Todas las entradas de: adminJS2021

Comunidades, Comunidades - 2009

Comunidades

Por Julián Schvindlerman

  

En la tierra de Fidel – 09/12/09

Imprimir

Mi viaje a Cuba comienza una semana antes de mi partida. Aterrizaré previamente en Guadalajara y Guatemala para dictar conferencias, y continuaré posteriormente hacia Caracas, Lima y Curaçao con el mismo fin. Pero es La Habana la ciudad que mas demanda mi atención. Adentrarse en territorio comunista exige tomar una serie de decisiones desde Buenos Aires: necesito llevar mi laptop, ¿pero qué si me la retienen en la aduana? Quisiera obsequiar un ejemplar de mi libro Tierras por Paz, Tierras por Guerra» a la comunidad judía, ¿pero no será considerado material político por las autoridades? Debo llevar tarjetas personales, ¿pero acaso no figura mi sitio oficial allí? Abandono aquello que pueda meterme en líos. Dejo mi laptop y mi libro en la Argentina, subo a mi cuenta de email online todo el material que puedo y que deberé dejar atrás antes de ingresar a Cuba, y me embarco hacia Centroamérica.

En el avión que me lleva desde México hacia la isla advierto, con preocupación, que llevo conmigo artículos de la prensa norteamericana que he ido tomando durante mi gira. Me deshago del material «político». Aún restan dos notas que me hacen dudar. Una, del Wall Street Journal, relata que el compositor ruso Rimsky-Korsakov estimuló a sus alumnos judíos a escribir música que reflejara su propia identidad. La otra, de Commentary, aborda la relación de Louis Armstrong con los judíos; su primera corneta la compró con dinero prestado de una familia judía que lo empleaba. ¿Habrá algo contrarevolucionario aquí? Quizás exageradamente, las abandono en la escala en Cancún. Estoy leyendo una nota de tapa de la revista Newsweek en la cual un periodista estadounidense-iraní narra su ordalía en la temida prisión de Evin. Cuenta como su interrogador le apretaba una oreja como si exprimiese un limón y daba consejos de supervivencia en las cárceles de Irán. ¿Por qué leo esto en ruta a una dictadura? La revista quedará en el asiento para un futuro pasajero.

Arribo a Cuba antes de la medianoche. Indico al oficial de inmigración que mi visa ya ha sido tramitada; minutos más tarde me trae el papel que autoriza mi ingreso al país. No me hacen una sola pregunta: ni motivo del viaje, ni días planeados de la estadía, ni de donde provengo, etc. Veo el sello de ingreso en mi pasaporte y me adentro hacia la sala de retiro de equipajes. Cruzo un control de seguridad, y me dirijo hacia una fila para la revisión de las valijas. Una joven oficial me hace una seña, quedo apartado del resto. «Bienvenido a Cuba» me dice mientras me hace un gesto de que puedo pasar sin revisión alguna. Todo duró unos cuantos minutos. Me consideré afortunado; colegas me habían contado de los largos interrogatorios a los que habían sido sometidos. Solamente días después, una vez que haya partido de Cuba, entenderé que mi visita a la isla estaba oficialmente pre-autorizada.

Llego al hotel y hago el check-in. Es tarde ya pero necesito un poco de aire fresco. Camino hacia el malecón que linda con el Mar del Caribe. El alumbrado público no es óptimo, pero una luna blanquísima lo ilumina todo. Hay mucha gente en la calle. Unos taxistas me ofrecen un viaje, un hombre de apodo oriental me ofrece mujeres. Ya frente al mar, un anciano que ha estado tocando su bello saxo a un grupo de jóvenes se aproxima, inicia conversación educada y me ofrece una serenata.

Por la mañana, La Habana se despliega ante mí en todo su esplendor. Vista desde la amplia ventana de la suite ejecutiva del piso veinte del hotel Meliá Cohíba (adoro ese nombre) luce como si todavía estuviera aterrizando. Me conmueve la hospitalidad de la comunidad y la generosidad de la B´nai B´rith internacional. Veo circular automóviles coloridos de los años cincuenta sobrepasados por otros más modernos y unas motos-taxi amarillas que remiten a Tailandia. Durante mi estadía cumpliré con el ritual turístico: fumaré un purito en el malecón, tomaré un mojito en el histórico hotel El Nacional y sacaré una fotografía al retrato del Ché en la Plaza de las Armas. Todo muy clisé, y todo muy precioso.

Llego al edificio de la comunidad judía en la Habana al mediodía. Me reciben con una calidez y una expectativa abrumadoras. Me muestran su muy digna biblioteca, rica en literatura judía, a la que con gusto entrego los libros que he llevado en obsequio: dos novelas de Isaac Bashevis Singer y una crónica de la Shoá. Dicto una conferencia sobre la vida y la obra de Elie Wiesel que es escuchada con suma atención por una nutrida y participativa audiencia. Detrás de mí cuelgan las banderas de Cuba y de Israel. No puedo evitar ceder a la tentación de deslizar una frase suya que espero les sirva de apoyo: «Cuando sea que hombres y mujeres son perseguidos por su raza, religión o puntos de vista políticos, ese lugar debe -en ese momento- convertirse en el centro del universo». No me atrevo a ir más lejos, se supone que no puedo abordar temas políticos. En todos los países visitados expongo sobre la incursión iraní en Latinoamérica, más no en Cuba. Aquí hablo de literatura judía exclusivamente. Me aplauden de pie. Me siento honrado por las cortesías y respetos de esta comunidad fascinante. Converso informalmente con sus miembros. Nadie criticará al gobierno o a Fidel, e incluso algunos lo defenderán. Al menos varios de sus líderes pueden viajar al extranjero y las instalaciones comunitarias se ven en muy buen estado. Un hombre se presenta como el hijo de uno de los fundadores del Partido Comunista cubano y me dice que Israel es un estado terrorista (por algún motivo no me sorprende que la educación comunista derive en una apreciación de este tipo). Claramente este individuo es una excepción: la comunidad luce pro-israelí y muy orgullosa de su judaísmo.

Para lo que resta de la tarde, mis anfitriones me ofrecen un tour por la ciudad. Aprecio la gentileza. Recorremos la Habana Antigua: el clásico restaurante La Bodeguita, el hotel donde Ernst Hemingway se hospedó, locales de oferta autóctona. En una tienda compro veinticinco dólares de tabaco cubano. Cuando caigo en la cuenta de que acabo de gastar en tabaco el equivalente a un mes de salario promedio de un trabajador local me siento avergonzando por mi insensibilidad. La sublimo culpando al régimen que ha hecho una revolución proclamando la igualdad social y ha terminado creando una sociedad clasista con brechas escandalosas en la distribución del ingreso entre la elite gobernante y la masa popular. Por la noche ceno con el atento jazán argentino de la comunidad, mientras un grupo canta sonoramente coplas cubanas que nos impiden conversar.

