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Compromiso

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Por Julián Schvindlerman

  

Entrevista a Boris y Álvaro Castellanos – 12/17

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Año 11. No. 68

El Coronel José Arturo Castellanos fue Cónsul General de El Salvador en Ginebra durante la Segunda Guerra Mundial. Durante su estadía diplomática, entre 1942 y 1945, nombró a George Mandel-Mantello, un refugiado judío de Rumania que residía en Ginebra, como Primer Secretario de su consulado y le autorizó a emitir miles de ”certificados de ciudadanía” para refugiados judíos en la Europa ocupada. Estos documentos protegían de deportación a su portador, al servir como declaración oficial de que éste era un ciudadano reconocido por el país latinoamericano. Compromiso entrevista aquí a los nietos de este “Justo Entre las Naciones”, conforme lo reconoció el Museo del Holocausto de Israel. 

 -¿Cómo y cuándo se enteraron de la gesta de vuestro abuelo?

Desde pequeños nuestra abuela de parte de madre nos contaba que nuestro abuelo había sido un hombre muy importante, un héroe de la Segunda Guerra Mundial. Ella se dio cuenta de las hazañas del Cnel. José Arturo Castellanos cuando salió la historia por primera vez en El Salvador. En el año 1975 el escritor Leon Uris visitó a El Salvador y buscó a nuestro abuelo de quien había oído mucho durante sus investigaciones para su libro «Exodus». Esta visita precipitó la única entrevista que dio el Coronel Castellanos que salió en el diario nacional «La Prensa Gráfica» sobre El Rescate que llevó a cabo con su amigo judío; George Mandl-Mantello. Aunque sabíamos que nuestro abuelito era un héroe, todavía éramos muy jóvenes para entender la importancia de lo que había hecho. Cuando nuestro abuelo fue nombrado Justo Entre las Naciones en 2010, comenzamos a investigar más, comenzamos a entender la complejidad y el gran alcance de la historia del rescate.

-¿Cómo llega él a Ginebra en ese momento clave? ¿A qué atribuyen su accionar?

Nuestro abuelo tuvo el puesto de Cónsul General en Hamburgo desde 1938 donde comenzó a visar pasaportes de gente judía quienes intentaban salir de Alemania. Cuando la guerra se intensifica en el año 1942, El Salvador le declara la guerra a Alemania y el coronel pide un traslado a Ginebra, ya que los bombardeos aliados se intensificaban muy cerca del consulado Salvadoreño que se situaba cerca de la estación de ferrocarril «Dammtor» un objetivo importante para los aliados.

-¿Cuántos judíos fueron salvados por el Coronel Castellanos? ¿Han conocido en persona a algunos de los supervivientes salvados por vuestro abuelo?

La historia de nuestro abuelo el Cnel. Castellanos es única entre muchos diplomáticos nombrados Justos Entre las Naciones por Yad Vashem porque no hay otro ejemplo donde un diplomático no-judío colaboró con un judío para llevar a cabo a lo que solo se le puede llamar una «mission de rescate». Según el Museo del Holocausto de EEUU, más de 13,000 documentos se produjeron y se distribuyeron desde el consulado de El Salvador en Ginebra. Es por eso que hay cifras usadas por el gobierno salvadoreño y otros de decenas de miles de judíos salvados, tomando en cuenta que cada documento podía salvar múltiples miembros de familia y también que los documentos fueron replicados por diferentes actores en Hungría y otros lugares, salvando much mas personas. El museo del Holocausto de los Estados Unidos dice “más de 10,000 aunque es muy difícil de dar una cifra exacta”. Como es casi impossible obtener una cifra científica, en nuestro documental, tenemos cuidado de no citar un número fijo, prefiriendo hablar de los miles salvados por la acción del Cnel. Castellanos. Creemos que la importancia de esta historia no está en el numero exacta de personas salvadas, si no que en el impulso humanístico de nuestro abuelo para ayudar a tantas personas que no conocía.

-Él no es tan conocido como Oscar Schindler o Raoul Wallenberg. ¿Eso los llevó a realizar el documental que cuenta su historia? ¿Para hacer justicia con un héroe que residía en el anonimato?

Sí, el desconocimiento de la historia de nuestro abuelo, El Cnel. José Arturo Castellanos su vida y su gran hazaña, fue una de las cosas que nos impulsó a documentar su historia para que los jóvenes y las nuevas generaciones puedan aprender de su historia y puedan tomar su ejemplo. Viajamos por todo el mundo difundiendo la historia – cuando regresemos a Argentina queremos dar más charlas en escuelas y presentar el RESCATE A Live Film-Concerto de nuevo. Necesitamos la ayuda y apoyo de organizaciones como la DAIA – este trabajo es crítico: el de no-Judíos que se dedican hoy a hablar contra el anti-semitismo; pero si necesitamos apoyo. “We cannot do this alone!” – como el Rescate de nuestro abuelo – el no lo pudo haber hecho solo sin la ayuda de su amigo Judío.

-Cuéntennos sobre la experiencia de realizar este film.

Boris: El proyecto comenzó con la idea de mi hermano Álvaro, de confrontar a nuestro padre después de muchos años de no verlo, y entrevistarlo para conocer más de nuestro abuelo. Cuando tratamos de contactarlo, nuestra familia en El Salvador nos avisó que nuestro padre ya había fallecido (perdimos todo contacto con nuestro padre cuando emigramos de El Salvadora con nuestra madre a Canadá en los años 80). Aunque habíamos perdido la oportunidad de entrevistar a nuestro papá, decidimos entrevistar a otros miembros de nuestra familia quienes habían conocido bien a nuestro abuelo y también a los sobrevivientes del holocausto que todavía vivían y fueron salvados por su acción de rescate. Comenzamos a filmar en 2013 en Israel y terminamos en 2016, acumulando cientos de horas de tomas y entrevistas que fueron editadas para crear la versión de «EL RESCATE – Un Film-Concierto» que estrenamos en junio de 2017 en Toronto y que hemos estado girando en Sudamérica y Europa como un “FILM-CONCIERTO ENVIVO» este año pasado.

-¿A qué países ha llegado este documental? ¿Qué impacto ha tenido en las audiencias?

Comenzamos con el estreno de nuestro concepto llamado «Film-Concerto» en Junio de 2017 en Toronto (un evento asistido por más de 350 personas). Este concepto se trata de la proyección del film, acompañada con la rendición en vivo de la banda sonora del film, tocada por una orquesta de seis o más músicos, incluyendo a Boris Castellanos en piano y Álvaro Castellanos en contrabajo más violín, cello, flauta y percussion. Después del estreno en Toronto hicimos una presentación especial en Ottawa, la capital de Canadá, en la residencia del Embajador Alemán. En el verano de 2017 hicimos una corta gira en Centro América, presentando el film en Panamá y Costa Rica, y también presentamos la película en Septiembre en Santiago de Chile y en Buenos Aires, donde hicimos 2 presentaciones para jóvenes y estudiantes y una para el público general en el Teatro Conti – (la ex ESMA incluyendo la escuela Alemana de LANUS y la escuela ORT en BA). En cada país hemos hecho presentaciones en escuelas como la escuela alemana Humboldt en Costa Rica y la Escuela de Fatima en Panamá donde hablamos con los estudiantes para educarlos sobre el anit-semitismo, los derechos humanos y la importancia de todos los «Justos Entre las Naciones». Acabamos de regresar de Alemania donde presentamos la versión alemana de nuestro film en Berlin y Hamburgo (DIE RETTUNG – Ein Live Filmkonzert). En todos los lugares donde hemos presentado, nuestro film ha atraído el interés de muchos judíos y no-judíos, viejos y jóvenes de varias grupos y comunidades con el efecto de crear enlaces y vínculos entre estos grupos diversos. Por ejemplo, en Buenos Aires una de nuestras presentaciones fue asistida por la escuela Alemana de Lanús, y la escuela de ORT, entre cuales han habido episodios de provocaciones y antisemitismo. Fue la primera vez que las dos escuelas se han reunido para un evento cultural o educacional.

-Yad Vashem lo ha reconocido como un justo entre las naciones en 2010 ¿Cómo han vivido eso ustedes, sus descendientes?

Nosotros sentimos un profundo orgullo cuando Yad Vashem honró a nuestro abuelo en 2010. Además de sentirnos orgullosos, sentimos también que
teníamos el deber de hacer lo que pudiéramos como artistas para difundir la historia y las hazañas por cuales nuestro abuelo ha sido honrado como Justo Entre las Naciones. EL RESCATE – Un Film-Concierto es nuestro modo de honrar la memoria de nuestro abuelo y al mismo tiempo continuar su legado.

-Para finalizar, un mensaje para la comunidad judía de la Argentina por favor.

De parte de la familia Castellanos, le mandamos a la comunidad judía en la Argentina un mensaje gratitud y amistad. Gracias también a la Embajada de Alemania en Argentina y al Teatro Haroldo Conti (Claudio Avruj y Alex Kurland) por su gran ayuda en hacer nuestro sueño realidad de traer El Rescate a Argentina. Esperamos regresar muy pronto a vuestro lindo país para compartir con ustedes la increíble historia del Cnel. José Arturo Castellanos y EL RESCATE un Film-Concierto en vivo. Para descubrir más pueden visitar – www.castellanosmovie.com.

The Times of Israel, The Times of Israel - 2017

The Times of Israel

Por Julián Schvindlerman

  

Happy Posthumous Birthday, Mr. Churchill – 30/11/17

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By Julian Schvindlerman
The Times of Israel – 30/11/17

http://blogs.timesofisrael.com/happy-posthumous-birthday-mr-churchill/

Yesterday we commemorated the 70th anniversary of the Partition of Palestine, contained in General Assembly resolution 181, of 1947. Today, November 30th, we would do well to remember the birth of one of the most extraordinary men and influencing leaders of the Twentieth Century: Winston Leonard Spencer Churchill. Remembering it a day after an anniversary of the United Nations vote that created one of the legal bases for the establishment of the state of Israel is especially appropriate. After all, Winston Churchill (Oxfordshire, 1874 – London, 1965) was a fervent supporter of the Zionist cause and a good friend of the Jews.

