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obama y la palabra prohibida – 22/06/2016

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¿Por qué no puede el Presidente de los Estados Unidos admitir que el terrorismo islámico es islámico? ¿Por qué usó el atentado en San Bernardino para sermonear sobre la islamofobia y el de Orlando para condenar la homofobia, pero ninguno para denunciar por su nombre al islamismo? ¿Y por qué se niega Barack Obama a pronunciar La Palabra Prohibida -fundamentalismo islámico- toda vez que un musulmán asesina a civiles invocando las virtudes de la yihad?

Obama tiene a La Palabra Prohibida atragantada en su ideología. Él es tan preso de la corrección política que es incapaz de definir con claridad qué enemigo enfrenta su nación. Omar Mir Saddiqi Mateen, un estadounidense-musulmán de ascendencia afgana, masacró a casi medio centenar de homosexuales en una discoteca en suelo americano. Telefoneó a la policía para declarar su adhesión al Estado Islámico. Posteó en su Facebook: Ahora saboreen la venganza de Estado Islámico» y «Quizás Alá me acepte». Fue el peor ataque islamista dentro de los Estados Unidos desde el 9/11 y ocurrió en un contexto donde el ISIS está arrojando a homosexuales desde azoteas y apenas un mes después de que el responsable del grupo para ataques internacionales, Abu Mohammed al-Adnani, pidiera a sus seguidores que matasen infieles en los Estados Unidos durante el Ramadán. Pero el Presidente Obama cree que la sociedad debe debatir ahora acerca del control de armas o el odio a los gays o la estigmatización de los musulmanes (todos temas importantes sin duda alguna) antes que sobre del islam político (que es el asunto troncal aquí).

Universalmente cuestionado por su reticencia anormal a pronunciar La Palabra Prohibida, Obama respondió con indignación: «¿Qué lograría exactamente al utilizar esa etiqueta? ¿Qué cambiaría exactamente? ¿Llevaría a EI a matar a menos norteamericanos?… No hay magia en la frase ´islam radical´. Es un mensaje político. No es una estrategia». Bueno, aunque Obama no lo comprenda, las palabras importan. El pueblo americano tiene derecho a saber precisamente quién lo está atacando y lo menos que se puede pedir al líder de la nación -y del mundo libre- es que se exprese con claridad al respecto. ¿Tuvo algún inconveniente Dwight Eisenhower en llamar nazis a los nazis? ¿Evidenció algún prurito Ronald Reagan en denominar comunistas a los comunistas? La falta de rigor conceptual de este presidente no es un asunto semántico. Es un asunto de filosofía política de primer orden. Y tiene consecuencias reales en nuestro mundo.

Obama es un negador, o bien un minimizador, de la amenaza yihadista. Cuando el ISIS comenzó a publicitar las decapitaciones de enemigos capturados, la asesora principal de la Casa Blanca Valerie Jarret le trasladó al Presidente el impacto que eso podría estar teniendo en la sociedad americana. «No vendrán aquí a cortar nuestras cabezas» le respondió distendidamente Obama. En su ya icónico ensayo en The Atlantic, Jeffrey Goldberg relató que Obama «con frecuencia recuerda a su personal que el terrorismo toma muchas menos vidas en EE.UU. que la portación de armas, los accidentes automovilísticos y los tropiezos en las bañeras». Observadores memoriosos han recordado que un día antes de que el ISIS matara a 130 personas en Paris, Obama se jactó de que este grupo «está contenido»; que un día antes de que una pareja de musulmanes acribillara a tiros a estadounidenses en la localidad californiana de San Bernardino, Obama declaró ante un periodista que «el pueblo americano debería tener la confianza de que, ya sabes, vamos a ser capaces de defendernos y asegurarnos de que, ya sabes, tendremos unas buenas vacaciones y seguiremos con nuestras vidas»; y que poco antes de que los hombres de Abu Bakr al-Baghdadi se apoderasen de vastas extensiones en Irak y Siria, Obama dijo que frenarlos no era «algo en lo que hay que meterse» porque ellos no representan «una amenaza directa para nosotros». Dígale eso a las 49 víctimas de Orlando, Sr. Presiente.

La reticencia de Barack Obama en señalar al enemigo islamista y de actuar de manera decidida en su contra -después de todo, ¿Para qué combatirlo si más gente muere en las bañeras? ¿Para qué nombrarlo si no es más que una etiqueta?- ha tenido su impacto en la realidad. Un reciente documental emitido en PBS atribuye en buena medida a la inacción del presidente la asombrosa expansión del ISIS, que bajo su mirada creció hasta contar 40 grupos afiliados en 16 países. Un estudio de la Rand Corporation revela que entre 2010 y 2013 el número de yihadistas en el orbe se duplicó y que el número de grupos yihadistas trepó un 58%. Una investigación de la Universidad Estatal de Indiana detectó 38 casos de «lobos solitarios» (no exclusivamente islamistas) en EE.UU. entre 1940 y 2001, otros doce durante la presidencia de George W. Bush y más de cincuenta desde que Obama llegó a la Casa Blanca.

Pero a no inquietarse, que, tal como el Presidente de los Estados Unidos ha postulado en el 2013, «Esta guerra, como todas las guerras, debe terminar. Eso es lo que la historia recomienda. Eso es lo que nuestra democracia demanda». Sólo falta que ISIS tome nota.

Página Siete (Bolivia)

Página Siete (Bolivia)

Por Julián Schvindlerman

  

Luis Almagro, el héroe improbable – 12/06/16

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Mientras Venezuela cae cada vez más hondo en su abismo político, económico y humanitario, Latinoamérica mira para otro lado. Los aliados naturales del chavismo de la última década -Bolivia, Nicaragua, Ecuador, Cuba, Brasil y la Argentina, entre otros- por años no movieron un dedo ante los excesos totalitarios de Chávez y Maduro. Con la reciente salida del poder del kirchnerismo en la Argentina y del petismo en Brasil, más el traspaso político de Mujica a Vázquez en Uruguay, el panorama empezó a cambiar y un nuevo clima de mayor reclamo quedó instalado. Quien lideró el sendero fue el conservador Mauricio Macri, quien ni bien asumió hizo declaraciones críticas del comportamiento chavista y anunció la posible necesidad de revisar la adhesión de Caracas a la OEA.