Amanezco a mi último día en la isla. Camino nuevamente por el malecón hasta llegar a la Oficina de Intereses de los Estados Unidos. Frente a ella ha sido erigida una gigante estructura con un cartel que anuncia «¡Patria o muerte, venceremos!». Continúo mi camino hasta el imponente hotel El Nacional, antaño cuartel general de la revolución. Un cartel cuelga de una de sus ventanas: «Viva la Patria» dice con el trasfondo de un soldado y la bandera cubana. Una de sus tiendas está dedicada el Ché en todas sus variedades: remeras, calcomanías y demás merchandising. De repente, oigo la voz de Hugo Chávez. Al volverme, veo su imagen en el televisor. Es domingo, día del programa bolivariano «Aló Presidente».

Me quedan unas pocas horas en La Habana y aún no he visitado la Plaza de la Revolución ni la universidad. Opto por un poco de relax burgués: la piscina del hotel es demasiado tentadora. Siento culpa capitalista; así es Cuba. Sigo teniendo suerte: en el taxi al aeropuerto paso justo al lado de la impresionante Plaza de la Revolución con su homenaje a José Martí, Camilo Cienfuegos y Ernesto Guevara. En la vía pública no se ven retratos de Fidel. «Así él ha querido», me explica el taxista, «aún está con vida». En el aeropuerto descubro que para mi vuelo hacia Caracas he sido ubicado en primera clase; esta es una tierra de contrastes. El aeropuerto esta atestado de gente y es bullicioso. Vislumbro una disquería. Elijo despedirme de Cuba oyendo el tributo de Carlos Puebla al Ché: «Hasta Siempre».

Comunidades, Comunidades - 2009

Comunidades

Por Julián Schvindlerman

  

Ahmadinejad en Brasil: un visitante no grato – 25/11/09

Imprimir

No cualquier estadista llega a gozar de un 80% de aprobación popular; menos aún en su segundo mandato. Más extraño todavía es que el político afortunado desista de buscar una reforma constitucional que permita su reelección. Pero así es Luiz Inacio Lula da Silva, el presidente más popular (no populista, como aclaraba poco tiempo atrás Rodrigo Mallea en La Nación Revista) de la historia brasilera de los últimos tiempos.

Brasil acaba de obtener una banca no permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, además de haber sido designado asiento de la Copa Mundial de Fútbol 2014 y sede de los Juegos Olímpicos 2016; algo sin precedentes para América Latina. A estos logros políticos (¿alguien duda de que el deporte y la política estén entremezclados?) hay que agregar los económicos: durante los últimos cinco años su PBI creció al 4,7% anual y expertos han estimado que la economía brasilera mantendrá esa tasa anual para la siguiente década. Lo usual en América Latina es que sus naciones reciban préstamos de entes financieros internacionales. Sin embargo, este año Brasil prestó diez mil millones de dólares al FMI. Confiado, Lula pronosticó que Brasil será la quinta economía mundial para el 2020. Estamos cansados de ser el país del futuro», afirmó recientemente. «El siglo XXI es el siglo de Brasil».

Por sus notables éxitos económicos y creciente peso político global, Brasil con justicia ha sido equiparado a la India, China y Rusia. Pero el país tiene una asignatura pendiente en el campo de la protección mundial de los derechos humanos, lo que genera un contraste lamentable con su accionar de otro modo ejemplar. Tal como Andrés Oppenheimer ha documentado, las votaciones de Brasilia en el Consejo de Derechos Humanos de los últimos meses la ha dejado del lado de los estados totalitarios y alejada incluso de sus pares latinoamericanos. Cuando Cuba presentó una resolución para desactivar el seguimiento de los derechos humanos en Sri Lanka, Brasil eligió abstenerse. También se abstuvo al votarse una resolución iniciada por África tendiente a detener las investigaciones de la ONU en la República del Congo. Otro tanto hizo Brasil cuando se trató una resolución relativa al monitoreo de la situación de derechos humanos en Corea del Norte. (Afortunadamente, votó contra Sudán en una reciente votación en el Consejo de Seguridad). A este récord deben sumarse elogios desubicados por parte de Lula a su par venezolano («Chávez es sin duda el mejor presidente venezolano de los últimos cien años»), loas a Fidel Castro por su «rol histórico», y el prematuro reconocimiento del resultado -en rigor, fraude- electoral en Irán, sumado a la disposición de Lula de recibir «con honores» al presidente Mahmoud Ahmadinejad.

Por tratarse del líder de una nación teocrática, promotora de terrorismo regional e internacional, represora domésticamente, patrocinadora de insurgencias radicales en El Líbano, la Franja de Gaza, Afganistán e Irak, negadora del Holocausto, incitadora a la comisión de un genocidio contra un estado-miembro de la familia de las naciones, y en contravención de resoluciones de la ONU por su programa nuclear ilegal, la visita de Ahmadinejad marca un nadir en el estándar humanitario de Brasil. Las políticas extremistas del régimen ayatollah han despertado condena no solamente en Washington y Jerusalem, sino que han unido a Londres, París y Berlín en pos de una contención de Irán. Las naciones árabes sunitas, a excepción de Siria y Qatar, han expresado preocupación por el avance nuclear de Teherán. Las incursiones de Irán en América Latina -en Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua principalmente- han suscitado inquietud. En esta coyuntura, ¿por qué habría Lula de conferir prestigio protocolar a un dirigente localmente despreciado y universalmente cuestionado?

La política es el arte de lo posible, y Lula no está actuando extrañamente en un mundo signado por la realpolitik. Pero el abandono de la causa de los derechos humanos, las alianzas con jefes de estado demagogos de la región, y los recibimientos de honor a presidentes repudiables, ensombrecen un liderazgo de otro modo estelar.

Comunidades, Comunidades - 2009

Comunidades

Por Julián Schvindlerman

  

Ankara mira al oriente – 11/11/09

Imprimir

Turquía -considerado el país musulmán más alineado con Occidente durante las últimas seis décadas- parece haber dado un brusco viraje de timón hacia el Oriente en tiempos recientes. Kemal Ataturk orientó a Ankara hacia el Occidente a comienzos del siglo XX; un siglo después, Recep Tayyip Erdogan (ascendió al poder en el 2002) parece decidido a deshacer el legado pro-occidental del fundador de la república turca.

