing a pact with the main existential enemy of Israel and with the regime that murdered Argentines on its soil, his son went further still. Hector Timerman not only betrayed Argentina. He also betrayed that religious identity that he now so fondly invokes in self-defense.

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[Versión en español]

El lamento de Hector Timerman

Por Julián Schvindlerman
The Times of Israel – 4/1/18

http://blogs.timesofisrael.com/hector-timermans-lament/

Quien fuera canciller argentino entre 2010-2015, Héctor Timerman, se encuentra bajo arresto domiciliario. No está en prisión sólo porque está terminalmente enfermo y se le concedió ese privilegio. Fue acusado de traicionar a su patria al negociar secretamente junto a otros funcionarios del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner un memorando de entendimiento con la República Islámica de Irán. El fiscal Alberto Nisman denunció que el fin último de ese pacto era exculpar a los perpetradores del atentado contra la AMIA de 1994. Días antes de presentar la evidencia que sustentaba su denuncia ante el Congreso de la Nación, fue hallado muerto de un tiro en la sien. La justicia argentina acaba de determinar que fue asesinado.

El señor Timerman ha respondido al cargo de traición a la patria a través de sus abogados. También lo hizo públicamente, por medio de cartas, artículos y entrevistas en los que ha buscado presentarse como una víctima, tanto del poder político nacional como de la comunidad judía local.

En el que fue uno de sus actos más “dramáticos” -una puesta en escena de indignación fingida, en realidad- Timerman renunció como miembro de la AMIA, adelantándose a una dirigencia judía que permanecía indecisa acerca de si expulsarlo o no de la institución. Él era, después de todo, el canciller en funciones de la república, y la dirigencia comunitaria temía por las repercusiones de semejante decisión. En una carta enviada a las autoridades de la AMIA y DAIA (la representación política de la comunidad judía) en abril de 2015, Timerman se comparó con Theodor Herzl:

“He notado con desagrado que los referentes de la AMIA y la DAIA han vuelto a caer en la vulgar acusación de que todo judío que critica su accionar, y no son pocos, sean tildados con el gastado argumento de ser ´judíos vergonzantes´. Deberían recordar que el primer judío en ser acusado de tal forma fue Teodoro Herzl, padre fundador del sionismo moderno. Ocurrió en 1898 cuando fue denunciado por Karl Strauss de odiar tanto a los judíos que quería erradicarlos de Europa. Desde entonces dicha acusación tiene validez sólo para quienes creen poder medir la judeidad de los demás”.

Tras su detención domiciliaria en diciembre de 2017, Timerman dio una entrevista al diario izquierdista Página12 (vocero extraoficial del Kirchnerismo) en la que una vez más subrayó su condición de judío al presentarse como una víctima de históricos prejuicios. “A mí me golpea doblemente por ser judío. A los judíos nos acusan de doble lealtad, ubicándonos como si fuéramos argentinos de segunda categoría. Me hace volver a la infancia, cuando nos apretaban preguntándonos si éramos leales a la Argentina o a Israel. Es una infamia”.

Recientemente, Timerman reiteró su protesta angustiante en la página de opinión del New York Times en una nota en la que se auto-definió como un “preso político” y “blanco de la furia de la comunidad judía”. También afirmó que el pacto con Irán concitó una “ira vengativa” en su contra. Acusó al juez que decretó su arresto domiciliario de negarle atención médica a tiempo, lo cual “es como condenarme a la muerte”. “La Constitución argentina no contempla la pena de muerte”, señaló con pesadumbre, “pero con un juez como éste, no tengo garantía de ello”.

Desde ya que todas estas protestas del ex canciller son falsedades exageradas. Las autoridades de AMIA y DAIA no cuestionan la identidad judía de sus críticos judíos, ni el juez Claudio Bonadio le ha negado atención médica oportuna. Lo que está matando al señor Timerman es un cáncer, no un juez. Su queja de la doble lealtad por ser judío es especialmente curiosa, dado que se mostró más leal a Teherán que a la Argentina o a Israel al firmar el controvertido memorando con el Irán del legendario negacionista Mahmoud Ahmadinejad un 27 de enero, Día de Recordación Internacional del Holocausto, además. Lo que él llama “ira vengativa” no es más que retribución jurídica por sus delitos contra su propio país, y de por cierto que él no es un preso político detenido por sus ideas. En lo que puede ser visto como un acto de desesperación personal, recurrió a la memoria de su extinto padre Jacobo, quien efectivamente fue un perseguido político durante la época de la dictadura, 1976-1983. “Tristemente, no es la primera vez que mi familia es víctima de una persecución política”, escribió en el Times, “mi padre, el periodista Jacobo Timerman, también fue prisionero político”.

El ex canciller tiene algo en común con el pasado de su padre, aunque no precisamente por la condición de preso político. Tras ser rescatado por Israel de las cámaras de tortura de la junta militar argentina, Jacobo, ahora libre para expresar sus ideas, fue un duro crítico de las políticas del país que lo salvó de una muerte casi segura. Muchos consideraron que al obrar así, él traicionó moralmente a Israel. Aproximadamente cuatro décadas después, al pactar con el máximo enemigo existencial de Israel y con el régimen que asesinó a argentinos en su suelo, su hijo fue más lejos todavía. Héctor Timerman no solamente traicionó a la Argentina. También traicionó a esa identidad religiosa que ahora tanto invoca en defensa propia.