La semana pasada, el actual secretario general de la OEA, Luis Almagro, sorprendió a las naciones latinoamericanas al invocar la Carta Democrática Interamericana, un tratado de 2001 que ata a los miembros del organismo hemisférico a las normas democráticas y considera la acción colectiva cuando éstas sean violadas. En un documento de 132 páginas, Almagro documentó los múltiples atropellos del gobierno de Maduro y mostró la magnitud de la crisis humanitaria causada por falta de alimentos, medicinas y energía. Almagro pidió sin vueltas por la liberación inmediata de los presos políticos y demandó que el referéndum revocatorio -buscado legalmente por la oposición y obstruido por el Gobierno- se lleve a cabo este año.

Aunque Almagro trató de sacar a los países latinoamericanos de su habitual timidez política, éstos en su mayoría buscaron una salida más protocolar, lo que significa ninguna salida en términos reales. Con el inesperado liderazgo de la Argentina, propusieron el canal del diálogo entre el régimen y la oposición, como si tal cosa fuese posible en las actuales circunstancias y la situación no hubiese ya cruzado el umbral de lo urgente.

Buenos Aires anhela que su canciller Susana Malcorra sea ungida secretaria general de las Naciones Unidas, y ella se encuentra en plena campaña electoral. Sus eventuales votantes serán los Estados-miembro del foro, con especial relevancia aquellos que tienen asiento en el Consejo de Seguridad, donde de manera no-permanente hoy está Venezuela. La castigada oposición venezolana reaccionó indignada, acusando al presidente Macri poco menos que de traidor oportunista. Este crudo pragmatismo político exhibido por Buenos Aires tuvo un costo en la imagen internacional y local del gobierno macrista, de ahí que sus voceros buscaron poner paños fríos al asunto posteriormente al asegurar que la Casa Rosada no es una aliada del gobierno de Nicolás Maduro. Pero ningún maquillaje alterará el hecho diplomático fundamental de que con la dirección argentina, América Latina abandonó a su suerte a los venezolanos, por ahora al menos.

En un duro editorial, el Washington Post cuestionó a la Argentina y a sus hermanos latinoamericanos, así como al propio Gobierno norteamericano: «Al menos Buenos Aires tiene una excusa. La administración Obama inexplicablemente también se unió al coro vacío del ‘diálogo’. El secretario de Estado John F. Kerry se hizo el tiempo de su búsqueda infructuosa en las negociaciones en Siria la semana anterior para colocar una llamada de apoyo al ex primer ministro español José Luis Rodríguez Zapatero, quien dirige al trío de hombres de Estado de izquierda que han intentado mediar en las conversaciones de Venezuela. No han logrado nada, por la misma razón que el señor Kerry ha fallado en Siria: carecen de influencia sobre un régimen criminal e inflexible”.

Almagro resultó ser el héroe improbable de esta saga. Habiendo sido canciller de un gobierno de izquierda en Uruguay, su ingreso a la OEA tras el mandato deslucido de su antecesor en el cargo, el irrelevante señor Insulza, no prometía demasiado. Sin embargo, al cabo de poco tiempo en funciones, Almagro hizo lo que los dirigentes de la región hace tiempo debieron haber hecho: llamar a las cosas por su nombre y reclamar un comportamiento democrático al cada vez más tiránico gobierno de Venezuela. Pero América Latina y los Estados Unidos de Barack Obama prefirieron dejar pasar la oportunidad. En su lugar, izaron la bandera del diálogo fútil, ese instrumento diplomático tan conveniente cuando escasean las agallas para actuar.

Comunidades, Comunidades - 2016

Comunidades

Por Julián Schvindlerman

  

El partido demócrata se aleja de Israel – 08/06/16

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El reconocimiento extendido al Estado de Israel por el presidente Demócrata Harry Truman apenas once minutos después de que David Ben-Gurion proclamara la Declaración de la Independencia en 1948, es historia antigua. El recorrido ideológico de los Demócratas ha cambiado significativamente desde entonces. Una encuesta de Frank Luntz publicada por The Times of Israel en julio de 2015 dejó ello en alarmante evidencia.

Ante la pregunta sobre la influencia israelí en la política exterior norteamericana, el 76% de los Demócratas (versus 20% de los Republicanos) opinó que Israel tiene demasiada influencia». Acerca de si Israel quiere la paz con los palestinos, menos de la mitad de los Demócratas -el 48%- cree que sí (versus 88% de los Republicanos). Al ser consultados a propósito de si Estados Unidos debiera apoyar a Israel o a los palestinos, el 51% de los Demócratas sostuvo que sí (versus 90% de los Republicanos). El 46% de los Demócratas se manifestó «pro-Israel» (versus 88% de los Republicanos) mientras que apenas el 4% de estos últimos se declaró «pro-palestino» en oposición al 27% de los Demócratas. ¿Es Israel un país racista? El 47% de los Demócratas opinó que sí, en contraste con el 13% de los Republicanos. ¿Son los asentamientos un impedimento a la paz? El 75% de los Demócratas así lo ve, contra un 25% de los Republicanos. Cuando se les preguntó si votarían a un candidato local que respaldase a Israel y su derecho a la autodefensa, sólo el 18% de los Demócratas dijo que sí (versus 76% de los Republicanos). Consultados si votarían a un candidato local crítico de la ocupación israelí, el 6% de los Republicanos y el 45% de los Demócratas respondió afirmativamente.