A partir de 1946, Turquía eligió el lado occidental de la disputa en el marco de la guerra fría, se sumó a la OTAN y pujó por ser aceptada como miembro pleno en la Unión Europea. El año pasado, el premier Erdogan caracterizó a Occidente de ser inmoral» y desde entonces promovió un acercamiento con el mundo musulmán; especialmente con los sectores más intransigentes. En enero del 2008, el gobierno islamista turco recibió con honores al presidente de Sudán, Omar al-Bashir, luego de que éste fuese acusado por la Corte Penal Internacional de cometer crímenes de guerra en Darfur. (A principios de este año recibió al vicepresidente sudanés Ali Osman Taha). En momentos en que la comunidad internacional luce un poco más dispuesta a acercar posiciones en torno a la cuestión nuclear de Irán, Erdogan definió al programa nuclear de ese país como «pacífico y humanitario», dijo del presidente iraní «no hay duda que él se nuestro amigo» y fue uno de los primeros líderes mundiales en congratularlo luego de las elecciones fraudulentas de junio último. Respecto de Siria, país al que Turquía amenazó con invadir una década atrás por el cobijo dado por Damasco a Abdullah Ocalan y su Partido de los Trabajadores Kurdos («Les diremos ´shalom´ a los israelíes desde los Altos del Golán» sentenció oportunamente un diario turco), apenas el mes pasado Ankara anunció la creación del Consejo de Cooperación Estratégica con el régimen de Assad; ejercicios militares conjuntos están siendo planeados. Asimismo, el oficial Partido de la Justicia y el Desarrollo que gobierna Turquía ha pedido a la familia de las naciones que «reconozca a Hamas como el gobierno legítimo del pueblo palestino».

Naturalmente, las relaciones con Israel no podían permanecer inalteradas en esta coyuntura. Apenas un día antes de invitar a Siria a sumarse a ejercicios militares el mes pasado, Ankara des-invitó a Israel del ejercicio anual de la fuerza aérea turca denominado «Águila de Anatolia» llevado a cabo conjuntamente con Jerusalem, Washington y la OTAN desde mediados de los años noventa. Los turcos explicitaron que no permitirían la participación de aviones israelíes que hubieran bombardeado posiciones de Hamas durante la guerra de Gaza. En respuesta, los italianos y los estadounidenses abandonaron el evento provocando así su cancelación. También un día antes de recibir al vicepresidente sudanés, Erdogan insultó al presidente israelí Shimon Peres en el Foro Económico Mundial de Davos al acusarlo de «mentiroso» y retirarse de la sala, no sin antes opinar que los israelíes «saben como matar gente». En Ankara fue recibido por una multitud que ondeaba banderas de Turquía y Hamas. Durante la contienda que enfrentó a Hamas con Israel en la Franja de Gaza a comienzo de año, Erdogan se alió abiertamente con los palestinos declarando entre diciembre de 2008 y enero de 2009 que Israel era una nación de bandidos, que no debía permanecer en la ONU, y que cometió crímenes contra la humanidad, por lo cuál Alláh la castigaría. También comparó a Gaza con un campo de concentración y acusó a los judíos de violar el Antiguo Testamento.

Desde el ascenso del partido islamista de Erdogan al poder, la sociedad turca ha cambiado. Según datos presentados por el experto Soner Cagaptay en Foreign Affairs, el número de personas que se identifican a sí mismas como musulmanas ha crecido el 10% entre 2002 y 2007 (población de 77 millones) y casi el 50% se define como islamista. En el 2002, el 80% de la población quería que su país ingresara a la UE, ese porcentaje había caído al 30% para el año pasado. Resulta evidente que la sociedad turca está atravesando un proceso de islamización -en detrimento de la occidentalización- lo que no resulta tan claro es si ello es causa o consecuencia del extremismo islamista del partido gobernante. En cualquier caso, esta observación del Wall Street Journal ha captado con fidelidad la nueva situación turca: «Como un estado secular musulmán, Turquía ha sido un pilar de la OTAN y un baluarte contra el radicalismo político (comunista, baatista, islamista) de sus varios vecinos. Ahora el Sr. Erdogan puede estar apostando a que el futuro de Turquía yazca en la cima del mundo musulmán, en lugar del último lugar de su contraparte occidental».

Originalmente publicado en Libertad Digital (España)

Veintitrés Internacional

Veintitrés Internacional

Por Julián Schvindlerman

  

Visitantes de tierras lejanas – 11/09

Imprimir

De repente luce como si América Latina y el Medio Oriente no quedaran tan lejos. Casi simultáneamente han visitado la región los presidentes de Israel, Irán y la Autoridad Palestina; situación por demás atípica. Cualquier otra coincidencia de presidentes mesoorientales en las Américas (por decir, de Marruecos, Túnez y Omán) sería llamativa, pero la presencia casi al mismo tiempo en el Hemisferio Occidental de los presidentes de tres entidades tan crucialmente centrales para la realidad del Medio Oriente -e incluso, internacional- no puede menos que causar sorpresa e intriga. El presidente israelí Shimon Peres visitó Brasil y Argentina; su par palestino Mahmoud Abbas fue a esos dos países más Chile y Venezuela; el líder iraní Mahmoud Ahmadinejad viajó a Brasil, Bolivia y Venezuela. Todos lo hicieron durante la segunda quincena de noviembre. En lo que respecta a los presidentes palestino e israelí al menos, estamos habituados a verlos realizar visitas de estado a Asia, Estados Unidos, Europa y otros lugares; al presidente iraní podemos hallarlo en Siria o Sudán…¿Pero en América Latina? ¿Con que propósito han venido? ¿Por qué ahora? ¿Y por qué casi al mismo tiempo? Para responder a estas preguntas será necesario primero comprender la situación política de cada uno de estos tres actores internacionales, la interrelación que los vincula, y a partir de allí interpretar sus intereses posibles en tierras hispanas.

La República Islámica de Irán

En la actualidad, Irán está siendo cada vez más ampliamente considerado un estado-paria. Su opacidad y obstinación en el desarrollo de un programa nuclear clandestino lo ha puesto de bruces contra la familia de las naciones y ha fomentado su aislamiento en la comunidad global. La fuerte represión oficial contra manifestantes pro-democracia luego de las últimas elecciones presidenciales abiertamente fraguadas ha generado condenas universales y reforzado la marginación de Teherán.

En el año 2002, un grupo opositor al régimen Ayatollah denunció la existencia de un programa nuclear secreto en Irán. Alarmado, Occidente temió que éste tuviera una finalidad militar. La República Islámica aseguró que el mismo tenía fines civiles y pacíficos. Durante el período 2003-2005 la tríada conformada por Berlín, Londres y París lideraron una política de diálogo con Teherán; la cual no condujo al freno del mentado programa nuclear. En el año 2005, la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA) determinó que Teherán violó el Tratado de No-Proliferación y al año siguiente derivó el dossier iraní al Consejo de Seguridad. Desde entonces cinco resoluciones fueron adoptadas en su seno instando a Irán a detener el enriquecimiento de uranio (a determinado nivel de enriquecimiento el uranio es empleado en la producción de bombas nucleares) y otras tres rondas de sanciones fueron impuestas sobre Irán (aunque, para lograr la aprobación china y rusa, con poder de veto, éstas fueron débiles). En todos estos años el gobierno iraní reafirmó su voluntad de avanzar con su proyecto nuclear, conforme ha documentado Bret Stephens en The Wall Street Journal: “Irán…debe ser reconocido por la comunidad internacional como miembro del club nuclear”, dijo en el año 2003 el entonces Ministro de Relaciones Exteriores Kamal Kharrazi; “Definitivamente no podemos parar nuestro programa nuclear y no lo pararemos”, aseguró en el año 2005 el ex-presidente Hashemi Rafsanjani; “Hace unos años, dijeron que debíamos detener completamente todas nuestras actividades nucleares. Ahora miren donde estamos hoy”, observó en octubre del corriente el presidente Mahmoud Ahmadinejad. Esta actitud desafiante contribuyó decididamente a la marginación de Irán. Estados Unidos y Europa ven con preocupación la situación, y estas aprehensiones son compartidas -si bien no siempre publicitadas- por el mundo árabe sunita (a excepción de Siria y Qatar) que mantiene disputas históricas con el chiísmo iraní.