His natural pro-Jewish sympathies can be seen early, in a letter sent to his mother from Paris in 1898. France at the time was shocked by the Dreyfus case. “Bravo Zola!” wrote young Winston, “I am delighted to witness the complete debacle of this monstrous conspiracy.” In 1905, after a second pogrom in the Russian city of Kishinev that left 19 Jews dead, Churchill spoke before a crowd in Manchester and condemned “the appalling massacres and detestable atrocities recently committed in the Empire of Russia.” In 1920, in an article published in the Illustrated Sunday Herald, he opined about the Jews that “no thoughtful man can doubt the fact that they are beyond all question the most formidable and most remarkable race which has ever appeared in the world.” As an anti-Communist, he harangued against what he called “the foul baboonery of Bolshevism”, but unlike other compatriots who associated the Jews with the Bolsheviks and denied them support for their national cause, Churchill saw that Zionism offered the Jews an alternative to communism. Recognizing the disproportion of Jews in the Bolshevik movement relative to the size of Russian Jewry, he nonetheless postulated that “In violent contrast to international communism, it presents to the Jew a national idea of a commanding character.”

In a message sent in 1908 to the British Zionist Federation, Churchill noted: “I am in full sympathy with the historical traditional aspirations of the Jews. The restoration to them of a center of true racial and political integrity would be a tremendous event in the history of the world.” In 1921, during a visit to Palestine, just before planting a tree on the site where four years later the Hebrew University of Jerusalem would be built, Churchill said: “Personally, my heart is full of sympathy for Zionism … I believe that the establishment of a Jewish National Home in Palestine will be a blessing to the whole world, a blessing for the Jewish race scattered all over the world, and a blessing to Great Britain.” To a delegation of Zionists who visited him in Jerusalem he said: “I am myself perfectly convinced that the cause of Zionism is one which carries with it much that is good for the whole world, and not only for the Jewish people, but that it will also bring prosperity and contentment and advancement to the Arab population of this country.”

But not only before Hebrew audiences would Churchill defend Zionism. During a debate in the British parliament in 1922, he declared “I say, in all consistency and reasonable fair play, that does not justify the House of Commons at this stage in repudiating the general Zionist policy” and celebrated the fruits of Jewish labor in Palestine by marking the contrast with the reluctance of the Arabs: “Left to themselves, the Arabs of Palestine would not in a thousand years have taken effective steps towards the irrigation and electrification of Palestine. They would have been quite content to dwell -a handful of philosophic people- in the wasted sun-scorched plains…”.

When an Arab-Palestinian delegation went to exert pressure on him to adopt an anti-Zionist stance, he replied: “You have asked me in the first place to repudiate the Balfour Declaration and to veto immigration of Jews into Palestine. It is not in my power to do so nor, if it were in my power, would it be my wish.” After a long plea in favor of the pro-Zionist policy of the British government, Churchill admonished the Arab-Palestinian delegates: “If instead of sharing miseries through quarrels you will share blessings through cooperation, a bright and tranquil future lies before your country.”

In addition to questioning the Arabs, Churchill was critical of Islam and the fundamentalism that was beating within it. In his 1899 book The River War he wrote: “Individual Moslems may show splendid qualities –but the influence of the religion paralyzes the social development of those who follow it. No stronger retrograde force exists in the world. Far from being moribund, Mohammedanism is a militant and proselytizing faith.” In 1921 he informed the House of Commons about the emerging extremism in Saudi Arabia, the Wahhabi sect. He said that the Wahabis “profess a life of exceeding austerity, and what they practice themselves they rigorously enforce on others. They hold it as an article of duty, as well as of faith, to kill all who do not share their opinions and make slaves of their wives and children.” Churchill concluded: “Austere, intolerant, well-armed, and blood-thirsty, in their own regions the Wahabis are a distinct factor which must be taken into account, and have been, and still are, very dangerous to the holy cities of Mecca and Medina.”

A decade before his death he bequeathed this phrase to the Jewish people. “You ought to let the Jews have Jerusalem,” he told a British officer in 1955 at Buckingham Palace during a luncheon with the Sha of Iran, “it is they who made it famous.”

Churchill was a British politician above all things. At times he adopted positions contrary to Zionism, such as when he split a portion of the territory promised to the Jews for its National Home to create Transjordan (the current Kingdom of Jordan) or when he issued a White Paper restricting Jewish immigration to Palestine, among other measures. But it is fair to say that in his role as parliamentarian (1904-1908), cabinet minister (1921-1922) and prime minister (1940-1945) he maintained a consistent pro-Jewish personal position and a courageous pro-Zionist political stance. Beyond his role in British affairs in Palestine, his greatest contribution to the well-being of the Jewish people was -without a doubt- to have been the leader who faced rhetorically like no one else, and defeated militarily (with the support of the United States and Russia) Adolf Hitler, the greatest enemy of the Jews in history.
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[Versión en español]

Feliz cumpleaños póstumo, Sr. Churchill

Por Julián Schvindlerman
The Times of Israel – 30/11/17

Ayer hemos conmemorado los 70 años de la Partición de Palestina, contenida en la resolución 181 de la Asamblea General, de 1947. Hoy, 30 de noviembre, bien haríamos en recordar el nacimiento de uno de los hombres más extraordinarios y uno de los líderes más influyentes del siglo XX: Winston Leonard Spencer Churchill. Recordarlo un día después de un aniversario de la votación de las Naciones Unidas que creó una de las bases legales para el establecimiento del estado de Israel es especialmente adecuado. Después de todo, Winston Churchill (Oxfordshire, 1874 – Londres, 1965) fue un ferviente defensor de la causa sionista y un buen amigo de los judíos.

Sus naturales simpatías pro-judías pueden verse tempranamente, en una carta enviada a su madre desde Paris en 1898. Francia estaba entonces conmocionada por el caso Dreyfus. “¡Bravo Zola!”, escribió el joven Winston, “estoy deleitado de presenciar la completa debacle de esta conspiración monstruosa”. En 1905, tras un segundo pogromo en la ciudad rusa de Kishinev que dejó 19 judíos muertos, Churchill habló ante una multitud en Manchester y condenó “las masacres apabullantes y atrocidades detestables recientemente cometidas en el Imperio de Rusia”. En 1920 en un artículo publicado en el Illustrated Sunday Herald opinó sobre los judíos que “ningún hombre pensante puede dudar del hecho de que ellos son más allá de todo interrogante la raza más formidable y más destacada que alguna vez haya aparecido en el mundo”. Como buen anticomunista, arengó contra lo que llamó “el babuino inmundo del bolchevismo”, pero a diferencia de otros compatriotas que asociaron a los judíos con los bolcheviques y les negaron apoyo a su causa nacional, Churchill vio que el sionismo ofrecía a los judíos una alternativa al comunismo. Reconociendo la desproporción de judíos en el movimiento bolchevique relativo al tamaño de la judería rusa, no obstante postuló que “En violento contraste con el comunismo internacional, presenta al judío una idea nacional de un carácter dominante”.

En un mensaje enviado en 1908 a la Federación Sionista Británica, Churchill anotó: “Tengo plena simpatía con las aspiraciones tradicionales históricas de los judíos. La restauración a ellos de un centro de verdadera integridad política y racial sería un acontecimiento tremendo en la historia del mundo”. En 1921, durante una visita a Palestina, Churchill dijo justo antes de plantar un árbol en el sitio donde cuatro años más tarde sería edificada la Universidad Hebrea de Jerusalem: “Personalmente, mi corazón está lleno de simpatía por el sionismo… Creo que el establecimiento de un Hogar Nacional Judío en Palestina será una bendición para todo el mundo, una bendición para la raza judía esparcida por todo el mundo, y una bendición para Gran Bretaña”. A una delegación de sionistas que lo visitó en Jerusalem le aseguró: “Yo estoy perfectamente convencido que la causa del sionismo acarrea mucho de lo que es bueno para el mundo, y no sólo para el pueblo judío, sino que también traerá prosperidad y satisfacción y desarrollo a la población árabe en este país”.

Pero no solamente ante audiencias hebreas defendería Churchill al sionismo. Durante un debate en el parlamento británico en 1922, declaró “Yo digo, con toda la consistencia y razonable juego limpio, que no se justifica que la Cámara de los Comunes en esta etapa repudie la política general sionista” y celebró los frutos de la labor judía en Palestina marcando el contraste con el desgano de los árabes: “Dejados a sus anchas, los árabes de Palestina ni en mil años hubieran tomado pasos efectivos para la irrigación y electrificación de Palestina. Ellos hubieran estado bastante contentos con deambular -un grupo de personas filosóficas- en las llanuras desperdiciadas y quemadas por el sol…”.

Ya cuando una delegación árabe-palestina había ido a presionarlo previamente para que adoptase una postura anti-sionista, él respondió: “Ustedes me han pedido en primer lugar que repudie la Declaración Balfour y que vete la inmigración de judíos a Palestina. No está en mi poder hacer eso, ni, si estuviera en mi poder, sería tal cosa mi deseo”. Tras un largo alegato a favor de la política pro-sionista del gobierno británico, Churchill amonestó a los delegados árabes-palestinos: “Si en lugar de compartir miserias por medio de peleas ustedes compartieran bendiciones a través de la cooperación, un futuro tranquilo y brillante yace ante su país”.

Además de cuestionar a los árabes, Churchill se mostró crítico del Islam y del fundamentalismo que latía en su seno. En su libro River War de 1899 escribió: “Musulmanes individuales pueden mostrar cualidades espléndidas; pero la influencia de la religión paraliza el desarrollo social de aquellos que la siguen. No existe una fuerza retrograda mayor en el mundo. Lejos de estar moribundo, el Mahometanismo es una fe militante y proselitista”. En 1921 informó a la Cámara de los Comunes a propósito del extremismo emergente en Arabia Saudita, la secta wahabita. Dijo que los wahabis “profesan una vida de austeridad excesiva, y lo que practican ellos mismos rigurosamente lo fuerzan sobre otros. Mantienen como artículo de deber, así como de fe, matar a quien no comparte sus opiniones y esclavizan a sus mujeres y sus hijos”. Concluyó Churchill: “Austero, intolerante, bien armado, y sanguinario, en sus propias regiones los wahabis son un factor distintivo que debe ser tenido en cuenta, y han sido, y todavía son, muy peligrosos a la ciudades santas de Meca y Medina”.