De los dos candidatos a la nominación presidencial, Hillary Clinton es la más moderada en este campo, y uno todavía recuerda de qué manera el Departamento de Estado cuestionó a Israel durante su gestión. Notoriamente, en el 2010 sermoneó durante 45 minutos por teléfono a Netanyahu por autorizar la construcción de asentamientos. No tan épico quizás como el gesto anti-diplomático de una antecesora suya, la también Demócrata Madeleine Allbrigth, quien tropezando en sus tacones altos y gritando a los guardias «¡Cierren las puertas! ¡Cierren las puertas!», persiguió a Yasser Arafat, que, muy ofendido, estaba por abandonar la residencia del embajador estadounidense en Paris en medio de negociaciones de paz con Ehud Barak, en el 2000. El judío Bernie Sanders acusó a Israel de haber matado a «diez mil inocentes» (!) durante la última guerra con Hamas y declaró que «en la medida en que [los israelíes] quieran tener una relación positiva con nosotros, creo que tendrán que mejorar su relación con los palestinos».Pero ya lo sabemos: cuando las cosas pueden empeorar, lo harán. Y así, el mes pasado fueron elegidos los quince nuevos miembros del comité del Partido Demócrata responsable de remodelar su plataforma política y algunos de los seleccionados no lucen precisamente súper-sionistas.

De ellos, Clinton nombró a seis, Sanders a cinco, y la titular del Comité Nacional, Debbie Wasserman Schultz, a cuatro. Tres de los elegidos son decididamente hostiles a Israel, otros son críticos de Israel y algunos son favorables a Israel. Entre estos últimos están los congresistas Elijah Cummings y Howard Berman así como la filántropa Bonnie Schaefer. Entre los críticos se cuenta a la congresista Barbara Lee, quien condenó a Israel por su respuesta militar al movimiento terrorista Hamas durante la confrontación de 2008, y a Neera Tanden, titular del (progre) Center for American Progress, quien es una crítica feroz del gobierno Likud. El lobby judío de ultra-izquierda J-Street respaldó a los cinco Representantes que se asientan en este comité. Las gemas están en cabeza de Keith Ellison, el primer congresista musulmán y duro censor del estado judío; James Zogby, presidente del Arab-American Institute, quien ha pujado por distanciar al Partido de Israel; y el profesor Cornel West, quien en el 2014 acusó a Israel de cometer crímenes contra la humanidad. A la vez, Zogby y West han apoyado al movimiento BDS (Boicots, Desinversiones, Sanciones) contra Israel. También ingresó al comité Wendy Sherman, la principal negociadora de Barack Obama en torno al pacto nuclear con Irán.

«Sería errado prejuzgar lo que producirán» advertía Jonathan Tobin en la revista Commentary, «pero basta decir que con semejante grupo nadie debiera esperar que su trabajo diga algo acerca de que Jerusalem es la capital de Israel o note que Israel ya ha tomado riesgos por la paz que han sido reiteradamente rechazados». Tristemente, luce factible que la nueva plataforma del Partido buscará un balance entre israelíes y palestinos, adjudicando iguales porciones de responsabilidad por la ausencia de la paz a israelíes y palestinos en Cisjordania, y creará falsas equivalencias morales en circunstancias de guerra entre un aliado democrático y su enemigo islamista en Gaza. Eso será lo más «ecuánime» que con realismo se podrá esperar de un comité así integrado. Los editores del Wall Street Journal lamentaron el alejamiento Demócrata de Jerusalem con estas palabras: «La pena de todo esto es que el apoyo a una democracia liberal robusta como Israel debiera emerger naturalmente en el Partido Demócrata. La última vez que revisamos, era mejor ser una mujer, u homosexual, o ecologista o disidente político en Tel Aviv que en Gaza. Mientras escriben la plataforma de su partido, los demócratas podrían preguntarse por qué Israel, el único país de Oriente Medio que comparte plenamente sus valores, debe ser el que más buscan condenar».

Hillary y Bernie podrían dedicar un par de minutos a reflexionar al respecto.

Libertad Digital, Libertad Digital - 2016

Libertad Digital

Por Julián Schvindlerman

  

Luis Almagro: El heroe improbable – 06/06/16

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Mientras Venezuela cae cada vez más hondo en su abismo político, económico y humanitario, Latinoamérica mira para otro lado. Los aliados naturales del Chavismo de la última década -Bolivia, Nicaragua, Ecuador, Cuba, Brasil y la Argentina, entre otros- por años no movieron un dedo ante los excesos totalitarios de Chávez y Maduro. Con la reciente salida del poder del Kirchenirsmo en la Argentina y del Petismo en Brasil, más el traspaso político de Mujica a Vázquez en Uruguay, el panorama empezó a cambiar y un nuevo clima de mayor reclamo quedó instalado. Quien lideró el sendero fue el conservador Mauricio Macri, quien ni bien asumió hizo declaraciones críticas del comportamiento Chavista y anunció la posible necesidad de revisar la adhesión de Caracas a la OEA.

La semana pasada, el actual Secretario General de la OEA Luis Almagro, sorprendió a las naciones latinoamericanas al invocar la Carta Democrática Interamericana, un tratado de 2001 que ata a los miembros del organismo hemisférico a las normas democráticas y contempla la acción colectiva cuando las mismas sean violadas. En un documento de 132 páginas, Almagro documentó los múltiples atropellos del gobierno de Maduro y mostró la magnitud de la crisis humanitaria causada por falta de alimentos, medicinas y energía. Almagro pidió sin vueltas por la liberación inmediata de los presos políticos y demandó que el referéndum revocatorio –buscado legalmente por la oposición y obstruido mañosamente por el gobierno- se lleve a cabo este año.

Aunque Almagro trató de sacar a los países latinoamericanos de su habitual timidez política, éstos en su mayoría buscaron una salida más protocolar, lo que significa ninguna salida en términos reales. Con el inesperado liderazgo de la Argentina, propusieron el canal del diálogo entre el régimen y la oposición, como si tal cosa fuese posible en las actuales circunstancias y la situación no hubiese ya cruzado el umbral de lo urgente.