En un contexto de creciente aislamiento regional e internacional, Teherán salió en busca de nuevas alianzas. América Latina se transformó así en una zona apta para el cultivo diplomático. Desde que asumió el poder en el año 2005, Ahmadinejad realizó cuatro visitas a Latinoamérica en las que visitó cinco países: Venezuela, Nicaragua, Ecuador, Bolivia y Brasil. A su vez, recibió en Teherán a los presidentes Hugo Chávez, Rafael Correa, Evo Morales, Daniel Ortega y al canciller brasilero Celso Amorín. Firmó acuerdos económicos, abrió embajadas, forjó estrechos lazos personales con líderes de la región y gradualmente fue ganando presencia política y económica en el continente descubierto por Cristóbal Colón. Cada espacio ganado por Irán es un espacio ganado para el movimiento terrorista Hizbullah cuyas células ya han golpeado en la Argentina y podrían hacerlo nuevamente en otras partes en el tiempo y forma en que los Ayatollahs lo consideren apropiado. La creación de una base de represalias contra intereses israelíes y estadounidenses ante un eventual ataque militar a sus instalaciones nucleares podría ser un objetivo iraní en esta región; a la vez que actuar de contrapeso a Washington en su zona de influencia, a modo de correspondencia a la injerencia norteamericana en el Medio Oriente. El reciente tour diplomático a Latinoamérica, entonces, debe ser visto en el marco de esta política de apertura hacia nuevos horizontes en la búsqueda de objetivos claros, con el aditamento singular de que, en virtud de su peso regional y cada vez mayor trascendencia global, de ser seducido Brasil por el encanto iraní, éste sería el trofeo político por excelencia para las aspiraciones de Teherán aquí.

La Autoridad Nacional Palestina

Fatah -órgano central de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), establecida en 1964, y de la Autoridad Palestina (AP), creada en 1994- ha estado compitiendo con el Movimiento de Resistencia Islámico (Hamas), surgido en 1987, por más de veinte años por controlar el destino del nacionalismo palestino. La victoria electoral de Hamas en la Franja de Gaza en el 2006 y la expulsión violenta de Fatah por parte de sus hombres al año siguiente dejaron a la AP fracturada geográfica y políticamente en dos entidades separadas: Gaza, controlada por Hamas, y Cisjordania, controlada por Fatah. A pesar de ser un movimiento fundamentalista sunita, Hamas es desde hace unos pocos años patrocinado por Irán, lo que implica una intromisión chiíta iraní en los asuntos domésticos palestinos. Por años Egipto ha intentado mediar un acercamiento entre las partes con magros resultados. Los esfuerzos en pos de lograr un gobierno de unidad nacional similarmente fracasaron, elecciones nacionales no han podido hasta el momento ser llevadas a cabo debido a la falta de cooperación de los islamistas de Hamas, y dada la pobre gestión de Abbas -sucesor del mítico Yasser Arafat- comenzaron a surgir serios cuestionamientos a su capacidad de liderazgo. En semejante clima, el presidente de la AP amenazó con renunciar; lo que dejaría al vocero del Consejo Legislativo Palestino y miembro del Hamas, Aziz Dweik, al mando de la AP.

Asimismo, el proceso de paz con los israelíes está estancado, al estar la AP fisurada políticamente. El premier Binyamin Netanyahu definió los lineamientos de una paz posible con los palestinos en éstos términos: a favor de un estado palestino, necesariamente desmilitarizado, con realización del derecho al retorno fuera de las fronteras de Israel, y con Jerusalem como capital indivisa del estado judío. Abbas rechazó estas condiciones. Al no poder mostrar avances en el frente interno ni en el externo, y cada vez más asediado políticamente, el presidente palestino planteó la idea de declarar unilateralmente al estado palestino. Ello ya había sido intentado en el pasado sin éxito alguno. Luego del colapso de las tratativas de Status Final en Camp David en el año 2000, Arafat visitó treinta y siete capitales haciendo un lobby intenso en pos de la misma idea para regresar a Ramallah con mucho millaje acumulado y ningún respaldo político. Con anterioridad, en 1988, Arafat había declarado unilateralmente la independencia palestina…en Argelia. Los rusos y los países árabes y musulmanes otorgaron su reconocimiento, pero sin la validación de Europa y Estados Unidos, por no decir Israel, el acto permaneció en el plano simbólico exclusivamente. Esta vez Abbas no cosechó mejores resultados tampoco. El Ministro de Relaciones Exteriores sueco, Carl Bildt, cuyo país ejerce la presidencia rotativa de la Unión Europa (UE) indicó: “Quisiera poder estar en la posición de reconocer a un estado palestino, pero debe haber uno primero, así es que creo que ello es de algún modo prematuro”. De manera análoga se manifestó el Departamento de Estado de Estados Unidos a través de su vocero Ian Kelly: “Apoyamos la creación de un estado palestino, pero estamos convencidos que debe ser conseguido a través de negociaciones entre dos partes”. Israel por su parte anunció que respondería de manera inequívoca al unilateralismo palestino.

Fue en esta atmósfera que el asesor presidencial Saeb Erakat informó que Abbas partiría rumbo a Latinoamérica en busca de apoyo a su declaración unilateral. El presidente palestino deseaba obtener en la región el apoyo que no pudo lograr en el resto del mundo libre. Cabe suponer que también estaría interesado en escuchar de primeras fuentes qué estarían hablando los israelíes y los iraníes por aquí, dado que la AP tiene relaciones tensas con ambos. Además, es posible que Abbas necesitara transitoriamente salir al extranjero para descomprimir el descontento local con su persona. Entre tangos y caipirhinas quizás encontraría algo de paz.