Una década antes de su muerte legó esta frase al pueblo judío. “Deben dejar a los judíos tener Jerusalem”, dijo a un oficial británico en 1955 en el Palacio de Buckingham durante un almuerzo con el Shá de Irán, “fueron ellos quienes la hicieron famosa”.

Churchill fue un político británico por sobre todas las cosas. Por momentos adoptó posiciones contrarias al sionismo, como cuando escindió una porción del territorio prometido a los judíos para su Hogar Nacional al crear Transjordania (el actual Reino de Jordania) o cuando emitió un Libro Blanco que restringía la inmigración judía a Palestina, entre otras medidas. Pero es justo decir que en sus funciones de parlamentario (1904-1908), ministro del gabinete (1921-1922) y primer ministro (1940-1945) mantuvo una consistente posición personal pro-judía y una valiente postura política pro-sionista. Más allá de su papel en los asuntos británicos en Palestina, su mayor contribución al bienestar del pueblo judío fue -sin embargo y sin lugar a dudas- haber sido el líder que enfrentó retóricamente como nadie, y derrotó militarmente (con el apoyo de Estados Unidos y Rusia) a Adolfo Hitler, el máximo enemigo de los judíos en la historia.

Posdata: todas las citas pueden hallarse en Churchill and the Jews: A Lifelong Friendship de Martin Gilbert.

La Ilustración Liberal

La Ilustración Liberal

Por Julián Schvindlerman

  

Un turista extraño en Israel: Jalal Al-E Ahmad – Primavera-Verano 2017

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Por Julián Schvindlerman
Artículo publicado en La Ilustración Liberal (España)

Este año, el gobierno iraní instaló un reloj en Teherán que marca la cuenta regresiva hacia la destrucción de Israel en el 2040, según pronosticó el Ayatolá Alí Khameini. El año pasado, el ejército persa hizo prácticas de tiro con misiles contra objetivos marcados con una Estrella de David. El año previo organizó un concurso mundial de caricaturas negadoras del Holocausto. En consecuencia, si este articulista afirmara que el ideólogo más prominente de la revolución Khomeinista visitó Israel, volvió a su país fascinado con el estado judío y volcó sus impresiones en un texto que hizo público, ¿alguien lo creería? Eso ocurrió en los años sesenta, época en la que el ayatolá Ruholá Khomeini estaba denunciando al Sha Reza Pahlevi como un “judío infiel”, preguntando retóricamente “¿es el Sha un israelí?” y afirmando que “Israel no desea que el Corán exista en este país”. Y algo más: el turista en cuestión, Jalal Al-e Ahmad, fue el único escritor contemporáneo al que Khomeini alguna vez alabó. Su influencia en la revolución islámica que derrocó a Pahlevi fue tan poderosa que la República Islámica de Irán ha puesto su rostro en estampillas de la nación y ha bautizado un premio literario en su honor.

Jalal Al-e Ahmad alcanzó fama sideral en su país natal con la publicación en 1962 de su obra cumbre, Gharbzadegi, usualmente traducida como Occidentosis o Westoxification. Básicamente era un tratado contra la influencia occidental en Irán, en el que postulaba que el Occidente era una toxina que estaba contaminando a los iraníes y el Islam era el antídoto esencial. En su búsqueda del “socialismo divino”, como Bernard Avishai caracterizó en un ensayo en Foreign Affairs, Al-e Ahmad creyó que el islamismo iraní tenía algo que aprender del sionismo.
A diferencia de los árabes a su alrededor, que veían a Israel como una manifestación de la occidentalización del Oriente Medio, Al-e Ahmad consideraba al estado judío como un foco integrador del Este y el Oeste, una suerte de utopía oriental que se extendía desde Tokio hasta Tel-Aviv: “si uno mira con los ojos de un oriental como yo, desprovisto de fanatismo e hipérbole y resentimiento, preocupado por el futuro de un Oriente del cual un fin es Tel-Aviv y el otro Tokio, y sabiendo que este mismo Oriente es el germen de eventos futuros y la esperanza de un mundo cansado del Occidente y la Occidentosis; en los ojos de este oriental, Israel, con todas sus fallas y contradicciones encubiertas dentro suyo, es una base de poder, un primer paso, el heraldo de un futuro no muy lejano”.

Se refirió a Israel con un término singular de la teología chií, velayet¸ una entidad política custodiada por Dios; comparó a David Ben-Gurión y Moshé Dayan con Enoc y Yoav (“estos guardianes, cada cual con sus propias profecías o -al menos- visión clara, construyeron un estado-guardián en la tierra de Palestina y llamaron a ella a todos los Hijos de Israel”); y arrojó esta frase poderosa: “La presencia de Israel en el Oriente es un medio para retornar al Islam”. Consideró al país judío como un aliado que, tal como Irán, padecía el acoso de los árabes: “Yo, que he sufrido en manos de estos árabes desarraigados, estoy feliz con la presencia de Israel en el Oriente”.

En una nota publicada en la revista Tablet en la que analiza este texto, Scott Abramson indica que este pensador iraní vio en el kibutz israelí la cristalización de la posibilidad de la modernización sin occidentalización. “Es”, Al-e Ahmad argumentó, “la piedra basal de la Casa de Israel”. El modelo de granja colectiva sionista llamó su atención especialmente tras su alejamiento del partido comunista iraní en los años cuarenta. Escéptico del estalinismo, vio en el kibutz una alternativa a la opresión colectivista soviética. Anotó en el libro de visitantes del kibutz Ayelet Hashahar por el que pasó: “Según lo veo, el kibutz es la respuesta al problema de todos los países, incluyendo al nuestro”. Tal como nos informa el académico y traductor al inglés de Al-e Ahmad, Samuel Thrope, este intelectual iraní mostró interés por Israel y por los judíos tempranamente, dedicando tiempo a la lectura de la Biblia hebrea y el Nuevo Testamento, y redactando dos cuentos basándose en esas lecturas: “El tercer libro de los reyes” y “La epístola de Pablo el apóstol a los escritores”. También leyó las transcripciones de los juicios de Núremberg mucho antes de su futuro viaje a Israel. Cuando lo hizo, recorrió el Museo del Holocausto de Israel, Yad Vashem, y se apenó por “los 6 millones de judíos que fueron masacrados en los crematorios de una Europa leprosa de fascismo”.

A pesar de la perspicacia sociológica y la apertura mental que el autor puso en evidencia, sucumbió también a las nociones de la época (aún perviven) a propósito de la presunta culpabilidad occidental en el nacimiento pecaminoso de Israel. Sión fue el resultado de la Shoá, una “indemnidad toscamente realizada por los pecados de los fascistas” dirá. Europa exterminó a los judíos, reconocerá, pero “yo, un oriental, estoy pagando el precio”. Israel es descripta como “un milagro” aunque es a la vez “el puente seguro del capitalismo occidental” hacia la región. Postulará además que “Israel es la cortina que el cristianismo dibujó entre sí mismo y el mundo del islam para evitar que yo vea el peligro real”. Y más allá de su tipificación de Israel como velayet, ponderará la existencia de Israel así: “un pueblo, una tribu, una comunidad religiosa, o los restos sobrevivientes de las doce tribus -cualquier designación que usted prefiera- a través de la historia, tradiciones y mitos padecidos por el despojo y el exilio, y alimentados muchos sueños en sus corazones hasta que finalmente se asentaron, en cierto modo, en respuesta a tales esperanzas y en una tierra ni especialmente prometedora ni ´prometida´”.

El viaje de Jalal Al-e Ahmad a la nación hebrea aconteció en febrero de 1963 y duró al menos siete días. Fue un invitado oficial del Estado de Israel. Recorrió Jerusalem, Tel-Aviv, Haifa, Akko y Nazareth, acompañado por su esposa, la literata Simin Daneshvar, autora de la primera novela escrita por una mujer en la Persia moderna y docente en la Universidad de Teherán, quien disertó en la Universidad Hebrea de Jerusalem y a quien le ofrecieron un encuentro con Golda Meir, pero declinó. Visitaron Yad Vashem, un kibutz en la Galilea, asistieron a la ópera de Tel-Aviv, se reunieron con escritores y poetas y participaron de una excavación arqueológica. Al año siguiente de su regreso a Irán, Al-e Ahmad publicó un artículo sobre esta visita, titulado “Viaje a la Tierra de Israel”. Al poco tiempo recibió un llamado de un seminarista indignado, un joven de veinticinco años llamado Alí Khameini, quién un cuarto de siglo más tarde sería consagrado como Líder Supremo de Irán. Al recordar esa conversación años después, Khameini dirá que ese artículo le causó “descontento y objeción” y que le “golpeó como una ola”. Thrope señala que al futuro Gran Ayatolá sin duda no le agradó la ponderación positiva que Al-e Ahmad hizo de Israel, pero más disgusto le habrá causado el modo en que el pensador iraní elogió al estado judío. El autor exhibía una prosa rica en jerga islámica, fuertemente arraigada en las fuentes clásicas del chiísmo, y exaltaba a Israel de manera cuasi-religiosa.