Buenos Aires anhela que su canciller Susana Malcorra sea ungida Secretaria General de las Naciones Unidas, y ella se encuentra en plena campaña electoral. Sus eventuales votantes serán los estados-miembro del foro, con especial relevancia aquellos que tienen asiento en el Consejo de Seguridad, donde de manera no-permanente hoy está allí Venezuela. La castigada oposición venezolana reaccionó indignada, acusando al presidente Macri poco menos que de traidor oportunista. Este crudo pragmatismo político exhibido por Buenos Aires tuvo un costo en la imagen internacional y local del gobierno Macrista, de ahí que sus voceros buscaron poner paños fríos al asunto posteriormente al asegurar que la Casa Rosada no es una aliada del gobierno de Nicolás Maduro. Pero ningún maquillaje alterará el hecho diplomático fundamental de que con la dirección argentina, América Latina abandonó a su suerte a los venezolanos, por ahora al menos.

En un duro editorial, el Washington Post cuestionó a la Argentina y a sus hermanos latinoamericanos, así como al propio gobierno norteamericano: “Al menos Buenos Aires tiene una excusa. La administración Obama inexplicablemente también se unió al coro vacío del `diálogo`. El Secretario de Estado John F. Kerry se hizo el tiempo de su búsqueda infructuosa en las negociaciones en Siria la semana anterior para colocar una llamada de apoyo al ex primer ministro español José Luis Rodríguez Zapatero, quien dirige al trío de hombres de Estado de izquierda que han intentado mediar en las conversaciones de Venezuela. No han logrado nada, por la misma razón que el Sr. Kerry ha fallado en Siria: carecen de influencia sobre un régimen criminal e inflexible”.

Almagro resultó ser el héroe improbable de esta saga. Habiendo sido canciller de un gobierno de izquierda en Uruguay (que coqueteó inclusive con el régimen Ayatolá de Irán), su ingreso a la OEA tras el mandato deslucido de su antecesor en el cargo, el irrelevante Sr. Insulza, no prometía demasiado. Sin embargo, al cabo de poco tiempo en funciones, Almagro hizo lo que los dirigentes de la región hace tiempo debieron haber hecho: llamar a las cosas por su nombre y reclamar un comportamiento democrático al cada vez más tiránico gobierno de Venezuela. Pero América Latina, y los Estados Unidos de Barack Obama, prefirieron dejar pasar la oportunidad. En su lugar, izaron la bandera del diálogo fútil, ese instrumento diplomático tan conveniente cuando escasean las agallas para actuar. 

Infobae, Infobae - 2016

Infobae

Por Julián Schvindlerman

  

Nuevo mapa político en Israel – 30/05/16

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La última jugada política del Primer Ministro Binyamín Netanyahu de sumar al ex Canciller y opositor Avigdor Lieberman a la coalición gobernante reforzará al premier en el plano doméstico y podría debilitarlo internacionalmente. Pero esencialmente, no cambiará mucho las cosas.

La incorporación de Lieberman apaciguará a la derecha más dura y dará mayor estabilidad a la coalición, que pasará de 61 a 67 bancas en el Parlamento, permitiéndole quizás arribar a Netanyahu al 2018 como el premier más longevo -políticamente hablando- de la historia de Israel.

Como notó David Aaron Miller, Moshe Yaalon se hizo prescindible al momento en que tomó parte a favor de sus subalternos militares que habían asumido posiciones contrarias a las del premier. El puesto de Ministro de Defensa suele ser más político que tecnocrático y es siempre sensible a los vientos de la política. Al no sancionar a un alto jefe militar que equiparó polémicamente la atmósfera política en Israel con la de la Alemania Nazi en los años treinta, básicamente Yaalon firmó su propio despido. De cualquier manera, su salida es una enorme pérdida para el gobierno pues ha demostrado ser un ministro eficiente y un político moderado que ha forjado lazos estrechos con sus contrapartes.

En el plano mundial, la llegada del poco estimado Lieberman al gobierno sólo causará malestar y posiblemente vaya a redundar en más tensiones entre Jerusalem y otras capitales del orbe. La prensa global tendrá su festín al informar, debatir y criticar lo que ve como las más controvertidas posiciones de Lieberman, a saber: eliminar el árabe como idioma oficial del país, apoyar la pena de muerte para terroristas, limitar los poderes de la Corte Suprema, promover la construcción de asentamientos, y transferir poblados árabes de Israel a un futuro estado palestino a cambio de zonas de alta densidad demográfica judía en Cisjordania. Lieberman apoya la solución de dos estados pero también ha descrito a la Autoridad Palestina como un ente intrascendente y ha amenazado con asesinar a los líderes de Hamas si no devuelven los cuerpos de soldados israelíes muertos en la guerra de Gaza de 2014. Este hábil político es propenso a declarar lo primero que le viene a la mente y con seguridad eso pondrá en aprietos al gobierno, que deberá confirmarlo o desmentirlo.

A la vez, Lieberman es un halcón que le facilitará a Netanyahu la tarea de avanzar posiciones poco simpáticas ante la opinión pública mundial, pero necesarias para la seguridad y futuro de Israel. Podrá actuar de duro en el proverbial papel de “buen policía, mal policía”, cubriendo al premier de los dardos que la reacción internacional pudiera arrojar contra el gobierno. No debe subestimarse, sin embargo, los choques dentro de la misma coalición que pudieran darse por otras posturas de Lieberman, tales como su fuerte apoyo al servicio militar obligatorio para los jóvenes ortodoxos, que lo enfrentaría con aquél sector.

En contrasentido, Lieberman es un hablador duro pero su larga permanencia en diversos puestos en el gabinete a lo largo de los últimos 15 años bajo Ariel Sharon, Ehud Olmert, y Netanyahu muestra que es pragmático y sabe navegar las aguas de la política. Hay que recordar que fue canciller por años bajo Netanyahu y no desató ninguna guerra nuclear en ese período. Igualmente, Lieberman no será apreciado por Europa o por esta Casa Blanca, que ya tiene una pésima relación con el propio Netanyahu; lo que no es exclusiva responsabilidad del premier israelí.