El Estado de Israel

Con todo lo problemático, desgastante y complicado que el conflicto que Israel tiene con los palestinos pueda ser, el desafío fundamental -no solamente a su seguridad nacional sino a su misma existencia- sin embargo proviene de Teherán. Ante la amenaza nuclear de Irán, las disputas con Ramallah empalidecen en gravedad. Aún sin cejar en sus esfuerzos por la paz con los palestinos, Jerusalem comprende que la nación que más puede jaquear su destino no yace al otro lado de la Línea Verde sino a unos mil quinientos kilómetros de distancia. Fue allí, después de todo, donde se organizó una conferencia titulada “Un Mundo Sin Sionismo”, donde se llevó a cabo una competencia internacional de caricaturas negadoras del Holocausto, donde en los desfiles militares se han exhibido misiles con consignas que llaman a la destrucción de Israel, y desde donde el presidente iraní ha pedido que se borre a Israel del mapa, ha anunciado que aquél país está “camino a la aniquilación” y profetizado que “el régimen sionista ha llegado a su fin”. Para los israelíes, la Conferencia Internacional para la revisión Global del Holocausto, efectuada en Teherán en diciembre del 2006, fue un momento revelador. Como aptamente observó el comentarista Yossi Klein Halevi, al haber reunido Irán en su tierra a los más rancios antisemitas globales para negar el genocidio más documentado de la historia -al mismo tiempo en que intentaba persuadir al mundo entero de su cordura- marcó el momento en que en Jerusalem ya no hubo más cabida, si es que alguna vez la hubo, para fantasear con la noción del diálogo racional con Teherán.

El 14 de diciembre de 2001, a dos meses de los atentados del World Trade Center, la por entonces segunda máxima autoridad en la república islámica, el ayatollah Hashemi Rafsanjani, anheló públicamente que “el mundo del Islam estuviere debidamente equipado con las armas que Israel tiene en su poder” puesto que “la aplicación de una bomba atómica no dejaría nada en Israel pero la misma cosa sólo produciría daños en el mundo musulmán”. Esta no es una frase que los israelíes puedan fácilmente olvidar, ni tampoco debieran. El estado judío ya debió combatir militarmente en dos ocasiones con organizaciones fundamentalistas apañadas por los ayatollahs y apostadas en sus fronteras. Irán no posee fronteras geográficas con Israel, pero sí tiene fronteras militares con esta nación a través del Hamas en la Franja de Gaza y del Hizbullah en el sur del Líbano. En los años 2006 y 2009, el ejército israelí debió responder a las agresiones que estas agrupaciones lanzaron desde territorios evacuados unilateralmente por los israelíes con anterioridad. Las contiendas fueron convencionales, pero podrían dejar de serlo sí y cuando Teherán cruzara el umbral nuclear. En ese hipotético pero no improbable escenario, la totalidad del cálculo geoestratégico regional cambiaría radicalmente.

A la luz de esta realidad, luce razonable asumir que las incursiones iraníes en América Latina no escaparon a la atención israelí, y que las recientes visitas de alto nivel diplomático a nuestra región son resultado directo de esa preocupación. Solamente en el año corriente, aterrizaron en Latinoamérica procedentes de Israel su canciller (visitó Brasil, Argentina, Perú y Colombia); su Ministro de Seguridad Pública (visitó Panamá y Costa Rica); su Ministro de Infraestructura (visitó Ecuador y Paraguay); su vice-Ministro (participó, por primera vez, en Honduras de la cumbre de la OEA); y su Presidente (visitó Argentina y Brasil). El viaje de Shimon Peres fue oficialmente presentado en el marco de la promoción turística (lo acompañó el Ministro de Turismo) y económica (arribó una impresionante comitiva empresarial), y es claro que estos asuntos fueron parte central de la agenda. Al mismo tiempo, Peres no desperdició la oportunidad de alertar repetidas veces sobre el peligro que encarna Irán. En una de tales ocasiones, con la presidente Cristina Kirchner a su lado, recordó que la República Islámica de Irán tiene por Ministro de Defensa a quien perpetrara el ataque contra la AMIA en 1994 y preguntó si acaso alguien se sentiría cómodo con la idea de que semejante hombre tuviera armas nucleares en su poder. Israel goza de fuertes lazos históricos con muchos países del continente y con muchos de ellos mantiene ricas relaciones diplomáticas, culturales y económicas. No obstante, el escenario inquietante planteado por la creciente penetración iraní en esta área puede explicar el renovado interés israelí por las Américas.

Conclusión

América Latina se ha transformado en un territorio tentador para el proselitismo político mesooriental. Ello abre un abanico de oportunidades y desafíos singulares para una región tradicionalmente alejada de -y en consecuencia insuficientemente familiarizada con- las vicisitudes del Medio Oriente. Surge la posibilidad de un mayor protagonismo global para una América Latina usualmente centrada en sus propios asuntos. Este novel relieve global, sin embargo, conlleva una cuota de mayor responsabilidad en el ejercicio de las decisiones soberanas. En tanto los conflictos del Medio Oriente se abren camino en tierras hispanas, resta por conocerse hacia que destinos finales -felices o ingratos- la región elegirá dejarse llevar.

Comunidades, Comunidades - 2009

Comunidades

Por Julián Schvindlerman

  

Una paradoja terrorista Persa – 28/10/09

Imprimir

Las Guardias Revolucionarias Iraníes, también conocidas como Pasdaran, fueron establecidas en 1979 con el fin de custodiar a la revolución khomeinista. No tardaron mucho en pasar de ser protectoras a convertirse en dueñas. Según informes de prensa, las GRI controlan un tercio de la economía del país, tienen su propia infantería, marina y fuerza aérea, bajo su égida operan las milicias Basij para represión doméstica, entrenan al Hamas palestino y al Hizbullah libanés, controlan las instalaciones nucleares iraníes y son responsables por las misiones de espionaje fuera del país. Un ataque a las GRI equivale a un ataque contra el corazón del régimen iraní.

Precisamente eso ocurrió el 18 del corriente cuando un grupo separatista sunita denominado Jundullah efectuó un ataque suicida contra miembros elite de las GRI causando la muerte a cinco oficiales de alto rango, entre ellos al vice-comandante de las fuerzas terrestres y al vice-comandante en la provincia de Sistán-Baluchistán. Otras docenas de personas murieron en el brutal atentado. Aunque no ha sido el primer ataque contra las GRI, éste indudablemente fue uno de los más graves. Jundullah batalla contra el régimen khomeinista desde el año 2002 debido a la persecución a la que la minoría balachi (musulmana sunita) es sometida en la tierra de los ayatollahs. El titular de las GRI acusó a Estados Unidos, Gran Bretaña y Pakistán de apoyar a los insurgentes sunitas de Jundullah.

En el turbio negocio del terrorismo y del espionaje internacional lo único cierto es que no hay certezas. Mucha razón podría tener Teherán cuando alega que Washington, Londres e Islamabad han estado detrás del atentado. Y mucha equivocación podría igualmente tener. Un raconto parcial de incidentes misteriosos de los últimos dos años sugiere que escapa al simple observador determinar la trama real de los eventos en este lúgubre y engañoso terreno.