Cinco años después de haber publicado su racconto acerca de la travesía en Israel, Al-e Ahmad fallecía, a los 46 años. A quince años de su muerte y a veinte de la aparición de aquél artículo, su hermano Shams publicó en formato de libro las impresiones que Jalal continuó escribiendo en los años siguientes sobre ese viaje trascendental, con un título que reflejaba el nuevo momento -entrado ya un lustro de revolución Khomeinista- en la relación entre esas naciones: “Viaje a la Tierra del Ángel de la Muerte”. Aunque Al-e Ahmad nunca se refirió a Israel de esa manera, sus reflexiones sí contenían cuestionamientos duros, como los arriba citados. Especialmente a partir de 1967, tras la Guerra de los Seis Días, parece haber cambiado radicalmente su manera de ver a Israel y a los judíos. En el quinto capítulo del libro, el autor hace un giro en U absoluto y escribe frases tomadas del manual del antisemita clásico: “La prensa francesa está en manos de los judíos”; “Los judíos administran todos los transmisores de televisión en Nueva York”; “El pueblo judío es frugal, por supuesto”; “Es el sionismo lo que es peligroso, puesto que es la otra cara de la moneda del nazismo y el fascismo”; etcétera. Pide también que palestinos e israelíes sigan los dictados del pensador judío alemán Martin Buber y conformen un estado binacional, aunque desaprueba los llamados de los árabes a echar a los judíos al mar.

Entre los expertos abundan las dudas acerca de la verdadera autoría de este quinto capítulo atribuido a Al-e Ahmad. Es tan fuerte el contraste en tono, contenido y estilo con el resto de los cuatro capítulos previos (dos de los cuales abarcan su artículo publicado) que varios han planteado la conjetura de que Shams falsificó el texto original. Después de todo, él mintió al decir que su hermano había sido asesinado por agentes del Sha y fue designado por Khomeini para dirigir el Comité de la Revolución Cultural. Es perfectamente posible que haya fraguado los escritos de su hermano para redimir el honor de éste ante sus pares islamistas y amoldar su visión a la ideología del régimen ayatolá. No obstante, otros argumentan que ese capítulo final bien podría haber nacido de la pluma de un escritor afectado por los hechos de 1967 y que a lo largo de su corta vida transitó caminos ideológicos muy dispares. Educado religiosamente, rompió con su familia al abrazar al marxismo, luego dejó el partido comunista para convertirse al existencialismo, fue un admirador del sionismo y terminó su viaje en el Islamismo. Tuvo un historial de entusiasmos que terminaron en desencantos. En Occidentosis, Al-e Ahmad condena a los iraníes occidentalizados, no obstante – como señala Thrope- él mismo era uno de esos sujetos despreciados: un librepensador progresista; un musulmán no-practicante de la religión; un intelectual franco-parlante, traductor de Sartre y Camus; un trotamundos que visitó Europa, Rusia, Arabia Saudita, Israel y Estados Unidos (¡incluso participó de un seminario en Harvard dictado por Henry kissinger!). La contradicción no era para él un atributo de ajenidad.

Cualquiera sea la verdad en lo relativo a este capítulo quinto, no parece haber dudas acerca de la originalidad de los previos. El hecho de que “el gurú de los ayatolás” -como lo ha llamado Avishai-, el persa icónico Jalal Al-e Ahmad, haya apreciado a Israel y haya considerado al estado-nación de los judíos un modelo para el islam y para Irán, nada menos, califica como uno de los acontecimientos más peculiares de la historia de las ideas del Medio Oriente moderno.

Varios

Varios

Por Julián Schvindlerman

  

“Urbanicidio” y “anarquitectura” en la política antiterrorista israelí – 13/11/17

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Artículo en El Medio – 13/11/17


El israelí Eyal Weizman es arquitecto, profesor de Culturas Espaciales y Visuales en la Universidad de Londres, uno de los fundadores del colectivo Decolonizing Architecture Art Residency de Belén y autor de Hollow Land, cuyo capítulo séptimo se titula “Across the Walls: Military Operations as Urban Planning”. La editorial española Errata Naturae –que incluye en su catálogo Viaje a la Palestina ocupada, de Eric Hazan, y El enemigo declarado, de Jean Genet– transformó ese capítulo en un pequeño libro, al que tituló A través de los muros. Cómo el Ejército israelí se apropió de la teoría crítica postmoderna y reinventó la guerra urbana.

Ya desde el título se anuncia un viaje a lo intelectualmente bizarro e ideológicamente adverso. El autor hace un buen trabajo de investigación, nutrido de referencias eclécticas a personalidades tan dispares como el oficial arabista británico T. E. Lawrence, el estratega prusiano Carl von Clausewitz, el teórico militar posnapoleónico Antoine-Henri Jomini, la escritora palestina contemporánea Adania Shibli, la filósofa alemana Hannah Arendt, el sociólogo de la Escuela de Frankfurt Herbert Marcuse y el periodista israelí antiisraelí Gideon Levy, entre otros. Weizman busca interpretar el cruce entre arquitectura y praxis bélica en el marco de las operaciones antiterroristas de Israel en las ciudades palestinas durante la Segunda Intifada, y la influencia que la teoría crítica posmoderna ha tenido en la doctrina de la guerra urbana de las IDF (Fuerzas de Defensa de Israel). Sostiene que el Instituto de Investigación en Teoría Operacional (OTRI, por sus siglas en inglés), un departamento del Ejército israelí, se benefició del pensamiento de una serie de artistas, filósofos, ensayistas y arquitectos para dar forma a una acción militar urbana singularmente exitosa, al punto de que fue estudiada por los Ejércitos de Estados Unidos, Inglaterra y Australia.

Según el autor, el OTRI incorporó a sus manuales de instrucción los escritos de Gilles Deleuze y Félix Guattari, autores de Mil mesetas: capitalismo y esquizofrenia; de Guy Debord y otros miembros de la Internacional Situacionista, que auspiciaban la adaptación de construcciones a usos novedosos en lo que llamaron détournement; de George Bataille, con su búsqueda del desmantelamiento del “racionalismo rígido de un orden de posguerra” para “liberar los deseos humanos reprimidos”; de Bernard Tschumi, arquitecto radical de izquierdas cuyo libro Arquitectura y disyunción el OTRI tradujo al hebreo; y hasta la anarquitectura (arquitectura anárquica) de Gordon Matta-Clark, una “tentativa de subversión del orden represivo del espacio doméstico” que consistía en desmantelar y transformar edificios abandonados. Las ideas poscoloniales, posestructuralistas y posmodernas de estos vanguardistas de los años 60 en adelante aparentemente contornearon una conducta bélica de los soldados de Israel en Cisjordania que el geógrafo británico Stephen Graham denominó “urbanicidio”.

Un precedente importante de las guerras urbanas, informa Weizman, se encuentra en el manual del mariscal francés Thomas Bugeaud La guerre des rues et des maisons. Escrito en 1849 para dar respuesta a las sublevaciones de clase registradas en Francia en aquellos tiempos, el texto proponía ampliar las calles y eliminar los edificios ubicados en las esquinas estratégicas de París. Un siglo y medio más tarde, el Ejército hebreo adoptaría el método de la geometría inversa, que consiste en atravesar los muros interiores de las casas de los palestinos para capturar terroristas, con lo que se evita dejar a los soldados expuestos al fuego enemigo en la vía pública. Este avance casa por casa desde sus mismos interiores “reinterpretó, cortocircuitó y recreó la sintaxis arquitectónica y urbana”, asegura el autor.

Para mejor entrenar a sus soldados en la guerra urbana, las IDF diseñaron un modelo tridimensional digital de Gaza y Cisjordania describiendo –“al mínimo detalle”, apunta Weizman– el emplazamiento de las puertas y ventanas de cada casa. Luego construyeron en el desierto del Néguev una maqueta a escala real de una localidad palestina, con un mercado de calles estrechas, un campo de refugiados, un sector religioso y un vecindario rural. Weizman informa de que un aclamado escenógrafo de un teatro de Tel Aviv fue convocado para diseñar unos efectos especiales que reprodujeran lo que sucede en un combate real. El Ejército israelí también contrató a una firma high-tech local para que fabricara un dispositivo que permitiera ver –y disparar– a través de las paredes: dotado de un radar e imágenes térmicas, produce imágenes tridimensionales de la vida biológica al otro lado del muro. Al parecer, Israel contaría con las armas adecuadas para disparar a través del concreto sin desvíos de trayectoria significativos. Por otro lado, sus comandos estudian la fisonomía, las voces, el comportamiento y los hábitos de los objetivos terroristas para poder eliminarlos con precisión al momento de dar con ellos imprevistamente.

Eyal Weizman ve todo esto con horror. Asegura que Israel concibe la que se desarrolla en entornos urbanos como “la última forma posmoderna de la guerra”. Con contemplación filosófica, sentencia que Israel ha elevado su tecnología “al nivel de la metafísica, tratando de moverse más allá del aquí y ahora de la realidad física, colapsando el espacio y el tiempo”. Lamenta que la educación en Humanidades, que “es el arma más poderosa para combatir el imperialismo capitalista”, se haya convertido en “herramienta del mismísimo poder colonial”. Postula: “Si los muros intentan contener la entropía natural de lo urbano, romperlos supondría liberar nuevas formas políticas y sociales”; pero estas acciones, en manos de los soldados israelíes, se han transformado en la “fundamentación de un ataque contra el frágil hábitat de los refugiados palestinos en estado de sitio”. En ningún momento considera que, al poner sus soldados sobre el terreno y no bombardear desde el aire, Israel buscó minimizar las bajas civiles palestinas, aun al precio de exponer las vidas de sus propios hombres. Por el contrario, para Weizman, “la transgresión de los límites domésticos debe ser entendida como la manifestación extrema de un estado represivo”.

A lo largo de las 110 páginas de esta obra, en ningún lugar podrá uno hallar la palabra terrorista asociada a los combatientes palestinos, aun cuando son identificados como miembros de los brazos armados de Hamás (Izedín al Qasam), la Yihad Islámica Palestina (Saraya al Quds) o Fatah (Brigadas de los Mártires de Al Aqsa); incluso de Hezbolá o Al Qaeda. Los únicos términos de referencia son “resistentes”, “guerrilleros” o “personas”. A los comités populares nacidos durante la Segunda Intifada para coordinar ataques contra israelíes, integrados por representantes de los grupos laicos y fundamentalistas palestinos, los presenta como un ejemplo de “democracia participativa”. Y en cuanto a la valla de seguridad (“el muro”, en su lenguaje), dice que mientas sea algo “constantemente permeable y transparente sólo desde uno de sus lados, Israel seguirá siendo soberana sobre los territorios palestinos”. Vale decir, si Israel ejerce su derecho de autodefensa ante actos de terror planeados en Gaza o Cisjordania, eso significa que Jerusalem es la soberana allí. No se le ha ocurrido pensar en la simetría lógica de su enunciado: si Hamás dispara cohetes contra Israel por encima del muro, ¿eso la convierte en soberana –y consecuentemente responsable– del territorio de Israel y de su población?