A pesar de las aprehensiones que muchos puedan tener sobre el real o presunto extremismo de Lieberman y sus aptitudes para su nuevo puesto, la reorganización del gabinete no cambiará nada acerca de la posición estratégica de Israel. Como notó el comentarista Jonathan Tobin, la paz no estaba a la vuelta de la esquina, incluso si Netanyahu hubiera hecho un trato con el laborista Herzog. Tampoco hará que un nuevo Ministro de Defensa cambie en algo la realidad de que el movimiento islamista Hamas gobierna en Gaza. La relación estratégica con Estados Unidos depende más de la cuestión de quién está manejando las cosas en Washington que quién dirige el Ministerio de Defensa en Tel Aviv. Y en el plano regional, ni ISIS, Assad, Putin, Rohani, Al-Qaeda o los talibanes alterarán sus planes porque Lieberman haya entrado al gabinete.

Con todo, los alarmistas emitirán sus gritos a propósito del nuevo gobierno israelí y con seguridad lo responsabilizarán de desarrollos que, debemos admitir, o bien no dependen sólo de él, o bien están más allá de su alcance en cualquier caso.

La Prensa (Nicaragua)

La Prensa (Nicaragua)

Por Julián Schvindlerman

  

Mentiras sobre el holocausto – 28/05/16

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Y se vino la tercera nomás. La primera competencia de caricaturas sobre el Holocausto fue llevada a cabo en el 2006. Entonces gobernaba Mahmoud Ahmadinejad y fue la respuesta iraní a las viñetas sobre Mahoma publicadas en el diario danés Jyllands-Posten. La segunda ocurrió en 2015, durante el gobierno de Hassan Rohani y fue una represalia iraní a la publicación de caricaturas satíricas del profeta musulmán por la revista francesa Charlie Hebdo. Ahora llegó una nueva competencia internacional de caricaturas organizada en Irán acerca del Holocausto. La bienal persa fue inaugurada el pasado 14 de mayo, día-aniversario del nacimiento del Estado de Israel, y tal como explicó su curador, Shojal Tabtabai, la misma es “una expresión a las masacres perpetradas contra el pueblo palestino”. Típicamente el trabajo ganador es recompensado monetariamente y exhibido en el Museo Palestino de Arte Contemporáneo en Teherán. Oh, y todavía gobierna allí Hassan Rohani.

Este espinoso asunto de que la negación y ridiculización del Holocausto continúe ocurriendo en Irán bajo el mandato del supuestamente moderado Rohani causa incomodidad en muchos rincones occidentales. Para calmar ansiedades, el canciller Mohamed Javad Zarif dio una entrevista a The New Yorker el último abril en la que aseguró que su gobierno no tenía nada que ver con este certamen y buscó distanciarse del mismo. “No es Irán”, dijo, quien lo organiza, sino una ONG “no controlada por el gobierno iraní”. “Tampoco es respaldada por el gobierno iraní” agregó, y explicó que no era necesario obtener un permiso oficial “para llevar adelante la función”. El canciller fue velozmente desmentido, tanto por opositores como por los propios organizadores.

Gracias al valioso trabajo que lleva adelante el Middle East Media and Research Institute, cuyas traducciones del árabe y el farsi ofrecen una ventana de observación al mundo islámico, podemos conocer la reacción del propio curador de la muestra, el ya citado Tabtabai, quien afirmó sin pruritos: “Estamos coordinando con el Ministerio de Cultura”.

Tabtabai, él mismo un caricaturista, es el hombre que organizó el primer certamen una década atrás. Fue titular de la Casa de Caricaturas en Irán y los últimos años militó en la Organización de las Artes y la Cultura de la Alcaldía de Teherán, la que desde hace veinte años es administrada por una junta designada por la Autoridad de Difusión de la República Islámica y la Organización de Propaganda Islámica. La Alcaldía de Teherán depende del Ministerio del Interior y la Organización de Propaganda Islámica está bajo la supervisión directa del Líder Supremo, el ayatolá Khameini. El gobierno provee los fondos para el presupuesto anual de este ente, los que son aprobados por el Parlamento.

Esta bienal negacionista fue patrocinada por dos entidades. Una es el Instituto de Prensa y Arte Owj, que está afiliado a las Guardias Revolucionarias Iraníes (GRI), que son los custodios de la Revolución Khomeinista. Tras el pacto nuclear de Irán con las potencias, Owj lanzó una campaña nombrada “Honestidad Americana” que cubrió las calles de Teherán con pósteres antinorteamericanos. El vocero de Asuntos Públicos de las GRI, Ramezan Sharif, dijo que Owj recibe el “apoyo y cooperación cercana” de las Guardias Revolucionarias. La otra entidad patrocinadora es el Centro Cultural Sarsheshmeh, cuya website declara que su presupuesto es dado por la Organización de Propaganda Islámica, la cual, como se ha indicado más arriba, depende del ayatolá Khameini, quien designa a su presidente.

En cuanto a la aseveración del canciller iraní en el sentido de que este certamen no requiere un permiso oficial, el periodista iraní exiliado, Aida Qajar, publicó en un portal disidente un artículo titulado Las caricaturas del Holocausto y las mentiras de Zarif, en el que refuta al canciller. “El hecho es que cualquier exhibición o conferencia en Irán necesita un permiso del Ministerio de Cultura y Guía Islámica. La condición para tal permiso es que la exhibición o conferencia no debe insultar creencias mediante ‘vista, sonido, pinturas, o viñetas’”. Cuando The New Yorker preguntó a Zarif por qué Irán permitía este festival ofensivo, el canciller respondió con su propia pregunta: “¿Por qué tiene los Estados Unidos al Ku Klux Klan?” Aida Qajar retrucó que “Zarif ignoró el punto principal, eludiendo la diferencia crucial entre los dos grupos racistas y discriminatorios: el gobierno norteamericano no patrocina las actividades del KKK”.

Así es que el gobierno iraní está mintiendo por partida doble. Miente sobre el Holocausto y miente acerca de su involucramiento en la propagación de esa calumnia. Una mentira dentro de otra mentira. Nada grave en lo que al régimen ayatolá concierne. ¿Qué le hace una raya más al tigre a fin de cuentas?