En febrero del 2008, Imad Mugniyeh, jefe de operaciones internacionales de Hizbollah, fue muerto en un atentado no esclarecido en Damasco. Antes de ser superado por Osama Bin-Laden, Mugniyeh estaba en la cima de la lista de los hombres más buscados del FBI. Hizbullah acusó a Israel por ello. En abril, al menos veinte miembros del Hizbullah, en entrenamiento militar en Irán, murieron en circunstancias poco claras. En mayo, Irán culpó a agentes británicos y estadounidenses por una explosión en una mezquita en Shiraz en la que se había realizado una exhibición militar. En julio, un convoy que llevaba armas para el Hizbullah fue atacado y quince personas resultaron muertas en medio de una explosión en un suburbio de Teherán. Además, más de una docena de ingenieros iraníes perdieron sus vidas mientras intentaban ubicar una cabeza química a un misil en Siria. Unos meses antes, un tren que presuntamente transportaba pertrechos militares iraníes a Siria descarriló como resultado de una explosión en la zona norte de Turquía. En julio de 2009 estalló una guarida de armas del Hizbollah en el sur del Líbano; el Mossad fue acusado inmediatamente. El mismo mes cayó un avión iraní en rumbo a Armenia en el que murieron ciento sesenta y ocho personas. El Corriere della Sera informó que el avión transportaba fusibles sofisticados de las Guardias Revolucionarias Iraníes a Hizbullah. Para entonces el buque ruso Artic Sea desapareció en alta mar al surcar la ruta Finlandia-Argelia, lo que motivó un alerta de INTERPOL. Tres semanas más tarde, la marina rusa anunció haber hallado el buque frente a Cabo verde. Rápidamente surgieron hipótesis a propósito de la carga transportada -desde lanzamisiles hasta armas nucleares para Teherán- en oposición a la carga declarada de madera. A éstas le sucedieron versiones que atribuían al servicio secreto israelí haber secuestrado el barco. El almirante Tarmo Kouts, relator de la Unión Europea sobre piratería y ex comandante de las fuerzas armas de Estonia dijo que el Artic Sea fue interceptado por agentes al servicio de Israel». Por su parte, informó Yediot Ahronot que «piratas enviados por el Mossad se apoderaron en alta mar del Artic Sea». A mediados del presente mes de octubre, un búnker secreto de armamento del Hizbullah explotó provocando heridas a un alto miembro de la organización. Es difícil saber cuáles de estos acontecimientos han sido accidentes o sabotajes, y cuáles fueron planeados por agencias occidentales u orientales, grupos disidentes o resultado de tramas internas iraníes.

El atentado del 18 último, entonces, no será sencillo de encasillar. Aún así, resulta claro que el principal patrocinador de terrorismo a nivel mundial tiene un serio problema de terrorismo interno. El ataque de Jundullah ha creado una paradoja persa: hoy la República Islámica de Irán se encuentra en la extraña posición de protestar con vigor la comisión de actos de terror.

Comunidades, Comunidades - 2009

Comunidades

Por Julián Schvindlerman

  

El boomerang goldstone – 14/10/09

Imprimir

En un giro inesperado, el último reporte/calumnia de la ONU respecto de Israel terminó -por el momento- provocando más daño a los palestinos que a los israelíes. En manifestaciones callejeras, palestinos arrojaron zapatos contra la imagen del presidente Mahmoud Abbas, el que fue acusado de alta traición» por los voceros de Hamas. Esto fue motivado por la decisión de la Autoridad Palestina de ceder a la presión norteamericana de posponer la votación de una resolución orientada a derivar el informe a la Asamblea General, el Consejo de Seguridad y posiblemente la Corte Penal Internacional; lo que podía haber abierto la puerta a posibles juicios contra oficiales israelíes. La votación quedó postergada para la sesión del Consejo de Derechos Humanos del marzo próximo. Hamas anunció que arrestaría a todo oficial de Fatah involucrado en la decisión de la discordia, en tanto que con una atmósfera cada vez más convulsionada Abbas creó una comisión especial de indagación y envió a su canciller a Nueva York a renovar los reclamos por juicios contra los israelíes bajo cargos de crímenes de guerra.

He aquí el trasfondo. Siempre atento a aprovechar la oportunidad para denostar al estado judío, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU infestado de países tercermundistas creó una misión investigadora del papel jugado por el ejército israelí durante la pasada confrontación en la Franja de Gaza con el movimiento fundamentalista Hamas. Presidida por el jurista judeo-sudafricano Richard Goldstone, la misión fue instigada por Bangladesh, Malasia, Pakistán, Siria y Somalía con el mandato de armar un caso contra Israel por «violaciones a la ley humanitaria internacional». La tendenciosidad de todo el emprendimiento era tan descarada que despertó la oposición de Canadá, Japón, Suiza y la Unión Europea. El Estados Unidos de George W. Bush había decidido boicotear al organismo y no era entonces miembro. (Obama revirtió esa decisión y ahora EE.UU. es miembro del CDH).

Como era de esperarse de una institución que en sus tres años de vida ha condenado más veces a Jerusalem que a los restantes 191 estados-miembro de la ONU combinados, el reporte final acusó a Israel de haber cometido crímenes de guerra y posiblemente crímenes contra la humanidad. El mismo disipó toda distinción entre la agresión y la legítima defensa, entre una democracia y una entidad terrorista, entre la comisión deliberada de actos de terror y las bajas civiles producidas por accidentes de guerra. Sus 575 páginas relegaron al detalle los ataques incesantes de cohetes iniciados por Hamas sin que mediare provocación previa alguna por parte de Israel, y caracterizaron la defensa de Israel de ser «un ataque deliberadamente desproporcionado diseñado para castigar, humillar y aterrorizar a la población civil» palestina. El informe tildó a Israel de «poder ocupante» aún cuando ya desde el año 2005 no hay presencia israelí en Gaza; a la fuertemente armada policía de Gaza la consideró una agencia civil. Contra toda evidencia pública, parte de ella incluso televisada, el informe concluyó que Hamas no usó hospitales como centro de comandos, que no utilizó ambulancias para transportar cohetes, que sus hombres no dispararon desde instalaciones de la ONU, y que las mezquitas no fueron empleadas para esconder municiones. En un insólito acto de jutzpá, el reporte Goldstone pidió al estado israelí que pagara materialmente a Hamas por el daño causado durante la contienda. Respecto de la conducta de la agrupación terrorista, concedió que atacar a civiles israelíes «constituiría crímenes de guerra y podría significar crímenes contra la humanidad». Hamas se mostró tan preocupada por esta aseveración que presionó a la Autoridad Palestina a que someta el reporte a tratamiento en el Consejo de Seguridad, convencida que arrinconaría a Israel. Libia -único miembro árabe no-permanente del actual Consejo de Seguridad, y cuyo presidente arrojó al aire la Carta de la ONU durante la última reunión de la Asamblea General- llamó a una sesión de emergencia para discutir el reporte, y la misión palestina ante la ONU manifestó apoyo a la misma. El Consejo de Seguridad rechazó el pedido libio pero accedió a debatir el tema en su siguiente sesión periódica.