Este libro reúne a una editorial española no simpatizante de Israel con un académico israelí crítico de Israel exiliado part-time. Se dice que cuando uno sólo tiene un martillo en la mano, todos los problemas lucen como clavos. Cuando uno es un arquitecto progresista israelí enojado con las acciones defensivas de su país, la derivada será un libro que mezcla posmodernismo con urbanismo y política militar. Sorprendentemente, e ideología al margen, el resultado es estimulante, informativo y no del todo incoherente.

The Times of Israel, The Times of Israel - 2017

The Times of Israel

Por Julián Schvindlerman

  

Centennial of the Balfour Declaration: Nothing to apologize for – 06/11/17

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By Julian Schvindlerman
The Times of Israel – 06/11/17

http://blogs.timesofisrael.com/centennial-of-the-balfour-declaration-nothing-to-apologize-for-2/

The Palestinians have been demanding a British official apology for the Balfour Declaration, issued a hundred years ago this month. Instead they received these public pronouncements from the highest authorities of His Majesty’s Government. “We are proud of our pioneering role in the creation of the State of Israel,” said Prime Minister Theresa May at a dinner in London commemorating the 100th anniversary of the declaration, while condemning the “new and pernicious form of anti-Semitism which uses criticism of the actions of the Israeli government as a despicable justification for questioning the very right of Israel to exist”. Foreign Minister Boris Johnson said at a parliamentary session that the Balfour Declaration “paved the way for one of the greatest political triumphs of the 20th century, the creation of the State of Israel” and called the establishment of the Jewish state “an amazing achievement by humanity.”

But if the Palestinians wanted an apology, they should have also demanded it from the United States, France, Italy, China and Japan, among other nations that were then openly in favor of the Zionist cause. Even long before the Balfour Declaration, prominent international personalities had expressed their praise for the Zionist idea, which had not yet crystallized politically. As Yoram Hazony gathered in The Jewish State: The Struggle for Israel´s Soul, in the eighteenth century, with his army at the gates of Jerusalem, Napoleon Bonaparte announced: “Raise Israelites! Now is the time … to reclaim your political existence as a nation among nations.” US President John Adams exclaimed: “I really wish the Jews in Judea an independent nation.” Jean-Jacques Rousseau postulated: “I will never believe that I have seriously heard the arguments of the Jews until they have a free state of their own.” After a visit to Palestine at the end of the 19th century, the German Kaiser told Theodor Herzl: “The settlements that I have seen, the Germans as well as those of your own people, can serve as examples of what can be done with the country. There is room for everyone here.” With Zionism already marching in the 20th century, even an Arabist like T.E. Lawrence said that this movement was “a conscious effort, on the part of the less European people in Europe, to confront the drift of the years, and to return once again to the East from which they came”. This is how the famed Argentine writer Jorge Luis Borges pondered the rebirth of Israel: “What else were you, Israel, but that nostalgia, but that will to save, between the fickle forms of time, your old magic book, your liturgies, your loneliness with God?.”

Not only should London or no one else offer no apology to the Palestinian people, but their leaders should consider issuing one themselves for the actions of their ancestors. Did not the Grand Mufti of Jerusalem ally with Adolf Hitler during the Second World War? Did not the Arab political leaders launch pogroms against the Jewish communities in Palestine at the time of the British Mandate? Did not they begin a war of aggression in 1947 that violated the United Nations Partition resolution, with the aim of -as Ruth Wisse noted- throwing to the sea a people who had just been thrown into the ovens? This same extremism also expresses itself today when Palestinian leaders name squares, streets and schools in honor of famous terrorists and pay tribute to bloodthirsty dictators of the region. Just last month, as MEMRI showed, the Palestinian Authority inaugurated a monument to Saddam Hussein in Kalkilya with a painted slogan that reads “Palestine from the River to the Sea.”

One hundred years ago, Great Britain formalized a pro-Zionist policy rooted in the recognition of the historical bond of the Jewish people with the Land of Israel. Such connection was widely praised by illustrious personalities of the time. The Balfour Declaration was fair, and Theresa May deserves to be applauded for rejecting indignant protests from contemporary Palestinian leaders. “When some people suggest that we should apologize for this letter,” the premier said, “I say absolutely not.” Chapeau.
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[Versión en español]

Centenario de la Declaración Balfour: Nada por lo que disculparse

Por Julián Schvindlerman
The Times of Israel – 06/11/17

Los palestinos han estado reclamando una disculpa oficial británica por la Declaración Balfour, emitida cien años atrás este mes. En su lugar recibieron estos pronunciamientos públicos de parte de las máximas autoridades del Gobierno de Su Majestad. “Estamos orgullosos de nuestro papel pionero en la creación del Estado de Israel”, dijo la Primer Ministro Theresa May en una cena en Londres que conmemoraba el 100 aniversario de la declaración, y condenó la “nueva y perniciosa forma de antisemitismo que usa la crítica a las acciones del gobierno israelí como una despreciable justificación para cuestionar el derecho de Israel a existir”. El Ministro de Relaciones Exteriores Boris Johnson aseguró en una sesión parlamentaria que la Declaración Balfour “allanó el camino para uno de los mayores triunfos políticos del siglo XX, la creación del Estado de Israel” y calificó el establecimiento del estado judío como “un logro increíble para la humanidad”.

Pero si los palestinos querían una disculpa debían haberla exigido también a los Estados Unidos, Francia, Italia, China y Japón, entre otras naciones que se manifestaron en aquél entonces abiertamente a favor de la causa sionista. Aun mucho antes de la Declaración Balfour, grandes personalidades internacionales se habían expresado con elogios hacia la idea sionista, la que todavía no se había cristalizado políticamente. Como Yoram Hazony recopiló en El Estado judío: la lucha por el alma de Israel, en el siglo XVIII, con su ejército a las puertas de Jerusalem, Napoleón Bonaparte anunció: “¡Israelitas levantaos! Ahora es el momento… de reclamar vuestra existencia política como una nación entre las naciones”. El presidente estadounidense John Adams exclamó: “Realmente les deseo a los judíos en Judea una nación independiente”. Jean-Jacques Rousseau postuló: “Nunca creeré haber seriamente oído los argumentos de los judíos hasta que tengan un estado libre”. Tras una visita a Palestina a fines del siglo XIX, el Káiser alemán dijo a Theodor Herzl: “Los asentamientos que he visto, los alemanes así como también los de su propio pueblo, pueden servir de muestras de lo que puede hacerse con el país. Hay lugar aquí para todo el mundo”. Con el sionismo ya marchando en el siglo XX, incluso un arabista como T.E. Lawrence decía que este movimiento era “un esfuerzo consciente, de parte del pueblo menos europeo en Europa, de confrontar contra la deriva de los años, y regresar una vez más al Oriente del cual vinieron”. Así ponderó al Israel renacido el afamado escritor argentino Jorge Luis Borges: “¿Qué otra cosa eras, Israel, sino esa nostalgia, sino esa voluntad de salvar, entre las inconstantes formas del tiempo, tu viejo libro mágico, tus liturgias, tu soledad con Dios?”.

No solo Londres ni nadie debería ofrecer una disculpa al pueblo palestino, sino que sus líderes deberían considerar dar ellos mismos una por las acciones de sus antepasados. ¿Acaso no se alió el Gran Muftí de Jerusalem con Adolf Hitler durante la Segunda Guerra Mundial? ¿Acaso no lanzaron los líderes políticos árabes pogromos contra las comunidades judías en Palestina en la época del Mandato Británico? ¿Acaso no iniciaron en 1947 una guerra de agresión que violentó la resolución de Partición de las Naciones Unidas, con el fin de -como acotó de Ruth Wisse- echar al mar a un pueblo que acababa de ser echado a los hornos? Este mismo extremismo se expresa también en la actualidad cuando los líderes palestinos nombran plazas, calles y escuelas en honor de famosos terroristas y rinden tributo a sanguinarios dictadores de la región. Apenas el mes pasado, como mostró MEMRI, la Autoridad Palestina inauguró un monumento a Saddam Hussein en Kalkilya con un eslogan pintado que dice “Palestina del Río al Mar”.

Cien años atrás, Gran Bretaña oficializó una política pro-sionista arraigada en el reconocimiento del vínculo histórico del pueblo judío con la Tierra de Israel. Tal vínculo era ampliamente alabado por personalidades ilustres de la época. La Declaración Balfour fue justa, y Theresa May merece ser aplaudida por rechazar las protestas indignadas de los líderes palestinos contemporáneos. “Cuando algunas personas sugieren que debemos disculparnos por esta carta”, afirmó la premier, “yo digo absolutamente no”. Chapeau.

Comunidades, Comunidades - 2017

Comunidades

Por Julián Schvindlerman

  

Cuando Jalal Al-e Ahmad visitó Israel – 25/10/17

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Si este articulista afirmara que el ideólogo más prominente de la revolución Khomeinista visitó Israel, volvió a su país fascinado con el estado judío y volcó sus impresiones en un texto que hizo público, ¿alguien lo creería? Eso ocurrió en los años sesenta, época en la que el ayatolá Ruholá Khomeini estaba afirmando que Israel no desea que el Corán exista en este país». El turista en cuestión, Jalal Al-e Ahmad, fue el único escritor contemporáneo al que Khomeini alguna vez alabó. Su influencia en la revolución islámica que derrocó a Pahlevi fue tan poderosa que la República Islámica de Irán ha puesto su rostro en estampillas de la nación y ha bautizado un premio literario en su honor. Alcanzó fama sideral en su país natal con la publicación en 1962 de su obra cumbre, Gharbzadegi, usualmente traducida como Occidentosis o Westoxification. Básicamente era un tratado contra la influencia occidental en Irán, en el que postulaba que el Occidente era una toxina que estaba contaminando a los iraníes y el Islam era el antídoto esencial. En su búsqueda del «socialismo divino», como Bernard Avishai caracterizó en un ensayo en Foreign Affairs, Al-e Ahmad creyó que el islamismo iraní tenía algo que aprender del sionismo.