Comunidades, Comunidades - 2016

Comunidades

Por Julián Schvindlerman

  

Holocausto: Alguien está mintiendo en Teherán – 25/05/16

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Y se vino la tercera nomás. La primera competencia de caricaturas sobre el Holocausto fue llevada a cabo en el 2006. Entonces gobernaba Mahmoud Ahmadinejad y fue la respuesta iraní a las viñetas sobre Mahoma publicadas en el diario danés Jyllands-Posten. La segunda ocurrió en 2015, durante el gobierno de -ouch- Hassan Rohani y fue una represalia iraní a la publicación de caricaturas satíricas del Profeta musulmán por la revista francesa Charlie Hebdo. Ahora llegó una nueva competencia internacional de caricaturas organizada en Irán acerca del Holocausto. La bienal persa fue inaugurada el pasado 14 de mayo, día-aniversario del nacimiento del Estado de Israel, y tal como explicó su curador, Shojal Tabtabai, la misma es “una expresión a las masacres perpetradas contra el pueblo palestino”. Típicamente, el trabajo ganador es recompensado monetariamente y exhibido en el Museo Palestino de Arte Contemporáneo en Teherán. Oh, y todavía gobierna allí Hassan Rohani.

Este espinoso asunto de que la negación y ridiculización del Holocausto continúe ocurriendo en Irán bajo el mandato del supuestamente moderado Rohani es causal de incomodidad en muchos rincones occidentales. Para calmar ansiedades, el canciller Mohamed Javad Zarif dio una entrevista a The New Yorker el último abril en la que aseguró que su gobierno no tenía nada que ver con este certamen y buscó distanciarse del mismo. “No es Irán”, dijo, quien lo organiza, sino una ONG “no controlada por el gobierno iraní”. “Tampoco es respaldada por el gobierno iraní” agregó, y explicó que no era necesario obtener un permiso oficial “para llevar adelante la función”. El canciller fue velozmente desmentido, tanto por opositores como por los propios organizadores.

Gracias al valioso trabajo que lleva adelante el Middle East Media and Research Institute, cuyas traducciones del árabe y el farsi ofrecen una ventana de observación al mundo islámico, podemos conocer la reacción del propio curador de la muestra, el ya citado Tabtabai, quien afirmó sin pruritos: “estamos coordinando con el Ministerio de Cultura”.

Tabtabai, él mismo un caricaturista, es el hombre que organizó el primer certamen una década atrás. Fue titular de la Casa de Caricaturas en Irán y los últimos años militó en la Organización de las Artes y la Cultura de la Alcaldía de Teherán, la que desde hace veinte años es administrada por una junta designada por la Autoridad de Difusión de la República Islámica y la Organización de Propaganda Islámica. La Alcaldía de Teherán depende del Ministerio del Interior y la Organización de Propaganda Islámica está bajo la supervisión directa del Líder Supremo, el ayatolá Khameini. El gobierno provee los fondos para el presupuesto anual de este ente, los que son aprobados por el Parlamento.

Esta bienal negacionista fue patrocinada por dos entidades. Una es el Instituto de Prensa y Arte Owj, que está afiliado a las Guardias Revolucionarias Iraníes (GRI), que son los custodios de la Revolución Khomeinista. Tras el pacto nuclear de Irán con las potencias, Owj lanzó una campaña nombrada “Honestidad Americana” que cubrió las calles de Teherán con pósters antiamericanos. El vocero de Asuntos Públicos de las GRI, Ramezan Sharif, dijo que Owj recibe el “apoyo y cooperación cercana” de las Guardias Revolucionarias. La otra entidad patrocinante es el Centro Cultural Sarsheshmeh, cuyo webiste declara que su presupuesto es dado por la Organización de Propaganda Islámica, la cual, como se ha indicado más arriba, depende del ayatolá Khameini, quien designa a su presidente.

En cuanto a la aseveración del canciller iraní en el sentido de que este certamen no requiere un permiso oficial, el periodista iraní exiliado, Aida Qajar, publicó en un portal disidente un artículo titulado “Las caricaturas del Holocausto y las mentiras de Zarif” en el que refuta al canciller. “El hecho es que cualquier exhibición o conferencia en Irán necesita un permiso del Ministerio de Cultura y Guía Islámica. La condición para tal permiso es que la exhibición o conferencia no debe insultar creencias mediante ´vista, sonido, pinturas, o viñetas´”. Cuando The New Yorker preguntó a Zarif porqué Irán permitía este festival ofensivo, el canciller respondió con su propia pregunta: “¿Por qué tiene los Estados Unidos al Ku Klux Klan?”. Aida Qajar retrucó que “Zarif ignoró el punto principal, eludiendo la diferencia crucial entre los dos grupos racistas y discriminatorios: el gobierno norteamericano no patrocina las actividades del KKK”.

Así es que el gobierno iraní está mintiendo por partida doble. Miente sobre el Holocausto y miente acerca de su involucramiento en la propagación de esa calumnia. Una mentira dentro de otra mentira. Nada grave en lo que al régimen ayatolá concierne. ¿Qué le hace una raya más al tigre al fin de cuentas?.

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holocausto: alguien está mintiendo en teherán – 25/05/2016

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Y se vino la tercera nomás. La primera competencia de caricaturas sobre el Holocausto fue llevada a cabo en el 2006. Entonces gobernaba Mahmoud Ahmadinejad y fue la respuesta iraní a las viñetas sobre Mahoma publicadas en el diario danés Jyllands-Posten. La segunda ocurrió en 2015, durante el gobierno de -ouch- Hassan Rohani y fue una represalia iraní a la publicación de caricaturas satíricas del Profeta musulmán por la revista francesa Charlie Hebdo. Ahora llegó una nueva competencia internacional de caricaturas organizada en Irán acerca del Holocausto. La bienal persa fue inaugurada el pasado 14 de mayo, día-aniversario del nacimiento del Estado de Israel, y tal como explicó su curador, Shojal Tabtabai, la misma es una expresión a las masacres perpetradas contra el pueblo palestino». Típicamente, el trabajo ganador es recompensado monetariamente y exhibido en el Museo Palestino de Arte Contemporáneo en Teherán. Oh, y todavía gobierna allí Hassan Rohani.