Para salvar su pellejo, Abbas capitalizó una disputa en la Explanada del Templo en la Ciudad Vieja de Jerusalem en la cuál ciento cincuenta musulmanes arrojaron piedras contra la policía israelí y turistas cristianos luego de una veda de acceso a musulmanes al lugar instituida preventivamente por las autoridades israelíes luego de haber descubierto cantones repletos de piedras en zonas aledañas a las mezquitas, en un contexto de llamamientos a «defender las mezquitas» ante la «judaización de Jerusalem», y acusaciones infundadas efectuadas por líderes árabes musulmanes de Israel alegando que los israelíes estaban construyendo un túnel en la zona. Tal como en el pasado, los líderes palestinos apelaron a falsedades para incitar a la comisión de actos de violencia anti-judíos con el objeto de distraer a las masas y alcanzar sus objetivos. Sucedió en 1920, en 1921, en 1929, entre 1936-1939, entre 1987-1992, y entre 2000-2005.

Estas intifadas han sido invariablemente el resultado de dos factores principales: a) el fanatismo árabe/palestino, y b) la certeza de que la violencia da frutos. Esta impresión fue forjada durante décadas gracias a la indulgencia de oficiales y burócratas como Richard Goldstone que han desde siempre ensuciado a la legítima defensa con retórica moralista y cubierto de legalidad puritana a la agresión despiadada.

Comunidades, Comunidades - 2009

Comunidades

Por Julián Schvindlerman

  

Quo vadis Obama? – 30/09/09

Imprimir

La última sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas fue un sobrio recordatorio (no es que hubiera necesidad de alguno) de hasta que punto este organismo se ha transformado en una plataforma global para la puesta en escena de las más absurdas y extremas posturas por parte de líderes mundiales estrafalarios. El coronel libio Mohamar Khadafy dio la nota inicial con un discurso de una hora y media repleta de desvaríos que fueron desde los complots para matar a John F. Kennedy y a Martin Luther King hasta la supuesta conspiración farmacéutica detrás del virus de la gripe A», según relató un cronista desde Nueva York. El presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad tuvo la oportunidad de difundir su propia versión aggiornada de los Protocolos de los Sabios de Sión al decir: «Ya no es aceptable que una pequeña minoría que domina la política, la economía y la cultura de las partes más importantes del mundo… y establece una nueva forma de esclavitud, dañe la reputación de otras naciones… para alcanzar sus ambiciones racistas». El líder venezolano Hugo Chávez usó el podio para proclamar que «el imperialismo se debe acabar» y anunciar que «El socialismo es el camino a la salvación de este planeta», no sin privarse de bromear: «No me vaya a lanzar un zapato alguien aquí». La ONU en todo su esplendor.

Fuera del ámbito de este foro multilateral las cosas no parecían lucir menos incoherentes. Unos días antes del inicio de la mega-reunión de la ONU, Zbigniew Brzezinski, quien fuera asesor de seguridad nacional de Jimmy Carter y consejero de Barack Obama durante la campaña electoral, sugirió durante una entrevista que Estados Unidos debería derribar aviones israelíes si éstos cruzaran el espacio aéreo iraquí en ruta a Irán sin autorización debida. «¿Qué pasaría si ellos vuelan de todos modos?» preguntó el periodista del website Daily Beast. «Bueno, debemos ser serios respecto de negarles ese derecho… Si vuelan, uno sube y los confronta». El comentarista James Taranto vio en esta aseveración un reductio ad absurdum de la política exterior de la Administración Obama: «La administración se ha esforzado en ser conciliadora hacia enemigos y adversarios (Irán, Corea del Norte, Rusia) mientras que ha adoptado una línea dura con aliados de EE.UU. (Israel, la República Checa, Polonia, Honduras, posiblemente Afganistán). Pero incluso la Administración Obama no ha atacado militarmente a un aliado para proteger a un enemigo».

Piadosamente, esto no ha ocurrido, sin embargo el presidente estadounidense ha realmente tensado la relación con varios aliados de Washington en un breve período de tiempo. Ha tenido roces con Colombia por el Tratado de Libre Comercio, con México y Canadá por cuestiones comerciales, con Israel por los asentamientos, con Japón al lidiar con Pyongyang, y con Honduras por el meollo Zelaya. En este contexto de desavenencias, la decisión del presidente Obama de cancelar el programa misilístico defensivo de la era-Bush en Polonia y la República Checa, posiblemente haya sido la más gravemente desacertada y potencialmente dañina de las opciones políticas adoptadas. Con un notable espíritu chamberlainiano, Praga y Varsovia fueron traicionadas nuevamente, esta vez por Washington para apaciguar a Moscú. Ello ocurrió en coincidencia con el 70 aniversario del inicio de la Segunda Guerra Mundial (invasión alemana a Polonia en septiembre de 1939, luego del Pacto de Munich de 1938 que abandonó a Praga ante los designios Hitlerianos) y el mismo día en el cuál, setenta años atrás, la Unión Soviética invadió Polonia luego de la firma del Pacto Molotov-Ribbentrop con la Alemania Nazi. Nadie está sugiriendo que la referencia histórica sea prístina, pero ciertamente no está fuera de lugar.

La Casa Blanca justificó el cambio alegando, entre otras cosas, que nueva inteligencia demostró que Teherán no tiene sus capacidades misilísticas de largo alcance tan desarrolladas como se creía; una apreciación difícil de conciliar con el lanzamiento exitoso hecho por Irán el pasado mes de mayo de su misil Sejil que tiene un rango estimado de 1560 millas; suficiente para enviar una bomba de una tonelada a Varsovia, según ha informado The Wall Street Journal. Aunque Washington negó que la decisión fuera parte de un quid pro quo con Rusia por la cuestión iraní, inmediatamente el presidente Dimitry Medvedev afirmó: «Nuestra tarea es mantener un sistema de incentivos que permita a Irán usar energía nuclear pacífica, pero no permitiremos la creación de armas nucleares». De mantenerse, bienvenida la nueva postura rusa vis-a-vis Irán. Pero, como el autor Mark Helprin ha observado, haber concedido a Moscú poder de veto sobre las decisiones defensivas de competencia soberana de EE.UU. seguramente tendrá reverberaciones hoy no anticipadas. Incluso si Rusia ha sido cooptada a favor de la contención iraní, China todavía mantiene poder de veto en el Consejo de Seguridad, y su Ministro de Relaciones Exteriores afirmó después de conocida la decisión norteamericana: «Nosotros creemos que las sanciones y ejercer presión no son los caminos para resolver problemas y no son conducentes para los esfuerzos diplomáticos actuales sobre el tema nuclear de Irán».

A los pocos días, el 24 de septiembre, el Consejo de Seguridad adoptó por unanimidad una resolución sobre armamento nuclear en la cuál Moscú y Beijing se opusieron a una propuesta francesa de mencionar por nombre a Irán y a Corea del Norte. Al día siguiente, Teherán reveló la existencia de una nueva planta de enriquecimiento de uranio en su territorio. La semana previa, el Organismo Internacional de Energía Atómica había adoptado una resolución que pedía a Israel que permitiera a la OIEA controlar su programa nuclear. Este «triunfo, momento glorioso», según Irán, fue posible gracias a una iniciativa árabe y a los votos de naciones subdesarrolladas más los de Rusia y China.