El viaje de Jalal Al-e Ahmad a la nación hebrea aconteció en febrero de 1963 y duró al menos siete días. Fue un invitado oficial del Estado de Israel. Recorrió Jerusalem, Tel-Aviv, Haifa, Akko y Nazareth, acompañado por su esposa, la literata Simin Daneshvar, autora de la primera novela escrita por una mujer en la Persia moderna y docente en la Universidad de Teherán, quien disertó en la Universidad Hebrea de Jerusalem y a quien le ofrecieron un encuentro con Golda Meir, pero declinó. Visitaron Yad Vashem, un kibutz en la Galilea, asistieron a la ópera de Tel-Aviv, se reunieron con escritores y poetas y participaron de una excavación arqueológica. Al año siguiente de su regreso a Irán, Al-e Ahmad publicó un artículo sobre esta visita, titulado «Viaje a la Tierra de Israel».

A diferencia de los árabes a su alrededor, que veían a Israel como una manifestación de la occidentalización del Oriente Medio, Al-e Ahmad consideraba al estado judío como un foco integrador del Este y el Oeste, una suerte de utopía oriental que se extendía desde Tokio hasta Tel-Aviv: «si uno mira con los ojos de un oriental como yo, desprovisto de fanatismo e hipérbole y resentimiento, preocupado por el futuro de un Oriente del cual un fin es Tel-Aviv y el otro Tokio, y sabiendo que este mismo Oriente es el germen de eventos futuros y la esperanza de un mundo cansado del Occidente y la Occidentosis; en los ojos de este oriental, Israel, con todas sus fallas y contradicciones encubiertas dentro suyo, es una base de poder, un primer paso, el heraldo de un futuro no muy lejano».

Se refirió a Israel con un término singular de la teología chií, velayet¸ una entidad política custodiada por Dios; comparó a David Ben-Gurión y Moshé Dayan con Enoc y Yoav («estos guardianes, cada cual con sus propias profecías o -al menos- visión clara, construyeron un estado-guardián en la tierra de Palestina y llamaron a ella a todos los Hijos de Israel»); y arrojó esta frase poderosa: «La presencia de Israel en el Oriente es un medio para retornar al Islam». Consideró al país judío como un aliado que, tal como Irán, padecía el acoso de los árabes: «Yo, que he sufrido en manos de estos árabes desarraigados, estoy feliz con la presencia de Israel en el Oriente».

Tal como nos informa el académico y traductor al inglés de Al-e Ahmad, Samuel Thrope, este intelectual iraní mostró interés por Israel y por los judíos tempranamente, dedicando tiempo a la lectura de la Biblia hebrea y el Nuevo Testamento, y redactando dos cuentos basándose en esas lecturas: «El tercer libro de los reyes» y «La epístola de Pablo el apóstol a los escritores». También leyó las transcripciones de los juicios de Núremberg mucho antes de su futuro viaje a Israel. Cuando lo hizo, recorrió el Museo del Holocausto de Israel, Yad Vashem, y se apenó por «los 6 millones de judíos que fueron masacrados en los crematorios de una Europa leprosa de fascismo».

Ciertamente, también hizo acotaciones infelices. Sión fue el resultado de la Shoá, una «indemnidad toscamente realizada por los pecados de los fascistas» dirá. Europa exterminó a los judíos, reconocerá, pero «yo, un oriental, estoy pagando el precio». Israel es descripta como «un milagro» aunque es a la vez «el puente seguro del capitalismo occidental» hacia la región. Postulará además que «Israel es la cortina que el cristianismo dibujó entre sí mismo y el mundo del islam para evitar que yo vea el peligro real». Y más allá de su tipificación de Israel como velayet, ponderará la existencia de Israel como «una tierra ni especialmente prometedora ni ´prometida´».

Aún así, el hecho de que «el gurú de los ayatolás» -como lo ha llamado Avishai-, el persa icónico Jalal Al-e Ahmad, haya apreciado a Israel y haya considerado al estado-nación de los judíos un modelo para el islam y para Irán, nada menos, califica como uno de los acontecimientos más peculiares de la historia de las ideas del Medio Oriente moderno.

Compromiso

Compromiso

Por Julián Schvindlerman

  

Entrevista a Alejandro Roisentul – 10/17

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Año 10. No. 67

“Mis manos han tocado la sangre del enemigo, no por desgarrar su piel sino para curar sus heridas” 

Alejandro Roisentul

El Dr. Alejandro Roisentul es especialista en cirugía oral y maxilofacial, titular del Centro Médico Ziv de la Unidad Oral y Maxilofacial en Safed (Israel) y ex presidente inmediato de la Asociación Israelí de Cirujanos Orales y Maxilofaciales.

-Para comenzar, cuéntanos cómo se conectan River Plate, la odontología y Safed.

Voy a empezar por la charla de mi abuelo Enrique Woda cuando tenía apenas 5-6 años, donde venía siendo hincha de Vélez hasta ese entonces por mi papá el abogado Dr. Jorge Luis Roisentul Z”L. Mi abuelo me convenció de “pasarme” a River regalándome el equipo de fútbol completo lo que incluía la vestimenta, la pelota y las botines… más tarde me enteré que hizo lo mismo con el resto de los nietos varones (pero no siempre con éxito). Mi abuelo se escapó de la primera guerra mundial en Polonia y llegando a la Argentina con solo 9 años donde pronto y con su carácter sociable y comprador se integró muy fácilmente a la sociedad porteña de la primera mitad del siglo XX donde fue muy activo y líder en el sindicato de la carne.

Él fue socio fundador del club Macabi figurando en la primer acta institucional del 30 de Diciembre del año 1930 (link: http://www.macabi.com.ar/ace/los-tres-primeros-socios.htm) y fue para mí desde muy niño un gran guía espiritual, amigo y consejero de vida. De ahí que gran parte de mi infancia la pasé potreando entre la sede y en San Miguel de donde guardo hermosísimos recuerdos de los “grupos”, campamentos, “ Macabilandia» y fines de semana al aire libre pleno de actividades comunitarias y deportivas. Allí conocí los valores de la comunidad judía.
Apenas con 22 años recién cumplidos y con el título de odontólogo de la UBA en la mano, me vi de repente forjado a tomar responsabilidades y decisiones. No pasó mucho tiempo y le propuse a Juliana ir a vivir al exterior del país y formar una familia allí. Juliana me dijo una frase que se me grabó hasta hoy en día en mi mente -“si un judío que nace en la Golá (diáspora) y deja su país natal, el primer lugar que debe ir es a Israel”- y de allí en pocos meses nos encontrábamos en el Merkaz Klitá (centro de absorción) de Tiberíades, recién casados y convencidos de que hemos llegado a Israel a “dar” de nosotros. Esa búsqueda de aportar algo al país, aunque sea en forma muy pequeña como siempre lo hicimos, nos llevó a través de los años al hospital de la ciudad de Safed, el Zvi Medical Center después de una larga especialización en la carrera de cirugía oral y maxilofacial, donde fundé el servicio de la especialidad que no existía hasta ese entonces. Nos mudamos entonces a la moshavá Rosh Pina donde criamos a nuestros tres hijos, Jonatán, Natanella y Ofir en estos últimos años.

-¿Hace cuánto trabajas en el Zvi Medical Center y qué tareas llevas adelante allí?

Fundé la Unidad de Cirugía Oral y Maxilofacial en el año 1998 después de un año de especialización en Inglaterra. Durante muchos años trabajé y desarrollé el servicio como único cirujano hasta que se sumó el Dr. Daniel Lesmes, un cirujano maxilofacial nacido en Colombia y llegado a Israel de apenas 9 años y luego se sumaron las doctoras Zinat Adawieh y Keren Yudovich. Prestamos servicios que van desde cirugías menores como extracciones dentales, diagnóstico y tratamiento de lesiones de los maxilares, tumores de la cara, maxilares y cuello, trauma maxilofacial y problemas de articulación de ATM. Como así también cirugía implantológica, injertos óseos y demás. Estamos juntando fondos para establecer un servicio de atención dental para los niños sirios que están privados completamente de atención del otro lado de la frontera. El servicio oral y maxilofacial es muy importante en esta zona de periferia tan alejada de las facultades de odontología pues actúa como un centro de referencia muy importante para los dentistas del área, habiendo un dialogo permanente con ellos y colaborando con el desarrollo profesional de los mismos mediante rotaciones en la unidad y organización de encuentros científicos.

-¿Cuándo fue la primera vez que recibiste un paciente sirio? ¿Qué sentiste? ¿Cómo fue la interacción?

Fue un día de febrero del 2013. Estábamos con Daniel trabajando en el hospital cuando de repente nos llaman a la sala de trauma y nos informan que son heridos de guerra Sirios. Mientras nos dirigíamos, nos preguntamos: ¿que son heridos sirios? ¿Cómo llegaron a Israel? ¿Heridos por quién? Fue una sensación extraña, una mezcla de curiosidad y sorpresa. Pero no hablo de solo la mía sino también de la de ellos, yo creo que fue la primera vez que nos vimos “cara a cara” uno al otro. Pero en su mayoría estaban gravemente heridos y como quedaron internados por varias semanas y algunos también meses tuvimos oportunidad de establecer cierta “relación” a través del equipo médico de habla árabe y de trabajadores sociales.

-Cuéntanos sobre casos particulares que hayan dejado mella en vos.