Este espinoso asunto de que la negación y ridiculización del Holocausto continúe ocurriendo en Irán bajo el mandato del supuestamente moderado Rohani es causal de incomodidad en muchos rincones occidentales. Para calmar ansiedades, el canciller Mohamed Javad Zarif dio una entrevista a The New Yorker el último abril en la que aseguró que su gobierno no tenía nada que ver con este certamen y buscó distanciarse del mismo. «No es Irán», dijo, quien lo organiza, sino una ONG «no controlada por el gobierno iraní». «Tampoco es respaldada por el gobierno iraní» agregó, y explicó que no era necesario obtener un permiso oficial «para llevar adelante la función». El canciller fue velozmente desmentido, tanto por opositores como por los propios organizadores.

Gracias al valioso trabajo que lleva adelante el Middle East Media and Research Institute, cuyas traducciones del árabe y el farsi ofrecen una ventana de observación al mundo islámico, podemos conocer la reacción del propio curador de la muestra, el ya citado Tabtabai, quien afirmó sin pruritos: «estamos coordinando con el Ministerio de Cultura».

Tabtabai, él mismo un caricaturista, es el hombre que organizó el primer certamen una década atrás. Fue titular de la Casa de Caricaturas en Irán y los últimos años militó en la Organización de las Artes y la Cultura de la Alcaldía de Teherán, la que desde hace veinte años es administrada por una junta designada por la Autoridad de Difusión de la República Islámica y la Organización de Propaganda Islámica. La Alcaldía de Teherán depende del Ministerio del Interior y la Organización de Propaganda Islámica está bajo la supervisión directa del Líder Supremo, el ayatolá Khameini. El gobierno provee los fondos para el presupuesto anual de este ente, los que son aprobados por el Parlamento.

Esta bienal negacionista fue patrocinada por dos entidades. Una es el Instituto de Prensa y Arte Owj, que está afiliado a las Guardias Revolucionarias Iraníes (GRI), que son los custodios de la Revolución Khomeinista. Tras el pacto nuclear de Irán con las potencias, Owj lanzó una campaña nombrada «Honestidad Americana» que cubrió las calles de Teherán con pósters antiamericanos. El vocero de Asuntos Públicos de las GRI, Ramezan Sharif, dijo que Owj recibe el «apoyo y cooperación cercana» de las Guardias Revolucionarias. La otra entidad patrocinante es el Centro Cultural Sarsheshmeh, cuyo webiste declara que su presupuesto es dado por la Organización de Propaganda Islámica, la cual, como se ha indicado más arriba, depende del ayatolá Khameini, quien designa a su presidente.

En cuanto a la aseveración del canciller iraní en el sentido de que este certamen no requiere un permiso oficial, el periodista iraní exiliado, Aida Qajar, publicó en un portal disidente un artículo titulado «Las caricaturas del Holocausto y las mentiras de Zarif» en el que refuta al canciller. «El hecho es que cualquier exhibición o conferencia en Irán necesita un permiso del Ministerio de Cultura y Guía Islámica. La condición para tal permiso es que la exhibición o conferencia no debe insultar creencias mediante ´vista, sonido, pinturas, o viñetas´». Cuando The New Yorker preguntó a Zarif porqué Irán permitía este festival ofensivo, el canciller respondió con su propia pregunta: «¿Por qué tiene los Estados Unidos al Ku Klux Klan?». Aida Qajar retrucó que «Zarif ignoró el punto principal, eludiendo la diferencia crucial entre los dos grupos racistas y discriminatorios: el gobierno norteamericano no patrocina las actividades del KKK».

Así es que el gobierno iraní está mintiendo por partida doble. Miente sobre el Holocausto y miente acerca de su involucramiento en la propagación de esa calumnia. Una mentira dentro de otra mentira. Nada grave en lo que al régimen ayatolá concierne. ¿Qué le hace una raya más al tigre al fin de cuentas?.

ABC Color (Paraguay)

ABC Color (Paraguay)

Por Julián Schvindlerman

  

Un alcalde Musulmán en Londres – 17/05/16

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La elección de Sadiq Khan a la alcaldía de la capital de Inglaterra ha marcado un episodio singular para la historia de Londres, de Inglaterra y de los musulmanes europeos. Khan es un musulmán moderado, miembro del Laborismo británico, que ha hecho una carrera política notable a la luz de sus orígenes socioeconómicos humildes, marcados por un padre colectivero y una madre costurera.

Durante la campaña electoral surgieron denuncias de pasadas asociaciones problemáticas de Khan con referentes del islamismo global. Por ejemplo, con Duad Abdullah del Consejo Musulmán de Gran Bretaña, que boicoteó el Día de Recordación del Holocausto; con Azzam Tamimi, quien exaltó “la jihad contra el racismo, contra el sionismo” de los palestinos; con Ibrahim Hewitt de Interpal, incluida en la lista de organizaciones terroristas del Departamento del Tesoro de Estados Unidos; y con Stop Political Terror, una organización ya desaparecida que contaba entre sus patrocinadores al predicador de Al-Qaeda Anwar al-Awlaki. Khan ofreció en defensa propia un pronunciamiento que desarma por su honestidad e inquieta por su verdad: “Todos los musulmanes británicos están en contacto con extremistas en algún momento”.
Su elección ocurrió luego de que fuesen expulsados de las filas laboristas la diputada musulmana Naz Shah y el ex alcalde de la capital inglesa Ken Livingstone, ambos por pronunciamientos antijudíos virulentos. De hecho, desde el ascenso de Jeremy Corbyn a la cúspide del partido -él mismo un radical irredento que contagió con sus ideas extremas a buena parte de la maquinaria del Laborismo a la par que atrajo como un imán a indeseados políticos- el Laborismo se ha fanatizado.