Si Obama quiere darle algún significado serio a su afirmación mediática «la ley internacional no es una promesa vacía» deberá comprender que el apaciguamiento no es el sendero adecuado. Bien haría en escuchar atentamente al presidente francés Nicolás Sarkozy: «Hay tiempos en los que los hechos tercos nos compelerán a tomar una decisión si queremos un mundo sin armas nucleares». El interrogante es si se tomará la decisión correcta y necesaria.

Infobae, Infobae - 2009

Infobae

Por Julián Schvindlerman

  

Ante la encrucijada Iraní – 23/09/09

Imprimir

La relación entre la comunidad internacional y la República Islámica de Irán parece seguir el movimiento de la Sonata No.7 del compositor ruso Sergei Prokofiev: ha comenzado con un allegro inquieto, ha continuado bajo un andante caloroso y posiblemente finalizará con un precipitato. Primero hubo conmoción ante la noticia de su plan atómico, luego intensa diplomacia, y ahora pareciera que nos encaminamos a un brusco final. La invitación extendida a Mahmoud Ahamdinejad a disertar a la Universidad de Columbia en Nueva York en septiembre de 2007, el concierto brindado por la Orquesta Sinfónica de Osnabruck a los ayatollahs en Teherán en agosto de 2008, la admisión de este personaje en una conferencia contra el racismo organizada por las Naciones Unidas en Ginebra en abril del 2009, y nuevamente estos días en la Asamblea General, entre otros casos escandalosos, no hacen más que mostrar que el mundo libre parece haber perdido su brújula moral respecto de lo que encarna Irán.

Debe recordarse que pesan sobre la República Islámica de Irán al menos cinco resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU que exigen que ella desista de su programa de enriquecimiento de uranio, que tres rondas de sanciones han sido adoptadas, y que circulares rojas han sido emitidas por INTERPOL contra integrantes de la elite gobernante. Teherán ha ignorado esto y ha emergido más extremista aún del tumulto electoral de junio pasado. El 7 de septiembre último, el presidente Ahmadinjead expresó claramente que “el tema nuclear está terminado”, y designó a un hombre buscado por la justicia argentina como flamante ministro de defensa. Por un largo tiempo el mundo libre ha demostrado insistentemente su disposición a dialogar con Irán, pero, como ha sido expresado recientemente en las páginas del Wall Street Journal “la virtud de la perseverancia no debiera devenir en la insensatez de la futilidad”. Siete años de diplomacia suave parecen haber agotado su curso. En tanto las manecillas del reloj nuclear iraní avanzan más rápidamente que las del reloj diplomático occidental, cabe el interrogante acerca de cuan abierta está realmente la ventana de oportunidad que algunos creyeron ver en el contacto directo con Irán.

La familia de las naciones cuenta con instrumentos jurídicos y diplomáticos suficientes como para detener al actual provocador régimen iraní. Tal como juristas internacionales han señalado, Ahmadinejad continuamente está violentando la Convención contra el Genocidio que expresamente prohíbe “la incitación pública y directa al genocidio”. E Irán reiteradamente comete crímenes contra la humanidad con cada acto de terror que apaña, viola resoluciones de las Naciones Unidas con cada paso que da hacia la procuración nuclear, y ofende a la Declaración Universal de los Derechos Humanos con cada acción de represión interna que toma. Todos estos abusos ya han sido tolerados por demasiado tiempo. Cada día que pasa acerca más a Teherán al umbral nuclear y al mundo libre a una situación de exposición insostenible. Lo más trágico de este asunto es que al optar por no transitar aquellos caminos que pacíficamente llevarían al ostracismo iraní- es decir, la adopción de sanciones robustas en el seno de la ONU- el mundo libre está estrechando su propio margen de acción, dejándose a sí mismo enfrentado a la última de las alternativas: la vía militar. O peor aún: en su inacción, elige exponerse a la peligrosa realidad de un estado teocrático radical en posesión de arsenal nuclear.

Varios

Varios

Por Julián Schvindlerman

  

Irán-Israel: Analista afirma que Ayatollahs «Ven a Irán como instrumento para imponer el Islam» – 22/09/09

Imprimir

Agencia TELAM

Buenos Aires, 22 de septiembre (Télam).- El analista Julián Schvindlerman consideró hoy que «los ayatollahs de Irán ven a su país nuclearmente armado como un instrumento de Alá para imponer el Islam sobre el resto del mundo” y que este país pretende «contener la presencia estadounidense en el Medio Oriente, y eliminar al estado de Israel”. Schvindlerman, autor del libro «Tierras por Paz, Tierras por Guerra», consideró en diálogo con Télam que «si bien aún no ha sido admitido públicamente por Teherán, el propósito de su mentado programa nuclear parece tener una clara finalidad militar”.

A su criterio, las bases de esa estrategia emergen de dos ejes centrales: las «creencias religiosas” y sus «planes estratégicos” Sobre las creencias religiosas manifestó que «los ayatollahs ven a su país nuclearmente armado como un instrumento de Alá para imponer el Islam sobre el resto del mundo. Esto podrá lucir extraño para los occidentales, pero dista de ser inconcebible desde una óptica iraní”. Y sobre los planes estratégicos de Irán, consideró que están basados en «cuatro metas posibles: adquirir hegemonía regional, promover al chiísmo por sobre el sunismo, contener la presencia estadounidense en el Medio Oriente, y eliminar al estado de Israel”.

Schvindlerman recordó que en octubre de 2005, el presidente iraní, Mahmud Ahmadinejad llamó a «borrar a Israel del mapa; en junio de 2007, anunció que la cuenta regresiva para la destrucción de Israel había comenzado; en febrero de 2008, lo tildó de `sucio microbio` y `bestia salvaje`. Luego agregó que en mayo del mismo año «se refirió a Israel como un `cadáver maloliente`, una `rata muerta`, y como un país `camino a la aniquilación`, y en junio, que el `régimen sionista ha llegado a su fin`. Respecto a las afirmaciones de Ahmadinejad sobre la negación del Holocausto judío, Schvindlerman consideró que «le es psicológicamente necesaria y políticamente útil. Desde el punto de vista iraní, la creación de Israel se debió al Holocausto judío. Al negar la veracidad de este hecho creen poner en tela de juicio la legitimidad de la secuela indeseada”. Y por último, interpretó como «otra muestra de radicalismo” la designación de Ahmad Vahidi «como Ministro de Defensa iraní, un comandante de las Guardias Revolucionarias señalado como uno de los planificadores de la masacre de la AMIA”.

Schvindlerman posee una licenciatura en Administración de la Universidad de Buenos Aires y una Maestría en Ciencias Sociales de la Universidad Hebrea de Jerusalén. Es autor, además, del ensayo «El Otro Eje del Mal: antinorteamericanismo, antiisraelismo y antisemitismo”. (Télam).- jg-gel 22/09/2009 16:01