Cada uno de los casos me ha dejado algo, un herido sirio no es un paciente común. Ellos han atravesado la frontera y han pasado al lado del “enemigo” para tener una posibilidad de sobrevivir a una muerte inminente. Han atravesado la frontera psicológica y cultural, para confrontar a lo desconocido y a lo tal vez, temido. De alguna manera, los casos que más me hicieron reflexionar, son precisamente aquellos que no se animaron a hablar con nosotros. Tal vez por temor a nosotros, tal vez por temor a lo que dirán cuando vuelvan, o tal vez paralizados por el mismo.
Uno no puede ser indiferente o insensible ante un niño herido, que ha sido separado de sus padres por una explosión. El hospital de Safed, lo cura, lo contiene y pasa a ser un segundo hogar para ellos y más tarde también para su familia. Una niña siria fue atendida por el equipo médico de diabetes juvenil de la doctora Orna Godfrid, luego de arribar al hospital en un estado gravísimo por la falta de la administración de insulina. La tratamos aquí también en la unidad de cirugía maxilofacial con un estado de salud bucal muy malo en consecuencia de la desnutrición y la diabetes no controlada. Después de un año la encontré con la madre, venían a buscar la ración de insulina pues ya se le había acabado la que se llevó. Contó que la tiene que esconder bajo tierra para que no se la roben. Israel brinda no solo medicina, brinda una esperanza de amistad.

-¿Difiere en algo el trabajo que vos realizas con el que se realiza en hospitales de campaña en la frontera misma?

El hospital de campaña se armó al poco tiempo de que los heridos comenzaron a pasar la frontera, para hacerles una evaluación primaria y tratamientos básicos, y ver si hay necesidad de transportarlos a los hospitales del país, siendo el Ziv Medical Center de Safed el más cercano. Pero con el tiempo, la necesidad del mismo se hizo innecesaria y se cerró, y a los heridos se los transfiere en ambulancias directamente al hospital y aquí se decide su tratamiento.

-¿Qué pacientes son derivados a tu hospital y por qué?

El Ziv Medical Center de Safed es uno de los tres hospitales que pertenecen a la Facultad de Medicina de la Universidad de Bar Ilan. El hospital más cercano a la frontera (40 km) de Siria es el hospital de Safed, hospital público donde trabajo jornada completa y donde se trajeron los primeros heridos. Con la venida diaria de más y más heridos de Siria, nuestro hospital se organizó rápidamente en los aspectos médicos como así también en los sociales y se transformó rápidamente en un centro de atención principal de heridos de guerra sirios. Hay que tener en cuenta que se han atendido aquí solamente, más de mil heridos sirios. El equipo de cirugía oral y maxilofacial compuesto por tres especialistas, con experiencia bélica previa por la atención de más de 1.500 heridos de la guerra del Líbano en el año 2006, ha tratado un gran número de heridos de balas, esquirlas y explosiones, niños y jóvenes, que en este caso, constan de ciertas características que los identifica. Aquí se destacan por su labor entre otros, el Prof. Alexander Lerner traumatólogo nacido en Rusia y famoso en su campo por el desarrollo de técnicas quirúrgicas especiales y reconocido mundialmente. Los heridos con heridas neurológicas y cerebrales fueron derivados a un centro hospitalario de las cercanías, perteneciente también a la Universidad de Bar Ilan.

-¿Te ha tocado atender combatientes sirios o son sólo civiles heridos?

Eso es difícil sino imposible de saber. Ellos no son los soldados clásicos con uniformes y cascos verdes, por lo general visten indumentaria civil, y no admiten por lo general el hecho de ser “combatientes”. Por otro lado, hemos atendido muchísimos niños muy jóvenes, adolescentes y mujeres embarazadas que han dado luz aquí. ¿Son ellos combatientes?

-¿Crees que los sirios retornados a Siria puedan a futuro incidir en una mejor coexistencia entre ambos pueblos?

Te lo voy a sintetizar en una frase: “Mi esperanza es que de aquí a 10 años, estos niños que hemos curado, hagan la paz con mis hijos”.
-Esta tarea humanitaria que Israel lleva adelante, curando a civiles de una nación enemiga, ¿tiene precedentes en otros lugares?
No tiene precedentes en ninguna parte del mundo. Israel viene prestando ayuda humanitaria en muchas partes del mundo, y eso es sabido y también reconocido. Esta es la primera vez que Israel presta ayuda humanitaria dentro de sus fronteras.

-¿Qué mensaje le darías a la comunidad judía argentina desde Israel?

Israel tiene enemigos externos que amenazan con su existencia. A pesar de ello, y a pesar de las guerras que hemos pasado y las que vendrán, el pueblo de Israel no ha perdido su humanidad, amor y respeto al prójimo. No dejemos que el mal y la adversidad desvíen y cambien nuestros valores. Los valores del pueblo judío sobrevivieron pogromos, inquisiciones y las atrocidades del Holocausto del siglo pasado. No hace mucho hemos recuperado y fundado nuestro Estado de Israel, hoy en día tenemos el Ejército de Defensa de Israel que nos protege, este es el momento de demostrar a nosotros mismos y al mundo, que somos diferentes, que usaremos el ejército del bien y de la humanidad para conseguir la paz entre los pueblos.

Compromiso

Compromiso

Por Julián Schvindlerman

  

Entrevista a Leon Saltiel – 10/17

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Año 10. No. 67

-Tú has realizado un estudio académico original sobre la vida judía en Tesalónica durante la ocupación nazi basándote en 52 cartas escritas por tres madres diferentes a sus hijos residentes en Atenas. ¿Cómo surgió esta línea de investigación y cómo accediste a este material?

Había iniciado estudios de doctorado en historia griega contemporánea, con un enfoque en el Holocausto de los judíos de Tesalónica. Estaba basando mi investigación en documentos oficiales, periódicos, actas judiciales, testimonios. Me faltaban, sin embargo, los relatos de la gente común, de cómo vivían los judíos durante los años de la ocupación nazi, y más aún del período de guetización y deportación. Además, estaba buscando material que hubiera sido escrito en paralelo a los eventos, libre de retrospectiva, y no escrito después de la guerra.
Tuve la suerte de encontrar pistas sobre estas cartas, y cuando indagué, me di cuenta de que no era una ni dos, sino más de cincuenta. Eso significaba que había un gran tesoro por ahí que también encajaba con un tema general: tres madres en el gueto de Tesalónica escribiendo a sus hijos en Atenas. Como las cartas contienen mucha información importante, decidí examinarlas con más detalle.

-Cuéntanos por favor un poco sobre el contexto de la ocupación alemana, italiana y búlgara de Grecia durante la guerra.

Los italianos atacaron por primera vez Grecia en octubre de 1940, pero lo hicieron muy mal y el ejército griego (que contó con muchos judíos entre sus filas) fue capaz de montar una contraofensiva muy exitosa. Esto requirió la intervención de los nazis, que cambiaron sus prioridades militares para ir al rescate de sus aliados italianos. Los nazis invadieron Yugoslavia y entraron en Grecia en abril de 1941. El país pronto se dividió en tres zonas de ocupación: los búlgaros obtuvieron las zonas de Grecia hacia el sur, los nazis obtuvieron el área de Tesalónica, la mayor parte de Creta, algunas islas estratégicas y la región que bordea Turquía, y los italianos obtuvieron el resto y la mayor parte del país.
Los italianos tenían una actitud favorable hacia los judíos y no estaban de acuerdo con las exigencias alemanas de aplicar medidas antisemitas contra ellos. Así, en febrero de 1943, los alemanes aplicaron medidas antisemitas contra los judíos de los territorios que controlaban, que incluía Tesalónica, la ciudad con el mayor número de judíos en el país, alrededor de 50.000, el 25% de la población de la ciudad. El primer tren de deportación salió de Auschwitz el 15 de marzo de 1943 y en agosto ya no había prácticamente ningún judío en la ciudad. Al mismo tiempo, los judíos de Atenas y de otras partes del sur de Grecia vivían en relativa seguridad.

-En pocos meses, decenas de miles de judíos de Tesalónica fueron deportados a Auschwitz y apenas 1.000 sobrevivieron. ¿Hay vida judía hoy allí?

Los judíos que regresaron a la ciudad después de la guerra fueron alrededor de 2.000. Esto incluyó a los que regresaron de los campamentos, los que estaban con los partisanos y los que se escondían. Hoy en día hay alrededor de 1.200 judíos en la ciudad, con una vida comunitaria muy activa y muchas instituciones (escuela, casa de ancianos, dos sinagogas, campamento de verano, museo). Las autoridades griegas ahora están promoviendo mucho el pasado judío de la ciudad y hay un montón de turistas que vienen a visitar la comunidad.

-Volviendo a tu investigación. ¿Cuáles son los principales hallazgos?

Las cartas arrojan luz sobre la vida de ciudadanos judíos comunes en el gueto de Tesalónica, nunca antes conocida en tal detalle. Esta riqueza de noticias nos ayuda a poner las cosas en contexto y nos proporciona un trasfondo que a menudo falta de otras fuentes de archivo. Es importante destacar que estas cartas ofrecen la descripción más completa que se ha descubierto hasta ahora sobre la vida cotidiana en el gueto y las emociones humanas justo antes y durante las deportaciones.
La información presentada en estas cartas es invaluable. Estos testimonios describen la situación general y las emociones antes y durante las deportaciones, que es cuando estas cartas se detienen. Además de narrar algunos de los acontecimientos más importantes de este período, el lector aprende detalles que van desde las relaciones familiares e intercomunales, hasta la nutrición diaria, las enfermedades y el precio de los diferentes bienes.
A través de estas páginas de testimonios, una variedad de factores se hace evidente. Primero, las cartas son muy cargadas emocionalmente. Los autores describieron sus sentimientos, temores, oraciones y angustias, que se intensificaron al darse cuenta de que sus últimos días se acercaban. En segundo lugar, detallaban aspectos de la vida cotidiana, que eran bastante desafiantes debido a la situación de guerra y eventualmente a las restricciones antisemitas. Pasar su tiempo cada día era un desafío, y tenían que ocuparse entre familia, amigos y vecinos. Por último, la correspondencia entre madre e hijo es, a veces, profundamente conmovedora e irradia una humanidad extraordinaria. Las madres no podían ocultar el gran amor que sentían por sus hijos y les proporcionaban las últimas palabras de consejo.