Sadiq Khan tendrá un desafío importante en despegarse de este radicalismo. Él no es un islamista, y de hecho, ha condenado las expresiones racistas de sus colegas partidarios. No tiene barba, viste a la usanza occidental, su esposa no usa velo, votó a favor del matrimonio homosexual y es un europeísta. Su primer acto oficial consistió en asistir a la ceremonia de recordación del Día del Holocausto. Las credenciales son alentadoras. Pero toda Inglaterra estará muy pendiente de su manera de conducirse ante la intolerancia de los fanáticos que lo rodean. Su ejemplo será estimulante y aleccionador a la vez para los propios musulmanes ingleses, especialmente aquellos todavía no integrados a la sociedad, y que anhelen hacerlo.

El panorama de esta integración, o falta de ella, es grave. Según una encuesta de IMC que Trevor Phillips publicara en el Sunday Times el mes último, llevada cara a cara con más de mil encuestados en Inglaterra, el 39% de los musulmanes ingleses cree que la mujer debe obedecer al marido, siempre; el 31% cree que es razonable que un hombre tenga más de una esposa; el 52% cree que la homosexualidad debiera ser ilegalizada; y el 23% prefiere vivir bajo la ley religiosa islámica que ante la ley civil británica. Un tercio cree que los judíos son poderosos (contra un 9% de los cristianos que cree lo mismo), en tanto que un 4% apoya el terrorismo y un 7% respalda al ISIS. Estos dos últimos guarismos lucen pequeños pero resultan inquietantes al proporcionarlos a la población islámica del país pues sugieren que entre cien mil y doscientos mil musulmanes ingleses favorecen la causa y método del “Estado Islámico”. Con 1.400 musulmanes ingleses que han tratado o logrado unirse al ISIS en Siria, Gran Bretaña no podrá ignorar las conclusiones duras de este informe.

Sadiq Khan, entonces, tendrá un desafío mayúsculo de gestión. Por el bien de la integración islámica en Inglaterra y la coexistencia interreligiosa, así como por el bien de la cordura ideológica, es de esperar que tenga éxito en la compleja tarea de castigar a los extremistas y recompensar a los moderados tanto de su partido político y como de su comunidad religiosa.

Inicialmente publicado en Página Siete (Bolivia)

La Prensa (Panamá)

La Prensa (Panamá)

Por Julián Schvindlerman

  

Un alcalde Musulmán en Londres – 16/05/16

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La elección de Sadiq Khan a la alcaldía de la capital de Inglaterra ha marcado un episodio singular para la historia de Londres, de Inglaterra y de los musulmanes europeos. Khan es un musulmán moderado, miembro del Laborismo británico, que ha hecho una carrera política notable a la luz de sus orígenes socioeconómicos humildes, marcados por un padre colectivero y una madre costurera.

Durante la campaña electoral surgieron denuncias de pasadas asociaciones problemáticas de Khan con referentes del islamismo global. Por ejemplo, con Duad Abdullah del Consejo Musulmán de Gran Bretaña, que boicoteó el Día de Recordación del Holocausto; con Azzam Tamimi, quien exaltó “la jihad contra el racismo, contra el sionismo” de los palestinos; con Ibrahim Hewitt de Interpal, incluida en la lista de organizaciones terroristas del Departamento del Tesoro de Estados Unidos; y con Stop Political Terror, una organización ya desaparecida que contaba entre sus patrocinadores al predicador de Al-Qaeda Anwar al-Awlaki. Khan ofreció en defensa propia un pronunciamiento que desarma por su honestidad e inquieta por su verdad: “Todos los musulmanes británicos están en contacto con extremistas en algún momento”.
Su elección ocurrió luego de que fuesen expulsados de las filas laboristas la diputada musulmana Naz Shah y el ex alcalde de la capital inglesa Ken Livingstone, ambos por pronunciamientos antijudíos virulentos. De hecho, desde el ascenso de Jeremy Corbyn a la cúspide del partido -él mismo un radical irredento que contagió con sus ideas extremas a buena parte de la maquinaria del Laborismo a la par que atrajo como un imán a indeseados políticos- el Laborismo se ha fanatizado.

Sadiq Khan tendrá un desafío importante en despegarse de este radicalismo. Él no es un islamista, y de hecho, ha condenado las expresiones racistas de sus colegas partidarios. No tiene barba, viste a la usanza occidental, su esposa no usa velo, votó a favor del matrimonio homosexual y es un europeísta. Su primer acto oficial consistió en asistir a la ceremonia de recordación del Día del Holocausto. Las credenciales son alentadoras. Pero toda Inglaterra estará muy pendiente de su manera de conducirse ante la intolerancia de los fanáticos que lo rodean. Su ejemplo será estimulante y aleccionador a la vez para los propios musulmanes ingleses, especialmente aquellos todavía no integrados a la sociedad, y que anhelen hacerlo.

El panorama de esta integración, o falta de ella, es grave. Según una encuesta de IMC que Trevor Phillips publicara en el Sunday Times el mes último, llevada cara a cara con más de mil encuestados en Inglaterra, el 39% de los musulmanes ingleses cree que la mujer debe obedecer al marido, siempre; el 31% cree que es razonable que un hombre tenga más de una esposa; el 52% cree que la homosexualidad debiera ser ilegalizada; y el 23% prefiere vivir bajo la ley religiosa islámica que ante la ley civil británica. Un tercio cree que los judíos son poderosos (contra un 9% de los cristianos que cree lo mismo), en tanto que un 4% apoya el terrorismo y un 7% respalda al ISIS. Estos dos últimos guarismos lucen pequeños pero resultan inquietantes al proporcionarlos a la población islámica del país pues sugieren que entre cien mil y doscientos mil musulmanes ingleses favorecen la causa y método del “Estado Islámico”. Con 1.400 musulmanes ingleses que han tratado o logrado unirse al ISIS en Siria, Gran Bretaña no podrá ignorar las conclusiones duras de este informe.

Sadiq Khan, entonces, tendrá un desafío mayúsculo de gestión. Por el bien de la integración islámica en Inglaterra y la coexistencia interreligiosa, así como por el bien de la cordura ideológica, es de esperar que tenga éxito en la compleja tarea de castigar a los extremistas y recompensar a los moderados tanto de su partido político y como de su comunidad religiosa.

Inicialmente publicado en Página Siete (Bolivia)