¿Cómo fue posible que esta correspondencia ocurriera en circunstancias tan adversas?

Es una muy buena pregunta. Es bastante extraño, pero la correspondencia tuvo lugar, incluso durante estas circunstancias muy difíciles. Los judíos tenían acceso a la oficina de correos y el cartero podía entregar las cartas en el gueto. No olvidemos que los guetos judíos centrales no eran exclusivamente para judíos, sino también para los cristianos que vivían allí. Las cartas tardaban alrededor de cuatro a cinco días en llegar, aunque no todas lo hicieron. Tampoco hay signos de censura. Ocasionalmente, las madres podían hablar con sus hijos por teléfono, pero con dificultades en la conexión.

-Tú observas que las tres madres no mencionan en sus misivas importantes acontecimientos de la vida del gueto, tales como el envío de hombres a trabajos forzados en julio de 1942, la destrucción del cementerio judío o la imposición de la estrella amarilla en las vestimentas. ¿A qué razón atribuyes esas omisiones?

De hecho, las cartas no mencionaban hitos importantes de ese período. En general, las cartas se centran en los acontecimientos que rodean su vida personal. Lo que escribieron fue lo que ellas mismas vieron, oyeron o sintieron. Era un medio muy íntimo de comunicación entre madre e hijo y tal vez no querían incluir noticias que los hijos podrían conocer por diferentes medios. Esto podría hacer las cartas menos personales y darles un tono más descriptivo, distante.

-¿Hay información de qué, si algo, respondieron los hijos de estas mujeres? En cierto momento, la señora Baruch escribe: “Tú me recomiendas coraje y paciencia. Ya no tengo más”. Esto sugiere que recibieron respuestas de los destinatarios, ¿cierto?

Es cierto que las madres recibieron correspondencia de sus hijos, pero ninguna de esas cartas ha sobrevivido. Las únicas pistas que tenemos es cuando las madres responden a los hijos sobre cuestiones que habían planteado en sus cartas. En general, después de que comenzaron las deportaciones, sus hijos tratan de mantenerse al lado de sus madres, y les ofrecen esperanza, coraje y optimismo. Estaban lejos uno del otro y no tenían muchas opciones. Algunos enviaron dinero. Otros pidieron a los conocidos griegos cristianos que los visitaran en sus hogares en el gueto y comprobaran su condición. Hubo también una discusión sobre las opciones de escape, pero todos los planes para entonces parecían ser cada vez más difíciles.

-La desesperación creciente de estas madres es visible en expresiones como la de la señora Saltiel (que aclaras no está relacionada a ti) al decir que su “corazón está congelado por el horror”. Inicialmente las cartas no denotan semejante dramatismo. ¿En qué momento cambia radicalmente el ánimo de las autoras?

En las primeras cartas, las madres trataron de mantener una descripción tranquila y sólo narraron los acontecimientos de su vida cotidiana. No describieron las medidas antisemitas iniciales y trataron de ofrecer una imagen calma. Creo que lo hicieron porque no querían alarmar y preocupar a sus hijos. También podría ser debido a la esperanza de que estas medidas serían temporales y que la situación volvería a la normalidad. Pero a medida que las medidas nazis se intensificaban, con las deportaciones a Auschwitz comenzando en condiciones inhumanas, las madres se dieron cuenta de que no habría un camino de regreso. Se quebraron y sus descripciones se volvieron muy dramáticas y emocionales.

-Sorprende el apego a la fe aun en circunstancias tan hostiles. La señora Kazes se despide de su hijo así: “Vive con felicidad si puedes. Que Dios te proteja de todas las enfermedades, esta es mi plegaria cada noche”. De manera similar la señora Saltiel escribe “Que Dios te proteja”, en tanto que la señora Baruch también expresa sus deseos maternales de que “Dios te proteja hasta el fin”. ¿Cuál es tu conclusión acerca de la fe de estas madres en esa época oscura?

Las madres eran judías tradicionales y no seguían estrictas reglas religiosas. Al darse cuenta de que sus últimos días se acercaban, la fe y la oración se convirtieron en un medio de resistencia. Dios era su única esperanza para revertir estas medidas para que pudieran permanecer seguras y reunirse con sus hijos. Además, estaban recibiendo paciencia y optimismo a través de su creencia en Dios. Por último, oraron a Dios para que los niños fueran protegidos y no tuvieran que soportar el mismo sufrimiento que ellas.

-¿Has publicado tu investigación en el Journal of Southeast European and Black Sea Studies? ¿Qué repercusiones ha tenido?

Recibí comentarios muy buenos de esta publicación. Varias personas me escribieron diciendo que estas cartas dan un rostro y una historia a las numerosas víctimas del Holocausto. Uno puede seguir sus pensamientos, temores, esperanzas y emociones durante los últimos días de sus vidas, por lo que pone al lector muy empático con ellas. Otros estaban impresionados por aprender acerca de este período a través de voces auténticas que trajeron al lector alguna información valiosa que se pierde generalmente en narraciones más grandes. Por último, otros me pidieron que publicara las cartas completas en griego y en otros idiomas, algo en lo que estoy trabajando actualmente.

-Una reflexión final por favor.

Bueno, me gustaría hacer un llamamiento a sus lectores, algunos de los cuales pueden tener orígenes de Tesalónica, Grecia o el Imperio Otomano. Si tienen documentos, cartas, fotos, etc., podrían considerar compartir algunas copias con nosotros. Como la mayoría de los archivos en Grecia fueron destruidos durante el Holocausto, los archivos personales son una fuente muy valiosa para tratar de reconstruir el pasado. Cualquier cosa que posean en sus archivos podría ser de gran importancia para el historiador.

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Por Julián Schvindlerman

  

Trump y Kim: El hombre-cohete y el viejo soso – 25/09/17

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El presidente Donald Trump sorprendió al mundo entero días atrás al amenazar, desde el podio de la ONU, a Corea del Norte con la “destrucción total” y al referirse burlonamente al líder de la nación, Kim Jong-un, como “el hombre-cohete”. Posteriormente anunció nuevas sanciones contra aquél “régimen canalla y criminal”. Kim replicó que respondería con “el nivel más alto de contramedidas de línea dura en la historia” y calificó a Trump de ser un hombre “mentalmente demente y un estadounidense viejo soso”. La expresión castellana viejo soso traducida del inglés dotard tomada del coreano neukdari, resultó una rareza para muchos. Tal como Austin Ramzy notó en The New York Times, esa palabra apareció publicada en ese medio apenas diez veces en casi cuatro décadas y puede hallarse en la obra Mucho ruido y pocas nueces de William Shakespeare: “I speak not like a dotard nor a fool” dice un personaje allí. A las 6:30am Trump tuiteó su respuesta: Kim, aseguró, es “obviamente un loco al que no le importa hambrear o matar a su pueblo”.

Si bien hubo una escalada verbal, la verborragia hostil de Pyongyang hacia líderes norteamericanos no es nueva. Barack Obama fue llamado “mono” y el ex presidente de Corea del Sur, Park Geun-hye, “víbora” y “prostituta”. La entonces Secretaria de Estado Hillary Clinton “no es para nada inteligente” informó la KCNA (el servicio de noticias estatal de Corea del Norte) mientras que su sucesor, John Kerry, fue tildado de “lobo” con una “horrible mandíbula de linterna”. George W. Bush, por su parte, era “un pollo empapado en la lluvia”. En julio pasado, el régimen norcoreano advirtió a Washington: “Su ruina final ya está sellada. Sólo hay una salida para los Estados Unidos, arrodillarse y pedir perdón”. En medio de esta tormenta de agresiones, la KCNA publicó una foto que muestra a Kim sonriendo junto a un grupo de funcionarios, al sol, en un campo de cultivos de frutas. Él porta gafas, viste un traje oscuro abotonado hasta el tope, mientras exhibe una manzana en su mano, como si estuviera posando en un cuadro impresionista. ¿El nuevo hombre-vegano?

Trump parece estar haciendo dos cosas aquí. Una, ser él mismo. El provocador de siempre, el escandalizador profesional, el impredecible nato. Dos, asustar. No tanto al régimen coreano como a sus aliados cínicos (China) y enemigos complacientes (Europa). ¿Es casualidad, acaso, que al día siguiente China y Europa se hayan sumado sin miramientos a las nuevas sanciones impuestas por Estados Unidos? El siempre iconoclasta presidente norteamericano tiene razón en algo. La diplomacia tradicional aplicada sobre Corea desde los tiempos de Bill Clinton en adelante ha sido un fiasco. Hay que barajar las cartas de manera diferente. Poco dado a la sutileza, Trump prefiere sacudir el tablero. A su manera, está señalando a la familia de las naciones que las cosas no pueden seguir en piloto automático. Como él mismo ha dicho, “Ninguna nación en la Tierra tiene interés en ver a esta banda de criminales armarse con armas nucleares y misiles”. Sin embargo, ni Rusia, ni China ni Europa han estado haciendo algo serio al respecto.
Aquí entran los Estados Unidos de Trump, con anuncios de que está dispuesto a todo y a cualquier cosa. Es una apuesta arriesgada. El presidente deberá calibrar cuidadosamente hasta dónde estirará su retórica amenazante, a) sin llegar a arrinconar peligrosamente a Kim Jong-un y b) sin hacer el ridículo; como cuando anunció el pasado abril el envío hacia la península coreana de una flota compuesta por un portaaviones, dos destructores y un crucero y en realidad las embarcaciones militares estaban navegando en dirección opuesta.

Corea del Norte subió la apuesta y amenazó con hacer explotar una bomba de hidrógeno sobre el océano pacífico. Si llegara a hacerlo, la Casa Blanca tendrá que actuar con determinación. Así, Trump quedaría enfrentado a una situación similar a la que atravesó Obama con su línea roja relativa al uso de armas químicas en Siria. Sólo que el peligro para la paz y la seguridad mundial ahora es mucho mayor. Obama fracasó entonces. Trump no tendría margen para hacerlo ahora.